”Cosí fan(ny games) tutte”

Hubo un tiempo en que los cantantes eran los divos; más tarde fue el momento de los directores como verdaderas estrellas del mundo musical en general y operístico en particular; ahora, en los tiempos que corren, es evidente que el poderío de los directores de escena es prácticamente dictatorial; el caso que nos ocupa es un ejemplo fidedigno de la situación, el montaje escénico del director de cine Michael Haneke; director mediático, carismático, ganador de un galardón a mejor película extranjera por “Amour”.

Esto no es forzosamente malo, muy al contrario, no se puede negar que su presencia es un acicate para que mucha gente se acerque al Real y disfrute de una ópera de Mozart con la ocasión. Afortunadamente, esta ópera se cuenta entre lo más granado del genial compositor austriaco; una de las tres que gozó del libreto de Lorenzo da Ponte, junto con “Don Giovanni” y “Le nozze di Figaro”, verdaderas obras maestras del género, todo ello sin exagerar. Es muy posible que quien descubra la ópera con esta obra, vuelva a ir a ver otra, sin lugar a dudas, si le gusta la experiencia.

Tras este pequeño prólogo, vayamos al grano, ¿ha valido la pena la propuesta escénica del famoso Haneke? En mi humilde opinión el resultado ha sido excelente, con algunas puntualizaciones.

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El montaje escénico inicial, y que luego no cambiará a lo largo de la obra, nos muestra un salón  a primera vista con una terraza de fondo, aparentemente resulta clásico; sin embargo, según van a apareciendo los personajes, tanto principales como secundarios, nada es lo que parece: unos personajes están ambientados de época, siglo XVIII y otros en el siglo XX. Asombra bastante el hecho de que Alfonso, el conspirador de la trama, sea precisamente de época, y el resto de personajes del siglo XX; ¿nos intenta mostrar que es algo que no ha cambiado con el tiempo? Esto ya aparece en su filmografía (“Funny Games”), la introducción de una fuerza malévola; en este caso Alfonso como “subvertidor” de la confortable vida burguesa que llevan los protagonistas. El omnipresente mueble bar lleno de botellas de alcohol es utilizado con frecuencia por todos los personajes, resaltando aún más la perversidad del planteamiento, las infidelidades, los momentos violentos; lo son más por la forma en que la plantea el austríaco. No olvida la farsa, pero todo está teñido de una depravación inherente al ser humano. El drama se subraya con el manejo de los silencios que Haneke varía a su gusto, sobre todo en los recitativos, hay manejo de la escena sin música en algunos momentos. Esto es novedoso y, por lo menos, no altera la estructura de la obra (recuerdo todavía el montaje de “La fura dels Baus” de “La flauta mágica” donde sustituían los recitativos por reflexiones más o menos surrealistas y/o existencialistas), dando aún más sentido a cada frase pronunciada; esto es quizá uno de los mayores aciertos, a pesar de alargarse la obra en demasía. Menos inspirador me resulta el papel de la omnipresente Despina a la que Haneke quiere atribuirle un mayor papel en el drama como pareja de Alfonso y que, sin embargo, no cuadra en relevancia con lo que Mozart pensó; sus frases más que diversión, la mayoría de las veces se convierten en reflexiones cínicas. A pesar de ello, una propuesta muy interesante a la que le podríamos sacar aún más jugo pero no quiero extenderme más.

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Para que todo lo anterior funcionase la labor de Sylvain Cambreling en el foso se me antojó imprescindible, sobre todo por la alteración de los recitativos e, incluso de algunos de los momentos musicales para llevar a cabo las indicaciones del director de escena. Hay que reconocer que lo llevó con soltura: tempos afortunados, énfasis adecuados, dirección precisa y adecuada a lo indicado; la orquesta estuvo de acuerdo con lo pedido y se obtuvieron muy buenos momentos.

Mención aparte quería dedicar a los cantantes, estuvieron realmente consistentes en cada momento, empastados al extremo, más teniendo en cuenta que esta obra tiene muchos momentos de combinación de voces; dúos, tríos, cuartetos, sextetos…  y ninguna voz tiene que sobresalir en exceso más que en el momento que le toca, el equilibrio fue primordial en este caso. En lo individual, los grandes triunfadores fueron Annet Fritsch y Juan Francisco Gatell, la soprano, con Fiordiligi, tiene dos arias de gran dificultad, especialmente la endiablada “Come scoglio”, y las acometió con seguridad, buenas agilidades, agudos bien colocados y no exentos de potencia; lógicamente, con ese material, se convirtió en la favorita del público. Para este crítico el gran descubrimiento de la noche fue el Ferrando de Gatell, no solo porque cantó “Un aura amorosa”, paradigma de aria mozartiana de tenor ligero, con mucho gusto y sensibilidad; sino porque, además, cada frase de la ópera se convirtió, en sí, en un acontecimiento; qué ejemplo de canto legato, manejo de fiato y potencia de emisión, todo ello acompañado de una voz realmente bella. Un poco por debajo de estos dos estuvieron la mezzo Paola Gardina como Dorabella y el barítono Andreas Wolf como Guglielmo, consiguiendo igualmente grandes momentos individuales en alguna de sus arias; lo peor sin embargo vino con la Despina de Kerstin Avemo, con una voz quizá fuera de estilo, que no transmitía al papel, divertido de por sí, la lucidez necesaria; además, en su primera aria, tuvo problemas con el tempo, yendo desacompasada con la dirección de Cambreling y la orquesta; William Shimell, como Don Alfonso, estuvo muy sólido, aunque no se caracteriza por tener un timbre muy bello. No hace falta mucho comentar sobre el coro que, como de costumbre, rozó la excelencia en sus escasos momentos.

Bravos por parte del público a una dirección escénica interesante, retadora, ambigua en su reflejo de la música universal e imperecedera del genio de Salzburgo. Una espléndida manera de disfrutar de la ópera.

Tercera parte de recomendaciones policíacas “pulp”

Tras haber comentado aquí  y aquí  los anteriores libros, acabo con estas estupendas recopilaciones que nos ofrece Akal con el comentario sobre el último de ellos: “¡Bang, Bang. Estás Muerto!”(Vol 4).

La primera de las historias del volumen es “Han linchado un negro” (1959) de Fel Marty (Félix Martínez), en el que tenemos una pequeña ciudad del sur de EEUU donde dos agentes del FBI desentrañarán el linchamiento de un negro que es acusado de violar a una blanca. Una historia de amor interracial de fondo y racismo a raudales:

“Sammon tardó en acostumbrarse a la semioscuridad del calabozo. Allí dentro no había más que negros.

Negros tendidos en el suelo, unos; otros de pie, arrimados a la pared; algunos en cuclillas en actitud de fatalista resignación.

Había quien gritaba, aunque nadie le prestase atención, exponiendo las razones de su inocencia.

Otros maldecían.

Semejaban una partida de antiguos esclavos, en espera de ser sacados a pública subasta.”

bang4Sorprende la crudeza con la que Fel Marty describía el linchamiento, la violencia no tenía censura en la época, sorprendentemente puede resultar poético:

“Sí, tenía suficiente. Domingo Sammon, un pobre negro que no había cometido más delito que el nacer con la piel de distinto color a la de aquellos que acababan de lincharle, era sólo una masa sanguinolenta, un cuerpo destrozado, una vida rota.”

“Doce horas para morir” (1961) de Eddie Thorny (Eduardo de Guzmán) es el segundo de los autores que aparecen; con un repertorio típico de las novelas con mujeres despampanantes, tipos duros, asesinos, gánsteres y policías corruptos. Todo entremezclado y liado de tal forma, que justo hasta la última página, no se desenreda. La trama es tan compleja que se vuelve casi inverosímil, con subtramas por doquier y aparentes giros sin sentido. Thorny sabía cómo se podía describir una mujer y apelaba al conocimiento del lector de la época como podemos ver en la descripción siguiente:

“Además de la cara, la rubia tenía un cuerpo. Y el cuerpo…

Era el de Jayne Mansfield antes de conocer a Míster Universo, con incrustaciones de la Marilyn Monroe que no soñaba aún con emular a Sarah Bernhardt. Podía tomársela por una Venus rediviva, con brazos y treinta libras menos de grasa. En cualquier caso, y prescindiendo de toda posible comparación para verle tal como era, el cuerpo hacía olvidar las perfecciones del rostro y cortaba la respiración a quien lo contemplaba.”

Qué manera de relatar un momento de acción:

“Hay días que pasan con la rapidez del relámpago y minutos que tienen la duración de un siglo. Los primeros suelen ser los felices; los segundos, aquellos que no hubiésemos deseado vivir. Paul Benson vivió un minuto interminable frente al desconocido. Tuvo tiempo para muchas cosas; incluso para ver desfilar mentalmente la película entera de su existencia. No quedó muy satisfecho; pero ni aún así le agradaba que llegase tan pronto a su final.”

No es de extrañar que sus novelas encandilaran en su época, la mezcla resultaba irresistible; llamaban a la aventura.

En “Las rubias son peligrosas” (1960) de Keith Luger (Miguel Oliveros Tovar). “Si alguien sabe de rubias ese es Keith Luger”, prolífico autor de novelas de género, uno de los más famosos en su momento, con novelas donde no faltaba el sentido del humor y las chicas guapas. El protagonista no puede envidiar a los abogados de Grisham, ya que se trata de un abogado humilde sin más armas que sus puños, contra todo el sistema, que luchará por salvar a los integrantes de una empresa de transportes.

La última y excelente historia es “In memoriam” (1967) de Alexis Barclay (Antonio Viader). El cuál, aprovechando el tirón de las novelas de Ian Fleming sobre los agentes 00 y sus adaptaciones  cinematográficas; importó el modelo británico con las novelas de la serie Bang, acrónimo de Bringer Advide Nomenclatura Gemini, protagonizadas por el agente 000 (Alan Nolan) y el resto de sus agentes con licencia para matar en los cinco continentes. Bang lucha contra el hampa internacional y lo hace con entrenamiento específico en el corazón del Himalaya en disciplinas variadísimas como electrónica, toxicología, defensa personal o armamento.

El protagonista es Konrad Dawson, agente 019 (casi un James Bond) y que protagonizará una venganza “In memoriam” por la muerte de su misteriosa compañera Jessica Crittenden. Venganza que ejecutará cueste lo que cueste y siguiendo las reglas que sean necesarias, aunque sean fuera de la ley:

“Cuando concluyó, Mac Leod, duro, aceptó participar en aquella conspiración contra el crimen… pese a que las reglas de la inmediata lucha no aparecían en ningún tratado de técnica policíaca.”

No quiero dejar de señalar alguna mención a las entrevistas y encuestas que aparecen en el anexo final; único pero que puedo encontrarle a esta edición, ya que, en vez de acumular los artículos y entrevistas en el primero y el cuarto volumen, habría sido mucho más interesante distribuirlas en los cuatro equitativamente.

De la entrevista que le hacen al siempre sabio González Ledesma, somos capaces de captar la forma en que tuvieron que realizar estas novelas, con mucho esfuerzo y lucha por su parte:

“Acabé la carrera de Derecho y trabajaba de noche en “La vanguardia”. Es decir, llevaba una vida de joputa y además loco, pero así pude ayudar a mis padres y casarme. Toda mi obra es fruto del insomnio y el sacrificio. Apenas dormía, y además no salía sábados ni domingos. … Vean ustedes mi ridiculez: ni siquiera sé bailar o montar en bicicleta.”

Como último apunte, me gustaría reflejar lo que comenta en la encuesta que realizaron a Frank Caudett cuando se le pregunta si la novela popular de quiosco estimuló a la lectura, él comenta: “Si consideramos la situación social, económica y política de aquellos años (casi cuarenta) en que el bolsilibro fue amo, dueño y señor de todos los quioscos de España, rotundamente sí. Los lectores, por poco dinero, compraban una de aquellas novelitas y luego, incluso, podían cambiarlas por una módica cantidad en las famosas tiendas de compra-cambio-venta. Era una lectura amena, evasiva, en la que el lector se metía pronto en la piel del “chico”, y las lectoras en la de aquella jovencita humilde que acababa casándose con un galán apuesto y adinerado. Era una oferta de sueños maravillosos para toda aquella gente que tenía una realidad cotidiana dura, difícil y complicada. Fueron muchos y muchas las que, prácticamente, aprendieron a leer con nuestras novelas, lo que les permitió en el futuro, cuando las cosas fueron cambiando, acceder a otras esferas literarias.”

Esta última cita me parece un colofón más que digno para estas críticas: una forma de trabajar con amor por la lectura que consiguió muchos y buenos lectores futuros.

Segunda parte de recomendaciones policíacas “pulp” y un homenaje: Curtis Garland

Lo que son las cosas y cómo evoluciona todo; en un principio pensé con este segundo post acabar con las reseñas de la recopilación “¡Bang, Bang. Estás muerto!” pero las circunstancias me obligan a dividirla en dos artículos diferentes por dos razones principales: la primera tiene que ver con la extensión, no quiero que sean extremadamente largos; la segunda, y más importante es dedicar unas palabras a uno de los integrantes en la tercera recopilación: el recientemente fallecido Curtis Garland (el pasado día 5 de febrero).

bang-bang-estas-muerto-voliii-9788446036272La segunda historia incluida en este “¡Bang, Bang. Estás Muerto!”(Vol 3), “Flores en tu funeral” (1956), viene firmada por Donald Curtis (pseudónimo junto con Curtis Garland, de Juan Gallardo). En ella se narran las vicisitudes de Mark Graham “la vergüenza de los federales”, que  fue expulsado por sus métodos brutales y  reparte leña a diestro y siniestro en un caso que mezcla de todo: drogas, tulipanes…, con muchas ramificaciones y subtramas cumpliendo maravillosamente con su objetivo de entretener. No se resuelve hasta el último instante en un giro final inesperado.

Esta historia ejemplifica el buen hacer de un escritor superlativo, un escritor trabajador pero sin estar exento de una calidad que atesoraba en todo momento, solo hay que ver qué bien describía a las mujeres de la época:

“Allí estaba Jan, con un prodigioso pijama de seda, cuya chaqueta blanca contrastaba con el azul eléctrico de su pantalón ceñido a las maravillosas piernas de la rubia millonaria. Mark contempló asombrado la imagen de juventud, vitalidad y belleza de aquella linda muñeca de cabellos rubio ceniciento, ojos rasgados y chispeantes, boca roja y nariz agresivamente graciosa.”

yocurtisgarland“Yo Curtis Garland” (no incluida en esta antología y que leí ya hace un tiempo en la edición de Morsa Ediciones ) es la autobiografía del escritor Juan Gallardo Muñoz en su seudónimo más conocido. Escritor que tenía a sus espaldas más de 2000 bolsilibros de unos tiempos muy distintos a los de ahora, en los que se tenían que escribir 4 o 5 libros al mes y donde el único recurso era el ingenio, la creatividad, el buen hacer… y sobre todo el amor por la literatura. Una joyita que sirve para reinvidicar un género, el de las novelas populares o pop, que tenía muchísima más calidad de lo que pudiera aparentar y que el tiempo está poniendo en su sitio. Escrito con mucha delicadeza y nostalgia, es una perla breve de buena lectura. Un ejemplo más si alguien quiere conocer un poco a este espléndido autor.

Los demás relatos de la recopilación, tan recomendables como el de Curtis Garland son:

“Pistola de alquiler” (1960) de Mark Halloran (Jorge Gubern) un thriller en la exótica Río Caimán, ”mercenario duro pero sentimental que defenderá los intereses de una honrada propietaria de una mina frente a la codicia de sus malvados competidores. Johnny Roberts se llevará el gato al agua y a María Casablanca”.

Impagable la descripción que realiza de la morada del corrupto Juez Ortega “El juez les recibió en una biblioteca muy surtida, cuya apariencia general venía a demostrar que era hombre de vasta y profunda lectura. La apariencia del propio Ortega tendía a lo mismo. Todo en él era superficial y espectacular, destinado a producir una impresión de respetabilidad que escondía sin duda un interior miserable.”

En el tercer relato, “¡Señores del jurado!” (1960) de Clark Carrados (Luís García Lecha), tenemos el típico thriller judicial, a lo John Grisham, con todas las añagazas jurídicas posibles unidas a mamporros por doquier. Douglas Pentecost, Patito Feo en la novela, vuelve de la nebulosa de la infancia para salvar a su esbelta amiga Lorelei, acusada injustamente. Vibrante en su ejecución, a pesar de los típicos comentarios de detective duro:

“Douglas se sintió asqueado ante el repugnante cinismo de que hacía gala aquella mujer. Hubiera deseado que fuera hombre para estrangularla con sus propias manos, pero se sabía impotente para causarle el menor daño físico.”

El último, “Un crimen… y mucha imaginación” (1973) de Vic Logan (Victoria Rodoreda). La muerte de un editor es cargada a un escritor. Introduce el ordenador y los estudios de mercado para conseguir un best seller y que tenga éxito según el patrón de gustos de los lectores. Una novela con final no apto para cardíacos, una reflexión que, además resulta metaficcional por momentos:

“-Oh, claro. Pero todo evoluciona. Digamos que tengo la sección de ideas. La componen unos cuantos hombres de mi plantilla, que ocupan el piso sexto. Nadie les molesta. Cuando tienen un puñado de ideas seleccionadas, las pasan al computador, que resume la sinopsis y, de rechazo, vienen a parar a esta máquina. Ella nos dice a cuántos de los grupos de lectores de los que les he hablado antes gustará la nueva idea, y cuántos son capaces de adivinar el final. Si la máquina responde que la idea es apta para más de un ochenta por cierto, y que solo un veinte son capaces de descubrir el final, la idea sirve. Es el resultado óptimo.”

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Pero que, al fin y al cabo, solo pretendía:

“-Has conseguido interesarme – sonrió ella.

-Es lo que pretendió el escritor al redactar esto; interesar a la gente”

Este es mi sentido homenaje al irrepetible Curtis Garland, cuánto nos has hecho disfrutar y nos harás disfrutar con tantas historias que seguiremos descubriendo.

Primeras Recomendaciones policíacas “pulp”

Con este post inauguro unos cuantos artículos referentes a  la literatura “pulp” que irán apareciendo en el blog en los próximos días, será una especie de monográfico, el primero que haga, si no contamos los artículos referentes a Contraluz claro.

Para los no habituados al término podemos decir que la literatura “pulp” hace referencia a un tipo de literatura popular con formato encuadernación rústica y que solía ser barato y de consumo popular; se popularizó en el primer tercio del siglo XX y continuó durante este siglo, extendiéndose, en el caso español, hasta bien avanzado este. Los tipos de argumentos que englobaban iban de la ciencia ficción al terror, pasando por el romance, la novela policíaca, los vaqueros o las hazañas bélicas, por poner algunos ejemplos.

Sí que es cierto que me voy a centrar en el mercado patrio y todo ello debido a la publicación, a través de la editorial Akal de los siguientes cuatro tomos en claro homenaje al pulp español en su temática más policíaca  con el representativo y expresivo nombre “¡Bang, Bang. Estás Muerto!”.

Esta edición a cargo de Moncho Alpuente y Luís Conde reúne una buena muestra, 16 autores españoles de novelas policíacas de género y que aparecen distribuidos a lo largo de esos cuatro libros, el primer volumen recoge una serie de artículos a cargo de los editores y de Manuel Blanco Chivite, que, en uno de ellos comenta lo siguiente:

“Aún así, y siguiendo ese hilo que educó sentimentalmente y pobló de imágenes de fantasía no sé qué parte del cerebro de varias generaciones y que, con mano persuasiva, las condujo a la lectura, a la gran literatura y en no pocos casos a la escritura, a mí me llevó, con el correr del tiempo y centrándonos en el tema, al conocimiento de aquellos esforzados de la pluma y la máquina de escribir portátil, a la vida y vicisitudes de aquellos proletas nocturnos, capaces de escribir una novela en cuarenta y ocho horas, a veces en una o dos semanas máximo, según la extensión, y a veces, muchas veces, en veinticuatro horas… Y con todo, hacernos soñar, transportarnos a otros mundos, a otros países  en los que, por imposición de la censura, sucedía casi todo lo malo y que, no obstante, todos deseábamos conocer.”

bangbang1Este párrafo resume muy precisamente lo que supuso en la época este tipo de literatura: una mezcla de trabajo contrarreloj al que se le unía creatividad a raudales para crear un tipo de novelas que tenían que “enganchar” desde la primera página y conseguir que cualquier persona, independientemente de su estamento social, las leyera con fruición; máxime en un tiempo que se estaba viviendo, en medio de la dictadura franquista, donde la censura estimulaba a estos escritores para intentar conseguir de una manera menos explícita y con muchas sutilezas tratar temas tan espinosos como el sexo o la violencia.

Paso ya a comentar los dos primeros volúmenes; en el “¡Bang, Bang. Estás Muerto!”(Vol 1), tenemos las siguientes historias incluidas:

“Cementerios de París” (1962) de Silver Kane (más conocido como Francisco González Ledesma), trama necrófila que empieza con una guillotina, juega con la posible existencia de vampiros y donde los cadáveres como las mujeres de armas tomar y tremendas piernas hacen su aparición para montar una historia brumosa, que refleja todo el buen saber de un magnífico escritor, de los más grandes de la novela negra española. Es mi historia favorita de este volumen por esa mezcla del imaginario sobrenatural con la realidad y, cómo no, por su estilazo; solo hay que fijarse en las sutilezas que destila en esta descripción de una mujer para esquivar exitosamente la censura:

“Sus ojos recorrieron poco a poco la figura de la mujer, que parecía exhibirse ante él, sentada en la calzada. Pero se exhibía con naturalidad, con una especie de impudor que la hacía aún más excitante. Llevaba zapatos negros de alto tacón, medias muy finas, de apretada costura, y un vestido gris de punto. Sus ojos eran quietos, grises. Uno parecía poder hundirse en ellos con una especie de infinita calma”.

En el “¡Culpable!” de Alf Manz (1958), nos encontramos con una de las constantes de la época, el autor, Alfonso R. Manzanares creó la historia de un duro agente del FBI, Ray Brand, que en su búsqueda de venganza se introducirá en el FBI para conseguirlo; para ello tuvo que ir a la Academia de Quantico en Virginia, en la que se formaban los agentes del FBI y documentarse exhaustivamente de cara a la “americanización” del lector de la época. Esto resulto en la aparición de la colección FBI de la editorial Rollán; espionaje y agentes más cerca de James Bond que de lo procedimental, y todo ello con momentos de sorprendente lirismo (“Velado estaba el cielo por el manto de nubes; velado se hallaba el parabrisas con la lluvia; velada tenía la vista Edna, a causa de las lágrimas; pero en su corazón brillaba diáfana el alba de un amor”).

El tercer escritor es Frank McFair (Francisco Cortés) y su “Esta es mi historia”(1960), el testimonio escrito de un gánster condenado a muerte, asesino  a sueldo y crupier de un casino; Original Mossy es su nombre y, aunque parezca mentira, puede tener un arrebato de buen corazón a pesar de que todo le vaya mal (“Pero yo no estaba alegre, pueden ustedes creerme, porque me encontraba un poco solo y ni siquiera mi gato Quarles me parecía compañía apropiada para un hombre.”) Novela desde la perspectiva de un criminal, a lo Jim Thompson, Goodis o Block.

El último relato lleva por nombre “El 13-13, número de la muerte” de Peter Debry (1956).  Pedro Víctor Debrigode confeccionó una típica historia en el que Kent Nolan, su protagonista, se encarga de proteger a niñas desvalidas a la espera de un juicio en el que pueden quedar mal paradas, matones muy duros y mucho machismo reunían un cóctel irresistible para aquellos tiempos:

“-Las mujeres no están capacitadas para intrigas inteligentes. Sus emociones se mezclan importunas con sus negocios, ambiciones, caprichos.”

bang2En el “¡Bang, Bang. Estás Muerto!”(Vol 2), la primera de ellas es  “La oscura sombra del miedo” de Burton Hare (1966), José María Lliró construyó una intriga con científico secuestrado, agentes de la CIA y persecuciones por doquier; según la leía no paraba de pensar en “Cortina Rasgada”; es representativo el momento en que el agente de la CIA Frank Murdock reflexiona sobre su profesión:

“Extraña profesión la suya, monologó para sí. Siempre entablando conocimiento con gentes extrañas, peligrosas, llevándolas unas veces a la muerte, otras al deshonor…

Un mundo de perros, se dijo.”

Imposible no sentir empatía con este sufrido agente y soñar que una nueva aventura estaba comenzando en ese libro.

“El caso de los crímenes incomprensibles” de Frank Caudett (1967), es el segundo de los relatos y, sin lugar a dudas, mi favorito del segundo volumen. En él Francisco Caudet Yarza, pinta al mujeriego y alérgico al matrimonio, detective Héctor Ridgway, que prefiere los métodos deductivos, al estilo de los clásicos de la novela enigma, para solucionar los crímenes de un sofisticado asesino en serie. Él mismo habla sobre su método:

“Por eso, a través de muchos libros, he llegado a la conclusión evidente de que, para combatir el criminal, hay que pensar, hay que estudiarlo sociológicamente, hay que tratar de introducirse en su cerebro y prever sus actos, sus reacciones,…. adivinar sus procedimientos. Esta es, en resumen, la clave y el secreto de mis éxitos”.

Todo para conformar un clásico maravilloso de novela de detectives al más puro estilo del Detection Club, con una trama milimétrica y llena de sorpresas que nos deja para el final una sorpresa aún mayor.

“Los guerreros de la niebla” de Ros M. Talbot (1968), es el tercero de los autores incluidos, pseudónimo de Rosa María Núñez, que tenía que escribir con ese apodo masculino por todo lo que conllevaba ser mujer; que, en un prólogo brutal, describe desde su óptica una emboscada vietnamita desde un onirismo destructor:

“Figuras de guerreros corrían en medio de la niebla, sable en alto, gritando algo. Figuras imprecisas de ojos alargados, de rostros impenetrables, de idioma distinto y creencias distintas, resucitando un Bushido en el que no cabía la piedad. Samuráis  de otra raza y otro país, adaptados a otro ambiente en el que los samuráis primitivos ni siquiera hubieran podido soñar: soldados fanáticos que combatían en medio de la oscuridad, sin que sus rostros surgieran a la luz, usando armas distintas al sable, usando palabras hermosas y hermosas mujeres.”

Finaliza este volumen con “La cucaracha” de Lou Carrigan (1975) En la que Antonio Vera nos presenta al detective en paro Lamont Lamb que, digamos, no se deja llevar tanto por los métodos de la novela enigma y que guardaba como trasfondo un contenido social, el de las luchas de clases. Una novela atípica de un clasicazo del género.

Estos libros, en su momento, fueron denostados, como sigue haciéndose hoy, por la crítica más “seria”, que no la consideraba literatura propiamente dicha, como la mayoría de la literatura de género; hoy en día, afortunadamente, estas fronteras se están diluyendo, y se está poniendo en su sitio testimonios como estos que, no solo entretenían, sino que, además, estaban llenas de calidad.

Espero que os haya gustado este comentario porque, en no mucho tiempo, pondré dos más con los dos libros restantes. Espero, eso sí, no extenderme tanto.

Monográfico Pulp

El tiempo es una restricción muy grande a la hora de actualizar el blog, una de las ideas que me viene rondando desde hace tiempo es hacer monográficos, durante cierto tiempo, según autores, temáticas u otro tipo de criterio que se me ocurra.

portadacurtisAhora dispongo de un poco de ese preciado tiempo, y se me ha ocurrido hacer un pequeño monográfico, en este caso sobre la literatura “pulp”. Durante las próximas dos semanas con las que finalizará el mes de febrero por este blog irán pasando diferentes posts relacionados ello.

El grueso de estas reseñas tendrá que ver con la recopilación en cuatro volúmenes  que ha realizado Akal denominada “¡Bang, Bang! Estás muerto” y que recoge una muestra de los autores que hicieron grandes los bolsilibros en España. Sí que es cierto que este monográfico irá centrado en lo que ha salido en nuestro país, excepto en el ensayo sobre los bolsilibros y su relación con el cine en el que se da de pasada una pequeña reflexión con respecto a Europa.

El último post tendrá un invitado excepcional, una propuesta de hacer “pulp” en los tiempos que corren, muy actual y divertida.

Estad atentos al blog e iréis viendo los contenidos. Espero que os gusten.

“La formación de una marquesa” de Frances Hodgson Burnett

la-formacion-de-una-marquesaFrances Hodgson Burnett  (1849-1924) fue una escritora que nació en Gran Bretaña aunque luego se trasladó a Estados Unidos. Alba, a través de su sello Rara Avis nos ha traído “La formación de una marquesa”, que consta de dos partes, aunque inicialmente se publicaron separadas en el mismo año 1901, ahora se publican conjuntamente; estas dos partes son “La formación de una marquesa” y “Los métodos de Lady Walderhurst”.

En esa primera parte asistimos a uno de esos relatos típicos de época que tanto se popularizó y dio tantas buenas muestras de saber hacer, solo hay que recordar los casos de Stella Gibbons o Nancy Mitford; en el que una muchacha de origen humilde busca solucionar su vida casándose con un rico heredero que haga que todo sea más fácil, aunque ni siquiera se lo proponga, pero con la ayuda inestimable de una madre esforzada: 

“A veces, cuando hablaba con la muchacha, miraba a Lord Walderhurst con impaciencia. Una madre inquieta apenas podría haberlo observado con mayor deseo de analizar sus sentimientos. Harían una pareja estupenda. Él sería un excelente marido. Y tenía tres casas, y magníficas joyas. Lady Maria le había hablado de cierta tiara de diamantes que con frecuencia imaginaba refulgiendo en la exquisita frente de Agatha. A ella le quedaría infinitamente mejor que a la señorita Brooke o a la señora Ralph, que nunca la lucirían con espíritu.”

A pesar de resultar más convencional, la narración es sutil, clásica, modélica, ágil a pesar de no descuidar la forma más bien lírica de ciertos momentos. Sin embargo, esta convencionalidad desaparece al avanzar en la magnífica segunda parte. La aparición de Alec Osborn, el posible heredero que se ve perjudicado por la aparición de la nueva marquesa y su exótica esposa desencadenan momentos de  una mala leche excepcional y muy alejados del típico relato decimonónico, solo hay que comprobar el momento en el que el tal Osborn se entera del matrimonio de Lord Walderhurst con la inocente y bondadosa Emily Fox Seton:

“Cuando recibió la noticia, Alec Osborn se encerró en sus habitaciones y estuvo blasfemando hasta que se le amorató la cara y corrieron sobre ella gruesas gotas de sudor. Era la maldita y negra suerte; y la maldita y negra suerte merecía negras maldiciones. Lo que los muebles de la habitación del bungaló oyeron fue bastante tremebundo, pero el capitán Osborn creía que la ocasión lo requería.”

Enervante le resulta al heredero la sola presencia de Emily, marquesa de Walderhurst que, si cabe, resulta del todo empalagosa y contraria a sus intereses y que, sin embargo, es tan sencilla que con poquito se conforma:

“Disfrutar del silencioso y perfecto funcionamiento de la gran mansión, salir en un carruaje sola o con cochero, pasear y leer, entretenerse el tiempo que fuera en las huertas y los invernaderos, para una mujer sana y con una flamante capacidad para disfrutar eran lujos de los que no podía cansarse.”

Hasta la mujer de Alec, Hester, no podrá abstraerse de la situación y, en un principio, ayudará a su marido a intentar deshacerse de ella: “-¡Sí, sácala a montar! –gritó- ¡A mí qué más me da! ¡La odio!¡La odio! Te dije que no podía, pero sí puedo. ¡Qué mujer tan estúpida! No tiene la menor idea de cómo me siento. Creía que me alegraría. No sabía si escupirle a la cara o echarme a reír. Me miraba a los ojos como platos, como la Virgen María el día de la Anunciación. ¡Necia! ¡Maldita, inhumana y necia!” sobre todo cuando se enteren de la maternidad de Emily.

De ahí hasta el final, y aprovechando la ausencia del marqués, Emily tendrá que luchar contra los elementos para poder sobrevivir a una situación que no era predecible desde el momento inicial. No desvelaré más detalles sobre la trama, ya que es mejor descubrirlos con la, en un principio amable lectura que se convierte, en su segunda parte, en una muestra de perversidad femenina deliciosa y estimulante, a la par que adictiva. Poco más se puede pedir para disfrutar de una lectura más que recomendable para casi cualquier mortal al que le guste la buena lectura.

“Miedo en el cuerpo. 25 años de terror con Valdemar” de Varios Autores

 valdemarTodos los aficionados a la literatura de terror tenemos muy presente el papel que representa la editorial Valdemar en su publicación en España; entre otras cosas porque es un hecho relevante publicar este tipo de libros por aquí, habida cuenta de lo residual que es su venta, más allá de lo más generalista, como es el caso de King, Ann Rice, y alguna cosilla más, sobre todo relacionado con Zombis u otros autores como Charlaine Harris, por poner algún ejemplo relevante

Teniendo en cuenta estos hechos, que esta editorial llegue a 25 años de publicación ininterrumpida es una noticia magnífica, tanto por la dificultad de hacerlo como por la selección de un catálogo excelente y que se ha ganado un público fiel que lo respalda; no olvidemos que no sólo publican terror, ahí está esa línea de clásicos maravillosa (con Proust, Dickens, Kafka…) e incluso una línea de novelas del oeste; pero, ciertamente, el terror es su insignia, su sello de identidad, no en vano, en el prólogo de este “Miedo en el cuerpo. 25 años de terror con Valdemar”, los editores comentan:

“Con más de mil relatos de terror publicados en estos veinticinco años de vida, parecía evidente que la manera más adecuada de conmemorar nuestro aniversario era elaborando una amplia antología de cuentos de terror que abarcara las mejores y más significativas historias del género ya publicadas en Valdemar.”

Y todo ello teniendo en cuenta que, esta recopilación, es la tercera que han realizado desde su inicio, las dos primeras “Felices pesadillas. Los mejores relatos de terror aparecidos en Valdemar (1987-2003)” y “Malos sueños. Felices Pesadillas 2”, ya eran de por sí excelentes y recogían cuentos que no podían utilizar en esta tercera, además de verse limitados por el tamaño de las historias para poder poner varios autores de los que ellos consideraban imprescindibles.

A pesar de estas aparentes dificultades, la muestra recogida en sus casi novecientas páginas es impresionante: es toda una declaración de principios empezar con “El hombre de la multitud” de Poe, una curiosa forma de empezar porque el cuento no es tanto de terror como una fábula enervante que refleja la realidad; en “La casa del juez” con el autor de Drácula,  tenemos ya un  relato clásico de casa encantada con final previsible pero de una intensidad envidiable y, como nos gusta, terrorífico; y a partir de ahí todos los relatos van de buenos a sencillamente magistrales, no hay tiempo para el descanso y sí para la diversión, para el miedo con letras mayúsculas; y todo ello porque otra de las palabras que definen las historias es “eclecticismo”: hay variedad de monstruos y pesadillas:

En “El fabricante de monstruos” de William Chambers Morrow tenemos una nueva revisitación, maquiavélica del mito del Mad Doctor; los vampiros aparecen en un relato clásico del Conde Stanislaus Eric Stenbock; la licantropía hace acto de presencia en el curiosón “La mujer lobo” de Clemence Housman, una de la pocas mujeres escogidas; los muertos no están tan muertos en el increíble “El signo amarillo” de Robert W. Chambers donde lo onírico se mezcla con lo real; tenemos reminiscencias lovecraftianas en el “Negotium Perambulans” de Edward Frederic Benson, casi más cercanas que el propio Lovecraft que, naturalmente, aparece más tarde; y qué decir de la fantástica historia “La nave abandonada” de William Hope Hodgson, terror en el mar, vibrante, con un enemigo indefinible e indestructible; hasta el antiguo Egipto con la reencarnación de fondo sirven como recuerdo de civilizaciones pasadas, presentándonos a un fantasma que no tiene todo cerrado para descansar en paz en “Un profesor de Egiptología” de Guy Boothbuy.

Esto es un pequeño resumen representativo, podría contar maravillas de casi todos los relatos, sobre todo en la recta final, con la aparición de Matheson, Lovecraft, o ese “El pequeño asesino” del fallecido el año pasado, Ray Bradbury, una joya terrorífica, de las que te hace pasar un mal rato de veras, pero que justifican enteramente la lectura completa de esta recopilación.

No creo que haga falta más para recomendar su compra, encima es una edición muy razonable en cuanto a precio y la edición es más bien tirando a lujo para el montón de historias que trae; en fin, una delicia para los amantes del género y que asegura unas cuantas horas de diversión.

Primeras impresiones sobre la temporada 2013/2014 en el Teatro Real

teatroreal

El pasado jueves 7 de febrero, el Teatro Real pasó el programa de la Temporada 2013/2014; ya lo tiene colgado en su web en el enlace que os pongo a continuación . Parece ser que el hilo conductor de toda la temporada va a ser el amor, con lo que ello conlleva. Voy a pasar a comentar mis primeras impresiones, a bote pronto sobre la parte que más me interesa, las óperas. Y al final del artículo pasaré a realizar una impresión final.

Las óperas que se van a programar son doce en total:

-Empezará la temporada con “Il barbiere di Seviglia”, la pieza más conocida de Rossini, paradigma del compositor, será posiblemente un éxito, sin dudarlo; además viene con un montaje de Emilio Sagi que, particularmente, me suele convencer. Lo malo, si algo se puede decir, se ha hecho muchas veces recientemente, y teniendo tantas obras del compositor… Sugerencia, “Guillermo Tell”, para próximos años, sí… estaría muy bien.

-La siguiente, va a ser una composición contemporánea del compositor alemán Wolfgang Rihm, “Die Eroberung von Mexico”, con textos de Antonin Artaud; no tengo referencias operísticas de este prolífico compositor con cientos de obras en su haber, lo que sí sé es que dentro de lo más actual está más bien en contra de Boulez o Stockhausen,  es una incógnita por ahora.

-El dúo bastante conocido desde la llegada de Mortier: Currentzis a la dirección y Sellars a la escena, nos traerán “The Indian Queen”, una composición del fantástico Purcell, que este año tendrá dos óperas, a pesar de no tener efemérides a celebrar. Barroco de la mayor calidad, sobre todo en la segunda “Dido and Eneas”, esta en versión de concierto, con la dirección del omnipresente griego y donde podremos disfrutar del famoso “Lamento de Dido”, un momento cumbre de la música universal.

-La siguiente será “L’elisir de amor”, un Donizetti mayúsculo y quizá de los más conocidos, siempre es un placer oír “Una furtiva lagrima” en directo, el reparto, además parece más que conveniente, sobre todo por la presencia estelar de (Ex)Celso Albelo y el barítono Schrott o la soprano Camilla Tilling. Lo peor, que se ha hecho varias veces ya desde que se estrenó el teatro, y estaría muy bien recordar otras óperas del compositor. También es cierto que es uno de los pocos belcantistas que programa Mortier, y bien es sabida su tirria hacia ellos, solo comparable con la que siente por Puccini y el verismo.

-El dúo que comenté anteriormente vuelve a repetir con ese canto místico de amor que es “Tristan und Isolde”, del gran Wagner, para conmemorar sus doscientos años de su nacimiento, y qué mejor que hacerlo con este monumento a la humanidad. Los cantantes, Urmana y Dean Smith, desgraciadamente no son garantes de la calidad que haría falta, Smith es interesante pero insuficiente para el papel de Tristán; Urmana, es, me temo, bastante limitada, a priori, para hacer un papel de este estilo. Habrá que verla, de todos modos, para llegar a una conclusión.

-“Brokeback Mountain” es el estreno mundial del compositor norteamericano Charles Wuorinen sobre el texto de la escritora  Annie Proulx, otro de esos compositores actuales que tiene mucho ya en su haber, pero que sin embargo no es muy conocido para el gran público. Es un estreno encargado por el propio Mortier y con un tema bien conocido por la película de Ang Lee; ¿polémica a la vista? Habrá que comprobarlo.

-Se cumple el tercer centenario del nacimiento de Christoph Willibald Gluck en el 2014, y para la ocasión se van a traer dos óperas suyas, la primera será “Alceste”, una pequeña delicia, un goce para los sentidos que, además trae un reparto excelente y conveniente para el tipo de repertorio, Willard White, Antonacci, Paul Groves.. y la dirección de Ivor Bolton nos van a asegurar un buen espectáculo. “Orphée et Eurydice” será un experimento en forma de danza-ópera con la espléndida música de Gluck, dirección de Hengelbrock y montaje escénico de Pina Bausch con el Ballet de la Ópera de París, puede ser interesante, para julio.

-El segundo Wagner es uno de los románticos, “Lohengrin”, la mágica ópera del cisne, tendrá dirección de Hartmut Haenchen y será posiblemente otro triunfo; Wagner, en directo, funciona a las mil maravillas, y su duración no suele estorbar en esta percepción. Es una gran ópera y muy accesible para el gran público. Veremos si König o Ventris consiguen llegar a la excelencia en un papel precioso como este. Polaski y Zajick cubrirán con nota a Ortrud, no sé qué pensar de las que van a hacer de Elsa o Telramund.

-Otro de los platos fuertes va a ser sin duda “Les contes d’Hoffmann” del fantástico Offenbach, Cambreling a la dirección y un reparto con Arteta, Von Otter, Eric Cutler… deberían ofrecer lo mejor de una ópera magistral. Podríamos disfrutar, y mucho, según la escena que nos plantee Marthaler.

-Sólo me falta comentar “I vespri siciliani”, un Verdi poco conocido y que, sin embargo, es buenísimo, como casi todo lo que compuso el italiano; la lástima es que viene en versión de concierto, un desaprovechamiento para una obra magnífica y que dejaría un buen recuerdo en el coliseo madrileño.

Desde luego no se puede negar que el programa operístico es variado, tenemos buen barroco, clásicos, un poco de belcantismo, Verdi y Wagner, homenaje a Gluck, estreno mundial y representación contemporánea, hasta algo de ópera francesa. Pero sí que es cierto que falta verismo, no hay nada de ellos, ni de Puccini, claro; Mortier es fiel a sus principios. También hay poca ópera francesa, teniendo en cuenta todas las posibilidades que hay, solo Offenbach. Lo más imperdonable es que programe tanto de Purcell siendo el 2013 el aniversario de los 100 años desde nacimiento de otro compositor inglés, Benjamin Britten, totalmente ninguneado en esta temporada, que debería haber tenido alguna muestra de sus obras, qué bien habría estado un “Billy Budd”… me deja una sensación un poco agridulce del programa.

El año que viene comentaré un poco más cada una de las óperas. Esto es solo un avance.

“Sobre el concepto de barbarie” de Gilbert K. Chesterton

En la fantástica introducción del libro “Sobre el concepto de barbarie” publicado por la editorial Espuela de Plata, Emilio Quintana deja muy claras las intenciones de un Chesterton ubicado temporalmente en 1914:

“Sobre el concepto de la barbarie  tiene como único fin demostrar la incompatibilidad de Alemania con la idea de civilización, puesto que su único propósito es “la destrucción de la libertad en todas las partes del mundo”

El libro se divide en cinco partes, que en esta edición española van precedidas por una serie de citas sacadas de revistas, periódicos y otras fuentes que complementan los capítulos relatados por el rubicundo escritor inglés, que construye su panfleto desde la semántica asociada al conceptsobre-el-concepto-de-barbarie-ebook-9788415177623o de barbarie como bien nos indica el mencionado Quintana:

“Chesterton se centra en el concepto de barbarie […]. Alemania no es, como Rusia, una civilización imperfecta, “sino algo deliberadamente antitético a la civilización y enemigo de ella, algo que ha declarado la guerra a los principios que han hecho posible hasta hoy día la existencia de la sociedad humana”. […] Chesterton tiene la extraña capacidad de percibir la intrínseca perversión de una Modernidad mostrenca, que se está constituyendo como el negativo de la civilización humana, a partir de su propio desarrollo tecnológico”

A partir de ahí, razona el escritor lo que le lleva a asociar Alemania a lo bárbaro y la necesidad de parar a este país.

En el capítulo “Hechos” establece las razones por las que cree que Europa puede ir mal: “Se trata nada menos, que de localizar, (después de haber perdido más de un siglo de recriminaciones injustas y explicaciones erróneas) el mal de Europa, de encontrar la fuente que ha vertido sobre todas las naciones de este continente el veneno de la discordia y del malestar”

En  “Guerra a la palabra”, establece la definición de barbarie y lo que significa en cuanto a su oposición a la civilización: “No queremos decir una civilización accidentalmente imperfecta, sino algo deliberadamente antitético a la civilización y enemigo de ella, algo que ha declarado la guerra a los principios que han hecho posible hasta hoy día la existencia de la sociedad humana”.

En el tercer capítulo define la “negación de la reciprocidad” como una de las características de  los alemanes, esencial para entender sus reticencias: “Otra idea existe en el fondo de todas las acciones humanas, tan fundamental, que ya se ha olvidado, tan sabida, que se calla siempre, se podría llamar la idea de reciprocidad, o, dicho en buen castellano, el toma y daca. El prusiano aparece intelectualmente incapaz de esta idea, se nos figura que no puede concebir lo que es fundamento de toda convivencia, es decir, que a los ojos de un hombre, él no es más que otro hombre.”

No tiene compasión a la hora de establecer las prioridades de los prusianos y lo que esto puede significar, en términos de libertad, para toda Europa: “En Prusia, no; lo mejor del mecanismo de la civilización se ha puesto al servicio de lo más odioso de la mentalidad bárbara. Ni por casualidad realiza el prusiano un acto meritorio; no conoce ninguna de estas afortunadas resurrecciones, ninguno de estos tardíos arrepentimientos de que se compone la gloria de Rusia, hecha de remiendos. En Prusia todo se aguza hasta que acaba en punta y se dirige a un solo propósito; este propósito, si es que los actos y las palabras han de significar algo, es la destrucción de la libertad en todas las partes del mundo”.

Más doloroso resulta comprobar en el prólogo que hizo Miguel de Unamuno a esta obra en 1914 el concepto “tontos a la prusiana”, verdaderos defensores de la supremacía alemana y abanderados de una forma de hacer las cosas que, quizá, no sea la panacea a todos los problemas sino un problema potencial en sí mismo para nuestro futuro:

“Y vencer para Prusia significa dictar ella la ley a todo el mundo: Ueber alles in der Welt! […] Más de una vez ha escrito Cherterton que lo terrible del prusiano es que no duda. […] Que sean tan tontos que ni siquiera sospechen su propia tontería y estén sincera y profundamente convencidos de ser el pueblo escogido de Gott, se comprende. Allá ellos. Pero lo triste es que hayamos descubierto entre nosotros, aquí, en España, tantos tontos a la prusiana.”

“La salvación de España, dicen, está en ponerse en manos de Alemania, imitarla y organizarse a la alemana. Y a esto le llamo hispanofilia y a los que no nos dejamos convencer de ello nos motejan de malos españoles y de descastados”.

Se complementa esta edición con las “Cartas a un viejo garibaldino” del propio escritor británico y que se centra igualmente en esta demostración de la barbarie alemana y en cómo intentar evitarla mediante el estrechamiento de las relaciones con el país transalpino, hacer una piña contra esta ocupación:

“En la primera carta, Chesterton intenta estrechar los lazos entre Italia y Gran Bretaña, haciendo alusión a un enemigo común: el pangermanismo. Italia e Inglaterra deben luchar juntas contra un enemigo de características singulares, que ni siquiera cabe considerar bárbaras:

Luchamos para evitar que la Europa futura sea alemana. Creemos que sería más estrecha, más desagradable, menos sana, menos capaz de libertad y de risa que cualquiera de los peores momentos del pasado europeo”.

En los tiempos que corren, en el que Alemania ha adoptado su papel de dominador desde el punto de vista económico e ideológico; esta recopilación de textos del visionario Chesterton no puede estar de más rabiosa actualidad y abrirnos aún más los ojos a, si cabe, lo que estamos presenciando.

“El libro negro de los cuentos” de A.S.Byatt

Estoy convencido de que este libro de cuentos es, sin lugar a dudas, la mejor puerta de entrada para conocer a esta escritora; mucho más que otros libros que, probablemente, resulten muy áridos a la hora de ponerse con ellos a pesar de su indudable calidad.

libro-negro-cuentos_grandeLa razón es clara, en la mayoría de sus libros, hace un alarde de erudición e inteligencia que, posiblemente, abrume al lector poco acostumbrado a este tipo de lecturas. Sin embargo, en este “Libro negro de los cuentos” tenemos cinco cuentos breves que se leen bastante rápidamente y no pierde un ápice de la prosa detallada, exhaustivamente florida de Byatt; concentrada, eso sí, de tal manera que, además, consigue que tengas implicación emocional con las historias, y eso, es definitivo.

En la primera historia “La cosa del bosque”, esta implicación no es tan evidente: “¿Qué son los sueños sino la vida misma?”. Esa visión fantasmagórica, es, al fin y al cabo un elemento imaginativo que utiliza para crear la fábula, y que les sirve a las dos protagonistas del cuento para mantenerlas unidas para siempre; el concepto de la ficción, a través de pequeñas fábulas en este caso, como base que sustenta y ayuda a afrontar las vicisitudes que nos encontramos en la vida.

Funciona, de hecho, de esta manera el segundo cuento “Arte corporal”, una historia excelente y milagrosa sobre el misterio del nacimiento de un bebé; es aquí donde te gana para el resto de historias, ya que la implicación emotiva/emocional es muy potente para el lector:

“-Todo el mundo habla del amor. Amor, amor, amor. Tú y yo, yo y tú… Bueno, no tú y yo personalmente, sino en un sentido abstracto. Nadie escribe canciones a los bebés, ¿no? Pero en cuanto la vi, eso fue amor, eso es lo que era, sé que es amor…”

Ese relato me costó acabarlo porque, al ir en transporte público, me entraron unas ganas tremendas de echar unas lágrimas y no podía ser claro.

En “Una mujer de piedra”, la transformación de una mujer en piedra sirve como pretexto para reflejar la superación de una persona, la búsqueda de la identidad personal a toda costa, literatura a raudales:

“Temblaba por el esfuerzo y la emoción, por miedo a un encierro de piedra y por una confusa inquietud respecto al islandés. La cuchilla del pan resbaló cuando ella bregaba para cortar el tierno pan de molde, y le hizo un tajo en la mano de piedra, entre el pulgar y el índice. Sintió dolor, cosa que la sorprendió, y vio el chorro de sangre caliente que manaba de la herida, cuya profundidad era incapaz de apreciar. Observó el espero líquido rojo que le corría por el dorso de la mano y goteaba en el pan, en la mesa. Era de un color dorado rojizo y formaba largos regueros vidriosos, y allí donde tocaba el pan, el pan echaba humo, y allí donde tocaba la mesa, el líquido siseaba, humeaba y abría un ardiente orificio en la madera para luego gotear, ya de un rojo más apagado, en el suelo de plástico, donde dejaba círculos chamuscados y ampollas de color ámbar. Sus venas estaban llenas de lava fundida. Apagó los minúsculos fuegos y echó a la basura el pan quemado. Pensó: “No voy a quedarme bajo la lluvia y cubrirme de musgo. Tal vez entre en erupción. No sé cómo ocurrirá”. Con la cuchilla del pan en la mano contempló las rugosas estrías que su sangre había cavado en el acero. Sintió pánico. Por fantástico que fuera, convertirse en piedra era una metáfora de la muerte.  ¿Pero convertirse en lava fundida y contener un horno en su interior?”.

Lo que parece una metáfora de la muerte se convierte en la antítesis de la misma.

Curioso el relato “Material en bruto” sobre un taller de escritura creativa y el fatal destino de una de sus alumnas, un brutal final que servirá de aprendizaje para el resto de alumnos:

“Sus alumnos, por su parte, bullían de excitación con la idea de escribir sobre ello, un día. Estaban justificados. Al fin y al cabo, Miss Fox pertenecía al mundo normal de sus relatos, el mundo de la violencia doméstica, la tortura y las conmociones traumáticas. Escribirían lo que sabían, lo que le había sucedido a Cicely Fox, y sería la más satisfactoria de las terapias.”

Para acabar, no sólo no baja el pistón, sino que llegamos a lo sublime con “La cinta rosa”, otro milagro, la narración de de una mujer que tiene Alzheimer y vive con su marido que contemplará la progresiva degeneración de su esposa hasta convertirse casi en un bebé, todo ello tratado con exquisitez, como un nuevo cuento de hadas que servirá para superar lo que nos viene mal en nuestras vidas.

Byatt combina erudición y emoción a partes iguales, y lo hace tan sabiamente que no puedes  dejar de leerla. La ficción como motor de nuestras vidas, la literatura como la mayoría de los lectores la entendemos.

“El pulp es el invitado del comienzo del año. Mi proyecto literario”

Enero estuvo marcado por tres hechos esenciales en lo literario: lo primero fue la lectura de la primera novela de la británica Zadie Smith, “White Teeth”, casi el “tochazo” del mes, 600 páginas de prosa desaforada en inglés marcada por influencias de todo tipo y con infinitas posibilidades de lectura, una visión, profunda, sobre el fenómeno de la inmigración en Gran Bretaña pero cargado de muy buen humor y con un final que a más de uno dejará con la boca abierta; el segundo acontecimiento fue la lectura de la recopilación de cuentos de terror que ha hecho Valdemar para conmemorar el 25 aniversario desde su creación, en breve pondré una buena reseña sobre él, lo merece; el último pilar del eje de lecturas del mes sería el comienzo de mi monográfico sobre literatura “pulp” marcado por la lectura de los imprescindibles volúmenes 1 y 2 de la recopilación “¡Bang, Bang. Estás muerto!” que continuaré a principios de febrero complementándola con un ensayo sobre el género además de un poco de “pulp” moderno.

Además de estas apasionantes lecturas, la primera del año resultó ser “El Vivo”, la nueva novela de Anna Starobinets que comenté en este enlace ; no faltó esta vez Chesterton del que próximamente pondré un comentario de su “Sobre el concepto de barbarie”, divertido panfleto sobre los peligros de los alemanes; también hubo un pequeño pero estupendo Dickens, sobre el que ya comenté por aquí; aprovechando el estreno de la ópera, cayó la obra de Peter Stephan Jungk sobre Walt Disney .

Las últimas compras las podéis ver en esta foto que os pongo a continuación. No voy a comentar más sobre lo que tocará el próximo mes, ya he adelantado, eso sí, la temática “pulp”.

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Enero, comienzo de año, suele ser el momento ideal para hacerse propósitos: adelgazar, dejar de fumar, etc…. En lo literario, este año, he podido constatar que estos propósitos suelen extenderse en los blogs literarios; esto, sin duda, suele resultar un acicate para tener, si cabe, aún más ganas de leer y fomentar la lectura del resto; es decir, hay una dimensión social aparte de la individual; de entre los retos, me he encontrado de todo, desde el típico de la página de goodreads donde la mayoría ponemos el número de libros (he vuelto a poner el del año pasado de 120 libros) que queremos leernos este año; hasta temas tan curiosos como proponerse leer 10 o 20 libros en inglés al año o leer un porcentaje mayor de autores femeninos (esto es, por otra parte, tremendamente absurdo, por distintas consideraciones que no vienen al caso).

En mi caso, esto me ha servido para darme cuenta de una realidad que se viene repitiendo año tras año: la demora de lecturas de los autores que más me gustan por las novedades recién salidas del horno, en aras de estar puesto al día de la más rabiosa actualidad. Esto, indudablemente, es una pena, siempre acabo lamentándome de haber olvidado a mis favoritos. Para solucionarlo, he preparado un proyecto al que llamaré ilustrativamente “Mi proyecto de lecturas (2013 a 2015)” donde pondré todos los títulos de ciertos autores que quiero leer ineludiblemente y que os pongo a continuación.

La mayoría los leeré en orden cronológico de aparición original, aunque en el caso de Zweig o King no la seguiré; en el resto se me antoja imprescindible, caso de Roth, David Foster Wallace o Coetzee, por ejemplo.

He creado una página personal, que será accesible en la web, de hecho ya la tenéis arriba; donde se irá actualizando con las reseñas que vaya haciendo de ellas según las lea… hay trabajo para aburrir…

A lo mejor me he columpiado demasiado, soy consciente de que es MUY exigente, pero la vida sin exigirte a ti mismo no es tan divertida ¿no? ¿Qué os parece?

 

John M. Coetzee

Esperando a los bárbaros (1980)

Vida y época de Michael K (1983)

El maestro de Petersburgo (1994)

Contra la censura. Ensayos sobre la pasión por silenciar (1996)

Costas extrañas. Ensayos, 1986-1999 (2002)

Elizabeth Costello (2003)

Hombre lento (2005)

Diario de un mal año (2007)

Mecanismos internos. Ensayos, 2000-2005 (2007)

 

Philip Roth

Goodbye, Columbus (1959)

Deudas y dolores (1962)

Cuando ella era buena (1967)

Mi vida como hombre (1974)

Lecturas de mí mismo (1976)

Los hechos. Autobiografía de un novelista (1988)

Engaño (1990)

Patrimonio. Una historia verdadera (1991)

El teatro de Sabbath (1995)

Pastoral americana (1997)

Me casé con un comunista (1998)

La mancha humana (2000)

El oficio. Un escritor, sus colegas y sus obras (2001)

La conjura contra América (2004)

Sale el espectro (2007)

 

Don Delillo

Americana (1971)

Jugadores (1977)

Libra (1988)

Mao II (1991)

Submundo (1997)

En las ruinas del futuro (2001)

El hombre del salto (2007)

El ángel Esmeralda (2011)

 

Cormac McCarthy

El guardián del vergel (1965)

Suttree (1979)

II – En la frontera (1994)

III – Ciudades de la llanura (1998)

El Sunset Limited (2006)

 

Joyce Carol Oates

Un jardín de placeres terrenales (1967)

Bellefleur (1980)

Las hermanas Zinn (1982)

Solsticio (1985)

Qué fue de los Mulvaney (1996)

Blonde (2000)

Infiel (2001)

Monstruo de ojos verdes (2003)

Niágara (2004)

Mamá (2005)

Sexi (2005)

La hembra de nuestra especie (2006)

La hija del sepulturero (2007)

 

Cees Nooteboom

Una canción del ser y la apariencia (1981)

Mokusei (1982)

En  las montañas de Holanda (1984)

La historia siguiente (1991)

El desvío a Santiago (1992)

Zurbarán (1992)

Cómo ser europeos (1997)

El día de todas las almas (1998)

Hotel Nómada (2002)

Lluvia Roja (2007)

Perdido el paraíso (2004)

Tumbas de poetas y pensadores (2007)

 

David Foster Wallace

La escoba del sistema (1987)

La niña del pelo raro (1989)

La broma infinita (1996)

Entrevistas breves con hombres repulsivos (1999)

Extinción (2004)

Hablemos de langostas (2005)

El rey pálido (2011)

Conversaciones con David Foster Wallace (2012)

 

Charles Dickens

Escenas de la vida de Londres (1836)

Relatos londinenses (1838)

Nicholas Nickleby (1839)

La pequeña tienda de antigüedades (1841)         

Barnaby Rudge (1841)

Notas desde América (1842)

Cuento de Navidad (1843)

Las campanas (1844)    

El grillo del hogar (1845)

La batalla por la vida  (1846)      

El Hombre encantado (1848)      

(Incluidas estas cinco en cursiva en el volumen “Cuentos de Navidad”)

Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit  (1844)

Dombey e hijo (1848)

Para leer al anochecer (1852)

Tiempos difíciles (1854)

Cuentos de viajeros y posadas (1855) (Con Wilkie Collins)

Pequeña Dorrit (1857)

Una casa de alquiler (1858) (con Wilkie Collins)

El viajero sin propósito (1860)

Grandes esperanzas (1861)

La señorita Lirriper (1863)            

Nuestro común amigo (1865)

El guardavías (1866)

 

Stefan Zweig

Fouché

La embriaguez de la metamorfosis

Miedo

Confusión de sentimientos

Clarissa

El candelabro enterrado

La impaciencia del corazón

Los ojos del hermano Eterno

(Incluídos los siete en cursiva dentro de la recopilación “Novelas”)

María Antonieta

Correspondencia (Herman Hesse)

Montaigne

La curación por el espíritu

La mujer y el pasaje

Tres maestros

Noche fantástica

El legado de Europa

Amok

Castellio contra Calvino

Las hermanas

El mundo de ayer

¿Fue él?

Viaje al pasado

La lucha contra el demonio

El amor de Erika Ewald

María Estuardo

 

Stephen King

Danza Macabra

El ciclo del hombre lobo

Montando la bala

Colorado kid

Corazones en la Atlántida

Todo es eventual: 14 relatos oscuros

Rabia

La larga marcha

Carretera maldita

El fugitivo

 

Flannery O’Connor

Novelas

 

A.S. Byatt

La virgen en el jardín (1978)

Naturaleza muerta (1985)

La torre de babel (1996)

El libro de los niños (2009)

 

Alice Munro

La vida de las mujeres (1971)

Las lunas de Júpiter (1982)

Demasiada Felicidad (2009)

 

Carson McCullers

El corazón es un cazador solitario (1940)

Reflejos de un ojo dorado (1941)

El aliento del cielo (1951)

La balada del café triste (1951)

Reloj sin manecillas (1951)

 

A.M. Homes

El Fin de Alice

La hija del amante

 

Margaret Atwood

El cuento de la criada (1985)

El asesino ciego (2000)

Resurgir (1972)

Desorden moral (1979)

 

Virginia Woolf

El lector común (1925)

Al faro (1927)

Orlando (1928)

Las olas (1931)

Los años (1937)

Entreactos (1941)

Momentos de vida (1976)

Relatos completos (1985)

 

Doris Lessing

El Cuaderno Dorado.

Estreno mundial en el Teatro Real: “The Perfect American” de Philip Glass

Un estreno es siempre un acontecimiento, pero cuando este estreno tiene la repercusión del que nos ocupa, se vuelve todavía más relevante. “The perfect American” está basada en el libro del escritor alemán Peter Stephan Jungk “Der König von America”, que aquí se ha traducido convenientemente como “El americano perfecto. Tras la pista de Walt Disney”; me imagino que, por este motivo, la “crítica especializada” habla del título de la ópera como homónimo del libro, aunque no indique que se refiere a la traducción; el original sería, en realidad, “El rey de America”. americanoperfectoEl libro, del que hablé por aquí en profundidad , se trataba de una biografía ficcionalizada tomando como narrador uno de los trabajadores de Disney que fue despedido por él mismo, nos ofrecía un personaje lleno de contradicciones, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero que, indefectiblemente, era la personificación del mito americano: el hombre hecho así mismo, el sueño americano. Por mucho que se esfuercen estos mismos medios especializados, la visión no era tan negativa, más bien se reconoce claramente su valía a pesar de sus contradicciones; esto me lleva a pensar que, la mayoría, han oído hablar del libro, pero no lo han leído.

Con este material de base Gerard Mortier encargó la ópera al compositor norteamericano Philip Glass, quizá uno de los más importantes actualmente; y el estreno es el resultado de este encargo. Tras estas puntualizaciones, paso a comentar el resultado final.

Rudy Wurtlitzer, en su adaptación del libro, ha estructurado la ópera en 2 actos, con un prólogo, 11 escenas y un epílogo; no queda duda de que esta, como en otras óperas del compositor, es la forma que mejor se adapta a su música, ya que, a falta de una unidad musical se fragmenta; el libro de Jungk se convierte en una serie de retales que van conformando la personalidad del megalomaníaco Disney. Lo que era realmente novedoso, la narración del “poco fiable” Dantine, aquí desaparece; se convierte prácticamente en la narración en primera persona del propio Walt, Dantine queda reducido a un personaje desahuciado que aparece y desaparece como alma en pena en dos o tres momentos puntuales (siempre negativos); al poner el centro en Disney, somos conscientes del mito, Glass y Wurtlitzer convierten la ópera en la personificación del “Sueño Americano”, en la figura de Walt Disney, un hombre que, a pesar de sus contradicciones evidentes (solo hay que ver su charla con el autómata Lincoln donde reconoce que es racista y que no comulga con sus valores), ha sido capaz de prosperar, se ha hecho a sí mismo; se ha convertido casi en un Dios, más conocido que Jesucristo y Budha. La aparición, anecdótica en el libro, de Andy Warhol, aquí sirve, sorprendentemente, para ubicar el personaje con toda su importancia en la cultura “pop(ular)”, importancia subrayada por el propio Slavoj Zizek, hace algunos años, que señala la paradoja que supuso que Disney distribuyera una película de David Lynch, ese resumen de la condición ética de nuestra época: “la superposición de la transgresión con la norma”.

the perfect american

Phelim McDermott, habitual colaborador de Glass, diseñó una puesta en escena muy dinámica y efectista, una plataforma circular en el medio del escenario giraba según las circunstancias, una pantalla en el fondo del escenario nos mostraba el cine de los antiguos años, mostrando sin pudor el mito de la frontera, del medio oeste norteamericano; unos figurantes, omnipresentes representaban los dibujantes a las órdenes de Disney y aportaban diferencias en cada momento de la escena; del techo colgaban unas cámaras, un escenario de producción de Disney, todo era como ver una película de la vida de Walt Disney, consiguiendo momentos muy logrados como la conversación con el autómata, o las diferentes acciones de los dibujantes. Quizá fue lo más interesante de la noche, a pesar de omitir, deliberadamente, cualquier presencia de alguna de sus creaciones (excepto los tres círculos para dibujar a Mickey), el resultado era oscuro, brumoso, pero logrado.

¿Y la música? Aquí quería llegar yo. Era consciente, le he oído muchas cosas, que Glass no es un Mozart; pero esperaba, por lo menos, al mejor Glass; desgraciadamente esto no sucedió, excepto algún momento puntual como la conversación con el autómata, o quizá el dúo con Hazel George, su enfermera… todo quedó deslavazado; como la distribución de escenas, falto de una unidad dramática, ni siquiera los momentos más minimalistas fueron reseñables, cundió la monotonía solo levantada por alguna melodía con los chelos o los contrabajos, sobre todo el prólogo que luego se vuelve a reproducir a lo largo de la obra; totalmente desprovista de emoción, fría por momentos; sin demasiado interés, muy alejada del compositor de “Satyagraha” o “Einstein on the Beach”.

Con este material Dennis Russell Davies, la mano derecha de Glass en la dirección musical, estuvo muy preciso, sacando todo lo que podía de una orquesta más grande de lo habitual en estas obras, sobre todo por la variedad de instrumentos de percusión; pero que actuaba la mayoría de las veces de forma de cámara y que aumentaba de volumen The-Perfect-AmericanLincolnmusical en los momentos corales, prácticamente al unísono. De los cantantes, el verdadero protagonista fue Christopher Purves, que construyó un Walt Disney con gran personalidad y una voz cálida, plena en el centro; peor estuvo David Pittsinger como el hermano Roy Disney, demasiado frío y desprovisto de emoción; los pocos momentos disponibles de Donald Kaasch como Dantine estuvieron bien cantados; bien el papel de Janis Kelley en la ninguneada Hazel George; los demás más bien discretos, poco precisos, con una mención al papel de Zachary James como Abraham Lincoln. El coro, razonable, tampoco podía lucirse demasiado con lo que había.

Tibios aplausos finales de un público que no entró definitivamente en la obra y que esperó a ver si salía Glass al final de la representación, cosa que no ocurrió; lástima, podría haber sido inconmensurable, pero se quedó todo un poco a medias. Otra vez será.