Resumen Abril 2016. ¡Qué barbaridad!

Esta vez no andaré con eufemismos, he leído un montón. Y, además, lo he disfrutado de igual manera. De las 23 lecturas, cinco fueron de hombres; el resto, escritoras. Sigo aumentando el número  de escritoras este año y añado algunas de las que todavía no había leído nada (ocho más). Vayamos a la ristra de abril: 

El misterio de Riddlesdale Lodge de Dorothy Leigh Sayers, lo más fascinante de haber leído este libro es haberlo hecho en la edición de tapa dura antigua que encontré, edición en la que también estaría el siguiente. La siguiente curiosidad es que este es el segundo libro de Sayers en el que tiene como protagonista a Lord Peter Wimsey y que, en estos momentos, es inencontrable. ¿Y el misterio? Bien, gracias.

Lord Peter descubre el delito de Dorothy Leigh Sayers, incluido en la edición que comenté anteriormente, esto es aún más curioso porque son historias cortas del mismo detective (no sabía que existieran); están ubicadas justo después de El misterio del Bellona Club, el único libro que me había leído hasta este mes. Lo bueno es que las distancias cortas no le sientan mal tampoco.

Frankestein de Mary Shelley, eterno pendiente que por fin ha llegado este año, ya tocaba. Una obra maestra disfrutable a muchos niveles. Espero poder escribir algo sobre él más adelante. 

El misterio de Gramercy Park de Anna Katharine Green, bravo por la labor de editoriales como dÉpoca, la recuperación de esta entrometida impertinente y subyugadora al mismo tiempo. Ahora mismo acaban de publicar su segunda aventura y no puedo esperar para ponerme con ella. Llegará la reseña, de verdad que sí. 

Mi abuelo de Valérie Mréjen, nueva autora, siempre me gusta probar con dos libros por lo menos para ver qué tal, en este caso,  curiosamente cogí el primero y el último y he disfrutado los dos por diferentes motivos. Me gustaría escribir algo conjunto de ambos ya que la escritora francesa es muy interesante. Veremos.

Selva negra de Valérie Mréjen, la confirmación de una autora a la que seguiré a partir de ahora.

Antología Poética de Wislawa Szymborska, cuando lees la poesía de Szymborska pasa lo que pasa, te vuelves incondicional. Es excepcional y lo comenté en un post junto con su prosa. Si pincháis en el título tendréis más información.

El libro de los divanes de Tamara Kamenszain, vuelvo a redundar en mi comentario, pero es cierto como la vida misma. Me sobrepasa, la argentina es buenísima, el prólogo de María Moreno es fantástico y siempre tengo la sensación de que me pierdo la mitad de la batalla aunque me gusta lo que leo. Mi déficit de literatura sudamericana es más palpable en estas ocasiones.

Que no, que no me muero de María Hernández Martí, un simple vistazo a los dibujos de Javi de Castro sirvieron para llamarme la atención, los textos de María Hernández Martí me convencieron definitivamente por esa mezcla inevitable que deviene en una tragicomedia donde la protagonista, con pareja, perro, familia, amigos y un cáncer de mama, tiene que afrontar los hechos que le van sucediendo desde una perspectiva muy diferente a la habitual; el tratamiento de estos temas siempre es complejo pero, en este caso, no me equivoco al afirmar que prácticamente no se puede hacer mejor.

Y eso fue lo que pasó de Natalia Ginzburg, ya dije que la italiana se ha convertido en una de mis favoritas y es genial porque me quedan varios libros por leer. En este caso esta segunda novela, cortita, pero de gran intensidad, es otro ejemplo más de su buen hacer. En el horizonte me espera, por fin, Léxico familiar.

El viaje de Francesca Sanna, qué manera más maravillosa de presentar un tema tan candente como el de los refugiados para que lo pueda entender un niño. Qué hermoso y… qué triste, también es cierto.

Metáfora y memoria: Ensayos reunidos de Cynthia Ozick, por fin he podido leer a la norteamericana y me ha convencido. Ahora tengo que convencer al resto. En un próximo post, al menos, lo intentaré.

Longshot de Ann Nocenti y Arthur Adams, relectura aprovechando que estoy buscando mujeres escritoras en cómics. Nocenti, en esta serie limitada, presentaba uno de los personajes más atractivos que he leído en el fértil universo mutante, qué imaginativa fue al crear al curioso y “suertudo” Longshot, qué bien el dibujo de Adams, cómo me gustaría ver publicada su etapa de Daredevil. Crucemos los dedos.

Muy lejos de Kensington de Muriel Spark, me queda poco por leer de escritora británica, pero encontrarse con ella es siempre un gran placer. Tanta sutileza parece imposible, tanta oscuridad en un envoltorio inglés es aún más difícil de encontrar.

Bordados de Marjane Satrapi, con el pretexto de una reunión de mujeres, la escritora iraní diagnostica con buen humor algo tan duro como la situación de la mujer en el Oriente medio. Un mundo radicalmente distinto del nuestro donde la libertad no es habitual y los pocos derechos que se han ganado aquí, allí no son ni alcanzables.

Lady Killer de Joëlle Jones, sinceramente, ni estaba previsto, lo encontré de casualidad y, la verdad, es satisfactorio encontrarte con las peripecias de una asesina profesional que es capaz de llevar a cabo su vida de ama de casa y, en sus tiempos libres, masacrar a quien le manden.

The Grownup de Gillian Flynn, supongo que en algún momento esto llegará aquí, en una edición de esas “sacacuartos” a las que nos tienen acostumbrados; historia corta que vuelve a demostrar que Flynn es una voz a seguir aunque solo sea por sus argumentos perversos. Tres libros suyos leídos, tres libros que recomiendo sin dudar.

La mucama del Ominculé de Rita Indiana, definitivamente, lo mío con Indiana es imposible, sobre el papel me debería haber gustado un montón este libro, al final acaba agotándome, es apabullante, su estilo fantástico, pero siempre sus historias me acaban cansándo(me) (aun siendo cortas) y me cuesta un horror acabarlo. Somos incompatibles, y me da pena. No consigo entrar en ellas.

Los disidentes

Marcelín de Sempé, dice el autor francés que “No creo que mis personajes sean minúsculos. Quizás el mundo sea demasiado grande.” Lo que está claro es que encontrarme con sus pequeños protagonistas me produce una irremediable ternura, una sensación de estar al borde de las lágrimas por lo que nos cuenta, la encantadora historia de dos niños que tienen atípicas molestias: sonrojarse sin ningún motivo y estornudar sin venir a cuento. Y cómo estas particularidades servirán para unirles en una amistad que durará a lo largo del tiempo a pesar de todas las dificultades que se encuentren. Con Sempé es imposible equivocarse. 

Su pasatiempo favorito de William Gaddis, otro con el que no te equivocas nunca, nuevo tochazo del autor, sin pincháis en el título, tendréis mucha más información que ya comenté por aquí. 

Unas horas con los poetas muertos de Ko Un, fan incondicional del poeta surcoreano, esta nueva antología es una manera de recordarme de nuevo todo lo que me gusta. 

Donde viven los monstruos de Maurice Sendak, pero bueno, ¡qué delicia! 

Breve historia de siete asesinatos de Marlon James, me he extendido de sobra con esta obra en el post que hice al respecto. En el blog tenéis más información. No digo más, es una de las novelas del año.

Una vez acabado el resumen, no quiero irme sin poneros las adquisiciones de abril.

AdquisicionesAbril

Como os podéis imaginar, varios de ellos los tengo pendientes. Espero que vayan saliendo poco a poco. Aunque también creo que no va a ser en mayo. Bastante tengo con el Baileys Prize.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

Cuarto mes. Un mes desafiante

El mes pasado cogí buen ritmo; tengo la sensación de ir muy rápido y, al mismo tiempo, estar disfrutando como nunca, estoy descubriendo nuevas autoras y redescubriendo otras que ya tenía, además de consolidar las que eran mis favoritas. Cuando termine el año voy a tener una recopilación de autoras muy variada y de gran calidad. Ciertamente satisfactoria. Os pongo a continuación la recopilación de libros que quiero leer este mes de abril y a después resumo mis ideas:

cuartomes1

La foto es ciertamente ilustrativa, el desafío viene por dos obras de tamaño considerable, por un lado el último tocho de William Gaddis, Su pasatiempo favorito, con el que Sexto Piso da casi por finiquitada su particular recuperación de la magna carrera de uno de los estandartes del postmodernismo (a falta de su libro de ensayos); por el otro lado, atención al último ganador del Booker Prize, editado por Malpaso, Breve historia de siete asesinatos, sobre los intentos de asesinato de Bob Marley, promete mucho.

GaddisAnte la intromisión de estos dos elementos en mi proyecto de leer mujeres, he intentado seleccionar libros que puedan alternarse bien con los anteriores, libros más cortos de temáticas más variadas donde hay cómics, poesía, ensayo, un poco de todo. El otro leitmotiv del mes es introducir nuevas autoras. Con estas condiciones me han salido las siguientes:

-Probaré con la francesa Valérie Mréjen, me ha llegado la recomendación por varios sitios y es un buen momento. Selva negra y Mi abuelo son las opciones que he escogido.

-Aunque parezca mentira no había leído nada de Jennifer Egan, ni siquiera el muy conocido El tiempo es un canalla, acaba de salir uno de cuentos Ciudad Esmeralda que también entra en los posibles.

-Lo mismo puede decirse de la archiconocida  Clarice Lispector, este mes lo remediaré con dos ejemplos interesantes: La hora de la estrella y Un soplo de vida. No sé si serán los mejores, desgraciadamente he confiado más en mi intuición.

-Este mes toca segmento germánico, dos extremos, la filósofa Hannah Arendt de la que voy a probar su Más allá de la filosofía, Ingrid Noll será la otra cata, más cerca de lo noir (a su manera) con A la mesa.

BreveHistoria-Poquito a poco voy aumentando las escrituras de origen sudamericano (o centroamericano), este mes entran Sylvia Molloy, Rita Indiana (de la que quiero probar otro libro tras la mala experiencia anterior), Cristina Rivera Garza y vuelvo a programar a Gabriella Wiener (me encanta).

-Lo británico no puede dejar de estar presente, a la Edgeworth (que tengo pendiente ya dos meses) se le suman dos nuevas: Jeanette Winterson e Iris Murdoch.  La segunda es una elección personal por su cercanía a mi adorada Byatt, la primera es otra de esas escritoras que me recomiendan por todas partes. Ah, y una de las últimas novelas que me faltan de Muriel Spark.

-Lógicamente, no faltan escritoras norteamericanas, muchas ganas de Lucia Berlin y sus relatos cortos, de la historia de la actriz porno Madison Young y del ensayo de Jill Leovy sobre los conflictos raciales en New York. Y desde luego los ensayos de Ozick y las novelas de detectives de Anna K. Green, con su encantadora protagonista Amelia Butterworth.

-Las últimas mujeres escogidas (no nombro las que se repiten de otras ocasiones) son María Hernández Martí y su comprometido Que no, que no me muero, otro libro de Ginzburg y la grandísima Szymborska (ya en mi habitual flujo de lecturas) con una antología poética.

-Acabo esta previsión con dos hombres, Sempé y Ko Un, no me cansaré de recomendar cualquier antología que salga de mi poeta surcoreano favorito.

Vale, me he pasado, lo peor es que estoy en medio de otras lecturas…. O sea que  van cayendo por un lado u otro. Planifico estos posts como una manera de ordenar en lo posible, pero no es una regla fija, no puede convertirse en una regla fija. Porque la lectura nunca es previsible. Y tiene que seguir así.

Ya contaré qué tal ha ido este mes en el resumen correspondiente.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

Oscuridad total de Renata Adler. La realidad fragmentada

9788416358953“Ésta, creo, es la visión de la vida que se refleja en la ficción de Adler. Nada evoluciona, nada deriva. Los efectos no resultan de causas. Los episodios se graban sin ninguna relación entre sí. Por fortuna, son episodios fascinantes.”

La frase con la que termina su postfacio Muriel Spark supone todo un resumen del sentido que tiene la técnica empleada por Renata Adler en sus obras; comenté en su momento, a propósito de Lancha rápida (su primera novela) lo que decía de ella Guy Trebay que transcribo nuevamente a continuación:

“Sin embargo, la ficción estrictamente vanguardista tiende a despreciar la mayoría de los llamamientos a la emoción, el sentimiento, la preocupación por los personajes y lo que les ocurre, como barato y kitsch, y se mantiene en un ámbito gélido. La ironía, el humor, escalofríos de asombro, cierto ingenio, una cualidad atribulada, pero eso es todo. Nada que te haga llorar, preocuparte por los personajes, querer cosas por ellos. No podrías ser, pongamos, Dickens ahora, o George Eliot o Henry James. O quizá podrías escribir como ellos, con suerte, pero no sería fiel a nuestro tiempo, sonaría falso en cierto modo. Para aquellos efectos has de volver a los originales. Adoro los efectos vanguardistas, lo que quiero decir es que Kafka, aunque perfecto, es frío. Así que me preguntaba si en estos tiempos existe una forma de poner sentimiento convencional. No creo que lo haya logrado salvo de manera esporádica, hasta Pitch Dark. Quizá ni siquiera entonces.”

En él se discutía sobre la inconveniencia de escribir como los clásicos victorianos en los tiempos que corren y cómo se adecuaban las técnicas vanguardistas (postmodernismo, etc.) a la realidad que vivimos en estos momentos, una realidad fragmentada, de esbozos pero, al mismo tiempo, tremendamente fría en su aparente perfección; hacía una referencia a Pitch Dark (Oscuridad Total) que ahora cobra total importancia ligándola con el postfacio de Spark:

“La novela de Renata Adler Oscuridad Total, como su primera obra de ficción, Lancha Rápida, es un género en sí misma, una narración discontinua en primera persona. La mente de Adler es analítica y su estilo, efervescente. Adler también tiene una auténtica historia tradicional que contar, una historia de amor, aunque desde luego no la explica con claridad. Uno tiene que irla montando como lo haría si hubiera encontrado el diario íntimo de un desconocido. Uno ha de leer entre líneas (y las líneas en sí son otra clase de entretenimiento) y agarrarse a pistas y fragmentos hasta que el conjunto queda claro, y el personaje de la narradora se completa por la expresión sincera de sus sentimientos, sus opiniones y pensamientos, sus experiencias cotidianas, siempre con un punto de desesperación.”

En efecto volvemos a disfrutar de esa narración discontinua a base de fragmentos que se van interponiendo unos sobre otros sin aparente conexión pero aquí sin embargo, si podemos encontrar una historia de (des)amor de fondo, vertebrando y dando consistencia a toda la novela:

“La narradora, Kate Ennis, es periodista. Ha tenido una aventura de ocho años con Jake, un hombre casado desconsiderado  egoísta, con el que decide romper pese a que sigue enamorada de él. Al principio del libro, Kate, después de viajar por el mundo y de cruzar el Atlántico varias veces, sigue en el mismo estado de ambivalencia. Recordando desde una pequeña isla en el estrecho de Puget, escribe en primera persona. “¿Puede ser que, accidentalmente, tirara lo más importante?” es una de las muchas frases que se repiten a lo largo del libro. En ocasiones se dirige a su amante. “¿Sabes? Eres, fuiste lo más parecido que tuve en mi vida a una historia real” es otro estribillo. Y en ocasiones le reprocha de forma extensa: “Lo que has hecho es organizar tu vida de manera que las cosas con un poco de alegría o belleza fueran las cosas en las que yo no participaba.”

De esta manera, consigue abandonar esta aparente gelidez para mostrarnos retazos de lo que ha sido esta relación que, además, muchas veces contrastan con el ritmo/estilo de los párrafos habituales:

“Supongo que he sido cara de mantener sólo en este sentido: que me has dedicado más tiempo en esas salidas, viajes de trabajo, visitas en los intersticios de tu vida, del que jamás planeaste dedicarme. Sin embargo, lo que has hecho es organizar tu vida de manera que las cosas con un poco de alegría o belleza fueran las cosas en las que yo no participaba. No, no quiero decir eso. Es sólo que no creo que pusiera un precio muy alto. Ni siquiera iba a haber un precio. Sin embargo, aquí estoy, después de todo, sola en la isla Orcas. Y, sencillamente, lo que ocurre ahora es muy deprimente y mediocre. 

Eh, espera.

                Bueno, al fin y al cabo, el amor es un hábito como cualquier

Otro.

                Un hábito, quizá. Como cualquier otro, no.”

17WITT-facebookJumboCada uno de ellos refleja una cierta desesperación que lo impregna enteramente de manera constante, un sentimiento inherente que nos demuestra una mayor calidez; al fin y al cabo supone una ruptura para ella, ruptura que expresa a través de la disrupción en su escritura, las frases largas se interrumpen en frases breves, cortantes, con puntos y apartes, mostrándonos mucha más pasión y sentimientos, el siguiente párrafo es paradigmático de esta técnica:

“Déjame decir sólo que

                No.

                ¿Cómo que no? Déjame sólo

                No.

                ¿No?

                No. Ya estoy cansado. No quiero oír hablar de eso. No quiero verlo. No quiero contarlo. No quiero formar parte de nada de eso.

                Bueno entonces, ¿qué?

                Déjame en paz.

                Bueno, entonces no puedo.

                No te disculpes. Déjalo estar.

                Pero.

Vete.”

Al mismo tiempo, en los párrafos que se intercalan con estas narraciones  que suponen el hilo conductor volvemos a encontrarnos reflexiones de todo tipo pero no es descartable que, de fondo, esté la figura del desamor, incluso de una manera surrealista como el concurso de su media naranja en el que la esposa responde algo que no sabe sobre su pareja de manera absurda:

“Era tan aburrido como, bueno, como un sonsonete, y tan repetitivo como un vals, como un lamento country en tempo de vals. Era tan absolutamente espantoso como un vino rosado.

A ver, ¿para qué me adelantaste en la carretera, desde una calle lateral, cuando no había más coches a la vista detrás de mí, si ibas a conducir más despacio que yo?

Estaba empezando a atardecer en la ciudad. La tele estaba encendida. Veíamos Su media naranja. El presentador acababa de preguntarse a la concursante, una mujer joven de Virginia:

-¿Cuál es el roedor que menos le  gusta a su marido?

-El roedor que menos le gusta –repuso ella, arrastrando las palabras con serenidad y sin vacilar-. Oh, creo que sería el saxofón.”
De hecho, es sintomático de esta sensación el que le dedique más cariño a la figura de un mapache enfermo que encuentra en su chimenea que a la de su propia pareja (este hecho lo comenta también Spark):

“Alrededor de una hora después de llamar, llegó una camioneta abollada. Yo ya estaba esperando fuera, en parte por impaciencia, en parte porque el granero no era fácil de encontrar, y en parte para dejar de quedarme mirando al ya obviamente febril y agotado animal, que de alguna manera había vuelto a aupar todo su cuerpo a la salamandra, y estaba sentado precariamente, apoyado contra la chimenea, parpadeando. La noche era muy fría y ventosa. Un hombre entrecano, con chaqueta de lana remendada y una gorra vieja con orejeras, bajó lentamente de la camioneta. Un chico de unos diez años con la misma lentitud y vestido de manera similar, bajó del lado del pasajero.

-Hola –dije-, soy Kate Ennis.

-Bueno, señora, soy el inspector de fauna salvaje. Y él es mi nieto.”

Incluso en un párrafo como el siguiente, teñido por la desesperación, la presentación de las dicotomías irreconciliables parecen pretender mostrar la insatisfacción sentida por no saber qué hacer sin ser criticado, el pecado está en una cosa y en su opuesta, sea cual sea nos provoca desequilibrio, desconfianza, inestabilidad, como el que siente la narradora:

51hTvJoTzfL._SX309_BO1,204,203,200_“Aquí tenemos el pecado del silencio. También los pecados de la locuacidad y la labia. Tenemos el pecado de la moderación y también del exceso. Tenemos nuestros pecadores glotones y nuestros pecadores anoréxicos. Tenemos el pecado de ir delante y el de usted primero, Alphonse. Tenemos los pecados de la impaciencia y de la paciencia. De no hacer nada y de actuar. De la espontaneidad y del cálculo. De la indecisión y de sentarnos a juzgar a los colegas. Tratamos de estar alerta ante las infracciones y cuando no encontramos ninguna sabemos que hemos caído en el pecado de la desatención o de la petulancia. Tenemos el pecado de la desobediencia y el de limitarnos a cumplir  órdenes. El de la gravedad y la levedad, de la complacencia, la ansiedad, la indiferencia, la obsesión y el interés. Tenemos el pecado de la falta de sinceridad y de contar verdades inconvenientes. Tenemos el pecado de la ingratitud por nuestras muchas bendiciones y el de alegrarnos en cualquier momento de nuestras vidas. Tenemos los pecados del escepticismo y de la fe. De la puntualidad y del retraso. De la desesperanza y de esperar alguna cosa. De no pensar en los niños que mueren de hambre en la India, de regodearnos en pensamientos sobre esos niños, […]”

La propia Adler es capaz de describir su técnica a la hora de escribir con una figura, la del diario, totalmente conocida por todos; el diario, cuando se lee seguidamente, muestra las mismas sensaciones que cuando la leemos a ella:

“Sólo dos veces en mi vida he estado cerca de llevar un diario. La segunda vez fue cuando tenía veintitantos años. En un cuaderno ordinario, sin ningún cierre, por supuesto, y con páginas sin fechar, escribí cada día, desde un domingo al miércoles  de dos semanas después. No sé cuál es el mes o el año, aunque recuerdo que era verano. […] Todo acabó en la entrada del jueves cuando eché la vista atrás. Leí las entradas de los últimos nueve días y simplemente no conseguí entenderlas. Como si estuvieran escritas por una desconocida y en código.

[…] Los hechos simplemente no estaban allí, y, lo que era más sorprendente, yo no podía reconstruirlos. Ni a partir de las pistas sobre mi humor, ni por el hecho de que habían ocurrido tan recientemente. Podía recordar con más precisión hechos de muchos años antes. Y la primera, la única otra vez, que traté de llevar un diario, de hecho, ocurrió hace muchos años, cuando tenía doce. Abarcaba meses, con entradas diarias y considerable detalle. Y el punto más destacado era sólo éste: todo era mentira. También mis cartas, entonces y después, consistían sobre todo en lo que quería que otra gente creyera.”

Me gustaría terminar con una pequeña reflexión de Spark al respecto de si esta obra puede ser considerada una novela o no desde su punto de vista fragmentario y poco cohesionado:

“¿Adler quiere sugerir que ella misma es Kate Ennis?  Los personajes absurdos están bien, pero este tiene el efecto de absurdo profesional. Rompe la ficción y, por un instante, tenemos autobiografía. Uno de los estribillos que se repite en todo el libro es: “¿De quién es esta voz? No es mía. No es mía.” El misterio del nombre falso permanece. ¿De quién es la voz?

La gran pregunta que una obra como ésta impone al lector es: “¿Qué es una novela?” No hay ninguna definición absoluta, pero, desde luego, hasta cierto punto, una novela es una representación de la visión de la vida del autor. Oscuridad total, como Lancha rápida, es una obra de ficción sobre todo debido a que afirma serlo; damos por hecho que el yo de la novela es un personaje de ficción. En ambos libros, el personaje es una periodista. En Lancha rápida, la narradora afirma: “Desde luego, no creo en la evolución. Por ejemplos, los fósiles. Creo que hay objetos en la naturaleza –a saber, fósiles- que se presentan en capas, y que algunos visionarios semirracionales insisten en derivar de animales, los de abajo más antiguos que los de encima. Lo mismo opino de las derivaciones de palabras […]. Nunca he visto derivar una palabra.” 

Independientemente de estas disquisiciones, es innegable que Oscuridad total nos vuelve a demostrar que la realidad que vivimos no sigue un orden lógico en el que cada causa origina el subsiguiente efecto, sino que todo lo que nos ocurre se ordena de una manera inesperada pero, gracias a la prosa de Adler, subyugadora. 

Los textos provienen de la traducción de Javier Guerrero de Oscuridad total de Renata Adler publicado por Sexto Piso.

La hoguera pública de Robert Coover. La corrupción del sueño americano

Hoguera_CubiertaIntentando escribir algo sobre una obra como esta, recordé un texto que escribí hace tiempo sobre La abadesa de Crewe de Muriel Spark; en aquel post enlazaba lo que nos contaba la británica con otro texto de características parecidas como era Nuestra Pandilla de Philip Roth. Ambas obras tienen como protagonista de fondo a Richard Nixon, Tricky Nixon, como lo llama Roth en su particular sátira (“Nadie en este país supera mi deseo de PARECER religioso”). En el caso de Spark la crítica era más velada y no tan explícita y se relaciona con el famoso Watergate  que trajo a la palestra el fin político de Nixon. Me resulta muy conveniente recordar este texto sobre la prensa:

“-Lo tergiversarán –dice la abadesa-. Eso es lo que necesitamos ahora, hermanas, una tergiversación. Estamos abandonando el ámbito de la historia para entrar en el ámbito de la mitología. La mitología no es otra cosa que la historia tergiversada, igual que la historia es una tergiversación de la mitología; a eso se reduce la historia de la humanidad. ¿Quiénes somos nosotras para alterar la naturaleza de las cosas? En lo referente a nuestro caso, mis queridas hermanas, buscar la verdad sería como buscar los miembros, los dedos y las uñas perdidas de un cadáver desmembrado en un accidente aéreo.”

En La hoguera pública Coover entra de lleno en lo mitológico, es tan consciente de la entelequia que supone la búsqueda de la verdad, que inventa una narración ficcional alrededor de un hecho real y utiliza como narrador la mayor parte del tiempo a Richard Nixon (posiblemente el mayor paradigma de narrador poco fiable), que supone la corrupción total del hombre hecho a sí mismo, el caballero en busca del grial que escenifica el fracaso de un sueño que se convierte en una fruta podrida.

El hecho real del que parte son los sucesos que llevaron a la muerte de los judíos Ethel y Julius Rosenberg, acusados en plena Guerra Fría de haber filtrado información sobre la bomba atómica a Rusia. A partir de ahí Coover construye dos tipos de narraciones que establece temporalmente en los tres días en los que sucede todo: una en tercera persona que describe los hechos que suceden desde una especie de realismo mágico y otra en primera persona, Richard Nixon, por aquel entonces, vicepresidente de EE. UU.

En este particular libro que consta de un prólogo y cuatro partes (miércoles-jueves, mañana viernes, tarde viernes, noche del viernes) con intermezzos intercalados como si se tratara de una ópera y un epílogo del que hablaré más adelante; toman protagonismo todos los personajes que intervinieron en el suceso real aunque teatraliza lo que pudo suceder; origina una sátira que, como las grandes sátiras, más que divertir, asusta. No se queda en la simple narración de unos posibles hechos históricos sino que, para escenificar la situación, personifica entes que solo aparecían en el imaginario colectivo. Tal es el caso del Tío Sam y del Fantasma, personificaciones reales del sueño americano y de la amenaza comunista respectivamente. Todo ello le sirve para pintar una sociedad como la norteamericana que se guía por los mandatos del gran buhonero (un charlatán mercachifle), la esperanza del mundo; todo ello a través de un flujo de pensamientos donde todo es posible gracias a la prosa de Coover:

“Tampoco es que los americanos sean supersticiosos, claro está. ¿Cómo iban a serlo los ciudadanos de esta la nación (bajo el mandato de Dios) más racional de la tierra? Ellos no necesitan presagios para pulsar un interruptor, ganar pasta o cambiar el mundo, pues son los hijos e hijas electos del Tío Sam, nacido Sam Slick, este astuto buhonero yanqui que, al igual que aquella resuelta chica griega de hace mucho, apareció virginal y completamente formado de entre los residuos destrozados de la mismísima Ilustración: “escurridizo”, como se expresa en la Escrituras, “como una culebra que acabase de mudar la piel”. El joven Sam, “terso como un olmo sin hojas”, ya con perilla y sombrero de copa y ataviado con sus faldones y sus pantalones a rayas, los bolsillos llenos de discursos, patentes y pirotecnia, irrumpió de modo avasallador en el Viejo Mundo como un cohete del Cuatro de Julio, bufando y relinchando como un caballo salvaje: “Quién. Quieén. ¡Quién! ¿Quién vendrá a chamarilear conmigo? ¿Quién vendrá a pegar mordiscos conmigo? Grumpf. Yug. Buf. ¡YUJU! En nombre de Jehová y del Congreso Continental, he atravesado el Rubicón: a nado o en una bañera, vivo o muerto, en pie o desfallecido, aquí estoy para pelear, pelearé hasta morir y, con la firme confianza en la protección de los divinos protestantes, una pelea es lo que tendré, ¡o si no tendrán que conservarme en salazón para evitar que me vaya de la lengua! ¿Me oís, alimañas fracasadas? ¡Os habla la esperanza del mundo! Soy Sam Slick, el Buhonero Yanqui.”

Sucesivamente, el Tío Sam va manteniendo conversaciones donde maneja a su antojo a cada uno de los personajes implicados; cada charla, cada momento sirve para destruir poco a poco el ideal de un sueño que se ha corrompido hasta la médula; tal corrupción implica que la moralidad no debe ser tenida en cuenta:

“Puede que hoy nos hayas reventado el espectáculo, ¡pero mañana tus amigos te van a tener escarbando en la mierda, muchacho!

-Puede…

-Nada de puede. Si fueran a ponerse de tu lado por un principio, lo habrían hecho hoy. No, es momento de saldar la cuenta y poner buena cara. Van a bailar un zapateado encima de ti, Billy.

-Si lo hacen, se equivocan. La cruda verdad es que puede que la sentencia de muerte no sea…

-La cruda verdad no existe, amigo…-Encuentra la pipa y atisba la cazoleta con los ojos entornados desde debajo del ala de su sombrero. […]

-Bueno, en el fondo de mi corazón sé que tengo a la ley de mi parte.

-En el fondo de tu corazón, ¿eh? – El Tío Sam baja los pies, se yergue lentamente, empuja el sombrero por encima de la nariz, echa una mirada al magistrado Douglas-. Bien, ¡al diablo la ley y tu corazón sensiblero! Ten cuidado, amigo mío, la moralidad es un lujo privado y caro.”

En contraposición a este personaje, siempre aparece la amenaza del Fantasma, que personifica de un modo más general; mientras que el Tío Sam te habla de tú a tú como si fuera tu amigo, el Fantasma se convierte en una amenaza a escala mundial, una conspiración con infinitos hilos entrelazados donde se encuentran unidos irremediablemente los Rosenberg:

“Tumban edificios, aplastan automóviles bajo sus cuerpos, se tragan policías enteros, se enredan en una montaña rusa de Coney Island. Las balas no los detienen. Se les une Walter Ulbricht, el Fabricante de Ataúdes, el cual recorre la orilla con sus pelotones de fusilamiento; el necrófilo John Reginald Hallyday Christie, con su enorme órgano sangriento y gangrenoso; un gigante negro ojiblanco con la leyenda SÚPER MAU MAU estampada en su pecho salvaje; miles y miles de víctimas gemebundas, ciegas, de carne putrefacta, de Hiroshima y Nagasaki; y el Presidente Mao, surgido de un remolino entre los vapores de los antros de vicio, como un Fu Manchú abotargado de dientes de oro. Los Rosenberg pulverizan sinagogas y catedrales entre sus tentáculos monstruosos. Súper Mau Mau destroza escaparates de supermercados y grandes almacenes, dejándolos a oscuras. Con un latigazo de su coleta, el Presidente Mao reduce Wall Street a escombros.”

Es necesario indicar por lo tanto un enemigo palpable al que combatir y que siempre está en la delantera; en ese orden de cosas cualquier decisión-manipulación es perfectamente admisible:

“Aún no hemos empezado a explorar el verdadero valor de la Palabra, pensé. ¿Y si quebrantábamos todas las reglas, jugábamos con las pruebas, manipulábamos el lenguaje, convertíamos a la Historia en una aliada guerrillera? Por supuesto, el Fantasma ya estaba en ello, ¿o no? De nuevo nos llevaba la delantera. ¿Qué eran sus maquinaciones dialécticas sino la disolución de los límites naturales del lenguaje, la invención consciente de un espacio, una siniestra tierra de nadie, entre alternativas lógicas? Me encantaba debatir ambas posturas de cada asunto, pero pensar en aquel extraño espacio intermedio me provocó sudores. La paradoja era lo que más odiaba aparte de los psiquiatras y las periodistas.”

El Fantasma entonces deja de ser algo etéreo y se puede luchar contra él: los Rosenberg se convierten, en la pluma del norteamericano, en la encarnación del comunismo y deben ser destruidos para mantener el estatus quo del pueblo, de América, y por extensión, del mundo:

“Ahora yo era el Vicepresidente de los Estados Unidos de América. Ellos estaban condenados a arder por traidores. ¿Qué se torció? ¿Por qué hacía falta esto? Claro que ellos habían tenido conocimiento carnal con el Fantasma, yo creía firmemente en ello, habían sido acariciados por el maligno y por tanto estaban infestados: Y yo sabía que sus muertes acabarían con una parte del Fantasma. ¿Qué se sentiría al ser poseído por el Fantasma?, me pregunté. Algunos decían que era como tragarse un viento frío, otros que era como una especie de fuego que recorría las venas.”

Sorprende en este desfile de complicada prosa que parezca que nos encontremos inmersos en una gran obra musical en la que cada intermezzo reafirma esta condición como el discurso con la visión de Dwight Eisenhower o el último acto de la Ópera Sing sing con Julius y Ethel Rosenberg de protagonistas. Hasta los hermanos Rosenberg llegan a transmutarse en los hermanos Marx en un momento dado. El discurso de Ike es una confirmación del carácter mesiánico de dicho sueño:

“¡Es necesario

que salgamos seriamente en busca de cualquier traza de comunismo en cualquier lugar

donde pueda afectar a la vida de nuestra nación y la arranquemos

de todos nosotros, mediante nuestras dedicación

y devoción combinadas,

seamos merecedores de las mayores bendiciones

que el Todopoderoso ha depositado en esta nuestra nación!”

No se olvida en este caso de la prensa como simple conductor del discurso, que nos recuerda una y otra vez el Tío Sam y sus acólitos; nada puede estar fuera de la onda dictada por el gran buhonero:

“PLANTAS DISPERSADAS / PARA DESBARATAR PLANES DE BOMBARDEO. HIJO DE PASTOR DEL BRONX RECIBE LA LLAMADA. Bodas, asesinatos, fusiones velatorios. Recetas y disturbios, promedios de bateo y reseñas de libros. La Guerra Fría entre el Tío Sam y sus enemigos, guerras abiertas entre bambalinas. Para colmo de males, el mundo elige publicar hoy El arte del jaque mate y, dicen las planas, Frankenstein será reeditado. ¿Reeditado? HACE POCO, 19 EJEMPLARES DE ESTE LIBRO HAN SIDO LITERALMENTE QUEMADOS. Los rostros de los peregrinos se ensombrecen cuando se enteran de que la estrella de la Primera Guerra Mundial que derribó setenta y cinco aviones Bosch desde su viejo biplano Spade ha muerto, […]”

El final lleva la parodia a un límite exacerbado, con un paralelismo sexual; una última relación entre Nixon y el Tío Sam, el título del epílogo “La Bella y la Bestia” identificaría al gran chamarilero con la Bestia y al gran mentiroso Nixon con la Bella; el colmo de esta corrupción es que te dejes hacer lo que sea por dicho sueño, que te dejes sodomizar por la esencia de tu ambición:

“-Deseas hacerlo conmigo –dijo jadeante, arrastrándome brutalmente fuera de la penumbra y dándome la vuelta-, tienes que amarme como soy en realidad: San Slick el Buhonero Yanqui, estafador empalmado y domador con uñas y dientes de las paganas tierras salvajes, lozano y chillón entrometido, novus rompepelotas ordo seclorum, ese soy yo, muchacho, ¡y buenas noches señora Calabaza a cualquier estúpido que se interponga en mi camino! –Se chupó el dedo.”

El Tío Sam se aprovecha de la debilidad de los personajes; nunca un halago estuvo tan envenenado como en este caso:

“-Estoy malo –gruñí.

-Ja, ja, no estás malo, tan solo estás enamorado –dijo con una enorme sonrisa y se dobló para besarme la mejilla-. ¡Eh, eres el elegido, sabes! –susurró o pareció susurrar; su voz era extraña: casi como si ya no hablase en voz alta. Las palabras parecían caerle calladamente de los labios, enroscarse en silencio en mis oídos, para acabar floreciendo con una especie de soplo audible contra mi oído interno, como semillas…-. ¡Lo digo en serio, Gus! ¡Eres mi apuesto vocero de feria, mi salvaje fuguilla irlandés, mi colega vendedor ambulante, mi pequeño accidente, mi marinerito guapo! –Me palmeó el trasero afectuosamente-. Eres mi todo, ¡eres mi muchacho!”

El último alarde de Coover, es tremendamente perverso, Nixon, y el pueblo americano, se dejan hacer lo que sea, hasta lo más humillante; para perpetuar la esencia de un sueño que, en realidad, se ha convertido en una parodia en sí mismo:

“[…] Fuera lo que fuese, era hermoso (¿cómo había llegado a pensar que era feo?), lo más hermoso del mundo. Por fin estaba preparado para hacer lo que nunca antes había hecho.

-¡Te …. Te amo, Tío Sam! –confesé.

Pero él ya se había ido, yo estaba solo. Únicamente quedaban sus últimas palabras estallando tiernamente contra mi oído interno mientras permanecía echado, con los ojos llenándoseme de lágrimas y el pecho palpitante, en la solitaria oscuridad…”

Nos encontramos ante una obra maestra de una lucidez, no exenta de dificultad, donde la forma (con un estilo que se transforma página a página) y el fondo (el fracaso del sueño americano) se encuentran indisolublemente unidos. Por expresar como decía De Forest  “la imagen de las maneras y emociones ordinarias de la existencia del pueblo americano” (“the picture of the ordinary emotions and manners of American existence”), es decir, pintar el espíritu americano dentro de una novela (“this task of painting the american soul within the framework of a novel”), entraría de lleno en el canon de la Gran Novela Americana, una novela inolvidable y abrumadora. Un clásico contemporáneo.

Los textos pertenecen a la excelente traducción de José Luís Amores de La hoguera pública de Robert Coover de Pálido fuego.

Mis estadísticas del 2013

No os salváis este año tampoco, queridos lectores, de aguantar este post.

Me sigue siendo muy muy útil para saber cuantitativamente la cantidad de libros leídos; la calidad se evalúa de otras maneras, especialmente con el post de los mejores del año.  Este punto de vista suele ser frío pero valioso.

timesarrowEl 2013 se ha caracterizado por tener un avance evidente en el número de libros leídos mientras el año anterior llegué a 131, en este mi reto lector de Goodreads era 150 y, finalmente ha llegado hasta los 171, superándolo con holgura. Además, el número de páginas ha aumentado igualmente, he llegado al bonito número de 50195 páginas, que también es más que las 40581 del 2012. Según este número de páginas:

1º El libro medio en el 2012 tenía unas 310 páginas de media; sin embargo, este año ha sido de 295 páginas aproximadamente, ha habido una cierta disminución, pero nada reseñable ya que he leído más en inglés y han vuelto a caer libros de dificultad lectora inherente.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi 15 (lo que supone unas 4182 páginas mensuales)

3º Si dividimos el año en 52 semanas, compruebo de esta manera que he leído, de media, más de tres libros por semana (965 páginas) por semana. La alternancia de dos o tres lecturas a la vez es culpable de esto.

Es interesante saber que el libro más largo ha sido de 1176 páginas, podéis adivinarlo, fue “El plantador de tabaco “de John Barth, hubo alguno de menos de 50 páginas también. Variedad, en ella está el gusto.

En cuanto a la lista de libros ha sido la que pongo al final del post,  muchísima variedad de autores este año, los únicos de los que he leído tres libros o más son en orden de mayor a menor Cees Nooteboom (10), Margaret Atwood (7) y Barnes, Gaddis, Nesbo, Munro, Oates y Spark con 3 cada uno. Esto significa que mi proyecto a tres años ha avanzado poco… En cuanto a la famosa distinción de hombres y mujeres, de estas últimas han caído 41 libros lo que supone un 24% de libros de mujeres. En inglés, ha habido 20, un 12% sobre el total. Y las nacionalidades, ha habido una mezcla variada desde luego, ya lo podréis comprobar a continuación.

Y para acabar, la lista…. Que ya toca…

Martin Amis

Time’s Arrow (inglés)

Jacinto Antón

Héroes, aventureros y cobardes

Aleksey Apukhtin (y otros)

Pioneros de la ciencia ficción rusa.

Margaret Atwood

Un día es un día

El cuento de la criada

El asesino ciego

Chicas bailarinas

Resurgir

Asesinato en la oscuridad

La maldición de Eva

Javier Avilés

Fantasmas contra extraterrestres

Julian Barnes

El loro de Flaubert

The sense of an Ending (inglés)

A history of the World in 101/2 chapters (inglés)

John Barth

El plantador de tabaco

Ned Beauman

Boxer Beetle (inglés)

The teleportation accident (inglés)

Brian Michael Bendis

Los poderosos vengadores: La iniciativa Ultrón

Los poderosos vengadores: La bomba de Veneno.

Arnold Bennett

Enterrado en vida

Rafael Bernal

El complot mongol

Lauren Beukes

Las luminosas

Zoo city (inglés)

Denis Bodart

Green Manor: el crimen no es nada sin un mínimo de elegancia

Carmen del bosque

La música de los bosques

Stewart Brown

The Heinemann Book of Caribbean Poetry (inglés)

Edward George Bulwer-Lytton

La casa y el cerebro

Edward Bunker

Stark

Little Boy Blue

Frances Hodgson Burnett

La formación de una marquesa

Jim Butcher

Luna llena

Tormenta

Luisfer Romero Calero

Integridad

Emilio Carrere

Ciencia ficción. Poemas, artículos y novelas cortas.

Carrigan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol. II

James Hadley Chase

Acuéstala sobre los lirios

Gilbert Keith Chesterton

Sobre el concepto de barbarie

Lincoln Child, Douglas Preston

El cadáver

J.M. Coetzee

Esperando a los bárbaros

Edmund Crispin

El canto del cisne

Neil Cross

Luther: El origen

James Crumley

El pato Mexicano

Mark Z. Danielewski

La casa de hojas

Don Delillo

Americana

La calle Great Jones

Peter Debry (y otros)

¡Bang, Bang, estás muerto! (Vol 1)

E. M. Delafield

Diario de una dama de provincias

Philip K. Dick

Los tres estigmas de Palmer Eldritch

Ubik

Charles Dickens

Doctor Marigold

Joël Dicker

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Assia Djebar

Lejos de Medina

Margaret Drabble

La piedra de moler

Friedrich Dürrenmatt

La promesa

Gillian Flynn

Perdida

John Fowles

La mujer del teniente francés

Matt Fraction

Ojo de halcón 1

Brian Friel

Translations (inglés)

William Gaddis

Gótico Carpintero

Ágape se paga

Jota Erre

Stella Gibbons

La segunda vida de Viola Wither

William Golding

El señor de las moscas

David S. Goyer

JSA Vol 2: Darkness Falls (inglés)

JSA Vol 3: The return of Hawkman (inglés)

Charles Homer Haskins

El renacimiento del siglo XII

George V. Higgins

La rata en llamas

Chester Himes

Algodón en Harlem

Harry Houdini

Cómo hacer bien el mal

Ted Hughes

Cartas de cumpleaños (inglés)

Shaun Hutson

Slugs

Jorge Ibargüengoitia

Los relámpagos de agosto

Rabee Jaber

Los drusos de Belgrado

Shirley Jackson

La maldición de Hill House

Elizabeth Jenkins

Harriet

Lidio Nieto Jiménez

Páginas amarillas

Geoff Johns

JSA, Vol 4: Fair Play (inglés)

Jane Johnson

Eidolon

Peter Stephan Jungk

El americano perfecto

William Kennedy

La jugada maestra de Billy Phelan

Stephen King

Rabia

Joyland

Jiri Kratochvil

La promesa de Kamil Modracek

Benjamin Lacombe

Swinging Christmas

Doris Lessing

El cuaderno Dorado

Thomas Ligotti

Noctuario

Vic Logan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol III

Manel Loureiro

El último pasajero

Jean Patrick-Manchette

Balada de la costa oeste

Hilary Mantel

En la corte del lobo

Dacia Maraini

Bagheria

Fel Marty (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol IV

Daphne du Maurier

El muñeco

Ed McBain

El atracador de mujeres

Cormac McCarthy

El consejero

El sunset limited

James McCLure

El cazador sordo

Ian McEwan

Atonement (inglés)

Amsterdam

Todd McEwen

Boston. Sonata para violín sin cuerdas.

John Mortimer

Un paraíso inalcanzable

Slawomir Mrozek

El árbol

Alice Munro

El amor de una mujer generosa

La vida de las mujeres

Las lunas de Júpiter

Jo Nesbo

El doctor Proctor y los polvos tirapedos

El doctor Proctor y la bañera del tiempo

El muñeco de nieve.

Nele Neuhaus

Amigos hasta la muerte

Adam Nevill

Apartamento 16

Carmen del bosque Nieto

El libro de Nebal

Cees Nooteboom

Zurbarán

Mokusei/ El buda tras la empalizada

Autorretrato de otro

Cartas a Poseidón

Luz por todas partes

Así pudo ser

Cómo ser europeos

La historia siguiente

Una canción del ser y la apariencia

En las montañas de Holanda

Flann O’Brien

La saga del sagú de Slattery

Joyce Carol Oates

Mujer de barro

Sexy

Infiel. Historias de transgresión.

Okamoto Kido

Hanshichi. Un detective en el Japón de los samuráis

Margaret Oliphant

Una ciudad asediada

Greg Pak

World War Hulk

Robert B. Parker

El manuscrito Godwulf

Stephen Pastis

Desastre & Total. Agencia de detectives

Daniel Pennac

Entre moros y cristianos

Allan Pinkerton

Los forajidos del Misisipí

Harold Pinter

The dumb waiter (inglés)

Sylvia Plath

Poesía completa (inglés)

Edgar Allan Poe

Cuentos de muerte y demencia

Miedo en el cuerpo. 25 años de terror con Valdemar

Douglas Preston (y Lincoln Child)

Dos tumbas

Prince

21 Nights (inglés)

Thomas Pynchon

Bleeding edge (inglés)

James Robinson

JSA, Vol 1: Justice be done (ingles)

Javier G. Romero

Bolsilibro & Cinema Bis

James Ross

Mal dadas

Philip Roth

Goodbye Columbus

Ango Sakaguchi

En el bosque, bajo los cerezos en flor

George Saunders

Diez de diciembre

Giorgio Scerbanenco

La muñeca ciega

Francisco Serrano

Perros del desierto

Maj Sjöwall/Per Wahlöo

El asesino de policías

Los terroristas

Thorne Smith

¿Se cayó….?

Zadie Smith

White teeth (inglés)

Lemony Snicket

¿Quién será a estas horas?

Muriel Spark

El único problema

La intromisión

La plenitud de la señora Brodie

Anna Starobinets

El vivo

D. E. Stevenson

El matrimonio de la señora Buncle

Bahaa Taher

El oasis

Prince

Matt Thorne

James Thurber

La maravillosa O

Lavie Tidhar

Osama

Eloy Tizón

Técnicas de iluminación

John Tones

Nigromancia en el reformatorio femenino

Kurt Vonnegut

La cartera del cretino

David Foster Wallace

La escoba del sistema

Evelyn Waugh

Un puñado de polvo

Marc Weingarten

La banda que escribía torcido

M. A. West

El viento y la sangre

Geoffrey Willans

¡Abajo el colejio!

Cornell Woolrich

Rendez Vous en negro

Patrick deWitt

Los hermanos Sisters

Resumen de lecturas de agosto y mujeres de Nobel

Después de celebraciones hay que seguir en el tajo, y qué mejor forma que comentando las lecturas del mes de agosto:

“Héroes aventureros y cobardes” de Jacinto Antón, exquisita recopilación de los diversos artículos que el periodista ha publicado en “El país”; enraizados en la novela de aventuras y el más puro pulp, cada uno de estos artículos y entrevistas son una oda al periodismo, eso que ya vamos olvidando hoy en día. Apasionante lectura y, desde luego, muy acorde para la época veraniega.

“Los hermanos Sisters” de Patrick DeWitt, novela negra del oeste, no es que esperara más que una lectura veraniega, pero me temo que se quedó en menos aún, la historia resulta tremendamente edulcorada, sin garra, sin tripas… un caramelo en el mal sentido. Un poco decepcionante.

“La verdad sobre el caso Harry Quebert” de Joël Dicker, el best seller del verano se quedó, como el anterior, un poco a medias, la primera mitad del libro se lee con interés y hay un intento de hacer algo más, una novela policíaca y metaliteratura, es por ello inevitable la comparación con Roth y su Zuckerman; sin embargo la segunda parte decae debido al olvido tácito de la trama policíaca y una conclusión apresurada como poco. Aun así es recomendable.

“Chicas bailarinas” de Margaret Atwood, recopilación de cuentos cortos de la que hablaré más profundamente en un artículo futuro.

“Cartas de Cumpleaños” de Ted Hughes, edición maravillosa de las famosas cartas de Hughes a Sylvia Plath. Baste decir que tienen fuerza, energía, aliento poético. Hughes es un coloso que llega cada verso con la energía de la naturaleza y la mezcla con lo confesional. Qué salvaje por momentos, emotivo, todo se puede unir en la poesía del inglés. Una joya.

“La banda que escribía torcido” de Marc Weindgarten, recopilación de artículos que buscaban rememorar el nacimiento y desarrollo de lo que se dio en llamar “New periodism” en EE.UU. gracias Tom Wolfe, Hunter S. Thompson y otros…  A pesar de la profusión de datos es una muy buena lectura de la época y está narrada brillantez, resulta muy apasionante la verdad.

“La intromisión” de Muriel Spark, nueva muestra de su maestría, nos encontramos ante la novela más autobiográfica pero sin perder un atisbo de su mala baba. Espléndida.

“Stark” de Edward Bunker, publicado póstumamente, la primera novela de Bunker es toda una declaración de principios de lo que vendría más adelante. Si es la primera que descubres, desde luego, irás a por las siguientes; no obstante, se queda un escalón por debajo de las increíbles “No hay Bestia tan feroz”, “Little boy blue” o “Perro come perro”. Me gustaría hacer un artículo futuro con los méritos del norteamericano, pero será cuando lea su autobiográfico “La educación de un ladrón”.

“El único problema” de Muriel Spark, obra más comedida de la inglesa, aunque tiene su sello de identidad y se lee sin esfuerzo.

“La plenitud de la señorita Brodie”, la falta de tiempo no me dejará comentarla, quizá en otro momento, pero estamos ante una tragicomedia perfecta, Muriel Spark es un ejemplo de la literatura de postguerra en su máxima plenitud. Es tan perversa en sus planteamientos y en su forma de definir los personajes que nunca puede aburrir.

“Amsterdam” de Ian McEwan, Mc Ewan no es sólo “Expiación”, una buena muestra es esta maravilla que comenté hace poco aquí.

“El cuaderno dorado” de Doris Lessing, densísima obra de la premio Nobel de literatura británica, un ejemplo perfecto de escritura postmodernista y con la que me extenderé más adelante.

“Poesía completa” de Sylvia Plath, edición bilingüe magistral de Bartleby Editores para disfrutar como se merece la poesía de la prematuramente fallecida Plath. Edición profusa en detalles y que contiene las notas de Ted Hughes que reflejan con toda su profundidad la evolución de esta escritura. Me atrevo a decir que es imprescindible por muchísimos motivos: sobre todo por la creatividad de esta poetisa confesional.

Una vez finalizados los exámenes y esperando la finalización de la licenciatura, se acerca el acontecimiento literario por excelencia en cuanto a premios se refiere: la entrega del Nobel de literatura. Se producirá en la semana del 7 al 13 de octubre, y aunque nunca ponen el día de este, los que lo seguimos ya sabemos que será el jueves 10 de octubre. Si os acordáis, fieles seguidores (jaja) ya hice un post el año pasado con las posibilidades que había. Este año, tras el triunfo de Mo Yan, los asiáticos tardarán bastante en recibir otro; por lo tanto, las posibilidades este año tiran a que se trate de una mujer, posiblemente norteamericana (ojo, canadiense o estadounidense) o de otro país, africano por ejemplo. Me voy a tirar a la piscina con esta predicción (aunque luego puedo estrellarme) y voy a aprovechar septiembre para hacer un monográfico de las más grandes escritoras actuales que podrían ganarlo.  En esta foto podéis ver la muestra de libros que intentaré que vaya apareciendo por aquí. No sé si llegaré con todas, pero lo voy a intentar.

2013-09-05_20.21.13

Aparte de este monográfico alguna otra cosa caerá, ya que este 17 de septiembre tendremos por fin a la venta la nueva novela del grandísimo (y eterno candidato al Nobel) Thomas Pynchon: “The bleeding edge”. Como podéis suponer ya la tengo reservada y será una lectura “extensa” del mes, leer a Pynchon en inglés es del estilo de Joyce por la dificultad, así os hacéis una idea aproximada. Todo un reto.

Y eso es todo, que no ha sido poco como siempre. El próximo mes será “terrorífico”, os podéis imaginar los motivos.

“El post de las estadísticas”

Todos los años, desde hace ya tiempo, intento realizar una retrospectiva a nivel cuantitativo, de los libros leídos, esto se suele complementar con la visión más cualitativa que pasé el día anterior con las lecturas que más me han gustado; y sirve para hacerme una idea de mi avance literario desde otro punto de vista.

floating admiralDe tal manera, el 2012 no puede ser menos, fríamente hablando, he leído una cantidad bastante aceptable de libros, mi reto lector era 120, y al final he llegado a 131 libros, superado con creces como podéis comprobar (sirva como referencia que el año anterior leí 100 libros); de todos modos este dato es aún más divertido si comparamos el número de páginas leídas, en el 2011 fueron 30.000 páginas; este año han llegado a las 40581 páginas; esto sí asustará algo más al lector ocasional o no-lector porque supone lo siguiente:

1º El libro medio en el 2011 tenía unas 300 páginas de media; sin embargo, este año ha sido de 310 páginas aproximadamente.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi once (lo que supone unas 3382 páginas mensuales)

3º Si dividimos el año en 52 semanas, compruebo de esta manera que he leído, de media, dos libros y medio (780 páginas) por semana. Suele ocurrir que compagino dos o tres lecturas a la vez, de ahí que pase esto; alternar lecturas no es más complicado y ayuda a coger más velocidad lectora, está certificado.

No está nada mal la verdad. Como toda estadística, no es exacto; en meses veraniegos, leo mucho más que en los meses de trabajo y, desde luego, todos los libros no tienen ese tamaño, los he leído desde 1380 páginas a 50… un abanico muy amplio de posibilidades.

En cuanto a la lista de libros ha sido la que pongo al final del post, las conclusiones son claras, muy variado todo, con poca concentración de autores, muchos distintos, los autores más leídos han sido por este orden: Stefan Zweig, Philip Roth y Terry Pratchett, Muriel Spark y Jo Nesbo. Una mezcla extraña desde luego. Otro dato curioso es que 11 de los 131 libros fueron en inglés completamente, y tiene pinta de que este año vayan a ser más, una tendencia muy incesante. Como finalización, a pesar de leer mayoritariamente de escritores anglosajones, ha habido hueco para muchas nacionalidades, solo hay que ver el caso de Zweig o Nesbo.

Y para acabar, la lista….

Eric Ambler

Causa de Alarma

Javier Pérez Andújar

Los príncipes valientes

Paul Auster(con J. M. Coetzee)

Aquí y ahora. Cartas (2008-2011).

Poesía completa. (inglés)

Bill S. Ballinger

Retrato de humo

Linwood Barclay

El accidente

John Franklin Bardin

El percherón mortal.

Henry Howarth Bashford

Augustus Carp

Anthony Berkeley

El caso de los bombones envenenados

Lawrence Block

Tiempo para crear, tiempo para matar.

Louis Borgenicht

Manual de instrucciones del bebé.

Willy Breinholst

Hola, estoy aquí

Fredric Brown

El asesinato como diversión

Ed Brubaker

Ascensión y caída del imperio Shi’ar

Edward Bunker

Perro come perro

A.S. Byatt

Posesión

El libro negro de los cuentos.

Javier Calvo

El jardín colgante

Francisco Casavella

Elevación, elegancia y entusiasmo: Artículos y ensayos (1984-2008)

Jerome Charyn

Ojos azules

James Hadley Chase

Un loto para miss Quon

Gilbert Keith Chesterton

Lectura y locura

Charles Dickens

Detection club

The floating admiral (Inglés)

Jonathan Coe

La terrible intimidad de Maxwell Sim

J.M. Coetzee

Foe (inglés)

Robert Coover

Noir

Don Delillo

Fascinación

Los nombres

Body Art

Charles Dickens

Las memorias de Joseph Grimaldi

Estampas de Italia.

Francis Scott Fitzgerald

The great Gatsby (ingles)

John Fowles

El coleccionista

Jonathan Franzen

Libertad

Stella Gibbons

Navidades en Cold Comfort Farm

Wolfgang von Goethe

47 poemas.

Graham Greene

The quiet American (ingles)

Ernest Hemingway

The snows of Kilimanjaro (ingles)

Vicki Hendricks

Poesía Cruel

Stefan Heym

Rehenes

George V. Higgins

Mátalos suavemente

Zora Neale Hurston

The gilded Six-bits (ingles)

Kazuo Ishiguro

The remains of the day (ingles)

P. D. James

La muerte llega a Pemberley

B. S. Johnson

La contabilidad privada de Christie Malry

Paul Johnson

Humoristas.

Stephen King

22/11/63

El viento por la cerradura.

Chuck Klosterman

Pégate un tiro para sobrevivir.

Stanislaw Lem

El hospital de la transfiguración

La investigación

Elmore Leonard

Un tipo implacable

Bernard Malamud

El reparador

Los inquilinos

George R.R. Martin

Danza de Dragones

Ed McBain

Odio

James McClure

La canción del perro.

El leopardo de medianoche

El huevo ingenioso.

Val McDermid

El canto de las sirenas.

Margaret Millar

La bestia se acerca

Arthur Miller

Death of a salesman (inglés)

Gladys Mitchell

Cuando sale la luna

Nancy Mitford

Trifulca a la vista

Dr Vicente Munar

Preparaos papás.

Jo Nesbo

Némesis

La estrella del diablo

El redentor

Headhunters

Nele Neuhaus

Blancanieves debe morir

David Nobbs

Caída y auge de Reginald Perrin

Cees Nooteboom

Tenía mil vidas y elegí una sola

Flann O’brien

La gente corriente de Irlanda.

Flannery O’Connor

Cuentos completos

Joyce Carol Oates

Del boxeo

Hermana mía, mi amor

Jean Patrick Manchette

El caso N’Gustro

Pilar Pedraza

La pequeña Pasión

Daniel Pennac

Diario de un cuerpo

Terry Pratchett

Buenos presagios

Los pequeños hombres libres

Regimiento monstruoso

Nación

Carpe Jugulum

Douglas Preston, Lincoln Child

Venganza

Sangre fría

Thomas Pynchon

Mason y Dixon

Contraluz

Adrienne Rich

Poemas (1963-2000) (inglés)

Alex Ross

Escucha esto

Philip Roth

Zuckerman encadenado

La contravida

El animal moribundo

El pecho

El profesor del Deseo

Patrick Rothfuss

El nombre del viento

Maj Sjöwall, Per Wahlöo

La habitación cerrada

Terry Southern

El cristiano mágico

Muriel Spark

El asiento del conductor

Memento mori

Los solteros

La abadesa de Crewe

Mickey Spillane

Mi pistola es veloz

Anna Starobinets

Una edad difícil

D.E. Stevenson

El libro de la señorita Buncle

Leonie Swann

¡Qué viene el lobo!

Josephine Tey

La hija del tiempo

Jim Thompson

Mujer endemoniada

Noche salvaje

Un cuchillo en la mirada

Ko Un

Fuente en llamas

Diez mil vidas

Fred Vargas

Los que van a morir te saludan

El hombre de los círculos azules

El ejército furioso

Susan Rich

Miedos de medio minuto

Vidocq

Mis memorias

 Kurt Vonnegut

Matadero 5

Mientras los mortales duermen

Edith Wharton

Souls Belated (Inglés)

Charles Willeford

Miami Blues

 Cornell Woolrich

La novia vestía de negro

 Stefan Zweig

Carta de una desconocida

Novela de Ajedrez

Veinticuatro horas en la vida de una mujer

Momentos estelares de la humanidad

Ardiente secreto

Mendel el de los libros

Los milagros de la vida

“La abadesa de Crewe” de Muriel Spark.

Me permitiréis recurrir al cliché, pero es cierto que se han escrito “ríos de tinta” sobre Richard Nixon y su mandato en Estados Unidos. La literatura no fue menos, y tuvo distintas manifestaciones. 

nuestra_pandilla_medPor ejemplo, tenemos el caso de Philip Roth que en su libro “Nuestra pandilla”(1972) modeló como una sátira despiadada del gobierno de Richard Nixon y de toda su “pandilla” o políticos y otras figuras que estaban al lado de él en esa época. Roth escogió la sátira explícita y no escondía las verdaderas identidades de la época: el periodismo ( hay periodistas con nombres tan gráficos como lameculos, osado, cójame-en-contradicción, cacho-bruto), el FBI (“Es lo que decimos los del FBI: no me hagas preguntas y no te contaré mentiras”), el propio pueblo americano (“nunca he perdido mi fe en la maravillosa indiferencia del pueblo norteamericano“), McCarthy, que lo llama McCatastrophy y, cómo no, a Nixon (Tricky Dixon en el libro) con perlas como “Nadie en este país supera mi deseo de PARECER religioso”. Una forma que, sobre el mismo fondo, nos sugiere momentos de felicidad total en un libro más que recomendable a pesar de que se refiere muy explícitamente a una época de la historia norteamericana.

Muriel Spark escribió “La abadesa de Crewe” en 1974, habían pasado ya dos años después del escándalo que supuso el famoso “Watergate” en el que Richard Nixon no salió indemne y tuvo que dimitir; el único presidente norteamericano que lo ha hecho hasta ahora, debido a las escuchas ilegales que hacía en los pasillos de la Casa Blanca. 

cubiertacontrase–adoctor.inddSpark decide, sobre esta base, reflejar estos hechos, y para ello elige la ironía, sin ser explícita en cuanto a los personajes, pero con reminiscencias evidentes que nos hacen recordar el caso en cuestión: “Me atrevo a decir que en esta hora triste ha llegado para Inglaterra la decadencia. ¡Toda esa polvareda pública, que no ha hecho más que aumentar de mes en mes, por un dedal de plata! Jamás habría estallado en Estados Unidos un escándalo semejante. Allí hay sentido de la medida y se comprende la naturaleza humana; es el secreto de su éxito. Una raza realista, aunque no tenga ni idea de cómo se comen los espárragos”.

Todo el libro es una parodia del caso Watergate, no en vano pone escuchas a lo largo del convento que son oídas y grabadas: “Arriba, lejos de ellos, las grabadoras de la sala de control, activadas por sus voces, continúan dando vueltas. Hay tantos oídos en las paredes de la Casa que ni Mildred ni Walburga, al contrario que en el momento de su instalación, cuentan con ello. Es como saber, porque siempre te lo han dicho, que te contempla el ojo de Dios, lo cual, por significarlo todo, no significa nada.”

 Tenemos nuevamente a la escritora inglesa en estado de gracia, ya hablé de dos de sus grandes momentos por aquí, destilando humor negro e ironía raudales y no dejando títere sin cabeza, como el propio Roth hacía en su obra, al hablar del periodismo y la función que lleva a cabo: “-Lo tergiversarán –dice la abadesa-. Eso es lo que necesitamos ahora, hermanas una tergiversación. Estamos abandonando el ámbito de la historia para entrar en el ámbito de la mitología. La mitología no es otra cosa que la historia tergiversada, igual que la historia es una tergiversación de la mitología; a eso se reduce la historia de la humanidad. ¿Quiénes somos nosotras para alterar la naturaleza de las cosas? En lo referente a nuestro caso, mis queridas hermanas, buscar la verdad sería como buscar los miembros, los dedos y las uñas perdidas de un cadáver desmembrado en un accidente aéreo.” 

Qué brillante novela de una Spark divertidísima y negra como la vida misma, siempre innovando, siempre intentando dar con lo que mueve y martiriza la sociedad. Dos maneras de utilizarlo, la de ella y la de Roth, mismo material, diferentes formas estilísticas, con el mismo resultado paródico.

Las mujeres protagonizan diciembre

2012 Reading Challenge

2012 Reading Challenge
Mariano has
completed his goal of reading 120 books in 2012!
hide

 

Se suele decir que una imagen vale más de mil palabras, en este caso esta imagen representa mucho de por sí.
En efecto, como se puede ver, he superado el exigente reto lector que me había puesto este año a estas alturas, y caerán más hasta que acabe el año. No está mal pasar de 120 libros y con más de 38000 páginas leídas..

En otro orden de cosas, el resumen de las lecturas de noviembre es el siguiente: empezó el mes con esas pequeñas joyitas de terror de las que hable aquí, esos “Miedos de medio minuto” resultaron una gratificante mezcla; al mismo tiempo alternaba con la lectura en su lengua original de una obra maestra del gran Coetzee, “Foe”, paradigma de novela postcolonialista y que en tan pocas páginas es jugosa como pocas en sus múltiples interpretaciones y visiones; mientras finalizaba “Escucha esto” del que hable aquí  y que daba los coletazos desde el mes anterior, empezaba y disfrutaba con deleite el cuento gótico de Shirley Jackson “Siempre hemos vivido en el castillo”, una lectura compleja y sugerente, una pequeña delicia, por lo corta que se hace; la ración mensual de Impedimenta estuvo ocupada por el fantástico “Caída y auge de Reginald Perrin” del que ya hablé largo y tendido por aquí  y que fue un momento de diversión genial; Muriel Spark tuvo sus momentos de gloria con “El asiento del conductor” y “Memento Mori” que comenté conjuntamente en este enlace; King volvió a emocionarme con una nueva entrega de las aventuras del pistolero en “El viento por la cerradura”, y aproveché para hacer un comentario sobre él; también hubo tiempo para novela negra con el irregular aunque estimulante “Poesía Cruel” de Vicki Hendricks.

Entre las últimas adquisiciones aquí tenemos una buena muestra… me esperan, desde luego buenas lecturas, es indudable.

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Parte del mes de noviembre y principios de diciembre ha estado centrada en “Hermana mía, mi amor”, libro que, seguro, va a estar en mi recopilación de lo que más me ha gustado del año, gracias a Joyce Carol Oates. A partir de ahí, muchas mujeres van a ocupar diciembre; me esperan “La abadesa de Crewe” de Spark, “El libro de los cuentos negros” y “Posesión” de A.S. Byatt, “La hija del tiempo” de Josephine Tey y el “White Teeth” de Zadie Smith; puede que también el “Cuando sale la luna” de Gladys Mitchell o el último de Starobinets… grandes escritoras para un mes que acabará en la Navidad, con sus compras hasta en estos tiempos de carestía.

El próximo balance será el del año que hemos tenido, que será a principios de enero, como se merece, con bombo y platillo, por si a alguien le sirve para regalar en los Reyes Magos.

“El asiento del conductor” y otras obras de Muriel Spark

cubierta.inddLos años cincuenta en Gran Bretaña supusieron un cambio radical a la situación establecida anteriormente, era la post-guerra; y, a pesar de que se encontraban entre los ganadores del conflicto bélico, también eran cada vez más conscientes de que la posición de dominancia que pudieron tener en el pasado había cambiado; los actores eran otros y esto se reflejó, como no podía ser de otra manera, en las obras literarias.

Muchos de los escritores de la época mostraron en sus ficciones el anhelo por los tiempos pasados, auge y caída de un imperio; “Retorno a Brideshead” de Evelyn Waugh es un epítome del momento; lo malo es que la mayoría de autores tomaría este camino entrando en una monotonía que romperían con su creatividad y originalidad, escritores de la talla de William Golding y Muriel Spark, de la que hablaré a continuación.

Muriel Spark (1918-2006) estaba, sin embargo, más interesada en los límites más borrosos de las ambigüedades humanas; en ocuparse de las paradojas relativas a la libertad de cada individuo usando para ello la forma, más bien corrosiva, de la “comedia negra”; por citar alguna de sus obras maestras: “Memento Mori” (1959), “The Prime of Miss Jean Brodie” (“La plenitud de Miss Brodie”)(1961), “The Driver’s Seat”(“El asiento del conductor”) (1970) y “A Far Cry from Kensington”(“Muy lejos de Kensington”) (1988).

En el prólogo a la imprescindible “El asiento del conductor”, Eduardo Lago comenta con respecto a sus obras: “En sus novelas nos encontramos con elementos ciertamente insólitos, narradores de ultratumba, miembros de la cámara de los Lores incapaces de perpetrar un parricidio a derechas, abuelas contrabandistas que ocultan un alijo de diamantes en la miga de pan…”; y cómo es el mundo que nos pinta Muriel Spark: “Estamos en un mundo en el que nada es lo que parece, un mundo muchas veces violento, en el que lo cómico convive con lo macabro y en el que el mal y la muerte nunca están muy lejos.”memento mori

Estos comentarios se aplican de manera consistente a esta pequeña pero intensa obra, donde se producen prolepsis continuas de un narrador omnisciente: “Mañana por la mañana la encontrarán muerta de múltiples heridas de arma blanca, las muñecas atadas con un pañuelo de seda y los tobillos sujetos con una corbata de hombre, en los terrenos de una villa deshabitada, en un parque de la ciudad extranjera donde la conduce el vuelo en el que embarca ahora mismo por la puerta 14”.

La obra es ciertamente desasosegante, se caracteriza por una inevitabilidad a la que nos vemos abocados sin poder hacer nada más que estremecernos, realiza una deconstrucción de la novela policíaca, se sabe el final ya, se anticipa por varios comentarios, importará más el cómo se llega a ello. Subvertir las reglas del género, esta es la Spark audaz, diferente, creadora de historias diferentes de lo reinante.

En contraste, en “Memento mori”, todo comienza con una llamada telefónica a Lettie Colston, una frase que servirá de hilo conductor: “Recuerde que debe morir”. Los protagonistas, octogenarios y septuagenarios, con sus vidas al límite y una amenaza de fondo; hay algo de relato policíaco pero nuevamente cambiando las reglas, los puntos de vista se suceden, caracterizando inefablemente cada uno de los personajes de la obra, hay humor, desde luego, pero es negro, irónico.

La amenaza de esta muerte futura les hace replantearse su vida, en boca de Henry Mortimer, el detective crepuscular: “-Si pudiese volver a vivir mi vida,  me crearía el hábito de prepararme mentalmente todas las noches ante la idea de la muerte. Por así decirlo, prepararía la rememoración de la muerte. Es la práctica que más intensidad le da a la vida. La proximidad de la muerte no debería tomarnos por sorpresa. Debería ser parte de la expectativa total de la vida. Sin un sentido constante de la presencia de la muerte, la vida es desabrida. Sería lo mismo que vivir alimentándose con clara de huevo.”

Esta impresionante escritora buscaba removernos en nuestras entrañas, innovar, construir al mismo tiempo; es más que necesario no olvidar que la tenemos disponible, para disfrutar cada día de toda su obra, una obra, en mi opinión, imprescindible.

“El libro de la señorita Buncle” de Dorothy Emily Stevenson

Aunque ya hace bastante que me leí esta novela, no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer una pequeña reseña de él, ya que sería una verdadera pena que este libro quedara olvidado. La hasta ahora inédita Dorothy Emily Stevenson se ha publicado en este año gracias a la editorial Alba y su siempre interesante sello Rara Avis.

Publicado inicialmente en 1934, “El libro de la señorita Buncle” tiene un argumento tan sencillo como este: la señorita Buncle, siendo una solterona de una típica villa de principios del siglo XX decide escribir un libro para intentar conseguir algunos ingresos extra, pero como cree que no es imaginativa decide pintar la vida de todos los habitantes de la villa con la única precaución de cambiarles los nombres, además del suyo propio. Todo empezará a enredarse cuando sus queridos vecinos se den cuenta de que son ellos los reflejados en el libro e intenten acabar con el que creen que es el escritor.

Esta premisa sirve para crear una historia tremendamente cómica, muy en la línea de Nancy Mitford, Stella Gibbons, Muriel Spark o E. F. Benson, donde todos los personajes se enredan en tramas y subtramas llenas de diversión. Sorprende el hecho de que el libro no decae en ningún momento aunque parezca mentira, sobre todo por el buen hacer de la escritora escocesa, que consigue retorcer cada situación y llevarla a lo absurdo y proponernos un juego metaficcional donde refleja, indudablemente, la situación real de las editoriales y las publicaciones y ediciones de libros. Especialmente desternillante es el momento en que saca las reseñas que le hacen críticos acusándola de hacer una historia que no tiene verosimilitud y que debería irse a vivir a una villa para saber lo que es cierto; ¿no es la vida misma?

Según avanza la trama, el grado de enrevesamiento llega a su cima cuando Buncle empieza a escribir un segundo libro y deja anonadado al editor, el señor Abbot:

“El tema era poco usual e intrigante, el señor Abbot nunca había leído una novela sobre una mujer que escribe una novela sobre una mujer que escribe una novela”.

Genial.

El resultado es que tenemos una de las novelas más consistentes y, sobre todo, divertidas del año, un texto que me puedo arriesgar a decir que casi el 100% de los que lo lean disfrutará enormemente con él.

A veces no es necesario escribir más para defender algo, pero sí hacerlo fervientemente.

Valoración del libro:

Contraluz y el otoño

Cada cierto tiempo, me gustaría ir comentando un breve balance de las lecturas del último mes así como un avance las próximas, también futuras compras y lanzamientos; sirve para hacerse un estado de situación literaria.

Por la portada está claro qué libro y autor va a ser el protagonista del mes, podemos llamarlo “lectura-tochal”. Hablaré un poquito más adelante de él.

Pero primero, hagamos un resumen de lo que me ha deparado agosto a nivel lector. Es importante tener en cuenta que, después de un julio exuberante, agosto languidece en comparación; principalmente porque, claro, los exámenes no se preparan solos.

La primera lectura (y más voluminosa) del mes correspondió a uno de los fenómenos literarios del año en España: el quinto tomo de la serie de “Canción de Hielo y Fuego”, “Danza de Dragones” de George R.R. Martin, después de unos cuantos años desde el último volumen había muchas ganas por conocer cómo seguía la historia, me ha despertado muchos sentimientos encontrados que al final han desembocado en decepción, me extenderé en intentar explicar esto en una próxima reseña-crítica-ensayo. ¡¡¡Permanezcan atentos a sus monitores!!!

La siguiente lectura, sin embargo, “El leopardo de medianoche”, supuso mi introducción inmejorable a las aventuras detectivescas en clima de apartheid sudafricano de los detectives Kramer y Zondi del escritor James McClure; novela muy sólida y con una trama fabulosa que ha originado que me esté leyendo sus últimas novelas justo en este momento. “Habemus” clasicazo de novela policíaca con la novelita de John Franklin Bardin “El percherón mortal”, una de esas novelas que asentaron y dignificaron el género. Del “Headhunters” de Jo Nesbo hablé ya largo y tendido por aquí. El último de Daniel Pennac, “Diario de un cuerpo”, hace que tome la decisión de no comprar ya el siguiente en tapa dura, el bajón en cuanto a creación de historias es manifiesto, y el creador de la familia Malaussène no levanta cabeza desgraciadamente. Por fortuna, después de una mala, suele venir lo bueno, y en este caso lo mejor del mes, el “Rehenes” del alemán Stefan Heym, con el que espero extenderme en una próxima crítica, uno de los libros del año sin dudarlo. La reedición de “El coleccionista” de John Fowles en una exquisita edición de Sexto Piso fue otra gran noticia, otra oportunidad de conocer esta perturbadora y claustrofóbica novela. Tampoco fueron malas lecturas el último que nos trajo Impedimenta de Muriel Spark, “Los solteros”, y el libro de viajes por Italia de un Dickens en “tercera marcha literaria” en Nórdica. Tampoco puedo olvidar el fantástico “Mis memorias” de Vidocq, la historia del protodetective por antonomasia narrada por él mismo.

Y, ¿qué es lo que nos puede deparar este mes? En primer lugar la lectura de “Contraluz”, verdadero e inigualable protagonista literario, gracias al incomparable Thomas Pynchon. Una lectura que, seguramente, no será la última, pedirá relectura futura; ya lo he empezado y es, como de costumbre, una viaje que puede deparar todo y nada a la vez, avanzar por los vericuetos de una prosa tecnológica-literaria-cripto-histórica. También toca este mes ponerse al día, más tras su premio Príncipe de Asturias, del también norteamericano Philip Roth; una de mis lagunas eran sus historias de su alter ego Nathan Zuckerman, así que ya empiezo con la lectura cronológica de “Zuckerman encadenado”, al que seguirán “La contravida” y, si da tiempo, “Pastoral Americana”, su archiconocida obra. También estoy seguro que, en novela negra o policíaca seguiré con McClure, ahí están esperando “El huevo ingenioso” y “La canción del perro”, y es muy posible que caigan un par de Thompsons que tengo por ahí, y, luego ya veremos qué viene…

En cuanto a próximas novedades que se van a publicar, nos esperan bastantes cosas en esta recta final del año, y algunas muy buenas, especialmente destacables son: la nueva novela de George V. Higgins, “Mátalos suavemente”, coincidiendo con el estreno de la película homónima con Brad Pitt, una joya indiscutible del género; “La caída y auge de Reginald Perrin”, de David Nobbs , una de esas comedias británicas deliciosas que particularmente me apasionan. Ya en un segundo plano y más adelante tenemos nuevas novelas de Edmund Crispin; del gallego más negro Domingo Villar (“Cruces de piedra”), que como sea la mitad de buena que las anteriores será más que suficiente; también viene una nueva Oates, uno de cartas de Auster y Coetzee,  hasta el último Delillo. Además un Manchette, que parecía que RBA lo había olvidado vilmente. En fin, una buena remesa que augura buenas y variadas lecturas, ya veremos si satisfactorias.

No quería marcharme de este post tan abigarrado en nombres sin una última foto que servirá de colofón. Ahí podéis ver las que van a ser las lecturas de este año en su lengua original (para acabar, si todo va bien, Filología inglesa); ah… falta el “Posesión” de A.S. Byatt, pero bueno… están casi todos: Coetzee, Amis, Ian McEwan, Zadie Smith, Julian Barnes…, qué verdadero placer va a ser.