“Trabajos de amor ensangrentados” de Edmund Crispin. Shakespeare como excusa.

trabajos de amor ensangrentadosSiempre es un acontecimiento que veamos publicada una novela de detectives; no deja de ser curioso que con el impulso de Agatha Christie, figura reconocible  y prestigiosa de este tipo de novelas y miembro del famoso “Detection Club” del que ya he hablado alguna vez en otros posts, no haya sido aprovechado para publicar otros autores similares del club o fuera de él.

Ni el auge de la novela negra ha conseguido que se publiquen más y es una verdadera pena; solo Chesterton y Christie son publicadas con regularidad. Berkeley no tiene pinta de aparecer más y no digamos el resto. Crispin no fue exactamente de dicho club pero es, inequívocamente, una muestra espléndida de dicho género, sobre todo por su capacidad de crear tramas detectivescas de alto nivel y poblar sus obras de referencias metaliterarias que hacen que los disfrutes aún más si cabe.

En “Trabajos de amor ensangrentados” tenemos otro ejemplo magnífico de su buen hacer con una trama que, desde el título, tiene resonancias “shakespereanas” que utiliza con frecuencia a lo largo de la obra.

El caso comienza, aunque parezca mentira, con un simple hecho, el nerviosismo de una muchacha en un campus:

“-Nada más. Esa muchacha es terca como una mula… Solo hay una cosa de la que estoy segura. 

-¿De qué?

-De que vio algo que la aterrorizó -sentenció la señora Parry.”

Un robo en el laboratorio de química y… a partir de ahí se desencadenan los crímenes.

La novela está a medio a camino de las “novelas de campus”, en las que se reflejaba con todo lujo de detalles la vida dentro de ellos:

“El resto del recinto, por su parte se iba animando paulatinamente. Los coches llegaban y se detenían en la diminuta media luna de gravilla del patio, o a los lados de la avenida que daba a la entrada. Los muchachos iban saliendo cada vez en mayor número para saludar, para guiar o controlar a su nerviosa parentela. El señor Philpotts venía corriendo por el campo de críquet de los first Eleven, y con su toga agitándose como una bandera. Y por todas partes había padres y más padres -padres como ratoncillos, padres agresivos, padres ostentosos, padres modestos, padres tímidos, padres animados: una riada de padres cada vez más abundantes se reunía bajo el brillante cielo azul celeste… ¿Y para qué?, se preguntaba el director. Era improbable que aquello les divirtiera en lo más mínimo. Era improbable, incluso, que sus retoños se estuvieran divirtiendo. Y sin embargo, aquello tenía un cierto glamour que hacía hervir la sangre de todos los participantes, y el propio director, mientras contemplaba el espectáculo, no era inmune a esa emoción.”

La figura del divertido Fen sigue siendo primordial a la hora de discernir quién puede ser el posible asesino, pero han pasado diez años desde “La juguetería errante” (Primer caso); Fen es famoso y reconocido por la gente; de hecho esto le sirve para bromear sobre sí mismo con los lectores:

“-Es usted el profesor Fen, ¿verdad? […] He visto su foto en los periódicos -añadió la joven-, y he seguido todos sus casos.

-¡Ah! ¡Excelente! -exclamó Fen, encantado-. eso es más de lo que los lectores de ese tal Crispin pueden decir. Y dígame señorita, ¿puedo ayudarte de algún modo?”

A mi tierno corazón literario le vuelve loco el motivo por el que se originan los crímenes, sobre todo porque tiene “lo literario” como razón principal y Shakespeare aparece de fondo, el bardo como excusa, como eje de la trama detectivesca y razón principal. Si Crispin me ganó con “El canto del cisne” y su reflejo de la ópera, aquí me ha encandilado definitivamente. Si a ello añadimos una prosa efectiva y que, por momentos alcanza gran calidad, estamos ante una de esas lecturas que siempre se vuelve necesaria:

“A Fen no le costó mucho imaginarse la escena: el fulgor de los frascos y las botellas y las pipetas a la débil luz de las estrellas, un esqueleto articulado, tal vez, con sus blanquecinos huesos pulidos, los macabros cuadros del sistema linfático, y el húmedo y penetrante olor de las ranas diseccionadas y abiertas en canal y metidas en formol. Un escenario bastante sórdido, pensó Fen, para ambientar los inocentes éxtasis del tierno amor.”

La broma final, con el propio Fen dispuesto a crear su novela aunque sin usar lo que ha acontecido en ese caso porque,  ¿a quién se le ocurriría hacer algo así? Nos muestra a un Crispin que se autoparodia, se ríe de sí mismo de una manera muy saludable.

“-¿Galbraith? -dijo Fen-. ¿Somers? ¿Trabajos de amor logrados? -Con un gesto desdeñoso apartó aquella idea de su mente-. Mi querido amigo, no hay nadie que pueda sacar una novela detectivesca de esta historia y estos personajes… Ahora bien, mi chica de los Catskills, verás…”

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(Máxima a seguir en siguientes ocasiones)

Los textos vienen de la traducción del inglés de José C. Vales de “Trabajos de amos ensangrentados” de Edmund Crispin en Impedimenta.

Mis lecturas favoritas del año 2012

Llegó el cambio de año: ¡Bienvenido 2013!!, y como no podía ser de otra manera, me gustaría hacer una de esas listas que tanto se prodigan por todas partes; a mí, como a alguno más, me encanta comprobar en ellas el “zeitgeist” aplicado al microcosmos literario, si se me permite extenderlo de esta manera; además, después de  la lista de las malas noticias, hay que empezar el año con fuerzas y alegría.

Siempre me gusta hacer un pequeño resumen de mi situación literaria a nivel personal  y lo visto del panorama más general que, a continuación, paso a contar.

En lo personal ha sido un año inmenso, he batido mi récord lector, haciendo más de ciento treinta libros y el nivel ha sido muy alto; quiero destacar especialmente que ha sido un año en el que he profundizado tanto en estudios como en las propias lecturas; la filología me ha exigido un esfuerzo que, sin lugar a dudas, ha complementado la variedad de lecturas y el grado de reflexión al que he llegado en varias de ellas, no en vano he podido finalizar a Pynchon, leer mucho Roth, Delillo, Zweig, Oates, Byatt, Spark… algunos de ellos en su lengua original y eso, indudablemente, enriquece la visión y ayuda a disfrutar al máximo la escritura de estos colosos. Con esta perspectiva el año que viene promete, y ya estoy pensando en cuáles serán los pilares de mi camino lector futuro.

En cuanto al panorama literario, este año se ha confirmado la tendencia que ya subrayé el año pasado en este artículo ; y que se puede resumir en pocas palabras: abundante variedad de novela negra y policíaca (incluso con recuperaciones detectivescas) y labor ingente de editoriales pequeñas que se están volviendo tremendamente interesantes con catálogos muy selectos y retadores; todo ello coincidiendo con el declive de interés que me inspiran las grandes dominadoras del mercado. Sólo hay que echar un vistazo a algunas de estas para ver ejemplos ilustrativos: Impedimenta, Sajalín, Nevsky y su sello Fábulas de Albión, Funambulista, El Reino de Cordelia, Minúscula, Libros del Silencio, Libros del asteroide, Valdemar… en fin, un cúmulo de propuestas con diferentes posibilidades, a cuál más atrayente. Echadle un vistazo por internet y veréis qué interesantes. Siempre nos queda RBA y su colección negra, que ahora intenta sacar un sello de Ciencia Ficción; lo que tenemos perdido, y esto no cambia, es el terror; poco, se sigue publicando muy poco, y últimamente sólo de temática zombi….

No me voy a enrollar más, voy a lo que interesa a la mayoría, la selección que hecho con las lecturas que más me han gustado, los criterios no son ni más ni menos que mi propio criterio,  no dependo de nadie ni tengo acciones en ninguna editorial, por lo tanto solo pongo lo que me ha gustado sin partidismos. Las lecturas las intento coger de entre las que han salido este año y siempre cuelo alguna que no se ha publicado en este por su especial relevancia; ya aviso que este año la lista de candidatos ha sido extensa porque he tenido mucha diversión; en el camino quedan “Miami Blues” de Willeford, “Retrato de Humo” de Ballinger, “El redentor” de Nesbo, “La novia vestía de negro” de Woolrich, “El cristiano mágico” de Southern, “La caída y auge de Reginald Perrin” de Nobbs, “Mis Memorias” de Vidocq, “Fascinación” de Delillo, “Mátalos suavemente” de George V. Higgins y “Noir”, la visión postmodernista de la novela negra de Robert Coover; no todos pueden estar, así que sin más dilación:

bombones_envenenados“El caso de los  bombones envenenados” de Anthony Berkeley, la obra maestra del representante del Detection Club vio la luz a principios de año y nos proporcionó un paradigma de lo que tiene que ser una novela de detectives, hablé de ella en este post. Si te gusta Agatha Christie o Chesterton y quieres una trama inteligente y al mismo tiempo divertida, este libro llenará de satisfacción a cualquiera.unaedaddificil

“Una Edad difícil” de Anna Starobinets, una de esas pocas novelas de terror que hemos tenido la suerte de ver por aquí, recopilación de cuentos cortos, con ecos de ciencia ficción y de los grandes del terror, las influencias son evidentes pero tiene voz propia y es tremendamente desasosegadora. Parece, además, que tuvo éxito, Nevsky ha publicado ya el segundo libro de  la escritora rusa “El vivo”, que tengo pendiente de leer. Si queréis más información de este primero aquí me extiendo más.

“Blancanieves debe morir” de Nele Heuhaus, atípico libro policíaco dentro de la editorial Maeva (sí, la de Camilla Lackberg), novela alemana de una calidad excelente, magnífico planteamiento y desarrollo de la trama en una ciudad donde los secretos y las sociedades ocultas están a la orden del día, un detective carismático y un final nuevamente genial, en serio, es magnífica. Aquí hablé sobre ella y otras blancanieves-debe-morir-9788415120872muestras de buena novela negra alemana.

“Rehenes” de Stefan Heym, excelente relato de novela negra durante la ocupación alemana, caracterización sublime de personajes y una trama que no acaba de resolverse hasta las últimas páginas, ya dije en su momento en este post, que sería una de las novelas del año, puede pasar desapercibida por estar en una pequeña editorial como Funambulista, y sería una pena perderse este festín.rehenes

“La contabilidad privada de Christie Malry” de B.S. Johnson, ojo a esta pequeña joya, el autor era un innovador nato, un buscador de nuevas formas estilísticas que intentó superar la monotonía que impartían sus coetáneos,; esta novela es corta, intensa, plagada de humor negro y, como decía, especialmente bien escrita y estructurada, aunque comprendo que es rara, con esa belleza rara que tienen algunas cosas en la vida pero que te subyugan. Guardo la esperanza de que la misma editorial que se ha arriesgado, Libros del Silencio, ponga en marcha “The Unfortunates”, su obra maestra.

la_contabilidad_privada_christie_malry_3003_med“El libro de la señorita Buncle” de D.E. Stevenson, Alba sacó un sello nuevo, Rara Avis, para poner recuperaciones clásicas de este estilo, y no podemos más que estar de enhorabuena; desternillante historia de principios del siglo XX que no dudo en recomendar porque te puede proporcionar uno de los ratos más divertidos de este año, es impagable, aquí tenéis el comentario que hice sobre esta obra ineludible.el-libro-de-la-senorita-buncle-ebook-9788484287353

“22/11/63” de Stephen King, si hubiera que hacer un libro propenso a ganar premios y aunar crítica y público, este libro sería un ejemplo perfecto, como cuando vemos “Una mente maravillosa” o “Titanic”, este es el mayor defecto que he oído; tiene más, pero la historia, en mi opinión, es excelsa, paradojas temporales, un romance de fondo y en el tiempo y, como siempre el buen hacer de este fabulador que es King. También ha salido otro de la Torre oscura, pero ese es más personal para recomendarlo, así que me quedo con este y lo recomiendo fervientemente.

“La canción del perro” de James McClure, ya comenté lo que me gustó el canto del cisne de la pareja de detectives del mejor escritor sudafricano de novela negra en este artículo , baste decir que siendo el final, es el principio y se puede leer igual, una maravilla de un autor olvidado canciónperroen España pero de gran prestigio internacional. Un reencuentro inolvidable.

“Siempre hemos vivido en el castillo” de Shirley Jackson, que Minúscula haya sacado este libro y lo complemente con un postfacio ejemplar de Joyce Carol Oates da una idea del calibre de la obra con la que nos encontramos. Esta novela gótica a medio camino del horror es asfixiante y claustrofóbica, y es extraña, por qué no decirlo, cargada de sutilezas, un descubrimiento subyugador que te atrapará si caes en sus redes. Una verdadera delicia.

siempre-hemos-vivido-en-el-castillo-9788495587893“Hermana mía, mi amor” de Joyce Carol Oates, otro ladrillo de perfección en la insigne obra de mi candidata favorita del año que viene para el Nobel de literatura. Este prodigio se ríe de los géneros, se ríe del postmodernismo o no… y se disfruta a tantos niveles que es imprescindible, conmovedora, traicionera, pero siempre, genial, aquí tenéis el comentario que hice sobre esta obra maestra de la norteamericana.

Y la novela de otros años que se cuela en este es, y no podría ser de otra manera si habéis seguido este blog, “Contraluz” de Thomas Pynchon, también cayó este año la excepcional “Mason y Dixon”, pero he elegido esta por muchas otras razones; quizá se trate de una obra irregular, pero es perfecta en sus imperfecciones, una obra que refleja como nada hoy en día el “zeitgeist” del que hablaba al principio, ese momento en el que vivimos, relativizaciones, ambigüedades, perfección dentro de esos grises. Una obra imprescindible para entender nuestro tiempo y la literatura moderna. Aquí tenéis el último comentario que hice y que aunaba los cinco que hice a propósito de ella.

Al final han sido once, y no es por la metáfora futbolística, os lo puedo asegurar. Es un número que me gusta, espero que os hayan gustado.

“El caso de los bombones envenenados” de Anthony Berkeley

En el prólogo de la edición inglesa de “The floating admiral”(1931), el presidente en la actualidad del Detection Club, Simon Brett, comenta a propósito de las novela negras en el momento presente que “they are certainly more psychologically credible than many of the works produced at that time. They are also more serious, sometimes even to the point of taking themselves too seriously. In crime fiction, noir is the new black”. Opinión generalizada y que tiende a denostar, en cierta manera, lo que fue la edad dorada de las historias de detectives, sobre todo ofreciendo los aspectos en los que se ha mejorado, sin duda esa credibilidad psicológica de los personajes y la seriedad de los aspectos tratados. De todos modos Simon utiliza este argumento a su favor para concluir que “Most of these differences could be seen as improvements but the one thing that has been lost with the passage of time is the sense of fun that used to be associated with crime fiction”, es decir, a pesar de que esas diferencias pueden ser vistas como mejoras, una cosa se ha perdido con el tiempo: ese sentido de la diversión que solía estar asociado con la ficción criminal.

La gran Dorothy Sayers, integrante destacada del Detection Club, comentaba “whether the detection game thus played for our own amusement will succeed in amusing other people also is for the reader to judge”, resaltando el hecho de que ellos lo hacían para divertirse y si eso divertía a otras personas, sólo el mismo lector podía juzgarlo. Ciertamente se lo debían pasar muy bien, y el propio Chesterton lo comentaba en un artículo sobre esta obra (incluido en la fantástica colección de artículos “Cómo escribir relatos policíacos” de Acantilado), que consistía en que cada uno de los integrantes del club escribía uno de los capítulos siguiendo la trama que iban dejando los predecesores hasta llegar a un increíble capítulo final donde el último “afortunado” debía cuadrar todos los cabos introducidos anteriormente, tarea harto complicada, ya que no se lo ponían fácil entre ellos.

El encargado de realizar tan titánica tarea (y que no se resolviera como un sueño, tentación que intentaba evitar), fue el destacado Anthony Berkeley; ya que, como bien sabían todos, si alguien era capaz de arreglar el entuerto era él, autor de la obra “El caso de los bombones envenenados” en 1929 en la cual demostraba que era el mayor especialista en urdir todo tipo de argumentos y acabarlos de la manera más ingeniosa.

“El caso de los bombones envenados” es la tercera obra que vemos publicada por aquí del autor y desde luego, se trató de la protohistoria, el germen, que sirvió para engendrar otros juegos del club que vinieron después, como es el caso de “The floating admiral”. La trama es aparentemente sencilla, seis componentes de un Club de Misterio (a lo Detection Club), entre los que se encuentra Roger Sheringham, deciden ayudar a Scotland Yard a descubrir quién es el asesino de un crimen que se encuentra sin resolver; pero deciden que cada uno, usando los métodos que crea convenientes, presentará su solución al caso; es decir, no trabajarán conjuntamente.

Así vemos sucederse las soluciones y los métodos utilizados, desde los métodos inductivos (cui bono? ¿quién es el beneficiado?), pasando por los simplemente psicológicos, deductivos (a lo Sherlock Holmes), recopilación de pruebas materiales o mezclas de ambos, es decir, una “lección muy instructiva en el campo de la investigación comparada” como indica Chitterwick, el último de los que habla y que crea una tabla en su argumentación con los métodos seguidos, las pruebas usadas y el asesino deducido, que es distinto en cada uno de los investigadores. De hecho, cada método, la forma de desgranar el misterio va dibujando puntualmente la personalidad de cada uno de ellos.

Lo más increíble de la situación es su capacidad de retorcer la trama pareciendo cada solución la correcta, hasta el punto de que uno de ellos, Bradley, es capaz de demostrar que él es el asesino en un desternillante ejercicio paródico, con sus propios motivos incluso. Naturalmente sólo hay una solución, que sólo se desvela en la última página, dejando una elipsis magnífica para el lector, al que sólo le puede quedar ese “sentido de la maravilla” que te deja el regusto de una gran obra.

Dorothy Sayers tenía dudas de si el lector se podría divertir con estos juegos, puedo confirmar ahora que sí, que se lo puede pasar estupendamente con un juego de tal inteligencia y humor. Estamos ante una obra que es un clásico de la novela de detectives. Una obra maestra del género. ¡Qué talento tenía el gran Anthony Berkeley!.