19 librazos para el día del libro del 2023

Este año me ha costado horrores llegar a esta lista. Las cosas han cambiado mucho. Antes, por escribir en un medio, no me cortaba en pedir a las editoriales sus planes para los próximos meses, a eso se sumaba que la librería en la que compraba estaba en Madrid y podía pasarme en cualquier momento a coger algún libro que me faltara para completar la lista. Ahora soy un simple particular que lee mucho. Pocas cosas hay más irrelevantes.

En un mundo tan globalizado y con tanta gente recomendando libros independientemente de lo que se lea, mi contribución es poco más que una anécdota, no aporto prácticamente nada. Y el año que viene espero aportar menos porque no puedo comprar lo que compro ahora mismo. Mantendré las listas este año… el año que viene, ya veremos. Dicho todo esto, allá va la selección que he preparado para este día del libro:

Hotel Splendid de Marie Redonnet (Malas Tierras), hay que reconocer que desde Malas Tierras están configurando un catálogo independiente muy interesante y que busca diferenciarse del resto de editoriales, y esto se está cuidando hasta en el formato escogido, diferente al de otras editoriales; quizá lo que más me ha gustado es la recuperación de autoras que han pasado bastante inadvertidas por estos lares y sin limitarse al mercado anglosajón. Tal es el caso de la francesa Marie Redonnet y la recuperación de este título tan peculiar. Hotel Splendid se puede entender en su inicio como una representación de la vida cotidiana de una familia (formada por tres hermanas) y los habitantes del hotel. Según avanza, el hotel se convierte en algo que va más allá, casi sobrenatural y enigmático al mismo tiempo. Contrasta muchísimo este tipo de narración con el estilo sencillo, minimalista, de la autora (lo que la emparenta con la escritura de Beckett o Ernaux). La mezcla de todo ello es subyugadora. Un viaje colosal por un purgatorio que no termina. Traducción: Rubén Martín Giráldez


Cuentos de lo insólito de May Sinclair (Biblioteca de Carfax), siendo fiel a mis costumbres, lo que me gusta empezar el año con el primer libro que sacan en la Biblioteca de Carfax recuperando a alguna autora victoriana. En esta ocasión le toca a May Sinclair, prácticamente desconocida a pesar de ser, como dice en el prólogo, una “dama vanguardista que cayó en el olvido”. La selección está formada por siete cuentos, aunque uno de ellos (El defecto en el cristal) con la longitud de una novella. Historias que se leen y se disfrutan de una manera muy actual a pesar de ser del siglo XIX gracias las interesantes ideas de la autora. Una lectura estupenda. Traducción: Shaila Correa


Los árboles de Percival Everett (De Conatus), ya iba tocando que De Conatus hiciera su aparición en mi lista y con la publicación de este libro del afroamericano Percival Everett es una ocasión estupenda para recomendar sus títulos. La novela de Everett es una mezcla de estilos muy atractiva donde se junta una investigación policíaca con un aparente serial killer que se dedica a asesinar a blancos que, en el pasado, se dedicaron a hacer linchamientos a personas de color. Ambientada en la actualidad (con Trump y el Ku Klux Klan….) no se centra solamente en ese margen de tiempo sino también en el pasado y el autor lo utiliza para reflexionar sobre el odio al diferente de una sociedad como la norteamericana. Lo mejor de todo es que, además, en esa aparente seriedad sobre los temas tratados siempre hay un esfuerzo cómico que funciona a la perfección, como comedia negra no tiene precio. Una de las primeras grandes obras del año. Traducción: Javier Calvo



Los noventa de Chuck Klosterman (Península), me da un poco de pena que este título se haya publicado en una de las grandes monopolizadoras literarias, de ahí que no pierda la oportunidad de recomendar las anteriores novelas del autor publicadas con tanto mimo y buen gusto en EsPop, no perdáis oportunidad de leer alguna de ellas. El blurb que aparece en la portada de este último título es, en mi opinión, muy acertado ya que estamos posiblemente ante uno de los mejores cronistas culturales de la generación X. Klosterman coge una década, la de los noventa, y vuelve a demostrar su capacidad de síntesis sin perder rigurosidad y añadiendo siempre pequeñas notas cómicas que hacen que sus ensayos siempre sean muy entretenidos. Evidentemente, el tema tratado está muy dirigido en esta ocasión a un público objetivo (yo estoy muy incluido) que ha vivido esa época y de la que guarda tantos recuerdos. De hecho, a pesar de algunas particularidades muy específicas de EEUU, la mayoría del contenido es perfectamente reconocible y disfrutable, como él bien dice es, posiblemente, la última etapa antes de la entrada global de internet donde este tipo de crónica será mucho más difícil por la falta de fenómenos centrales y la mayor distribución. Me gusta mucho todo lo que comenta pero, especialmente, cuando se refiere a temas culturales (música, cine.. etc..) me parece que está aún más inspirado (sólo hay que ver sus reflexiones sobre Nirvana y el Grunge o Tarantino y Pulp Fiction). Hacía tiempo que no ponía ensayos en mis listas y han vuelto por la puerta grande. Qué magnífica propuesta. Traducción: Ana Camallonga

