El libro de la almohada de Sei Shonagon. Intimismo milenario

AlmohadaSegún leía el libro, dos textos brillaron con luz propia por lo que suponen una vez pasados más de mil años dese su publicación:

“Oscurece y casi no puedo seguir escribiendo y mi pincel está gastado. Sin embargo, yo quería agregar unas cosas antes de concluir.

Escribí estas notas en mi casa, cuando tenía mucho tiempo libre, y por lo tanto nadie se enteraba de lo que estaba haciendo. He incluido cuanto he visto y he sentido ya que mucho de lo que hay en él puede parecer maligno o aun perjudicial para otros, tuve cuidado de ocultarlo. Ahora se ha hecho público, que era lo último que yo podía esperar.” 

“Después de todo, lo escribí para divertirme y puse las cosas exactamente como ocurrieron. ¿Cómo podrían mis apuntes compararse con los muchos libros memorables que existen en nuestro tiempo? Los lectores han declarado, sin embargo, que puedo enorgullecerme de mi trabajo. Esto me sorprendió mucho, pero supongo que no es tan raro que a la gente le guste mi obra, porque como se desprenderá de estas notas, soy la clase de persona que aprueba lo que otros aborrecen y aborrece lo que les gusta. Piense lo que piense la gente de mi libro, todavía me arrepiento de que haya visto la luz.”

En el primero de ellos se produce una descripción de su proceso a la hora de escribir, el momento que buscaba para hacerlo, el tiempo del que disponía y su pretensión inicial de no hacerlo público. El proceso creativo, describirlo, como una experiencia de vida, lo que ha visto y sentido lo reflejó en esas páginas. En el segundo se corrobora precisamente el fin lúdico que tenía al escribirlo y, desde luego, no era consciente de la calidad del material que escribía al comienzo. Después de tanto tiempo, podemos certificar, en nuestras manos, que estaba creando un clásico de la literatura japonesa (y de la literatura universal).

Para dilucidar la relevancia del texto, el prólogo de María Kodama es sumamente esclarecedor;  en primer lugar, sabiamente, se encargó de dotarla de un marco histórico:

“El libro de la almohada de Sei Shonagon pertenece al período Heian, que abarca del año 794 al 1185. El libro podría fecharse alrededor del año 994. Poco sabemos de la autora. Nació probablemente en el año 965 y fue dama de la corte de la emperatriz Sadako durante la última década del siglo X. Su padre era un oficial del clan Kiyowara, pero era más conocido como investigador y poeta. Sei Shonagon se casó con Tachibana no Norimitsu y tuvo con él un hijo. Su vida después de dejar la corte a la muerte de la emperatriz es totalmente desconocida. Shonagon menciona en su libro sólo una vez a su padre, nada más sabemos de la biografía, pero ¿importa una biografía frente a la inteligencia y sensibilidad que revela un autor a través de su obra?

Sei Shonagon formará parte de la pléyade de escritoras que durante el período Heian harán florecer la literatura en lengua vernácula en un momento único en la historia de la literatura. No podemos dejar de mencionar su rival Murasaki Shibiku, que con su obra La historia de Genji introducirá en el mundo la primera novela psicológica. Gracias a estas autoras y a otras tenemos una vívida pintura de lo que era la vida de la corte hace más de mil años.”

En efecto, más de mil años desde que se perpetró; de esta manera sabemos el período en el que se escribió y cuál era el oficio de su escritora (dama de la corte); sorprende muchísimo que en una época tan lejana hubiera tantas escritoras que se dediquen a este oficio, muy diferente de la misma época en la cultura occidental; y establece un paralelismo obligatorio con su coetánea Murasaki Shibiku, de la que durante este año leeré La Historia de Genji.

A continuación pasa a describir la personalidad de Sei Shonagon en base a su estilo y los temas tratados, sinceramente, creo  que está muy bien descrito, desde su frivolidad hasta su agudeza y su sensibilidad poética; rasgos que se unen indisolublemente para escribir un libro único:

“La escritura de Sei Shonagon revela una personalidad de mujer aguda, observadora, bien informada, rápida, sensible a la belleza del mundo, al destino de las cosas, en suma, una personalidad compleja e inteligente. Revela también rasgos de frivolidad e intolerancia para su trato con gente social o intelectualmente inferior; un crítico japonés la llamó “lisiada espiritual” y consideraba casi patológica su adoración por la familia imperial. Sin embargo su personalidad tiene un rasgo distintivo que trasunta en su literatura y que la diferencia de sus contemporáneas al describir sus relaciones con los hombres. Se asemeja a ellas en su amor por el fausto, por el color, por una mezcla de inocencia y sofisticación y por su deleite ante la poesía.”

