“Charles Dickens” de Gilbert Keith Chesterton

Qué mejor forma de empezar mi homenaje particular a Dickens, a los doscientos años de su nacimiento en 1812, que leyendo la biografía que el novelista británico Gilbert Keith Chesterton, gran admirador suyo, le dedicó en 1906. Qué mejor forma de profundizar en su literatura y en su persona que a través de quien mejor le supo comprender.

Repasando el otro día mi biblioteca, resulta que Chesterton es el segundo escritor del que más libros tengo y el segundo al que más he leído (el primero llegará más adelante, ya lo comentaré en una crítica futura que se está modelando en mi cabeza) y tenía unas ganas tremendas de dedicarle unas páginas a algún libro suyo. La oportunidad apareció cuando se me vino a la cabeza que este era el año Dickens, y, casualmente, esta biografía se encontraba al lado de los librosdel inmortal escritor (sabia decisión). Por lo tanto, las cartas estaban dispuestas. Mi musa particular me estaba inspirando doblemente.

¿Y qué podemos decir sobre Chesterton? Posiblemente nos encontremos ante uno de los mejores escritores de la historia, polifacético hasta niveles insospechados, capaz de escribir todo tipo de obras: poemarios, obras de teatro, novelas policíacas, novelas históricas, ensayos, biografías, libros de viajes, textos filosóficos y religiosos, etc. Prolífico hasta lo inconcebible, sobre todo teniendo en cuenta que, desgraciadamente, sólo llegó a vivir sesenta y dos años.  Se le llamó el “príncipe de la paradoja” por el uso que hace de este medio estilístico, llevado hasta sus últimas consecuencias como, posiblemente, nadie ha hecho ni hará jamás. A mí me encanta llamarle “profeta del sentido común”, ya que toda su obra, genial, está escrita teniendo en cuenta “el menos común de los sentidos”. Sería estéril, de todos modos, dedicarle más adjetivos, porque nunca harían justica, hay que leer sus libros, hay tanto que descubrir en ellos. No me gustaría quedarme sin nombrar alguna obra emblemática como “Las novelas del padre Brown”, un prodigio en sí mismas, una forma distinta de escribir literatura policíaca con un personaje estrambótico y enternecedor como es el padre Brown; “El club de los negocios raros”, una de esas novelas suyas enigmáticas, sorprendentes, como “El hombre que fue jueves”. Y, cómo no, acabar con esa obra inclasificable que son los “Cuentos del arco largo” que es, simplemente, magistral.

Y, claro, también podríamos empezar con “Charles Dickens”. En este caso nos encontramos ante una biografía centrada,como el mismo escritor dice, en su parte literaria. No vamos a encontrar más que un par de fechas en todo el libro y relatará su vida en  tanto en cuanto le sirvan para justificar el ensayo literario sobre el autor.

En los primeros capítulos, Chesterton se dedica a describir la época, sobre todo en contraposición a lo que otros biógrafos habían escrito sobre ella: “Mas hubo un mundo  que de todos esperaba algo. Un mundo que exaltaba a cada hombre enviándolo a la grandeza. Su expresión viva, en Inglaterra y literatura se llama Dickens”. Es evidente que no fue una época fácil, pero, al contrario de lo que estamos viviendo,  la esperanza era una virtud. Sí que es cierto, que, a pesar de las dificultades que vivió Dickens en esos primeros años, no solo sobrevivió sino que forjó su carácter (“Las vicisitudes de la vida rompen a muchos los huesos; nunca se ha probado que rompan a nadie el optimismo”).