Finlay Donovan: Una escritora de muerte de Elle Cosimano (Contraluz), nome voy a atribuir el mérito de haber llegado a esta novela, no la tenía en el radar, es uno de esos ejemplos maravillosos por los que vale muchísimo la pena dejarse recomendar por buenos libreros, y para eso tengo uno de los mejores (para mí, el mejor); Jónatan sabe lo que leo, sabe mis compras, sabe lo que más disfruto, y según eso, es capaz de recomendarme escritoras que pueden gustarme y os puedo asegurar que acierta en un porcentaje altísimo. El libro de Elle Cosimano podría ser considerado un cozy crime pero, partiendo de esa raíz, ofrece mucho más, en particular, el desencadenante aleatorio de la trama principal es una pequeña maravilla y la autora consigue darle sentido a una situación tan altamente improbable durante casi quinientas páginas y siempre con un exquisito buen humor. Las dos protagonistas, aliadas involuntarias para al final siendo grandes amigas, están muy bien perfiladas y rehúyen a tópicos del género para mostrar algo diferente. Mi mayor alegría es que es sólo el primer libro de la trilogía y que la editorial tiene pensado publicar los siguientes. Mientras tanto a disfrutar a lo grande con la primera entrega. Traducción: Jorge Ollero Castela

Bestias de Joyce Carol Oates (Contraseña), han pasado más de diez años desde que empecé a leer a Joyce Carol Oates (nada como tener a Goodreads para sacar este tipo de datos inútiles). Estaba casi convencido de que Bestias (en la edición de la extinta editorial Papel de Liar) fue el primer libro pero estaba equivocado. El primero fue el ahora inencontrable A Media Luz (publicado por Lumen en su momento); fue el segundo. Me acuerdo de él especialmente ya que me causó mucha impresión por lo que narraba y por la forma de hacerlo. Esta nueva edición (con nueva tradición del título) me ha parecido maravillosa. La portada no resulta tan impactante como la de la edición anterior pero el trabajo de la traductora subraya aún más las muchas virtudes de la historia, la decadencia de los protagonistas unida a su perversión, la sutileza con la que trata temas tan potentes y, sobre todo, un gusto poético a la hora de transmitir todo el lirismo de lo que nos cuenta. Sentí la necesidad de leer más lentamente para poder paladear cada frase, cada párrafo espléndidamente construido. Sólo espero que no sea la última obra que nos traigan de la autora. Traducción: Pepa Linares

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La Jugada Final de Jennifer Lynn Barnes (Molino), no me extraña nada el éxito de Lynn Barnes con esta saga y con la autora. Parece mentira que llevara ya más de veinte libros en su haber y nadie se hubiera atrevido a traerla por aquí. Me imagino que sería por el típico prejuicio a publicar novelas de género para jóvenes, afortunadamente, con el auge que estamos viviendo estos últimos años (también en España) para este tipo de novelas, ha encontrado su hueco y es un hueco tremendamente jugoso. Sus ingredientes para el éxito son claros, capítulos cortos, tramas muy bien urdidas, bastante culebrón, dejando cada capítulo con una revelación que ayude a continuar y, cómo no, mucha imaginación. Estos Juegos de la Herencia son el epítome de todo lo que hace bien la autora. No tengáis miedo, coged el primero y seguro que llegáis al tercero sin esfuerzo y disfrutando un montón Nota importante: a pesar de ser libros dirigidos para un público son disfrutables por todo el mundo igualmente. Traducción: Martina García Serra


Mala onda de Myriam Gurba (Tránsito), qué maravilla todo lo que trae tránsito, en esta ocasión me ha costado escoger porque los tres títulos que han sacado últimamente son todos buenísimos y no me suele gustar repetir editoriales pero la ocasión lo merece. El primer título es de la escritora Myriam Gurba, una escritura norteamericana de origen mexicano que compone aquí su novela de formación autobiográfica personal. Lo increíblemente fascinante es que es capaz de desbordar totalmente con el lenguaje, con una exuberancia que me ha recordado a la mejor Rita Indiana (gracias a una traducción impresionante de Elisa Díaz Castelo) y que no descuida para nada en lo que cuenta abordando todo tipo de temas que van desde al racismo a lo queer sin solución de continuidad, todo fragmentado y con gotas de un humor cáustico. Todo ello reivindicando la maldad como leit motiv de su existencia. Un libro inolvidable, hermoso en su unicidad, totalmente distinto, literatura desde las entrañas de tu mismo ser. Traducción: Elisa Díaz Castelo


Huir de Evan Dara (Pálido fuego), probablemente, Dara sea el autor actual que mejor sabe utilizar el recurso del narrador colectivo (una narración en la que se van superponiendo las voces de un montón de personajes innominados); en Huir parece la mejor solución para contar la progresiva destrucción de un pueblo cuando el motor económico de la localidad echa el cierre de manera inesperada. Lo bueno de esta novela es que, en esta ocasión, lo alterna con algunas individualidades, personajes con nombre que actúan directamente ante los eventos que se suceden tanto para intentar evitarlo como para revitalizarlo posteriormente. De  esta manera una historia que refleja tan bien los problemas del capitalismo consigue mostrar cómo afecta en general y de manera personal a algunos de sus habitantes dando una implicación emocional al mismo tiempo que describe hechos objetivos. Con Dara nunca te equivocas, lecturas que ayudan a reflexionar y que se disfrutan en mayor medida con el manejo del lenguaje del autor. Traducción: José Luís Amores

La gota de sangre de Emilia Pardo Bazán (Siruela), qué gran acierto por parte de Siruela incluir en su colección de clásicos de novela negra a la autora gallega, lo de doña Emilia es de no creerse lo buena que era. Capaz de transitar por cualquier tipo de género (terror incluido) y hacerlo antes que nadie. Esta pequeña narración policiaca vuelve a demostrar todos esos aspectos pero se magnifican aún más porque estamos hablando de 1911, no había prácticamente referentes españolas en esa época y Pardo Bazán decide nada menos que presentar el tropo del entrometido/a para narrar una historia que subvierte muchos de los tropos habituales inherentes al género en una época en la que no era nada común. El final es tremendo (y nuevamente poco habitual) y su estilo es, como ya sabemos, cuidado hasta el límite. Sinceramente, lo comparas con obras más modernas y tendrías serias dudas para saber cuál es la moderna (sólo el lenguaje la delata).

