Fouché. Retrato de un hombre político de Stefan Zweig. Paradigma maquiavélico

FoucheNo hace falta recomendar al autor austriaco Stefan Zweig. Afortunadamente, es uno de esos autores reconocidos en calidad y ventas. Además, tiene la rara cualidad de resultar emocionante y tiene muchas puertas de entrada según el lector, ya que cultivó todo tipo de formas y géneros. Desde la novela, relato corto, ensayo, etc… hasta la biografía , como la que traigo hoy. Fouché es, sin lugar a dudas, uno de los mayores logros del autor, una historia que aúna biografía, historia y buenas dotes narrativas al mismo tiempo. Una obra prácticamente perfecta y que saca a la luz a uno de los personajes de la historia, el paradigma de Maquiavelo encarnado en el ministro de policía de Napoleón.

El prefacio del autor pinta con profusión de adjetivos la personalidad de este personaje único (“no se ahorra con él ninguna palabra despreciativa”) y va más allá al entroncarlo con las narraciones de género, no en vano lo relaciona con Sherlock Holmes, convirtiéndole en un precursor,  pero va más allá, centrándose en su papel en las sombras, entre bastidores, un papel secundario principal:

“Joseph Fouché, uno de los hombres más poderosos de su tiempo, uno de los más singulares de todos los tiempos, encontró poco amor entre sus contemporáneos y aún menos justicia en la posteridad. A Napoléon En Santa Elena, a Robespierre entre los jacobinos, a Carnot, Barras, Talleyrand en sus memorias, a todos los historiadores franceses ya sean realistas, republicanos o bonapartistas, les empieza a brotar bilis de la pluma con tan solo escribir su nombre. Traidor nato, miserable intrigante, puro reptil, tránsfuga profesional, vil alma de corchete, deplorable inmoralista…,no se ahorra con él ninguna palabra despreciativa […] De vez en cuando, su figura aparece como un fantasma en una obra de teatro o una opereta napoleónica, pero la mayoría de las veces lo hace en el manido y esquemático papel del astuto ministro de policía, de un precursor de Sherlock Holmes; una presentación en este plan confunde siempre un papel entre bastidores con un papel secundario.”

Incide en el detalle de este perfil esquivo, precisamente por ser la clave de su misterioso papel; obrar desde lo invisible, sin grandes fuegos artificiales ni grandes discursos (muy al contrario, no duda en resaltar su aversión a hablar en público) pero manipulando poco a poco, con gran tenacidad y confianza:

“Pero, lo mismo que a lo largo de su vida, Fouché ha sabido mantenerse en un segundo plano en la Historia: no gusta de dejarse mirar a la cara ni de enseñar sus cartas. Casi siempre se esconde dentro de los acontecimientos, dentro de los partidos, actuando de forma tan invisible tras la envoltura anónima de su cargo como la maquinaria de un reloj, y solo muy raras veces se logra, en el tumulto de los acontecimientos, atrapar las curvas más cerradas de su trayectoria, su huidizo perfil.”

Y esta es la clave para entender, por extensión, lo que es la política; Acantilado, subtituló el libro como “Retrato de un hombre político”, añadido innecesario (que no aparece en la edición original) para los que conocemos la vida del personaje, pero que actúa como potenciador para el resto; Fouché es el reflejo del tahúr que sabe cómo manejar la política, sin moral, sin convicciones firmes:

“Y diariamente volvemos a ver que en el discutible y a menudo sacrílego juego de la política, al que los pueblos siguen confiando de buena fe sus hijos y su futuro, no se abren  paso los hombres de amplia visión moral, de inconmovibles convicciones, sino que siempre se ven desbordados por esos tahúres profesionales a los que llamamos diplomáticos, esos artistas de las manos ágiles, las palabras vacías y los nervios fríos. […] Así, esta biografía de Joseph Fouché es una contribución a la tipología del hombre político.”

Esto se ve reafirmado en  “Ascensión” donde Zweig nos saca a relucir otras características del gran embaucador; la primera de ellas es no ser fiel a nadie, ni siquiera a Dios:

“Podría llegar más alto, convertirse en sacerdote, quizá incluso un día en obispo o cardenal, si tomase los votos sacerdotales. Pero, típico de Joseph Fouché, ya en el primer escalón de su carrera, el más bajo, se pone de manifiesto un rasgo característico de su personalidad: su aversión a vincularse plenamente, irrevocablemente, a alguien o algo. […] Joseph Fouché no se siente obligado a ser fiel de por vida ni siquiera a Dios, no digamos a un hombre.”

La segunda tendría que ver con su sangre fría, con su confianza en su cerebro y su indudable gusto por la intriga, por los manejos subrepticios o subterráneos:

“Esta sangre fría es el verdadero genio de Fouché. Su cuerpo no le frena y no le arrastra, está por así decirlo ausente de todos estos osados juegos intelectuales. Su sangre, sus sentidos, su alma, todos esos perturbadores elementos sentimentales de un verdadero ser humano, jamás actúan de veras en este secreto jugador de azar, cuya entera pasión se encuentra desplazada hacia el cerebro. Porque este seco hombre de escritorio ama de manera viciosa la aventura, y su pasión es la intriga. […] Tender los hilos desde un despacho, atrincherado tras expedientes y registros, golpear de manera asesina, sin ser esperado y sin ser visto, es su táctica.”

Estos dos rasgos se ven reafirmados con, quizás, su principal virtud, que aparece en  “El mitrailleur de Lyon”, su capacidad para cambiar de bando según sea necesario: ser una veleta para sus intereses:

“El viejo miedo acomete a Fouché: dejar de estar con la mayoría. Los partidarios del Terror han sido vencidos…,  ¿para qué seguir siendo uno de ellos? Mejor pasarse rápidamente a los moderados, a Danton y Desmoulins, que ahora exigen un “tribunal de los mansos”, cambiar rápidamente de chaqueta siguiendo la dirección del viento.”

En “La lucha con Robespierre” nos encontramos con una lucha impactante, emocionante, que consigue que el relato se vuelva apasionante en los brazos de Zweig; la descripción de la lucha de ambos personajes, tan distintos, es simplemente épica; cada uno usa sus armas, Robespierre su grandilocuencia, su saber estar, Fouché, nuevamente sus enredos:

“En pocas palabras, todos tiemblan, todos consideran posible un ataque contra ellos, nadie se siente lo bastante puro como para responder plenamente a la hiperrigurosa exigencia que Robespierre plantea a la virtud ciudadana. Y una y otra vez, como el huso en la rueca, Fouché corre del uno al otro tendiendo nuevos hilos, anudando nuevas redes, enganchándolos  más en esa tela de araña de desconfianza y de sospecha. Pero el que practica es un juego peligroso, porque sólo teje una tela de araña, y un solo movimiento brusco de Robespierre, una palabra de traición, puede destruir su tejido.

