Resumen Noviembre 2014. Compromisos para el siguiente mes

Es indudable que Gaddis y sus “Reconocimientos” han causado un alud en mis lecturas mensuales, he tenido que dedicarle mucho tiempo (tiempo muy valioso porque la obra lo merece) y esto ha lastrado el resto de lecturas posibles; a pesar de todo estoy bastante orgulloso de comprobar que he logrado leer nada más y nada menos que dieciséis libros, que paso a comentar brevemente, de varios de ellos tenéis la reseña anexada:

“Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos” de varios autores, no pude empezar mejor con una de estas pequeñas joyitas que saca La Felguera. No falta nada, Houdini, Valle-Inclán, fenómenos extraños y muy buen hacer.

“Carta de Lord Chandos” de Hugo Von Hofmannsthal, me recomendaron leerlo mientras escuchaba a Messiaen y similares y, en efecto, funciona a la maravilla, un maridaje excelso y enriquecedor. Me falta otra lectura por llegar de este estilo.

“¿Por qué manda Occidente… por ahora?” de Ian Morris, un pequeño dinosaurio lleno de buen hacer y muchas páginas, una premisa fabulosa, un buen desarrollo y un final un poco a destiempo, una grandísima lectura.

“Las mejores 50 arias de Verdi” de Arturo Reverter, estamos ante un libro imprescindible para todo buen aficionado a la ópera, y más particularmente a Verdi.

“La tumba” de Jim Butcher, el tercer volumen de la saga del inspector de lo paranormal da lo de costumbre y suele funcionar bastante bien, es una mezcla que a mí particularmente me encanta, lo sobrenatural y lo noir.

“Sobre la crítica literaria” de Marcel Reich-Ranicki, un clásico de la crítica alemana, una obra capital para entender el papel de la crítica ayer y hoy en día.

“Mataré a vuestros muertos” de Daniel Ausente, Daniel sabe exactamente lo que hay que hacer para crear una novela pulp hoy en día. ¡Cuánta diversión!

“El futuro del alma” de Eva Illouz, dos discursos de la marroquí que me sirven para descubrirla y comprobar nuevas posibilidades críticas. Más centradas en Estudios Culturales.

“La escuela nocturna” de Noel Ceballos, Noel deja un rato el blog y se dedica crear una conspiración en el Madrid de principios del siglo XX. Buen pulp.

“Una bala para Dios y otra para el Diablo” de Guillermo Zapata, una historia que podría haber firmado perfectamente Joss Whedon para su Buffy.

“La glándula de Ícaro” de Anna Starobinets, nueva remesa de relatos de la rusa que vuelve a la senda de la magnífica “Una edad difícil”, ciencia ficción y terror, mezclados con todas las obsesiones habituales de la escritora. Una recopilación fantástica.

“El caballero” de Jim Butcher, la cuarta entrega se acerca al ideal del trabajo, evolución de los personajes, un aprovechamiento de cada una de las subtramas, la aparición del mundo de las hadas y acción a raudales. De lo mejor de la serie.

“Máscaras de muerte” de Jim Butcher, cierta relajación pero manteniendo el entretenimiento habitual.

“Clases de baile para mayores” de Bohumil Hrabal, pequeña delicia que nos trae Nórdica para que conozcamos al escritor checo. Funciona muy bien casi desde cualquier perspectiva: estilo, fondo y humor.

“Antología de relatos japoneses. Tres maestros de la literatura” de Varios autores, recopilación de relatos de Ryūnosuke Akutagawa, Kenji Miyazawa y Osamu Dazai, tres clásicos japoneses con diferentes temáticas aunque la perspectiva fantástica está muy presente. Me encanta todas estas cositas que saca esta editorial.

“Lobezno Origen” de Paul Jenkins y Andy Kubert, relectura que vuelve a demostrar que, si quitamos el dibujo de Kubert y ese entintado… nos queda una historia más bien floja, a pesar de alguna sorpresa interesante.

No puede faltar la foto de compras de la última vez que fui a ver a mi insigne librero.

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Y este mes voy a intentar algo distinto, es una prueba piloto para ver si podré realizarlo el año que viene en el que ya tengo claro que quiero centrarme más en mi proyecto literario y en novela negra/terror. Voy a poner una foto tentativa de los libros que pretendo leerme el siguiente mes. Me vais a poder regañar si no lo cumplo, aunque es cierto que se puede romper por mil motivos. De hecho este mes… la extensión del Gaddis ha causado un retraso que será difícil de cumplir, veremos si es posible.