El hombre joven de Annie Ernaux (Cabairet Voltaire), desde que le concedieron el Nobel de literatura, nueve libros suyos han pasado por mis estanterías (y seguirán cayendo). Me convence totalmente su estilo y la forma de narrar lo que le sucede, sobre todo cuando se trata de hechos que se salen de lo habitual. Por ejemplo, en este libro, una de las veces que está saliendo con el chico en cuestión, piensa lo siguiente: “A veces notaba en algunas mujeres de mi edad el deseo de atraer su mirada según, pensé, una lógica simple: “Si le gusta ella, es que prefiere a las mujeres maduras; entonces, ¿Por qué no a mí?”. Conocían perfectamente su lugar en la realidad del mercado sexual, y que fuera transgredido por una de sus semejantes les daba esperanza y audacia.” Ella es perfectamente consciente de cuánto está transgrediendo una situación, y no sólo piensa en cómo la mirarían los hombres (previsible) sino cómo se sentirían mujeres como ella, mujeres que están “fuera de mercado”. Qué audaz es Ernaux a la hora de transmitir sus sentimientos y qué necesario es que haya personas como ella que no tengan miedo a salirse de establecido. Traducción: Lydia Vázquez Jiménez


Los empleados de Olga Ravn (Anagrama), no suelo poner libros de Anagrama, posiblemente no vuelva a poner otro pero, en esta ocasión me lo voy a saltar con un libro distinto y poco habitual en su catálogo. Gracias a la recomendación de Adrián Álvarez me sumergí en su lectura y tengo que reconocer que su planteamiento me parece muy sugestivo: una distopía planteada desde una nave que lleva meses sobrevolando el planeta Reciente descubrimiento y en la que conviven humanos con humanoides de una manera simbiótica en su principio para acabar deformándose en la parte final. Tiene mejor planteamiento que conclusión pero yo me quedo con la narración sensorial de Olga Ravn, una narración muy atenta a los colores, los sabores y, sobre todo, los olores: “El resultado de mi investigación determina que el mejor modo de comunicarse con los objetos es a través de los aromas. Por eso, cuando estoy allí dentro, masco hojas de laurel. He logrado numerosos avances en mis estudios gracias a esta técnica, y he conseguido ni más ni menos que varios de los objetos respondan a mis peticiones desprendiendo ellos a su vez un aroma.  Cada objeto posee en su seno un aroma distintivo, y hasta me atrevería a decir que personal, y el objeto lo aferra como una mano que protegiera una perla.” Traducción: Victoria Alonso


Madres oscuras de Varias Autoras (Horror Vacui), curiosísima propuesta de Horror Vacui que se centra en la presentación de madres (ojo, no maternidades) desde un punto de vista más oscuro de lo habitual y lo hace con una combinación de autoras totalmente heterogénea que va desde George Sand y Willa Cather hasta autoras contemporáneas actuales como Eva Cid y Layla Martínez. Diez historias que tienen como objetivo que nos olvidemos de los ejemplos de madres habituales para demostrar que existen otras posibilidades y no todas ellas son satisfactorias, ahondando más en la idea de las “malas madres”. Lo mejor es acudir sin ideas predeterminadas y dejarse llevar, todo un festín de heterogeneidad. Traducción: Sergio Chesán


La llave maestra de Bernard Capes (Who editorial), me parece muy interesante el trabajo que está haciendo una editorial pequeña como Who, ya que de una manera marginal se está acercando a unas obras policíacas (de una época increíblemente pródiga en títulos) centradas en lo detectivesco pero sin sacar las opciones más habituales (dentro de un género que es un nicho en sí mismo más allá de Agatha Christie). De ahí que la traducción de este libro de Bernard Capes se convierta en todo un acontecimiento ya que, como dice Chesterton en el prólogo nos encontramos con un escritor que resulta ciertamente poético en su planteamiento de las situaciones y de la propia historia sin resultar un óbice para el avance de la trama principal. Tiene uno la impresión de estar ante un orfebre que alterna poesía con prosa sin que apenas nos demos cuenta; da gusto encontrar una posibilidad como esta, sobre todo si, como a mí, te apasiona la época del Detection Club. Traducción: Manuel Navarro Villanueva


El evangelio del Nuevo Mundo de Maryse Condé (Impedimenta), qué bien que Impedimenta haya tomado la sanísima costumbre de sacar un libro de Condé al año, la ganadora del Nobel alternativo el año que no hubo Nobel de literatura siempre es una opción segura en cuanto a calidad y entretenimiento. Este libro es, además, el último que se ha publicado de la autora a nivel internacional y es una visión alternativa del relato mesiánico sustituyendo la figura cristiana de Jesús por Pascal, un ambiguo personaje que actúa como si fuera un Mesías en unas circunstancias totalmente diferentes. Lo bueno como siempre es que la autora utiliza este relato para presentar temas relacionados con el colonialismo y el racismo y el relato no se resiente y resulta muy ameno. Los que conozcan el relato bíblico disfrutarán aún más de los contrastes que se van presentando. Traducción: Martha Asunción Alonso


Jesús y John Wayne de Kristin Kobes Du Mez (Capitán Swing), pues sí, en esta ocasión ha caído más de un ensayo en los títulos recomendados para este día del libro. Tengo que reconocer que el tema me interesaba bastante a nivel de actualidad política pero después de ver esa portada, es de esas pocas veces en que un título se vuelve irresistible desde que lo ves por primera vez. Si además te encuentras con un material tan bien meditado y desarrollado como el de Du Mez, me veo en la obligación de recomendarlo sin ningún tipo de reticencia. Traducción: Gemma Deza Guil