Este misterioso, desesperado, peligroso y subterráneo papel de Fouché en la conspiración contra Robespierre no ha sido lo bastante destacado en la mayoría de los estudios, y en los superficiales ni siquiera se lo menciona.”

Lo bueno de Zweig es que muestra virtudes y defectos al mismo tiempo; e incluso, como parte del rol principal, muestra sus horas bajas, sobre todo en la lucha con Robespierre, se muestra su lado más humano a través de la enfermedad de su hija pequeña:

“Porque en esos días este hombre acosado con desesperación por todos los perros, constantemente amenazado por el brillo del hacha, añade a su caída en desgracia política una última y extrema desgracia en su propia vida. Duro, frío, intrigante y nada comunicativo en la vida pública y en la política, este hombre extraño es en casa el más conmovedor de los maridos, el más tierno padre de familia.[…] a la preocupación por su propia vida se une terriblemente la nueva preocupación por la de su hija. La más espantosa de las pruebas: sabe que el ser amado, débil, enfermo del pecho, yace moribundo junto a su esposa y, perseguido por Robespierre, no puede sentarse por las noches junto al lecho de su hija enferma, sino que tiene que esconderse en ajenas viviendas y desvanes. En vez de cuidar de ella y escuchar el aliento que se le escapa, ha de correr con las suelas al rojo de un diputado a toro, mentir, implorar, conjurar, defender su propia vida. Con los sentidos perturbados, con el corazón roto, el desdichado yerra incansable en esos ardientes días de julio (el más caluroso en muchos años) por entre las bambalinas políticas, y no puede asistir al sufrimiento y muerte de su amada hija.”

Si épica es la lucha con Robespierre, este umbral se sobrepasa, desde su primer enfrentamiento, con el gran Napoleón:

“Se encuentran frente a frente por primera vez; cuidadosamente, el uno examina y mide al otro para saber si será útil a su fines personales. Y siempre los seres superiores se reconocen al vuelo. Enseguida Fouché advierte en el inaudito dinamismo  de este hombre de poder el genio indomeñable de la autoridad; enseguida Bonaparte, con su mirada aguda de ave rapaz, reconoce en Fouché al auxiliar útil, empleable en cualquier cosa, que lo comprende todo con rapidez y lo lleva a la práctica con energía. […] Desde el primer momento se reparten los papeles, señor y criado, diseñador del mundo y político del momento; ahora puede empezar su colaboración.”

Es en esta época cuando asistiremos  al ascenso de Fouché que llegará a introducirse en su última faceta, como político de exteriores; es entonces cuando llegamos al culmen de sus dobleces, casi se comportará como una agente doble al servicio de nadie, simplemente al servicio de sí mismo, de un juego que le apasiona y sin el que no puede vivir:

“Completo traidor…, no ocasional, una genial naturaleza de la traición, eso es lo único que fue, porque la traición no es tanto su intención, su táctica, como su más auténtica naturaleza. Quizá la mejor forma de comprender su esencia sea la analogía con el agente doble, tan conocido en los casos de guerra, que entrega secretos a una potencia extranjera para conseguir a su vez de ella otros más valiosos, y que en ese ir y venir finalmente ya no sabe a qué potencia sirve en realidad; el agente al que ambos pagan y no es fiel a ninguno, entregado realmente tan solo al juego, al doble juego del ir y venir, de estar en el medio, un placer ya casi inmaterial, un placer diabólico y mortal.”

El excepcional último episodio nos muestra a un Maquiavelo crepuscular en total decadencia, refugiado, por mano propia, en el olvido:

“Nada en esta pobre sombra recuerda al hombre temido y peligroso que durante dos décadas confundió al mundo y puso de rodillas a los hombres más fuertes de su tiempo. Sólo quiere paz, paz y una buena muerte. Y, realmente, en sus últimas horas hace la paz con su Dios y con los hombres. Paz con Dios, porque el viejo y combativo ateo, el perseguidor del cristianismo, el destructor de altares, hace venir en los últimos días de diciembre a uno de esos “repugnantes estafadores” (como los llamaba en los días de esplendor de su jacobinismo), un sacerdote, y recibe con manos devotamente entrelazadas los últimos óleos. […] Se enciende un gran fuego, al que se arrojan cientos y cientos de cartas, probablemente también las temidas memorias ante las que temblaban centenares de personas. Fue una debilidad del moribundo o una última y tardía bondad, fue miedo a la posteridad o burda indiferencia… , en cualquier caso, con una novedosa y casi piadosa consideración, destruyó en su lecho de muerte todo lo que podía comprometer a otros y con lo que podía vengarse de sus enemigos, buscando por vez primera, en vez de la fama y el poder, otra dicha, cansado de los hombres y de la vida: el olvido.”

Magnífica biografía, uno de los mejores libros de Zweig. Un placer inconmensurable.

Los textos pertenecen a la traducción de Carlos Fortea Fouché. Retrato de un hombre político de Stefan Zweig en Acantilado.

Resumen Diciembre 2014. Grandísimo colofón

Menuda forma de terminar el año. Diciembre fue un mes excelente por las lecturas escogidas. Empezó con Gaddis y acabó con Coover, pasando por Rohan O’Grady, Allie Brosh o “American Noir”. Todos ellos incluidos en mi top del año por méritos propios, por su calidad. Fue difícil llegar al reto que me había propuesto, porque la lectura de “La hoguera pública” estuvo marcada por su complejidad… ¡se reducía mi capacidad lectora a la mitad! Pero vaya lectura. Un mes, como de costumbre, muy variado y de buen nivel, con alguna pequeña decepción. El resumen, a continuación:

“Hipérbole y media” de Allie Brosh, entró con pleno derecho en el top del año la recopilación de posts del blog de la autora. Una mezcla irresistible de buen humor, estética inocente y tragicomedia.

“Los reconocimientos” de William Gaddis, una obra para nada redonda pero, sin embargo, una obra maestra en su irregularidad y pretensiones. Obra clave para entender el postmodernismo literario norteamericano.

“Nobles y rebeldes” de Jessica Mitford, por falta de tiempo no me pude extender en una reseña, sin embargo, no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendar este libro; la hermana de Nancy  ofrece un ensayo autobiográfico al que no le falta diversión y un fresco inolvidable de su familia y la época histórica que vivió.

