Baileys Prize: Un premio de (para) mujeres que gana más prestigio cada día

Si uno echa un vistazo a suplementos de cultura de España posiblemente no se entere de la existencia de ciertos premios literarios hasta que no se conceden, y a veces, ni eso. Uno de ellos es el Womens Prize for Fiction, instaurado en el año 1996 en el Reino Unido y que tiene una filosofía diferente a los habituales como podemos ver en su propia web:

“The UK’s most prestigious annual book award for fiction written by a woman is proud to return in 2014 as The BAILEYS Women’s Prize for Fiction.

The BAILEYS Women’s Prize for Fiction is awarded for the best novel of the year written by a woman of any nationality in the English language. Established in 1996, the prize was set up to celebrate excellence, originality and accessibility in writing by women throughout the world.”

Los requisitos para poder optar a él son:

-Ser mujer.

-Escribir en Inglés.

-Cualquier nacionalidad es susceptible de ganarlo.

-Haber escrito una novela (no vale poesía, ni relatos cortos, etc…)

Naturalmente,  las jueces son mujeres; este año, en particular, se trata de las siguientes (cambian cada año como en el Man Booker):

Helen Fraser (chair)

Mary Beard

Denise Mina

Caitlin Moran

Sophie Raworth

El premio tiene una dinámica de trabajo parecida al más antiguo de mayor prestigio, Man Booker: elección de una longlist, reducción a shortlist y de ahí sacan el ganador.  Por las características que he citado anteriormente la shortlist final ha salido ciertamente variada tanto en nacionalidades como en temas tratados:

Chimamanda Ngozi Adichie (nigeriana) – “Americanah” (“Americanah”)

Hannah Kent (australiana) – “Burial Rites” (“Ritos Funerarios”)

Jhumpa Lahiri (india-americana) – “The Lowland” (“La hondonada”)

Audrey Magee (irlandesa) – “The Undertaking”

Eimear McBride (británica) – “A Girl Is A Half-Formed Thing”

Donna Tartt (norteamericana) – “The Goldfinch” (“El jilguero”)

En mi opinión esto da riqueza a la propuesta; lo que no sabía es que los británicos estuvieran tan cabreados; para tener todos los ingrediente del cabreo es necesario tener en cuenta la última decisión del Man Booker, premio pensando inicialmente solo para escritores ingleses y que, tras la victoria de Eleanor Catton con “The luminaries” (que curiosamente no pasó al shortlist de este Baileys ;-)), se decidiera ampliar las nacionalidades en sus próximas ediciones. Los británicos se sienten maltratados y estiman que así no va a ganarlo nunca ni un británico, a pesar de haberse creado ambos premios en el Reino unido. De hecho hay una campaña a favor de la única puramente británica de la lista, Eimear McBride, denostando en todo lo posible al resto de finalistas.

eljilgueroEn mi caso personal, sabiendo además que cuatro de los libros están publicados en España, me lie la manta a la cabeza para evaluar la calidad del premio y a día de hoy solo me falta acabar Americanah; así que aprovecharé para hacer una opinión crítica además de evaluar las posibilidades de cada uno. Lástima, porque los  de Magee y McBride no he llegado a leerlos, aunque prometo hacerlo si uno de ellos lo gana. La elección es el día 4 de junio, es decir, mañana.  Pasemos entonces al análisis:

La favorita: “The Goldfinch” (“El jilguero”) de Donna Tartt.

Cualquier posibilidad que contemple que no gane Tartt el premio suena descabellada a estas alturas; máxime tras haber ganado el Pulitzer de ficción y gozar de una opinión crítica y de público bastante unánime. De hecho ha conseguido esa rara cualidad de aunar ventas a una presunta calidad e incluso, prestigio; alimentado por un proceso productivo sosegado que le ha llevado a hacer cada uno de sus tres libros en un intervalo de diez años.

No me voy a dedicar a hablar de la trama más de la sinopsis que os pongo a continuación:

“Aged 13, Theo Decker, son of a devoted mother and a reckless, largely absent father, miraculously survives an accident that otherwise tears his life apart. Alone and rudderless in New York, he is taken in by the family of a wealthy friend. He is bewildered by his new home on Park Avenue, disturbed by schoolmates who don’t know how to talk to him, tormented by an unbearable longing for his mother, and down the years he clings to the thing that most reminds him of her: a small, strangely captivating painting that ultimately draws Theo into the criminal underworld.

As he grows up, Theo learns to glide between the drawing rooms of the rich and the dusty labyrinth of an antiques store where he works. He is alienated and in love – and his talisman, the painting, places him at the centre of a narrowing, ever more dangerous circle.”