Less está perdido de Andrew Sean Greer (ADN Novelas), Less fue excepcional, sin medias tintas, conseguía un equilibrio maravilloso, como bien decía mi amigo Jónatan entre la comedia, lo queer y aquello que es dramático y no se puede controlar, un punto de desesperación ante la vida. La segunda novela con el mismo encantador protagonista no puede ir mal porque el escritor tiene mucho talento. Puede que no gane el Pulitzer (como ocurrió en la anterior entrega) pero seguro que uno se lo vuelve a pasar bien de nuevo con él. Traducción: Miguel Marqués Muñoz

Sólo quería bailar de Greta García (Tránsito), la “verborreica” y deslenguada autora, Greta García, compone en esta obra tan particular una tragicomedia andaluza, o un drama vestido de comedia, que casi sería más exacto. Tuve dudas entre esta novela y la de Lucille Clifton pero al final me he decantado por la opción española porque, al fin y al cabo, no suelo poner tantas por aquí. También la he puesto porque me ha resultado más potente a nivel de lenguaje, quitando los típicos estigmas que reciben los andaluces por su forma de hablar, y porque la autora es salvaje e irreverente, se atreve con todo. No es fácil encontrar un despliegue de tal calibre, hay que afrontarlo sin miedo a lo que puedas encontrar, seguro que consigue escandalizar en algún momento y me parece muy saludable.

Crímenes Reales de Samantha Kolesnik (Biblioteca de Carfax), la colección Deméter avanza y con cada título conforma una forma distinta de confeccionar un catálogo diferenciador con respecto a otras editoriales e incluso en comparación con su sello principal. Las editoras de Carfax no sólo se dedican a publicar terror sino que, con cada título que sacan, definen aún mejor su idiosincrasia gracias una selección sencillamente fabulosa. Ese libro de Kolesnik es una nueva piedra en esta construcción y vuelve a demostrar el buen gusto de las editrices. El relato es muy crudo, se acerca al splatterpunk pero sin recrearse en él, y sirve para reflejar lo importante que puede llegar a ser en la formación de una persona los abusos sufridos a lo largo de su infancia, hasta el punto de originar una nueva espiral de violencia de la que no es posible salir. Suzy y Lim son los perpetradores y víctimas al mismo tiempo y no hubo forma de que apartase la mirada del libro hasta que leí la última palabra. Duro, descarnado y doloroso en apenas doscientas páginas, intensidad pura para los amantes del terror . Traducción: Shaila Correa

Y con esto llego al final, diecinueve títulos entre las que seguro que encontráis una buena opción de lectura. Variedad no falta, en temáticas, en escritores/as, en estilos, en países… y, sobre todo, destinadas a que paséis un buen rato. ¡A disfrutar!

Volver a Buffy y Angel

He retomado el visionado de las temporadas de Buffy y Angel; lo tenía abandonado porque estaba viendo demasiadas cosas a la vez y con el rebalanceo que hice la semana pasada he sacado el tiempo suficiente para ver todos los días un episodio. Alterno las dos series según el orden en que salieron en EEUU en su momento y ahora mismo me encuentro en el capítulo nueve de la quinta temporada de Buffy (la temporada en que se canceló, aunque luego volviera con sus dos últimas temporadas).

Después del horrible villano de la cuarta (Adam definitivamente no tenía carisma), Glory fue todo un avance, representaba una amenaza real aparentemente indestructible, desconocida para la patrulla de Buffy y con los suficientes elementos cómicos para aligerar la trama. La primera vez que la vi recordaba bastante bien sus vicisitudes, esa búsqueda constante de un plan para descubrir dónde está la llave (Dawn) y cómo fracasaba una y otra vez, también recordaba The body por motivos obvios. De lo que no era tan consciente, sin embargo, y ahora me llama más la atención, es el proceso que siguen Buffy (especialmente) y Dawn (de otra manera) hasta la llegada de dicho episodio.

Precisamente he empezado con el capítulo ocho Shadow y el nueve Listening to Fear, capítulos en los que Joyce descubre que tiene un tumor en la cabeza y la llevan a operar respectivamente. Hay que ver lo que suponen emocionalmente para la protagonista, ambos capítulos son dramas totales con el “Monster of the week” incluido y, definitivamente, asistimos al crecimiento como adulta de Buffy, abandonando de verdad la adolescencia y tratando un tema tan adulto como es la enfermedad de una madre. Hay que reconocer que están ambos muy equilibrados, presentando un conflicto que una cazavampiros, la elegida, no puede solucionar. Tiene gracia cómo incluso plantea la magia como solución a su patrulla y le hacen ver de las posibles consecuencias que puede traer este tipo de intromisiones (sabremos de ello en la sexta temporada). Lo bueno es que toda esta situación no interfiere en la trama principal de fondo y no dejan de presentar nuevas situaciones que se intercalan con ella.

Lo bueno de verla ahora tanto tiempo después del primer visionado es que me estoy fijando en aspectos a los que mi yo adolescente no les daba tanta importancia y, sin embargo, ahora me parecen claves en la evolución del personaje. ¿Estoy disfrutando de ello? Pues sí, de nuevo, pero por más motivos y, posiblemente, diferentes.