Estos primeros capítulos le sirven al orondo escritor para presentar una de las grandes virtudes de nuestro protagonista: “No es que esos lugares se le grabasen a Dickens en el pensamiento; es que su pensamiento se grabó en ellos. Aquellas calles poseyeron después para él poesía y alma; impregnadas quedaban de los colores purpúreos de la trágica mocedad y teñidas para siempre de crepúsculos irrevocables.” No en vano, las atmósferas, la forma de describir los lugares, la época, etc. son tan vivos que se pueden ver, palpar, oler…

Comono podía ser de otra forma G.K. Chesterton utiliza la paradoja para modelar, a su manera, lo que es Dickens para él. Así, cuando habla especialmente de esta primera etapa de su literatura, sentencia que “a fuerza de ser absurda sin más, una cosa cualquiera puede hacerse divina. Y de lo ridículo a lo sublime solo hay un paso”,  o cuando habla de dos de sus grandes características: “Esas dos principales virtudes de Dickens – la de ponerle a uno la carne de gallina y la de hacerle retorcerse de risa- iban en él hermanadas; nunca una lejos de la otra” “Dickens se relamía con lo terrorífico como se relamía con el pudding de navidad. Porque era un optimista y podía darse un banquete con cualquier cosa”. Siempre consigue que tengamos una sonrisa en la boca.

Según van pasando las páginas, Dickens deja de ser un extraño para los que lo leemos, ya que “Dickens permanecerá como señal imperecedera de lo que ocurre cuando un gran genio de las letras tiene un gusto literario coincidente con el común de los hombres”; cuando lees Chesterton sabes que en algún momento aparecerá y aquí está: el ensayo le sirve para dilucidar sobre la importancia del sentido común, y más cuando se aplica al gran escritor inglés, “lo esencial  en el carácter de Dickens es que el sentido común fuese tan unido a una sensibilidad descomunal”; de hecho, aprovecha para definir el sentido común como “el equilibrio perfecto de sensibilidades”.

El ensayo no carece de rigor, lo podemos ver al empezar a describir la segunda etapa de su literatura, la que empieza con “David Copperfield”; aquí Chesterton no puede evitar hablar irónicamente del término “reeducación realista de Dickens” ya que, para él, “Dickens resultaba tanto más exacto cuando más fantástico era”,  y concluye refiriéndose a sus últimos libros: “Desde entonces y hasta el final, sus libros se van haciendo cada vez más graves y va pesando en ellos una mayor responsabilidad; si no siempre gana el creador, el artista se hace cada vez más diestro”. No puede evitar reconocer (honesto y riguroso) que prefiere al creador, el de su primera época, que al mejor artista de más adelante.

En la parte final del ensayo-biografía, llega a sus últimas consecuencias, a definir lo que de verdad hace grande a un escritor como Charles Dickens, presentando los últimos esbozos de su personalidad presentes en todos sus libros. Expresa la idea de que “lo que le importaba era el carácter, o sea, algo no solo más importante en sí que el intelecto, sino mucho más interesante”, para desarrollarla a continuación, dando matices a ese carácter; ya que “siempre encontraremos esa riqueza y desbordamiento de la personalidad donde la halló Dickens: entre los humildes”, acabando con la idea inherente en su literatura y de la que Chesterton tampoco está muy alejado: “Es en la vida cotidiana adonde hemos de ir a buscar portentos y prodigios”.

Quizá todo esto sirva para atisbar en sus libros el tremendo éxito de Dickens, tanto a nivel popular (fue el best-seller de su época) como de crítica, y lleva al biógrafo a ser capaz de decir sin ningún rubor: “Pues yo me atrevo a arriesgar la afirmación de que cuantos más años pasen, y se haga un cribado mayor, Dickens dominará toda la Inglaterra del siglo XIX; él solo ocupará el pináculo” . Sinceramente, estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación, y eso que la época fue increíble en cuanto a creación literaria, pero Dickens siempre brillará con luz propia.

Me gustaría acabar con la frase utilizada para introducir el libro y que, me sirve igualmentecomointroducción para descubrir la obra de este escritor imperecedero: “Rinde la misma flor de tu cultura; renuncia a lo más preciado de tu orgullo; abandona la desesperanza antes de entrar aquí”. Abandonemos la desesperanza que nos ocupa y descubramos a Dickens.

Valoración del libro:

 

 

“Danza de Dragones” de George R.R. Martin

Está claro que uno de los acontecimientos literarios del año en España ha sido la publicación del quinto libro de la saga “Canción de Hielo y Fuego”: “Danza de Dragones” del norteamericano George R. R. Martin. Por si queda algún despistado, esta saga se supone que va a estar formada por siete libros, y hacía ya unos añitos desde que el orondo escritor publicó el anterior, “Festín de Cuervos”. Muchos de los que los leemos todavía dudamos de que consiga acabarlo pero bueno, mientras hay vida, hay esperanza.

Además, coincidiendo con el éxito de la saga, se le ha sumado la realización de una serie televisiva que, sin ser una maravilla, refleja más o menos fidedignamente lo que aparece en los libros; esto ha realimentado la lectura y cada vez son más los seguidores de la serie.

Esta reseña no va a ser popular, me temo, ya que no lo voy a poner bien; y sé de buena tinta que hay mucha gente que los está disfrutando enormemente, pero también me veo en la obligación de reflejar las bases en las que se sostiene mi opinión.

En primer lugar, hace casi ocho años que me leí los tres primeros libros y casi seis años del cuarto, es evidente que no tengo todo tan fresco y mi percepción de los libros en aquel momento era muy diferente a la actual.

En segundo lugar, la persona que soy ahora a nivel literario es muy distinta  a la que fui en esa época; leer muchos libros y estudiar literatura en filología hacen que pueda comparar de una manera diferente, con otros criterios.

Por estas dos razones, creo que mis impresiones pueden ser, desde luego, muy dispares a las del resto y, por lo tanto, no ser todo lo objetivas que me gustarían.

Teniendo en cuenta estos dos puntos voy a intentar reflejar los motivos por los que creo que este libro es el peor de la saga hasta ahora; no hablaré de tramas que puedan desvelar el contenido del libro (¡Spoilers-free!), tampoco voy a valorar su estilo, ya que Martin es lo que es, no pretende ser Dickens (no podría serlo), ni le hace falta.

-Uno de los motivos para venderla desde su comienzo ha sido la (aparente) complejidad de la trama, de hecho se pone en las solapas de este último libro por parte de la editorial. Yo he puesto el aparente entre paréntesis porque este último se puede resumir en tres tramas principales, muy sencillas de seguir, de hecho extremadamente simples, la mayor complejidad es el aumento ingente de personajes en cada libro; personajes que, por otra parte, no añaden nada a la trama pero engordan los innumerables apéndices de casas y habitantes al final del libro.

-Otro de los mayores atractivos de la saga han sido los personajes, de hecho se le llamó renovador por su alejamiento de maniqueísmos; además la estructura diferenciada por momentos narrativos según cada personaje debería facilitar esta caracterización. Desgraciadamente todo se ha vuelto del revés, muchos de los personajes se han convertido en clichés andantes, los posibles matices que pudieran tener han desaparecido, no tienen voz propia, todos son igual de planos. Especialmente sangrante es el reduccionismo aplicado a algunos como Daenerys o Tyrion…

-Otra de las virtudes de las que hace uso Martin y que se está volviendo en su contra es el uso de “cliffhangers” (continuará), todos recordamos el finalazo que se marcó el “Tomenta de Espadas”.  El problema es que si abusas de este recurso y no lo finalizas con su correspondiente continuación, pierde su efectividad. Precisamente el final de ese libro y sus consecuencias, dos libros después, sigue sin ser explicado por el autor. Esto, incluso en muchos fans irredentos, puede hacer que se vuelvan en contra de él. Sobre todo por el olvido intencionado de tantos personajes que, al pasar tanto tiempo entre un libro y otro, quedan aún más desdibujados si cabe.

-Ya lo he citado antes, pero la estructura de capítulos narrado por cada personaje que hacía que fueran variados se puede volver también en contra;  entre otras cosas, porque más de uno se salta algunos capítulos sabiendo el personaje que toca… de hecho viendo el final del episodio ya se puede pasar enteramente de él.