Seguro que todos los que habéis llegado aquí os estaréis preguntando el contenido a estas alturas; nada mejor que irnos a los siguientes párrafos:

“El título El libro de la almohada, en japonés Makura no Soshi, cuya traducción literal sería “notas de la almohada”, es una denominación genérica para describir un libro de notas totalmente informal, que los hombres y mujeres escribían cuando se retiraban por las noches a sus cuartos y que guardaban posiblemente en los cajones de las almohadas, que eran de madera. Anotaban ahí las impresiones que durante el día habían vivido u observado. Esta forma de literatura parece ser autóctona del Japón y se conserva hasta el presente como “escritos ocasiones”, e incluye alguno de los más valiosos trabajos de la literatura japonesa.” 

“Sei Shonagon en su obra describe largas listas de nombres de insectos, de plantas, de cosas agradables o desagradables, de temas poéticos, al modo conocido por occidente que utiliza Homero en los famosos catálogos de las naves, de los mejores guerreros, de los caballos. Esta técnica insólita en apariencia  es retomada por Borges cuando hace de esas enumeraciones que le eran tan caras, poemas de inigualada belleza. Además de las 164 listas, el libro está formado por anécdotas, anotaciones diarias, descripción de caracteres, y la vida de la corte con sus con sus costumbres, sus juegos, sus intrigas y también su crueldad. Borges creía que un libro de esta naturaleza, que no tuvo una versión impresa hasta el siglo XVII (circulaba en manuscritos), debe haberse ordenado y reordenado no sólo por su autora sino a través de las sucesivas lecturas que los especialistas hicieran de ellas a través de los siglos. Esto debe de haber sido muy difícil desde el punto de vista de la estructura del libro.”

Una serie de notas que relatan experiencias vividas durante el día, a modo de diario, de manera informal y que se complementa con listas de todo tipo que van desde poesías hasta catálogos de naves y caballos, y claro, anécdotas y descripciones de la vida de la corte; la selección que realizaron Borges y Kodama es, simplemente, excepcional por su eclecticismo y sensibilidad poética. También se señala su defecto más visible: la estructura. Es difícil, después de tanto tiempo y tantas variaciones, cuál era la ordenación original de una catálogo de temas tan variados.

Me gustaría señalar también la explicación a que las mujeres fueran las transmisoras literarias de la época, todo cobra sentido:

“Puede parecer curioso el hecho de que este período, uno de los más importantes de la literatura japonesa, esté representado casi exclusivamente por mujeres. Esto se debe a que la escritura con ideogramas chinos estaba prácticamente en manos de los hombres; las mujeres utilizaban los silabarios japoneses hiragana y katakana, este último con trazos más geométricos destinado a la transcripción de los nombres  o palabras extranjeras. Por ello en Murasaki Shikibu o en Sei Shonagon encontramos los ideogramas sólo para nombres propios, títulos o citas; es imposible hallar en todas sus obras una sola palabra o locución china.”

No puede faltar algún texto más para conformar lo anteriormente dicho; el siguiente párrafo, muy lírico describe un espectáculo primaveral; es paradigmático de su estilo y refleja su gran sensibilidad ante los fenómenos naturalezas, ante la belleza que observa:

“En el tercer día del Tercer Mes, me agrada ver el sol que brilla sereno en el cielo de primavera. Es entonces cuando florecen los durazneros. ¡Qué espectáculo nos brindan! Los sauces son también encantadores en esa época, con los brotes todavía cerrados como gusanos de seda en sus capullos. Cuando las hojas han brotado ya no me atraen. En efecto, todos los árboles pierden su encanto cuando sus flores se deshojan.

Es un gran placer arrancar una larga rama florida de un cerezo y ponerla en un gran florero. ¡Qué hermosa tarea para ejecutar frente a una visita mientras se conversa!”