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¿Qué os parece la tentativa? ¿Me he pasado? ¿Os gusta la selección? Creo que me ha salido bastante equilibrada. Ya aviso que me estoy retrasando un poco para empezar el mes…. 😉

“Mataré a vuestros muertos” de Daniel Ausente. Lovecraft quinqui

MATARÉ A VUESTROS MUERTOSSiempre es un placer traer a este blog a Daniel Ausente del que hablé ya largo y tendido a propósito de su fantástica “Mentiré si es necesario” , una novela a medio camino entre el ensayo y la narración autobiográfica que iba muy en consonancia con la faceta más ensayística del autor. Ahora ha vuelto y, esta vez, por fin se ha arriesgado con una ficción, encuadrada por temática y formato en el pulp: novela corta, de capítulos rápidos con cliffhangers adictivos y terror a raudales.

En la construcción de la novela utiliza cada uno de los capítulos iniciales para establecer una base, con los siguientes ejes: por un lado, la amenaza, bien conocida por todos los que leemos a Lovecraft; en el encantador siguiente pasaje podemos reconocer, sin atisbo de duda, una de sus criaturas primigenias:

“Algo parece arrastrarse hacia ella en un reptar viscoso. Levanta como puede la nuca para enfocar mejor y de la oscuridad emerge algo indefinido, una silueta irregular que no se parece a nada de este mundo. La iluminación es tenue y apenas permite apreciar cómo agita lo que parecen brazos largos y asimétricos. Puede centrar la vista en una de esas extremidades porque avanza hacia ella con un movimiento ondulado, como si fuera una enorme serpiente de carne despellejada, lleva de palpitantes bulbos blanquecinos y negros filamentos que se mueven enhiestos. El aullido se incrementa, excitado, y Selena se da cuenta de que está desnuda y de que sus piernas atadas y separadas forman un triángulo cuya cúspide es su sexo abierto e indefenso, y que ese es el destino de aquella cosa asquerosa que ahora puede ver algo mejor, porque el apéndice ya está allí mismo y su extremo delantero parece la cabeza de una gaviota que abre el pico. Entonces Selena grita, pero nadie la escuchará, ni ahora ni nunca más.”

La escritura de Daniel es prolija en detalles sexuales y viscerales que refuerzan  expresivamente el relato enmarcado, sin lugar a dudas, en el terror; muchos años de visionado del noveno arte son un bagaje incalculable para afrontar este tipo de narración. Por otro lado Daniel apela, en el grandísimo segundo capítulo, “Fauna”, a sus vivencias personales; dicho capítulo finaliza de la siguiente manera:

“-¡Joder, Sole, que estamos abajo, me cago en tu puta madre! –grita la Nati.

-¡Vete a la mierda, Nati! –responden desde una ventana.

Toda la escena sucede en el cruce de tres calles, Voltés, Plom y Enriqueta Martí, que forman un pequeño reducto del viejo barrio chino de Barcelona, cada vez más pequeño y arrinconado.”

Refleja a la perfección la vida de la Barcelona más arraigada, la de los personajes que habitan esas tres calles; un barrio de miserias, un barrio de gente humilde y trabajadora que se erigirán en verdaderos protagonistas de una historia de terror “lovecraftiano”; Daniel sabe llevar lo que vive día a día, lo que lleva observando a lo largo de toda su vida, la cotidianidad quinqui se suma al terror sobrenatural en una mezcla explosiva de fatídicas consecuencias.

No se olvida de ningún detalle, como podemos extraer del siguiente pasaje, el nexo entre los dos ejes mencionados:

“-¿Y esto a dónde lleva, Juan?

-Uf. La verdad es que no lo sé bien. Ya sabes que todo el barrio está lleno de túneles y caminos y hay quien dice que antaño iban de la falta de la montaña de Montjuich hasta la Catedral. Recto, como a unos treinta metros, se llega al piso inferior del garaje aquel al que se entraba por Voltés y que lleva cerrado cinco o seis años. Es un sitio curioso porque tiene arcos y columnas como de claustro de monjas, que es lo que debía de ser antes, sólo que ahora están bajo tierra. De ahí salen varios caminos pero la mayoría están tapiados o acaban haciéndose inaccesibles.”