Nueva #carretilla

Os habréis dado cuenta pero, por si acaso, lo aclaro para los que lleguen de nuevas. Entre las toneladas de ocio que consumo siempre tiene prioridad la lectura. Una vez la lectura está ordenada y tiene su hueco diario es cuando ordeno las siguientes propuestas (series, cine, switch, juegos de mesa….); y esto es así porque me he dado cuenta de que si lo primero no lo tengo asegurado parece que no estoy equilibrado internamente. De ahí que en estas pequeñas cartas nunca faltará algún comentario referente a lectura y a sus hábitos, lo demás puede faltar pero eso nunca.

Esta semana me llegó la #carretilla de febrero (como siempre gracias a Jónatan y sus recomendaciones y la logística de La casa tomada). Su composición es ligeramente peculiar y está diseñada especialmente para seguir catando novedades que puedan ser susceptibles de aparecer en la lista que estoy haciendo para el día del libro (todavía me queda alguna posibilidad de la anterior pero estoy acelerando con ellas)

Sin duda el libro más esperado es la conclusión de los Inheritance Games de Jennifer Lynn Barnes (La Jugada Final), me estaba guardando el segundo para leerlos los dos seguidos y en cuanto termine con el excelente ensayo de Klosterman (Los Noventa), va a ser la máxima prioridad. El segundo que va a subir puestos en mi inmensa pila de lecturas es el de Finlay Donovan de Elle Cosimano, recomendación directa de mi querido Jónatan, y con buenas recomendaciones de otras personas, la idea de un Cozy crime divertido y bien escrito siempre me atrae.

En el segundo vagón de prioridad irían las propuestas de Shamini Flint (su detective malasio me gustó mucho en su primera entrega); Myriam Gurba (Tránsito siempre me trae historias interesantes escritas por mujeres) y Leila Slimani (En Cabaret Voltaire le están dando una continuidad que merece y mucho esta autora).

Bestias va a ser una relectura del libro de Joyce Carol Oates aprovechando que sale nueva traducción y edición de su obra, siempre apoyo a Contraseña con estos lanzamientos pensando en la posibilidad e que traigan alguna obra inédita.

Por último, tres mangas variados que caerán en el viaje a León (el concierto que tengo en dos semanas) y el resto que irán cayendo según lo que me apetezca más en cada momento. No tengo claro todavía cuando pero mis apetencias se van metamorfoseando según el contexto en el que me encuentre.

Quantumania

Aprovechando el cumpleaños de nuestro peque, nos acercamos al cine a ver la última película de Marvel. Ahora que lo que se lleva es poner a parir cada película que sacan tengo que reconocer que la disfruté muchísimo. Ni falta que hace que cada película tenga que ser un Endgame, con que consigan un entretenimiento solvente me vale. Al fin y al cabo, cuando lees cómics sabes que no todos ellos están destinados a trascender. Lo mismo sucede con la literatura, hay críticos culturales que leen veinte libros al año y todos son obras maestras, es demencial. Parece más importante demostrar que tú sólo lees obras maestras que de verdad disfrutar de la lectura, la pose está dejando atrás a la cultura.

Quantumania es una aventura estupenda que bebe de las raíces del Pulp, de los cómics de ciencia ficción de los años sesenta, con un diseño que busca el sentido de la maravilla a la hora de presentar el mundo cuántico y que sirve como legado para presentar a Estatura y a Kang como verdadera amenaza del MCU (tras lo de Loki). Y con batallas tremendamente divertidas y algún toque de humor.

No busca en ningún momento ser seria y es autoconsciente de ello, busca entretener que, al fin y al cabo, el es fin principal de la cultura. Y lo logra con creces, ojalá Marvel siga la senda de esta y de otras como la última del Doctor Extraño y no se centre tanto en propuestas como Pantera negra, demasiado enfocada en parecer seria.

Os habéis salvado esta semana… no hay Marvel Champions…. La próxima nunca se sabe.

Cuidaos mucho

Un abrazo

Febrero 2014: La lista de lecturas

Febrero no suele ser un buen mes de lecturas, habitualmente por diversos motivos. Parece mentira, pero esos tres días de menos con respecto al resto de meses unidos a que, tras enero, que suele tener el impulso inicial, el segundo mes del año suele ser de relajamiento. Con todo esto, era lógico que tuviera menos lecturas que el mes anterior. Aun así no han estado mal las que he sacado y que os pongo a continuación:

“Vida y época de Michael K” de J.M. Coetzee,  con el sudafricano (ahora australiano) retomaba el proyecto literario, le seguirían McCarthy y Philip Roth. Otra joya que me iluminó este post conjunto con la ayuda del primer norteamericano.

“I wear de Black Hat: Grappling with Villains” de Chuck Klosterman, su último ensayo podría haber estado entre lo mejor del año pasado. Qué capacidad para “leer” en la cultura popular.

“Mentiré si es necesario” de Daniel Ausente, ¿quién dijo que la nostalgia era siempre ñoña? Don Daniel Ausente lo confirma con esta obrita incomensurable.

“El guardián en el vergel” de Cormac McCarthy, una primera obra siempre es interesante, sobre todo cuando hablamos del bueno de Cormac. Su reflejo de la realidad lo traté en el post que tiene enlazado junto con Coetzee.

“Lionel Asbo: El estado de Inglaterra” de Martin Amis, el espléndido escritor inglés no estuvo tan afortunado con esta obra y de ello hablé más profundamente.

“Kinsey y yo” de Sue Grafton, defendí lo detectivesco a cuenta de la grandísima Grafton, estupendos relatos cortos de misterio , un ensayo muy clarificador y una extraña última parte donde la escritora juega con lo autobiográfico.

“Primer Amor” de Ivan Turgenev, estoy cada vez más convencido de que la literatura rusa es mi siguiente hito a explorar. Una pequeña nouvelle donde la condensación de lo lírico está más que presente.

“Maten al león” de Jorge Ibargüengoitia, el buen uso de la sátira por parte del mexicano siempre augura buenas novelas, en este caso nuevamente lo confirma.

“Clavos en el corazón” de Danielle Thiéry, una propuesta interesante de novela policíaca, aunque se quede sin brillantez la conclusión ante una trama potencial con muchas posibilidades.

“El resucitador” de H.P. Lovecraft, no es el mejor relato de Lovecraft, pero ay, es Lovecraft.

“El avión rojo de combate” de Manfred von Richthofen, un relato de aventuras del legendario Barón rojo en el marco de la Gran Guerra. Una propuesta excelente de una editorial humilde pero con ganas de editar, que no es poco.

“Le ParK” de Bruce Bégout, una de las primeras grandes sorpresas del año este texto dixtópico del francés. La edición exquisita de Siberia lo puso fácil, me tenía ganado desde el principio.

Se supone que lo que toca en marzo es lo que debería poner a continuación, siempre ayuda poner la foto de las últimas compras.

Adquisicionesultimas

 Lo que tengo claro es que hay ciertos libros que van a ser un MUST; en efecto, son fijos pase lo que pase:

“La noche a través del espejo” de Fredric Brown, por fin la reedición de un clásico de la novela policíaca.

“Trabajos de amor ensangrentados” de Edmund Crispin, el tercer caso de Gervase Fen es uno de los mejores motivos que existen para ponerse a leer.

“La ciudad de N” de Leonid Dobychin, Nevsky recupera uno de esos autores rusos con mucho que contarnos. ¿Un clásico olvidado?

“Jagannath” de Karen Tidbeck, nueva escritora sueca que nos trae igualmente Nevsky; imagínate que sale algo tan bueno como Anna Starobinets. Tenía tantas ganas de leerla que cuando salga publicado este post ya habrá caído.

“Las dos señoras Abbot” de D.E. Stevenson, el tercer libro de la saga de la señora Buncle siempre es un motivo para estar de enhorabuena.

“Muerto el perro” de Carlos Salem, “Matar y guardar la ropa” es tan bueno que, cualquier libro del argentino me parece un pequeño acontecimiento.

Y seguiré con el proyecto literario, no puedo descansarlo ni un mes. Este mes caerá Roth, Nooteboom, Delillo, Joyce Carol Oates…  en fin, una mezcla muy sana e interesante. Veremos hasta dónde llego.

“I wear the black hat. Grappling with villains” de Chuck Klosterman. Necesitamos a Hitler.

blackhat-klostermanEste es un libro que, muy probablemente, no veremos traducido a nuestro querido castellano. El artífice es el grandísimo Chuck Klosterman, escritor norteamericano y crítico musical que se caracteriza especialmente por intentar dilucidar los mecanismos que rigen ese tan difuso mundo en el que vivimos, particularmente el de la sociedad norteamericana. Quizá por este motivo, la utilización de múltiples referencias autóctonas disminuye el interés de potenciales compradores en un país como el nuestro.

Una verdadera pena porque muchas de sus agudas conclusiones se pueden aplicar independientemente del país en el que te encuentres; su juicio ayuda a discernir cómo se comporta la sociedad ante ciertos eventos. Este es el caso de “I wear the black hat. Grappling with Villains”, el libro que publicó en el 2013 y que tiene la original premisa de ponerse en la piel de los que son considerados “villanos” e investigar cuáles son las causas que llevan a las personas a considerarlos de esta manera.

Ya en el prefacio las intenciones están claras, partiendo del hecho de mostrarnos lo que no va a ser: construcción mediante negación; además, nos introduce a la idea de que lo que va a contar puede no gustarnos:

 “Here’s what this book will not be: It will not be a 200-page comparison of the Beatles to the Rolling Stones, even though I was tempted to do so in seventeen different paragraphs. It will not analyze pro wrestling or women on reality TV shows who are not there to make friends. And most notably, it will not be a repetitive argument that insists every bad person is not-so-bad and every good person is not-so-good. Rational people already understand that this is how the world is. But if you are not-so-rational –if there are certain characters you simply refuse to think about in a manner that isn’t 100 percent negative or 100 percent positive- parts of this book will (mildly) offend you. It will make you angry, and you will find yourself trying to intellectually discount arguments that you might naturally make about other people. This is what happens whenever the things we feel and the things we know refuse to align in the way we’re conditioned to pretend.”

(Pequeño apunte para no angloparlantes: la cantidad de textos y densidad, unido a la falta de tiempo imposibilita mi traducción palabra a palabra. Solo pasaré por encima reflejando el sentido general)

Su premisa de partida es tan simple como efectiva a la hora de definir lo que considerará un villano:

“The villain is the person who knows the most but cares the least.”

Con esta base es capaz de originar cada uno de los capítulos centrándose en aspectos de la villanía (normalmente centrándolos en personas concretas) y emparentándolos con sucesos de la vida cotidiana o de la sociedad; de esta manera es capa de reflexionar sobre la crítica, sobre lo que debe ser un crítico para ser considerado por el resto, ni puedes odiar todo ni puedes amarlo todo, el término medio aristotélico parece ser la solución y, sobre todo no perder esa cualidad de “ser emocionalmente frágil”:

“My personality had calcified and emancipated itself from taste. I still cared about music, but now enough to feel emotionally distraught over its non-musical expansion into celebrity and society. And this was a real problem. Being emotionally fragile is an important part of being a successful critic, it’s an integral element to being engaged with mainstream art, assuming you aspire to write about in public. If you hate everything, you’re a banal asshole… but if you don’t hate anything, you’re boring. You’re useless. And you end up writing about why you can no longer generate fake feelings that other people digest as real.”

En el marco televisivo indaga sobre los traficantes de drogas (drug-dealers) y cómo, aunque a priori deberían ser malvados, son pintados con frecuencia como “complicados, inteligentes y generalmente comprensivos” dándole una vuelta al sentido peyorativo que lleva asociado su nombre y la inevitable asociación a las drogas:

“When consuming TV in 2013, how do you know the program you’re watching is supposed to be art? The most important indicator is the network airing it –if it’s on HBO, AMC, or FX, the program is prejudged as sophisticated (and must therefore adhere to a higher standard). But a less obvious clue involves the depiction of any characters who sell drugs. If the drug dealers are depicted positively, the show is automatically seen as “realistic” and directed toward a discriminating adult audience. Drug dealers on high end TV shows are never straight-up bad gays; they are complicated, highly intelligent, and generally sympathetic.”

Sin embargo, su mayor genialidad viene en el capítulo “Easier than typing”  que comienza con la siguiente hipótesis:

“Let’s pretend Batman is real.

I’m aware that this opening is enough to stop a certain kind of person from reading any further. It could be the opening line from an episode of Community that references a previous episode of Community. But that’s life. That’s how it goes.

Let’s pretend  Batman is real. Let’s assume Gotham City is the real New York, and someone is suddenly skulking the streets at night, inexplicably dressed like a winged mammal. (For the sake of argument, we’re also assuming this is happening in a universe where the pre-existing BatmanTM character has never been invented by DC Comics, so no one is presuming that this is a person impersonating Batman –this is an original Batman, within a world where he’s never been previously imagined.”

En efecto, imaginemos la existencia real de Batman, el justiciero nocturno, pensemos que está actuando en nueva York, teniendo en cuenta que no ha existido el protagonista de cómic; en sucesivos y desternillantes párrafos nos damos cuenta de lo difícil que sería admitirlo en la realidad; lo bueno es que Chuck lo utiliza para llevarnos al caso real de Bernhard Goetz personaje bien conocido en Estados Unidos por haber matado a cuatro jóvenes de color porque creía que iban a robarle. El paralelismo entre las dos figuras es más que evidente; sin embargo, en la realidad Batman se considera un héroe y Goetz es un villano. Klosterman llega a la siguiente conclusión:

“Because he is unreal, Batman controls de Batman Message. He lives in a finite unreality. Goetz faced (and partially created) the opposite circumstance. Every forthcoming detail about his life –even the positive ones- made his actions on the subway seem too personal. And people hate that. What people appreciate are scenarios in which someone’s individual experience becomes universal. When that transference goes the other way –when something wholly universal (like the fear of crime) comes across as highly personalized (as it did for Goetz)- the ultimate takeaway is revulsion.”

Lo que convierte a Goetz en algo revulsivo, y que la gente le odie en última instancia, es la particularización de su crimen, todo lo que sea universal  (el miedo al crimen) es tolerado, sin embargo cuantos más detalles conocemos que le llevaron a ese acto, más particularizado se vuelve, más reprobable, ya que la involucración es personal y no tan moral.

No se acaban las genialidades con este fabuloso capítulo; en la exploración de las figuras de Assange y Kim Dotcom (creador de megaupload) tenemos otra de esas reflexiones inigualables:

“This is why Assange can make an argument that openly advocates actions that (in his words? “might be inmoral”. Those actions are going to happen anyway, so he doesn’t have to pretend that they contradict the way we’ve always viewed morality. He doesn’t have to convince us he’s right, because our thoughts don’t matter. His vies of everything is like Perez Hilton’s viez of gossip or Kim Dotcom’s view of entertainment: He believes everything longs to be free. And he will make that happen, because he knows how to do it and we don’t know how to stop him. He’s already beaten everybody. It was never close.”

Estos “villanos” no solo no consideran que tengan que justificar sus obras, o más bien, convencernos de que lo que hacen es correcto;  sino que Dotcom cree también que “todo tiene que ser gratis y hará que suceda porque sabe cómo hacerlo y también sabe que no podemos pararle.” Exacto, la premisa inicial de Klosterman aparece de nuevo: “The villain is the person who knows the most but cares the least.” (El villano es el que más sabe de todos y el que menos se preocupa de ello.)

Los análisis de Abdul Jabar o Chevy Chase como figuras “odiables” son bastante encomiables también, especialmente en el caso del humorista, famoso por sus irrefrenables polémicas con todos los compañeros/directores/actores con los que interactúa:

“The fear with Chevy Chase is that every role is just another manifestation of “the Real Chevy” –that all these identical characters reflect  the person he truly is, and that all his alleged arrogance is the product of believing he’s the only person smart enough to recognize how everything is a clumsy joke, including love and death and unedited emotion. That’s what he means when he says, “I’m Chevy Chase and you’re not”. It’s not something he’s happy about.

I see all of Chevy’s worst qualities in myself. But none of his good ones.”

Todos tenemos el miedo de que en realidad cada rol que ha efectuado Chevy Chase no es una actuación, sino que solamente reflejan la verdadera idiosincrasia del detestable personaje y encima es totalmente consciente de ello.

En este ensayo el escritor norteamericano no baja el pistón sin que deja para el final al “villano”  paradigmático, al reconocible por todos, al que todos necesitamos en nuestras vidas; lo habéis adivinado (bueno, también venía en el título de post), necesitamos a Hitler:

“Hitler is the human catch-all for all other terrible humans. Other genocides can be viewed as sinister in concept and heartbreaking in practice, but without any pressure to understand and personify the men who made them happen. Mao and Stalin (and Hirohito and Amin and Leopold and Robespierre) are dead, both literally and figuratively. They are historic caricatures. They can disappear. But we need to keep Hitler alive. Hitler needs to be a person we hate on a one-to-one basis. He’s the worst. That’s his job.”