Lo mismo puede decirse del siguiente, donde aparece un día en el Palacio en el que se produce la recitación de poemas y cómo el propio emperador, más adelante, se quedará subyugado y asombrado por su capacidad para recordar poemas y ligarlos con el momento presente:

“Estábamos sobrecogidos por toda la encantadora escena. Fue entonces cuando Korechika lentamente recitó un antiguo poema: 

Pasan los días y los meses, pero perdura para siempre el monte Mimoro.

 Profundamente impresionada, sentí el deseo de que todo esto durara mil años. En cuanto las damas que servían en el comedor principal llamaron a los caballeros de honor para que se llevaran las bandejas, Su Majestad volvió a la sala de la Emperatriz. Entonces me pidió que untara la piedra con un poco de tinta. Deslumbrada, pensé que nunca podría apartar mis ojos de su resplandeciente rostro.”

 “Semejante fervor por la poesía es realmente conmovedor.

El emperador, que estaba oyendo el relato, quedó muy impresionado.

-¿Cómo es posible que hubiera leído tantos poemas? –dijo, cuando la Emperatriz terminó-. Yo mismo me siento incapaz de leer tres o cuatro volúmenes. Por supuesto, las cosas han cambiado. En aquel tiempo todos, hasta la gente más humilde, se complacía en las artes y tenía el hábito de pasatiempos elegantes. Una historia así no sería posible en nuestros días.”

Ella misma  tenía un especial interés en la poesía, en las artes y en aquello que resultara elegante, de ahí que no dudara en denostar  a otras mujeres que no podían apreciar lo que ella estaba viviendo; indudablemente, no podía ocultar un cierto esnobismo y sensación de superioridad que resulta un poco enervante:

“Cuando trato de imaginar cómo puede ser la vida de esas mujeres que se quedan en casa, atendiendo fielmente a sus maridos, sin vísperas de nada, y que a pesar de todo se creen felices, me lleno de desprecio. Pueden ser de alcurnia y no haber tenido ocasión de saber lo que es realmente el mundo. Ojalá pudieran convivir con nosotras, aunque sólo fuera como servidoras, para darse cuenta de las delicias que están a nuestro alcance.

No soporto a los hombres que piensan que todas las servidoras del Palacio son frívolas o malas.”

De todos modos, es un pequeño apunte de su compleja personalidad que no puede ensombrecer un documento excepcional desde todos los puntos de vista: como fresco histórico de un pasado muy lejano, como descripción de las costumbres de la época y de la realeza japonesa en particular y, sobre todo, por su alta sensibilidad cargada de sutileza y lirismo.

“Anoté en mi libreta un poema que me había impresionado. Desgraciadamente una de las criadas lo vio y recitó los versos torpemente. Es terrible cuando alguien recita deprisa un poema sin el sentimiento apropiado.”

Qué terrible es comprobar que ya nadie sabe recitar un poema a través de un libro de más de mil años de antigüedad.

Todo es poesía en un libro inolvidable.

Los textos provienen de la selección y traducción de Jorge Luís Borges y María Kodama de El libro de la almohada de Sei Shonagon editado por Alianza editorial.

Solsticio de Joyce Carol Oates. Confrontación psicológica

303580Decidir cómo comenzar este año tan especial era fundamental para dar impulso a mi idea; lo único que tenía claro era que quería empezar con algo que me gustara mucho; al fin y al cabo se trata de leer, y si no te diviertes leyendo, estás apañado; de ahí que, a modo de círculo que se cierra casi desde el primer instante, pensé en mi querida Joyce Carol Oates. El libro fue puro azar, un libro descatalogado y que tuve que poner directamente en Good Reads porque nadie lo había puesto en la base de datos, esto es ciertamente extraño teniendo en cuenta que el libro es de 1985 y esta edición, en concreto, del año 2002.

Anécdotas aparte, la elección ha sido muy adecuada; dentro de las eclécticas posibilidades que nos ofrece la vida y obra de Oates, este libro concretamente, por el tema trata y la forma de hacerlo tiene que ver con una forma de escribir que podría estar asociada más a mujeres, al tratar la extraña relación de amor-odio entre ellas. Al estar leyéndola, de hecho, me vino a la cabeza la idea que sostenía Adrienne Rich según la cual las mujeres llegan a un grado de amistad tan íntimo, tan especial que no puede ser replicado por ninguna amistad entre hombres, ni siquiera homosexual. Rich lo contextualizaba incluso entre amigas que no tienen por qué ser lesbianas.

En Solsticio, Joyce Carol Oates aborda este tipo de amistad entre dos mujeres radicalmente distintas, por origen y condición social, por un lado tenemos a Mónica, a pesar de su juventud es experimentada en la vida, a sus veintinueve años se ha divorciado ya, está huyendo del recuerdo de una época que le hizo olvidar lo preciada que era por sí misma:

“Mónica, sin sentimentalismo, se vio como una mujer, anteriormente una jovencita con el poder (que no sabía de dónde provenía) de convencer a los demás, durante un tiempo, de su cualidad de “dorada” y especial. La lógica emocional del amor por ella.

Se había casado a los veintiún años y divorciado a los veintinueve. Tenía que rendir cuentas por los ocho años, más o menos. (Se había ido a vivir con su novio, en lo que figuraba ser un gesto de desafío, siete u ocho meses antes de la boda. Pero ni la familia de él ni la suya decidieron responder al desafío.) Estaba empezando a olvidar muchas cosas. Ya había olvidado mucho.”

Por el otro la poderosísima figura de Sheila Trask, artista con un marido famoso y relacionado con el arte; su descripción es muy significativa, utiliza las características físicas para subrayar la psicología que hay detrás, su llamativa personalidad, incluso la adopción de rasgos de hombre, pero singularmente atractiva:

“Así, cuando en la animada fiesta de los Green vio por casualidad a una mujer alta, que entraba en la habitación, de pelo oscuro, vestida de forma descuidada, lo único que pensó Mónica fue que era extraña, llamativa, un “carácter” con un estilo no del todo tangible. Era una mujer de cinco o seis años mayor que Mónica, de unos treinta y pico años, y bastante atractiva, incluso –casi- hermosa, con unos ojos negros burlones, unas espesas cejas sin depilar y una boca grande, seria y curiosa. Tenía un tipo casi dolorosamente anguloso, los hombros caídos, y toda ella era desgarbada. A diferencia de los demás invitados de los Green, no se había tomado el acontecimiento con la suficiente seriedad como para vestirse en consecuencia; llevaba una falda negra sin forma que le caía irregularmente sobre las pantorrillas y una camisa de algodón, barata y demasiado lavada, y lo que parecía ser una chaqueta de hombre de tweed, sin abrochar, que le colgaba de los delgados hombros. Una curiosa ave rapaz, pensó Mónica, maniobrando para poder observar más fácilmente a la mujer.”

La amistad entre ambas será el eje de un libro que juega con la caracterización psicológica, en una relación de opuestos, extraña, más difícil de entender desde una perspectiva de un hombre; una relación de extremos donde el odio y el amor aparecen íntimamente relacionados:

“Mónica, mirándola fijamente, no lograba decidir si le disgustaba profundamente Sheila Trask y quería que se marchara o bien sentía el tirón de su poderosa atracción.

Sheila empezó a meditar en voz alta, diciendo a Mónica que envidiaba sus libros, estos libros concretamente (ejemplares de las Brontë, de Dickens, George Eliot, Trollope, Penguins de lomo naranja) estaban tan doblados en las puntas y gastados, tan subrayados y anotados, que era evidente que el lector no sólo había leído las novelas, sino que las había vivido. ¿Qué valor tenía una novela si no se podría vivir?… ¿Si no era más que una cuestión de palabras colocadas con pericia?”

En el anterior texto podemos comprobar estos extremos en el párrafo inicial; en lo siguiente Oates define el sentido de la novela, más como experiencia que simple entretenimiento; si no podemos vivir una novela, ¿qué valor tiene juntar letras?

Esta confrontación de dos personalidades tan radicalmente opuestas es utilizada por la autora para caracterizar cuestiones de género de diferentes formas, una de ellas es la presencia de la mujer en el arte, como expliqué anteriormente con El mundo deslumbrante de Siri Hustvedt la mujer tiene que luchar aún más por conseguir abrirse un hueco en la cultura, por conseguir que la valoren por su obra más allá de ser “la mujer… de alguien conocido”:

“Si hablaban de Sheila Trask en algún aspecto profesional, era sólo para hablar de Morton Flaxman, quien fue uno de los “grandes nombres” de la región durante muchos años. Había vendido su obra a museos y colecciones de todo el mundo, se había escrito sobre él en revistas nacionales, se le habían concedido premios y había rechazado premios. Había aceptado encargos y rechazado encargos, se le había mencionado junto a Moore, Calder, Lipchitz, David Smith.. En su época fue polémico; no tenía pelos en la lengua. Frente a la biblioteca de la escuela se exhibía orgullosamente una de sus obras tempranas, una especie de figura de piedra, aluminio y bronce: su enigmático nombre era Solsticio.”

Sin embargo, con Mónica aborda temas más estructurales sin ser explícita, como el hecho de tener que comportarse de una manera a pesar de estar pasándolo mal, su creencia errónea de que eso le vendrá bien porque se la ha educado así:

“En Wrightsville, secuestrada en su habitación, se pasó varias horas (intoxicantes y agotadoras) estudiando detenidamente los álbumes de recortes que había hecho en el bachillerato, buscando a Mónica, la muchacha dorada, Mónica la reina del baile (el penúltimo curso: había sido acaso la vertiginosa cumbre de su vida social?), para darse ánimo con sus tempranos éxitos. Sabía cómo sonreír, entonces, tal como demostraban esas fotografías, sabía cómo expresar felicidad aun cuando no siempre la sintiera. Pues lo volveré a intentar, pensó Mónica inspirada: seré de nuevo esa muchachita.”

Más explícitas son las referencias posteriores, pero no menos gráficas, como el caso de la enfermera que, en una clínica abortista, acepta, como si no hubiera posibilidad, la maldición de que este sea un mundo de hombres; lo más doloroso es que se da cuenta de ello en un lugar enteramente dedicado a mujeres, que “huela a desinfectante”, es una cualidad que Oates asocia a una situación en la que la mujer necesita ser desinfectada, desparasitada…

“Este es un mundo de hombres, había dicho una de las enfermeras, hacía años, en la clínica de abortos. Este es un mundo de hombres: dicho con un suspiro, como si hablara del tiempo o de la hora del día. Un mundo de hombres, precisamente ese mundo, una clínica iluminada por fluorescentes y oliendo a desinfectante, poblada exclusivamente por mujeres.”

Extremo tras extremo, como en el momento en que Mónica sufre una violación; su único refugio es Sheila y aún en esa situación, con su apoyo, no es capaz de encontrar la culpa en el hombre que la ha maltratado sino que se acusa a sí misma; otro indicio de la estructuralidad inherente y establecida donde se convierte a la víctima en la causante de su daño:

“Sheila le tomó la cabeza en sus brazos, la meció, le preguntó si quería que la llevara a un médico. Si quería que Sheila denunciara a ese hijo de puta a la policía.

Porque, al fin y al cabo la había violentado. Técnicamente y legalmente era una violación.

Mónica se echó a reír, y luego a llorar otra vez, en los brazos de Sheila.

No, no quería ir al médico, y no quería denunciarlo a la policía, sobre todo había sido culpa suya, déjalo estar…”

Mónica, Sheila, dos mujeres, muchos contrastes, una lucha psicológica donde, a pesar de las diferencias entre ellas, se produce un vínculo que más allá de la diversidad, como comentaba al principio sobre Rich:

“Mónica se había equivocado, no estaba mejorando rápida, delirantemente. Le intrigaba el pensar que pronto los huesos le atravesarían la piel. Los huesos de la pelvis, las clavículas, las costillas. Le intrigaba que el “envoltorio protector” de la piel, su piel, pronto se podría disolver; y todo el mundo le entraría.

Ahora hubiera llamado para pedir ayuda, pero se encontraba demasiado floja.

Una llamada a los Jensen de Whightsville, Indiana, pero estaba demasiado floja.

Demasiado floja también para defenderse de Sheila Trask; Sheila imponiéndose ante ella: abriéndose paso a la fuerza en la soledad de Mónica donde no se la quería.”

Nuevas perspectivas que consiguen que abra mi mente a lo que puede ser posible aunque, en un principio, no lo pueda entender.

Empieza mi año, y el estreno es (casi) inmejorable. Lo que me queda por disfrutar.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Isabel Sancho para Solsticio de Joyce Carol Oates.

Mis estadísticas del 2015

Los números sirven para poner en perspectiva. Ese es el objetivo de este post: complementar la visión cualitativa que ya comenté en Mis libros favoritos del 2015 

En el 2015 he vuelto a batir mi récord, he llegado a 226 libros… superando los 200 del anterior. Han supuesto un total de 61486 páginas que son más que las 50195 del año anterior.  Este número de páginas supone que:

1º El libro medio tenía 277 páginas; sin embargo, en el 2013 fue de 273 páginas aproximadamente, ha habido un cierto aumento.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi 19 (lo que supone unas 5124 páginas mensuales)

El “mamotreto” del año fue Barth con su Giles, el niño-cabra con 1120 páginas.

En cuanto a la lista de libros este año no la pongo al final, me cuesta mucho hacerla y no vale la pena a nivel práctico, lo que sí os pongo es el enlace a GoodReads donde podéis echarle un vistazo y está muy bien ordenada. Aquí lo tenéis junto con las imágenes que pone  la aplicación:

Reto1

Reto2

Esto significa que mi proyecto a tres años, que lo he alargado a cuatro (y se irá a cinco), ha avanzado poco… En cuanto a la famosa distinción de hombres y mujeres, de estas últimas han caído casi 42 libros, lo que supone un 18% de libros de mujeres. En inglés, ha habido 18, solo un 8% sobre el total. Y las nacionalidades, ha habido de todo.

Las consecuencias de estos números no hacen más que refrendar mi proyecto del año que viene que ya he dicho en un post anterior:

Es el año para leer mujeres, al menos en su mayoría.

-Habrá menos lecturas nuevas, aprovechando solo las que salgan de mujeres.

-Posiblemente lea más en inglés.

Este año he bajado mi reto de cantidad a algo más cómodo (180) y me voy a centrar en lo anteriormente mencionado.

Y para conseguirlo voy a cambiar la forma de elegir las lecturas, todos los meses pondré una foto de las lecturas que he elegido para el mes que viene y donde casi todas ellas serán seguro  referentes a mi proyecto. Habrá disidentes por otros compromisos pero van a ser los menos posibles.

Es la única manera de asegurar lecturas. Cierto que se vuelve un poco programático… pero avanzaré las lecturas del proyecto y tengo mucha ilusión.

Eso es todo por ahora.

Un abrazo y ¡Buenas lecturas!

Mi proyecto literario 2016: Las mujeres como protagonistas

Pablo-Picasso-Woman-writingHechos a tener en cuenta:

-14 mujeres han ganado el premio Nobel de literatura de 112 galardonados.

-Actualmente en las listas de apuestas aparecen como mucho 14 o 15 de 70, no es que haya cambiado mucho.

Este post de @Metamaiko en Verne forzó mi reflexión.

Svetlana Alexievich, escritora bielorrusa, gana este año el Nobel de Literatura. Raro es el que la ha leído, raro es el que lee mujeres habitualmente, raro es el que la leerá.

Repasando los libros leídos todos los años suelo hacer mis estadísticas para saber el tipo de lecturas que hago, no sólo en cuanto a cantidad y calidad, me gusta repasar también cuestiones de género y, a veces nacionalidades. Gracias al post que mencioné anteriormente revisé las que llevo leídas este año, la gran cantidad de libros me ayuda para poder diversificar y hay que reconocer que, por ejemplo, este año, he leído cuarenta libros escritos por mujeres.

Aun así, este número supone un 20% de los libros que leo, normalmente, de cada cinco libros, cuatro son de hombres. Está ligeramente desproporcionado, y eso es mi caso… no digo el resto de lectores habituales.

De ahí que me haya propuesto dedicar un año a leer la mayoría de mis libros (todos será imposible por estar escribiendo en otros sitios donde tengo algún otro encargo) pero la idea es clara: siempre que sea posible, mi siguiente lectura será una mujer. Esto naturalmente tiene unos objetivos que paso a mencionar:

-Lo habitual, culturalmente (de una manera estructural) es que se elija una lectura con escritor masculino, si vemos las novedades mensuales, la mayoría de las veces la proporción está radicalmente balanceada hacia ese lado. Lógicamente, se escogerá una lectura de este tipo. Intentaré que esta tendencia, escrita inconscientemente en mi interior, se balancee hacia un cierto equilibrio futuro.

-Leer muchas más mujeres que hombres me va a servir para evaluar, al final del año, si de verdad podemos considerar que existe una “écriture feminine”, término que fue acuñado por Hélène Cixous para referirse a la forma de escribir de una mujer (“woman must write her self: must write about women and bring women to writing, from which they have been driven away as violently as from their bodies”). Si esto fuera así, serían identificables una serie de signos tanto en estilo como en temática, narradores, etc…  que nos llevarían a pensar en una serie de características propias de las mujeres que no están presentes en los hombres y que, si no lees a mujeres, no podrás descubrir nunca. Estaría genial poder ir identificando este tipo de rasgos. E incluso indagar en los rasgos machistas de las propias escritoras, que, lógicamente, podrán encontrarse.

-En mi caso particular me va a servir para abrir la mente a otras posibilidades, tendré que evaluar si esta mayor diversidad me resulta interesante tanto en el análisis literario como a nivel personal. Esto convencido de que va a ser así por la nómina de escritoras que tengo pendiente.

-Naturalmente, me va a servir para hacer proselitismo con un montón de autoras, escritoras que verá más gente y que puede animarse a leer. Eso siempre  es un objetivo de fondo. A lo personal (mi principal razón) se une lo social y la difusión.

-El tipo de escritoras escogidas no se va a limitar a lo contemporáneo, habrá escritoras de género, poesía, pensamiento, tiene que haber de todo para que de verdad valga la pena y se pueda hacer una buena comparación incluso por géneros.

Repasando el otro día mi nutrida biblioteca, encontré unas cuantas escritoras de las que vais a ver un buen desfile el año que viene. Tengo muchas obras suyas sin leer:

Joyce Carol Oates

Margaret Atwood

Alice Munro

A.M. Homes

Eleanor Catton

Kate Atkinson

Dorothy Sayers

Patricia Highsmith

Nancy Mitford

Elizabeth Taylor

Stella Gibbons

Beryl Bainbridge

Connie Willis

Rosa Ribas

Agatha Christie

Sarah Paretsky

Sue Grafton

Janet Evanovich

Iris Murdoch

AS Byatt

Virginia Woolf

PD James

Jhumpa Lahiri

Hillary Mantel

Mary MacLane

Svetlana Alexeievich

Anna Katherine Green

Marisha Pessl

Zadie Smith

Caitlin R Kiernan

Elizabeth George

Maria Lang

Carson McCullers

Val McDermid

Lea Cohen

Susan Sontag

Muriel Spark

Elizabeth Bowen

George Eliot

Pilar Pedraza

Flannery O’ Connor

Katherine Ann Porter

Molly Keane

Hanna Arendt

Eudora Welty

Miyuki Miyabe

Natsuo Kirino

Margaret Millar

Ngaio Marsh

Mary Shelley

Doris Lessing

Marie Edgeworth

Helen MacDonald

Edith Wharton

Fred Vargas

Margaret Drabble

Chimamanda Ngozie Adichie

Nawal El Saadawi

Nadine Gordimer

Rita Indiana

Elfriede Jelinek

Clarice Lispector

Toni Morrison

Valerie Mrejen

Hertha Müller

Cynthia Ozick

Alejandra Pizarnik

Marilynne Robinson

Mercé Rodoreda

Beatriz Sarlo

Wislawa Szymborska

Gabriella Wiener

Adrienne Rich

Siri Hustvedt

Selva Almada

Sandra Santana

Cristina Rivera Garza

Diamela Eltit

Tamara Kamenszain

Sylvia Molloy

Y no descarto que haya más elecciones según lleguen novedades editoriales. El caso es que veremos cómo evoluciona. Quiero fomentar, de esta manera, reflexiones distintas, debates distintos. De hecho estaría bien poder analizar las obras desde otras perspectivas.

Es muy ambicioso, pero bueno, veremos cómo se desarrolla. Por lo menos es un subconjunto de mi proyecto (algunas mujeres estaban incluidas) . Y me viene bien por partida doble para ir cerrándolo.

¿Qué pensáis de este proyecto? ¿Os interesa? Espero todos los comentarios que se os ocurran.

¡Buenas lecturas!