“El gran mínimo” de G. K. Chesterton, como ya comenté, no es la mejor obra para conocer al gran Chesterton, pero sí que es una manera de complementar su obra para los que ya estamos rendidos al orondo escritor británico.

“Pero…¿quién mató a Harry?” de Jack Trevor Story, tampoco hice reseña, no porque no lo mereciera sino por falta de tiempo. Una comedia negra que, a pesar de llevar un chiste hasta la extenuación sorprendentemente funciona.

“Las cinco máquinas simples” de Todd McEwen, Automática intentó repetir el éxito de su maravillosa “Boston” con esta recopilación de cuentos sexuales del autor. Desafortunadamente, está lejos de aquel, se deja leer pero no embriaga para nada. Prescindible.

“Matemos al tío” de Rohan O’Grady, una verdadera delicia que me sorprende que no haya aparecido en ninguna lista del año. Así están las cosas.

“La escucha oblicua, una invitación a John Cage” de Carmen Pardo, espléndido intento de explicar la figura del polémico Cage. En breve aparecerá reseña por aquí.

“Un impulso criminal”  de P.D. James, la segunda novela de su detective Dalgliesh es, como de costumbre, un gran ejemplo de las virtudes por las que destacó la inglesa.

“Ananda:108 poemas Zen” de Ko Un, qué lástima que no podamos ver más poesía del surcoreano por estos lares, todavía espero que gane el Nobel y se produzca el milagro.

“Los papeles de Mudfog” de Charles Dickens, uno de esos libros al que completistas como yo no nos podemos resistir a pesar de la desigual propuesta.

“American Noir” de varios autores, edición de James Ellroy y Otto Penzler, imprescindible selección de relatos negros con varios autores que han engrandecido el género.

“El nadador en el mar secreto” de William Kotzwinkle, me temo que no entré demasiado bien con él. Donde algunos ven sutileza yo veo torpeza a la hora de extender la metáfora en la que se basa y abuso del sentimentalismo como herramienta para empatizar con el lector. Me consta que muchas personas que lo están disfrutando, yo no lo he hecho.

“Viaje a Rusia” de Stefan Zweig, anecdótico viaje del escritor austriaco que tampoco pasará a la historia por su calidad.

“La hoguera pública” de Robert Coover, el último libro del año fue, sin lugar a dudas, una obra maestra. Y entra en ese panteón de los mejores libros que he leído. Intentaré en unos días escribir algo más largo sobre esta obra capital

No puede faltar, como de costumbre, una foto de las últimas adquisiciones de la biblioteca.

Últimas compras

Como ya adelanté en este post  intentaré hacer una previsión de lecturas del mes, sobre todo para centrarme en las lecturas que me interesan más allá de cantidad. Las elegidas del mes de enero son las siguientes:

Lecturas_Enero Este mes he cogido varios de los que tenía pendientes del mes anterior como es el caso de los de King, Dickie, PD James, etc… y los he complementado con los del siguiente mes donde he puesto una muestra de literatura japonesa y alguno de mi proyecto como Dickens, Oates o Nooteboom. Claro que, al final, me he dado cuenta de que son más de los quince que tenía previstos. Es probable que no acabe con todos. Pero quiero ver hasta dónde va el asunto.

Lo que sí tengo claro es que son muy disfrutables y no me saldría de lo previsto cumpliendo con mi proyecto y con los objetivos de principios de año.

Ya os contaré qué tal va la cosa y cómo avanzo.

“Viaje a Rusia” de Stefan Zweig. Travesía anecdótica

Viaje-a-Rusia-250x369“Viaje a Rusia” es más anecdótico que otra cosa. No pienso engañar a nadie, no tenemos aquí al mejor Zweig, pero no es una lectura desdeñable. Hay reflexión e, indudablemente, lo que más se perfila es la figura del propio austriaco. Es una manera de conocer aún más a la persona, ya que, alejado de su estilo habitual, opta por un estilo más directo de lo acostumbrado, más allá del virtuosismo, abogando por la claridad de la exposición. Es una manera de conocer al autor más que a su obra.

Solo hay que comprobar sus reticencias a viajar a la Unión Soviética, consecuencia de los miedos del propio autor a una situación europea altamente inestable; será la figura de Tolstoi en forma de homenaje el que le animará a dicha travesía:

“[…] no me acababa de decidir a viajar a la Unión Soviética”, escribió años después Zweig en su autobiografía, “El mundo de ayer” […] La ocasión llegó con ese homenaje a Tolstoi, exento a priori de partidismo y ajeno a la política. Zweig se trasladó a Moscú sin ánimo alguno de elaborar juicios, antes al contrario, sólo con la intención de observar. Y lo hizo, no sin desconcierto, maravilla y alguna sospecha, y sabiendo en todo momento que tan breve visita no podía fundamentar impresiones que aspiraban a tener validez objetiva”

Sus dudas se resuelven una vez está allí, está claro que el cruce de culturas es tan impactante que no puede evitar sentirse en un mundo diferente al que está viviendo habitualmente, hay aquí un rejuvenecimiento del autor, subyugado por Rusia y sus encantos:

“¿Qué otro viaje puede hacerse hoy que sea más interesante y fascinante, más enriquecedor y apasionante, que una visita a Rusia? […]  Cada encuentro, cada conversación, cada trozo de ciudad suscita en nosotros mil preguntas, nuevas curiosidades sobre el pensar y el vivir en este mundo inédito; y sin cesar va y viene uno del entusiasmo a la duda, y del asombro a la vacilación. Y cada hora tiene aquí un contenido tan denso y apretado, que con sólo diez días de estar en Rusia podría escribirse un voluminoso libro acerca de este país.”

Encantos que tienen que ver con lo cultural inevitablemente, el trato a los museos diferencia, en este caso, la sensibilidad de los rusos sobre todo si se compara con los franceses:

“El flujo de visitantes es incesante: soldados, campesinos, mujeres del pueblo llano que aún hace diez años ignoraban lo que fuera un museo. Todos recorren ahora las salas con devoción. Conmueve verles avanzar sobre el parquet, con sus altas y pesadas botas, con prudencia y respeto, y comprobar con cuanta deferencia, con cuanta ansia de aprender, conducidos por benévolos guías, se detienen en grupos ante las obras de arte. Es este motivo de orgullo de los directores de los museos, de los dirigentes y de todo el pueblo: a diferencia de la Revolución francesa, que destruyó no pocos tesoros arrasando iglesias, la Revolución rusa (aunque más dura y radical que aquella) no destruyó ninguna obra maestra.”

