Lo sublime: “The Indian Queen” de Henry Purcell en la nueva versión de Peter Sellars

No voy a esconder mis reticencias ante el espectáculo que iba a ver en esta ocasión en el Teatro Real; sobre todo por lo que suponía que una ópera por arte de magia pasara de una hora escasa a tres horas y media, prácticamente debido a esta especie de mezcla que iba a realizar un director de escena, en este caso Peter Sellars. Sin embargo, no podía estar más equivocado, es difícil que este año haya un espectáculo que vaya a superar lo que vimos en la noche del 7 de noviembre en el Teatro Real con esta versión remozada de “The indian Queen”. No exagero al considerarlo como uno de los mejores que he tenido la suerte de disfrutar y vivir, llegando por momentos a lo sublime.

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Sellars utiliza como base la música de Purcell, no solo la escrita específicamente para la ópera en cuestión sino también la de otras canciones e himnos del autor, y los textos extraídos de la novela “La niña blanca y los pájaros sin pies” de Rosario Aguilar, que una actriz, Maritxell Carrero, declama en momentos puntuales. Todo se convierte en una mezcla de música y de (momentos de) declamación, que suelen desencadenar un momento musical, sobre todo coral, aunque también hay algunos individuales. Más allá de la heterogeneidad aparente, el norteamericano consigue integrarlo en una historia común y consistente, no son meras digresiones (que sería lo más sencillo) sino que contribuyen a ir avanzando la singular historia de la conquista de México (como ya vimos en la ópera de Rihm el mes anterior como primera parte de este díptico). Es fascinante lo bien que integra cada uno de los momentos con la danza, esos cuatro bailarines casi omnipresentes, con el juego de iluminación y con la teatralidad necesaria acorde a lo que está diciendo. Especialmente interesante en los espectáculos de Sellars (solo hay que recordar el fabuloso montaje de “Iolanta/Persephone” del año pasado) es el manejo del cuerpo, y particularmente de las manos. Cada frase, cada momento recitado o cantado tiene una dirección teatral que ha cuidado al milímetro: arrodillarse, simular una corona, mirar al cielo, cerrar los ojos… todo ello contribuye a reforzar cada nota, cada palabra. Cada personaje en escena tiene algo que hacer, y es consecuente con lo que está sucediendo. Los dibujos de Gronk, a medio camino entre el horror y lo infantil, ayudan aún más en este propósito. Ciertamente solo por dicha integración se consiguen momentos de gran belleza. Es importante considerar también la idea subyacente que ha querido dar a entender Sellars con este montaje y es el de dar importancia al papel de la mujer en los tiempos de la conquista. Reescribir la obra para dar una visión nueva que ensalza su papel (más allá de análisis simplistas sobre el papel de los españoles que he leído en otros periódicos, que solo buscan amarillismo sin criterio).

Si al montaje anterior le sumamos un trabajo musical como el que vivimos, entonces es cuando llegamos a la excelencia. La labor de Teodor Currentzis en la batuta y de la orquesta de Perm fue otro gran punto a favor de la noche. Puntilloso en la dirección, muy seguro en el manejo de los tiempos (que por otra parte se cambiaron de los originales en varias ocasiones), dando prepronderancia a los cantantes o a la orquesta según fuera necesario. Su único objetivo era sacar lo mejor de todos y lo consiguió con gran calidad de matices orquestales durante el largo tiempo que tuvo que realizarlo. Qué gran trabajo, reconocido por el público en los aplausos finales. En cuanto a los cantantes, prácticamente no encuentro “peros”:  muy bien el contratenor Vince  Yi con una facilidad pasmosa en los agudos y no exenta de calidez; de menos a más Julia Bullock, fabulosa según avanzaba a la obra, puro terciopelo en el grave, agudos bellísimos y sentimiento actoral y dramático en la maravillosa reescritura del “lamento de Dido” en su parte final; preciosa la voz de Nadine Koutcher que, aunque era más errática en la faceta de actriz, nos deleitó con unos momentos individuales con un lirismo que enamoraba, qué sensibilidad; nada mal tampoco Markus Brutcher, sobre todo en el dúo con Noah Stewart que, sin embargo, descuidó su afinación en algún momento por una exagerada actuación rozando el histrionismo, lástima, la voz del barítono es muy reseñable; algún problema tuvo en los medios graves Luthando Qave pero los solventó con entereza con otros momentos más intimistas mejor realizados; el contratenor Cristophe Dumaux  me asombró muchísimo por la sencillez al cantar, por unos medios de gran categoría y un gusto exquisito al desgranar cada frase sin olvidarse de la actuación. Hay que reseñar el papel de la declamadora Maritxell Carrero que tuvo que pasarse buena parte de la obra en escena sobre todo por sus cualidades como actriz y porque supo transmitir con mucha expresividad los textos. Hay que reconocer que todos los cantantes, bailarines y figurantes tenían clarísimo cómo hacer cada parte, buena parte de culpa la tiene Sellars.

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Y dejo para un punto y aparte en esta ocasión la labor del Coro de Perm. He escuchado en mi vida muchos coros, me fijo especialmente en su labor porque yo también canto en uno y, lo que vi anoche me sobrecogió,; hacía tiempo que un coro no me hacía llegar al éxtasis una y otra vez con la música. Habría que acunar el término “diminuendo infinito” para asociárselo a ellos, capaces de reducir el volumen más allá de lo humanamente posible hasta ser un murmullo, gradualmente, con una calidez excelente.  Matices de todo tipo, “pianísimis”, “fortes”, reguladores, “messa di voces”… Si le sumamos una dicción inglesa extraordinaria y un manejo de la expresión, de la dirección en la línea de canto como la que hacen gala en cada nota interpretada (y actuada, como comenté al principio, ¡no paraban en escena!!) el resultado es sencillamente conmovedor, prodigioso, estratosférico.

Su labor fue percibida especialmente por el público, que le dedicó los primeros bravos de la noche a pesar de las horas que eran, como al resto del reparto y directores. Un triunfo, sin duda; de la etapa Mortier me quedaré con lo bueno, en este caso con esta joya inolvidable que recomiendo encarecidamente que vayáis a ver.

Primeras impresiones sobre la temporada 2013/2014 en el Teatro Real

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El pasado jueves 7 de febrero, el Teatro Real pasó el programa de la Temporada 2013/2014; ya lo tiene colgado en su web en el enlace que os pongo a continuación . Parece ser que el hilo conductor de toda la temporada va a ser el amor, con lo que ello conlleva. Voy a pasar a comentar mis primeras impresiones, a bote pronto sobre la parte que más me interesa, las óperas. Y al final del artículo pasaré a realizar una impresión final.

Las óperas que se van a programar son doce en total:

-Empezará la temporada con “Il barbiere di Seviglia”, la pieza más conocida de Rossini, paradigma del compositor, será posiblemente un éxito, sin dudarlo; además viene con un montaje de Emilio Sagi que, particularmente, me suele convencer. Lo malo, si algo se puede decir, se ha hecho muchas veces recientemente, y teniendo tantas obras del compositor… Sugerencia, “Guillermo Tell”, para próximos años, sí… estaría muy bien.

-La siguiente, va a ser una composición contemporánea del compositor alemán Wolfgang Rihm, “Die Eroberung von Mexico”, con textos de Antonin Artaud; no tengo referencias operísticas de este prolífico compositor con cientos de obras en su haber, lo que sí sé es que dentro de lo más actual está más bien en contra de Boulez o Stockhausen,  es una incógnita por ahora.

-El dúo bastante conocido desde la llegada de Mortier: Currentzis a la dirección y Sellars a la escena, nos traerán “The Indian Queen”, una composición del fantástico Purcell, que este año tendrá dos óperas, a pesar de no tener efemérides a celebrar. Barroco de la mayor calidad, sobre todo en la segunda “Dido and Eneas”, esta en versión de concierto, con la dirección del omnipresente griego y donde podremos disfrutar del famoso “Lamento de Dido”, un momento cumbre de la música universal.

-La siguiente será “L’elisir de amor”, un Donizetti mayúsculo y quizá de los más conocidos, siempre es un placer oír “Una furtiva lagrima” en directo, el reparto, además parece más que conveniente, sobre todo por la presencia estelar de (Ex)Celso Albelo y el barítono Schrott o la soprano Camilla Tilling. Lo peor, que se ha hecho varias veces ya desde que se estrenó el teatro, y estaría muy bien recordar otras óperas del compositor. También es cierto que es uno de los pocos belcantistas que programa Mortier, y bien es sabida su tirria hacia ellos, solo comparable con la que siente por Puccini y el verismo.

-El dúo que comenté anteriormente vuelve a repetir con ese canto místico de amor que es “Tristan und Isolde”, del gran Wagner, para conmemorar sus doscientos años de su nacimiento, y qué mejor que hacerlo con este monumento a la humanidad. Los cantantes, Urmana y Dean Smith, desgraciadamente no son garantes de la calidad que haría falta, Smith es interesante pero insuficiente para el papel de Tristán; Urmana, es, me temo, bastante limitada, a priori, para hacer un papel de este estilo. Habrá que verla, de todos modos, para llegar a una conclusión.

-“Brokeback Mountain” es el estreno mundial del compositor norteamericano Charles Wuorinen sobre el texto de la escritora  Annie Proulx, otro de esos compositores actuales que tiene mucho ya en su haber, pero que sin embargo no es muy conocido para el gran público. Es un estreno encargado por el propio Mortier y con un tema bien conocido por la película de Ang Lee; ¿polémica a la vista? Habrá que comprobarlo.

-Se cumple el tercer centenario del nacimiento de Christoph Willibald Gluck en el 2014, y para la ocasión se van a traer dos óperas suyas, la primera será “Alceste”, una pequeña delicia, un goce para los sentidos que, además trae un reparto excelente y conveniente para el tipo de repertorio, Willard White, Antonacci, Paul Groves.. y la dirección de Ivor Bolton nos van a asegurar un buen espectáculo. “Orphée et Eurydice” será un experimento en forma de danza-ópera con la espléndida música de Gluck, dirección de Hengelbrock y montaje escénico de Pina Bausch con el Ballet de la Ópera de París, puede ser interesante, para julio.

-El segundo Wagner es uno de los románticos, “Lohengrin”, la mágica ópera del cisne, tendrá dirección de Hartmut Haenchen y será posiblemente otro triunfo; Wagner, en directo, funciona a las mil maravillas, y su duración no suele estorbar en esta percepción. Es una gran ópera y muy accesible para el gran público. Veremos si König o Ventris consiguen llegar a la excelencia en un papel precioso como este. Polaski y Zajick cubrirán con nota a Ortrud, no sé qué pensar de las que van a hacer de Elsa o Telramund.

-Otro de los platos fuertes va a ser sin duda “Les contes d’Hoffmann” del fantástico Offenbach, Cambreling a la dirección y un reparto con Arteta, Von Otter, Eric Cutler… deberían ofrecer lo mejor de una ópera magistral. Podríamos disfrutar, y mucho, según la escena que nos plantee Marthaler.

-Sólo me falta comentar “I vespri siciliani”, un Verdi poco conocido y que, sin embargo, es buenísimo, como casi todo lo que compuso el italiano; la lástima es que viene en versión de concierto, un desaprovechamiento para una obra magnífica y que dejaría un buen recuerdo en el coliseo madrileño.

Desde luego no se puede negar que el programa operístico es variado, tenemos buen barroco, clásicos, un poco de belcantismo, Verdi y Wagner, homenaje a Gluck, estreno mundial y representación contemporánea, hasta algo de ópera francesa. Pero sí que es cierto que falta verismo, no hay nada de ellos, ni de Puccini, claro; Mortier es fiel a sus principios. También hay poca ópera francesa, teniendo en cuenta todas las posibilidades que hay, solo Offenbach. Lo más imperdonable es que programe tanto de Purcell siendo el 2013 el aniversario de los 100 años desde nacimiento de otro compositor inglés, Benjamin Britten, totalmente ninguneado en esta temporada, que debería haber tenido alguna muestra de sus obras, qué bien habría estado un “Billy Budd”… me deja una sensación un poco agridulce del programa.

El año que viene comentaré un poco más cada una de las óperas. Esto es solo un avance.

“Escucha esto” de Alex Ross

En su anterior y exitoso (en cuanto a crítica y público) ”El ruido eterno”,  Alex Ross realizaba un repaso de todo la música clásica del siglo XX encadenándola a al contexto cultural e histórico consiguiendo un libro de fácil lectura y que además quitaba prejuicios y ayudaba a comprender a gente tan extraña como John Cage o Alban Berg, además lo acompañaba de un imprescindible acompañamiento musical disfrutable a través de su web que hacía aún más sencilla la escucha. Con su nuevo libro “Escucha esto”, de nuevo publicado por Seix barral, pretende obtener el mismo resultando aunque aquí intenta realizar una retrospectiva desde el punto de vista histórico de lo musical haciendo énfasis en la cada vez más frecuente fusión de estilos y géneros: “Las fronteras entre lo “popular” y “clásico” están empezando a desdibujarse de modo creativo”.

Esta va a ser la base de la mayoría de los ensayos que vendrán después; todo muy en la línea de la escuela de los “Cultural Studies” de Stuart Hall, corriente crítica que relativiza el posible canon establecido históricamente para ponderar la cultura en general con todas sus manifestaciones.

El segundo capítulo, “Chacona, lamento y walking blues”, ya justifica por sí mismo su lectura; es, curiosamente, el único que se ha escrito específicamente para este libro y para hacerlo el autor se inspira en una conferencia que dio el compositor György Ligeti en 1993 en el conservatorio de Nueva Inglaterra de Boston (“En un momento dado, Ligeti cantó las notas “La, Sol, Fa, Mi” –el bajo del lamento de la ninfa- y empezó a catalogar su sinfín de apariciones en la música occidental, tanto en el repertorio clásico como en las melodías folclóricas que había aprendido de niño.”)

Tomando esta base, establece una cronología histórica comparada desde los primeros momentos en los que surgió ese motivo descendente y la chacona “que se convirtió en un emblema del lamento”. En su increíble web hay un vídeo del autor explicándolo y que pongo a continuación:


 Por el documento musical de la web con respecto a ese artículo desfilan el “Lamento della Ninfa” de Monteverdi, el Lamento de Dido de Purcell, la “Misa en sí menor” de Bach, Beethoven en su Novena Sinfonía… para llegar a la música pop del siglo XX con los Beatles y su “Michelle” acabando con el Blues, Bob Dylan y Led Zeppelin. Me apetece especialmente poner el Lamento de Dido, mágico, y su reflejo en Bach para que comparéis vosotros.

Este artículo es el culmen de esta forma de hacer las cosas, la total conjunción entre el texto y la música a través de la web, es sencillamente excepcional. Os podéis dar una vuelta por ella desde aquí, y así os hacéis una idea.

A partir de aquí, el libro no mantiene tanto el nivel, aunque sí que es cierto que sigue siendo interesante: “Máquinas infernales” explora el típico tema de la tecnología como liberación o esclavitud, adoptando una posición intermedia “la máquina no es ni Dios ni demonio”. Luego empieza la segunda parte donde tenemos un artículo de Mozart que orienta como retrospectiva nuevamente y que hace énfasis en su parte final en los anticlimáticos finales de “Don Giovanni” y “Cosí Fan Tutte”; esta estructura se mantiene en el de Schubert: consigue unos ensayos interesantes aunque no deslumbrantes; no deja de ser curioso aprovechar el que dedica al director de orquesta Esa-Pekkä Salonen para desarrollar los entresijos burocráticos que se producen habitualmente en una sala de conciertos;. notables contribuciones de música “pop” resultan ser los dirigidos a Björk y Radiohead, igualmente claros en su exposición exhaustiva de las carreras musicales de ambos; sin embargo, el artículo sobre el interés de China por la música occidental y su posible futuro en la música no deja de ser una simple anécdota estirada de su viaje al país y no pasa del aprobado.

Hasta el final se van sucediendo los ensayos con mayor o menor suerte, pero siempre caracterizados por el eclecticismo, la claridad y la abundancia de notas y datos al respecto del tema que trate: desde la vida de un cuarteto de cámara, pasando por el tirón de  Verdi entre los aficionados, a los obituarios en clave de ensayo del siempre controvertido John Cage o la contralto de color Marian Anderson tienen cabida en estas páginas; incluso Bob Dylan y Sonic Youth tiene su espacio. 

La conclusión es que el autor nos ha conseguido transmitir la importancia que tiene la música actualmente y la influencia en la cultura de la sociedad, abogando por eliminar elitismos y por la fusión de géneros; lo que importa de verdad es oír música e intentar entender sus manifestaciones por extrañas que puedan parecer. Una espléndida lectura musical complementada de manera admirable con la información que aparece en el sitio web: una experiencia única y enriquecedora.

 

Valoración del libro: