I Puritani de Bellini en el Teatro Real: triunfo de la voz frente a la adversidad

Publicado inicialmente en este post en la revista Ópera world.

I Puritani de Bellini en el Teatro Real

Una sombra se cernió sobre los asistentes a la función de I Puritani ayer día siete de julio: Diana Damrau anunciaba importantes indisposiciones vocales pero, por deferencia al público, iba a cantar igualmente la función, aquello generó aplausos espontáneos de toda la sala que se sumía en una incertidumbre y que agradecía el arrojo de la formidable cantante. La posibilidad de que se chafara una función que prometía ser memorable estaba presente en nuestros ánimos. Afortunadamente, vivimos uno de esos momentos únicos en los que se produce el triunfo de la voz frente a la adversidad, era muy divertido comprobar los comentarios del público en el descanso, no se creían que estaba indispuesta. Qué mejor manera de evaluar el trabajo de la soprano titular.

Damrau no pudo dar todo lo que es capaz de hacer, tuvo que omitir sobreagudos y modificar pasajes, pero lo hizo con gran inteligencia, el primer acto fue un compendio de todo su saber, su voz de lírico-ligera tiene un centro amplio de gran volumen para soportar la orquesta lo que la hace bastante idónea en estos momentos para cantar el papel. Además sus agudos son brillantes y se proyectan sin dificultades. A pesar de sus problemas no dudo en soltar algunos (ciertamente al límite pero sin perder la afinación). Maneja los momentos más íntimos con ligereza y los de más volumen con verdadera contundencia. Su dúo final con Camarena (Vieni fra queste braccia), con signos inequívocos de extenuación (no pudo hacer los sobreagudos) estuvo muy bien cantado, con sentimiento y mucho gusto, emocionando a los presentes. Tuvo como compañero de batallas a un segurísimo Javier Camarena, tenor que consigue siempre hacer fácil lo que es extremadamente difícil; qué pasmosa suficiencia para saltar al do sostenido del “A te, o cara” o los res bemoles (sustitutos del famoso Fa5) del “Credeasi, misera” casi en la parte final de la ópera sin ningún signo de fatiga y con la misma brillantez del principio. Su canto se apoya en un gran uso de la respiración que le permite una gran proyección, su línea de canto legato fue en crescendo según avanzaba la ópera y sigo pensando que puede cantarlo mejor más adelante cuando su centro gane un peso más lírico, es todo un placer escucharle.

I Puritani de Bellini en el Teatro Real

A Ludovic Tezier no se le puede negar la amplitud de la voz, la seguridad en las notas agudas (vibrato prácticamente indistinguible, gran volumen) y el centro a prueba de bombas orquestales; acometió con valentía su dificilísima primera aria y cabaletta del primer acto “Ah! Per sempre …Bel sogno beato”, en un momento aún más complicado por ser nada más empezar la ópera. No bajó el nivel a lo largo de la ópera, llegando en plenitud al famoso dúo “Suoni la tromba” que estuvo ligeramente desequilibrado aunque Nicolas Testé (como sir Giorgio) había mejorado desde el insulso comienzo; es pequeña la voz de Testé, y es una lástima porque es bella, bien compuesta en su línea, con un canto noble y agudos templados aunque escasos de volumen.

Es reseñable la Enriqueta de Annalisa Stroppa aunque no destacase especialmente, efectiva en su cometido para conseguir buenos concertantes, no es que su voz sea especialmente amplia ni atractiva pero cumplió; mesuradas las actuaciones de Lozano como Bruno y Sebestyén como Gualtiero sin nada remarcable. Bien el coro, estático en su disposición escénica y que estuvo equilibrado, faltándole algo de refinamiento en alguna entrada de hombres pero siempre bien afinado.

La dirección de Pidó me provocó sentimientos encontrados, sí encontré buenos momentos como el final del segundo acto o el tercero pero hubo otros en los que se notaba que había una elección de tempos un poco extraña, de hecho ocasionó que varios de los cantantes se quedaran atrás en algunos pasajes, de todos modos si reguló la mayoría de las veces el volumen orquestal cuando los cantantes tenían su protagonismo. Especialmente interesante fue el trabajo de las trompas.

Totalmente irrelevante el montaje escénico de Emilio Sagi, minimalismo intrascendente que no añade nada a lo que se está escuchando, por lo menos no estorba demasiado excepto en la recargada escena del segundo acto, llena de lámparas sin propósito a nivel de suelo; la dirección escénica fue nula en el caso del coro que eran como convidados de piedra y encima se exageró a posta el papel de Elvira, no acabo de entender el sentido de la sobreactuación a la que se la obligó, antinatural y molesta. Por si fuera poco, la iluminación brilló por su ausencia. Demasiado oscuro todo para la brillantez de la música de Bellini.

Como no podía ser de otra manera, el público disfrutó y aplaudió enfervorecido ante el despliegue de dos artistas de la talla de Camarena y Damrau, también supo reconocer el gran trabajo de Tezier, al final, como de costumbre, las buenas voces lo llenan todo.

Las fotos son propiedad de Javier del Real.

“Le nozze di Figaro”: Mozart supera las vicisitudes

Publicado inicialmente en Ópera World en este enlace.

bodas1Había grandes expectativas por el comienzo de esta nueva temporada; evidentemente, es un hecho que estamos en el año uno después de la etapa Mortier y eso pesa en el público madrileño que ha reaccionado con optimismo aumentando la compra de abonos ante las perspectivas futuras. Este estreno, en especial, tenía un acicate más, y este era la presentación oficial (después del Alceste) del director musical titular, Ivor Bolton.

La ocasión, además se presentaba propicia, un montaje escénico, el de Sagi, bien conocido por los espectadores: una puesta en escena clásica, efectiva, sin lugar a sorpresas, que no entorpece la acción y resulta bella por momentos; naturalmente, estamos hablando de una ópera, “Le nozze di Figaro”, que, además, es una de esas maravillas que soporta por igual éxito de crítica y público. La perfección hecha música, una de esas partituras que embriaga por su conjunción texto-música y que , en última instancia, divierte muchísimo.

No voy a hablar del montaje entonces, se ha hablado mucho ya; soy de los que cree que funciona realmente bien y ensalza las virtudes musicales, es una delicia que los juegos ideados por Sagi sigan arrancando las sonrisas de los espectadores.

La labor de Bolton en el foso no fue lo que un servidor esperaba; era consciente de la labor del británico y que estábamos ante “su repertorio” y, como tal, uno espera la excelencia, ni más ni menos; máxime después del fiasco que supuso su dirección de “Alceste” en la temporada pasada, que ya comenté además por aquí. Si bien es cierto que la obertura, bien llevada, con chispa y sentido del ritmo, no auguraba lo que vendría después. Me temo que la irregularidad es la marca de la casa: adopta ritmos caprichosos que no ayudan a entender mejor la música o el drama, falta de equilibrio orquestal con respecto a los cantantes que se traducía en un esfuerzo demasiado grande de bodas2estos para intentar que se les oyera, desajustes con los cantantes que, en algunos momentos, no iban con la orquesta sorprendentemente, etc.. No quita que hubiera buenos momentos, que los hubo, como el concertante final del segundo acto o el del tercero y la orquesta hay que reconocer que sonó empastada entre sí. El resultado no fue un desastre, de hecho,  estuvo hasta bien, pero hablamos de excelencia y en este caso y para esta música en particular no se dio; no quiero ser derrotista, pero tengo serias dudas sobre el rendimiento futuro del foso.

En cuanto las cantantes, más de lo mismo; destacaron por su falta de idoneidad a los papeles que interpretaban y esto es un lastre para conseguir una interpretación óptima, quedó pasable, resultón, pero, desde luego, siempre hay que esperar más: Andreas Wolf como Figaro vuelve a demostrar que posee medios y proyección directamente proporcionales a su tosquedad, a veces por dicho volumen abría tanto el sonido que desafinaba sonoramente sobre todo en notas tenutas; Sylvia Schwartz se queda cortísima para el papel de Susanna, sus agudos son muy tirantes y  el volumen se resiente, tapada por el volumen orquestal  de Bolton en todo momento, era casi un milagro escucharla;  Pisaroni tiene presencia escénica y musical para interpretar al conde, su voz era de las que más se escuchaba y menos desbordaba,  no es exactamente un canto señorial pero no desentonaba tanto en su papel; Sofia Soloviy empezó con una condesa desentonada en su bodas3primera aria, la verdad es que fue un pequeño desastre, afortunadamente para el Dove Sono se lució y logró aplausos unánimes de un público que tampoco es que estuviera muy entregado ante el plantel, su interpretación fue de menos a más, pero podría ser una condesa interesante a pesar de alguna dificultad en la proyección; Tsagallova dibujó un Cherubino pizpireto y seguro en sus más que conocidas arias, mejor en el Voi che sapete aunque su voz tampoco creo que sea la mejor para el papel;  bien Schneiderman como Barbarina, sin alardes; insuficiente el griego Stamboglis como Bartolo, es impensable que un bajo cantante no sea capaz de cantar el trabalenguas de la Vendetta, todavía estoy alucinando con su interpretación; estupendo José Manuel Zapata con un papel más que feliz a pesar de su poca presencia, suele causar risas en el público y un buen recuerdo musical; razonable la disposición de Khatouna Gadelia como Barbarina y el resto sin destacar especialmente.

El resultado, de esta manera,  fue, como ya he dicho anteriormente; solo la música de Mozart consigue sobreponerse a sus intérpretes y brillar con luz propia siempre. Razonable éxito que abre una temporada en la que lo mejor está por llegar.

Lo que podremos ver en la temporada 2014/2015 del Teatro Real

TeatroRealmadrid

Había mucha expectación por comprobar lo que iba a pasar con la nueva temporada del Teatro Real; parece que la era Mortier ha acabado pero, hasta que no se vieran las nuevas temporadas parece que no es oficial. El resultado tras el anuncio de la nueva temporada se ha quedado, de hecho, todavía en un estado intermedio, un limbo musical con ciertos atisbos de cambio que son los que promueve Matabosch y otras óperas que son herencia todavía del legado de Mortier. Entre dichos atisbos se puede ver la mayor presencia de intérpretes españoles, la elección de Ivor Bolton como director musical titular (aunque en ese año solo va a hacer una producción, ya que lo oficial será el próximo año) y algunas producciones que iban a ir al Liceo y que vienen por aquí. Además de la vuelta de cantantes mediáticos que tan poco le gustaban a Mortier.

Vayamos pues a lo que podemos esperar, que no es poco:

-Se abrirá la temporada con la reposición del ya conocido montaje de “Las bodas de Fígaro” de Mozart de Emilio Sagi; no seré yo el que me queje pero, ciertamente, se programó no hace mucho y es una de esas óperas que ha venido en no pocas ocasiones, con todo lo que se podría programar de Mozart…  Lo más interesante será ver de nuevo a Ivor Bolton (flamante director musical titular) dirigiéndola (es la única que hará ese año hasta su entrada oficial) y dos elencos heredados, especialmente de los que ya hemos visto en la etapa de Mortier, varios bastante conocidos  ya de estos años, sin ser especialmente importantes; por lo menos son adecuados al repertorio.

-La segunda ópera “La hija del regimiento”, de Donizetti, sí que es algo nuevo por fin. Tenemos la producción de Laurent Pelly y la dirección musical de Bruno Campanella y Jean-Luc Tingaud. Oportunidad de oro de descubrir otra de esas joyas del compositor, no se programa con tanta frecuencia y que constituye un emblema del bel canto. Los papeles de la soprano que alternará a Natalie Dessay (aunque está prácticamente retirada), Kurzak  y Rancatore y del tenor con su famosa aria de los 9 “dos de pecho” (“Ah Mes amis), que tendrá a Siragusa y Camarena como protagonistas, son paradigmas de lo más endiablado y bello del canto. Pietro Spagnoli y Luis Cansino como Sulpice y Ewa Podles y Ann Murray completan los roles principales. Mediática, además de anecdótica, será la presencia de Carmen Maura como Duquesa de Krakenthorp, pero atraerá a mucha más gente y se venderá muy bien. De todos modos valdrá la pena. Es muy disfrutable. Echo de menos lo que podría haber hecho Celso Albelo con un papel que borda especialmente como es el caso de Tonio.

“Muerte en Venecia” del británico Benjamin Britten es una coproducción con el Liceo que ha llegado demasiado tarde por partida doble, no solo por la producción sino por el centenario de Britten. Aun así la fantástica producción de Willy Decker puede triunfar; veremos si otro de los prometidos de Mortier, Alejo Pérez, corrobora las buenas sensaciones que dejó este año con “The Indian Queen”María José Suárez y Vicente Ombuena completan un reparto muy especializado en este tipo de obras y del que se puede esperar un buen rendimiento.

-Tres funciones hay programadas para “Romeo y Julieta” de Gounod.  Versión concierto que, sin embargo, tiene más de un atractivo; en primer lugar, en la dirección musical con Plasson a la batuta; lo segundo serán sin duda los cantantes, la presencia de Tagliavini, Yoncheva y, sobre todo, el tan cacareado “divo” Roberto Alagna (suspenderá función antes de cantar?? Con él nunca se sabe) aseguran por lo menos impacto y, posiblemente, tres buenas noches de música.

-El cuento de hadas de Humperdinck “Hansel y Gretel” tendrá el aderezo del vestuario de Agatha Ruíz de la Prada. La dirección musical será de Paul Daniel y Diego Rodríguez. La dirección escénica de Joan Font de los Comediants. Esperemos que esta pequeña obra maestra se vea reforzada por estas propuestas escénicas; la música, deliciosa, lo merece. Parece que Alice Coote y Sylvia Schartz en los papeles de Hänsel y Gretel  y el gran Bo Skovhus como Peter pueden asegurar un buen papel en lo musical.

“El público” de Mauricio Sotelo, sobre el texto de Andrés Ibáñez de la obra de Federico García Lorca, será el primer estreno mundial del año, y además español. Con dirección del fantástico Pablo Heras-Casado y unos cantantes que tendrán que enfrentarse, auguro, a una partitura contemporánea difícil y de texto complicado igualmente (no en vano la obra de Lorca es bastante compleja). Esta, así como el otro estreno, generará sentimientos encontrados como suele ocurrir con este tipo de obras. La escena vendrá a cabo de Robert Castro. El foso será ocupado por la Klangforum Wien.

Matabosch habrá tenido mucho que ver en “La traviata” de Verdi que tendremos a continuación con producción de David McVicar y dirección musical de Renato Palumbo ya que se trata de una coproducción del Teatro Real, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la Scottish Opera de Glasgow y la Welsh National Opera de Cardiff. Siempre es un gusto encontrarnos con esta maravilla. Habrá que ver si Ciofi puede con él todavía, se alternará con Irina Lungu y Ermonela Jaho. Alfredo será interpretado por Francesco Demuro, Antonio Gandía y Teodor Ilincái, sin demasiadas garantías para sacar algo más digno que lo que podría haber hecho más de un español. Cubierto con creces el papel de Giorgio Germont con el inmenso Juan Jesús Rodríguez, Ángel Ódena y el experimentado Nucci. Siempre es un éxito de público, o sea que, tiene pinta de triunfar a lo grande con su música imperecedera y archiconocida.

Harmut Haenchen dirigirá el “Fidelio” de Beethoven con esta nueva producción del Teatro Real en coproducción con l’Opéra national de Paris que realizará Alex Ollé (La fura dels Baus) con Valentina Carrasco. Los cantantes, con la figura bien conocida de König como Florestan y de Pieczonka como Leonore estarán bien acompañados por el Rocco del poderoso Franz-Josef Selig. Completan reparto Anett Fritsch, Ed Lyon, Alan Held y Goran Juric.

-Si mediático era lo de Carmen Maura, qué podemos decir de este “Gianni Schichi”, tercera ópera del Tríptico pucciniano que tendrá la dirección escénica nada menos que de Woody Allen y Plácido Domingo debutará en el barítono protagonista. La dirección musical de Giuliano Carella se quedará oscurecida por el tamaño escénico propuesto. Acompañarán en esta divertida obra de Puccini Maite Alberola, Elena Zilio, Albert Casals, Maria José Suárez, Vicente Ombuena, Luis Cansino… para una posibilidad realmente atractiva para el público, el texto de la obra junto con las ocurrencias de Allen pueden resultar más que entretenidas.

Plácido Domingo es el gran protagonista de las “Goyescas” de Granados en esta coproducción del Teatro Real y Los Angeles Opera, ya que se encargará de su dirección musical. José Luís Gómez será el encargado de la escena. El trío protagonista nos trae, desde hace bastante tiempo, de nuevo a María Bayo a la que acompañarán Andeka Gorrotxategi y José Carbó. Es una verdadera maravilla, preveo éxito total.

-Para acabar la temporada el otro estreno mundial español, “La ciudad de las mentiras” de Elena Mendoza con libreto de Matthias Rebstock basado en relatos de Juan Carlos Onetti (Un sueño realizado, El álbum, La novia robada y El infierno tan temido). La dirección escénica será de Matthias Rebstock y Titus Engel asegurará una siempre profesional dirección musical. En cuanto a los cantantes, seguro que tendrán que trabajar a lo grande por las dificultades inherentes. Katia Guedes, Anne Landa, Anna Spina y Graham Valentine serán algunos de los valientes. Mi comentario anterior a la obra de Sotelo aplica perfectamente a esta.

Eso es todo, comienza el cambio, se pueden ver los indicios, pero tendremos que esperar un poco más para comprobar de lo que es capaz Joan Matabosch, mientras disfrutemos en lo posible esta temporada de transición.

Artículo publicado inicialmente en Ópera World

La sombra de Flórez es muy alargada.

Parece mentira que Rossini compusiera “El barbero de Sevilla” en 1816, con apenas 24 años y en menos de 20 días; sobre todo porque con tan tierna edad y en tan poco tiempo creó una obra maestra imperecedera, una de esas maravillas que no solo no te cansas de escuchar sino que es posible que encuentres nuevos detalles cada vez.

barbier_0191Esto es posible, además, por el auge de voces rossinianas, muy al contrario de la escasez que se está produciendo con Verdi y Wagner. Con este contexto, es indudable que Juan Diego Flórez ha sido un artífice indispensable en la revitalización de las obras del de Pessaro; solo hay que recordar la recuperación de la difícil tercera aria del tenor “Cessa di più resistere”  en esta misma ópera y las sucesivas grabaciones de otras a menudo olvidadas.

Lo que nos lleva a la función de ayer: el montaje de Emilio Sagi ya se había visto en enero del 2005; sorprende bastante que se comience la temporada con algo ya visto y encima con un reparto netamente inferior al de aquel año (Juan Diego Flórez, María Bayo, Pietro Spagnoli y Ruggero Raimondi); aun así, el resultado no estuvo mal. El montaje, no me quiero detener mucho en él, pero funciona realmente bien por momentos, la dirección artístico da importancia a actores secundarios que añaden líneas secundarias verosímiles, al mismo tiempo que cómicas, a la trama principal, esto hace que la naturalidad se convierta en bandera y se refuercen las situaciones humorísticas además de añadir otras; las carcajadas del público se dejaron oír, y esto contribuye al buen recuerdo de los espectadores, esto es indudable. Además, el juego  de colores, la transición en la tormenta hacia esa plenitud en el amor de los protagonistas, es una metáfora que resulta muy efectiva. Poco más queda por decir.

El checo Tomas Hanus realizó una dirección sólida y muy dirigida a la sensación orquestal en su conjunto, olvidándose un poco de otras direcciones más camerísticas, en mi opinión más apropiadas; contribuyó a que en los concertantes la orquesta no estuviera equilibrada con respecto a los cantantes, estaba en la sexta fila y me costaba distinguir pasajes que, habitualmente, son fáciles de seguir por los contrastes de Rossini. Precisamente por esto faltó sutileza en los efectos: crescendos que no fueron tales, tiempos acelerados o lentos que causaron alguna dificultad por momentos a ciertos cantantes y, en general,  a  pesar de sonar bien,  poca atención a los detalles.

malfi-granPara acabar, cómo no, los cantantes; a pesar del “éxito” que tuvo Kurchak quiero empezar con el papel de la encantadora Rosina que ejecutó Serena Malfi, precisamente por su regularidad y por tener la voz que más se ajustaba al papel  en la noche de ayer. Malfi eligió, por tesitura, el papel de mezzo, y su interpretación se aproximó más a aquellas de Horne y Bartoli, lejos de la canónica Berganza, pero sin la extensión de la voz de aquellas; con un puntito de ordinariez y bravura que la hacía ciertamente encantadora; estuvo espléndida y rotunda en los agudos, segurísima y clara en la ejecución de las endiabladas articulaciones; su papel quizá no pase a la historia pero es muy solvente. A Kurchak le escuché en el Don Pasquale de Muti e indiqué su potencial aún por pulir; lo que hizo ayer con su Almaviva me sorprendió,  ¿cómo es posible que en el primer acto tuviera tan malos momentos y, sin embargo, se marcara un segundo acto como el que hizo ayer, pleno de facultades? En “Ecco Ridente in cielo” tuvo, sorprendentemente, momentos en los que calaba notas, sobre todo en las transiciones de notas bajas e incluso problemas articulatorios, alternados con improvisaciones de notas de calidad;  o cambios de registro al falsete inexplicables en la romanza; sin embargo se marcó un aria final, la que, gracias a Flórez, ahora tienen que cantar todos los tenores, plena, con articulación casi impecable, agudos brillantes, bien timbrados, con volumen; quizá es parte de su planificación, consciente de que si hace este aria bien, el público va a quedar con la idea de que lo ha bordado; pero si esto hace que descuide el resto de su papel, me parece ciertamente absurdo;  en cuanto al Figaro de Cassi, fue de menos a más, empezó tan frío que ni la letra de su aria más conocida “Largo al factotum” se pudo oír con claridad en el patio de butacas, estuvo más concentrado en actuar y tuvo bastantes problemas con el ritmo además de cantar de una manera muy tosca; mejoró luego en los dúos con Almaviva y Rosina pero le falta delicadeza,  para conseguir construir un papel más digno; de todos modos, su actuación no se resintió en el conjunto. Buena actuación de Bruno de Simone en configuración del papel de Bartolo, con una voz clásica de bajo cantante o buffo que era perfecta para las trampas recitadas de Rossini; estuvo aderezado con agudos potentes y resultó muy divertido; el Basilio de Ulyanov fue claramente insuficiente en fiato y volumen para hacer la famosa “Calumnia”, no pasó del aprobado raspado; es de destacar el papel excelente, por gracia e intención de nuestra Susana Cordón en una divertidísima Berta; el coro, magnífico como de costumbre.

Buen comienzo de temporada, que deja buen sabor de boca a pesar de que, a priori, no pudiéramos tener estas expectativas.