Túneles y caminos (desde antaño construidos) que servirán para dotar a los suburbios de Barcelona de un elemento mítico; la ciudad y lo que tiene de oculto servirán como vehículo para que nuestra deliciosa (y mortífera) criatura se desplace sin que sea detectada de un sitio a otro causando muertes por doquier.

En otro memorable capítulo (“Pantera Rosa”) tenemos una muestra del gran talento del escritor barcelonés; cargado de buen humor, recursos y, desde luego, mucha creatividad, para dotar a narración de riqueza; no le faltan medios, hasta nuestro entrañable Chuck Norris puede servir para ello:

“-Tu madre hacía las mejores mamadas del Chino, Sardina, sobre todo cuando se sacaba la dentadura.

El Sardina asiente sin alterarse porque hace años que se acostumbró al comentario. Con la mirada busca la cosa del Kala, que no es otra cosa que un subfusil Kalashnikov AD-47. Al Kala le llaman así por eso, porque hace veinte años se hizo con uno. Hay diversas teorías al respecto; que fue parte del botín tras una guerra de bandas, que movió cielo y tierra para comprarlo tras ver la película “Delta Force”, donde lo llevaban los terroristas que se enfrentaban a Chuck Norris o, simplemente, porque el destino lo puso en sus manos.”

La narración funciona como un verdadero tiro; los personajes, inolvidables, van entrelazando sus historias hasta llegar a una batalla final que denota su afán por sorprendernos y que adolece de algún pequeño defecto lógico: una vez que todo está establecido se acaba muy abruptamente, estoy seguro que de que podría haber desarrollado otras cien páginas sin ninguna dificultad. Parece que, ya llegando a esa parte, está tan cómodo que le cuesta horrores tener que cortar por el formato.

Un libro con tantísimas virtudes que no me voy a cansar de recomendarlo, a menos que no guste el terror claro; esperamos más maravillas como esta Sr Ausente, buena literatura (pulp o lo que sea), ni más ni menos.

Febrero 2014: La lista de lecturas

Febrero no suele ser un buen mes de lecturas, habitualmente por diversos motivos. Parece mentira, pero esos tres días de menos con respecto al resto de meses unidos a que, tras enero, que suele tener el impulso inicial, el segundo mes del año suele ser de relajamiento. Con todo esto, era lógico que tuviera menos lecturas que el mes anterior. Aun así no han estado mal las que he sacado y que os pongo a continuación:

“Vida y época de Michael K” de J.M. Coetzee,  con el sudafricano (ahora australiano) retomaba el proyecto literario, le seguirían McCarthy y Philip Roth. Otra joya que me iluminó este post conjunto con la ayuda del primer norteamericano.

“I wear de Black Hat: Grappling with Villains” de Chuck Klosterman, su último ensayo podría haber estado entre lo mejor del año pasado. Qué capacidad para “leer” en la cultura popular.

“Mentiré si es necesario” de Daniel Ausente, ¿quién dijo que la nostalgia era siempre ñoña? Don Daniel Ausente lo confirma con esta obrita incomensurable.

“El guardián en el vergel” de Cormac McCarthy, una primera obra siempre es interesante, sobre todo cuando hablamos del bueno de Cormac. Su reflejo de la realidad lo traté en el post que tiene enlazado junto con Coetzee.

“Lionel Asbo: El estado de Inglaterra” de Martin Amis, el espléndido escritor inglés no estuvo tan afortunado con esta obra y de ello hablé más profundamente.

“Kinsey y yo” de Sue Grafton, defendí lo detectivesco a cuenta de la grandísima Grafton, estupendos relatos cortos de misterio , un ensayo muy clarificador y una extraña última parte donde la escritora juega con lo autobiográfico.

“Primer Amor” de Ivan Turgenev, estoy cada vez más convencido de que la literatura rusa es mi siguiente hito a explorar. Una pequeña nouvelle donde la condensación de lo lírico está más que presente.

“Maten al león” de Jorge Ibargüengoitia, el buen uso de la sátira por parte del mexicano siempre augura buenas novelas, en este caso nuevamente lo confirma.

“Clavos en el corazón” de Danielle Thiéry, una propuesta interesante de novela policíaca, aunque se quede sin brillantez la conclusión ante una trama potencial con muchas posibilidades.

“El resucitador” de H.P. Lovecraft, no es el mejor relato de Lovecraft, pero ay, es Lovecraft.