La necesidad de mantener a Hitler vivo por nuestra propia salud es una de las mayores paradojas de la sociedad contemporánea; y es así porque Hitler tiene que ser objeto de odio.  Chuck ahonda en la personalidad del dictador y nos trae a colación la famosa escena de “El hundimiento” , curiosamente una de las pocas películas que intentaba sacar alguna de sus facetas más humanas, dulcificarlo de alguna manera; si recordáis ese momento ha sido parodiado hasta el infinito siendo utilizado para crear escenas cómicas de todo tipo según el motivo buscado: el discurso de Ana Botella en el COI  o el final de la serie Perdidos .

Esta parodia continuada en el tiempo consigue su principal objetivo, que la posible manifestación humana del dictador sea considerada en sí una mentira, o no relevante para la mayoría de la población.

Necesitamos a Hitler, porque necesitamos elementos seguros, la estabilidad que causa el tener un personaje al que puedas odiar de verdad, sin tonos de gris, nos trae estabilidad a nosotros y nos mantiene en armonía indudablemente. Esa es la función de Hitler y lo seguirá siendo por nuestro bien.

“Fargo Rock City” de Chuck Klosterman

Vaya por delante que no me gusta demasiado el heavy metal. Y el subtítulo no dejaba lugar a duda “Una odisea metalera en la Dakota del Norte rural”. De hecho a los que más conocía musicalmente era a los Guns’N’Roses, que además pronunciaba muy bien cuando era pequeño y molaba un montón que te miraran como un bicho raro, pero de Mötley Crüe, Def Leppard, Van Halen (bueno sí, el Jump sí lo conocía), conocía muy poco y además no me gustaba demasiado. Del escritor tampoco había leído nada.

Entonces, ¿cómo narices me ha dado por leer este libro? Pues, como de costumbre, por recomendaciones, he oído hablar mucho de Chuck Klosterman, sobre todo desde el famoso “Pégate un tiro para sobrevivir” (excepcional) y siempre se ha comentado que es un escritor imprescindible del que, además, por aquí, tenemos muy poco publicado. Teniendo todo esto en la cabeza hablemos del libro en cuestión.

“Fargo Rock City” es un ensayo a modo de memorias, ya que el autor, en cada capítulo relata un hecho de su vida y el año y el mes en el que sucedió, así que estamos ante un ensayo con tintes autobiográficos, pero, ¿se queda en eso? No, no sólo es contar alguna anécdota divertida, que las hay, y parte de su vida; sino que además lo emparenta claramente con la cultura norteamericana, con el contraste entre la sociedad agraria típica y el exilio a la gran ciudad, consiguiendo, al mismo tiempo un estudio sociológico de la sociedad norteamericana.

Así, hablando sobre los grupos de heavy metal y el contenido sexual de las canciones, el bueno de Chuck comenta “los feministas son una entre las tres clases de personas que más ultrajadas se declaran ante el contenido sexual del heavy metal. Los otros dos colectivos son los cristianos de ultraderecha (que se ultrajan con prácticamente cualquier cosa que sea remotamente interesante) y los académicos pseudointelectuales (que comparten mi atracción por las feministas).

Además ya podemos ver que el libro además no es aburrido, ¡qué va!, Chuck además es capaz de hacerlo con humor. Especialmente interesantes son sus opiniones sobre la cultura, el rol que ocupa en nuestras vidas “en la mayor parte de los casos, no necesitamos cultura, la deseamos. La cultura nos hace sentir bien. Y no culpo a los músicos que se aprovechan del mínimo denominador común para venderle su versión de la cultura al público” y en ocasiones su enfermizo fin: “nuestra cultura está fascinada, en general,  con el fracaso público”.

Entra incluso en la dimensión de la muerte unida a lo cultural, con el caso más que conocido de Nirvana “Desde un punto de vista cultural el suicidio de Cobain fue la única cosa “genial” que le pasó a la música de los 90. Fue el único artista de mi generación irrebatiblemente sincero” y el ensalzamiento natural  que tiene lugar habitualmente y del que hemos sido más que testigos en varias ocasiones: “La gente que no respira siempre lo tiene más fácil. Es evidente que el modo más sencillo de acabar siendo “genial” es ser “bueno” después de sumarle “muerto”. Uniendo la muerte finalmente a la caída del heavy metal: “en el momento en que nacemos empezamos a morir; en el momento en que un músico se hace famoso, está empezando a caer en el olvido.”

Su premisa inicial, que retoma al final mismo del libro es “pretendía demostrar que todo aquel glam rock amariconado, sexista y superficial fue importante“. ¿Y lo consigue demostrar? Él mismo comenta “El hair metal fue un agujero de gusano para todos los chavales del Medio Oeste demasiado ingenuos como para comprender por qué no eran felices. Puede que yo sea un fracasado pero Vince y Axl y Ace y Ozzy eran guays por mí. Me permitían vivir una vida que nunca conocería y ni siquiera tenía que salir de mi cuarto para ella.” En este momento te das cuenta de toda la dimensión del libro y comprendes la premisa inicial. Para mí está comprobado.

Inmejorable edición de Es Pop Ediciones para un libro tratado con esmero y buen gusto. Un libro excelente y disfrutable en todos los sentidos. Aunque desde luego, para un metalero, me atrevo a decir que es imprescindible. Un estudio sociológico y cultural de un fenómeno sin precedentes en su época y que nos sirve para desgranar un poco más lo que es esa sociedad tan cercana y tan lejana al mismo tiempo.

Valoración del libro: