No se cansa uno de recomendar clásicos policíacos

Cada uno de estos libros merecería una entrada propia. Normalmente suelo unirlos en posts conjuntos, porque si no, el blog estaría lleno de entradas de la excelente colección de novela negra/policíaca del sello de RBA Serie Negra. En esta ocasión, y aprovechando el tirón de este monográfico de literatura de género, os pongo a continuación una nueva batería con tres clásicos que ordenaré de más moderno a más antiguo.

elpatomexicanoEl primero del que voy a hablar se trata de “El pato mexicano” de James Crumley (1939-2008); publicada en 1993, se trata de la segunda novela protagonizada por el peculiar veterano de guerra metido a investigador C. W. Sughrue, tuvieron que pasar quince años para que viera la luz tras la primera, la maravillosa e inconmensurable “El último buen beso” (1978); anecdóticamente ganó el el Dashiell Hammet Award por ella.

Y digo anecdótico porque, desde luego, no es tan buena como la primera novela, pero supongo que fue la confirmación del buen hacer del gran escritor norteamericano. Este libro tiene dos partes claramente diferenciadas: en la primera, surrealista por momentos, caótica, absurda, tan enloquecedora… y, sin embargo, le sirve para presentar los personajes que centrarán la segunda parte , un caso de búsqueda de una persona desparecida. Una buena muestra del genio incombustible de su prosa es esta descripción de Norman el Anormal Hazelbrook, que, a la postre encargará la búsqueda de Sarita Cisneros, su hipotética madre:

“Aparte de dar la impresión de estar aún más loco de lo que en realidad estaba, Norman parecía el único superviviente de un desastre genético, un hombre hecho de pedazos sueltos, y todos de personas sin la menor relación entre ellas. Sus lacios y grasientos cabellos enmarcaban, negros y espesos, una larga cara pálida de ojos gris claro y un fino bigote, casi oriental. Sus largos brazos flacos terminaban en manos pequeñas; sus piernas cortas pugnaban por sostener el torso de un hombretón sobre pies tan diminutos que podrían enamorar a un príncipe chino. Y, además, por su puesto, estaba su mirada, siempre fija, con expresión de gran interés en algún punto por encima de tu hombro, en una demencial cuarta dimensión. Y la peste, una mezcla de orina rancia, dientes podridos, marihuana y probablemente lluvia ácida y micosis inguinal, que lo seguía a todas partes como un mal karma.”

Con cada palabra se puede paladear, sentir asco, oler la putrefacción, más allá del sentido de la vista; es una de las cualidades del estilo, muy personal, de Crumley; la segunda parte, más tradicional, es un relato hardboiled, un tour de force ciertamente caótico pero con más sentido del que parece inicialmente; hay muchas drogas, alcohol, gánsters, tráfico de armas y un personaje que lo llena todo, nuestro veterano de guerra capaz del momento más tierno:

“Su hermano Frank estaba intentando quitarse la vida; mi hermano Frank se estaba muriendo sin motivo, y yo no podía impedir ninguna de las dos cosas. Pero mi mano recordaba el tacto de la cabeza del pequeño Lester, el latido de su vida, el sonido de su risa mientras se me orinaba en la cara.”

Como reconocer claramente que bien puede provenir del infierno, pero que nadie va a poder con él:

“-Hijo de puta –escupió, sujetándose la mano contra el pecho como un animal herido-. Acabas de comprarte un billete de ida al infierno.

-Recuerda una cosa, guerrero de fin de semana, oficiaducho de mierda –susurré-. Yo he estado allí y he vuelto. Puede que me cagase en los pantalones, pero no salí corriendo. Estuve en la guerra, cabronazo, y tú en un plató de televisión.”

Una muy buena novela de nuevo. Si hay suerte veremos más novelas de Crumley por aquí, por lo menos las dos que nos quedan de C. W. Sughrue.

Textos de la traducción de Antonio Iriarte para la edición de RBA serie negra.

el-manuscrito-godwulf“El manuscrito Godwulf”, escrito en 1973 por Robert B. Parker (1932-2010) es el primer libro de la extensa serie (¡Son cuarenta entregas!!!) del detective Jack Spenser.

“Me gusta cocinar, y beber mientras cocino. Las vieiras Saint Jacques o gratinadas es un plato complicado, con crema de leche, vino, zumo de limón y chalotas, y cuando estuvo listo me sentí muy bien. Puse unos panecillos en el horno, también para mí solo, y me comí las vieiras y los panecillos recién horneados con una botella de Pouilly Fuissé, sentado en el mostrador. Después me fui a dormir. Y dormí profundamente, muchas horas.”

Spenser, detective de Boston, es capaz de cocinar en una escena, tallar madera en la siguiente y repartir estopa al primer matón que se le cruce por delante o conquistar a una exuberante señorita a continuación:

“-Hola me llamo Spenser, ¿te acuerdas de mí?

Ella se rio, una risa estupenda, una risa de clase alta.

-El de los hombros anchos, y los ojos bonitos, sí, claro que me acuerdo. –Y se echó a reír otra vez. Una risa buena, llena de promesas, una risa cojonuda, si se piensa bien.”

Es un detective heredero del estilo de los grandes Marlowe o Spade, con unas pizcas de Hammer; tiene un estilo tan particular que puede llegar a subyugar sin muchas dificultades.

En esta que fue la primera novela, Parker planteó como pretexto el robo de un manuscrito que, sin embargo, le sirve como tapadera para una trama policíaca de toda la vida donde los mafiosos, los bajos fondos y las drogas están más que presentes.

“Al romper la puerta, había hecho un ruido infernal, y el disparo previo debió de sonar muy fuerte. Pero, por lo visto, aquel barrio no era de esos… No era de esos en los que vas a ver qué ocurre cuando oyes disparos y revientan puertas. Era más bien de esos en los que te tapas con la manta y entierras la cabeza y piensas “Que se jodan. Mejor ellos que yo.”

Una espléndida muestra de novela policíaca que no debe quedarse perdida por la gran calidad que puede tener toda la serie.

Textos de la traducción de Ana Herrera para la edición de RBA Serie Negra.

rendez-vous_en_negro_300x455Y para acabar un clasicazo en toda regla, “Rendez-vous en negro” (1948) de Cornell Woolrich (1903-1968); a pesar de repetir la estructura y premisa de su gran novela “La novia vestía de negro” (1940), Woolrich supo reinventar cada episodio para que esta repetición no fuera tal.

En el primer y extraño capítulo se cumple a la perfección el ideal de la presentación: por el hermetismo que destila por las pinceladas en la que se produce una mezcla de lo enigmático-onírico-lírico…

“Algo con lunes rojas, un carro del infierno, aparcaba por allí, dando marcha atrás para situarse adecuadamente. E introducían algo en su interior. Algo que no le era útil a nadie, algo que nadie amaba, algo para tirar. Cerraron de golpe las portezuelas traseras del carro del infierno. El oscilante resplandor rojizo lo cubrió todo, iluminando durante un minuto a la multitud, tiñéndola de su refulgente carmesí, como si fuese un cohete mal lanzado el cuatro de julio que cae sobre el público en lugar de elevarse; y después se alejó con un doloroso lamento.”

“Los seres humanos son raros. Pueden ser tan crueles o tan cariñosos… pueden ser tan insensibles o tan tiernos…”

Otro de esos elementos diferenciador es el curioso investigador que nos desvelará poco a poco el caso, resulta subversivo el que le tergiverse el nombre, alterando el orden de su nombre y su apellido, ese toque de atención nos trae a colación lo especial que puede llegar a ser:

“El nombre de pila de Cameron era MacLain, por efecto de algún ancestral y extraño cambio en el orden lógico. En cualquier caso, a nadie excepto a él mismo le importaba lo más mínimo. Era demasiado delgado y su rostro tenía un aspecto crónicamente demacrado, probablemente debido a eso. Tenía los pómulos prominentes y las mejillas hundidas. Su actitud era una mezcla de indecisión seguida de ráfagas de gestos precipitados, seguidos de más indecisión, como si ya estuviese lamentando la determinación que acababa de tomar. Siempre seguía cualquier protocolo habitual, como si estuviese aplicándolo por primera vez. Incluso cuando eran antiguos y debería estar más que habituado a ellos.”

El caso, tan estrambótico como el propio, se irá resolviendo en sentido contrario a lo habitual en novelas del estilo:

“-Saben lo que lo mueve y lo que no. Saben que el dinero no puede influenciarlo. Saben que es un maníaco. Saben la fecha en la que atacará y que el plazo del posible ataque es de solo veinticuatro horas. Pero no saben quién es. Un gran trabajo policial. ¿Cómo lo han desarrollado?, ¿al revés?

-A veces hay que hacerlo así. A veces las cosas suceden de ese modo. No muy a menudo, gracias a Dios, pero esta vez ha sido así.”

Cada capítulo se cargará de tensión ya que, aun sabiendo lo que va a ocurrir, no se sabe cómo lo va a realizar, todo para desembocar en el inusitado final, teñido con un perverso romanticismo. Es un particular Liebestod en toda regla.

Textos de la traducción de Mauricio Bach para RBA Serie negra.

“El muñeco” de Daphne Du Maurier

el munecoNo puedo ocultar que tenía muchas ganas de coger este primer título del sello Fábulas de Albión. Y la espera ha valido y mucho la pena. “El muñeco” consta de una recopilación de cuentos perdidos que fueron encontrados en 2010 por la librera de Fowey Ann Willmore cuando descubrió el relato homónimo y otros que están fechados anteriormente al que fue el gran éxito de la escritora inglesa Daphne Du Maurier (1907-1989): “Rebeca”.

Pilar Adón, en el prólogo, nos muestra las claves de la escritura de Du Maurier, ya patente desde estos primeros relatos:

“Si algo caracteriza a los personajes de Daphne Du Maurier es la obsesión. Su turbulenta personalidad que hace de ellos unos seres sufrientes víctimas de su propia ira y de su frustración, y responsables de actos que, en los momentos previos al delirio, ellos mismos habrían considerado odiosos. Innombrables.”

En esta excepcional antología de cuentos entre sus obsesivos y personajes nos encontramos “mujeres infieles que se ven arrastradas por un impulso irracional en un medio salvaje de tintes míticos; hombres santos que incitan al suicidio a criaturas más débiles, cuyo mayor error fue el acercarse a ellos en busca de una asesoramiento piadoso y de ayuda; madres que aborrecen la juventud de sus hijas y que no soportan el terror ante la pérdida de su propia tersura y belleza…”.

“En ellos, la suma de elementos cotidianos origina situaciones de una tensión insoportable (acompañadas, eso sí, de un humor agridulce y profundamente perturbador), que rara vez desembocan en un final feliz. Se sirve además de sus dos recursos más habituales: la dilación y el paisaje. Ambos son valiosísimos. Mediante la dilación aplaza los momentos clave y juega con la anticipación del lector, que se deleita en la adivinación, en el uso de la deducción y en la identificación con los personajes. Por otra parte, el paisaje actúa como reflejo de las tensiones humanas y, a la vez, como su posible desencadenante.”

En “Viento del Este”, el primero de los cuentos de la recopilación tenemos un ejemplo muy claro de la utilización del paisaje que habla Pilar Adón, en este caso a través de una isla, endogámica y aislada, un protagonista más de la narración:

“Solo existía la isla. Más allá se extendía lo espectral, lo intangible; la verdad se hallaba en la roca oscurecida, en el tacto de la tierra, en el ruido de las olas que rompían contra los precipicios. Esa era la creencia de los humildes pescadores, quienes durante el día lanzaban sus redes, y durante la noche chismorreaban encaramados a la pared del estuario sin dedicar ni un solo pensamiento a las tierras que había al otro lado del mar.”

En el magnífico cuento homónimo, el segundo de la antología, tenemos el ejemplo más claro del uso de la dilación mezclada con un anticipo de lo que sería su novela más famosa:

“Rebeca – Rebeca, cuando pienso en ti con tu rostro ardiente y pálido, tus enormes ojos fanáticos como los de una santa, la boca delgada que escondía tus dientes, puntiagudos y blancos como el mármol, y la aureola de cabello salvaje, eléctrico, oscuro y descontrolado -, nunca ha existido nadie tan hermoso.”

Estos dos primeros relatos, excepcionales, no ocultan que están más emparentados con la tradición de los cuentos góticos y de terror, solo podemos asombrarnos ante la perversidad del segundo de ellos con un final cargado de tensión y pulsión ante la obsesión fetichista más a allá de lo terrenal de la protagonista.

A partir de ahí a una relajación en lo truculento como en ese “Y ahora a Dios nuestro padre” donde Du Maurier cambia radicalmente de registro para mostrarnos una historia de un hombre santo con ansias de notoriedad cueste lo que cueste, aunque sea trágico para alguna feligresa: “Se perdió en la belleza de su propia voz. Al cabo se detuvo, y terminó con una nota de suprema victoria. El mundo le pertenecía.” 

Eclecticismo, tanto en lo estilístico como en lo temático, es lo que caracteriza el resto de relatos como esa narración epistolar “Y sus cartas se volvieron más frías” donde utiliza las cartas, escritas unidireccionalmente de un amante a la persona de la que se enamora reflejando mediante continuas elipsis que nosotros, como lectores, rellenamos lo que falta del relato; la obsesión pasa de uno a otro extremo y asistimos extasiados a una narración cargada de ironía.

O el espléndido igualmente “La lapa” donde la manipulación del encantador personaje no consigue, a pesar de su inteligencia, los objetivos deseados. O el paradójico “Nada duele mucho tiempo” donde refleja el dolor de una esposa ante la llegada de un marido que no la apreciará como ella necesita. Narraciones que olvidan la base del terror para mostrarnos la cotidianeidad de situaciones reales que, desgraciadamente, no acaban nunca de manera satisfactoria para los personajes.

Poco puedo decir más de esta recopilación proverbial; donde tenemos cuentos que van de lo bueno a lo excepcional y que, desde luego, sobresalen por su perversidad inherente. Una delicia para cualquier amante del género.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Marian Womack para esta edición.

“Hanshichi, un detective en el Japón de los samuráis” de Okamoto Kidô

HanshichiSegún voy eligiendo libros para este monográfico de literatura de género (tengo que reconocer que en esta ocasión casi nada está premeditado, excepto algún caso que sí tenía decidido), la posible selección va cambiando y, de hecho, se suman libros y se caen otros. Uno de los que se han unido es este que comento a continuación, ya que me pareció que daría un poco de variedad; además, me serviría para hablar de la editorial Quaterni y su labor de publicación de obras japonesas; que está realizando con más que buen gusto.

El autor de este “Hanshichi” es Okamoto Kidô (1872-1939), autor japonés que leyó un relato de Sherlock Holmes en 1916, que no pudo ocultar su fascinación por el detective y quiso crear algo parecido pero lo ambiento en la época feudal japonesa, en pleno apogeo de los samuráis.

Del prólogo “Ecos nostálgicos del Japón feudal” a la fantástica edición se nos comenta:

“Okamoto Kidô nos muestra un sabueso muy “sui géneris”, típico producto de una sociedad a punto de desaparecer; y enfoca en sus relatos la forma de vida de los habitantes en Edo componiendo un mosaico de alto interés antropológico, cultural e histórico.”

En la descripción de Hanshichi en la primera de las historias encontramos ecos de su inspiración inglesa, al menos en su fisonomía, si bien es cierto que Kidô añadió características de su personalidad al final que no dejan lugar a ambigüedades (que, sin embargo, sí tenía Holmes):

“Era un hombre de unos cuarenta y dos o cuarenta y tres años, que se sentó con una amplia sonrisa en el extremo del establecimiento: de complexión delgada; vestía un kimono de rayas y sobre él llevaba una chaqueta de kimono de similar estampado. Su aspecto era el de un respetable artesano o de un comerciante honrado a carta cabal. Tenía la tez ligeramente tostada, nariz pronunciada, rostro alargado y una expresión característica en sus ojos, que hacía pensar en un actor. Era un detective de Kanda llamado Hanshichi […] Era en verdad alguien un tanto especial, fiable y modesto; con un carácter muy típico de Edo, sobre el cual nadie había vertido jamás la más leve crítica. En ningún momento aprovechaba su autoridad ni su estatus para ensañarse con el débil, y siempre dispensaba un trato cortés a todo el mundo.”

De hecho según vamos pasando por cada uno de los casos comprobamos que Hanshichi representa un sentido común sin igual y que consigue, en la mayoría ocasiones, saltarse la rígida organización feudal que regulaba la pena de muerte y los suicidios de una manera escalofriantemente precisa. De esta manera no deja de ser una persona con los pies en la tierra, caracterizado por su buen corazón, un elemento subversivo con respecto al orden establecido y que no duda en resolver lo que se le ponga por delante si, desde luego, como Holmes, tiene una base racional:

“Si realmente este era un caso de abducción espiritual, entonces estaba bastante más allá de la capacidad de Hanshichi para resolverlo. Pero si había alguna otra explicación, confiaba en su habilidad para acabar con ello.”

No se caracteriza tanto por sus capacidades deductivas, que las tiene, sino por resolver sus casos, por su capacidad innata de manejar los diálogos e interrogatorios con los diferentes personajes que se encuentra. Sin menospreciar la resolución de los enigmas, lo que sorprende en demasía, es la forma en que pinta históricamente las costumbres de una sociedad que estaba en su ocaso y como tal resulta un fresco ineludible que refleja con una precisión manifiesta la subyugadora sociedad japonesa de la época.

Mención aparte se merece la edición, espléndida, de la editorial, con profusión de notas que complementan el rico texto del autor japonés y completan inefablemente la obra. Una obra que no debe pasar desapercibida como todo lo que está publicando Quaterni.

Los textos son de la traducción del japonés para esta edición de Mariló Rodríguez del Alisal y Yuko Fujimura.

“Pioneros de la ciencia ficción rusa” por varios autores

pioneros-de-la-ciencia-ficcion-rusa-9788484288282Nos estamos acostumbrados a que el sello Rara Avis de Alba nos sorprenda más que gratamente como ya ocurrió con “La formación de la marquesa” de Frances Hodgson Burnett  y con “El libro de la señorita Buncle” de D.E. Stevenson.

En esta ocasión se ha encargado de seleccionar textos de cuatro autores rusos, pioneros en el campo de la ciencia ficción; esta edición y selección inconmensurable, además de la traducción, corren a cuenta de Alberto Pérez Vivas. Los elegidos, a cuál mejor, han sido los siguientes:

Alekséi N. Apujtin (1840-1893), gran amigo de Chaikovkski, no escribió principalmente ciencia ficción, más bien poesía, por lo tanto su relato “Entre la vida y la muerte” (1892) es bastante atípico en su producción literaria.

Se trata de un relato desde la muerte, novedoso por estar narrado desde el punto de vista de un recién fallecido, que satiriza lo que rodea la muerte y la actitud de los demás ante ella: “Mi esposa, sin lugar a dudas, estaba terriblemente afligida por mi fallecimiento; no obstante, en cualquier demostración pública de dolor está presente invariablemente cierta dosis de teatralidad, que rara vez hay quien pueda evitar. Incluso la persona más sincera en su desconsuelo no puede apartar la idea de que otros la están mirando.”

Pero al mismo tiempo se convierte en un alegato optimista, de canto a la vida: “¡Oh, si pudiera vivir! ¡Si pudiera ver las caras de la gente, escuchar las voces humanas, poder relacionarme de nuevo con personas de todo tipo… buenas y malas! ¿Acaso hay en el mundo sujetos que sean del todo indeseables? Si recordamos las severas condiciones de indefensión e ignorancia en torno a las cuales gira la vida del hombre, entonces, debemos admirarnos de que pueda existir gente honrada en el mundo.”

El gran final se convierte en una paradoja que resulta muy satisfactoria y que nos rompe los esquemas a pesar de que podamos preverlo.

El segundo de los seleccionados es Porfiri P. Infántiev (1860-1913), curiosamente “En otro planeta” (1896), el texto escogido es también una isla en su labor periodística muy alejada del género. Sin embargo, la obra se caracteriza por su clarividencia a la hora de adelantarse a inventos posteriores como el DVD, el cd, el gps, la grabación musical, el playback, etc… a la hora de representar, novedosamente en su momento, una sociedad ambientada en Marte a través de una premisa sencillamente aplastante en su simplicidad:

“Es cierto que mi cuerpo permanece aquí en la Tierra, pero mi conciencia, lo que constituye mi propio yo, se transporta completamente al planeta Marte, y además no adoptando una forma tangible o inmaterial –con lo cual no podría percibir la naturaleza física del planeta-, sino que mi yo se traslada a otra forma corporal, al cuerpo de uno de los habitantes de aquel planeta.”

Qué mejor que hacer traspaso de conciencias con otro planeta para poder vivir la experiencia de estar en él; aunque al trasladarte te encuentres con que el aspecto de los marcianos no es el que esperabas:

“Imagínense una especie de enorme sapo, con una cabeza como de pájaro de tamaño imponente, sobre un cuello rechoncho y fuerte. En medio de su ancha frente, en su parte inferior, brillaba un único, esférico y voluminoso ojo, dirigido fijamente hacia mí. Justo debajo, le salían unos labios prominentes, blandos y alargados como su ancho pico, con una gruesa lengua en su interior.”

Es indudable que se exprimió la imaginación para resultar lo suficientemente gráfico y lo consigue con creces; es interesante comprobar igualmente las ansias utópicas del ruso a la hora de reflejar lo que debería ser un sistema educativo correcto.

“Estas escuelas-residencia se encuentran en cualquier lugar con un entorno de cierto valor paisajístico, frecuentemente a la orilla del mar. En ellas la vida de los niños transcurre entre juegos, entretenimientos y diversiones. Pero, al mismo tiempo que se les enseña a hacer corros, canto, baile, gimnasia, etc., aprenden de forma amena y casi sin darse cuenta a leer, escribir, las primeras nociones de matemáticas y también conceptos básicos de historia universal, geografía, astronomía… El sistema educativo marciano está pensado de forma que el niño no tiene necesidad alguna de forzar su memoria y agotar su concentración.”

De ahí que la historia resulte educativa, a la par que entretenida; un gran relato que refleja un mundo utópico donde subyacen temas como el respeto al otro a pesar de ser distinto y la valoración individual de la persona en una sociedad.

Del tercero de ellos Valeri Y. Briusov  (1873-1924), se puede decir que fue un prolífico escritor además de versátil y cultivó casi todos los géneros: la poesía, la novela, la dramaturgia, etc, y ejerció tanto de crítico como historiador. Es del único del que se han seleccionado dos cuentos: “La montaña de la Estrella” (1899) y “La República de la Cruz del Sur” (1905). En el primero se refleja el nacimiento y caída, el apocalipsis de una sociedad extraña, extraterrestre, donde las dicotomías se reflejan en todo su esplendor con un relato que no tiene nada que envidar a los relatos de sociedades futuras; increíblemente, no fue publicado hasta 1975. Mi favorito, sin embargo, es el segundo:

El motivo es porque podemos estar hablando de la primera historia de zombis del siglo XX; parte de una base científica:

“La enfermedad adquirió tal denominación, porque los afectados por ella continuamente actúan de forma contraria a sus propios deseos, queriendo una cosa pero diciendo y haciendo otra. (El nombre científico es mania contradicens) Suele comenzar con una débil sintomatología, principalmente en forma de singular afasia. El enfermo dice “no” en vez de “sí”; cuando quiere dirigir a alguien unas palabras agradables, acaba cubriéndolo de improperios, etc. […] Con la progresión de la enfermedad, esas contradicciones acaban adueñándose de la vida física y espiritual del sujeto, y son innumerables las variantes de acuerdo con las peculiaridades individuales de cada uno.”

Es memorable sin embargo lo que desencadena a partir de esta aparente nimiedad, esas variantes peculiares a cada individuo que nos llevan a un final descarnado, pródigo en detalles escabrosos pero brutal en su concepción: “En esos días la Ciudad de las Estrellas era una enorme caja negra, donde algunos miles de criaturas pseudohumanas habían sido arrojadas al hedor de cientos de miles de cadáveres putrefactos; un lugar donde no quedaba nadie entre los vivos que fuera realmente consciente de su situación. Una ciudad de locos, un gigantesco manicomio, el más grande y repulsivo Caos que haya conocido nunca la humanidad.”

Desde luego, es una pequeña delicia para los amantes del terror que justifica, él solo, la existencia de esta antología.

Para acabar, tenemos a Serguéi R. Mintslov (1870-1933), que realizó sobre todo estudios autobiográficos y destacó con sus novelas históricas,; sin embargo, jugó con estudios científico-técnicos que propiciaron sus relatos de ciencia ficción; es paradigmático de estos últimos este  “El misterio de las paredes” (1906) con la fantástica premisa que supone la invención de un artefacto que sirve para ver y oír lo que ocurrió en el pasado de un edificio antiguo a través de sus paredes; la descripción siguiente está cargada de lirismo:

“Habían asimilado el pasado que tuvieron ante sí: en sus piedras sin vida, en el cobre, la madera, el hierro, en todas partes habían quedado atrapados discursos y sombras de las gentes que en un tiempo vivieron allí. Por eso enmudecemos en los edificios antiguos: irradian energías, sentimos su pasado, agazapados en uno u otro de sus rincones.”

En conclusión, una imprescindible antología que todo buen amante de la ciencia ficción y de la literatura de género paladeará con fruición. Una sorpresa de este año y que entra, sin haberlo pensado antes, en este Monográfico de Literatura de Género.

Libros de género ilustrados infantiles

Da la casualidad que, recientemente, han salido dos libros ilustrados para niños que, indudablemente, me atraían por diferentes motivos. El primero de ellos, además, trataba de convertirse en una novela de detectives para niños, por lo tanto, se trató de la primera elección por mi afinidad con el género.

desastre--total-agencia-de-detectives-9788427204041El norteamericano Stephan Pastis, creador de la exitosa tira cómica “Pearls Before Swine” ha comentado sobre “Desastre & Total. Agencia de detectives”, el primer libro infantil que escribe e ilustra: “Cuando era pequeño me encantaba reír. Y espero que este libro consiga esto, tanto con los niños como con sus padres. Yo solo quiero darles una historia que tenga algo divertido en cada capítulo.”

En el primer capítulo “Bla, bla, bla, bla” esta intención es patente en la presentación del singular detective:

 “Vale, primero la parte aburrida y así nos la quitamos de encima. Me llamo De Sastre. Timmy De Sastre. […] Se ve que antes nuestro apellido era De Remendón. Pero algún listillo de la familia le quiso dar más categoría. No se os ocurra hacer chistes con lo de “desastre”. Porque soy todo lo contrario. Soy el fundador, presidente y consejero delegado de la agencia de detectives que lleva mi nombre. De Sastre Detectives. De Sastre Detectives es la mejor agencia de detectives de la ciudad y probablemente del estado. Puede que hasta de toda la nación.”

Esta presentación está aderezada con los dibujos simples y efectivos del ilustrador,; no se puede ocultar que realzan la intención de ofrecer diversión y diferentes niveles de lectura; esta metarreferencialidad de la que hace gala, es más que evidente en los títulos que utiliza, muy representativos de diferentes películas o novelas, basten unos cuantos ejemplos como los siguientes:

“Zumo de naranja. Agitado, no revuelto.” “Timmynator, el juicio final.” “No es país para FLOjos” “El código Da Corrina.”

Cada capítulo (corto y adictivo) te saca una sonrisa, puede ocurrirte con un dibujo, con uno de los divertidísimos diálogos o con alguna de las hilarantes reflexiones del genuino personaje principal:

“De verdad que no quiero dedicar ni un minuto más de lo estrictamente necesario a escribir sobre el Centro del Mal en el Universo. Primero, porque nunca dedico ni un minuto a pensar en ella. Y segundo, porque realmente la odio mucho. Así que seré breve: La Bestia Negra tiene una agencia de detectives, la CCIA, que, según ella, significa “Corrina Corrina Investigación en Acción”. Según yo, significa “Corrina Corrina la Idiota que Alucina.”

En el antepenúltimo capítulo “Elemental, querido Gunnar”, resuelve, como no podía ser de otra forma, los cabos pendientes a su manera y nos lleva a un final esperanzador con el resurgimiento de la agencia y el gran detective.

Estamos ante una de las obras del año que puede ser leída y disfrutada tanto por niños como por adultos debido al juego que propone el inteligente Pastis. Labor aparte la de la traducción realizada por Isabel Llasat Botija, espléndida en el manejo de los juegos de palabras necesarios para disfrutarla en su plenitud. Esperemos que Editorial del Molino consiga poder seguir publicando las siguientes entregas porque valen muchísimo la pena.

doctorproctorEl segundo caso es radicalmente distinto se trata de “El doctor Proctor y los polvos tirapedos” del noruego Jo Nesbo; el creador del investigador Harry Hole lleva a cabo aquí su primera incursión en la literatura infantil acompañado de Per Dybvig en las ilustraciones. Después de la más que competente labor de Nesbo en la novela policíaca me entró la curiosidad.

Esta novela de aventuras tiene a Lise y Tapón como protagonistas, especialmente el diminuto pelirrojo: “Lise se puso de puntillas y miró por encima de la verja. Y descubrió a un niño pequeño y pelirrojo, bueno, no es que fuera pelirrojo, es que tenía el pelo rojo como un tomate. Y no es que fuera pequeño, es que era diminuto. Tenía una cara diminuta con dos diminutos ojos azules y, entre ellos, una diminuta nariz respingona. Lo único grande que tenía en la cara eran las pecas.”; y a un científico loco, en sus propias palabras: “Soy el doctor Proctor –dijo el doctor. Sus erres sonaban como un cortacésped mal engrasado-. Soy un profesor chiflado. O casi chiflado.”

Nesbo aprovecha la típica fascinación por lo escatológico que demuestran los niños a una cierta edad, para crear una historia llena de aventuras alrededor de una fórmula que hace que tires pedos hasta incluso ponerte en órbita; esos “pedonautas”, con malos malosos como se par de gemelos, escapadas de prisiones y mucha escatología conforman la historia.

La historia es sencilla en el planteamiento y se lee sin prácticamente dificultad; sin embargo está hecha para niños solamente, no hay posibles segundas lecturas; ciertamente funciona a ese nivel, pero un adulto no va a encontrar muchos alicientes en este pastiche de aventuras. Además, tengo que reconocer que no es un libro que dejaría a un niño a edad temprana… este párrafo por ejemplo, es difícilmente explicable por todo lo que puede implicar…

“-Hablábamos sobre lo que pasa cuando mujeres como Lise y como usted son más listas que nosotros los hombres, señora Strobe –dijo Tapón-. En mi opinión, las mujeres deberían hacerse cargo del mundo, exterminar a todos los hombres, congelar células de esperma para tener hijos y matar a los bebés niño al nacer.”

Sin estar mal, se queda a un nivel mucho más bajo que el de Pastis, maravilla y delicia total. Sigo prefiriendo a Nesbo en sus novelas policíacas.

PS. Los textos de “El Doctor Proctor y los polvos tirapedos” provienen de la traducción realizada por Meritxell Salvany para la edición de la obra en Ediciones la Galera.

“Dos tumbas” de Douglas Preston y Lincoln Child

dos-tumbas-9788401353901No puedo ocultar la fascinación que me suele producir cada nuevo libro de los autores norteamericanos Douglas Preston y Lincold Child, especialmente si me encuentro ante las aventuras de Aloysius X. Pendergast y ahora, aunque moderadamente, las del nuevo personaje Gideon Crew.

He comprobado además que, en el caso de nuestro melifluo agente del FBI esta fascinación está bastante extendida y, de hecho, dediqué un post completo sobre las características que más le gustaban a los lectores de la serie.

Pendergast es, por derecho propio, un heredero del pulp más sesentero, historias donde se mezcla la ciencia ficción, con la investigación, los monstruos inverosímiles… y que contribuyen a crear un aura de aventura, de sensación de asombro ante lo que perpetrarán en cada entrega. Quizá el mayor ejemplo del extremo al que pueden llegar es la famosa “Trilogía de Diógenes”, compuesta por “La mano del diablo”, “La Danza de la muerte” y “El libro de los muertos”. Considero que dicha saga es el paradigma del thiller, el thriller definitivo, que reúne los elementos necesarios para pegarte al sillón y disfrutar página a página de las múltiples sorpresas que se te ofrecen.

Indudablemente, cuando las series son largas, suelen acusar fatiga en los planteamientos, falta de frescura y, por qué no decirlo, a veces momentos mediocres. “Dos tumbas”, la última entrega que vemos de nuestro agente del FBI es el número doce de la serie y  constituye, además, la tercera parte de la “Trilogía de Helen”. Tanto al comienzo de la misma como en los dos libros anteriores (“Pantano de Sangre” y “Sangre Fría”), estaba claro que la fatiga de la que hablaba era patente, los libros no dejan de leerse bien, pero faltaba chispa.

Por fortuna, Preston y Child parece que no han quemado todo lo que tienen pensado con el personaje, al menos por lo que he podido ver en el final del anterior “Pantano de sangre” y en todo este libro. Nos encontramos de nuevo con esos ramalazos de genialidad realizados de manera inteligente.

Este libro reúne todas las características que hacen a esta pareja única. Encadenan el electrizante final del anterior con el comienzo de siempre y llevan a nuestro héroe al límite; hay un antes y un después del momento inicial (a partir de aquí se desvela algún detalle de la trama que quien no la haya leído NO debería leerla, sobre todo en los párrafos en cursiva), este hecho se refleja sin asomo de dudas aquí:

“Estaba en medio de un desierto enorme, vacío, brutal, indiferente. La oscuridad seguía invadiendo su visión, como si delante de él hubiera un túnel oscuro cuyo extremo quedara cada vez más lejos. De sus dedos insensibles resbaló la pala, que hizo un ruido sordo al caer sobre la dura tierra. Con un último suspiro casi inaudible, se desplomó de rodillas y, tras oscilar unos momentos, quedó tendido encima de la tumba de su esposa.”

Nada más ocurrir esto se nos presenta un nuevo y temible personaje, de maldad sin límites, que va a poner las cosas imposibles en el momento de destrucción del personaje principal; la presentación es impecable, memorable, sí, mágica en su perversidad.

Y luego se desencadena una trama llena de detalles brutales, que enlazan con los anteriores volúmenes de la trilogía e, incluso, con algunos de los anteriores de la serie (aún así está tan bien escrito que es perfectamente disfrutable sin haberlos leído).

La primera pista que nos trae una improbable resurrección irá evolucionando y la solución a dicha trama es aún más enrevesada; nazis, eugenesia, acción a raudales, un enemigo imbatible con un “increíble” poder imposible de sobrepasar y que resulta la horma del zapato de Pendergast.

Todo ello conforma una trama sorprendente, llena de sorpresas, que origina una vuelta de tuerca más en el estatus quo del personaje y sus secundarios; incluso se permiten una reflexión de tipo moral, sencilla  pero efectiva.

“Dejó de mirar por la ventana y rehizo su camino por el túnel y la escalera. Pocos minutos después respiraba profundamente (de forma incluso un poco entrecortada) el aire fresco y puro de la superficie, mientras se le quedaba grabada para siempre en la conciencia la grotesca imagen de dolor humano que acababa de presenciar.”

Cuando el héroe no sabe cómo vencer a su enemigo, tiene una epifanía joyceana en clave “nietzscheana” indudablemente poética:

“Una vez más acudió sin querer a su memoria la extraña cita de Nietzsche: “Mira el mundo como si hubiera desaparecido el tiempo y verás recto todo lo que estaba torcido”. 

Y fue entonces cuando la revelación,  como el sol al nacer, lo iluminó.”

Es imposible no quedar subyugado ante la resolución final y el potencial que puede presentar el siguiente libro. Están en plena forma, y lo contentos que estamos nosotros de que sigan así.

Y en mayo….. cambio de planes

Este post, inicialmente debería haber servido, como viene siendo habitual, para hacer un repaso de lo leído el mes anterior y un posible avance de lo que pueden ser las lecturas del mes de mayo. Recordemos que en este artículo comenté que iba a dedicar el mes de abril a la literatura de género. También es cierto que comencé el monográfico a mediados de mes y claro, la verdad sea dicha, eso no iba a ser un mes.

Por lo tanto, teniendo en cuenta lo anterior, ya que llevo yo el blog, he decidido cambiar de planes y lo voy a extender durante todo el mes de mayo; será en junio cuando haga un cambio radical que ya tengo pensado con antelación; eso sí, no pienso adelantar por dónde va a ir. No haría falta que justificara el cambio pero me apetece hacerlo:

1º Era poco tiempo para dedicarle a un tema tan extenso, las próximas veces concretaré más.

2º Los exámenes de Filología inglesa acaban en la primera semana de junio, por lo tanto tiene su lógica mantener este tipo de lecturas hasta que los acabe.

3º Como preveía al principio, el no tener pensado de antemano las lecturas que voy a coger está resultando en una mezcla de lo más heterogénea como estáis pudiendo comprobar; todo es un poco caótico y no hay un hilo conductor aparte de los temas, pero con el resumen final que haré al acabarlo estará más recogido, no os preocupéis.

4º Estoy disfrutando muchísimo con él y las próximas lecturas pueden traer aún más diversión. Solo tenéis que ver estas que son las únicas que tengo claras en esta semana….

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Ahí podéis ver la variedad… desde luego está siendo más que curioso; me falta un poco más de terror, esto hay que solucionarlo para la siguiente semana.

Nada como variar la forma de leer y presentar lo que lees de formas distintas. Sin duda te impulsa a realizar otro tipo de lecturas y otro tipo de monográficos. Ya tengo pensados varios para este año que irán llegando según se acerquen las fechas señaladas. Espero que os guste.

“Amigos hasta la muerte” de Nele Neuhaus

unos amigos de miedo 150x 230.inddTras la agradable sorpresa  que supuso la publicación de “Blancanieves debe morir” de la alemana Neuhaus el año pasado de la que hablé cumplidamente aquí  y que declaré como uno de los libros del año pasado; Maeva nos trae ahora el siguiente libro de la escritora que no es el siguiente; es decir, “Amigos hasta la muerte” es el segundo de la serie de Pia Kirchoff y Oliver Von Bodenstein; por lo tanto, el grado de avance, al menos en lo personal, de los protagonistas está un estadio anterior para los que leyeron el anterior (¡que era el cuarto!); esto es lo que vivimos habitualmente en las decisiones editoriales. Para mí, ya que ha funcionado el primero, lo mejor habría sido publicar el primero de la serie y venderlo como “la primera aventura de los detectives que te cautivaron en “Blancanieves…”; pero no me hagáis mucho caso, ellos sabrán el porqué de esta decisión.

Vamos a lo que importa, que, al fin y al cabo es el libro; ciertamente es muy diferente al anterior que vimos, de hecho esto se parece mucho más a la línea editorial que están siguiendo que explicaré a continuación; lo genial del anterior es que se convertía en una claustrofóbica trama cerrada a un pueblo que esconde, en su pasado, secretos perversos e inconfesables con todas las particularidades que eso entrañaba y que se alejaba de las típicas historias de Camilla Lackberg, por poner en antecedentes la estrella de la editorial.

En este “Amigos hasta la muerte” nos encontramos con una trama más abierta, igualmente llena de ramificaciones y personajes que se relacionan entre sí y que serán decisivos para la resolución del misterio; lo que también vemos es el embrión de una Neuhaus  que buscaba su forma de hacer los libros; aquí nos encontramos con un desarrollo personal muy acentuado en el caso de los dos investigadores y, especialmente, en el caso de Pia, que jugará con más de un personaje con la posibilidad de que se vuelva su pareja sentimental ante su mal momento personal:

“El trabajo y la vida privada se habían mezclado de manera funesta e imperceptible. Pia se devanaba los sesos, trataba de remontarse al punto en que había perdido el norte en la maraña de sus confusos sueños y miedos. Mientras seguía contemplando el cielo, el móvil volvió a sonar. Pia miró la pantalla: ¡Lukas! La persona perfecta para lamerle las heridas.”

Indudablemente, estos momentos cambian la concepción de la obra y sobre todo el público hacia el que va dirigido; por fortuna, a pesar de este juego con los sentimientos de la detective, la trama principal es lo suficientemente compleja y está bastante bien resuelta para contentar a ambos públicos; cabe reseñar la ocultación deliberada de datos que serán cruciales para la resolución del misterio en su parte final, sobre todo con el último giro.

Está claro que Neuhaus estaba experimentando por dónde quería llevar el estilo de sus novelas; no dejo de mirar en perspectiva esta novela, ya que supone una piedra en el hito que supuso la creación de su mejor acabada “Blancanieves debe morir”  y como tal debería ser juzgado; es una buena novela policíaca, sin alardes, pero que asegura un buen entretenimiento.

PS El texto es de la traducción del alemán realizada por María José Díaz Pérez para la editorial Maeva  de “Amigos hasta la muerte” de Nele Neuhaus.

Una de libros ilustrados: “Cuentos de muerte y demencia” de Edgar Allan Poe y “Ciencia Ficción. Poemas, artículos y novelas cortas” de Emilio Carrere.

cuentos-de-muerte-y-demencia-9788415717287Este dúo tiene mucho más sentido que el que comenté anteriormente. No exagero si digo que estos dos libros se encuentran, por derecho propio, entre lo mejor que se ha publicado en lo que llevamos de año.

El primero de ellos se trata de la recopilación de cuentos de Edgard Allan Poe “Cuentos de muerte y demencia” con ilustraciones del norteamericano Gris Grimly. Enigmático artista, del que no se sabe ni su fecha de nacimiento y del que podéis haceros una idea de su obra en su web www.madcreator.com;  tiene gracia que sea una especie de Salinger/Pynchon de la ilustración, goza de bastante prestigio, de hecho,  últimamente ha ilustrado “El alfabeto peligroso” de Neil Gaiman.

Esta exquisita edición de Nórdica cuenta con cuatro de las historias del gran Edgar Allan Poe que se convierten, casi sin pensarlo, en una narrativa más cercana al cómic que al libro ilustrado. Las historias incluidas (“El corazón delator”, “El sistema del doctor Tarr y el profesor Fether”,  “La caja oblonga” y “Los hechos del caso del Sr. Valdemar”) se ven realzadas por un dibujo de trazo sucio pero detallista, que juega con la exageración pero que, ciertamente, resulta muy bello, vistoso y, por momento, terrorífico.

Una verdadera delicia con el único pero de hacerse demasiado corto. Una lástima.

El segundo de los libros ilustrados que he escogido se une en lo temático con el que he comentado anteriormente, se trata de “Ciencia Ficción. Poemas, artículos y novelas cortas” de Emilio Carrere, edición de Francisco Arellano para su Biblioteca del Laberinto con prólogo y selección de María José Gutiérrez; y digo que se une en lo temático porque Carrere, en vida, tradujo a Poe del francés y se convirtió en una de sus influencias más evidentes en su narrativa.

carrereEl prólogo de María José Gutiérrez resulta sumamente clarificador para hacerse una idea del personaje, me encanta la descripción de Emilio Carrere realizada por un joven Arturo Barea “Tenía cara de luna, una gran melena, un sombrero blanco con alas enormes, una bufanda atada al cuello y el corpachón de un campesino, fumando incesante una pipa que, a veces, rellenaba con colillas. Sentí como un gran honor que se dignara a permitir que le invitara a un vaso de de cerveza.”

A partir de ahí se desgrana el contenido de la selección empezando por sus poemas:

“Los poemas que incluye la selección que ofrecemos pertenecen en su mayoría a “Del Dolor, del Amor y del Misterio” y son un buen ejemplo de sus inquietudes”.

Estas inquietudes tienen que ver con “el amor como un maleficio del que no puede desprenderse y que le lleva irremisiblemente a la infidelidad” o sobre la vida después de la muerte, de la que no tiene certeza de que exista además de su visión del más allá o del espiritismo con influencias más que cercanas con Poe. La siguiente estrofa incluida en “La hora oportuna” es un buen ejemplo de ello:

“Siempre tarde o más temprano

Parece que en el arcano

Alguien trastrueca mi suerte,

Y cual sarcasmo fatal sólo seré puntual

Cuando me cite la muerte!”

Las inquietudes que mencionaba anteriormente están presentes en sus artículos igualmente, solo tenemos que echar un vistazo a este “Las visiones de Amichatis”:

 “-Es una cosa absolutamente real, aunque parezca un cuento de Poe o de Hoffmann. Y le advierto que entonces no había leído ni un solo libro de espiritismo. […]  Me impresionó el relato de Amichatis y yo había leído muchos casos de materialización del doble astral de los muertos. Las había leído, pero no es lo mismo que oírlas contar de viva voz por alguien que lo ha visto, por alguien que ha tenido el escalofriante privilegio de haberlo visto.”

Tanto el espiritismo como la vida después de la muertes estaban presentes en su narrativa, no digamos Poe, acentuado aún más este “Edgar Poe, ocultista”:

“Poe vino a la Tierra a hacer el doloroso aprendizaje del genio entre las almas inferiores. Realmente, si fue un genio fue un hombre infinitamente desgraciado. La Naturaleza le dotó de una inteligencia extraordinaria, como compensación de un destino implacablemente cruel. La única tacha que se le puede imputar fue la embriaguez contumaz; pero ¿ha sido el único poeta borracho? En los demás, y más entre nosotros, ese vicio ha sido una falta leve. Todos hemos tenido el decoro de no mirar con demasiada curiosidad el horror de vidas ajenas. Con Poe, no. Fue una jauría gazmoña, “burguesa”, cruel, que se cebó en su cadáver como poseída por un ataque de vampirismo. Fue el aborrecimiento de la zoocracia.”

Espléndida muestra de un talento más de lo anecdótico, capaz de momentos líricos y admirador apasionado del genio de Poe. Todos los artículos se convierten en algo imprescindible, como la parte final del libro formada por tres novelas cortas que gozan de las portadas e ilustraciones realizadas en la época por Carlos Masberger y Riquer; las ilustraciones interiores no tienen color, solo el dibujo, pero resultan precisas y claras, complementado la historia contada. Las portadas, con un claro aire pulp de Bolsilibro, son unas pequeñas joyas.

En cuanto al texto de las novelas en sí, en “El viaje sin retorno” nos encontramos con una novela de ciencia ficción o más bien científica, sobre el invento de una máquina para medir las vibraciones que emiten las personas y que terminará trágicamente, en la más fiel tradición de H. G. Wells. Sin embargo en la encantadora “El embajador de la luna” afrontaremos una invasión extraterrestre en Villacapuana donde el peculiar y entrañable Selenito se enfrentará a la realidad de la España profunda y realista, una realidad de la que no conoce ni el valor del dinero:

“-Oye, y eso del dinero, ¿qué es?

El melancólico remendón puso una grotesca cara de asombro.

-Pero ¿de dónde te has caído tú, que no conoces al Amo Tenebroso de las sociedades humanas?”

Finaliza esta breve recopilación con “La momia de Rebeque” donde, a través del mesmerismo, (los ecos con Poe y su extraño caso de Valdemar son evidentes)  el protagonista despierta en una nueva sociedad, distópica, en la que se ha producido una revolución antiburguesa, pero que no es todo lo benigna que podría haber imaginado: 

“Para los demás ciudadanos el acto de solicitar un pasaporte era castigado con la horca. El país era una jaula colosal de donde no se escapaba ni un gato.

-Pero esto es injusto. ¡Yo escribiré unos artículos protestando!…

-Has de saber que no hay periódicos desde hace treinta y nueve años. Las noticias se dan por altavoces de radio. Ni se publican libros. ¿Para qué? ¿Para adquirir la enfermedad de pensar? Sólo las tabernas gozan de  su tradicional prosperidad.” 

En este extraño mundo, Rebeque está a punto de cometer un error que llega a subsanar antes de llegar a la catástrofe.

Este tremendo combo es una manera sanísima de disfrutar de novela de género, máxime con este monográfico que estoy acometiendo. Para profanos y experimentados en este tipo de materias. Un disfrute total.

Una mezcla inverosímil: “La promesa” de Friedrich Dürrenmatt y “Tormenta” de Jim Butcher

Digo inverosímil porque, indudablemente, no creo que haya muchos puntos en común entre el suizo Dürrenmatt y el norteamericano Butcher; más allá de la realización de obras de género, claro está.

La-promesa“La promesa” del suizo Friedrich Dürrenmatt (1921-1990) es la primera novela de este original duelo; lleva el subtítulo suficientemente identificativo (o no, según veremos luego) de “Réquiem por la novela policíaca” y desde las primeras páginas podemos ver la intención del escritor en boca del investigador que narra la historia y del que solo sabemos la inicial de su nombre y su perspectiva: 

“Por desgracia, en todas esas  historias de crímenes subyace aún un fraude mayor. Y con esto ni siquiera aludo al hecho de que en ellas los criminales encuentran su castigo. Pues esos hermosos cuentos han de ser moralistas a la fuerza. Pertenecen al tipo de las mentiras necesarias para mantener el orden social, casi como un refrán piadoso: el crimen no vale la pena. […] todo eso puedo dejarlo pasar […] No, me irrita mucho más la cuestión del argumento en sus novelas. Aquí el fraude es enorme y descarado. Ustedes construyen sus argumentos sobre la base de la lógica, como en el ajedrez: aquí el criminal, aquí la víctima, aquí el confidente, las reglas y revise la partida, y ya tiene cazado al criminal y ha logrado que triunfe la justicia. […] La realidad se las arregla con la lógica sólo a medias. […] pero los factores disonantes que entran en juego son tan frecuentes que muy a menudo es la pura suerte o el azar lo que decide nuestra partida a favor. O en contra nuestra. […] También lo azaroso, lo incalculable, lo inconmensurable, juegan un papel, y un papel demasiado grande.”

Esta tesis es la que pretende demostrar, al menos en el fondo, cuando nos cuenta la historia de su subordinado, el detective Matthäi y su investigación del asesino en serie a la que asistimos, en las páginas que la confirman. Prescinde de un narrador omnisciente para mostrar, con todo detalle, los avances que hace. Precisamente, en este camino, el momento en que Matthäi pregunta a la niña Ursula por la última víctima, Gritli Moser, supone un cambio radical en la base, aparentemente formal y anclada en bases reales:

“-¿No se encontró Gritli con nadie?

-Sí, se encontró con alguien –respondió la niña.

-¿Con quién?

-No era un hombre –dijo la niña.

[…]

-Se encontró con un gigante –dijo la niña en voz baja.

[…]

-Y ese… gigante… ¿le regaló algo a Gritli?-pregunté.

[…]

-Un erizo.

-¿Un erizo? ¿Qué quieres decir, Ursula? –pregunté, confuso.

-El gigante tenía erizos pequeños por todas partes –aseguró la niña.”

Es en ese momento cuando el relato se vuelve onírico, mágico y más perturbador si cabe; sobre todo, una vez acabado, cuando somos conscientes del increíble final conociendo todo lo que ha ocurrido anteriormente. El papel que juega “lo azaroso, lo incalculable, lo inconmensurable” en la resolución final se convierte en algo simplemente imprescindible. Lo genial es que estos elementos no desacreditan la novela policíaca sino que, por el contrario, la engrandecen, convirtiéndola en una obra excelente.

tormenta_jimbutcherEncadenando lo mágico de lo que hablaba en el anterior libro, en el “Tormenta” de Jim Butcher nos encontramos con algo radicalmente distinto; su mayor  pretexto es la diversión, no busca intensión moralizante, no busca trascender (ni falta que le hace); lo que nos encontramos es un investigador de lo paranormal, como podemos ver en las primeras páginas en el cartel del despacho de Harry Blackstone Copperfield Dresden:

“HARRY DRESDEN – MAGO

Se encuentran objetos perdidos.

Investigaciones paranormales.

Asesoría. Consejos. Precios razonables.

No se hacen pócimas de amor, ni bolsos sin fondo, ni fiestas u otros entretenimientos”

“Te sorprenderías al saber cuánta gente llama solo para preguntarme si voy en serio. Pero si hubieras visto las cosas que yo he visto, si supieras la mitad de lo que yo sé, te preguntarías cómo puede pensar nadie que no voy en serio.”

Partiendo de una base tradicional, la del detective clásico, enmarca los casos en lo sobrenatural;  en la última frase encontramos la promesa potencial de diversión, de maravillas que podremos ir encontrando en la serie (“Tormenta” es el primero de una serie de novelas que tienen como protagonista al mencionado Harry Dresden) asentadas en las tradicionales figuras ya clásicas del género; así podemos ir encontrando magos, varitas mágicas, calaveras que hablan, demonios, enemigos indefinibles y rastreros:

“El demonio nos acechaba. Podía verlo claramente gracias a la luz de mi bastón, pero hubiese preferido que no fuera así. Era horripilante, deforme, asqueroso, muy musculoso y lo he comparado con un sapo porque no conozco nada más que se aproxime lo más mínimo a su descripción.”

Y el protagonista tiene la mordacidad de los más grandes de la novela policíaca y hace gala de su destreza:

“Y así, caminé a través de un paisaje espectral plagado de calaveras, a pesar de la tormenta que se avecinaba, hacia una casa llena de poder maligno que latía con una fuerza mística feroz y salvaje. Avancé para enfrentarme a un adversario asesino que tenía todas las ventajas, que estaba preparado y deseaba matarme desde lo más hondo de su destructivo poder, mientras que yo estaba armado con nada más que mi propia destreza, mi ingenio y mi experiencia.

¿Tengo un trabajo genial o no?”.

La novela funciona estupendamente a todos los niveles, hay imaginación, hay respeto por los elementos clásicos con la suficiente innovación, hay un sano cóctel de fantasía aderezado con truculencia y criaturas maravillosas o demoníacas; un elenco de personajes en formación pero que empiezan a definirse y, sobre todo, no nos engañemos, entretenimiento del más alto nivel. Más que recomendable ponerse con ella ahora, además, está saliendo una edición en bolsillo muy ajustada en precio y tamaño. Estimo que es una ocasión fantástica para conocerlo y disfrutarlo…

“La serie de Martin Beck” de Maj Sjöwall y Per Wahlöö

Han tenido que pasar casi 250 novelas de la excelente colección de novela negra de RBA en su Serie Negra para poder tener publicada, en su totalidad, las diez novelas que componen la serie del comisario Martin Beck; perpetradas por el comprometido matrimonio sueco Maj Sjöwall y Per Wahlöö, posiblemente nos encontremos ante una de las series más influyentes en el género europeo, no sólo para los nórdicos, punto de obligada referencia para entender la marea nórdica actual, sino para toda Europa.

el-policia-que-rieEn mi caso personal, la primera novela que leí fue la excelsa “El policía que ríe” (1968), novela que se caracterizaba por un argumento original que generaba una trama excitante en la línea más clásica de los grandes del género; a partir de ahí, comencé con “Roseanne” (1965) y se fueron publicando en estricto orden cronológico, que seguí a rajatabla, hasta este año 2013 donde hemos visto la publicación de la última: “Los terroristas” (1975).

Vista en retrospectiva, hasta los dos últimos libros que comentaré más adelante, hay que reconocer que la serie resulta muy consistente en cuanto a calidad e interés por diferentes aspectos y, además, curiosamente, hay muchas variaciones en cuanto a la forma de planificar y realizar los libros. Para los neófitos en los autores suecos, intentaré explicar un poco la evolución de los libros.

La Serie

En “Roseanne” (1965) asistíamos a la presentación de Martin Beck, el taciturno investigador y protagonista principal de la serie, y también a algunos de sus secundarios que se convertirán poco a poco en un elemento principal de la serie. El caso (el asesinato de una mujer en el fondo de un canal) entra dentro de la más firme tradición de novelas de investigador puro y duro. Empiezan a comprobarse las buenas maneras del matrimonio con una trama muy bien llevada.

“El hombre que se esfumó” (1966) y “El hombre del balcón” (1967) suponen una transición inevitable y enriquecedora que nos llevará progresivamente a su obra maestra “El policía que ríe” (1968); experimentan con la narración cambiando los puntos de vista, añadiendo incluso el del asesino; aunque el protagonista principal es Martin Beck (que es dibujado a la perfección en sus relaciones personales), el resto de personajes ganan tal importancia que se vuelven prácticamente “corales” en la tradición del gran McBain y su comisaría del distrito 87. También se caracterizan por ser muy ingeniosos en la resolución de los casos, tramas hiladas con maestría y, desde luego, mucho sentido del humor.

cochedebomberos“El coche de bomberos que desapareció” (1969), quinto libro de la serie, se convierte en la consolidación de lo que habían avanzado. En tradición con sus anteriores entregas, se trata de una novela coral clásica, donde la trama está muy bien hilada, el pulso narrativo está llevado con maestría, tiene humor… en fin, otra muy buena muestra de literatura policíaca que, además, tiene una resolución muy creativa.

“Asesinato en el Savoy” (1970) es un giro radical en el estilo de los suecos, la novela se convierte en un pretexto claro para la crítica evidente (no sutil como en las anteriores) de una sociedad sueca desgastada por el crimen. Una clara muestra de novela social donde los escritores cargaron contra el capitalismo, las grandes empresas que lo controlan todo confabuladas con un estado corrupto. Todo ello redunda en una trama que es bastante más floja que la de las anteriores y sin ese punto de genialidad. Aún así, está estupendamente escrita, con descripciones muy gráficas pero al mismo tiempo cargadas de detalles y que resultan entretenidas. Una obra, aún así, por encima de la media

“El abominable hombre de Säffle” (1971). Tras la novela de transición anterior donde parecían haber perdido un poquito la chispa, aquí los volvemos a recuperar en plena forma, creando una trama excelente sobre la corrupción y la brutalidad policial de la sociedad sueca de la época de los setenta. Novela cargada de grises y que hacen llevar a Beck y a sus compañeros a tomar posiciones ante una situación difícil, llegando a plantear dilemas de todo tipo, tanto éticos como de funcionamiento del propio cuerpo de policía y la sociedad.

 “La habitación cerrada” (1972). Supone la revisitación del clásico de las novelas policíacas en su vertiente más detectivesca. Una obra teñida nuevamente de la vertiente más amoral de una sociedad en descomposición. Muy densa, con una progresiva descoralización que fructificará definitivamente en la novena novela de la serie que comentaré más adelante.

Los dos últimos libros

asesino_policias“El asesino de policías” (1974) se convierte en la novela que cierra un círculo, Beck vuelve a sus inicios, el caso de Roseanne, con el mismo acusado Folke Bengtsson y un caso de similares características en la misma zona en que se produjo el primero.

A pesar de la amargura de Martin, hay resquicios de una belleza que contrasta severamente con la crisis de la sociedad de bienestar.

“De pronto pensó en un par de frases inconexas de la quejumbrosa cantinela general acerca de las cada vez peores condiciones que reinaban en el país. Suecia es un país espantoso, pero sin duda es espantosamente hermoso. Alguien lo había dicho o escrito, pero no recordaba quién.”

Crisis que se ejemplifica sobre todo en el cuerpo policial: “-No, yo sé lo que usted piensa –gritó-. Piensa que yo le he hecho algo a Sigbrit. Pero no le he hecho nada. ¿No puede entender eso? Malditos maderos, sois todos iguales, aquí y en todas partes. Los policías sois ratas de cloaca y para lo único que servís es para subir a bordo a pillar alcohol y cigarrillos a cambio de dejarnos en paz.”

Y en el propio Estado: “Estado de Derecho. La expresión estaba desde hacía tiempo tan corrompida que muchos suecos no osaban pronunciarla y otros se echaban a reír cuando alguien la mencionaba en serio. Ciertamente, existía una ley, pero la evolución de los últimos años había demostrado que esa ley podía subvertirse a conveniencia por las autoridades y el régimen. Los que estaban en el medio eran de costumbre los ciudadanos.”

El final es una vuelta de los personajes y la recuperación de la trama a una ligera coralidad sin  perder de vista el papel de Beck, un Beck crepuscular pero no tan amargado sino rehaciendo una vida que no entendió en un principio.

No es su mejor novela pero, indudablemente, es una buena novela policíaca.

los-terroristas_maj-sjowall_per-wahloo_libro-OAFI777“Los terroristas” (1975), la última novela comienza con una nota de humor, ya que la perspectiva cambia al gigantón Gunvald Larsson:  “Es cierto que tiene tendencia a ser un poco bruto y grosero y se comporta de modo demasiado despótico. Pero no se puede negar que es uno de nuestros mejores inspectores criminales, a pesar de que le cuesta obedecer órdenes y atenerse a las normas.”

En su progresivo viraje hacia la crítica social y al supuesto Estado de Bienestar, en esta última entrega se centran en la justicia:  “En gran medida tenía razón. Los miembros del jurado eran elegidos entre la escoria de los partidos políticos, a menudo tenían una censurable relación de amiguismo con el fiscal o se dejaban dominar por jueces de carácter resuelto, que, básicamente, los despreciaban. En su mayoría no se atrevían a contradecir  a las autoridades judiciales y a menudo no eran sino representantes de la mayoría silenciosa de la nación, quien ponía todo su empeño en conseguir el orden a base de leyes sumarias y no mucho más.”

De lo micro, pasarán a lo macro, las autoridades del país son fuertemente censuradas, como podemos ver en la conversación de la pobre Rebecka Lind con Beck: “Sólo me habrían enviado a unos asistentes sociales y luego me habrían quitado a Camilla. Yo no creo que se pueda confiar en las autoridades de este país. No les preocupa la gente común, los que no son ni famosos ni ricos, y lo que ellos llaman ayuda no es ayuda de verdad. Simplemente te engañan.”

Lo mejor del crepuscular Beck es que, a pesar de no estar de acuerdo con lo que vive, no entra en una espiral de autodestrucción como en otras novelas del género sino que más bien, reconstruye su vida hasta llegar una felicidad mayor de la que poseía antes; es un buen tipo, los autores están muy de acuerdo, y lo podemos comprobar en palabras de Rhea, su amante: 

 “-Tú eres un tío estupendo Martin. Pero tienes un trabajo de mierda. ¿A qué clase de personas metes en la cárcel por asesinato y otros horrores? ¿Cómo hace poco? ¡Un currante marginado que trataba de vengarse del cerdo capitalista que había arruinado su vida! ¿Cuántos años le van a caer?”

Y cómo no, su gran amigo Kollberg en esa conversación final:  “-Lo que haces mal, Martin, es trabajar donde trabajas. Es un mal trabajo. En una mala época. En una mala parte del mundo. En un mal sistema.”

Posiblemente esta última novela, la más voluminosa, sea el ideal al que trataban de aspirar y que reunía sus aspiraciones para construir una novela negra. En mi opinión no es la mejor, la trama está más diluida y menos elaborada; sin embargo es un digno colofón a una serie excelente y que tiene en sus primeras novelas, sobre todo hasta “El policía que ríe” y “El coche de bomberos que desapareció” sus momentos más sublimes.

Comentario personal/crítico

Como dice Liza Marklund en el prólogo de “El asesino de policías” : “La pareja Sjöwall-Wahlöö estableció un nuevo estándar para la narrativa político-criminal, conjugando una alta calidad literaria con hábiles intrigas dramáticas, así como añadiendo un compromiso social que proporcionó un especial ardor a sus páginas. La combinación de su gran éxito creo que radica en la combinación de estos tres factores, y el tercero es quizás el más importante”

Totalmente de acuerdo en lo que comenta Marklund, la pareja sueca aspiraba a que sus novelas se convirtieran en una forma de denunciar las injusticias sociales y fueron transformándolas,  partiendo de la base de novela negra norteamericana, en este tipo de novela de denuncia sin olvidar, claro, está, la trama policíaca. Quizá añadiría dos detalles más: los personajes, gracias a la coralidad que manejaron, todos ellos evolucionaron y es imposible olvidarse ahora de los entrañables Beck, Koellberg, Larsson, Melander o Rönn, verdaderos protagonistas de todas las historias; el segundo detalle es el sorprendente buen humor, con escenas dignas de los hermanos Marx que no puedo negar que me sacaron carcajadas.

Creo que he relatado con exactitud las virtudes de estos clásicos de la novela policíaca europea y mundial. Si alguno no los ha empezado a leer, es un momento excelente para disfrutarlos. Son grandes, muy grandes. Los echaré mucho de menos. Han sido muchos años y muchas sensaciones.

 

PS: Los párrafos citados pertenecen a las ediciones de RBA en su serie negra de “Los Terroristas” y “El asesino de policías” de la traducción del sueco de Elda García-Posada.

“The teleportation accident” de Ned Beauman

The Teleportation AccidentNo hace mucho estaba hablando de la ópera prima de Ned Beauman “Boxer, Beetle” ; en su reseña me despachaba a gusto con todas sus virtudes; de ahí que me decidiera a ponerme con su segunda obra, “The teleportation accident” que, además, ganaba el Golden Sark para el imprescindible lector Jónatan Sark  en sus premios del año pasado. La descripción de la solapa, y la propia portada, me cautivaron:

“From de author of the acclaimed Boxer, Beetle comes a historical novel that doesn’t know what year it is; a noir novel that turns all the lights on; a romance novel that arrives drunk to dinner; a science fiction novel that can’t remember what isotope means; a stunningly inventive, exceptionally funny, dangerously unsteady and (largely) coherent novel about sex, violence, space, time, and how the best way to deal with history is to ignore it.”

En esta obra, Beauman parte de una base histórica (Berlin, 1931) y utiliza a uno de esos personajes inolvidables por lo enervantes que resultan, Egon Loeser (no puede ser casualidad que su nombre se derive de “Ego” y “Loser”). Es un perdedor obsesionado por dos temas: el científico Lavicini, al cual intenta replicar en su experimento de teleportación con efecto, más bien adversos en alguno de sus compañeros:

“Whatever the truth, that was Lavicini’s Teleportation Accident. As for Loeser’s Teleportation Accident, that wasn’t nearly so bad. Nobody died. The Allien Theatre was not rended apart. Klugweil just dislocated a couple or arms.”

Y, ¡cómo no!, por el sexo, o más bien su falta de él:

“The fact that you are so neurotic about your past lovers makes it both fortunate and predictable that you have so few of them. It’s one of those elegant self-regulating systems that one so often finds in nature.” “I can’t lose this break-up. We’ve all seen what happens to the defeated.” “You didn’t even like her.” “I know. But at least she had sex with me. And it was really good. When am I ever going to have sex with anyone again?” I mean, without paying. Honestly- when? Sometimes I wish I was queer like you. I’ve never seen you worry about all this. Upon how many lucky pilgrims have you bestowed your blessing this year?”

Lo que empieza como una comedia adolescente en el tiempo se va transformando en relatos de distintos géneros, que van desde el simple relato histórico hasta lo noir, pasando por la ciencia ficción; mezcla de géneros que es marca de la casa, y que, como ya he comentado en alguna otra ocasión,  deviene en una narración caracterizada por su ingenio, multirreferencialidad y capacidad de innovación; reforzando su carácter metaficcional. Sólo tenemos que comprobar, en palabras del protagonista, su opinión por la historia:

“History is a sort of fantasy, and Fantasy softens the blow.”

En esta ficción, no puedo negar que me ganó definitivamente en el momento en que encuentra una carta de Lavicini a Nicolas Sauvage para entrar en los terrenos del terror y la ciencia ficción: “Nicolas, my dear friend, mark this: if you persist in your intention to conquer those… dark lower depths, then you will soon find yourself entombed in them. I know it is your proud belief that man should be free to make these –I haven’t been able to work out quite what this next phrase means- unprecedented travels? (ese aviso en la intención de conquistar aquellas bajas y oscuros abismos en los que te puedes sentir como enclaustrado en una tumba, esos viajes sin precedentes, no creo que sea el único que pensó en Lovecraft y sus terrores primigenios y primordiales).

Sensación que se vio corroborada en la segunda parte “Ten pins in a map”  ambientada en Los Ángeles gracias al librero Blimk: “Blimk held up a magazine. It was called Astounding Stories, and on the cover was a lurid painting of a big green blob with lots of eyes and tentacles chasing two explorers through an icy cave, above a banner advertising a serial called “At the mountains of Madness” by H. P. Lovecraft.”

“Who’s H.P.Lovecraft?” “Fella from Rhode Island. Writes stories about monsters from other dimensions. Cults. Human sacrifice. Alien Gods. They’re pretty good.”

De ahí hasta el final todo es posible, viajes en el tiempo y en el espacio, asesinos en serie, amor y… como colofón, una cuarta parte  llamada “Zeitgeisterbahnhöfe (four endings)” donde se suceden cuatro conclusiones:

En uno de los finales, el de Washington de 1947 Loeser acabará diciendo sobre la historia…

“THE CHIEF INVESTIGATOR: So what you’re contending, Mr Loeser, is that history is a nightmare from which you are trying to awake?

MR LOESER: No. History is an alarm clock I want to throw through the window”

Por si aún no nos había quedado claro que la historia es un simple pretexto para construir su ficción.

Los otros finales, bastante sorprendentes, sobre todo el último, los dejo para quien se atreva a leer esta pequeña maravilla de novela contemporánea que aún no está disponible en castellano, sólo es posible leerla en su lengua original; yo creo que, si hay que hacer el esfuerzo, mejor hacerlo con esta. No exagero al considerar que, con lo buena que era su ópera prima, posiblemente esta sea aún mejor. Habrá que esperar la siguiente, el listón se ha puesto muy alto, esperemos que se supere aún más.

“Integridad” de Luisfer Romero Calero

integridadEn “Ubik”, una de las obra maestras de Philip K. Dick, me llamaron la atención estos “momentos”:

“-El día menos pensado, la gente como yo se rebelará –le contestó airado Joe-, y habrá llegado el fin de la tiranía de la máquina homeostática. Habrá llegado el día de los valores humanos, de la piedad y del calor afectivo; ese día, cualquiera que como yo las haya pasado moradas y necesite un café para tenerse en pie y seguir funcionando mientras deba funcionar, podrá tomar su café caliente tanto si tiene un contacred a mano como si no.”

“-Me decidí por Ubik después de probar otros soportes de realidad débiles y anticuados. Mis cacharros de cocina se convertían en un montón de herrumbre. Los suelos de mi apartamento se hundían, y un día mi marido, Charley, agujereó con el pie la puerta del dormitorio. Pero ahora uso el nuevo Ubik, potente y económico y me da un resultado maravilloso.

“[…] Pat Conley, una mujer que no conocíamos y cuya facultad no entendíamos.[…] Es una habilidad relacionada de alguna manera con la reversión del tiempo, no exactamente la capacidad de viajar por él. […] Se ha reiniciado el flujo temporal normal, el que avanza; vamos de nuevo hacia el futuro partiendo del pasado.

Luisfer Romero (a.k.a “Ubik” en el Focoforo) hace su prometedor debut literario con la  novela corta “Integridad”, debut que se me antoja más allá de lo prometedor. En esta novela plantea igualmente un mundo dixtópico donde ha habido una tercera guerra mundial y en el que  Eric Burton es un alto rango del Organigrama (la Sociedad de Ubik?), institución juvenil que hace labores humanitarias en las zonas más devastadas. Los ecos con la novela de Philip K. Dick, y de otras suyas, son evidentes, no se puede negar. Pero Luisfer no se conforma con homenajearlo sino que la dota de una personalidad propia que, sorprendentemente, se refleja hasta en el estilo (ese capítulo seis donde se enreda en un monólogo interior; un flujo de pensamientos que, en el siete, lo adapta a manera de flashbacks que le sirven para montar el pasado del personaje principal).

Elige una narración en primera persona a través de Eric Burton, narrador poco fiable; y propone una sociedad distinta gracias a plantear un posible futuro atemporal:

“-Vivimos en una sociedad en la que la información tiene libre albedrío. Nada mas nacer, como ciudadano de Murrayland, aceptaste involuntariamente que tu información personal quedaría al descubierto. Es cierto, unos se enteran de la verdad. Otros no. Claro que uno puede usar la información como le convenga.”

“Conocía las Reglas Imprescindibles. En el apartado  3, se decía: No hay una persona mejor que otra. Si todos los hombres y mujeres del planeta se pusieran de dos en dos en una balanza que midiese las virtudes y defectos, y valía personal, dicha balanza siempre estaría en equilibrio.”

“-Es curioso, ¿no? Que en una época como ésta, la música, y el arte en general, sigan siendo tan importantes. –No en todo el mundo –apuntó Elle-. Si fuera porque a Murray se le ocurrió subvencionar a los artistas…”

ubikEsa sociedad pragmática se plantea el problema del tercio (un “tercio de nuestra vida durmiendo”) y la solución que plantean ante esta “pérdida de tiempo” es terrorífica de por sí:   “encontraron una manera de acostumbrar al cuerpo a dormir exactamente 119 minutos. Antes, cuando se dormía, se completaban 5 o 6 ciclos del sueño. Ahora nos basta con uno. Hicieron pruebas con miles de personas, infinidad de estadísticas, de estudios, y vieron si podían compensar el dormir menos con tomar frecuentemente una sustancia parecida a una vitamina, llamada ambrotos, desarrollada en laboratorios de Asia. Murray aprobó introducir ambrotos en el agua corriente, en todas las comidas y bebidas, para dar lugar a una dosis que nos permitiera dormir solo un ciclo de sueño.” “por alguna razón misteriosa que todavía no ha sido aclarada, nos ayuda a no cansarnos durante el día, pero llegamos más pronto a la teórica vejez que nuestros antepasados”. (¿El ambrotos es el ubik de Luisfer ;-)?)

Con esta base, este heredero de Dick, hace avanzar una historia donde los equívocos se suceden, las tramas se entrelazan, para llegar a un final sorpresivo;  no los avanzaré, porque vale la pena descubrirlos cada uno individualmente. Sí que confirmo que la sorpresa final, estupendamente bien hilada y, como el mismo me confirmó, pensada desde el principio, está bien cerrada. Las pequeñas dudas de estilo (aún así no mal solventadas) y la sobreexplicación final para conseguir un final más edulcorado y cerrado no ensombrecen una obra estupenda que ya empieza a ser reconocida (no en vano optará al premio Ignotus a la mejor novela corta) y que recomiendo sin dudar.

Qué mejor que acabar con una cita que, en la obra, cierra el círculo con el capítulo inicial: Y aunque no te sirva de nada correr, hazlo. Corre como si fuera el último día de tu vida. Corre como si tu familia, todo lo que pienses, todo lo que eres, todo aquello que amas, dependiera de ello.” Sí, Luisfer, corre, sigue tu camino y que podamos seguir disfrutándolo.

“La escoba del sistema” de David Foster Wallace

escobaLa publicación de “La escoba del sistema” de David Foster Wallace (en adelante DFW) llama especialmente la atención, en mi opinión, por dos particularidades fundamentales que rodean la edición:

-Uno, el nacimiento y consolidación (después de “Conversaciones con David Foster Wallace”) de una oferta literaria de calidad a través de la editorial “Pálido fuego” y de su traductor José Luís Amores. En su web podéis pasar a echar un vistazo y comprobar si os gusta lo que ofrecen.

-Dos, la publicación de la primera obra de un autor al que ya se le han publicado la mayoría de sus libros en otra editorial española (Random House Mondadori).

La mayoría de los grandes conocedores de DFW ven esta publicación “a posteriori”,  una vez leído todo lo posterior. En mi caso, empiezo prácticamente con ella su lectura cronológica incluida en mi proyecto, con lo cual mi visión será muy distinta del resto, o no. Solo conocía su magnífico e intenso libro de ensayos “Algo supuestamente divertido y que no volvería a hacer” donde abrumaba con su sana combinación de erudición y buen humor.

“-Una historia, por favor.

-¿Una historia, aquí?

-Tengo muchas ganas de una historia. Tal vez una historia haga que te olvides de tus oídos.”

“-Bueno, me gustan las historias. Y a Rick también le gustan. Creo que esa es una de las razones por las que parece que nos llevamos tan bien. Pero lo que en realidad le gusta a Rick es contarlas. A veces, cuando estamos juntos, él simplemente me cuenta historias, todo el tiempo. De las que le envían…. “

“-Rick, ¿cómo se supone que sé si algo es mordaz o tonto? No sé nada de literatura.

-A, la enorme mayoría del material que circula por aquí ni siquiera se acerca a la literatura, y b, ¡genial!

-¿Qué es genial?

-Que no sepas nada de literatura, o como mínimo que creas que no sabes. Significa que eres perfecta: fresca, intuitiva, separando la paja estética de tu pelo….”

“No sabes la clase de cosas que recibo de gente que está meramente… interesada. Y tristes, historias tristes. ¿Qué ha pasado con las historias felices, Lenore? ¿O con al menos moralidad? Me lanzaría con voracidad sobre uno de los textos didácticos salingerianos tipo “el consuelo se encuentra en el lugar más improbable” de los que recibía a docenas en Hunt and Peck. Me preocupan los chicos de hoy día. Esos chicos deberían estar fuera bebiendo cerveza y viendo películas y asaltando medias y perdiendo la virginidad y contorsionándose con música provocativa, no inventando historias largas, tristes y enrevesadas. Y por norma general son unos mecanógrafos simplemente atroces. Deberían estar fuera divirtiéndose y aprendiendo a mecanografiar. Estoy bastante preocupado. En serio.”

En los fragmentos anteriores se resaltan los aspectos de los que quería hablar en este pequeño comentario, sobre todo teniendo en cuenta que se ha escrito mucho y muy bien sobre la primera novela del ya fallecido literato norteamericano en blogs y diferentes medios.

En esta primera novela asistimos a una narración postmodernista con retazos, saltos en el tiempo, cambios de perspectiva,… conformando por momentos una “campus novel” desde el comienzo del libro (la infancia de Lenore) hasta el crepúsculo de alguno de sus personajes que vuelve posteriormente a la universidad.

Sorprende la capacidad de fabulación de DFW, de tejer y entretejer historias dentro de la historia principal; este carácter metaficcional, de narración autoconsciente, de recordarnos en todo momento que no es realidad sino ficción; se ve resaltado por el tipo de narración que escogió y le sirve para traer a colación aspectos relacionados con la literatura como la epistemología asociada a ella o la capacidad de crear historias de sus contemporáneos universitarios.

Es curioso que escoja, sin embargo, como personaje principal a una mujer, Lenore Beadsman, que se embarcará en la búsqueda de su abuela que desaparece junto con otros residentes y empleados en Shaker Heights y que se encuentra relacionada con Rick Vigorous de la editorial “Frequent and Vigorous” en la que ella trabaja. Esta viva descripción por parte de Rick nos trae a colación su fuerza vital:

“[…] encima de la cumbre de esa montaña de lo inimaginable estaría el hecho de que yo estuviera enamorado, escandalosa y patética y violenta y completamente enamorado de una persona dieciocho años más joven que yo, una mujer perteneciente a una de las familias más prominentes de Cleveland, que vive en una ciudad propiedad de su padre pero que trabaja respondiendo al teléfono por cuatro dólares a la hora, una mujer cuya indumentaria consistente en un vestido blando de algodón y unas zapatillas altas negras Converse es una constante perturbadora e indescifrable, que, sospecho, se ducha entre cinco y ocho veces al día, que trata la neurosis como un ballenero sus tallas de marfil, que vive con una chica esquizofrénicamente narcisista y una zorra casi seguramente ninfómana como compañera de habitación, y que encuentra en mí, quién sabe por qué, al amante total…. “

Digo que es curioso porque no suele ser fácil escribir a una mujer si no eres mujer, es otro tipo de sensibilidad del que eres consciente cuando lees a escritoras. Sin embargo, me atrevo a asegurar que sale airoso de su dibujo del carácter de la gran protagonista.  La galería de secundarios y resto de personajes es ciertamente reseñable desde el Doctor Curtis, con sus tronchantes sesiones en el diván con Lenore y Rick hasta el locuaz loro Vlad el Empalador, rebautizado como Ugolino posteriormente y su obsesión con el sexo.

A lo largo del libro, se van sucediendo las historias que había mencionado anteriormente para conformar un relato que se caracteriza por los cambios de estilo y de tipo de narración además de lo ya comentado: el final, abierto, desértico, con un predicador desatado, me recuerda a otra obra que ya comenté por aquí, el “Americana” de Don Delillo.

Es significativo que, en el diálogo de Lenore con uno de sus hermanos, este le comente: Todo el mundo aquí tiene un problema. Tú tienes un problema. El mío es ser el Anticristo, ser más o menos un residuo y mantener a mi pierna. Un intelecto mágicamente desperdiciado. Por así decirlo.”

La temprana muerte de DFW nos ha privado del que podría haber sido uno de los mejores narradores vivos, “un intelecto mágicamente desperdiciado”, ya se convirtió, quizá, en el mejor ensayista.

Recomendaciones de clásicos de novela negra

Con la ingente cantidad de novelas policíacas que se están sacando en la actualidad, tendemos a olvidar de dónde venimos; es decir, quiénes son los padres del género; este post busca que no se pierda la perspectiva en este aspecto, entre otras cosas porque un buen gusto literario se construye desde el pasado, desde las verdaderas fuentes originales.

Y digo esto porque no puedo evitar enervarme al comprobar el montón de medianías que se hacen con el corazón de lectores gracias a campañas publicitarias cargadas de sensacionalismo pero sin mordiente ni buen hacer. Esto es patente día a día desde la publicación de los famosos libros de Stieg Larsson, con el caso de la literatura nórdica; me hizo gracia comprobar las últimas manifestaciones de la madre de la novela negra sueca Maj Sjöwall, creadora de la fantástica serie de Martin Beck junto con su marido Per Wahlöö, de la que pronto haré una retrospectiva aprovechando la publicación completa de todos sus libros; la sueca no se casa con nadie y declaraba, sin complejos: “No entiendo el éxito de la novela negra nórdica: le falta calidad”. Tampoco reconoce que tenga discípulos que sigan su legado: “Los libros que me gustaría leer no existen. Escriben historias medio de amor medio criminal en las que no me reconozco. Los autores ya no se interesan por la política, solo por el dinero. En una historia de amor ponen cuatro cadáveres y un policía y ya está: una novela un poco esquizofrénica. Hay menos compromiso político”.

Lo que está ocurriendo es que, con esta vorágine de nuevos títulos, lo nuevo es lo que se lleva, olvidando las raíces; y ocurre no solo en novela negra, sino en todos los géneros,; la mayoría de lectores se enfrasca en la novedad y nunca deja tiempo para recuperar a los clásicos; conclusión final: nunca se lee a los clásicos de cada género y te acostumbras a leer medianías que ponen el listón de lectura a ese nivel, de ahí que cualquier “novelucha” se ensalce a unos límites insospechados teniendo en cuenta la verdadera calidad que atesora.

el-atracador-de-mujeres-9788490063743Todo esto sustenta mi tesis de que, lo que falta, es un poco de visión de las obras que estructuraron y dieron la fama y calidad que merecía al género, de ahí que aproveche hoy para ensalzar a tres de estos autores que no deben permanecer en el olvido, más bien, deberían estar en lo más alto, a pesar de las irregularidades que tengan; hablaré de ellos sacando a colación su última novela publicada por aquí:

“El atracador de mujeres” de Ed McBain (1926-2005), seudónimo del escritor Evan Hunter con el que escribió muchas de sus novelas policíacas, concretamente, las referentes a la serie que le hizo más famoso, las del Distrito 87. En esas novelas McBain inauguró lo que se dio en llamar “novela coral” y que servía para separarse de las típicas novelas de detectives/investigadores  asociadas por defecto al género. Dos son los hallazgos que llevó a cabo en esta serie: 1) El emplazamiento de la comisaría del distrito 87 no está ubicado en una ciudad conocida, en ningún momento se menciona; esta ciudad mítica refuerza la idea de la posible existencia de un cuerpo de policías parecido en cualquier ciudad que conozcamos, es la extensión de este concepto lo que lo lleva a lo mítico y a que nosotros podamos extrapolarlo a cualquier lugar conocido. 2) La mencionada “coralidad”, que consiste, ni más ni menos, en que ningún protagonista lleva la voz cantante como papel principal, sino que todos ellos constituyen, en sí, una coral de secundarios protagonistas, un colectivo sorprendente que puede variar de un libro a otro y en medio de cualquiera de ellos sin que lo veamos venir. Esto es llevado con singular maestría en el primer libro de la saga “Odio” (Cop Hater) (1956) donde los policías empiezan a ser asesinados y no sabemos quién se quedará para las siguientes novelas haciendo gala de suspense y emoción en cada página. Ciertamente puede ocurrir que, al no tener un detective principal, no se logre la necesaria empatía con el lector más típico, pero lo genial de la situación es que el escritor conseguía renovarse en cada novela. “Atracador de mujeres” es una historia bien hilvanada, aunque es bien cierto que se queda un poco atrás del ya mencionado “Odio” o de esa obra maestra posterior que es “Ojo con el sordo”. Lo bueno es que, con suerte podremos ir viendo la evolución que llevó a cabo el autor si las ventas acompañan.

acuestala-sobre-los-lirios-9788490063767“Acuéstala sobre los lirios” de James Hadley Chase (1906-1985), es la última novela publicada del gran escritor inglés de novela negra; clásico entre los clásicos desde la publicación de su excepcional “El secuestro de miss Blandish”, una trama donde la mala leche más hardboiled no ahogaba una trama estupendamente orquestada por el británico. En esta ocasión, tenemos una novela que, aún basándose en elementos clásicos, le sirve para crear una adictiva acción que tiene uno de sus mejores momentos en la parte en que Vic Molloy (el sufrido investigador de circunstancias) es encerrado en un manicomio y cómo saldrá de allí, rodeado por un interno loco y peligroso capaz de matar a una mujer a dentelladas. Es imposible no sorprenderse por los vuelcos de violencia que, en ocasiones, es capaz de mostrar este autor, clasicazo mayúsculo. No dudo que en poco tiempo RBA recuperará para su serie negra la novela que he mencionado anteriormente, mientras tanto podemos disfrutar de esta o de “Un loto para miss Quon” o “Eva”.

algodon-en-harlem-9788490063729“Algodón en Harlem” de Chester Himes (1909-1984), y quería dejar para el final a uno de los grandes padres del género; sobre todo porque este escritor de color no dudó en reconocer la influencia que le produjeron Hammet y Chandler, pero, partiendo de ello creó algo totalmente distinto. Sus novelas están ambientadas en Harlem, el barrio de los negros por excelencia de Nueva York y en ellas se respira, se sufre, se huele, se siente lo mismo que ellos. Qué ejemplo de sabor policíaco es el comienzo de esta novela donde se cocinan unas costillas al mismo tiempo que se produce un tiroteo. Los protagonistas, inimitables, son una potencial fuente de problemas. Se ha optado en esta traducción por mantener los nombres en inglés (“Grave Digger” Jones y “Coffin” Ed Johnson), opción muy respetable y correcta, pero, en mi opinión, se pierde la fuerza que tienen sus nombres para el público general que antiguamente los conoció como “Sepulturero” Jones y “Ataúd” Ed Johnson. Como se les describe en el libro te puedes hacer una idea de su magnitud (“Pero él ya se había ido: un hombre alto, duro, peligroso, que necesitaba afeitarse, vestido con un arrugado traje negro y un viejo sombrero del mismo color, con el bulto de una pistola marcándose claramente en el lado izquierdo de su amplio pecho.”). Tremendas humanidades en busca de la justicia, aunque esta tenga que ser a palos, quizá la única forma posible, en boca de “Grave Digger” Jones: “- La población negra de Harlem tiene el mayor índice de criminalidad del mundo. Solo hay tres modos de enfrentarse a ello: hacer que paguen los criminales (y usted no desea eso), pagar a la gente para que pueda vivir decentemente (cosa que no se hará), o dejar que se maten unos a otros, que es lo que queda.” Este es el mundo que refleja en sus obras Himes, y no hay lugar para medias tintas, pero sí, mucho sabor a buena novela negra.

“El cuento de la criada” de Margaret Atwood

cuentocriadaYa empecé a hablar de Margaret Atwood con esta recopilación de cuentos. Ahora toca meterse en sus garras con una de sus obras más conocidas, “El cuento de la criada”, multipremiada y considerada como una de sus obras de más calidad; curiosamente se trata de una novela de género, ciencia ficción pura y dura, un reflejo de una sociedad distópica futura al estilo de Huxley u Orwell, donde las Criadas, las Esposas y las Tías dominan aparentemente el matriarcado.

Antes de pasar al comentario sobre la misma, tengo que intercalar un hecho muy importante para mí y mi familia en lo personal y que han convertido esta obra en algo aún más especial, por lo emocional que conlleva (afortunadamente se corresponde en este caso con una gran calidad). El mismo día en que estaba leyéndola sucedieron unos hechos sin precedentes: la había empezado hace un par de días pero, sin embargo, ese día no estaba atento, la disfrutaba pero estaba un poco distraído por unos hechos que se solucionaron ese día en el trabajo. Por la tarde, mi mujer rompió aguas y, raudo y veloz cogí el tren de vuelta para recogerla. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando fui consciente de que el capítulo que había dejado para empezar se titulaba “El día del nacimiento” y me encontré precisamente con un párrafo como este donde se relata el nacimiento de una de las Criadas:

“Pero nosotras no prestamos atención a la Esposa, tenemos la mirada fija en Janine. Bajo la luz tenue, ataviada con su traje blanco, brilla como una luna que asomara entre las nubes.

Janine gruñe a causa del esfuerzo.

-Empuja, empuja, empuja –susurramos-. Relájate. Jadea. Empuja, empuja, empuja. –La acompañamos, somos una con ella, estamos ebrias. Tía Elizabeth se arrodilla; en las manos tiene una toalla extendida para sostener el bebé. He aquí la coronación de todo, la gloria, la cabeza de color púrpura y manchada de yogur, otro empujón y se deslizará hacia fuera, untada de flujo y sangre, colmando nuestra espera. Oh, alabado sea.”

Eso fue justo lo que sucedió esa noche, qué casualidad más maravillosa y qué bien reflejada toda la situación, comprenderéis entonces lo especial que se ha vuelto comentarla.

Atwood nos plantea una sociedad futura, Gilead, en la que las mujeres tienen un “aparente” papel primordial, un matriarcado que parece que ha superado la sociedad patriarcal anterior; las Tías se dedican al adiestramiento de las futuras mujeres; las Esposas, vestidas de azul son las cabezas visibles del poder junto con los Comandantes; y las Criadas, reconocibles por ir vestidas de rojo son las que sirven para tener hijos y su papel es ese; sin embargo, podemos comprobar en boca de “Defred”, la protagonista principal, que no todo es lo que parece:

“En este momento me siento desgarrada, exhausta. Me duelen los pechos, incluso me gotean; no es verdadera leche, a algunas nos ocurre. Nos sentamos en nuestros bancos, frente a frente, mientras nos transportan; nos hemos quedado sin emoción, casi sin sensaciones, debemos de ser como fardos de tela roja. Nos duele todo. En nuestros regazos llevamos un espectro, un bebé fantasma. Ahora que el nerviosismo ha pasado, debemos hacer frente al fracaso. Mamá, pienso. Estés donde estés, ¿puedes oírme?  Querías una cultura de mujeres. Bien, aquí la tienes. No es lo que pretendías pero existe. Tienes algo que agradecer.”

Este engaño de matriarcado es, en realidad, un patriarcado encubierto, en el que los hombres utilizan a las propias mujeres para dominarse entre sí, qué mejor que ellas para hacerlo:

“Ahora son las madres, y no los padres, quienes entregan a las hijas y facilitan los arreglos de las bodas. Los matrimonios, por supuesto, están concertados. Hace años que a estas chicas no se les permite estar a solas con un hombre; de alguna manera durante mucho tiempo a todas nos ha ocurrido lo mismo.

¿Tienen edad suficiente para recordar algo de los tiempos pasados, como jugar al béisbol, vestirse con tejanos y zapatillas, montar en bicicleta? ¿Y leer libros, ellas solas? Aunque algunas no tienen más de catorce años, igualmente recordarán. Y las que vengan después de ellas, durante tres o cuatro o cinco años, también recordarán; pero después no. Habrán vestido siempre de blanco y formado grupos de chicas; siempre habrán guardado silencio.”

Aún así encontrará una pequeña forma de salida, de tiempos antiguos, el enamoramiento con el chófer Nick; que la retrotraerá a tiempos distintos, mejores, tiempos que prometen una esperanza a pesar de la triste situación que está viviendo en Gilead; el amor, entonces, se convierte en elemento posible de salvación:

“Estamos citando frases de películas viejas, de otros tiempos, que ya entonces eran películas antiguas […], resulta asombrosa la facilidad con que acuden a la mente estas bromas trilladas y falsamente alegres de tipo sexual. Ahora comprendo qué sentido tienen, qué sentido han tenido siempre: mantener la esencia de cada uno fuera de peligro, encerrada, protegida.

Estoy triste, la manera de hablar de ambos es infinitamente triste: una música que se desvanece, flores de papel que se marchitan, raso desgastado, el eco de un eco. Todo ha terminado, ya nada es posible. De pronto me echo a llorar.”

Atwood nos ofrecerá casi al final un capítulo llamado “El salvamento” que se convierte en una paradoja, ya que resulta la condena de una mujer, con un estallido de violencia brutal, narrado con especial viveza, que desencadena el maltrato físico de las mujeres que se unen aún más, reforzando el colectivo que está siendo dominado. El relato acaba con un atisbo de esperanza del que no tenemos noticia definitiva hasta el epílogo final.

Este sorprendente epílogo de notas históricas tiene lugar años después de haber sucedido en los eventos narrados, a modo de flashback en toda la primera parte, es una conferencia en una universidad y el ponente se refiere a esos hechos como algo improbable ya; cómo habrá podido ocurrir, las bromas del conferenciante y los asistentes se suceden y por ello resulta aún más macabro y terrorífico todo; creo que Atwood es totalmente consciente de la posibilidad de que existan sociedades de este estilo, deshumanizadoras, vejatorias y salvajes; “el hombre es un lobo para el hombre”, y este epílogo sirve para reforzar este terrible hecho; no en vano hay dos momentos  a lo largo del flashback, que creíamos el presente, en lo que se comentan las dos siguientes afirmaciones:

“Pero ¿quién puede recordar el dolor una vez que este ha desaparecido? Todo lo que queda de él es una sombra, ni siquiera en la mente o en la carne. El dolor deja una marca demasiado profunda para que se vea, una marca que queda fuera del alcance de la vista y de la mente.” 

“La humanidad es muy adaptable decía mi madre. Es sorprendente la cantidad de cosas a las que llega a acostumbrarse la gente si existe alguna clase de compensación.”

En efecto, es increíble a lo que puede llegar a acostumbrarse la gente si al final saca algo con ello. La lección es clara, lo que no tengo tan claro es si la seguiremos en el futuro viendo lo que se está produciendo en el momento actual.

Abril 2013, un mes dedicado a la literatura de género

Sin duda, marzo ha supuesto coger carrerilla en las lecturas; ya que han aumentado tanto en calidad como en cantidad. De los catorce libros que han caído ha habido de todo; en español, en inglés; de ciencia ficción, histórico, novela negra, comedia; una mezcla que, sinceramente, ha resultado muy fructífera. Paso a resumirlas de modo somero, dado que de algunas ha habido ya reseñas y de otras llegarán más adelante:

“Americana”  del gran Don Delillo , la primera novela del autor norteamericano resultó ser un comienzo brutal, donde ya podíamos ver un escritor maduro, nos mostraba lo que sería su literatura posterior.

“Acuéstala sobre los lirios” de James Hadley Chase, en Abril pondré un comentario sobre él, aprovechando el mes monográfico. Baste adelantar que el británico es un seguro en materia policíaca.

“Asesinato en la oscuridad” de Margaret Atwood, mi debut con ella presagiaba muchas maravillas a descubrir.

“El canto del cisne” de Edmund Crispin, otra inspirada novela de detectives con el gran Gervase Fen, encima ambientada en el mundo de la ópera, mezcla irresistible.

“El cuento de la criada” de Margaret Atwood, la confirmación, en mi caso personal, de una de las más grandes actuales.

“¡Abajo el colejio!” de Geoffrey Willans y Ronald Searle, gamberrada británica ilustrada, divertida, satírica…

“Algodón en Harlem” de Chester Himes, no, ahora no voy a defender al norteamericano, quien no lo conozca todavía, se pierde uno de los más grandes de literatura policíaca.

 “Boxer, beetle” de Ned Beauman, el comienzo de mis reseñas de novelas en inglés; una propuesta arriesgada, una narración contemporánea, una novela actual.

“En la corte del lobo” de Hilary Mantel, ¿quién ha dicho que la novela histórica no puede ser interesante?, ¿quién ha dicho que no se puede contar el período de los Tudor otra vez y no aburrir?

“Ubik” de Philip K. Dick, apasionante muestra de la mejor ciencia ficción, hay vida más allá de “Blade Runner”.

“Integridad” de Luisfer Romero Calero, me extenderé este mes, debut excepcional de uno de los hijos bastardos de Philip K. Dick.

“El asesino ciego” de Margaret Atwood, sí, una obra perfecta, ya hablaré ya…

“The teleportation accident” de Ned Beauman, segunda obra del escritor británico, un festín literario en todos los sentidos.

“La saga del sagú de Slatery” de Flann O’Brien, póstumo comienzo de una serie de novelas que prometían… pero que no pudo acabarlas por su temprana muerte. Una lástima…

Para el mes de abril me apetece un montón olvidarme un poco de mi proyecto literario y dedicarlo a la novela de género; caerán lecturas de todo tipo, con predilección por la novela negra/policíaca; pero también habrá ciencia ficción, aventuras, etc… los motivos para realizar este monográfico son, más o menos, los siguientes:

-Acumulación de títulos, de esta manera liberaré la ingente pila de libros pendientes.

-Necesidad de centrarme en la carrera el tiempo disponible, leeré los títulos que me quedan en inglés. De ahí que necesite alternarlo con títulos más ligeros y fáciles de leer.

-Darle la importancia que se merece a este tipo de literatura, poner un granito de arena a impedir que sea denostada sistemáticamente por no ser “literatura”.

Entre los libros que caerán, echad un vistazo a mis últimas adquisiciones….

2013-04-04 23.04.19

Sí, varias de ellas van a ir, y algunas de las que tengo ya por aquí. Como no sé por dónde concluirá el tema, prefiero dejarlo ahí. Será sorpresa tras sorpresa. Será un mes fantástico para introducirse en nuevas historias, nuevas fabulaciones. Eso es literatura.

“En la corte del lobo” de Hilary Mantel

en-la-corte-del-lobo_9788423323456Aunque no suelen gustarme las novelas de ambientación histórica, sí que es cierto que hay períodos que, aunque no sea mi campo de interés, me atraen más de lo habitual y tolero libros relacionados con ellos. Este es el caso de la fascinante etapa de los Tudor, ambientada durante el reinado de Enrique VIII, de ahí que me atrajera inicialmente el título del que vengo a hablar hoy: “En la corte del lobo” de la multipremiada Hilary Mantel que, además, ganó por esta novela el Man Booker (y ya puestos por la posterior, que leeré en un futuro próximo).

Esta etapa, ciertamente, ha sido contado de mil maneras posibles; tanto a través de otras interpretaciones literarias como por adaptaciones a la pequeña y la gran pantalla como la famosa serie de televisión “Los Tudor” con Jonathan Rhys-Meyer como Enrique VIII, de no hace mucho tiempo. Por lo tanto, ¿qué añade este libro publicado en 2009 a todo lo que ya se ha hecho sobre la misma etapa?

Lo que llama más la atención es la perspectiva escogida por la escritora británica, el punto de vista de toda la narración es el hijo de un herrero, Thomas Cromwell, de origen humilde, y que se irá convirtiendo en la mano derecha del rey y que moverá el reino a su antojo; en las primeras páginas tenemos una descripción que nos sirve para hacernos a la idea de lo que es nuestro protagonista:

“Thomas Cromwell ya tiene más de cuarenta años. Es un hombre de constitución fuerte, aunque no alto. Su rostro dispone de varias expresiones, y una es legible: una expresión de alegría contenida. Tiene el pelo oscuro, tupido y ondulado, y unos ojos pequeños, de mirada muy penetrante, que se iluminan en la conversación: eso nos contará muy pronto el embajador español. Se dice de él que sabe de memoria el Nuevo Testamento en latín, y que gracias a ello tiene siempre a su disposición como sirviente del cardenal una cita oportuna cuando los abades titubean. Habla con gravedad y rapidez, sus modales indican seguridad; se siente en casa en la sala de un tribunal y en un muelle, en el palacio del obispo y en el patio de una posada. Sabe redactar un contrato, adiestrar un halcón, trazar un mapa, detener una pelea callejera, amueblar una casa y encandilar a un jurado. Sabe emplear citas alusivas de los autores de la Antigüedad, desde Platón a Plauto y viceversa. Trabaja todas las horas del día, desde que se levanta hasta que se acuesta. Gana dinero y lo gasta. Acepta toda clase de apuestas.”

La escritora británica escogerá un narrador omnisciente pero dando todo el protagonismo a este carácter al que se refiere siempre, curiosamente, en tercera persona (“él” o “he”en inglés) que causa en la mayoría de los lectores confusión a pesar de reforzarlo en ciertas ocasiones con un Cromwell a continuación. No creo que exista tal confusión, ya que, desde el principio, lo hace de esta manera; sí que entiendo que la mayoría de los lectores esperan que sea el rey al que se refiera en tercera persona y por eso el lío.

El resto de figuras tienen tratamientos más acordes con lo que ya conocemos de otras interpretaciones; tenemos el caso del manipulador, conspirador y maestro de nuestro protagonista, el arzobispo y después cardenal Wolsey, en el siguiente párrafo vemos a pequeña escala lo que luego será el secretario:

“Y todos los desenlaces son posibles, todos pueden manejarse, e incluso manipularse hasta que resulten deseables: oración y presión, presión y oración, lo que ha de pasar, pasará por designio divino, un designio reenfocado y rediseñado mediante útiles enmiendas por el cardenal. Al principio solía decir: “Haremos esto y aquello”. Ahora dice: “Esto es lo que haré”.

Tampoco vacila en la forma de dibujar a Ana Bolena, la siguiente descripción es sintomática de la fuerza del carácter de la futura reina que no duda en masacrar a Catalina de Aragón y su hija María:

“Yo soy Jezabel. Vos Thomas Cromwell, sois los sacerdotes de Baal –dice Ana con ojos centelleantes-. Como soy mujer, soy el medio por el que entra el pecado en este mundo. Soy la fuerza del demonio, la vía de acceso del maldito. Soy el medio por el que Satanás ataca al hombre, al que no era lo suficientemente audaz para atacar directamente, solo a través de mí. En fin, esa es la idea del asunto. La mía es que hay demasiados sacerdotes con escasa cultura y trabajo todavía más escaso. Ojalá el papa y el emperador y todos los españoles estuviesen en el mar y ahogados. Y si hay que arrojar a alguien por la ventana de un palacio…, alors, Thomas, sé muy bien a quién me gustaría arrojar. Salvo que en la niña María los perros no encontrarían ni pizca de carne que mascar. Y, en cuanto a Catalina, está tan gorda que rebotaría.”

Estas son las bases sobre las que la inglesa construye una trama con un cuidado del detalle histórico exhaustivo y que sabe contar lo que ya se ha contado en otras ocasiones como si fuera prácticamente nuevo y, desde luego, ameno; a pesar de la densidad de personajes y subtramas que se originan y que pueden echar para atrás a más de un lector no avezado en lides de estas características. Quizá lo más polémico es el retrato del ultraconservador-ortodoxo Thomas Moro y me imagino que causó impresión en su momento; me parece una visión distinta pero, por supuesto, vivificadora, que complementa aún más una etapa histórica tremendamente folletinesca y conspiranoica.

Quería terminar mi recomendación de esta maravilla citando uno de los párrafos finales donde nos da la clave de lo que es el poder, eso a lo que no llegaremos ninguno y que, al fin y al cabo, da la impresión que mueve el mundo:

 “El destino de los pueblos se hace de este modo, dos hombres en habitaciones pequeñas. Olvida las coronaciones, los cónclaves de cardenales, la pompa y los desfiles. Así es como cambia el mundo: la carta que se empuja sobre una mesa, un trazo de pluma que altera la fuerza de una frase, el suspiro de una mujer cuando pasa dejando en el aire un rastro de azahar o de agua de rosas; su mano cerrando la cortina del lecho, la discreta visión de piel sobre piel.”

La intimidad de lo minimalista que, paradójicamente, controla el mundo, el destino de los pueblos y los hombres. Excelente.

“The sense of an ending” de Julian Barnes

sense-of-an-ending1Me adelanté a la asignatura de literatura inglesa, sí, no lo pude evitar; se supone que tenía que leer una obra de Julian Barnes para el trimestre final, pero la aparición de su última obra en España me motivo para leerla en inglés; y además, no era demasiado larga. Así que aprovecharé para utilizarla en mis reseñas sobre obras en inglés inaugurada con la increíble “Boxer, Beetle” de Beauman.

“The sense of an ending” ganó en el año 2011 el Man Booker Prize y se ha publicado, para no anglo parlantes, en España con el sugestivo título de “El sentido de un final” gracias a la editorial Anagrama. Los comentarios serán sobre la obra inglesa, sin tener en cuenta la labor del traductor, evidentemente.

La obra se divide en dos partes muy diferenciadas, la primera, más corta, contiene un flashbacks donde conocemos en primera instancia a los protagonistas, el narrador Tony Webster y sus amigos; entre ello se encuentra el curioso Adrian Finn; la explicación de este flashback nos la da el propio Tony:

“I need to return briefly to a few incidents that have grown into anecdotes, to some approximate memories which time has deformed into certainty. If I can’t be sure of the actual events any more. I can at least be true to the impressions those facts left.”

Hechos de la niñez que se convierten en anécdotas, recuerdos aproximados que el tiempo deforma sin que seamos conscientes de ellos, se convierten en impresiones de los hechos reales, es muy importante tener en cuenta lo que comenta, ya que se convertirá en una de las claves.

No en vano, en boca de su amigo Finn se concreta el verdadero valor de la historia: “History is that certainty produced at the point where the imperfections of memory meet the inadequacies of documentation.” Esa certeza en medio de las imperfecciones de los recuerdos y lo inadecuado de la documentación oficial.

El narrador corrobora esta sensación: “Again, I must stress that this is my reading now of what happened then. Or rather, my memory now of my reading of what was happening at the time.” Es muy interesante la segunda parte de la frase ya que, en realidad, constata que un recuerdo ahora es la lectura que tenemos de lo que nos estaba pasando entonces, por lo tanto, el recuerdo, de por sí, es inexacto y no refleja lo que ocurrió realmente.

Esta parte finalizará con el suicidio de su amigo tras haberle comunicado que iba a salir con su antigua novia Verónica. En la parte 2 ya volvemos al tiempo actual; un hecho, dos documentos que la madre de Verónica le deja, harán que vuelva a recordar todo lo que ocurrió en ese momento. Y nos llevará en volandas hacia el sorprendente final, con la amargura del recuerdo real, que le traerá otra persona, de lo que ocurrió y de lo que no era consciente en el momento pasado.

sentidodeunfinalDurante ese camino Barnes jugará especialmente con conceptos extendidos de lo que comenta en la primera parte, así diferenciará entre la juventud y la vejez:

“It strikes me that this may me one of the differences between youth and age: when we are young, we invent different futures for ourselves; when we are old, we invent different pasts for others” (cuando somos jóvenes inventamos futuros, cuando somos viejos inventamos pasados diferentes para los otros).

Me gusta especialmente el tratamiento poco habitual que da a lo nostalgia, ese enemigo del raciocinio:

“[…]Nor do I want to deceive myself sentimentally about something that wasn’t even true at the time –love of the old school, and so on. But if nostalgia means the powerful recollection of strong emotions – and a regret that such feelings are no longer present in our lives – then I plead guilty.”

La mayoría de las veces la nostalgia es el recuerdo de algo sentimental que ni siquiera nos gustaba en ese momento; sin embargo, tiene más sentido definirlo como ese montón de emociones fuertes que ya no están presentes en nuestra vida. Lo mismo sucede con el tiempo y nuestra concepción del mismo:

“But time… how time first grounds us and then confounds us. We thought we were being mature when we were only being safe. We imagined we were being responsible but were only being cowardly. What we called realism turned out to be a way of avoiding things rather than facing them. Time… Give us enough time and our best-supported decisions will seem wobbly, our certainties whimsical.”

Con el tiempo todo lo que creamos que ha sido seguro parecerá voluble e inestable, el tiempo desarma nuestras certezas y nos lleva, inevitablemente al remordimiento:

“And no, it wasn’t shame I now felt, or guilt, but something rarer in my life and stronger than both: remorse. A feeling which is more complicated, curdled, and primeval. Whose chief characteristic is that nothing can be done about it: too much time has passed, too much damage has been done, for amends to be made.” (Un sentimiento primario, mucho más complicado que la culpa o la vergüenza y ante el que nada se puede hacer, ya que, normalmente, el daño se hizo antes de poder solucionarlo.)

Ante la sorpresa final, consecuencia de varias acciones pasadas, entre ellas las del propio Tony, poco se puede hacer; lo mismo suele suceder en nuestras vidas a menos que estemos atentos a lo que realmente estamos haciendo. El tiempo, los recuerdos, el remordimiento…. Sobre ellos, y con mucho humor, hace que reflexionemos Barnes en está gran novela.

“There is accumulation. There is responsibility. And beyond these, there is unrest. There is great unrest.” (Hay acumulación. Hay responsabilidad, y más alla de estos, hay intranquilidad, desasosiego, una gran intranquilidad). 

“Asesinato en la oscuridad” de Margaret Atwood

asesinatooscuridadUna de las muchas asignaturas pendientes en literatura la voy a cubrir con mi reto a tres años  y tiene que ver con la profundización en la carrera literaria de la canadiense Margaret Atwood; nacida en Ottawa en 1939, esta prolífica escritora y crítica, pasa por ser la más importante de Canadá junto con la más que conocida Alice Munro, que también entrará en el reto lector. En España se hizo más famosa por ganar el Príncipe de Asturias de las letras en el año 2008.

Aún así, sus obras, a estas alturas están prácticamente inencontrables, lo que tuve que buscar y rebuscar para conseguir encontrar ejemplares de “El cuento de la criada” o “El asesino ciego” (de próxima aparición en este blog). Afortunadamente, Mondadori en su sello Lumen va a lanzar ahora a finales de marzo la Biblioteca Atwood, con lo que espero que estas obras vuelvan a la palestra; es buena noticia ver algo de todo lo que tiene publicado, a pesar de que es difícil ver todo, debido a su extensión, como ocurre con la sin par Joyce Carol Oates.

Hasta este momento solo había leído algún cuento corto, así que me decidí a empezar con esta recopilación de relatos breves, poemas en prosa, miniaturas, microrrelatos, o como queramos llamarlo; antes de ponerme con sus obras de mayor enjundia. “Asesinato en la Oscuridad” engaña mucho desde su título, mucha gente podría esperar una recopilación de novelitas de misterio, pero no, la cosa no va por ahí, en las cuatro partes de las que consta encontramos relatos de todo tipo y con diversa extensión y sin apenas unión aparente; pero funciona y funciona realmente bien porque Atwood sabe perfectamente lo que tiene que hacer para que un relato funcione, cosa nada fácil, ya que es el género literario que más se acerca a la poesía y los medios que se utilicen en él no tienen nada que ver con las novelas convencionales.

En “El espectáculo de variedades del Victory”, uno de los relatos incluidos en esta pequeña antología empiezas a sentir esa hipnosis que genera su prosa:

“Una mujer empezó de espaldas al público, iluminada por el foco. Lucía unos guantes largos de color blanco y un vestido de noche con mangas negras de gasa que cuando extendía los brazos parecían unas alas membranosas. Utilizaba mucho los brazos y la espalda; pero, cuando finalmente se volvió, resultó que era una vieja. Tenía el rostro empolvado de blanco y los labios pintados de un rojo intenso, pero era una vieja. Me sentí profundamente avergonzada, la cosa ya no tenía gracia, no quería que aquella mujer se quitase la ropa, no quería mirar. Era como si fuese yo y no la mujer del escenario, quien se exhibía y humillaba. Seguro que se burlarían de ella y le gritarían barbaridades, seguro que pensarían que los habían estafado.

La mujer se bajó la cremallera del vestido negro, lo dejó caer al suelo y empezó a mover las caderas. Sonreía y entre los labios pintados de rojo brillaban unos dientes que semejaban unos guijarros de un blanco mate, ella sabía que se trata de una burla, aunque no lo pretendiese, era una broma de otra clase, pero ignorábamos quién la gastaba. La broma consistía en el hecho de que no se trataba de ninguna broma: el cuerpo de allí arriba era auténtico, estaba envejeciendo, no flotaba bajo el foco en algún lugar separado de nosotros; como nosotros, estaba atrapado en el tiempo.

El espectáculo de variedades del Victory se quedó mudo. Nadie emitió ningún sonido.”

Esa última frase refleja exactamente lo que sentí al terminarlo, el silencio reverencial ante un hecho extraño, ante algo que te saca de lo que puedes esperar y que, desde luego, te impacta, como tiene que hacer un cuento.

En el resto de historias tenemos un poco de todo, como ya he comentado, un eclecticismo patente, heredero de sus heterogéneas lecturas que abarcaron todo tipo de géneros, un afán lector que no distinguía entre “bajas” ni “altas” literaturas, sino por historias.

Me encanta cómo en “Novelas de mujeres” define cómo debería ser una novela de mujeres: “Algunas personas creen que una novela de mujeres es cualquier cosa donde no se hable de política. Algunos creen que es cualquier cosa que hable de relaciones. Algunos creen que es cualquier cosa con muchas operaciones, quirúrgicas quiero decir. Algunos piensan que es cualquier cosa que no te ofrezca una amplia visión panorámica de nuestra emocionante época. Yo…, bueno, sencillamente quiero algo que puedas dejar sobre la mesita del café sin preocuparte demasiado de que los niños lo lean. ¿Crees que no es una consideración auténtica? Te equivocas.” O cuál sería la frase que le volvería loca ver escrita en una novela: “Tenía los ojos asustados de un pájaro salvaje” Esta es la clase de frase que me vuelve loca. Me encantaría escribir semejantes frases sin avergonzarme. Me gustaría leerlas sin avergonzarme. Si pudiera hacer estas dos sencillas cosas, creo que pasaría el tiempo que se me ha asignado en esta tierra como una perla envuelta en terciopelo.”

Capaz de lirismo cuando es necesario, me vuelve especialmente loco, su forma de reflexionar en un pequeño cuento sobre la literatura, así en “Finales felices” propone un ejercicio metaficcional de plantear diferentes finales a una historia partiendo de los mismos datos; llega al final con la siguiente conclusión: “Ya basta de finales. Los principios son mucho más divertidos. Es bien sabido, sin embargo, que a los verdaderos expertos suele gustarles la parte central porque es aquella con la que resulta más difícil hacer algo.

Eso es todo lo que puede decirse acerca de los argumentos, que en cualquier caso son una cosa detrás de otra, un qué y un qué y un qué.

Ahora prueben con el cómo y el por qué.”

Cada persona que lea esta recopilación se motivará especialmente con cada uno de ellos y cualquier relectura permitirá diferentes variaciones sobre lo que pienses, esta es la riqueza de los libros; Atwood lo sabe muy bien y lo sabe transmitir como las más grandes.

No quiero alargarme más en esta reseña, es mejor que vayáis a por él y lo disfrutéis; aunque me gustaría acabar con esta frase del relato “Una parábola”: “Pregúntame más bien quién eres: cuando entras en esta habitación por la puerta que no existe, no es a mí a quien veo, sino a ti.” Al fin y al cabo, nos vemos reflejados en esa habitación que constituyen los libros de esta genial escritora canadiense.