“El avión rojo de combate” de Manfred von Richthofen, un relato de aventuras del legendario Barón rojo en el marco de la Gran Guerra. Una propuesta excelente de una editorial humilde pero con ganas de editar, que no es poco.

“Le ParK” de Bruce Bégout, una de las primeras grandes sorpresas del año este texto dixtópico del francés. La edición exquisita de Siberia lo puso fácil, me tenía ganado desde el principio.

Se supone que lo que toca en marzo es lo que debería poner a continuación, siempre ayuda poner la foto de las últimas compras.

Adquisicionesultimas

 Lo que tengo claro es que hay ciertos libros que van a ser un MUST; en efecto, son fijos pase lo que pase:

“La noche a través del espejo” de Fredric Brown, por fin la reedición de un clásico de la novela policíaca.

“Trabajos de amor ensangrentados” de Edmund Crispin, el tercer caso de Gervase Fen es uno de los mejores motivos que existen para ponerse a leer.

“La ciudad de N” de Leonid Dobychin, Nevsky recupera uno de esos autores rusos con mucho que contarnos. ¿Un clásico olvidado?

“Jagannath” de Karen Tidbeck, nueva escritora sueca que nos trae igualmente Nevsky; imagínate que sale algo tan bueno como Anna Starobinets. Tenía tantas ganas de leerla que cuando salga publicado este post ya habrá caído.

“Las dos señoras Abbot” de D.E. Stevenson, el tercer libro de la saga de la señora Buncle siempre es un motivo para estar de enhorabuena.

“Muerto el perro” de Carlos Salem, “Matar y guardar la ropa” es tan bueno que, cualquier libro del argentino me parece un pequeño acontecimiento.

Y seguiré con el proyecto literario, no puedo descansarlo ni un mes. Este mes caerá Roth, Nooteboom, Delillo, Joyce Carol Oates…  en fin, una mezcla muy sana e interesante. Veremos hasta dónde llego.

“Mentiré si es necesario” de Daniel Ausente. La nostalgia como eje narrativo

MentiréNostalgia, la  nostalgia nos trae tantos recuerdos; pero, ¿qué significa en realidad esta palabra? Acudamos a nuestra rae que siempre es la mejor opción en estos casos.

nostalgia.

(Del gr. νόστος, regreso, y -algia).

1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.

2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.

La segunda acepción es, quizá, la más extendida actualmente a casi cualquier ámbito; impregna prácticamente cada momento de nuestra vida y se acrecienta su influencia con el tiempo. La máxima “cualquier tiempo pasado fue mejor” se hace demasiado patente resultando en una pérdida de objetividad; la nostalgia suele convertirse en elemento “nulificador” del raciocinio. Si habitualmente tenemos elementos que subjetivizan nuestros actos, cuando la nostalgia aparece, estos elementos se exacerban y nos llevan a la falta de criterio. Lo podemos observar claramente con “lo ochentero” que varias cadenas de radio utilizan en su programación de forma continuada aprovechándose de los oyentes que sienten que todo lo que vivieron en aquella época era dichoso porque lo vivieron ellos.

En el caso de la literatura es aún más difícil sustraerse de esta influencia; sobre todo cuando hablamos de relatos que narran acciones acontecidas en el pasado, más si se trata de historias de formación; inevitablemente, el discurso puede abusar de elementos nostálgicos, que suelen desencadenar relatos ñoños, buscando las lágrimas fáciles y las emotividades a flor de piel. No me voy a dedicar a hablar sobre los relatos que caen en la facilidad de este discurso (hay ejemplos innumerables), sino en aquellos que intentan salirse de estos lugares comunes y presentar el pasado de una manera diferente, más arriesgada, o, sencillamente diferente a la habitual.

Recuerdo precisamente a Julian Barnes en su fantástica novela “The sense of an ending” donde ya comenté que Barnes escapaba de la trampa y subrayaba, precisamente, cómo las emociones que se creen vivir en esos momentos suelen desencadenar este sentimiento cuando careces de ellas.

Daniel Ausente es el creador del Blog Ausente uno de los mejores blogs de cultura popular que conozco, de visita obligatoria; pero no se conforma con esto, sino que escribe en varios sitios, uno de ellos: el Butano Popular se ha lanzado hacia la autoedición recopilando textos suyos y de otros tres colaboradores habituales. “Mentiré si es necesario” es el resultado de esta iniciativa y constituye, por derecho propio, un ejemplo maravilloso de escribir sobre el pasado sin dejarse caer en la nostalgia fácil y, al mismo tiempo, ser emocionante y, por momentos, aunque parezca incongruente por el tipo de narración, heroico.

Heredero de los Pérez Andújar o González Ledesma, retratadores magníficos de los barrios de Barcelona; Daniel se revela como una voz única y distinta de un pasado vivido en primera persona. Estamos ante un Bildungsroman muy particular, un coming of age de lo trash donde su formación como persona se entrelaza de manera casi indistinguible con su formación cultural pop.

“Lo explica mi abuelo durante la comida. Comidas pantagruélicas que él y mis tíos llaman un bon tiberi y que conforman mi educación tanto o más que los tebeos de Bruguera, la televisión de Lazarov o los cuadernos Total de caligrafía.”

En el siguiente texto refleja uno de esos momentos pasados, esas luchas que vivió en sus carnes y cómo, de una manera sencilla, se lamenta de algo que ya no ocurre; esa última frase muestra su malestar ante el avance del progreso pero consigue expresarlo de una manera, parece mentira, objetiva. Sin vanos efectos lacrimógenos.

“Recuerdo que al salir de los Toy Dolls, en el viejo Zeleste, había una batalla campal entre punkis y skins fachas. Una punki bajita y culona iba repartiendo piedras que llevaba en una caja. Luego hubo cargas policiales y carreras por el Borne. Donde hoy hay una diseñadora vendiendo anillos para pulgares guiris antes había una punki con munición. Podemos llamarlo progreso.”

No cae en la tentación de ser un “abuelo cebolleta” a la hora de relatar los eventos pasados; no hay nada heroico en su supervivencia, sino inconsciencia e incluso eurte; su relato está cargado de una sinceridad que (eso sí) tinta todas sus emociones; no duda en reconocer sus problemas y de esta manera consigue ser maravillosamente épico. Consigue que un relato de hechos pasados, quizá, consciente o inconscientemente, se vuelva heroico por momentos.

“He perdido muchos rastros. Busco nombres en las redes sociales y nos los encuentro. A muchos los perdí en los aledaños de la Plaza Real, comprando papelinas a príncipes africanos. Me sabe mal por las chicas. Algunas eran muy guapas aunque veía cómo sus tetas se iban escuchimizando. Yo en cambio sigo aquí. Mi instinto de supervivencia funcionó a pleno rendimiento. Tuve suerte o fui cabal en pleno apocalipsis. Creo que la clave es que mis amigos se ponían a vomitar tras el chute y luego no había manera de correrse una juerga demente con ellos.

Tuve suerte, sí, porque si hubiera dicho que sí solo una vez hoy no estaría aquí. Por mi adn corre el gen de la adicción y vengo de una familia de alcohólicos. Pero mi decisión no tuvo nada de heroico y mucho de inconsciente. Ellos se bombeaban opiáceos en vena mientras yo trazaba rayas de speed con una tarjeta de crédito. Dinámicas tóxicas irreconciliables. No necesitaba dormir mi cerebro sino excitarlo más.”

Una hipótesis futura, la pregunta a su madre, nos lleva al final de su historia, una historia de supervivencia. Ni más ni menos.

“Pero aun así, siempre notaré que me falta una pieza, que el puzzle no encaja. Un día le preguntaré a mi madre.

-Oye, mamá, en la historia del avi en la Guerra Civil hay algo que no entiendo. Se dedicaba a proyectar películas de propaganda republicana y se iba de juerga con los rusos, pero luego no le pasó nada y enseguida le fueron muy bien las cosas.

Mi madre me mirará en silencio un rato.

-Mira, lo que hizo tu abuelo fue lo que harías tú: sobrevivir como fuera.”

Podría acabar así este comentario a esta obra necesaria, pero, por afinidad me gustaría terminar con ese momento en el que descubre el terror, a los seis años y sabe que será su compañero para siempre:

“Tengo seis años y en la soledad de mi habitación invoco demonios, recito conjuros y realizo un sortilegio que emana de mi interior, que es innato porque nadie me lo ha enseñado. Una fórmula inconfesable que incluye sangre, carne y agujas afiladas. Abrazo el horror y ay, nunca más volveré a tener miedo.”

Qué placer inmenso imbuirnos en tu prosa Daniel.