Tostoi es prácticamente el álter ego para Zweig, la visita a su habitación le ayuda a descubrir al autor ruso, su persona; para nosotros, como lectores, la figura de Tolstoi sirve para dibujar aún más rasgos de la personalidad del escritor austriaco:

“Y en la habitación de trabajo –que ningún escritor europeo reservaría hoy para sus sirvientes-, todavía se ve, clavado en la pared, el gancho al que Tolstoi, durante el año de su crisis, pensó ahorcarse.  Y lleno de veneración contempla uno la famosa escalera por la que Tostoi, el viejo escritor de ochenta y tres años, descendió un amanecer, a las cuatro de la mañana, hasta la cuadra, para huir a caballo de su pueblo y de su familia e irse en busca de la muerte. Y aquí se respira la historia, tan densa y apasionante, de su vida, y el recuerdo de su obra da a todas estas pequeñas cosas de su hogar una calidad emocional que nos llega a lo más hondo del alma.”

Zweig toma partido por los rusos y alienta a olvidar “lo político” en favor de “lo humano” gracias al desarrollo intelectual que considera cargado de vitalidad:

“Cuando un pueblo viene padeciendo tantos sufrimientos y acepta con semejante heroísmo tantos sacrificios por amor a una idea, me parece más importante incitar a admirar el aspecto humano que tomar posición política. Además, ante tamaña vitalidad intelectual, la humilde posición del testigo me resulta más honesta que la demasiado temeraria de juez.”

La obra de Gorki, nos desvela, es la llave para entender el sentir del pueblo ruso:

“El que conoce la obra de Gorki, conoce el pueblo ruso de hoy y en él la miseria y privación de todos los oprimidos; sabe con el alma que participa de ellos, por su sentimiento último, más raro y apasionado, lo mismo que por su miserable existencia cotidiana: todos sus tormentos y pruebas de los años de transición podemos conocerlos de forma más turbadora que en cualesquiera otros en los libros de Gorki.” 

Lo bonito de completar la obra de un autor es descubrir facetas pequeñas que pueden llegar a ser grandes. Este texto corrobora esa sensación. En lo pequeño se descubre lo grande de un autor, en muchas ocasiones.

Los textos provienen de la traducción de Sequitur para “Viaje a Rusia” de Stefan Zweig

Las lecturas de Marzo del 2014. Cogiendo “carrerilla”….

El subtítulo que he puesto a este habitual resumen que hago de las lecturas del mes anterior no puede ser más explícito. Tengo que reconocer que este mes se ha caracterizado por coger una velocidad de crucero lectora bastante interesante, que me ha permitido alternar lecturas de todos los tipos posibles por géneros, nacionalidades, etc…; hay un par de peros que sí podría poner: me ha faltado alguna lectura en inglés y mi proyecto ha avanzado poco, sinceramente. No tengo que dejar en el mes de abril que las novedades me “coman” todo el espacio lector.

Me enrollo sin necesidad, a continuación el pequeño resumen de las lecturas; ya sabéis que pinchando en muchas de ellas tenéis reseña completa en el blog o Goodreads. Hay algún caso en el que no he hecho la reseña.

“El último guardián” de Eoin Colfer, la octava entrega del irlandés me reconcilia nuevamente con la saga; una aventura que puede que sea la última del protagonista pero nunca se sabe… lo lleva diciendo ya durante mucho tiempo.

“El joven Moriarty. El misterio del dodo” de Sofía Rhei,  novela juvenil con muy buenas ilustraciones de Alfonso Rodríguez Barrera que hará las delicias de dicho público. Para los adultos quedarán los guiños al archiconocido enemigo de Sherlock Holmes ofreciendo otro nivel de lectura

“Jagannath” de Karin Tidbeck, otra de esas apuestas que ensalzan a Nevsky Prospects; esta recopilación de cuentos donde lo fantástico se entremezcla con la realidad auguran un buen camino para una autora muy diferente y que hay que leer ya.

“Deudas y dolores” de Philip Roth, la segunda novela del maestro norteamericano es toda una declaración de intenciones de su literatura posterior. Una obra densa y con múltiples interpretaciones y lecturas.

“El regreso de Titmuss” de John Mortimer, la segunda de la saga de novelas ambientada en los tiempos del gobierno de Margaret Thatcher, nos vuelve a traer a los inolvidables personajes de “Un paraíso inalcanzable” ,con suerte irregular (pero con), un buen libro.

“Un zombi ilustrado y otras anomalías” de Freddy Arteaga Canessa, los primeros relatos de Freddy suponen toda una sorpresa por su juventud en el momento de realizarlos. Para que luego digan que no se conoce a gente interesante por las redes sociales.

“La noche a través del espejo” de Fredric Brown, por fin la reedición de una de esas obras geniales de la novela policíaca; qué mezcla más mágica entre sueño y realidad que, en efecto, no solo trasciende el género sino la ficción en sí.

“Nuestra señora de París. Vol. 1.” de Víctor Hugo con ilustraciones de Benjamin Lacombe, el maravilloso de texto de Víctor Hugo esta vez acompañado de los dibujines del francés; buena simbiosis entre ambos.

“Jugadores” de Don Delillo, cierto que no es la mejor novela de Delillo, pero por sumergirse uno en esa prosa tan alejada de los lugares comunes, bien vale el tiempo gastado en ella.

“Historia estúpida de la literatura” de Enrique Gallud Jardiel, me tenía que haber gustado más, estaba seguro pero… algo no funcionó y no conecté… a veces pasan estas cosas.

“Las dos señoras Abbott” de D.E. Stevenson, el tercer libro de la saga de la señorita Buncle resulta esperanzador y nuevamente divertido, está claro que seguiré con la compra de los libros de Stevenson, el exquisito costumbrismo británico.

“El hombre que arreglaba las bicicletas” de Ángel Gil Cheza, este hombre hecho a sí mismo pega el salto a una editorial grande tras su paso por la autoedición con una historia donde los sentimientos afloran por doquier en el trío de mujeres protagonistas, con un giro final que guarda sorpresas para el lector.

“La nariz de un notario” de Edmond About, una de esas pequeñas delicias que no llamarán atención por el tamaño pero siempre he dicho que las esencias vienen en frascos pequeños. Una estupenda propuesta de la editorial Ginger Ape.

“Trabajos de amor ensangrentados” de Edmund Crispin, este sí que no baja el pistón en ningún momento, tercer libro del detective Gervase Fen y, como de costumbre, un disfrute.

“Confusión de sentimientos” de Stefan Zweig, el austríaco nos mostró en este caso una historia llena de lirismo intimista.

“La ciudad de N” de Leonid Dobychin, la única novela del olvidado escritor ruso recuperada por obra y gracia de Nevsky, una gran muestra del puntillismo ruso.

“Muerto el perro” de Carlos Salem, el argentino vuelve a la novela negra en plena forma con una historia “de” y “para mujeres” pero que gustará  a todo el mundo.

“Lemony Snicket 2: ¿Cuándo la vio por última vez?” de Lemony Snicket, ¿quién dijo que no se podían hacer novelas de detectives inteligentes para jóvenes? Esta saga de Lemony Snicket con las ilustraciones de Seth es un ejemplo más que digno de ello.

“Nuestra señora de París. Vol. 2.” de Víctor Hugo nuevamente con ilustraciones de Benjamin Lacombe, volumen que recoge el final de la estupenda y amarga obra de Víctor Hugo, más disfrutable aún con el trabajo de Lacombe, ya que sus ilustraciones refuerzan el texto.

No pueden faltar, tras este resumen, las adquisiciones del mes que podéis ver en la siguiente foto.

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Aunque en Marzo lo tuve más claro, no sé, sin embargo, cuáles van a ser las lecturas de abril; va a depender mucho de lo que me venga a la cabeza. Lo que sí está claro es que el “tochazo” del mes va a ser “El jilguero” de Donna Tartt; a partir de ahí, el único que tengo claro es el nuevo libro de McClure “Piel de serpiente”, el sudafricano es imprescindible.

Veremos lo que sucede, un poco de incertidumbre lectora es buena también, no se puede ser tan programático.

“Confusión de Sentimientos” de Stefan Zweig. En torno al intimismo

confusionsentimientosSi hay un autor clásico con el que disfrute en demasía ese es, sin lugar a dudas, el austríaco Stefan Zweig, elección ineludible para mi proyecto de acabar de leer toda la obra de algunos autores en los próximos años.

Y es imprescindible porque su estilo (gracias a las fantásticas traducciones que, por otra parte, le realizan) roza lo sublime en todo momento, de un lirismo exacerbado, lleno de imágenes, metáforas y belleza sin entrar en lo “cursi”, te puede gustar más o menos la historia que cuenta, pero, indudablemente, siento que me diluyo en esa prosa; es como entrar en el “séptimo cielo”, un sitio del que no quieres escapar.

Lo bueno del autor es que, además, suele interesarme bastante lo que cuenta; buena cuenta de ello es el último libro publicado por Acantilado: “Confusión de sentimientos”. En él, asistimos a una narración en primera persona de Roland que nos cuenta sus sensaciones cuando le hacen un regalo: una relación de los hechos de su vida y cómo, sin embargo, es consciente de que no refleja el hecho que de verdad cambió su forma de ser:

“Y así yo, que había dedicado una vida a describir a gente a partir de sus obras y a dar una dimensión real a las estructuras espirituales de su mundo, descubrí de nuevo, precisamente por experiencia propia, cuán inescrutable permanece en cada destino el núcleo esencial del ser, la célula motriz que da origen a todo crecimiento. Vivimos miríadas de segundos y, sin embargo, es uno solo, siempre uno, el que pone en ebullición todo nuestro mundo interior, es el segundo en que (Stendhal lo ha descrito) la flor interior, saturada ya de todos los jugos, llega como un relámpago a la cristalización: un segundo mágico, parecido al de la procreación y, como él, oculto en el cálido interior de la vida propia, invisible, impalpable, imperceptible, misterio vivido una sola vez. Ningún álgebra del espíritu puede calcularlo, ninguna alquimia del presentimiento puede adivinarlo, y raras veces lo capta la percepción de uno mismo.”

A partir de entonces se desencadenará una prolepsis que nos llevará a sus tiempos de estudiante y que va encaminada a reflejar ese hecho que vivió en su interior y que cambiará su percepción de la vida; el discurso del profesor, esa persona que será tan importante, fluye como una sinfonía, erigido como director de una orquesta de la elocuencia:

“Y bastaron unos minutos para que yo mismo, olvidando mi intrusión, sintiera la fuerza cautivadora de su disertación que actuaba con un poder magnético; sin querer me acerqué un poco más para ver, más allá de las palabras, los gestos de sus manos que envolvían y abrazaban y a veces, cuando una palabra prorrumpía majestuosa, se extendían como alas y se elevaban temblorosas para después descender musicalmente poco a poco imitando el gesto tranquilizador de un director de orquesta.”

La relación entre el profesor, su esposa y el narrador es entonces narrada desde su perspectiva y asistimos a una profunda lucha interior de los tres personajes por motivos que tendréis que descubrir vosotros aunque os podéis figurar. El reflejo de esta lucha, en el caso de profesor y alumno, queda perfectamente expuesto aquí:

“-¿De veras quieres irte… hoy, precisamente hoy? -Me cogía de la mano: una tensión invisible la hacía pesada. Pero de pronto la dejó caer bruscamente, como una piedra-. Lástima -exclamó decepcionado-, me habría alegrado tanto hablar una vez contigo francamente. ¡Lástima!

Por un momento ese profundo suspiro se propagó por toda la habitación como una mariposa negra. Yo estaba avergonzado, lleno de un miedo perplejo inexplicable; me retiré vacilante y cerré la puerta detrás de mí sin hacer ruido.”

El miedo a mostrar lo que uno es y el miedo a aceptarlo por parte del alumno, la vergüenza de ambos, la sinceridad encubierta por un falso miedo a complicar aún más las cosas. Su extensión será palpable en el bellísimo final donde sí que surgirá la sinceridad del profesor en su confesión “largamente pospuesta” con todo el impulso poético del autor:

“Pero aquí un hombre se reveló ante mí en toda su desnudez, aquí un hombre se rasgó el pecho, ávido de descubrirme su corazón roto a golpes, envenenado, consumido y supurante. Una voluptuosidad indómita se martirizaba, se flagelaba voluntariamente en aquella confesión contenida durante años y años. Solo quien durante toda una vida había sentido vergüenza, había bajado la cabeza y se había escondido podía, bajo los efectos de una embriaguez tan abrumadora, descender hasta el rigor de tal confesión. Pedazo a pedazo, un hombre arrancó la vida de su pecho, y en aquella hora, yo, un muchacho, penetré azorado, por primera vez, en las inimaginables profundidades del sentimiento humano.”

Parece mentira la facilidad que tiene Zweig para reflejar el dolor de ese secreto tanto tiempo guardado sin caer en sentimentalismos pero con toda la fuerza lírica de sus palabras.  Qué placer más inmenso siento con cada libro suyo. Basta de intentar explicarlo, solo hay que disfrutarlo.

Los textos vienen de la traducción del alemán de Joan Fontcuberta de “Confusión de Sentimientos” de Stefan Zweig en Acantilado.

“El post de las estadísticas”

Todos los años, desde hace ya tiempo, intento realizar una retrospectiva a nivel cuantitativo, de los libros leídos, esto se suele complementar con la visión más cualitativa que pasé el día anterior con las lecturas que más me han gustado; y sirve para hacerme una idea de mi avance literario desde otro punto de vista.

floating admiralDe tal manera, el 2012 no puede ser menos, fríamente hablando, he leído una cantidad bastante aceptable de libros, mi reto lector era 120, y al final he llegado a 131 libros, superado con creces como podéis comprobar (sirva como referencia que el año anterior leí 100 libros); de todos modos este dato es aún más divertido si comparamos el número de páginas leídas, en el 2011 fueron 30.000 páginas; este año han llegado a las 40581 páginas; esto sí asustará algo más al lector ocasional o no-lector porque supone lo siguiente:

1º El libro medio en el 2011 tenía unas 300 páginas de media; sin embargo, este año ha sido de 310 páginas aproximadamente.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi once (lo que supone unas 3382 páginas mensuales)

3º Si dividimos el año en 52 semanas, compruebo de esta manera que he leído, de media, dos libros y medio (780 páginas) por semana. Suele ocurrir que compagino dos o tres lecturas a la vez, de ahí que pase esto; alternar lecturas no es más complicado y ayuda a coger más velocidad lectora, está certificado.

No está nada mal la verdad. Como toda estadística, no es exacto; en meses veraniegos, leo mucho más que en los meses de trabajo y, desde luego, todos los libros no tienen ese tamaño, los he leído desde 1380 páginas a 50… un abanico muy amplio de posibilidades.

En cuanto a la lista de libros ha sido la que pongo al final del post, las conclusiones son claras, muy variado todo, con poca concentración de autores, muchos distintos, los autores más leídos han sido por este orden: Stefan Zweig, Philip Roth y Terry Pratchett, Muriel Spark y Jo Nesbo. Una mezcla extraña desde luego. Otro dato curioso es que 11 de los 131 libros fueron en inglés completamente, y tiene pinta de que este año vayan a ser más, una tendencia muy incesante. Como finalización, a pesar de leer mayoritariamente de escritores anglosajones, ha habido hueco para muchas nacionalidades, solo hay que ver el caso de Zweig o Nesbo.

Y para acabar, la lista….

Eric Ambler

Causa de Alarma

Javier Pérez Andújar

Los príncipes valientes

Paul Auster(con J. M. Coetzee)

Aquí y ahora. Cartas (2008-2011).

Poesía completa. (inglés)

Bill S. Ballinger

Retrato de humo

Linwood Barclay

El accidente

John Franklin Bardin

El percherón mortal.

Henry Howarth Bashford

Augustus Carp

Anthony Berkeley

El caso de los bombones envenenados

Lawrence Block

Tiempo para crear, tiempo para matar.

Louis Borgenicht

Manual de instrucciones del bebé.

Willy Breinholst

Hola, estoy aquí

Fredric Brown

El asesinato como diversión

Ed Brubaker

Ascensión y caída del imperio Shi’ar

Edward Bunker

Perro come perro

A.S. Byatt

Posesión

El libro negro de los cuentos.

Javier Calvo

El jardín colgante

Francisco Casavella

Elevación, elegancia y entusiasmo: Artículos y ensayos (1984-2008)

Jerome Charyn

Ojos azules

James Hadley Chase

Un loto para miss Quon

Gilbert Keith Chesterton

Lectura y locura

Charles Dickens

Detection club

The floating admiral (Inglés)

Jonathan Coe

La terrible intimidad de Maxwell Sim

J.M. Coetzee

Foe (inglés)

Robert Coover

Noir

Don Delillo

Fascinación

Los nombres

Body Art

Charles Dickens

Las memorias de Joseph Grimaldi

Estampas de Italia.

Francis Scott Fitzgerald

The great Gatsby (ingles)

John Fowles

El coleccionista

Jonathan Franzen

Libertad

Stella Gibbons

Navidades en Cold Comfort Farm

Wolfgang von Goethe

47 poemas.

Graham Greene

The quiet American (ingles)

Ernest Hemingway

The snows of Kilimanjaro (ingles)

Vicki Hendricks

Poesía Cruel

Stefan Heym

Rehenes

George V. Higgins

Mátalos suavemente

Zora Neale Hurston

The gilded Six-bits (ingles)

Kazuo Ishiguro

The remains of the day (ingles)

P. D. James

La muerte llega a Pemberley

B. S. Johnson

La contabilidad privada de Christie Malry

Paul Johnson

Humoristas.

Stephen King

22/11/63

El viento por la cerradura.

Chuck Klosterman

Pégate un tiro para sobrevivir.

Stanislaw Lem

El hospital de la transfiguración

La investigación

Elmore Leonard

Un tipo implacable

Bernard Malamud

El reparador

Los inquilinos

George R.R. Martin

Danza de Dragones

Ed McBain

Odio

James McClure

La canción del perro.

El leopardo de medianoche

El huevo ingenioso.

Val McDermid

El canto de las sirenas.

Margaret Millar

La bestia se acerca

Arthur Miller

Death of a salesman (inglés)

Gladys Mitchell

Cuando sale la luna

Nancy Mitford

Trifulca a la vista

Dr Vicente Munar

Preparaos papás.

Jo Nesbo

Némesis

La estrella del diablo

El redentor

Headhunters

Nele Neuhaus

Blancanieves debe morir

David Nobbs

Caída y auge de Reginald Perrin

Cees Nooteboom

Tenía mil vidas y elegí una sola

Flann O’brien

La gente corriente de Irlanda.

Flannery O’Connor

Cuentos completos

Joyce Carol Oates

Del boxeo

Hermana mía, mi amor

Jean Patrick Manchette

El caso N’Gustro

Pilar Pedraza

La pequeña Pasión

Daniel Pennac

Diario de un cuerpo

Terry Pratchett

Buenos presagios

Los pequeños hombres libres

Regimiento monstruoso

Nación

Carpe Jugulum

Douglas Preston, Lincoln Child

Venganza

Sangre fría

Thomas Pynchon

Mason y Dixon

Contraluz

Adrienne Rich

Poemas (1963-2000) (inglés)

Alex Ross

Escucha esto

Philip Roth

Zuckerman encadenado

La contravida

El animal moribundo

El pecho

El profesor del Deseo

Patrick Rothfuss

El nombre del viento

Maj Sjöwall, Per Wahlöo

La habitación cerrada

Terry Southern

El cristiano mágico

Muriel Spark

El asiento del conductor

Memento mori

Los solteros

La abadesa de Crewe

Mickey Spillane

Mi pistola es veloz

Anna Starobinets

Una edad difícil

D.E. Stevenson

El libro de la señorita Buncle

Leonie Swann

¡Qué viene el lobo!

Josephine Tey

La hija del tiempo

Jim Thompson

Mujer endemoniada

Noche salvaje

Un cuchillo en la mirada

Ko Un

Fuente en llamas

Diez mil vidas

Fred Vargas

Los que van a morir te saludan

El hombre de los círculos azules

El ejército furioso

Susan Rich

Miedos de medio minuto

Vidocq

Mis memorias

 Kurt Vonnegut

Matadero 5

Mientras los mortales duermen

Edith Wharton

Souls Belated (Inglés)

Charles Willeford

Miami Blues

 Cornell Woolrich

La novia vestía de negro

 Stefan Zweig

Carta de una desconocida

Novela de Ajedrez

Veinticuatro horas en la vida de una mujer

Momentos estelares de la humanidad

Ardiente secreto

Mendel el de los libros

Los milagros de la vida

“Felices reyes sabios”

Espero que vuestros reyes hayan ido muy bien. Los míos han sido “sabios” y me han regalado verdaderas maravillas que paso a comentar a continuación. Una imagen, esa que vale a veces más que mil palabras, lo dice todo:

2013-01-06 21.58.01

Aparte de otros regalos de tipo más pragmático, como tiene que ser; en cuanto a lo cultural, que es lo que aparece en la foto, me gustaría comentarlos.

En libros tengo ya en mis manos dos recopilaciones extraordinarias:

En primer lugar el que ya comenté como posible regalo navideño en este post a comienzos de la Navidad : los “Cuentos de Navidad” de Charles Dickens, qué mejor colofón para acabar el bicentenario de su nacimiento con esta recopilación plagada de buenas historias y muy adecuadas para la época en la que estábamos.

El segundo lugar, una recopilación excelente de las “Novelas” de Stefan Zweig, el imponente escritor austríaco que nos ofrecía siempre buena literatura; en este caso tenemos todas sus novelas, con el aliciente de haber tres inéditas: “Miedo”, “Confusión de sentimientos” y “Clarissa”. A pesar del precio, es tan recomendable que si tuviera que llevarme una novela a  una isla desierta me llevaría esta, casi sin dudarlo.

También es conocida mi predilección por la música, y, especialmente, por la ópera; pero como dice mi hermano, cada día es más difícil encontrar algo que ya no tenga; pues sí, este año lo han vuelto a conseguir, un monográfico Haëndel con varias óperas de él que no tenía: “Tolomeo”, “Solomon” y “Eracle”. Un festín musical que disfrutaré mucho.

Aunque no aparezca en la foto me gustaría comentar el regalo de la función de  “The perfect American” de Philip Glass, un estreno mundial que espero con expectación.

Para acabar los Reyes, una noticia etérea pero que desemboca una esperanza a seguir este año y es el anuncio por parte de la editorial Penguin de la publicación, aún sin fecha, del nuevo libro de Thomas Pynchon, “The Bleeding Edge”.

Y eso es todo por ahora. ¡Disfrutad lo que queda del día!

En octubre “Escucha esto” y mucho más.

Un poco tarde, desde luego, pero llega el momento de hacer balance en el plano literario de mi vida del mes de septiembre.

La causa de la tardanza ha sido, como no podía ser de otra manera, la lectura del “Contraluz” de Pynchon, lectura tremendamente absorbente, compleja en fondo y forma, poco ágil, que me ha ocupado buena parte del tiempo dedicado a leer; ha valido la pena y mucho, es una obra magnífica, hija de, quizás, el mayor escritor vivo en la actualidad; hablaré de ella largo y tendido, ya he empezado en este comentario. Pero no sólo de Pynchon puede vivir el lector, también hubo hueco para “Zuckerman encadenado” y “La contravida”, de otro coloso de las letras estadounidenses, Philip Roth; momentos increíbles igualmente, que me han llevado a una determinación distinta en la lectura de las obras de este escritor y que otro día comentaré. Obras de este estilo requieren alternancia con otras más llevaderas, de lo contrario, la fatiga tras leer algunas como la primera citada puede llevar a un cansancio no del todo sano. Así, cayeron dos obritas cortas del gran escritor austríaco Stefan Zweig, un seguro de calidad y buen hacer; estas fueron “Ardiente secreto” y la demoledora “Carta a una desconocida”. Alguno puede preguntarse si hubo algo de novela negra; claro, ¿cómo no? “Mátalos suavemente” de George V. Higgins fue exactamente lo esperado, otro clásico del género cargado de amargura; no menos duras resultaron “Un cuchillo en la mirada” y “Noche Salvaje” del perverso y siempre imprescindible Jim Thompson. No faltó un poco de novela negra con el apartheid de fondo con “El huevo ingenioso” de James McClure, escritor con poca suerte en España y que, sin embargo, tiene novelas consistentes y bien escritas.

Y, ¿qué estoy pensando para octubre? A continuación podéis ver algunas de las adquisiciones del mes.

Tengo claro que “Escucha esto” del crítico musical Alex Ross, va a ser la “lectura-tochal”, su anterior libro “El ruido eterno” ahondaba de una manera muy didáctica, sin perder profundidad, los entresijos de los autores contemporáneos de música clásica; era un ensayo que se complementaba maravillosamente con una web en la que se ponían los fragmentos a los que se refería el escritor y el resultado era una lectura tridimensional, cargada de detalles, además de enriquecedora. En este último ensayo se propone, aparentemente, ligar música clásica con algunas manifestaciones de música pop, veremos cómo lo realiza y si el resultado es satisfactorio.

Otras lecturas que seguro que haré van a ser los dos libros de poemas del surcoreano Ko Un, “Fuente en llamas” y “Diez mil vidas”, todo debido al continuo seguimiento que hago habitualmente de los Nobel, me propongo descubrir a este, uno de sus sempiternos candidatos.

También quiero, por fin, introducirme en el universo de lecturas de Elmore Leonard, “Un tipo implacable” y “Mr Paradise” parecen buenas formas de hacerlo. No debería dejar pasar tiempo sin leer esas sátiras británicas que tanto me gustan, de ahí la presencia de “Augustus Carp” de Henry Howarth Bashford y de “La caída y auge de Reginald Perrin” de David Nobbs.

Y hasta aquí lo que, más o menos considero seguro; luego cualquier cosa puede ocurrir, lo cual es excitante de manera implícita, dependerá mucho del humor y del momento en que me encuentre; asimismo empezaré con las lecturas de la carrera, Coetzee e Ishiguro para empezar, no está nada mal.

El horizonte de compras se presenta apetecible igualmente, la última obra de Delillo en España son unos cuentos; se aproxima otra novela, cercana en este caso al género policial con la  última de Joyce Carol Oates, y luego las cartas de Auster y Coetzee; y en novela negra, la penúltima de los padres de la novela sueca, un nuevo McBain, un nuevo King, Crispin…. No sé el resto, pero, en mi caso, tengo un “hype” que no me aguanto.

“Momentos estelares de la humanidad” de Stefan Zweig

Da un poco de vergüenza reconocer, a estas alturas, que no había leído nada del escritor austríaco Stefan Zweig. Pero todo se puede solucionar, y estoy dispuesto a pagar mi deuda pendiente con él a partir de ahora mismo. Se ha escrito mucho y muy bueno sobre él, por lo tanto dudo que pueda aportar algo sustancioso; lo que sí me propongo es poner mi granito de arena para que, aquella gente que no lo conozca aún, pueda acercarse a este magnífico autor.

Dicho y hecho, el primer libro que me recomendaron para empezar fue “Momentos estelares de la humanidad” (en adelante “MEDLH” para abreviar), y no podía ser mejor opción, estamos ante una de esas obras ineludibles de la historia de la literatura.

Stefan Zweig (1881-1942) fue un escritor austríaco de principios del siglo XX, nacido en el seno de una familia judía y que alcanzó mucha popularidad en su tiempo, capaz de crear novelas, relatos y biografías, fue uno de los primeros intelectuales en criticar a Alemania en la segunda guerra mundial.

Para realizar sus “MEDLH”, trabajó durante veinte años, y la obra está compuesta por catorce frescos históricos, momentos puntuales, que el escritor consideraba muy importantes para la historia de la humanidad. Estos relatos a medio camino entre el relato histórico y el ensayo, son tremendamente eclécticos y van desde Cicerón a la presidencia del presidente norteamericano Woodrow Wilson pasando por la composición de “El Mesías” y la conquista del polo sur, no se limita a explorar esta forma literaria sino que algún relato lo modela en forma de poema (“Momento heroico” con Dostoyevsky) o como obra de teatro (como el que afecta a Lev Tolstoi). Y todo ello, escrupulosamente ordenado de manera cronológica.

A mí inicialmente me echaba un poco para atrás la implicación histórica, no suelo aceptar con facilidad este tipo de relatos, suelen aburrirme en demasía, pero claro, en cuanto empecé los “MEDLH” todas esas reticencias cayeron en el olvidó y me dejé subyugar por la prosa inmortal de Zweig, cómo no iba a rendirme con momentos como este en el primer relato de Cicerón:

“Un estremecimiento recorre a los oyentes, mitad miedo y mitad admiración por ese hombre viejo que solo con el valor del desesperado, de una íntima desesperanza, defiende la independencia del hombre de espíritu y el derecho de la república”

O el apasionante relato sobre la “Huída hacia la inmortalidad que tiene a Núñez de Balboa como personaje destacado: “Pero incluso con sus favoritos, el destino no siempre se muestra magnánimo. Rara vez conceden los dioses a los mortales más de una hazaña única e imperecedera”.

La elección de los momentos era también esencial y la personificación (imprescindible) que utiliza el autor para cada uno de ellos, hace que tengamos aún más implicación emocional; yo estaba rendido ante tales lecturas, pero entonces, aunque no lo parezca, llegó lo sublime: el capítulo llamado “La resurrección de Georg Friedrich Händel”.

En ese insigne capítulo observé a un Händel hundido, abatido, sin ganas de vivir, que resurgirá de sus cenizas mediante la composición de su legendario “Mesías”, hace gala Zweig de un conocimiento musical mediante la experiencia y lo transmite en palabras y, en mi caso particular, habiendo cantado la obra, llegué al éxtasis, ya que entendí perfectamente lo que pudo sentir el compositor. Esto hizo que vibrara con esa frase referida al primer fragmento cantado por el narrador de la obra y que reproduzco a continuación del texto:

“Con las primeras palabras se estremeció: “Confort ye”. Así empezaba el texto. ¡Consolaos! Aquella palabra… No, no era una palabra sino una respuesta divina, una llamada angelical desde el cielo cubierto a su abatido corazón”

Para llegar al final con su resurrección tras componer el archiconocido y universal “Hallelujah”:

Reflejo de su alegría al componerla y renacer, afirma el compositor: “Nunca cobraré dinero por ella, jamás. Por ella estoy en deuda con otro. Será siempre para los enfermos y los presos, pues yo mismo he sido un enfermo y me he curado con ella. Y fui un preso y ella me liberó”

Inmenso.

Y los relatos que siguen no desmerecen para nada este culmen. Espléndido el momento en el que Grouchy, lugarteniente de Napoleón, tomó la peor decisión para su líder: “La falta de ánimo de un hombre pequeño, insignificante, ha destruido lo que el más osado, el más perspicaz, construyera en veinte años de heroísmo”; o la composición de la “Elegía de Marienbad” por Goethe, en palabras del escritor austríaco: “Podemos considerar memorable aquella fecha, pues desde el punto de vista de los sentidos, la poesía alemana no ha conocido un momento más grandioso que aquel en el que el más primigenio sentimiento se vertió en este imponente poema”.

No quisiera dejar de nombrar, por lo menos, el increíble capítulo relacionado con el Capitán Scott, es difícil mostrar de una manera tan descarnada y poética la desesperación de un héroe: “Todo el trabajo, todas las privaciones, toda la angustia, ¿para qué?, escribe Scott en su diario, nada más que por un sueño que se ha derrumbado”.

Sin alargarme más en la apología de un texto como este, imprescindible obra maestra para aquel que se jacte de apreciar la literatura, y que se defiende por sí mismo sin necesidad de críticos como yo. Quiero, eso sí, acabar con una última cita de Zweig: “Una vez más, en medio de la niebla, se desvanece en lontananza la eterna quimera de un mundo humanizado”, el signo de nuestros tiempos.

 

Valoración del libro: