Mozart no hubiera disfrutado tampoco: “Don Giovanni” en el Teatro Real

En unas de las últimas declaraciones que ha hecho Mortier, comentaba lo siguiente al hilo de los abucheos que está recibiendo la última producción en escena:

“La gente que abuchea hace más ruido, pero son seis que empiezan y algunos se dejan llevar. A otros, claro, no les gusta, pero parece que a la mayoría sí. Los abonos no se devuelven y está completamente lleno.”

Se pueden hacer dos puntualizaciones a la magnificencia del belga, ayer, en la función a la que pude asistir no se empezó con abucheos orquestados, no; de hecho en los primeros momentos se interrumpió para aplaudir; lo cual no quita que, según fue avanzando, el grado de cabreo de los asistentes empezó a aumentar considerablemente hasta acabar en un abucheo generalizado, no hizo falta que lo hiciera nadie; lo de los abonos, claro que no señor Mortier, la gente quiere ver la ópera, no los va a devolver; lo que no va a hacer es renovarlos, me gustaría saber cuánto es el grado de renovación de abonos de este año.

Don-Giovanni_ESTIMA20130404_0223_12

No dudo de que Tcherniakov sea bueno, de hecho, rompiendo una lanza a favor de él, tengo que reconocer que su Macbeth (de este mismo año por cierto, y hablé extensamente de él aquí), no estaba mal del todo a pesar de ciertos tics que, por lo que veo, repite en sus montajes. El problema es cuando haces algo como lo que haces ayer y el texto, la música y la acción teatral van cada uno por su lado. En efecto, la puesta en escena no funcionaba, era inconsistente y, para colmo, rozaba un mal gusto bastante patente que no tiene que asociarse, precisamente, a lo vanguardista.

Según la visión del ruso, Don Giovanni es un libertino que no solo abusa de las mujeres sino también del alcohol y progresivamente se va volviendo cada vez más loco (porque ve al fantasma del Comendador rondando por la sempiterna habitación), hasta llegar al paroxismo en esa escena final, donde Leporello se convierte en una especie de “Grey” dominador que desnuda y abusa de Donna Anna, Zerlina o Donna Elvira. Evidentemente esta visión no se corresponde con nada de lo que estén declamando o cantando en ese momento con lo que contribuye a una confusión más que evidente, sobre todo para los que quieran descubrir esta obra con ese montaje. Especialmente absurdos son algunos momentos que destacan por una desgana evidente en no intentar ni siquiera crear, como la escena de la estatua “O statua gentilissima”;  donde Leporello y Don Giovanni, en la omnipresente habitación presente en toda la obra, hablan e interactúan con una estatua imaginaria; debido principalmente a que ni se ha molestado en presentar algo, ni siquiera figurativamente, lo único que hacen es saltar y trotar de un lado a otro; no creo que haya gastado más de diez minutos en contarles lo que tenían que hacer; contrasta que este mismo director haya exigido a Arteta unos esfuerzos brutales en todos los aspectos para asimilar sus escenas, que, por otra parte, estaban muy bien dibujadas. Aparte de los problemas evidentes de perfilar ciertos papeles, totalmente en desacuerdo con su psicología (ese Leporello es indignante) hay ciertos tics (como comentaba anteriormente) que se repiten asiduamente en sus producciones y que ayudan a desconectar totalmente. Eso de que caiga el telón en cualquier momento, se interrumpa toda la acción para que nos muestre un cartel con el tiempo que va a pasar, enerva a la décima vez que cae;  podrá reforzar lo teatral, pero, indudablemente desestructura  toda la unidad musical de la obra (esta caída del telón me recordaba al Google maps de transición entre escenas que utilizó en la susodicha Macbeth); tampoco me cautiva el hecho de hacer cantar a los cantantes fuera de escena o mirando a las paredes, de espaldas al público, sin ningún tipo de necesidad, más bien, para ser original y vanguardista; y hacerles cantar en posiciones difíciles es ya marca de la casa; curioso que, casi siempre hace cantar a los coros fuera de escena, aunque oficialmente no lo sean, me temo que no sabe dirigir mucha gente a la vez y prefiere no tenerlos presentes (esto era patente en Macbeth también). No me voy a extender más, sobre todo con otros detalles de mal gusto, especialmente la metáfora sexual final donde la comida del banquete está representada por las cantantes, de las que abusan repetidamente o lo intentan, desvistiéndolas en todo momento sin motivo aparente o intentando una violación del todo absurda en el caso de Donna Elvira… cuando le pretende salvar. Intentar buscar el sentido a todo este cúmulo de despropósitos es más de lo que merece el montaje.

Braun

Si por lo menos lo musical hubiera estado bien, habría salido con buen sabor de boca, pero me temo que esto me cabreó más; el argentino Alejo Pérez era debutante en la dirección de esta ópera, Russel Braun también con Don Giovanni; esto no disculpa el espectáculo que ofrecieron; el director musical estuvo monótono, aburrido en casi cada momento , parece mentira que una obra como esta, tan rica, con tantos matices, quedará tan desdibujada, sobre todo por las elecciones de algunos tempi nada adecuados; su impotencia fue evidente en el caos musical producido en el final del primer acto: habían situado unos violines fuera de escena, estaban en unas butacas para poder interpretar lo que se tocaba en la fiesta en escena (ese baile de máscaras sin máscaras); la idea podría haber estado bien, el problema es que se desacompasaron con respecto a la orquesta, pero en los dos lados, parecía que la orquesta, los cantantes y la música de los violines iban “a su bola”, ocasionando un tumulto musical sin intención; un desastre que enmendó con gestos ostensibles, parecía que no se veía bien e intentó que percibieran por dónde iba el tema. Un reflejo fidedigno de lo que estábamos viviendo. Lo de Braun, sinceramente, es de juzgado de guardia, me sorprende que se haya dado un papel de esta envergadura a este cantante; leo por ahí (Mortier, de nuevo) que es bajo barítono… ¿eh? ,¿Cómo? ,¿Un bajo barítono que no se oye nada en el registro medio?. Cada conjunto musical estaba descafeinado por el la ausencia de contraste de su voz con Leporello; cada momento musical era insulso hasta decir basta; encima su voz era desagradable. ENSAYO GENERAL ÓPERA "DON GIOVANNI"Me preguntaba si había oído cantarlo peor, y no creo que lo haya oído…  La sobreactuación no se la achaco a él, desgraciadamente, nuestro ruso tuvo más que ver en pintar el personaje de esta manera.  En cuanto al resto, afortunadamente, estaba nuestra Ainhoa Arteta que dibujó una Donna Elvira plena en lo vocal, atormentada en lo artístico; cada momento suyo fue un lujazo y no debe quedar ensombrecido por todo lo que ha rodeado la obra; encomiable cómo cantó a pesar de las posiciones en que se le obligó a cantar por la parte escénica, brava, no hay más que decir; aceptable Leporello de Ketelsen, con una voz noble y bella; el veterano Kotscherga demostró la rotundidad de su voz en el corto papel del Comendador; Schäfer y Erdmann como Donna Anna y Zerlina estuvieron irregulares, con algunos momentos interesantes, sobre todo en la segunda y con otros momentos no tan felices en el caso de la primera, qué fría entró; regular el Massetto de Bizic, con voz amplia pero todavía por pulir; mal, muy mal, el Ottavio de Groves, no se pueden hacer portamentos en las arias de Mozart, no, por favor. Y si se va a cantar tan mal “Il mio tesoro”, casi prefiero que no lo cante, qué mal los cambios de registro dentro del área, el manejo del fiato, el canto legato, el recitado.. en fin, rematadamente mal, solo comparable a Braun. El Coro estuvo bien, no suele fallar, afortunadamente…

Me encanta en el postmodernismo, las nuevas vanguardias, deconstruyamos, no estoy en contra de ello; el problema es que hay que hacerlo con inteligencia, con sentido común, si no, se convierte en provocación tras provocación absurda. Por favor. Más vanguardismo, pero bien hecho.

Estoy convencido de que Mozart no habría disfrutado tampoco de esta visión en su obra, ay si se levantara….

Primeras impresiones sobre la temporada 2013/2014 en el Teatro Real

teatroreal

El pasado jueves 7 de febrero, el Teatro Real pasó el programa de la Temporada 2013/2014; ya lo tiene colgado en su web en el enlace que os pongo a continuación . Parece ser que el hilo conductor de toda la temporada va a ser el amor, con lo que ello conlleva. Voy a pasar a comentar mis primeras impresiones, a bote pronto sobre la parte que más me interesa, las óperas. Y al final del artículo pasaré a realizar una impresión final.

Las óperas que se van a programar son doce en total:

-Empezará la temporada con “Il barbiere di Seviglia”, la pieza más conocida de Rossini, paradigma del compositor, será posiblemente un éxito, sin dudarlo; además viene con un montaje de Emilio Sagi que, particularmente, me suele convencer. Lo malo, si algo se puede decir, se ha hecho muchas veces recientemente, y teniendo tantas obras del compositor… Sugerencia, “Guillermo Tell”, para próximos años, sí… estaría muy bien.

-La siguiente, va a ser una composición contemporánea del compositor alemán Wolfgang Rihm, “Die Eroberung von Mexico”, con textos de Antonin Artaud; no tengo referencias operísticas de este prolífico compositor con cientos de obras en su haber, lo que sí sé es que dentro de lo más actual está más bien en contra de Boulez o Stockhausen,  es una incógnita por ahora.

-El dúo bastante conocido desde la llegada de Mortier: Currentzis a la dirección y Sellars a la escena, nos traerán “The Indian Queen”, una composición del fantástico Purcell, que este año tendrá dos óperas, a pesar de no tener efemérides a celebrar. Barroco de la mayor calidad, sobre todo en la segunda “Dido and Eneas”, esta en versión de concierto, con la dirección del omnipresente griego y donde podremos disfrutar del famoso “Lamento de Dido”, un momento cumbre de la música universal.

-La siguiente será “L’elisir de amor”, un Donizetti mayúsculo y quizá de los más conocidos, siempre es un placer oír “Una furtiva lagrima” en directo, el reparto, además parece más que conveniente, sobre todo por la presencia estelar de (Ex)Celso Albelo y el barítono Schrott o la soprano Camilla Tilling. Lo peor, que se ha hecho varias veces ya desde que se estrenó el teatro, y estaría muy bien recordar otras óperas del compositor. También es cierto que es uno de los pocos belcantistas que programa Mortier, y bien es sabida su tirria hacia ellos, solo comparable con la que siente por Puccini y el verismo.

-El dúo que comenté anteriormente vuelve a repetir con ese canto místico de amor que es “Tristan und Isolde”, del gran Wagner, para conmemorar sus doscientos años de su nacimiento, y qué mejor que hacerlo con este monumento a la humanidad. Los cantantes, Urmana y Dean Smith, desgraciadamente no son garantes de la calidad que haría falta, Smith es interesante pero insuficiente para el papel de Tristán; Urmana, es, me temo, bastante limitada, a priori, para hacer un papel de este estilo. Habrá que verla, de todos modos, para llegar a una conclusión.

-“Brokeback Mountain” es el estreno mundial del compositor norteamericano Charles Wuorinen sobre el texto de la escritora  Annie Proulx, otro de esos compositores actuales que tiene mucho ya en su haber, pero que sin embargo no es muy conocido para el gran público. Es un estreno encargado por el propio Mortier y con un tema bien conocido por la película de Ang Lee; ¿polémica a la vista? Habrá que comprobarlo.

-Se cumple el tercer centenario del nacimiento de Christoph Willibald Gluck en el 2014, y para la ocasión se van a traer dos óperas suyas, la primera será “Alceste”, una pequeña delicia, un goce para los sentidos que, además trae un reparto excelente y conveniente para el tipo de repertorio, Willard White, Antonacci, Paul Groves.. y la dirección de Ivor Bolton nos van a asegurar un buen espectáculo. “Orphée et Eurydice” será un experimento en forma de danza-ópera con la espléndida música de Gluck, dirección de Hengelbrock y montaje escénico de Pina Bausch con el Ballet de la Ópera de París, puede ser interesante, para julio.

-El segundo Wagner es uno de los románticos, “Lohengrin”, la mágica ópera del cisne, tendrá dirección de Hartmut Haenchen y será posiblemente otro triunfo; Wagner, en directo, funciona a las mil maravillas, y su duración no suele estorbar en esta percepción. Es una gran ópera y muy accesible para el gran público. Veremos si König o Ventris consiguen llegar a la excelencia en un papel precioso como este. Polaski y Zajick cubrirán con nota a Ortrud, no sé qué pensar de las que van a hacer de Elsa o Telramund.

-Otro de los platos fuertes va a ser sin duda “Les contes d’Hoffmann” del fantástico Offenbach, Cambreling a la dirección y un reparto con Arteta, Von Otter, Eric Cutler… deberían ofrecer lo mejor de una ópera magistral. Podríamos disfrutar, y mucho, según la escena que nos plantee Marthaler.

-Sólo me falta comentar “I vespri siciliani”, un Verdi poco conocido y que, sin embargo, es buenísimo, como casi todo lo que compuso el italiano; la lástima es que viene en versión de concierto, un desaprovechamiento para una obra magnífica y que dejaría un buen recuerdo en el coliseo madrileño.

Desde luego no se puede negar que el programa operístico es variado, tenemos buen barroco, clásicos, un poco de belcantismo, Verdi y Wagner, homenaje a Gluck, estreno mundial y representación contemporánea, hasta algo de ópera francesa. Pero sí que es cierto que falta verismo, no hay nada de ellos, ni de Puccini, claro; Mortier es fiel a sus principios. También hay poca ópera francesa, teniendo en cuenta todas las posibilidades que hay, solo Offenbach. Lo más imperdonable es que programe tanto de Purcell siendo el 2013 el aniversario de los 100 años desde nacimiento de otro compositor inglés, Benjamin Britten, totalmente ninguneado en esta temporada, que debería haber tenido alguna muestra de sus obras, qué bien habría estado un “Billy Budd”… me deja una sensación un poco agridulce del programa.

El año que viene comentaré un poco más cada una de las óperas. Esto es solo un avance.