Pensada como un flashback inmenso, asistimos a la narración en primera persona de un Theo Decker que se convierte en el paradigma dickensiano por su prácticamente real orfandad al perder a su madre en un atentado en un museo; un cuadro, el del Jilguero, se convetirá en su compañero de fatigas a lo largo de una vida sin sentido de añoranza y soledad:

“¿Cómo era posible añorar a alguien tanto como yo añoraba a mi madre? La echaba tanto de menos que quería morirme; una intensa nostalgia física, como la necesidad de aire bajo el agua. Desvelado en mi cama, intentaba recordar los mejores momentos que había compartido con ella y fijarlos en mi mente para no olvidarla, pero en lugar de los cumpleaños y las ocasiones felices, no paraban de acudir a mi memoria detalles absurdos, como que, pocos días antes de su muerte, ella me había parado en la puerta para quitarme un hilo del chaquetón.”

“¿Alguna vez se había sentido alguien tan solo? De nuevo en casa de los Barbour, en medio del estruendo y de la plenitud de una familia que no era la mía, ahora me sentía aún más solo que de costumbre.”

El cuadro le sirve a Tartt para sacar lo más lírico de su prosa además de unirlo a la sublimidad del arte y la importancia que puede tener en nuestras vidas:

“Era demasiado -demasiado tentador- tener en mis manos el cuadro y no mirarlo. Lo saqué rápidamente del paquete, y casi de inmediato me vi envuelto en su resplandor, algo casi musical, una dulzura interior que resultaba inexplicable más allá de una profunda y vibrante armonía de la rectitud, del mismo modo que el corazón te palpitaba lento y seguro cuando estabas con alguien con quien te sentías protegido y amado.”

Ciertamente no me convenció demasiado; Tartt fuerza excesivamente los parecidos con autores clásicos y le sirve en bandeja a los “críticos” la posibilidad de hacer un “namedropping” que se está convirtiendo en algo ciertamente monótono y, por qué no decirlo, enervante (me viene a la mente no solo Dickens sino Proust, Tostoy, Pushkin, etc..)

Esto no tendría que ser malo por defecto, el problema es la falta de sutileza de la autora y la inherente pretenciosidad; esa necesidad de, después de diez años, haber creado una obra maestra “por narices”; si se lee teniendo en cuenta esto se disfruta un poco más pero tampoco creo que sea especialmente buena como best-seller : ese final se sostiene difícilmente a nivel narrativo por la falta de coherencia y el alegato final a la sublimidad del arte, queda especialmente gris con el pesimista arrebato nihilista que le lleva a prácticamente  despreciar la vida por momentos (como en varias etapas del libro…).El uso narrativo de la primera persona se combina de una manera extraña, resultando incluso rancio por momentos; el estilo tampoco ayuda, decir que está cerca del de Dickens es una total entelequia.

Conclusión: Seguro que gana pero no se trata de esa obra maestra maravillosa que nos han querido vender. Más bien, un entretenimiento más o menos digno.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Aurora Echevarría.

Hondonada, La_135X220Mi favorita: “The Lowland” (“La Hondonada”) de Jhumpa Lahiri

Sin lugar a dudas, estamos hablando de la mejor propuesta para este humilde lector, la propuesta de la escritora nacida en la india pero nacionalizada norteamericana, es una propuesta claramente postcolonialista que está llena de claroscuros que enriquecen un texto fantástico, matices que dan color sin dejar de ser sociales.

“From Subhash’s earliest memories, at every point, his brother was there. In the suburban streets of Calcutta where they wandered before dusk and in the hyacinth-strewn ponds where they played for hours on end, Udayan was always in his older brother’s sight.

So close in the age, they were inseparable in childhood and yet, as the years pass – as US tanks roll into Vietnam and riots sweep across India – their brotherly bond can do nothing to forestall the tragedy that will end up as their lives. Udayan – charismatic and impulsive – finds himself drawn to the Naxalite movement, a rebellion waged to eradicate inequality and poverty. He will give everything, risk all, for what he believes, and in doing so, will transform the futures of those dearest to him.”

Tomando como eje la vida de los dos hermanos indios, Subhash y Udayan, la novela camina fuera de la linealidad, con continuos flashbacks (en presente y pasado) que sirven para reconstruir los hechos pasados que puedan explicar el presente y lo que va a suceder. También hay cambios de puntos de vista entre los dos hermanos, la esposa de Udayan Gauri y Bela, la hija de Gauri y Udayan, que enriquecen aún más la narración.

Esta hermandad sirve como eje a los hechos que van sucediendo y por extensión le ayudan a la autora para presentarnos hechos históricos de indudable relevancia para los protagonistas y que suponen, de fondo, una  crítica al imperialismo británico:

“La carta terminaba con una cita: “La guerra traerá la revolución; la revolución pondrá fin a la guerra.”

Subhash releyó la carta varias veces. Era como si Udayan estuviera allí, hablándole, pinchándolo. Sentía que la lealtad que se profesaban el uno al otro, su cariño, se extendía a través de medio mundo. Se tensaba al máximo por todo lo que ahora se interponía entre ellos, pero al mismo tiempo se resistía a romperse.”

Entre esta maraña de hechos históricos, Lahiri no desdeña el lirismo;más si lo asocia a las relaciones amorosas entre los protagonistas, un buen ejemplo es cuando Subhash se relaciona con Holly, a la que conoce durante su periplo americano.

“La superficie de su piel lo fascinó. Todas las pequeñas señales e imperfecciones, los dibujos trazados por pecas, lunares y granos. La variedad de colores y tonos que contenía, no solo las marcas del bronceado, que realzaban partes de su cuerpo que él veía por primera vez, sino también una textura más delicada, inherente, tan sutilmente abigarrada como un puñado de arena, que solo ahora, a la luz de una lámpara, podía distinguir.”

Subhash no duda en ayudar a su hermano y a su mujer, adoptando un rol que no será tan cómodo como él esperaba, en ojos de Gauri, la mujer de su hermano, asistimos a la omnipresencia invisible de este último, que se resolverá solo en las últimas páginas, en un flashback. El poder de las mujeres durante todo el libro se hace patente en la impotencia de Subhash para controlar su propia vida, siempre a merced de las decisiones de Gauri, Bela e incluso su madre:

“Allí estaba, de pie detrás de un codón del aeropuerto, esperándola. Su cuñado, su marido. El segundo hombre con quien se casaba en dos años.

La misma estatura, una constitución parecida. Dobles, compañeros, aunque ella nunca los hubiera visto juntos. Subhash es una versión más afable. Comparada con la de Udayan, su cara era como el sello ligeramente imperfecto que el funcionario de inmigración acababa de estampar en el pasaporte de Gauri para confirmar su llegada, y que había vuelto a estampar por segunda vez para darle mayor énfasis.[…]

Allí estaba para recibirla, para acompañarla a partir de entonces. Nada había cambiado en él; al final de su viaje, no la recibió nada más que la realidad de la decisión que había tomado.”

ritosfunerar-896453Un relato que ahonda aún más  en el papel de la mujer, a caballo entre la sociedad india (patriarcado impuesto y establecido) y la norteamericana (patriarcado implícito); la lucha de la mujer ante una sociedad que la condena a un papel impuesto.

Conclusión: Sería bonito que ganara, su propuesta tiene mucha calidad.

Los textos provienen de la traducción de Gemma Rovira Ortega.

La tapada: “Burial Rites” (“Ritos funerarios”) la ópera prima de Hannah Kent.

En esta edición del premio hay tres óperas primas, la primera de ellas, recientemente publicada por Alba, es esta obra de la australiana Hannah Kent; una propuesta ciertamente curiosa:

“In Northern Iceland, 1829, Agnes Magnusdottir is condemned to death for her part in the brutal murder of her lover.

Agnes is sent to wait out her final months on the farm of district officer Jon Jonsson, his wife and their two daughters. Horrified to have a convicted murderer in their midst, the family avoid contact with Agnes. Only Toti, the young assistant priest appointed Agnes’s spiritual guardian, is compelled to try and understand her. As the year progresses and the hardships of rural life force the household to work side by side, Agnes’s story begins to emerge – and with it the terrible realization that all is not as they had assumed…”

Curiosa porque está ambientada en la Islandia del siglo XIX y tiene como protagonista a Agnes Magnusdottir que es condenada a muerte por el brutal asesinato de su amante. No parece el tema más habitual de una novela anglosajona; sin embargo, a Kent le sirve de pretexto para tratar unos temas que por ser comunes no dejan de tener su importancia: el papel de la mujer en el siglo XIX con todo lo que conlleva. Lo bueno de reflejar lo que sufre en particular Agnes es que se puede extender a todo lo que sufre el género de por sí, antiguamente y en la actualidad; y este sufrimiento no es solo físico:

“Por fin Margrét, arremangada y con los dientes apretados, le había quitado el trapo y la había frotado con él hasta que no quedó un milímetro de tela limpia. Mientras la lavaba, y sin poderlo evitar, había buscado esas imperfecciones que Lauga había pensado que serían visibles, la marca de la asesina. Solo los ojos de Agnes habían sugerido algo. Parecían distintos, pensó Margrét. Muy azules y muy claros, pero de un color demasiado pálido para considerarse bonito.

El cuerpo de la mujer había sido un territorio de malos tratos. Incluso Margrét, acostumbrada a las heridas, a las inevitables contusiones que traen consigo el trabajo duro y los accidentes, se había conmocionado.”

Sino también espiritual:

“Hay momentos en los que me pregunto si no estaré ya muerta. Esto no es vida; esperar en la oscuridad, en silencio, en una habitación tan mísera que he olvidado a qué huele el aire fresco. El orinal está lleno de mis desperdicios que como alguien no venga a recogerlo pronto va a rebosar.

¿Cuándo fue la última vez que vino alguien? Todo es ya una larga noche.”

La novela funciona perfectamente a pesar de la previsibilidad argumental; poco importa lo que vaya a ocurrir cuando la reivindicación es evidente, la mujer con un destino impuesto por una sociedad patriarcal:

“Igual debería decirle, pobrecito mío, vuélvete a la parroquia y a tus queridos libros. Me he equivocado. No puedes hacer nada por mí. Dios ha tenido Su oportunidad de liberarme y, por razones que solo Él conoce, me ha destinado al infortunio, y aunque he hecho todo lo posible, he sido pasto una y otra vez del desastre; el destino me ha clavado su cuchillo hasta la empuñadora.”

Conclusión: sería un sorpresón, sin más. No estamos hablando de una novela que vaya a pasar la historia, aunque sí es una buena novela que encantará por grado de empatización a los lectores.

Los textos provienen de la traducción de Laura Vidal.

americanahMi segunda favorita: “Americanah” de Chimamanda NGozi Adichie.

No la he terminado todavía, pero hay que reconocer que la propuesta de la nigeriana es consistente, aunque esté alejada de las posibilidades reales de ganarlo; ya que por su obra “Half of a yellow sun” ya lo ganó en el año 2007. La historia tiene la siguiente sinopsis:

“As teenagers in a Lagos secondary school, Ifemelu and Obinze fall in love. Their Nigeria is under military dictatorship, and people are leaving the country if they can. Ifemelu – beautiful, self-assured – departs for America to study. She experiences defeats and triumphs, finds and loses relationships and friendships, all the while feeling the weight of something she never thought of back home: race.

Obinze – the quiet, thoughtful son of a professor – had hoped to join her, but post 9/11 America will not let him in, and he plunges into a dangerous, undocumented life in London. Years later, he is a wealthy man in a newly democratic Nigeria, while Ifemelu has achieved success as a writer of an eye-opening blog about race in America. But when Ifemelu decides to return home, she and Obinze will face the toughest decisions of their lives.”

La historia de amor entre los nigerianos Ifemelu y Obinze a caballo entre Norteamérica y Nigeria es el hilo conductor de una novela que juega con los siguientes factores en la primera impresión que he sacado:

-El papel de la mujer en una sociedad como la nigeriana fuertemente dominada por el patriarcado (un poco como ocurría en el caso de la India); es más fácil buscar el problema en la mujer que en el abuso del hombre:

“La bolsa de la chica estaba en el suelo, abierta, con la ropa asomando. Kosi, de pie al lado, sostenía en alto, con las puntas de los dedos, una caja de condones.

-¿Esto para qué es? ¿Eh? ¿Has venido a mi casa para ejercer de prostituta?

Al principio la chica bajó la vista, en silencio; finalmente miró a Kosi a la cara y dijo:

-En mi último empleo el marido de la señora me forzaba continuamente.

Kosi la miró con ojos desorbitados. Hizo además de abalanzarse sobre ella, como para agredirla de algún modo, y de pronto de detuvo.”

-En este contexto, la mujer empieza a querer tomar cartas en la elección de su destino y lo manifiesta al hombre, es el comienzo de una emancipación largamente buscada.

“-¿No vamos a besarnos? –preguntó ella.

Él pareció sorprenderse.

-¿Y eso a qué viene?

-Es solo preguntar. Llevamos aquí sentados mucho rato.

-No me gustaría que pensaras que eso es lo único que quiero.

-¿Y qué pasa con lo que quiero yo?”

-Por último, el papel del inmigrante en un país que le acoge, un papel que puede desencadenar un sentimiento de inferioridad por una gratitud mal entendida:

“Ahí estaba otra vez, esa extraña candidez con la que la tía Uju se había envuelto como una manta. A veces, mientras mantenían una conversación, Ifemelu tenía la impresión de que la tía Uju había dejado atrás adrede una parte de sí misma, una parte esencial, en un lugar lejano y olvidado. Obinze dijo que era la exagerada gratitud derivada de la inseguridad del inmigrante.”

the-girl_fb-500x697Conclusión: Estupenda propuesta, de hecho es la segunda que más me ha encandilado. Pocas posibilidades reales de ganar el premio por lo anteriormente mencionado.

Las otras óperas primas: la obra de Eimear McBride “A Girl Is A Half-Formed Thing”, la más británica de las propuestas podría tener algo que decir. La novela es ciertamente original en su concepción:

“Eimear McBride’s debut tells the story of a young woman’s relationship with her brother and the long shadow cast by his childhood brain tumour. It is not so much a stream of consciousness as an unconsciousness railing against a life that makes little sense, forming a shocking and intimate insight into the thoughts, feelings and chaotic sexuality of a young and isolated protagonist. To read A Girl is a Half-formed Thing is to plunge inside into the narrator’s head, experiencing her world first-hand. This isn’t always comfortable – but it is always a revelation.”

Un relato solipsista que juega con el flujo de pensamiento desencadenado tras la muerte del hermano de la protagonista por un tumor cerebral. Si tuviera que leer uno de los dos que me quedan desde luego apostaba por este; sostener un relato de este estilo requiere de un estilo más que depurado para no caer en monotonía, no hablamos de manejo de una trama, sino de la expresión interna de los sentimientos.

El último libro que aparece en la shortlist es el de la irlandesa Audrey Magee “The Undertaking”, con el que nos encontramos algo diferente a los anteriores:

the undertaking“Desperate to escape the Eastern front, Peter Faber, an ordinary German soldier, marries Katharina Spinell, a woman he has never met; it is a marriage of convenience that promises honeymoon leave for him and a pension for her should he die on the front. With ten days’ leave secured, Peter visits his new wife in Berlin; both are surprised by the attraction that develops between them.

When Peter returns to the horror of the front, it is only the dream of his wife that sustains him as he approaches Stalingrad. Back in Berlin, Katharina, goaded on by her desperate and delusional parents, ruthlessly works her way into the Nazi party hierarchy, wedding herself, her young husband and their unborn child to the regime. But when the tide of war turns and Berlin falls, Peter and Katharina, ordinary people stained with their small share of an extraordinary guilt, find their simple dream of family increasingly hard to hold on to.”

Que nos trae el imposible sueño de una familia en el marco de la segunda Guerra mundial. Aprovechar el relato histórico para desarrollar temas característicos y que ya he indicado en obras anteriores. No parece que vaya a tener muchas posibilidades.

Conclusión: la obra de McBride podría tener alguna posibilidad real, de hecho está segunda en las apuestas, la de Magee no parece estar en ninguna apuesta.

Y esto es todo por ahora, veremos quién gana… perdonad el tremendo párrafo, aunque creo que, en esta ocasión, lo merece.

“Amsterdam” de Ian McEwan

amsterdam“La fotografía ocupaba el ancho de ocho columnas, e iba justo desde el pie de la cabecera hasta tres cuartos del largo de la página. La muda estancia contempló el sencillo vestido, la fantasía de pasarela, la atrevida pose, juguetona y tentadora, que simulaba querer evitar la mirada de la cámara, los minúsculos pechos y el taimadamente insinuado tirante del sostén, el leve arrebol del colorete de los pómulos, la caricia de lápiz labial moldeando la turgencia de los labios (y su mohín, casi un puchero), la expresión íntima, anhelante del aquel alterado aunque fácilmente reconocible rostro público.”

No pensaba hacerlo, pero cambié de opinión según iba leyendo la novela, es necesario que la gente conozca a Ian McEwan.

Cierto que McEwan vivió su gran momento de reconocimiento gracias a la película “Expiación” que, además, fue multinominada a los óscars y tenía un reparto de campanillas. La película reflejaba, con mayor o menor suerte, la novela “Atonement” y era fiel al mensaje que el escritor británico trataba de transmitir en la obra: esa posibilidad de redención de un personaje  a través de la ficción reescribiendo la vida de unos protagonistas malogrados por la supuesta ética de unos personajes que impusieron su sentido común.

Es imposible no dejar de descubrir con cada lectura nuevos matices a esta interpretación, así que os dejaré leerla y emocionaros con ella.

La obra que traigo hoy, sin embargo, es anterior a esta,; escrita en 1998, “Amsterdam”, ganadora del Booker, supone para un servidor, su madurez literaria;  según voy rememorando cada momento, más perfecta me parece en su realización.

Cinco vértices constituyen el eje de la novela: Molly Lane, seductora protagonista en la sombra, amante de cuatro personas muy diferentes y nexo de unión entre ellos desde el primer capítulo, su entierro, al que asisten todos ellos. Los amantes: Clive Linley, músico de éxito; Vernon Halliday, periodista y director del periódico “El juez”; George Lane, multimillonario marido; Julian Garmony, político conservador y aspirante a convertirse en primer ministro.

La figura de Molly Lane es dibujada a través de las vidas de sus amantes y las vivencias de estos con ella, de hecho McEwan aprovechará para cambiar de perspectiva y punto de vista narrativo, especialmente a través de los inmorales Linley y Halliday. De hecho una fotografía, la que he citado en el texto inicial, se convertirá en el hilo de argumento que los ligará de manera invisible a todos y que desencadenará una serie de dilemas éticos que se convierten en sello de identidad del autor británico.

Y no sólo se queda ahí, sino que estas relaciones personales entre ellos le servirán para pintar el estado de la nación (se trata de una “state-of-the-nation novel”); una sociedad, la inglesa, sustentada en figuras cuya amoralidad es, desde luego, más que evidente, y que rigen los destinos de los ciudadanos.  No deja de ser irónico que cada personaje se caracterice por su falta de ética y que, a pesar de ella, se dedique a juzgar al resto de los personajes por eso mismo. Qué mejor forma de retratar nuestra realidad.

Mc Ewan, a pesar de no utilizar un narrador omnisciente para tomar parte de ese juicio, nos propone un final que, a su manera, supone un castigo ante la actitud egoísta de sus protagonistas;  en un guiño paradójico a las novelas policíacas de género y que constituye un colofón más que digno a una trama milimétricamente concebida; esa maravillosa sensación de encontrarse ante una novela redonda, casi perfecta se ensancha en un halo de felicidad al recordarla en estos momentos. No dejéis de leerla, y de leer al  británico claro.

Fragmento de la traducción del inglés de Jesús Zulaika para esta edición de “Amsterdam” en Anagrama.

“En la corte del lobo” de Hilary Mantel

en-la-corte-del-lobo_9788423323456Aunque no suelen gustarme las novelas de ambientación histórica, sí que es cierto que hay períodos que, aunque no sea mi campo de interés, me atraen más de lo habitual y tolero libros relacionados con ellos. Este es el caso de la fascinante etapa de los Tudor, ambientada durante el reinado de Enrique VIII, de ahí que me atrajera inicialmente el título del que vengo a hablar hoy: “En la corte del lobo” de la multipremiada Hilary Mantel que, además, ganó por esta novela el Man Booker (y ya puestos por la posterior, que leeré en un futuro próximo).

Esta etapa, ciertamente, ha sido contado de mil maneras posibles; tanto a través de otras interpretaciones literarias como por adaptaciones a la pequeña y la gran pantalla como la famosa serie de televisión “Los Tudor” con Jonathan Rhys-Meyer como Enrique VIII, de no hace mucho tiempo. Por lo tanto, ¿qué añade este libro publicado en 2009 a todo lo que ya se ha hecho sobre la misma etapa?

Lo que llama más la atención es la perspectiva escogida por la escritora británica, el punto de vista de toda la narración es el hijo de un herrero, Thomas Cromwell, de origen humilde, y que se irá convirtiendo en la mano derecha del rey y que moverá el reino a su antojo; en las primeras páginas tenemos una descripción que nos sirve para hacernos a la idea de lo que es nuestro protagonista:

“Thomas Cromwell ya tiene más de cuarenta años. Es un hombre de constitución fuerte, aunque no alto. Su rostro dispone de varias expresiones, y una es legible: una expresión de alegría contenida. Tiene el pelo oscuro, tupido y ondulado, y unos ojos pequeños, de mirada muy penetrante, que se iluminan en la conversación: eso nos contará muy pronto el embajador español. Se dice de él que sabe de memoria el Nuevo Testamento en latín, y que gracias a ello tiene siempre a su disposición como sirviente del cardenal una cita oportuna cuando los abades titubean. Habla con gravedad y rapidez, sus modales indican seguridad; se siente en casa en la sala de un tribunal y en un muelle, en el palacio del obispo y en el patio de una posada. Sabe redactar un contrato, adiestrar un halcón, trazar un mapa, detener una pelea callejera, amueblar una casa y encandilar a un jurado. Sabe emplear citas alusivas de los autores de la Antigüedad, desde Platón a Plauto y viceversa. Trabaja todas las horas del día, desde que se levanta hasta que se acuesta. Gana dinero y lo gasta. Acepta toda clase de apuestas.”

La escritora británica escogerá un narrador omnisciente pero dando todo el protagonismo a este carácter al que se refiere siempre, curiosamente, en tercera persona (“él” o “he”en inglés) que causa en la mayoría de los lectores confusión a pesar de reforzarlo en ciertas ocasiones con un Cromwell a continuación. No creo que exista tal confusión, ya que, desde el principio, lo hace de esta manera; sí que entiendo que la mayoría de los lectores esperan que sea el rey al que se refiera en tercera persona y por eso el lío.

El resto de figuras tienen tratamientos más acordes con lo que ya conocemos de otras interpretaciones; tenemos el caso del manipulador, conspirador y maestro de nuestro protagonista, el arzobispo y después cardenal Wolsey, en el siguiente párrafo vemos a pequeña escala lo que luego será el secretario:

“Y todos los desenlaces son posibles, todos pueden manejarse, e incluso manipularse hasta que resulten deseables: oración y presión, presión y oración, lo que ha de pasar, pasará por designio divino, un designio reenfocado y rediseñado mediante útiles enmiendas por el cardenal. Al principio solía decir: “Haremos esto y aquello”. Ahora dice: “Esto es lo que haré”.

Tampoco vacila en la forma de dibujar a Ana Bolena, la siguiente descripción es sintomática de la fuerza del carácter de la futura reina que no duda en masacrar a Catalina de Aragón y su hija María:

“Yo soy Jezabel. Vos Thomas Cromwell, sois los sacerdotes de Baal –dice Ana con ojos centelleantes-. Como soy mujer, soy el medio por el que entra el pecado en este mundo. Soy la fuerza del demonio, la vía de acceso del maldito. Soy el medio por el que Satanás ataca al hombre, al que no era lo suficientemente audaz para atacar directamente, solo a través de mí. En fin, esa es la idea del asunto. La mía es que hay demasiados sacerdotes con escasa cultura y trabajo todavía más escaso. Ojalá el papa y el emperador y todos los españoles estuviesen en el mar y ahogados. Y si hay que arrojar a alguien por la ventana de un palacio…, alors, Thomas, sé muy bien a quién me gustaría arrojar. Salvo que en la niña María los perros no encontrarían ni pizca de carne que mascar. Y, en cuanto a Catalina, está tan gorda que rebotaría.”

Estas son las bases sobre las que la inglesa construye una trama con un cuidado del detalle histórico exhaustivo y que sabe contar lo que ya se ha contado en otras ocasiones como si fuera prácticamente nuevo y, desde luego, ameno; a pesar de la densidad de personajes y subtramas que se originan y que pueden echar para atrás a más de un lector no avezado en lides de estas características. Quizá lo más polémico es el retrato del ultraconservador-ortodoxo Thomas Moro y me imagino que causó impresión en su momento; me parece una visión distinta pero, por supuesto, vivificadora, que complementa aún más una etapa histórica tremendamente folletinesca y conspiranoica.

Quería terminar mi recomendación de esta maravilla citando uno de los párrafos finales donde nos da la clave de lo que es el poder, eso a lo que no llegaremos ninguno y que, al fin y al cabo, da la impresión que mueve el mundo:

 “El destino de los pueblos se hace de este modo, dos hombres en habitaciones pequeñas. Olvida las coronaciones, los cónclaves de cardenales, la pompa y los desfiles. Así es como cambia el mundo: la carta que se empuja sobre una mesa, un trazo de pluma que altera la fuerza de una frase, el suspiro de una mujer cuando pasa dejando en el aire un rastro de azahar o de agua de rosas; su mano cerrando la cortina del lecho, la discreta visión de piel sobre piel.”

La intimidad de lo minimalista que, paradójicamente, controla el mundo, el destino de los pueblos y los hombres. Excelente.

“The sense of an ending” de Julian Barnes

sense-of-an-ending1Me adelanté a la asignatura de literatura inglesa, sí, no lo pude evitar; se supone que tenía que leer una obra de Julian Barnes para el trimestre final, pero la aparición de su última obra en España me motivo para leerla en inglés; y además, no era demasiado larga. Así que aprovecharé para utilizarla en mis reseñas sobre obras en inglés inaugurada con la increíble “Boxer, Beetle” de Beauman.

“The sense of an ending” ganó en el año 2011 el Man Booker Prize y se ha publicado, para no anglo parlantes, en España con el sugestivo título de “El sentido de un final” gracias a la editorial Anagrama. Los comentarios serán sobre la obra inglesa, sin tener en cuenta la labor del traductor, evidentemente.

La obra se divide en dos partes muy diferenciadas, la primera, más corta, contiene un flashbacks donde conocemos en primera instancia a los protagonistas, el narrador Tony Webster y sus amigos; entre ello se encuentra el curioso Adrian Finn; la explicación de este flashback nos la da el propio Tony:

“I need to return briefly to a few incidents that have grown into anecdotes, to some approximate memories which time has deformed into certainty. If I can’t be sure of the actual events any more. I can at least be true to the impressions those facts left.”

Hechos de la niñez que se convierten en anécdotas, recuerdos aproximados que el tiempo deforma sin que seamos conscientes de ellos, se convierten en impresiones de los hechos reales, es muy importante tener en cuenta lo que comenta, ya que se convertirá en una de las claves.

No en vano, en boca de su amigo Finn se concreta el verdadero valor de la historia: “History is that certainty produced at the point where the imperfections of memory meet the inadequacies of documentation.” Esa certeza en medio de las imperfecciones de los recuerdos y lo inadecuado de la documentación oficial.

El narrador corrobora esta sensación: “Again, I must stress that this is my reading now of what happened then. Or rather, my memory now of my reading of what was happening at the time.” Es muy interesante la segunda parte de la frase ya que, en realidad, constata que un recuerdo ahora es la lectura que tenemos de lo que nos estaba pasando entonces, por lo tanto, el recuerdo, de por sí, es inexacto y no refleja lo que ocurrió realmente.

Esta parte finalizará con el suicidio de su amigo tras haberle comunicado que iba a salir con su antigua novia Verónica. En la parte 2 ya volvemos al tiempo actual; un hecho, dos documentos que la madre de Verónica le deja, harán que vuelva a recordar todo lo que ocurrió en ese momento. Y nos llevará en volandas hacia el sorprendente final, con la amargura del recuerdo real, que le traerá otra persona, de lo que ocurrió y de lo que no era consciente en el momento pasado.

sentidodeunfinalDurante ese camino Barnes jugará especialmente con conceptos extendidos de lo que comenta en la primera parte, así diferenciará entre la juventud y la vejez:

“It strikes me that this may me one of the differences between youth and age: when we are young, we invent different futures for ourselves; when we are old, we invent different pasts for others” (cuando somos jóvenes inventamos futuros, cuando somos viejos inventamos pasados diferentes para los otros).

Me gusta especialmente el tratamiento poco habitual que da a lo nostalgia, ese enemigo del raciocinio:

“[…]Nor do I want to deceive myself sentimentally about something that wasn’t even true at the time –love of the old school, and so on. But if nostalgia means the powerful recollection of strong emotions – and a regret that such feelings are no longer present in our lives – then I plead guilty.”

La mayoría de las veces la nostalgia es el recuerdo de algo sentimental que ni siquiera nos gustaba en ese momento; sin embargo, tiene más sentido definirlo como ese montón de emociones fuertes que ya no están presentes en nuestra vida. Lo mismo sucede con el tiempo y nuestra concepción del mismo:

“But time… how time first grounds us and then confounds us. We thought we were being mature when we were only being safe. We imagined we were being responsible but were only being cowardly. What we called realism turned out to be a way of avoiding things rather than facing them. Time… Give us enough time and our best-supported decisions will seem wobbly, our certainties whimsical.”

Con el tiempo todo lo que creamos que ha sido seguro parecerá voluble e inestable, el tiempo desarma nuestras certezas y nos lleva, inevitablemente al remordimiento:

“And no, it wasn’t shame I now felt, or guilt, but something rarer in my life and stronger than both: remorse. A feeling which is more complicated, curdled, and primeval. Whose chief characteristic is that nothing can be done about it: too much time has passed, too much damage has been done, for amends to be made.” (Un sentimiento primario, mucho más complicado que la culpa o la vergüenza y ante el que nada se puede hacer, ya que, normalmente, el daño se hizo antes de poder solucionarlo.)

Ante la sorpresa final, consecuencia de varias acciones pasadas, entre ellas las del propio Tony, poco se puede hacer; lo mismo suele suceder en nuestras vidas a menos que estemos atentos a lo que realmente estamos haciendo. El tiempo, los recuerdos, el remordimiento…. Sobre ellos, y con mucho humor, hace que reflexionemos Barnes en está gran novela.

“There is accumulation. There is responsibility. And beyond these, there is unrest. There is great unrest.” (Hay acumulación. Hay responsabilidad, y más alla de estos, hay intranquilidad, desasosiego, una gran intranquilidad).