“La conquista de México”: cuando lo teatral está tan indisolublemente unido a la música

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Desde la propia definición de la “ópera” el compositor Wolfgang Rihm no escondía sus intenciones al llamarlo música teatral en cuatro partes. Si remontamos a otros tiempos, estaba claro que la música era el pretexto principal a la hora de construir una ópera, sin descuidar el libretto y la acción teatral; hoy en día, en la música contemporánea, teniendo en cuenta la importancia que tiene la dirección escénica sobre la dirección musical o de los cantantes, los propios compositores conciben sus obras, lógicamente, desde esta perspectiva teatral; es decir, como música para ser representada sobre todo.

De ahí que mi primera impresión al escucharla: sonidos inconexos, gritos, coros repetitivos, textos deslavazados, luchas, percusiones desaforadas, etc. resultara tan árida a pesar de poseer parte del libretto. Todo este repertorio de aparentes rarezas, sin embargo, con la representación de Pierre Audi se contextualiza, la escena se convierte en el necesario sustento con el que cada momento cobra su significado, de los muchos que se le puede buscar a una obra muy rica en detalles. La escena se vuelve tridimensional, gracias a los músicos que se encuentran en los palcos y detrás de los espectadores en el palco real. Incluso los papeles de contralto y soprano uno a la derecha y el otro a la izquierda de los espectadores. También contribuye la aparición de los figurantes en medio del patio de butacas. Esa sensación de ser parte de la representación, no un mero observador de acontecimientos sino un vividor de los mismos con los protagonistas.

La multiplicidad de significados de la puesta en escena y de la música de Rihm no esconde algunos más evidentes como la crítica al imperialismo, el choque de culturas mediante la vuelta a lo básico, lo primitivo. El discurso lingüístico desaparece por momentos e iguala a los contendientes: los civilizados y los salvajes, que se vuelven iguales. Es en esa igualdad cuando la violenta percusión y los gritos guturales cobran aún más significado como único medio de comunicación entre ambos. La elección de una mujer para el papel de Montezuma supone otra dicotomía antagonista a tener en cuenta, donde el discurso de género está también vigente, hay una voluntariedad de igualar, es el signo de nuestros tiempos que el alemán no olvida.

Miedo tenía, después del año pasado, y su infame dirección de “Don Giovanni”, por comprobar lo que tenía que hacer uno de los protegidos de Mortier: Alejo Pérez. De hecho me sorprendía bastante su predilección con él habida cuenta de sus fallos evidentes. Afortunadamente, es el repertorio contemporáneo el que cuida y consigue llevar a buen término. Su dirección de la música de Rihm fue fantástica, clara y concisa, muy atenta a todos los músicos que estaban en la sala a los que dirigió con gestos ostentosos para que se notara muy bien lo que hacía ; especialmente cuidadoso fue en el manejo de los tempos que marcó con cierta facilidad y luminosidad. Intenso en el manejo de la percusión, le sacó prácticamente todo lo posible, no resultó nada monótona. Fue verdadero ejecutor de la música del compositor alemán.

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En cuanto a los protagonistas, Nadja Michael estuvo más que correcta en el papel de Montezuma durante todo el tiempo, su voz ejecutaba bien los sonidos agudos y las dificultades vocales de la partitura y fue la que arrancó los momentos más líricos aunque se notó algo de cansancio en la parte final (recordemos que la obra se hace sin descansos);  Geor Nigl no tiene una voz tan atractiva pero es más que suficiente para representar a Cortez, denso y caluroso fraseo según se acercaba al final especialmente; de los demás son muy destacables los papeles de Caroline Stein y Katarina Bradic como soprano y contralto respectivamente, muy dificultoso el primero por los continuos y estridentes agudos que realizó con solvencia, muy cálida la segunda con una voz que, por momentos, subyugaba a los espectadores, puro terciopelo en unos graves sobresalientes. El resto adecuados, más teatrales, como el de Ryoko Aoki como Malinche. El coro, en una representación grabada, adecuado para lo solicitado.

El teatro no estaba lleno, ya había algunos espectadores que esperaban algo de este estreno en España, algunos se marcharon en el medio. Los que quedamos disfrutamos de un espectáculo distinto y, en algunas fases, cautivador.

Primeras impresiones sobre la temporada 2013/2014 en el Teatro Real

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El pasado jueves 7 de febrero, el Teatro Real pasó el programa de la Temporada 2013/2014; ya lo tiene colgado en su web en el enlace que os pongo a continuación . Parece ser que el hilo conductor de toda la temporada va a ser el amor, con lo que ello conlleva. Voy a pasar a comentar mis primeras impresiones, a bote pronto sobre la parte que más me interesa, las óperas. Y al final del artículo pasaré a realizar una impresión final.

Las óperas que se van a programar son doce en total:

-Empezará la temporada con “Il barbiere di Seviglia”, la pieza más conocida de Rossini, paradigma del compositor, será posiblemente un éxito, sin dudarlo; además viene con un montaje de Emilio Sagi que, particularmente, me suele convencer. Lo malo, si algo se puede decir, se ha hecho muchas veces recientemente, y teniendo tantas obras del compositor… Sugerencia, “Guillermo Tell”, para próximos años, sí… estaría muy bien.

-La siguiente, va a ser una composición contemporánea del compositor alemán Wolfgang Rihm, “Die Eroberung von Mexico”, con textos de Antonin Artaud; no tengo referencias operísticas de este prolífico compositor con cientos de obras en su haber, lo que sí sé es que dentro de lo más actual está más bien en contra de Boulez o Stockhausen,  es una incógnita por ahora.

-El dúo bastante conocido desde la llegada de Mortier: Currentzis a la dirección y Sellars a la escena, nos traerán “The Indian Queen”, una composición del fantástico Purcell, que este año tendrá dos óperas, a pesar de no tener efemérides a celebrar. Barroco de la mayor calidad, sobre todo en la segunda “Dido and Eneas”, esta en versión de concierto, con la dirección del omnipresente griego y donde podremos disfrutar del famoso “Lamento de Dido”, un momento cumbre de la música universal.

-La siguiente será “L’elisir de amor”, un Donizetti mayúsculo y quizá de los más conocidos, siempre es un placer oír “Una furtiva lagrima” en directo, el reparto, además parece más que conveniente, sobre todo por la presencia estelar de (Ex)Celso Albelo y el barítono Schrott o la soprano Camilla Tilling. Lo peor, que se ha hecho varias veces ya desde que se estrenó el teatro, y estaría muy bien recordar otras óperas del compositor. También es cierto que es uno de los pocos belcantistas que programa Mortier, y bien es sabida su tirria hacia ellos, solo comparable con la que siente por Puccini y el verismo.

-El dúo que comenté anteriormente vuelve a repetir con ese canto místico de amor que es “Tristan und Isolde”, del gran Wagner, para conmemorar sus doscientos años de su nacimiento, y qué mejor que hacerlo con este monumento a la humanidad. Los cantantes, Urmana y Dean Smith, desgraciadamente no son garantes de la calidad que haría falta, Smith es interesante pero insuficiente para el papel de Tristán; Urmana, es, me temo, bastante limitada, a priori, para hacer un papel de este estilo. Habrá que verla, de todos modos, para llegar a una conclusión.

-“Brokeback Mountain” es el estreno mundial del compositor norteamericano Charles Wuorinen sobre el texto de la escritora  Annie Proulx, otro de esos compositores actuales que tiene mucho ya en su haber, pero que sin embargo no es muy conocido para el gran público. Es un estreno encargado por el propio Mortier y con un tema bien conocido por la película de Ang Lee; ¿polémica a la vista? Habrá que comprobarlo.

-Se cumple el tercer centenario del nacimiento de Christoph Willibald Gluck en el 2014, y para la ocasión se van a traer dos óperas suyas, la primera será “Alceste”, una pequeña delicia, un goce para los sentidos que, además trae un reparto excelente y conveniente para el tipo de repertorio, Willard White, Antonacci, Paul Groves.. y la dirección de Ivor Bolton nos van a asegurar un buen espectáculo. “Orphée et Eurydice” será un experimento en forma de danza-ópera con la espléndida música de Gluck, dirección de Hengelbrock y montaje escénico de Pina Bausch con el Ballet de la Ópera de París, puede ser interesante, para julio.

-El segundo Wagner es uno de los románticos, “Lohengrin”, la mágica ópera del cisne, tendrá dirección de Hartmut Haenchen y será posiblemente otro triunfo; Wagner, en directo, funciona a las mil maravillas, y su duración no suele estorbar en esta percepción. Es una gran ópera y muy accesible para el gran público. Veremos si König o Ventris consiguen llegar a la excelencia en un papel precioso como este. Polaski y Zajick cubrirán con nota a Ortrud, no sé qué pensar de las que van a hacer de Elsa o Telramund.

-Otro de los platos fuertes va a ser sin duda “Les contes d’Hoffmann” del fantástico Offenbach, Cambreling a la dirección y un reparto con Arteta, Von Otter, Eric Cutler… deberían ofrecer lo mejor de una ópera magistral. Podríamos disfrutar, y mucho, según la escena que nos plantee Marthaler.

-Sólo me falta comentar “I vespri siciliani”, un Verdi poco conocido y que, sin embargo, es buenísimo, como casi todo lo que compuso el italiano; la lástima es que viene en versión de concierto, un desaprovechamiento para una obra magnífica y que dejaría un buen recuerdo en el coliseo madrileño.

Desde luego no se puede negar que el programa operístico es variado, tenemos buen barroco, clásicos, un poco de belcantismo, Verdi y Wagner, homenaje a Gluck, estreno mundial y representación contemporánea, hasta algo de ópera francesa. Pero sí que es cierto que falta verismo, no hay nada de ellos, ni de Puccini, claro; Mortier es fiel a sus principios. También hay poca ópera francesa, teniendo en cuenta todas las posibilidades que hay, solo Offenbach. Lo más imperdonable es que programe tanto de Purcell siendo el 2013 el aniversario de los 100 años desde nacimiento de otro compositor inglés, Benjamin Britten, totalmente ninguneado en esta temporada, que debería haber tenido alguna muestra de sus obras, qué bien habría estado un “Billy Budd”… me deja una sensación un poco agridulce del programa.

El año que viene comentaré un poco más cada una de las óperas. Esto es solo un avance.