-Otra de las “virtudes” que hicieron que gustara mucho fue el saber que ningún personaje estaba seguro, que diera miedo encariñarse de algunos porque en cualquier momento podrían morir. Esto funciona hasta cierto punto, el problema surge cuando la muerte ya no es un final, ya que nos está demostrando que los personajes pueden volver de ella, entonces, matar a ciertos personajes se convierte en algo gratuito y, desde luego, sin el efecto dramático previsto que tuvo en los primeros libros.

Por lo demás, al libro, como a la serie, no le falta sexo y sangre a raudales, a veces gratuitos pero desde luego efectivos y, ¡cómo no! el libro se lee, a pesar de su extensión, con facilidad, sin apenas esfuerzo. Ya sabemos que esto, en sí, es la virtud más valorada por la mayoría de los lectores, para mí, no es suficiente y por eso os he dejado con las impresiones arriba mencionadas.

“Winter’s coming”, esperemos a “Vientos de Invierno” para ver lo que tiene pensado Martin.

Valoración del libro:

Contraluz y el otoño

Cada cierto tiempo, me gustaría ir comentando un breve balance de las lecturas del último mes así como un avance las próximas, también futuras compras y lanzamientos; sirve para hacerse un estado de situación literaria.

Por la portada está claro qué libro y autor va a ser el protagonista del mes, podemos llamarlo “lectura-tochal”. Hablaré un poquito más adelante de él.

Pero primero, hagamos un resumen de lo que me ha deparado agosto a nivel lector. Es importante tener en cuenta que, después de un julio exuberante, agosto languidece en comparación; principalmente porque, claro, los exámenes no se preparan solos.

La primera lectura (y más voluminosa) del mes correspondió a uno de los fenómenos literarios del año en España: el quinto tomo de la serie de “Canción de Hielo y Fuego”, “Danza de Dragones” de George R.R. Martin, después de unos cuantos años desde el último volumen había muchas ganas por conocer cómo seguía la historia, me ha despertado muchos sentimientos encontrados que al final han desembocado en decepción, me extenderé en intentar explicar esto en una próxima reseña-crítica-ensayo. ¡¡¡Permanezcan atentos a sus monitores!!!

La siguiente lectura, sin embargo, “El leopardo de medianoche”, supuso mi introducción inmejorable a las aventuras detectivescas en clima de apartheid sudafricano de los detectives Kramer y Zondi del escritor James McClure; novela muy sólida y con una trama fabulosa que ha originado que me esté leyendo sus últimas novelas justo en este momento. “Habemus” clasicazo de novela policíaca con la novelita de John Franklin Bardin “El percherón mortal”, una de esas novelas que asentaron y dignificaron el género. Del “Headhunters” de Jo Nesbo hablé ya largo y tendido por aquí. El último de Daniel Pennac, “Diario de un cuerpo”, hace que tome la decisión de no comprar ya el siguiente en tapa dura, el bajón en cuanto a creación de historias es manifiesto, y el creador de la familia Malaussène no levanta cabeza desgraciadamente. Por fortuna, después de una mala, suele venir lo bueno, y en este caso lo mejor del mes, el “Rehenes” del alemán Stefan Heym, con el que espero extenderme en una próxima crítica, uno de los libros del año sin dudarlo. La reedición de “El coleccionista” de John Fowles en una exquisita edición de Sexto Piso fue otra gran noticia, otra oportunidad de conocer esta perturbadora y claustrofóbica novela. Tampoco fueron malas lecturas el último que nos trajo Impedimenta de Muriel Spark, “Los solteros”, y el libro de viajes por Italia de un Dickens en “tercera marcha literaria” en Nórdica. Tampoco puedo olvidar el fantástico “Mis memorias” de Vidocq, la historia del protodetective por antonomasia narrada por él mismo.

Y, ¿qué es lo que nos puede deparar este mes? En primer lugar la lectura de “Contraluz”, verdadero e inigualable protagonista literario, gracias al incomparable Thomas Pynchon. Una lectura que, seguramente, no será la última, pedirá relectura futura; ya lo he empezado y es, como de costumbre, una viaje que puede deparar todo y nada a la vez, avanzar por los vericuetos de una prosa tecnológica-literaria-cripto-histórica. También toca este mes ponerse al día, más tras su premio Príncipe de Asturias, del también norteamericano Philip Roth; una de mis lagunas eran sus historias de su alter ego Nathan Zuckerman, así que ya empiezo con la lectura cronológica de “Zuckerman encadenado”, al que seguirán “La contravida” y, si da tiempo, “Pastoral Americana”, su archiconocida obra. También estoy seguro que, en novela negra o policíaca seguiré con McClure, ahí están esperando “El huevo ingenioso” y “La canción del perro”, y es muy posible que caigan un par de Thompsons que tengo por ahí, y, luego ya veremos qué viene…

En cuanto a próximas novedades que se van a publicar, nos esperan bastantes cosas en esta recta final del año, y algunas muy buenas, especialmente destacables son: la nueva novela de George V. Higgins, “Mátalos suavemente”, coincidiendo con el estreno de la película homónima con Brad Pitt, una joya indiscutible del género; “La caída y auge de Reginald Perrin”, de David Nobbs , una de esas comedias británicas deliciosas que particularmente me apasionan. Ya en un segundo plano y más adelante tenemos nuevas novelas de Edmund Crispin; del gallego más negro Domingo Villar (“Cruces de piedra”), que como sea la mitad de buena que las anteriores será más que suficiente; también viene una nueva Oates, uno de cartas de Auster y Coetzee,  hasta el último Delillo. Además un Manchette, que parecía que RBA lo había olvidado vilmente. En fin, una buena remesa que augura buenas y variadas lecturas, ya veremos si satisfactorias.

No quería marcharme de este post tan abigarrado en nombres sin una última foto que servirá de colofón. Ahí podéis ver las que van a ser las lecturas de este año en su lengua original (para acabar, si todo va bien, Filología inglesa); ah… falta el “Posesión” de A.S. Byatt, pero bueno… están casi todos: Coetzee, Amis, Ian McEwan, Zadie Smith, Julian Barnes…, qué verdadero placer va a ser.

“La juguetería errante” de Edmund Crispin

Aprovechando la inminente publicación de la segunda aventura de Gervase Fen, nuevamente por la editorial Impedimenta, recupero la reseña que hice para su primera y fantástica novela “La juguetería errante”:

Si no fuera por Sir Arthur Conan Doyle y Agatha Christie, gracias a sus detectives más famosos y paradigmáticos del género como son Sherlock Holmes y Hércules Poirot, la novela más tradicional de género como es la novela de detectives, hoy en día estaría más que olvidada; no porque no guste, que no es así, sino más bien debido al auge tremendo de la novela negra, que ahoga las pretensiones de un tipo de libros que no buscaba tanto lo negro del asunto sino crear una trama ingeniosa en la que un detective era capaz, mediante la deducción, a través de todos los detalles de la situación, de resolver un asesinato (u otro conflicto) aparentemente irresoluble.

Uno de los grandes hitos de la novela de detectives fue la creación del famoso “Detection Club” en Londres en 1930, entre los fundadores de este selecto club estuvieron los archiconocidos Agatha Christie, Gilbert Keith Chesterton Dorothy Leigh Sayers,  y que permanece aún activo hoy en día.

Edmund Crispin, seudónimo de Rober Bruce Montgomery, es un escritor inglés heredero de esa época  e, influenciado por dicho club, creó novelas de detectives basadas en la verdadera tradición inglesa, aunque alejado de sus reglas. Su detective es el ingenioso Gervase Fen (“El excéntrico comportamiento de Gervase Fen, profesor titular de Inglés y Literatura en St. Christopher, no se ajustaba en absoluto a los modelos tradicionales del profesorado”) que recorre las calles de Oxford (“el único lugar de Europa donde un hombre puede hacer cualquier cosa e incurrir en cualquier excentricidad y no despertar ningún interés ni emoción en absoluto en nadie”) sobre su deportivo que él llama Lily Christine III.

