Este artículo inicialmente iba a ser dirigido a Mo Yan, flamante ganador del premio Nobel de literatura, pero como el tema me iba a llevar a realizar una nota biográfica-literaria de la cual están abusando en casi todas las fuentes, ¿para qué me voy a molestar a hacer lo mismo?. Lo que sí voy a realizar es una reseña de uno de esos escritores asiáticos que llevaban sonando en las quinielas de los últimos años y que, tras la elección del primero, ha disminuido sus posibilidades de ganarlo de manera exponencial; suelen pasar muchos años entre asiático y asiático (más de 10 años) y, teniendo en cuenta que nació en 1933, estamos hablando de recibirlo con más de 92 o 93 años; no digo yo que no pueda ocurrir, pero es altamente improbable.
El escritor en cuestión es el surcoreano Ko Un, nació en Kunsan (Corea) y es una de las figuras literarias de su país; ha publicado hasta el momento más de cien libros, poesía especialmente, pero también novela y ensayo. Es, como se puede deducir, una fuente inagotable de literatura y está plenamente activo en la actualidad.
En España tenemos tres libros suyos publicados, paso a comentar el fantástico “Fuente en llamas”, editado de manera excelente por Linteo, traducido, además, directamente del coreano por Paciencia Ontañón de Lope y Sung-Chul Suh. Cito especialmente la edición porque es una recopilación muy significativa de la obra poética de Ko Un y un esfuerzo más que encomiable intentar transmitir poesía desde una lengua tan dispar.
La verdadera fuerza del poeta no es solo su producción sino, como dice Sung-Chul Suh en la documentada y clarificadora introducción, que “nos ha mostrado con cuerpo y alma todo lo que un hombre pudiera experimentar en el itinerario de una vida difícil: hijo de campesinos pobres, la colonización japonesa, la huida de casa, su sensibilidad, la guerra fratricida de Corea, la violencia ideológica, el caos abrumador, la entrada en la orden budista, la vuelta a la vida secular, la tortura de sí mismo, la sumersión en el nihilismo, las tentativas constantes de suicidio, la lucha vehemente contra el régimen dictatorial, la división de la patria…”
Todo esto aparece reflejado en su obra, en una evolución constante desde sus inicios, y lo podemos percibir en la selección que se ha hecho en este libro. Así, tenemos que en sus primeros libros desde 1960 hasta más o menos 1974, el tono principal de las historias es el nihilismo, la muerte, la nada, consecuencia del dolor y la ruina que dejó la guerra de Corea. Se tratan temas profundos, cargados de existencialismo y abstracción, lenguaje poético refinado pero con apasionamiento, lo podemos observar por ejemplo en este poema perteneciente a “Sensibilidad desde la otra orilla (1960)”:
CORAZÓN DE POETA
“Un poeta ha nacido entre chirriar de crímenes,
hurtos, asesinatos, fraudes o violencias
en algún oscuro rincón del mundo.
Primero las palabras del poeta van deslizándose
en chirridos, en ásperas y espantosas blasfemias
que se escuchan en los barrios más pobres y violentos
y por un tiempo dominan a la sociedad.
Después el corazón del poeta forja un grito
con todas las verdades, como vienen, rezumando,
a través de las grietas del mal y la mentira
y los demás corazones que lo golpean hasta la muerte.
El corazón del poeta está condenado, es cierto.”
A partir de “En la aldea Munui”(1974), abandonará este nihilismo, estamos en un punto crucial de su obra, dejará los grandes temas, las abstracciones… para entrar en una etapa donde se identificará con pasión con su nación y con su historia, se volverá cada vez más comprometida y social, aunque ciertamente, lo poético se debilitará en aras de otros temas. Una muestra podría ser este fragmento incluido en “Después del retiro en la montaña” (1977):
PARA MÍ MISMO
“¡No cubras mis ojos para dispararme!
Moriré de pie.
Acusado injustamente en esta hermosa tierra,
¡moriré de pie!
No llamaré a mi madre
ni a nadie más.
Cuanto más espantosa la muerte,
más gozosa es.
La muerte no es derrota,
ni desgracia, ni senilidad.
Debería ser una flor roja, un jacinto blanco.
Debería ser la oscuridad de la filosofía
que es como un acantilado en la más profunda noche.
¡Dispara ahora, dispara
cinco balas de un M16!
Después, el tiro de gracia.
Este es el único momento
en toda la historia de nuestra nación
en que puedo ser un artista.
¡Dispara ahora!
¡Dispara!
¡No cubras mis ojos!
¡He vivido con mis ojos,
con mis ojos moriré, joven guardia!”
Se acentuará aún más esta sensibilidad en los poemas que escribió tras la gran masacre de la ciudad de Kwangju, poemas cada vez más combativos, directos, bruscos, dolorosos como toda la división que sufre Corea durante toda su historia y que tan bien refleja el poeta. Ya en los años noventa su poesía buscará no tanto la lucha sino la armonización de la vida del individuo, la autorrealización, la “macroidentidad” de la persona, desde el comienzo hasta ahora ha habido una evolución evidente. Es totalmente consecuente con la realización de su obra más ambiciosa “Diez mil vidas” (1986-), obra abierta en la que intenta describir su relación, de una manera idealizada, con ese número de personas; el mastodóntico proyecto es, en sí, de una belleza cautivadora: expresar poéticamente los encuentros que ha tenido con diez mil personas a lo largo de su vida.
CHAE-SUK
“Chae-suk, la hija casadera de los Shiam,
mira a la lejanía
mientras camina con el cántaro rebosante de agua
en la cabeza.
¡El camino abierto del otoño temprano
está totalmente franco!
El próximo año
Chae-suk dejará la aldea, Chae-suk, cuyo corazón
está lleno
de expectación.
Chae-suk, como la oscuridad que queda
cuando la luna se pone.”
Este es uno de tantos frescos, ahora está inmerso en la publicación de los volúmenes 21 a 23 de la obra, sigue abierta, quiere acabarla, posiblemente lo haga; pero lo más seguro es que, aquí, no lo veamos publicado nunca sin el impulso de un Nobel; esto es así, disfrutemos por lo menos lo que nos ha llegado: una magnífica muestra de poesía, con su evolución histórica y de la identidad. Y aviso, estoy más acostumbrado a leer ficción, pero esto no solo no me ha dejado indiferente sino que me ha maravillado y emocionado al mismo tiempo.