La premisa inicial de “La juguetería errante” es tan ingeniosa como retadora: una juguetería con un cadáver en su interior que aparece y desaparece para consternación del poeta Richard Cadogan, amigo de Gervase, y que desencadenará todo el meollo. Es mejor no contar nada más sobre la historia para que cada uno pueda ir descubriéndola. Sí es inevitable mencionar que la novela se lee con adicción, que la trama es muy ingeniosa, ya que desde la premisa inicial llegamos a un típico caso de “habitación cerrada” habitual en novela de detectives; pero no faltan persecuciones, no faltan personajes a cuál más divertido (como el peculiar camionero que lee a D. H Lawrence), ni humor en cada página que va pasando  (“Entre los bajos que ululaban malhumorados como barcos perdidos en la niebla del Canal de la Mancha – que es como suenan todos los bajos en todas las orquestas del mundo”).

Si a eso añadimos todos los juegos literarios que se trae entre manos Crispin en la boca de su detective Gervase y el poeta Cadogan (“Vamos a jugar a los libros infumables. -De acuerdo. El Ulises. – Vale. Todo Rabelais. -Vale. El Tristram Shandy”) y las constantes referencias literarias que pueblan la obra, la novela se convierte en una delicia para disfrutar sin prejuicios.

Necesitamos más novelas de Edmund Crispin (“Mi querido amigo, ¿te encuentras bien? – Estaba pensando títulos para las siguientes novelas de Crispin”), entretenimiento imprescindible, disfrutable a todos los niveles y, en definitiva, diversión de esa que te ayuda a amar cada vez más la literatura, no todo tiene que ser denso, sesudo y cerebral. Reír es bueno y, desde luego, hay que hacerlo siempre.

Valoración del libro:

“Headhunters” de Jo Nesbo

Con motivo del estreno de la película este fin de semana pasado, RBA, en su espléndido sello de Serie negra, se ha puesto las pilas para publicar la novela con antelación al estreno de la misma. Tanto es así, que hasta en los carteles de promoción de la película aparece reflejado el hecho de que ya haya sido publicada con anterioridad.

En esta ocasión, Jo Nesbo se toma un descanso del “HarryHoleverso” para ofrecernos una novela de corte radicalmente diferente. Una novela más tipo thriller y que bien podrían haberla escrito el dúo Preston y Child, de hecho, el último personaje creado por estos, Gideon Crew, es un ladrón profesional, muy parecido igualmente al Neil Caffrey de la serie “White Collar”.

Ambos personajes tienen mucho en común con el protagonista de “Headhunters”: Roger Brown, el cautivador, ambicioso y, sin duda, subyugador personaje de la novela, cuyo trabajo es el de “cazar talentos” (headhunter) para empresas de alto nivel y que, en sus ratos libres,  se dedica a robar obras de arte para poder venderlas discretamente y así mantener un alto nivel de vida en el cuál su bella mujer se dedica a llevar una galería de arte.

Un primer capítulo magistral y cargado de humor sirve para que el escritor nos presente al carismático Roger en su faceta más habitual, como entrevistador a la búsqueda de talentos para grandes empresas. Como ya dije en un anterior post, la creación personajes es uno de los puntos fuertes de Nesbo: aquí tenemos al opuesto a Harry Hole; en mi humilde opinión más cercano al propio escritor que, en esta ocasión, no hace muchos cambios narrativos, está narrada en primera persona por el propio “Rey de la colina” como a él le gusta autodenominarse debido a la gran seguridad que tiene de ser el mejor. Solo hay una pequeña audacia narrativa casi al final, muy efectiva, con un cambio a un narrador omnisciente que, además, sirve de preparación para la excelente conclusión.

Clas Greve (su némesis), su mujer Diana y el resto de personajes aparecen al igual perfectamente dibujados en esta primera parte, sobre todo psicológicamente, según va avanzando la trama. La segunda parte del libro es sencillamente trepidante, no hay abuso del “cliffhanger”, pero resulta muy efectivo y, desde luego, las páginas pasan sin querer. La tercera parte demuestra el dominio que tiene el escritor noruego del tempo narrativo y sobre todo su capacidad para hilar tramas, todo se cierra según las pistas que ha ido dando anteriormente y no puedes por menos que acabar rindiéndote ante él.

No abusa en esta ocasión, como en anteriores novelas, de elementos escabrosos, debido principalmente a que esta novela supone una total ruptura temática y de estilo con respecto a  lo que ya ha escrito, pero el resultado es muy bueno, un tipo de novela adictivo, como un thriller que nos muestra una cara distinta de este gran escritor, que, aunque no alcance las cotas de su magnífica “Petirrojo”, sí que consigue un resultado estupendo, demostrando además una versatilidad de la que hasta ahora no había hecho gala.

“El Rey de la Colina” no es Roger Brown, es el propio Jo Nesbo, el mejor escritor nórdico de novela negra en la actualidad.

Valoración del libro:

Razones del triunfo de Jo Nesbo

Recupero a continuación el pequeño artículo que hice sobre el mejor autor nórdico vivo que tenemos la suerte de ver publicado por aquí, el noruego Jo Nesbo, cuando se publicó “El redentor”, la última que se tradujo en España que tiene como protagonista a Harry Hole. Este artículo me servirá de enlace con respecto a la reseña de su última novela “Headhunters”:

Tenía la tentación de hacer una reseña sobre la lectura de “El Redentor”, pero, viendo la proliferación de estas en todos los medios, se me ocurrió que a lo mejor se podría hacer algo distinto.

De esta manera pensé que quizá estaría bien realizar un análisis de las claves utilizadas por el escritor para obtener tanto éxito con sus novelas; ¿qué es lo que hace tan bien Nesbo para que sus novelas sean tan leídas y, además, sean bien consideradas por la crítica en general? ¿Existen reglas que puedan hacer que una novela sea más o menos leída? ¿Podría extrapolarse a todo tipo de literatura?

Teniendo en cuenta esto, profundicemos en el asunto:

-Uno de los puntos fuertes de sus novelas es, sin lugar a dudas, el protagonista: el detective Harry Hole (“Harry era un alcohólico arisco de un metro noventa y tres de estatura, y tampoco jugaba a su favor el hecho de que además fuera un investigador brillante”, de “El Redentor”), es imposible no empatizar con él. Le ocurren tantas cosas: cae en los abismos del alcohol y luego no recuerda nada, no puede mantener una pareja fija tanto a nivel profesional como personal, etc. Es falible, no es perfecto, aunque sea un gran investigador. Parece mentira que cada libro ahonde aún más en la búsqueda de su humanidad, de su alejamiento de los detectives insoportablemente perfectos que hemos encontrado en tantas historias, el siguiente diálogo de “El Redentor” lo deja aún más claro:

“-¿Te estás haciendo viejo Harry?

 -¿Viejo? ¿A qué te refieres?

 –Viejo y humano, es la primera vez que te veo darle prioridad a los vivos por encima de los muertos”

-A pesar de su indudable protagonismo, el bueno de Harry no es el único que habla; Nesbo es característico por acometer cambios de punto de vista constantemente, por cambiar la focalización de la historia a otros personajes, tanto los propios compañeros, víctimas, anónimos… como, especialmente, los criminales. Y es que no hay nada más interesante que entrar en los pensamientos y en lo que le pasa por la cabeza al psicópata de turno; esto se repite en todas y cada una de las novelas (“Este es mi idioma. Es claro y sin paradojas. Y estoy listo” de la “Estrella del diablo”). Dar voz al asesino, comprender sus “motivaciones”, fue sinónimo de éxito en el caso de Jim Thompson, Lawrence Block o Agatha Christie.

-Muy en la línea de los grandes padres de la novela negra nórdica Maj Sjöwall y Per Wahlöö y su detective Martin Beck, según van pasando las novelas se van añadiendo y desarrollando personajes en una galería cada vez más completa. Se refuerza cada vez más la idea de creación de un universo, de un entorno Hole, en el que todos estos personajes están cada vez más integrados y, sin quitar voz al protagonista, alcanzan una voz propia, personal y reconocible. Así tenemos a Oystein Eileland, “taxista y único amigo que Harry conservaba de la infancia”, a Aune Stale, psicólogo personal (de Harry) y profesional (que ayuda al departamento), a sus compañeros Tom Waaler, Halvorsen, Skarre, Beate Lonn (a partir de Némesis) con su “Gyrus Fusiforme” (capacidad para recordar todos los rostros que ve) y al jefe que le cuida, comprende y salva en infinitas ocasiones Bjarne Moller. Este elenco dota a las historias de una diversidad innegable, ya que cada uno de ellos tiene una serie de peculiaridades que los hacen únicos y que giran en torno a nuestro atormentado detective.

-Un detalle imprescindible que contribuye a que los personajes (investigadores, criminales, secundarios…) sean atractivos es la psicología insuflada por el autor a cada uno de ellos. La profundización psicológica de sus motivaciones es el leit motif que utiliza para dotar de hondura a cada una de sus representaciones y hacer avanzar la trama hasta sus últimos detalles. Ya es sintomático el que uno de los personajes principales sea el psicólogo Stale,  que aparece con frecuencia aportando ideas para construir el perfil del asesino (“El psicópata suele ser un individuo inadaptado, sin trabajo, sin estudios, con antecedentes y no pocos problemas sociales, al contrario que el sociópata, que es una persona inteligente, aparentemente sociable y con una vida normal” de la “Estrella del diablo”), aunque en este caso no exista tal distinción.

-Las cuatro novelas que se han publicado por aquí abundan igualmente en detalles escabrosos, que tampoco voy a pasar a enumerar, tanto a nivel de violencia, como en aspectos sexuales; esto, indefectiblemente, suele ser una garantía, sobre todo si se convierten en medios  para llegar a un fin muy bien pensado y del que hablaré más tarde. Hay sordidez, hay corrupción, bajos fondos, conspiraciones, todo ello, unido a lo anteriormente expuesto, ayuda a provocar la catarsis del lector, que sabe que, sus desgracias, en un tiempo de crisis como el que nos hallamos, son menores comparadas con las que ve reflejadas en estos libros. No deja de ser uno de sus puntos fuertes.

-Mucho se podría decir sobre la forma que tiene de estructurar las novelas; baste mencionar que es constante desde su primera novela publicada por estos lares, “Petirrojo”: es habitual que la trama no sea lineal en ningún momento, que haya alternancia de tiempos y puntos de vista, como ya mencioné anteriormente. A veces incluso alterna escenas aparentemente sincrónicas para dar un cambio final que revela que no lo son. Todo ello contribuye a crear una trama compleja, enredada hasta tal punto que no sabes por dónde te puede salir. Por si fuera poco es capaz de unirla a complicadas motivaciones o trastornos psicológicos en una receta explosiva y que, además, consigue finalizar con una total coherencia interna en la mayoría de las ocasiones. Todo ello con un estilo ágil, sencillo, sin descripciones farragosas; son novelas voluminosas y, sin embargo, las páginas pasan sin que te des cuenta. Desde luego es un logro.

Una vez llegado a este punto, creo haber expuesto varias razones para creer en Jo Nesbo; podría decirse más y mejor, pero me parece que extenderme resultaría innecesario. La cuestión sería, ¿y con todo esto bastaría para crear una novela comercial y que valore bien la crítica?. No creo que existan fórmulas preestablecidas que aseguren esto. Sí parece razonable que existan buenos escritores que cojan estos ingredientes y, al fin y al cabo, logren hacer literatura con ellos, como nuestro escritor noruego favorito, hacer literatura que llegue al alma y alimente nuestro intelecto (“Harry sintió compasión por él. No la clase de compasión que podía sentir por la víctima o por sus familiares, sino la que inspira ese momento desgarrador en que uno es consciente de la miseria de la propia humanidad”).

 

En breve tiempo, la reseña sobre su última (y muy distinta) novela.