H de Halcón de Helen MacDonald. Intimismo conmovedor

halcon_spa_provDecía una “crítica” (de esas tan de moda) que tenía esperanza en la humanidad porque aparecían entre los más vendidos los últimos libros de Franzen y Mendoza. No puedo estar más en desacuerdo con ella, si esto es lo que más vende (del resto ni mentarlos) estamos en la misma situación de siempre. Yo me sentiría más esperanzado si aparecieran Los desafortunados de B.S. Johnson  o el libro que os traigo hoy: H de Halcón de Helen MacDonald.

No digo que sean malos libros, pero, desgraciadamente redundan en un aspecto que considero bastante pernicioso: lo banal de la socialización lectora. No son pocas las iniciativas que salen al respecto, siempre tengo sentimientos encontrados con ellas. Utilizaré el ejemplo de los clubes de lectura, que animan a leer pero que tienden a homogeneizar las obras escogiéndolas compatibles con todos los integrantes. El problema, en mi opinión, surge con el propio hecho de leer; considero que la lectura es una actividad individual que origina sensaciones individuales que depende, en gran medida, del fondo lector de cada persona y del momento personal de cada uno. Cada persona lee y siente de una manera diferente un libro y eso no es unificable en un club de lectura. Lo habitual es que deriven en una opinión generalizada y, de esta manera, se tiende a elegir lecturas que sean fácilmente socializables.

El marketing descomunal realizado con ellos causa el que se conviertan en elecciones corrientes, puesto que te ofrece la oportunidad de comentarlo con otros lectores,  por estar a la última, y el ruido que llevan per se enmascara propuestas más intimistas y arriesgadas como es el caso de los dos que comentaba: dos experiencias vitales, narradas de formas distintas, y que reflejan cómo afrontar la muerte. No descarto que su problema, posiblemente, sea el temor que lleva ímplicitamente afrontar la muerte, pero no es desdeñable el enmascaramiento  que producen los “bocinazos” de los bestsellers.

Helen MacDonald (1970) es escritora, poeta, ilustradora, historiadora y profesora del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Cambridge y fue la creadora de este H de Halcón, que ganó el año pasado el premio más importante de obras de no ficción anglosajonas: el premio Samuel Johnson. Al hilo del anuncio del ganador en este artículo del Guardian uno de los jueces comentaba al respecto dos temas que me gustaría mencionar: 

“It is very extraordinary because some people call it a wildlife book but of course it is much more than that. It’s a memoir of mourning, a history of falconry, and has this wonderful special vocabulary of falconry. The book is interesting linguistically and interesting technically. Helen describes the process of training a hawk so vividly, you are right there with her. At one point she talks about holding the hawk Mabel and says she can feel her heart had synchronised its beating with the heart of the terrified hawk. It is wonderful.”

“It is certainly a very unusual book,” she said. “As part of the judging process we each made a pitch for our top books, and it was very quickly apparent that Helen’s book was coming out above all the others. It just fitted every criteria we were looking for – everything from originality and beauty of writing and even considerations such as, ‘if you had one book to give a friend which would it be?’, and ‘which book do you think will still be read in 20 years’ time?’”

helen-macdonaldEn el primer párrafo se comenta  la mezcla de géneros, recordemos que trata de la historia autobiográfica de la autora que, a la muerte de su padre, decide adiestrar un azor y esto le sirve para superar la situación. Tal premisa esconde el relato de la propia autora y de su relación con su padre, el adiestramiento del halcón y la historia de un fracaso: el adiestramiento paralelo del escritor T. H. White. A pesar de la aparente simpleza inicial el relato es rico en vocabulario y técnicas empleadas sin olvidar un lirismo subyugador.

El segundo párrafo trae a colación su “inusual” propuesta como elemento diferenciador y, sobre todo, dos preguntas que me encantan y las que respondería afirmativamente. Sí lo recomendaría a un amigo y estoy seguro que seguirá leyéndose dentro de veinte años.

Esta extensa introducción me sirve para iniciaros en algunos de los diversos textos de la obra que me ayudarán a realizar un pequeño análisis (de las muchas posibilidades que ofrece).

Dos recuerdos sirven para que MacDonald plantee la situación. Ambos recuerdos anidan su subconsciente con la imagen de su padre y con su actuación futura. En el primero de ellos se reproduce una imagen de su infancia: la visualización de un gavilán con su padre al lado:

“Un gavilán, ligero como un juguete de madera de balsa y papel maché, pasó como un rayo a la altura de mi rodilla, planeando sobre unas zarzas y luego perdiéndose entre los árboles. Lo miré alejarse, ensimismada en rememoraciones. Este recuerdo era incandescente, irresistible. El aire olía a resina de pino y al vinagre alquitranado de las hormigas rojas de la madera. Mis pequeños dedos de niña aferraban la cadena de plástico de unos prismáticos de Alemania oriental que colgaban, pesados, de mi cuello. Me aburría. Tenía nueve años. Papá estaba de pie a mi lado. Buscábamos gavilanes. Anidaban, y esa tarde de julio esperábamos el tipo de avistamiento que a menudo nos ofrecían: un emerger como de submarino entre las copas de los pinos al alejarse; un atisbo de ojo amarillo; un pecho barrado contra las agujas de pino en movimiento o una rápida silueta recortada contra el cielo de Surrey.”

El segundo, más unido a lo que sentía estando con su padre, tiene que ver con una enseñanza, el cómo, cuando tienes muchas ganas de que algo se produzca, debes esperar, tener paciencia hasta que ese hecho ocurra. Aprender la virtud de la paciencia.

“Pero cuando tienes nueve años, no se te da bien esperar. Yo golpeaba la base de la valla con mis botas de goma. Me movía y distraía. Suspiré. Me colgué de la valla agarrándola con los dedos. Y entonces, mi padre me miró, entre exasperado y divertido, y me explicó una cosa. Me explicó la paciencia. Dijo que lo más importante de todo lo que tenía que recordar era lo siguiente: que cuando tenías muchas ganas de ver algo, en ocasiones lo que tenías que hacer era quedarte muy quieta en el mismo sitio, recordar lo mucho que querías verlo, y tener paciencia.”

Dos ingredientes que son recordados sin sentimentalismo pero que establecerán su modo de actuar, sobre todo tras una situación que no termina de normalizarse; en el siguiente párrafo consigue reflejarlo de manera muy poética, en el final aparece la salida… el azor, en lontananza:

“Terminaba julio y me había convencido a mí misma de que había vuelto a la normalidad. Pero el mundo a mi alrededor era muy extraño. La luz que llenaba mi casa era profunda y lívida, mitad magnolia, mitad agua de lluvia. Las cosas reposaban bañadas en ella, oscuras y muy quietas. En ocasiones sentía como si estuviera viviendo en una casa en el fondo del mar. Había presiones imperceptibles. Goteos en las cañerías. Me sobresaltaba el sonido de mi propia respiración. Había algo más allí, algo junto a mí que no podía ni ver ni tocar, una cosa a una fracción de milímetro de mi piel, algo que estaba inmensamente mal y hacía que la distancia que me separaba de los familiares objetos de mi casa fuera infinita. Lo ignoré. Estoy bien, me dije a mí misma. Estoy perfectamente. Y caminaba y trabajaba y limpiaba y hacía té y limpiaba la casa y cocinaba y comía y escribía. Pero por la noche, cuando la lluvia marcaba puntos de luz anaranjada contra los cristales, soñaba con el azor deslizándose entre el aire húmedo  a otro lugar. Y quería seguirlo.”

Me encantan los paralelismos que va estableciendo en el libro con la vida y obra del escritor británico T. H.White; es la historia de un fracaso (no consigue el adiestramiento)  que le ayuda a la escritora a solucionar sus propias dificultades, en el siguiente texto se refleja la soledad del autor expresada en esa incapacidad de enamorarse que le lleva a hacerlo de alguien que no le haga daño. Macdonald escogerá otro camino, más doloroso, con el adiestramiento del azor:

“En England have my bones, White escribió una de las frases más tristes que he leído jamás: “Enamorarse es una experiencia desoladora, excepto cuando uno se enamora de un paisaje.” No podía concebir un amor humano correspondido. Tuvo que desplazar sus deseos hacia el paisaje, esa gran tabla rasa que no puede devolverte el amor que le das, pero tampoco hacerte daño.”

La presentación del azor es impactante, si tomamos el referente en inglés:

“a conjuring trick. A reptile. A fallen angel. A griffon from the pages of an illuminated bestiary. Something bright and distant, like gold falling through water.”

La traducción (nada mal realizada) expresa a la perfección esa mezcla de magia, mitología y violencia:

“Es un truco de magia. Un reptil. Un ángel caído. Un grifo sacado de las páginas de un bestiario medieval iluminado. Algo resplandeciente y lejano, como oro hundiéndose en el agua. Una marioneta rota de alas, patas y plumas empapadas de luz. Lleva pihuelas, y el hombre las tiene sujetas. Durante un horrible y largo momento está colgada boca abajo, con las alas abiertas, como un pavo en una carnicería, solo que tiene la cabeza vuelta hacia arriba y está viendo más de lo que ha visto en toda su corta existencia. Su mundo era su criadero, que no era mayor que el salón de una casa. Y luego fue una caja. Pero ahora es esto; y puede verlo todo; la fuente de la luz que reflejan las olas, un cormorán que se sumerge a unos cien metros; motas de pigmento encerado en las filas de coches aparcados; colinas lejanas y los brezos que las cubren y kilómetros y kilómetros de cielo, donde el sol se alza sobre polvo y agua y transitan formas ilegibles que son restos blancos de gaviotas. Todo boca abajo y recién estampado en su totalmente conmocionado cerebro.”

0303_mabel-goshawkHasta la elección del nombre del azor cobra, en las palabras de la escritora una indudable subyugación poética, la dicotomía amabilidad-ferocidad se revela como indispensable en la relación con el azor:

“Y allí sentada, mientras doy de comer pedacitos de carne a mi azor, su nombre aparece en mi cabeza. Mabel. De amabilis, que significa adorable o querida. Un nombre antiguo, un poco ridículo, un nombre pasado de moda. Un nombre que tiene reminiscencias de abuela: de antimacasares y té a las cinco. Existe entre los cetreros la superstición de que la habilidad de un halcón es inversamente proporcional a la ferocidad de su nombre.”

El camino más sencillo, y habitual habría sido establecer paralelismos continuos de su relación con el ave rapaz y compararlos con la relación con su padre, otros libros del estilo suelen utilizar esta representación metáforica y es lo más cómodo, lo que espera el lector. Sin embargo, MacDonald establece una dinámica realmente distinta; la trama principal (adiestrar el halcón) solo tiene paralelismo con la historia fallida de White y aprovecha, en momentos específicos, para hacer algún apunte específico que le lleve a su padre; el efecto es que consigue imbuirnos en un mundo sin igual que trata sobre temas abstractos, el vocabulario de la cetrería se une a esta técnica para conseguir un efecto demoledor para el lector que siente como ella cada paso en el duro camino de adiestramiento del azor:

“No estaba adiestrando a un azor porque deseara sentirme especial. No quería que el azor me hiciera sentir que era mi derecho campar por las tierras de mis antepasados más antiguos. No tenía tiempo para la historia, nada de tiempo. Estaba adiestrando al azor para hacer que todo desapareciera.”

Esa desaparición del resto de circunstancias enfoca al lector de tal forma que vivimos cada momento como si nosotros mismos estuviéramos adiestrándolo; el siguiente párrafo lo expresa a la perfección (la comparación con los daimonion de los libros de Pullman es muy pertienente):

“Temía que se desviase, presa de un súbito pavor, y se alejase volando. Pero el batir de sus alas lo llevó directamente a mí, y el golpe de sus fuertes garras aferrando el guante fue un milagro. Siempre era un milagro. Escojo estar aquí, quería decir. No me importa el aire, ni los bosques ni los campos. No había mejor bálsamo para mi dolorido corazón que el retorno de mi azor. Pero ahora ya era muy difícil distinguir entre mi corazón y el azor. Cuando estaba posado a casi veinte metros de distancia en el campo deportivo, parte de mí estaba posada con él, como si alguien hubiera tomado mi corazón y lo hubiera movido a esa distancia. Me recordó a la saga de fantasías infantiles de Philip Pullman Sus materiales oscuros, en la que cada persona tiene un daimonion, un animal que es una manifestación visible de su alma y que la acompaña a todas partes. Cuando alguien se separa de su daimonion, siente dolor. Ese era un universo muy cercano al mío. Me sentía incompleta a menos que el azor estuviera posado en mi guante: formábamos parte el uno de la otra. El duelo y el azor habían conspirado para crear esta situación extraña. Confiaba en que volaría hasta mí tan sencilla y completamente como confiaba en que la gravedad haría caer las cosas. Y tan enraizada estaba la sensación de que el azor volando hacia mí era parte del funcionamiento del mundo que cuando las cosas salían mal, todo el mundo iba mal con ellas.”

En ese orden de cosas, es fascinante cada descripción que realiza del azor, como la del siguiente párrafo; la presencia del azor en su vida la ayuda a vivir el presente (“carpe diem”) y lo emparenta con el fenómeno abstracto que es la muerte; la magia de estar unida al azor, como si fueran uno, afrontando la muerte:

”Hasta la última partícula de su cuerpo hervía de vida, como si desde la distancia pudieras ver emergiendo de él una columna de vapor, que se arremolinara y ascendiera haciendo que todo cuando lo rodeaba estuviera ligeramente borroso, de modo que él destacara todavía más en todo su feroz y corpóreo detalle. El azor era un fuego que consumía mis penas. En él no cabía arrepentimiento ni duelo. Ni pasado ni futuro. Vivía solo en el presente, y ese era mi refugio. Huía de la muerte sobre sus alas rayadas y batientes. Pero había olvidado que el acertijo que era la muerte estaba también inmerso en el azor, y que yo estaba inmersa en él.”

Y gracias a esta simbiosis, específicamente, le sirve para superar el duelo por su padre, el azor, finalmente se convierte en el vehículo para dicha superación:

“Y esa parte de mí había esperado, también, que en algún lugar en ese otro mundo estuviera mi padre. Su muerte había sido tan súbita. No había habido tiempo para prepararse, no había tenido ningún sentido. Tenía que estar perdido. Tenía que estar ahí fuera, en algún lugar del espeso bosque, con todo y todas las demás personas perdidas y muertas. Ahora sé lo que significaban aquellos sueños de la primavera en los que el azor atravesaba una rendija en el aire y entraba en otro mundo. Había querido volar con el azor para encontrar a mi padre, para encontrarlo y traerlo de vuelta a casa.”

Siempre que leo a Ted Hughes, sus poemas sobre la naturaleza, tengo la sensación de estar ante un impulso violento que se mezcla extrañamente con un lirismo conmovedor; cada verso está cargado de una fuerza violenta que sobresalta y embriaga al mismo tiempo; en el caso de MacDonald he llegado a esa misma sensación, “convivir con lo salvaje” es posible al mismo tiempo que emocionarte con un lirismo exacerbado:

“Fue la caza más salvaje que nunca he visto. Sentada junto a la ventana viendo correr el agua del río, empiezo a preguntarme si el hogar puede estar en cualquier parte, igual que lo salvaje puede encontrarse en su más rotunda expresión en un patio trasero de una casa en una calle residencial, e igual que un gavilán puede convertir un columpio en una atalaya de caza más útil que otra en un pino lejano. Maine me ha dado una familia para la Navidad y me ha mostrado que un ave de presa puede formar parte de ella. Me ha demostrado que se puede convivir con lo salvaje. Que puedes traer lo salvaje a casa contigo.”

Como decía al principio, este es un tipo de libro que recomendaré siempre; puede que no entres en él, pero si entras, posiblemente te encontrarás con una obra única:

“No es un duque, un cardenal, un jeroglífico o una bestia mitológica, pero ahora Mabel es más que un azor. Me parece un espíritu protector. Mi pequeña diosa del hogar. Algunas cosas pasan solo una o dos veces en toda la vida. El mundo está lleno de señales y maravillas que vienen y se van, y si tienes suerte puede que vivas para verlas. A mí me había parecido el fin del mundo, pero mi azor me había salvado otra vez, y el miedo se había desvanecido.”

Parafraseando a la autora, hay muchas señales que vienen y se van, espero que tengas la suerte descubrir la sublimidad de una obra inolvidable, irrepetible.

Los textos provienen de la traducción de Joan Eloi Roca de H de Halcón de Helen Macdonald para la editorial Ático de los libros.

Mis dinámicas lectoras: proceso de elección, adquisición y lectura

algohuelepodridoSorprendentemente, más de una persona me ha preguntado sobre mis hábitos lectores y sobre mis procesos de elección de lecturas y adquisición de libros. Por lo tanto, me he decidido a escribir un post que refleje estos procesos. Evidentemente, estas formas de elegir, de comprar, de leer, son mías, personales; ni son mejores ni son peores que otras, lo que está claro es que a mí me funcionan y disfruto muchísimo de lo que leo.

Empecemos por el principio: la programación de las compras. Las fuentes no son muchas, tampoco hacen falta más:

-La principal es mi librero y amigo Jónatan que me suele mandar todos los enlaces y catálogos de editoriales además de comentar en su blog El receptor los libros que van saliendo cada semana. Es una fuente inagotable y no sé si recomendarla porque puede llegar a agobiar la cantidad. Un buen ejemplo de esta cualidad son las Epístolas librescas que compone gracias a estos pequeños resúmenes semanales y que publica en el blog de referencia del Sr Ausente .

-La segunda fuente sería el seguimiento que hago de casi todas las editoriales a través de las redes sociales, tanto twitter, como Facebook como por los boletines de novedades por correo electrónico. Alguna editorial, espléndida, manda los catálogos a casa (¡ella sabe quién es!! Gracias!!)

-La última fuente sería el distribuidor UDL, se pueden comprobar las próximas novedades a través de su web, o directamente apuntarse a sus boletines que se mandan semanalmente.

-Casi se me olvida, las novedades inglesas, suelo buscar a mis autores favoritos en Book Depository y dejar encargadas las novelas futuras gracias al Pre-order.

Según lo que voy viendo en estas fuentes voy apuntando en mi hoja Excel que es, más o menos, lo más metódico que tengo.

La pregunta que os estaréis haciendo ahora mismo debería ser ¿y cómo eliges lo que vas a comprar /leer o aquello en lo que estás interesado?

Esto es lo que no es metódico y depende especialmente de una serie de lógicas internas con las que funciono, una serie de criterios que supeditan estas elecciones y que paso a enumerar, no creo que uno sea más importante que otro pero todos ayudan a sumar:

Caso jane eyre-Mi anglofilia puede ser uno de los más importantes, no voy a esconder, a estas alturas, que me interesa especialmente la literatura anglosajona, no en vano por ello decidí hacer Filología inglesa. De ahí que mi famoso proyecto a cuatro años que tengo puesto en el blog, esté compuesto especialmente de autores que escriben en esa lengua y alguno más. No quiere decir que no lea otros, pero, conozco más de ellos, puedo leerlos en su lengua original con gran aptitud, es lógico que me incline más hacia ellos. Es curioso, pero, posiblemente, me incline más por españoles y rusos según avancen los años, y es difícil que lea más franceses, simples curiosidades.

-Lo que he dicho anteriormente tenía otro de los factores que se podían deducir, no compro por portadas, ediciones, etc,.. suelo fijarme principalmente en autores y siempre compro antes a editoriales pequeñas que a editoriales grandes prioritariamente. Es normal que compre a Sexto piso (por sus recuperación de postmodernos norteamericanos como Barth o Gaddis), Impedimenta (por sus deliciosas recuperaciones de clásicos británicos), Ginger Ape Books & Films (por su catálogo heterogéneo), Pálido Fuego (por sus publicaciones de contemporáneos  norteamericanos),  Ático libros (por sus ensayos históricos), Sajalín (por sus maravillosos hardboiled, como Bunker, Ross o Gresham), Nevsky (por sus clásicos rusos y novelas de terror), Valdemar (por sus exquisito catálogo cargado de clásicos y contemporáneos del terror), Turner (por sus propuestas arriesgadas, musicales…) etc.,  por poner algún ejemplo. Lo cual no quiere decir que no compre a los grandes monstruos porque ellos tienen a muchos de los consagrados como es el caso de Penguin Random House con Coetzee, Roth, King, Joyce Carol Oates, etc…

-En cuanto a géneros estoy abierto a todo, me gusta alternar todo tipo de lecturas que van desde los clásicos a narrativa contemporánea, ficción y ensayos, novela negra, policíaca o el típico mistery, novelas de terror, cómics,… un poco de todo. De hecho, es imprescindible saber alternar géneros y autores para que la lectura no se vuelva tediosa, pesada. No se pueden perder las ganas de leer por coger siempre lecturas difíciles.

-No sigo suplementos culturales (demasiado polarizados y sin rigor), no sigo blogs prácticamente (hay alguna excepción puntual en algún post, también suelen estar demasiado polarizados) y no conozco a casi nadie que pueda influir mis próximas lecturas (entre otras cosas porque no suelen acertar/cuadrar), solo Jónatan y Mikel se pueden preciar de poder ser “influencers” en mis lecturas. Cada vez que me salgo de estos caminos suelo encontrar lecturas poco satisfactorias y experiencias no demasiado agradables, como me ha ocurrido últimamente con “algún sello de novela negra muy recomendado por todos lados”.

-Nunca suelo leer un solo libro, alterno dos o tres lecturas a la vez. Suelen ser uno más serio con uno de género (policíaco, terror..) y alguno en inglés o de relatos. Es fundamental no agotarse con uno solo, sobre todo si es un “tocho-postmoderno-de-más-de-mil-páginas” y poder tener ratos de liberación lectora menos sesudos.

perdidabuenlibro-Iba a escribir sobre el orden de lectura, pero últimamente estoy un poco caótico, podéis suponer que es un orden mental que se va modificando según llegan novedades editoriales y lo voy alternando con lecturas de mi proyecto (que se va postergando…), novelas policíacas y de terror, un poco de todo. A veces me da por hacer pequeños monográficos temáticos pero últimamente no he arrancado ninguno. Es posible que me decida en verano con un poco más de tiempo. Lo que sí tengo claro es que nunca dejo un hueco entre lecturas y tengo siempre en mente cuáles son las próximas tres o cuatro lecturas. Nunca me puedo quedar sin lecturas en el transporte y nunca tengo que tener sin decidir la próxima lectura. Dos máximas que sigo a rajatabla.

-Todos mis libros y lecturas actuales y futuras se pueden consultar en mi biblioteca de GoodReads fácilmente encontrable en internet si alguien tiene curiosidad.

Y para acabar, claro, mis hábitos lectores. Leo tres horas diarias más o menos a diario, menos en fin de semana que se suelen reducir por lógicos asuntos familiares. El tiempo lo consigo gracias a que voy a trabajar en transporte público, el rato de más calidad es, de hecho, a primera hora de la mañana. También consigo sacar tiempo por la noche, quitando horas de sueño… pero ese tiempo es más inestable. Hay días que me duermo, sí, yo también.

No tengo trucos ni técnicas de lectura, leo todo, lleve el tiempo que lleve. Tres factores hacen que consiga leer los libros que leo: tiempo para leer, concentración cuando leo y constancia, leer todos los días. Eso conforma un círculo virtuoso que ejercita la capacidad lectora que suele ir aumentando.

Lo que está claro es que esto es muy personal, a todo el mundo no le funciona ni le mueve lo mismo a la hora de leer. Lo importante es que el método que sigas (o el “no método”) te ayude a disfrutar de la lectura. Eso es lo primordial.

PS: ¿Y por qué esas fotos? Mi pequeño homenaje a una saga maravillosa que no ha triunfado en nuestro país precisamente. I miss you, Thursday Next.

“¿Por qué manda Occidente…. por ahora?” de Ian Morris. Un final deslucido ante un trabajo monumental

Occidente_frontaldilveLas expectativas que tenía hace unos meses se van cumpliendo, al menos en cuanto a la calidad que se podía esperar de las obras que voy leyendo. Había mucho que esperar del tercer título de la colección Ático Historia de la editorial Ático libros por varios motivos: calidad de los dos volúmenes anteriores (los  reseñé por aquí y aquí), por el gusto exquisito de las ediciones, por las buenas traducciones y, en este caso, además, por el tema tratado en la obra “¿Por qué manda Occidente… por ahora?” por el británico Ian Morris, todo un reto, un desafío cargado de incógnitas. Las expectativas se han visto cumplidas en su mayoría, aunque también he encontrado un “pero” importante que explicaré a continuación.

La introducción del catedrático le sirve para establecer  las reglas que va a poner en juego para tamaña gesta:

“Y punto. Fin de la historia.

Excepto, claro está, que es no es el fin de la historia. Solamente lleva a otra pregunta: ¿por qué tenía Occidente la ametralladora Maxim y el resto del mundo no? Esta es la primera pregunta que pienso abordar, porque la respuesta nos dará la clave de por qué Occidente sigue mandando hoy en día. A continuación, respuesta en mano, podremos hacernos una segunda pregunta. Cuando la gente se plantea las causas del dominio de Occidente, la mayor parte de las veces lo que quiere saber es si esta hegemonía durará mucho, y si es así, cuánto tiempo y bajo qué condiciones. En resumen: ¿qué pasará en el futuro?”

Se puede adivinar que su idea es estudiar el porqué de algunos eventos pasados que le ayudarán a ver lo que puede deparar el futuro; en este camino desarma las teorías vigentes, la de los partidarios del azar moderno y, sobre todo, las de los partidarios del destino antiguo:

“La idea unificadora que subyace en las teorías de los “antiguos” es que desde tiempos remotos existe un factor esencial que ha diferenciado  a Oriente y Occidente de forma total y absoluta, y que ha sido determinante para que la revolución industrial tuviera lugar en Occidente. Los defensores de esta teoría, sin embargo, están en ferviente desacuerdo sobre cuál es ese factor y cuándo empezó a operar. Algunos ponen el acento en las fuerzas materiales, como el clima, la topografía o los recursos naturales; otros señalan aspectos más intangibles, como la cultura, la política o la religión.”

Desde luego no está a favor de esa predestinación y una simple especulación le sirve para demostrar lo infundado de dicha teoría:

“Quizá debamos dejar a un lado la vieja pregunta y hacernos otra nueva: no por qué manda Occidente, sino si es verdad todavía que Occidente manda. Si la respuesta es no, entonces todas las teorías de un destino antiguo que cimientan la explicación del dominio de Occidente en razones arraigadas en un pasado histórico no tienen mucho sentido, especialmente si creemos que Occidente ya no gobierna el mundo.”

Esto le sirve para plantearse una perspectiva distinta como indica en la siguiente afirmación:

“El hecho de que tantos expertos distintos puedan llegar a conclusiones tan dispares indica que algo no cuadra en cómo se ha abordado el problema. En este libro sostengo que tanto los defensores de las teorías de un destino antiguo como los que abogan por el azar moderno no han comprendido correctamente la forma de la historia, y por lo tanto solo han llegado a conclusiones parciales y contradictorias. Lo que necesitamos, en mi opinión, es una perspectiva distinta.”

Lo novedoso de dicha nueva perspectiva es, precisamente, que se remonta a los orígenes de la humanidad, entender lo que ha sucedido desde nuestros ancestros nos debería llevar, en su opinión, a predecir, de alguna manera el devenir de los tiempos futuros:

“Lo único que podemos hacer para resolver el debate es analizar los periodos anteriores y tratar de establecer la forma de la historia desde un punto de vista general. Solo entonces, con un punto de partida previamente establecido, podremos debatir acerca de por qué las cosas sucedieron como lo hicieron y llegar a alguna conclusión.”

En esa teoría realiza la invención de lo que él denomina Índice de desarrollo social, un valor matemático que calculará independientemente para Occidente y Oriente y que calculará con una suma de factores que él considera indispensables para medir este desarrollo social de la civilización: Captura de energía, urbanización, tecnología de la información y capacidad bélica.

Este índice lo utilizará en cada uno de los epígrafes en los que se divide el libro y, de esta manera, explicará cada uno de los cambios que se produzcan según sus cálculos.

Sin embargo, antes de esto, en la misma introducción desarrolla dos conceptos muy creativos y que le servirán para hilar acontecimientos; el primero de ellos es muy ingenioso, ya que utiliza una frase del escritor de ciencia ficción Robert Heinlein:

“El gran escritor de ciencia ficción Robert Heinlein sugirió una vez que “el progreso lo provocan los hombres perezosos en busca de maneras más fáciles de hacer las cosas. “ […] Pero si lo pulimos un poco, creo que el punto de vista de Heinlein se convierte en un acertado resumen, tan bueno como cualquier otro, de las causas del cambio social. De hecho a medida que avancemos por este libro empezaré a mencionar una versión menos sucinta de este aforismo y lo bautizaré como mi propio “teorema de Morris”: “El cambio se debe a la gente perezosa, cobarde y codiciosa que busca maneras más fáciles, rentables y seguras de hacer las cosas. Y raramente sabe lo que hace.” La historia nos enseña que cuando la situación apremia, el cambio despega como un cohete.”

El Teorema de Morris establece entonces que los cambios se suelen deber a “gente perezosa, cobarde y codiciosa que buscan maneras más fáciles, rentables y seguras de hacer las cosas.” Otra de las grandes ideas que utilizará lo denomina paradoja del desarrollo y define, ni más ni menos, que la marcha de nuestras vidas, nunca cesan los problemas, más bien se generan nuevos después de un éxito:

“Pero este no es el punto final de nuestra historia, porque si la gente tiene éxito en su propósito de extraer energía de su entorno y reproducirse, su actividad desembocará inevitablemente en más presión sobre los recursos de los que dispone (recursos materiales y también intelectuales y sociales). Paradójicamente, entonces, es el auge del desarrollo social el que genera las fuerzas que impiden un crecimiento social aún mayor. A este fenómeno lo he bautizado como “paradoja del desarrollo”. El éxito da lugar a nuevos problemas; al solucionarlos, se crean otros problemas nuevos. La vida, como suele decirse, es un valle de lágrimas.”

Según van pasando los capítulos Morris (apoyado por su equipo) utiliza el índice de desarrollo social como hilo conductor y partir del resultado intenta deducirlo mediante las herramientas mencionadas (y va),  añadiendo otras que explican dichos cambios. Es muy importante mencionar, a raíz de que Oriente se ponga delante de Occidente en el siglo VI, la influencia innegable de uno de los factores que sacará a colación en varias ocasiones: la geografía:

“¿Por qué Oriente se puso por delante en el siglo VI? ¿Y por qué su puntuación de desarrollo social ascendió tan rápido durante el siguiente medio milenio mientras Occidente se quedaba cada vez más rezagado? Estas preguntas son cruciales para explicar por qué manda hoy occidente, y al intentar darles respuesta en este capítulo encontraremos un nutrido reparto de héroes y villanos, de genios e idiotas. Tras todo el ruido y la furia, sin embargo, encontraremos el mismo sencillo hecho que ha marcado la diferencia entre Oriente y Occidente a lo largo de la historia: la geografía.”

Morris desarrolla sucesivamente cada uno de los capítulos con una prosa muy clara y una mezcla de conceptos bien llevados que hacen que la lectura sea ligera a pesar de los temas tratados y de la densidad de información. El culmen se produce con la llegada de uno de los hechos más importantes para el aumento del índice del desarrollo social: la Revolución industrial:

“Boulton y sus competidores habían abierto la caja de Pandora de la captura de energía. Aunque su revolución tardó varias décadas en desarrollarse por completo (en 1800 los fabricantes británicos todavía generaban tres veces  más energía a partir de ruedas hidráulicas que por motores de vapor), fue de todos modos la mayor y más rápida transformación acaecida en la historia del mundo. En tres generaciones los cambios tecnológicos destrozaron el techo duro del nivel del desarrollo. […] Los combustibles fósiles hicieron posible lo imposible.”

Y su consiguiente segunda revolución con la entrada del petróleo y la mezcla consistente de ciencia tecnología:

“Alemania y Estados Unidos lideraron lo que los historiadores a menudo denominan la segunda revolución industrial, consistente en aplicar de forma más sistemática la ciencia a la tecnología. Pronto hicieron que las gestas de Phileas Fogg parecieran arcaicas y convirtieron el siglo XX en una era de petróleo, automóviles y aviones.”

Es a partir del capítulo “ …Por ahora”, el último epígrafe, cuando llega el “pero” que indiqué anteriormente y que hace que la obra no sea redonda del todo.  Solo tenemos que leer el siguiente párrafo:

“Aquí es donde todos los pronósticos que comenté en la sección anterior se desmoronan. Todos extrapolan el presente al futuro próximo y todos –como es normal- concluyen que el futuro será más o menos como el presente pero con una China más rica. Si en lugar de limitarnos a eso traemos a colación todo el peso de la historia –es decir, si hablamos con el espíritu de las navidades pasadas- nos vemos obligados a reconocer que el aumento del nivel de desarrollo social que se va a producir no tiene precedentes.”

De pronto, él mismo desmonta sus teorías, aquellas que ha desarrollado razonablemente durante más de 600 páginas para decir que mira, que a lo mejor  es imprevisible lo que va a suceder y lo fundamenta en un aumento exponencial del índice del desarrollo social y en el comportamiento imprevisible del hombre:

“El cambio climático no es lineal: todo está interconectado y los fenómenos se retroalimentan de modos tan complejos y desconcertantes que resultan imposibles de prever. Habrá momentos críticos en los que el clima cambiará abrupta e irreversiblemente, pero no sabemos cuándo serán ni qué sucederá cuando llegue ese momento.

Y la más aterradora de las cosas que aún no sabemos es cómo reaccionarán los humanos.”

Lo que le lleva a lo siguiente:

“Y ahí radica la ironía más profunda: contestar a la primera pregunta de este libro (por qué manda Occidente) responde también en buena parte la segunda (qué pasará en el futuro próximo), pero esa segunda respuesta a la segunda pregunta desposee a la primera de casi toda su trascendencia. Ver lo que nos aguarda revela lo que quizá debería haber sido obvio desde hace tiempo: que la historia que realmente importa no es sobre Oriente, Occidente o cualquier otra subsección de la humanidad. La historia que importa es global y evolutiva y explica cómo pasamos de organismos de una sola célula a la Singularidad.”

Al final, ¿para qué queremos Occidente y Oriente? ¿Quiere esto decir que la premisa de partida en realidad no valía la pena? No sé si buscaba un final efectista para romper los esquemas del lector, esto lo cumple a la perfección; sin embargo la impresión del que lo lee es de incoherencia, obvia elementos mencionados en sus argumentaciones para, de pronto, dejar de tener validez para el futuro. Una lástima, podría haber sido una obra que rozara la perfección.

De todos modos, y a pesar de este extraño final, ciertamente, el esfuerzo del escritor merece la lectura muchísimo; es un camino fabuloso por la historia de la humanidad y con una premisa muy atractiva. Una excelente lectura que no dejo de recomendar.

Los textos provienen de la traducción de la traducción del inglés de Joan Eloi Roca de  “¿Por qué manda Occidente…. por ahora?” de Ian Morris para Ático Libros.

Mi “Hype” literario de Otoño

Porqué manda OccidenteYa es habitual que, cuando llegamos a Otoño, se publiquen diversos artículos en periódicos que, en la mayoría de los casos, reflejan casi siempre los mismos libros, un catálogo gigantesco donde tiene cabida casi cualquier cosa y que, curiosamente, olvidan otras maravillas que, sin embargo, tienen mucho interés.

Para este Otoño os he preparado una selección jugosa y, os apuesto a que no va a aparecer por muchos sitios. Son los cuatro libros en los que tengo puestos más esperanzas para este final de año:

“¿Por qué manda Occidente…. por ahora?” de Ian Morris, editado por Ático Libros en su colección de Ático Historia. Estamos ante el tercer título de esta fabulosa colección que ya comenté en el blog con sus dos primeros libros aquí y aquí . Este ensayo, con un título tan potente, según la sinopsis editorial promete muchas emociones:

“Ian Morris nos acompaña en un viaje apasionante que se remonta al inicio de la civilización humana y reconstruye el surgimiento y caída de estados e imperios en busca de pautas y reglas que nos ayuden a comprender qué sucederá en el futuro inmediato. Ayudándose de la los-desafortunadosgeografía, la sociología, la biología y la historia militar, Morris consigue elaborar una asombrosa teoría que cambiará para siempre cómo comprendemos la historia del mundo.”

Me consta que el trabajo de edición ha sido arduo, la editora está más que orgullosa y viendo la calidad de los títulos barajados en esta colección y, particularmente la que atesora el británico, este diez de septiembre irá a nuestra biblioteca.

“Los desafortunados” de B.S. Johnson, nunca creí que podría decirlo, pero los chicos de la editorial Rayo Verde lo han hecho realidad, una de esas obras claves de un escritor, el malogrado B.S. Johnson del que solo disponíamos el fantástico “La contabilidad privada de Christie Mawlry” (de la extinta Libros del silencio). Ojo, no estamos ante un escritor fácil, muy al contrario, su excepcional prosa y todo el libro es un prodigio de experimentación. Se trata de una caja donde solo hay los-reconocimientosobligación de leer en orden el primer y el último capítulos, lo del medio cada uno lo puede leer en el orden que quiera. Una experiencia única, postmodernismo puro. Deseando ver cómo lo han hecho ya mismo.

“Los reconocimientos” de William Gaddis, en efecto, por fin podremos disponer en Noviembre de una de las obras pioneras del postmodernismo. Sexto Piso, poco a poco, va editando casi toda la obra del norteamericano. Todas las anteriores están reseñadas ya por aquí. ¿Cómo podría faltar su primer gran título? Otro festín, bastante voluminoso, pero para degustarlo.

“The public burning” de Robert Coover, editado por Pálido Fuego, todavía no hay fecha, título o portada, pero sí se sabe que va a salir en este otoño; considerada la ThePublicBurningobra maestra del norteamericano y una de las novelas más importantes del siglo XX. Increíble el trabajo de José Luís Amores para publicar una obra de tanta dificultad por primera vez en España. Una joya de esas que da sentido a la existencia de esta editorial.

Cuatro obras que constituyen un póker de ases. Obras claves del siglo XX en diferentes disciplinas y temáticas. Obras que enriquecen una lista de lecturas que, en ocasiones, se podría volver monótona. Que no falten los sobresaltos de este estilo.

“Imperios del mar” de Roger Crowley

imperios-del-marNo hace mucho comenté por aquí en tono elogioso el comienzo de la colección de “Ático historia” de la editorial Ático de los libros con la inmejorable publicación de “El renacimiento del siglo XII” del británico Charles Homer Haskins. El segundo título de esta colección se trata de “Imperios del mar”, del también británico Roger Crowley y, sinceramente, no le va a la zaga; es una verdadera maravilla que atestigua que estamos ante una de las propuestas más interesantes actualmente, si no es la que más, sobre ensayos históricos.

Este “Imperios del Mar” tiene como subtítulo  “La batalla final por el Mediterráneo 1521-1580” y recoge el período de luchas por la hegemonía del mar del mediterráneo en pleno apogeo de la armada turca y de la flota española. En este caso estamos ante un ensayo muy complementario con el anterior de la colección porque está pensado de una manera muy diferente; es prácticamente una narración “ficcional” de los hechos, sin olvidarse de nombrar los datos, pero que bien podría pasar por una novela de Patrick O’brian. Es tan novelística que parece mentira que te encuentres ante un ensayo.

Crowley la estructuró en tres partes muy diferenciadas y lógicas que siguen una evolución cronológica. En la primera de ellas “Césares en el combate por el mar” el inglés nos presenta las bases del conflicto; como ya he comentado, lo hace de una manera extremadamente amena sin dejar de ser exhaustivo en la presentación de los datos, como se puede comprobar en este párrafo que pone contexto al conflicto:

“El mediterráneo era un mar muy problemático. Y a partir de 1453 se convirtió en el epicentro de una guerra mundial.

En este terreno se disputó uno de los enfrentamientos más duros y caóticos de la historia de Europa: la lucha entre el islam y el cristianismo por hacerse con el centro del mundo. Fue un choque que duró muchos años. La batalla rugió ciegamente sobre las olas durante bastante más de un siglo; sus primeras escaramuzas, en las que los otomanos eclipsaron el poder de Venecia, duraron cincuenta años. Y asumió muchas formas: pequeñas guerras de desgaste económico, incursiones piratas en nombre de la fe, ataques a fuertes costeros y puertos, asedios de grandes bastiones isleños y, lo más extraordinario de todo, un puñado de épicas batallas navales.”

No escatima elogios a la hora de describir el poderío turco, consigue que nos hagamos una idea muy clara de lo temibles que podían ser en esa época:

“Lo que distinguía a las campañas bélicas de los otomanos era su capacidad para movilizar hombres y recursos a una escala tan grande que paralizaba el poder de cálculo de sus enemigos. Los cronistas tendían a doblar o triplicar la estimación razonable de fuerzas que realmente podían reunirse y mantenerse durante una guerra o, simplemente, dejaban por imposible el cálculo y decían que los soldados eran “tan numerosos como las estrellas”, un epíteto común entre los apabullados defensores que contemplaban agachados tras las almenas la vasta horda de hombres y animales acampados fuera.”

Por otro lado tenemos la figura de Carlos I, muy joven al comienzo de la lucha y que es caracterizado con buen humor, los cuadros pueden verificar que no debía resultar demasiado alejado de la realidad:

“No fue un comienzo glorioso. Y tampoco el joven de diecisiete años que pisaba por primera vez suelo español resultaba particularmente impresionante. Mientras que la calculada actitud imperial del joven Solimán impresionaba a cuantos lo veían, Carlos simplemente parecía un imbécil. Generaciones de endogamia entre los Habsburgo le habían legado facciones poco agraciadas. Tenía ojos saltones y una tez alarmantemente pálida, y los aspectos físicos positivos que podían redimirlo –un cuerpo bien formado y una frente despejada- quedaban inmediatamente anulados por un largo y prominente mentón que a menudo le hacía quedarse con la boca abierta.”

Tras presentar los dos bandos, la confrontación; los reyes y sus adalides, sus brazos ejecutores en una época en la que los mandos no se escondían sino que iban a la cabeza de la batalla:

“Carlos y Doria, Solimán y Barbarroja. Después de Túnez estaba claro que los dos potentados dispuestos a disputarse el dominio del Mediterráneo habían escogido a sus respectivos campeones y preparaban sus armadas. Si Barbarroja era el gran almirante del sultán, Doria era el capitán general del mar de Carlos. Ambos marineros eran los ejecutores de las guerras de sus señores.”

Ya en la segunda parte, “Epicentro: la batalla de Malta”, tenemos uno de los episodios más épicos, el asedio de Malta. No hay manera de producir más miedo que describir la flota de los infames turcos apareciendo desde el horizonte:

“Hacia mediodía los defensores ya podían comprobar la enormidad de la flota otomana. Según todas las crónicas, fue una visión extraordinaria: “A quince o veinte millas de Malta la armada turca era claramente visible, con todas sus velas desplegadas, de modo que las velas de algodón blanco cubrían la mitad oriental del horizonte”, escribió Giacomo Bosio. El espectáculo era sobrecogedor: cientos de barcos en una gran media luna acercándose sobre el mar en calma -130 galeras, 30 galeotas, 9 barcazas de transporte, 10 galeras grandes, 200 barcos de transporte y 30.000 hombres-. Cuando la flota invasora se ocupó la totalidad del horizonte visible al acercarse a su objetivo, los tres coloridos buques insignia se distinguieron con claridad con sus estandartes ondeando al viento.

No creo que se puedan describir mejor las escaramuzas turcas, con sus ingenieros de asedios y la heroicidad de los escasos defensores; épica a raudales, heroísmo y sangre, una de los episodios más importantes y que desencadenarían la tercera parte, “El final: lanzados hacia Lepanto.”

En efecto, el clímax final es, como podéis imaginar, la batalla de Lepanto; la flota de la Liga Santa que se formó para destruir la flota otomana, su general, el insigne Don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, el general de Cristo:

 “Don Juan, de solo veintidós años, bien parecido, galante, inteligente, caballeroso y valiente, y animado por un insaciable apetito de gloria, era la antítesis de su hermanastro el prudente Felipe. Ya había demostrado su valía como líder militar durante la revuelta de los moriscos, pero durante ese conflicto había corrido algunos riesgos que su hermanastro consideraba inaceptables.”

¿Hay mejor forma de describir lo que se avecinaba que esta manera?

“Con el paso de las horas ambas armadas se desplegaron a lo ancho del golfo y se hizo patente la magnitud del enfrentamiento que estaba a punto de producirse. A lo largo de un frente de seis kilómetros y medio, dos enormes flotas de guerra se aproximaban en una zona cerrada del mar. La escala del acontecimiento hacía palidecer cualquier batalla naval anterior. Unos 140.000 hombres –soldados, chusma y marineros- en unos 600 barcos: algo más del setenta por ciento de todas las galeras del Mediterráneo estaban concentradas en aquella franja del mar. La inquietud se tornó duda. En ambos bandos había hombres secretamente conmocionados por lo que veían.”

Excepcional el manejo de la tensión narrativa para presentar la acción de una de las batallas navales más importantes de la historia; lo cruento de la batalla se expone con crudeza, la imagen de la sangre cubriendo el océano resulta extremadamente gráfica. Crowley consigue un relato cargado de detalles y sin ahorrar epítetos que consigan embellecer en lo posible la historia, lirismo sobrecogedor:

“Fue una escena de devastación sobrecogedora, como un cuadro del fin del mundo. Incluso los exhaustos vencedores quedaron conmocionados y horrorizados ante lo que habían hecho. Habían presenciado una matanza a escala industrial. En solo cuatro horas habían muerto cuarenta mil hombres y se habían destruido casi 100 barcos. […] La gran batalla por el control del mar Blanco permitió a la gente de principios de la era moderna contemplar un primer atisbo del Armagedón que aguardaba a la humanidad. Este ritmo de mortandad no sería superado hasta la batalla de Loos en 1915.”

Ya en su parte final el escritor británico subraya los elementos que podrían haber cambiado el signo de la batalla y, por qué no decirlo, de la historia incluso; todo ello nos sirve para ponderar en su justa medida la importancia del momento:

“El sur de Europa tendría hoy un aspecto muy distinto si Shuluq Mehmer hubiera rodeado el ala veneciana, o si las pesadas galeazas venecianas no hubieran desorganizado el centro de Alí Pachá o si Uluj Alí hubiera atravesado la línea de Doria una hora antes de cuando lo hizo. Pero sucedió que la resistencia de Malta y la victoria de Lepanto detuvieron el avance otomano en el centro del mar. Los acontecimientos de 1565-1571 fijaron las fronteras del mundo Mediterráneo moderno.”

Magnífico. Como el de Homer Haskins. Vaya colección de ensayo histórico. No puedo esperar a que saquen el siguiente.

Los textos vienen de la impecable traducción del inglés de Joan Eloi Roca de “Imperios del mar” de Roger Crowley en esta edición de Ático de los Libros.

Los Reyes del 2013

No todos los posts que pongo por aquí tienen que ser sesudos análisis; precisamente lo más interesante es poder alternarlos con otros más lúdico-festivos como es el caso que me ocupa hoy. Sí, este es el típico y conocido post de “alardeo” de regalos, en este caso de los “reyes magos .” Qué mejor que empezar con la foto que reúne varios de ellos:

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Aparte de zapatillas y cinturón, ejem… tenéis a la vista dos óperas de Haendel: “Rodelinda” y “Sosarme, ré di Media”, tengo que ir terminando el casi infinito número de óperas que me faltan. La música no puede faltar.

Y luego libros, cómo no, en este caso dos excepcionales opciones de ensayo histórico, que vaya, me está dando últimamente con él:

“1914. De la paz a la guerra” de Margaret McMillan es una gran edición de Turner. Todo lo que se puede saber sobre la primera guerra mundial en palabras de la catedrática de Oxford, uno de los primeros “tochazos” del año. Para empezar con fuerza.

“Imperios del mar” del también británico Roger Crowley, editado con mucho mimo por Ático de los libros en su increíble sello de historia. Tendremos la oportunidad de conocer el período del 1521 a 1580 en lo que ha dado en llamar la “batalla final por el Mediterráneo”.

De ambos tendréis reseñas cuando tenga un momento, llevarán su tiempo.

Los reyes son políglotas, me han traído unos libros en inglés:

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“The luminaries” de Eleanor Catton. Nada menos que la ganadora del Man Booker Prize en el año 2013. Teniendo en cuenta que Siruela ha decidido que lo va a publicar en el 2015, pues mira, casi que me lo leo antes yo por mi cuenta.

“Maddaddam” de Margaret Atwood. Nadie ha dicho si va a publicar esta obra. Ni más, ni menos. Lumen se supone que tiene los derechos sobre lo “nuevo” pero habida cuenta de la variedad de títulos que están sacando, ya casi tampoco los espero.

“Daddy Love” y “The museum of Dr Moses” de Joyce Carol Oates. Si sale un libro al año de la prolífica escritora norteamericana como está ocurriendo ahora y ella tiene más de cien… sinceramente, no creo que veamos muchos por aquí. Mejor adquirirlos de otras maneras.

Los títulos en inglés son la respuesta al trabajo editorial que se está realizando en algunos casos por aquí. Una pena.

Para terminar… que no se me olvide. También ha caído esto:

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Qué majos son los Reyes, ¿verdad? ¡También les gusta James Bond!

Espero que os hayan caído muchos regalos también. Yo estoy contentísimo.

Mis lecturas favoritas del año 2013

Me encantan las listas. Hay tantas listas como gustos y siempre es divertido comprobar lo que sale y sobre todo ligarlo a las afinidades de cada lector.

Este es el tercer año, desde que me “dedico” a escribir posts sobre libros en distintos sitios,  en el que preparo una lista con lo mejor del año. A ver si, poco a poco, consigo que se convierta en una costumbre el que aparezca este post justo el día 1 de enero del año siguiente.

Como en años anteriores me gusta repasar lo que ha sido mi año lector personalmente; también solía hacer una pequeña reflexión sobre el mundo editorial; pero gracias a las “Epístolas librescas” del grandísimo Jónatan Sark en el maravilloso Blog Ausente de Lord Absence, no tiene mucho sentido, ya que en ellas está todo lo bueno  que va saliendo en el año. Además, en su post con el clásico “Sark de Oro” del año realiza un resumen tan exhaustivo como interesante.

Os dejo a continuación los enlaces a estas Epístolas que si no conocéis ya estáis tardando en ir a verlas:

Epístola 1.

Epístola 2.

Epístola 3.

Epístola 4.

Epístola 5.

Epístola 6.

Centrándome en lo personal, tengo que reconocer que, nuevamente este año, me he superado en la mayoría de atributos; he leído mejor, más cantidad, más calidad y más en inglés.

El año pasado terminé 131 libros, y estaba bastante bien, pero este he llegado a los 171 que parecen un límite bastante razonable. También es cierto que, en el proyecto que tengo pensado a tres años las novedades han acabado asfixiando mi reto y debo retomarlo con más fuerza este año para poder terminarlo. En cuanto a las editoriales, como de costumbre, he escogido un montón de títulos pertenecientes a las más  pequeñas, tengo tendencia a ello, y a evitar, habitualmente, los best-sellers vendidos a bombo y platillo. El año que viene se presenta del mismo estilo, sobre todo porque, posiblemente, el Grupo Prisa sea absorbido definitivamente por Random House Mondadori, dejando todo el poder a dos grupos que monopolizarán las novedades mensuales y unas pocas editoriales intentando buscar su hueco entre “nichos” de lectores que busquen ofertas distintas.  De hecho este año lo hemos visto, cómo surgen grupos pequeños buscando su espacio en el corazón de alguno de nosotros como “Malpaso” o “Ginger & Ape”.

cuentos-de-muerte-y-demencia-9788415717287Sin más demora, paso a comentar los que considero las mejores lecturas del año; no son ni más ni menos que los libros con los que más he disfrutado. Son todos publicados (o reeditados) este año y siempre pongo una novedad (o dos) de años anteriores por su relevancia literaria; evidentemente no leo todo, mi ancho de banda llega a donde llega, y soy consciente que hay varios libros que tengo a punto de leer que podrían haber entrado en esta lista. Otros años dejaba once títulos en total, este año han salido más; no lo voy a dejar fijo, este año salen estos y el próximo posiblemente saldrá otro número. Teniendo en cuenta estas consideraciones, vayamos a la lista:

“Cuentos de demencia, amor y muerte” de Poe y Gris Grimly, en un año en el que han proliferado los libros ilustrados, con propuestas de todo tipo, esta edición de Nórdica elcazadorsordode los cuentos de Poe brilla con luz propia gracias a las fabulosas ilustraciones del enigmático Gris Grimly que convierten el libro prácticamente en un cómic y que consiguen el doble objetivo de resaltar las historias de Poe hasta en sus detalles más nimios además de maravillarnos con su indudable preciosismo.

“El cazador sordo” de James McClure, el editor de Reino de Cordelia es, como yo y otros tantos, un fanático del sudafricano McClure y tiene la idea de sacar todo lo inédito del increíble escritor; esta obra tiene todo lo que se necesita para hacer una novela negra perfecta: personajes carismáticos, una buena trama, dolor, en fin, otra obra de incalculable perdida-gillian-flynn-L-C_o8Lavalor.

“Perdida” de Gillian Flynn, sorprendentemente está pasando desapercibida por su halo de best-seller, pero esta historia nos demuestra que el legado de Patricia Highsmith no se ha perdido; la perversidad del personaje principal  me recuerda a los mejores momentos de la inglesa y de Jim Thompson por su afán de darle la vuelta a todo lo establecido y salir impune. Mucha más calidad de lo que la gente se puede pensar.

ojohalconPor“Ojo de Halcón. Seis días en la vida de…” Matt Fraction y David Aja, hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un cómic; los seis primeros números de la nueva colección de Ojo de Halcón nos demuestran que no hay personajes acabados sino malos escritores. Este es uno de esos cómics en que la perfecta unión entre dibujo y trama dan como resultado una de esas pequeñas obras maestras del noveno arte. Aja está inmenso en la narración, Fraction crea historias con un lapromesakamilpunto de preocupación social sin olvidar lo superheroico. Excepcional.

“La promesa de Kamil Modracek” de Jiri Kratochvil, sorprendente novedad esta del checo Jiri Kratochvil que nos trajo Impedimenta. No era esperable que una especie de novela negra postmodernista del este, de un autor desconocido por estos lares, fuera a funcionar tan bien como novela de género y reflexión sobre la culpa el dolor además de incorporar elementos metaficcionales. un-paraiso-inalcanzable-9788415625278Una joya a descubrir en el gran catálogo de Enrique Redel.

“Un paraíso inalcanzable” de John Mortimer, todo lo que sale proveniente de las islas británicas me suele llamar la atención; este libro que publicó Libros del asteroide nos trae a John Mortimer reflejando como nadie el paso plantador_gdedel tiempo de la sociedad británica de postguerra hasta los tiempos de Margaret Thatcher con una sutil ironía y buen humor a raudales, una obra clave de este año.

“El plantador de tabaco” de John Barth, por fin, gracias a Sexto piso, tenemos entre nosotros la legendaria obra del norteamericano y podemos degustar en su plenitud su multitud de puntos de vista. Me extendí pero bien en la reseña donde explico sus grandes virtudes. Una delicia para todo aquel que disfrute de la luztodaspartesliteratura con mayor grado de complicación pero no desdeñe el buen humor.

“Luz por todas partes” de Cees Nooteboom, estamos, sin lugar a dudas, ante  la mejor recopilación de la obra poética del holandés infatigable. Una antología que, gracias a Visor de libros, nos lleva desde los primeros poemas a los últimos publicados y podemos comprobar la heroes_aventureros_cobardes-jacinto_antonevolución en las temáticas y en el estilo. El gusto por el acertijo llevado hasta las últimas consecuencias. Uno de los mejores autores actuales.

“Héroes, aventureros y cobardes” de Jacinto Antón, cierto que no son nuevos, pero también lo es que es la primera vez que se recopilan esta serie de artículos del periodista en un solo libro; Jacinto Antón hace que, tengamos la edad que tengamos, se acreciente nuestra sensación de maravilla ante todo lo que nos cuenta.  ¡Viva la aventura!, en la más fiel tradición de Indiana Jones o Quatermain.

Luminosas-673x1024“Cartas de cumpleaños” de Ted Hughes, no es exactamente de este año pero estas cartas han sido reeditadas por Lumen con ocasión del aniversario de la muerte de Sylvia Plath; indisolublemente unidos a la obra de Plath, Hughes está colosal en este poemario que podemos disfrutar en plenitud en esta edición bilingüe; más allá de lo confesional, el aliento poético del británico es proverbial y nos lleva al thomas-pynchon-bleeding-edge-novelcielo con su intensidad dramática.

“Las Luminosas” de Lauren Beukes,  estamos ante el perfecto thriller, pastiche de géneros donde un asesino en serie se desplaza en el tiempo. Al mismo tiempo tenemos un retrato de la mujer y de la sociedad a lo largo del tiempo. La novela te deja sin aliento por su adicción y tiene paradojas de una sutileza difícilmente superable. Una maravilla.

“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon, Pynchon ante el desastre de las empresas de internet y ante el 11-S, Pynchon retador y más cercano a la novela de género que a sus obras Tapa-baja-Jota-Erre-195x300más voluminosas. Pynchon siempre a un nivel muy alto, esperemos que este año pueda ser publicada en España, pero habrá que esperar.

“Jota Erre” de William Gaddis, Gaddis llevó la sátira de la sociedad capitalista a sus últimas consecuencias en esta mastodóntica obra maestra. El fracaso del sueño americano estaba patente aquí en la figura del niño Jota Erre Vansant, subversión del mito; paradigma de la gran el-renacimiento-del-siglo-xii-9788493829582Novela Americana por el reflejo del zeitgeist de una nación. Estilo inigualable. Imprescindible.

“El Renacimiento del siglo XII” de Charles Homer Haskins, ¿quién dice que un ensayo histórico tiene que ser aburrido “per se”? Ático de los libros quiere demostrarnos con su recién lanzada colección de historia que puede ser muy divertido y estar muy bien escrito. Su punta de lanza puede ser, sin duda, este deleite de Mal dadasCharles Homer Haskins que nos relata una época, la Edad Media, oscura de por sí, con la claridad de su erudita prosa.

“Mal dadas” de James Ross, parece mentira que en 1940 el infortunado James Ross realizara una obra de estas características; a medio camino del retrato de la sociedad norteamericana  post- Gran Depresión y de la novela negra más sórdida, se trata de un retrato de los anhelos de los habitantes del sur americano y de su lucha Casadehojaspara salir de las situaciones más penosas para alcanzar el gran “sueño”. Otra de esas pequeñas sorpresas que nos trae habitualmente Sajalín Editores.

“La casa de hojas” de Mark Z. Danielewski, lo que en un principio era imposible este año se ha hecho posible gracias al trabajo de Alpha Decay y Pálido Fuego; es decir, tener la primera edición en español de la inigualable obra del norteamericano; una obra única por lo que supone como experiencia, en la que texto, disposición del texto, trama y el propio lector se convierten en parte de la misma. Una obra necesaria que ahora podemos asesinociegodisfrutar… y temer.

Y para acabar recupero en esta ocasión dos obras de otros años que, sin embargo, constituyen dos obras maestras ineludibles. No pude dejar de alegrarme de la concesión del Nobel a Alice Munro, pero tampoco pude dejar de entristecerme por las consecuencias directas: la muy posible condenación al ostracismo de dos de las escritoras más grandes vivas que tenemos en infiella actualidad: Por un lado su compatriota Margaret Atwood  que  tiene en “El asesino ciego” una de las obras más deliciosas que he tenido la oportunidad de leer, completísima en trama, estructura, personajes, para paladares selectos. Por el otro, desde luego, ya lo sabéis, la simpar Joyce Carol Oates y su recopilación de historias cortas (tan de moda ahora gracias a Munro) “Infiel. Historias de transgresión”, cada relato una verdadera patada en el estómago y a todas nuestras comodidades y seguridades, una subversión continua que demuestra  su maestría en la narración y que nadie (sensible o no) debería perderse.

Bueno, y eso es todo… creo que este año me he pasado, pero valía la pena. Ha sido un muy buen año. ¿Qué nos traerá el siguiente? En este blog lo iréis viendo como de costumbre.

Espero que os guste la selección y os ayude para las compras navideñas.

¡Feliz año 2014!

“El renacimiento del siglo XII” de Charles Homer Haskins

el-renacimiento-del-siglo-xii-9788493829582La de veces que he dicho que no me gusta la novela histórica,  disfruto mucho más de la ficción,  es un hecho; sin embargo, ¿cómo es posible que me atraiga a priori un ensayo histórico como es el caso que me ocupa en esta ocasión?; es buen momento para discutir sobre ello, la recomendación ha venido a través de mi librero (como de costumbre) y, cómo no, una de esas editoriales que miman sus ediciones y que demuestran un buen gusto innato.

Llevaba tiempo la editorial Ático de los libros “amenazando” con empezar una colección de novela histórica que se presentaba, a primera vista, más que interesante. Por fin en este año vemos que ha fructificado y han salido dos títulos: el primero, será un regalo de Reyes y hablaré de él más adelante. El segundo título es este “El renacimiento del siglo XII” del historiador estadounidense Charles Homer Haskins (1870-1937) en el que voy a centrarme a continuación y que supone, sin dudarlo, una joya a descubrir.

En el prólogo a esta edición española realizado por la traductora/editora Claudia Casanova se cumple con creces el objetivo de despertar (aún más) el interés de una obra que vas a leer, gracias su  propia experiencia personal que relata con verdadera pasión:

“La lectura de El renacimiento del siglo XII, como el lector avezado ya adivina, fue un punto de inflexión para mí: uno de esos instantes en los que se descubre o mejor dicho, se confirma, una pasión. ¿Por qué la Edad Media? Lo sé y no lo sé. Sic et non, como diría Abelardo. En todo caso la lectura del volumen que el lector tiene en sus manos me permitió empujar las puertas de esa antesala y sumergirme de lleno en una época llena de contrastes y pasiones.

De la mano de la prosa limpia y erudita del profesor Haskins, conocí la labor que durante los años, estos sí oscuros, que transcurren entre la caída del imperio romano y las dinastías de los reyes francos, desarrollaron los monasterios y sus abades, copiando manuscritos incansablemente para consérvalos, conscientes de que allí residía la sabiduría clásica.”

A partir de ahí, ella misma resume a la perfección el valor de la obra de Haskins, conseguir dar luz a un período ciertamente oscuro y darle valor al Renacimiento medieval incluso por encima del Renacimiento que todos conocemos:

“Sí debemos reconocer que el gran Renacimiento no fue tan único ni tan decisivo como se ha supuesto hasta ahora. El contraste cultural no fue tan agudo como creyeron los humanistas ni sus seguidores modernos y durante la Edad Media se produjeron resurgimientos intelectuales cuya influencia dejó huella en los años posteriores y que poseían el mismo espíritu que el movimiento, más conocido y popular, que tuvo lugar en el siglo XV. Así pues, este volumen se centrará en uno de esos resurgimientos, el Renacimiento del siglo XII, también conocido como Renacimiento Medieval.”

A partir de ahí, el norteamericano divide cada uno de los capítulos en diferentes epígrafes, que ayudan a comprender la verdadera importancia de este renacimiento y por qué cree él que de verdad se trata de un renacimiento y de su valor en todos los ámbitos; es imposible no rendirse ante su prosa erudita y ante los hechos que despliega a caballo entre nuestra curiosidad y desconocimiento; en el capítulo segundo, hablando sobre los centros intelectuales de la época, por ejemplo, refiriéndose a la corte:

“En cuanto a la corte, feudal o real, como centro intelectual, también hay diferencias. Alrededor de 1155, un poeta de Samarcanda llamado Nizami declaró que una corte debía poseer cuatro clases de hombres sabios: secretarios de estado, poetas, astrólogos y médicos, pues “los asuntos reales no pueden llevarse a buen puerto sin secretarios competentes; sus triunfos y victorias no serán inmortalizados si no cuenta con poetas; sus empresas no tendrán éxito, a menos que se inicien en la estación adecuada, designada por astrólogos juiciosos; y la salud, la base de toda felicidad y actividad, solamente se puede procurar mediante los servicios de un médico capaz y de confianza.”

Es imposible no sentirse maravillado ante lo que nos cuenta y la forma en la que lo hace, con una prosa clara y detallista que no olvida la reflexión intrahistórica más allá de la época, como cuando habla sobre el resurgimiento de los clásicos latinos en el capítulo cuarto:

“Desde la caída del Imperio romano hasta bien entrados los tiempos modernos, los clásicos latinos han sido el mejor barómetro de la cultura de cada período de la Europa occidental. Nunca se ha perdido su estudio por completo, pero la intensidad y el tiempo dedicados al mismo suben y bajan en estrecha relación con el nivel general de educación y la actividad intelectual.”

Lo cual le lleva inevitablemente en su siguiente apartado sobre la lengua latina:

“El latín sigue siendo el medio natural de expresión de la mayoría de los poetas; la poesía latina gusta a un público más grande, y refleja todos los aspectos de la vida contemporánea. No solamente es una imitación lograda y extendida de los modelos clásicos, sino que también surgen poemas de nuevo tipo, con una gran riqueza de formas métricas nuevas, especialmente presentes en la lírica libre de los goliardos y el nuevo drama litúrgico, ambos más deudores de la tradición clásica.”

El completo texto no olvida ningún detalle, ni siquiera los detalles relativos a la jurisprudencia y el nacimiento, aunque parezca mentira, en esa época de los grandes “administradores” de dicha burocracia:

“Con el crecimiento de la burocracia, hasta la Iglesia empezó a depender más de sus abogados y juristas y, en consecuencia,  fue un proceso natural que los reyes también contaran con juristas laicos o legistas. Para bien o para mal, el experto en leyes pasó a convertirse en un elemento activo del gobierno mundial: los abogados habían llegado para quedarse.”

Y en adelante tampoco falta un ensayo profundo sobre historiografía o sobre el resurgir de la ciencia; resaltando por primera vez, la necesidad de discutir sobre los clásicos, de no dar nada por sentado e incluso olvidar esa percepción establecida que consideraba que, lo clásico, por ser clásico, es inmutable:

“No hubo una comprobación sistemática de lo que decían los clásicos, ni verificación ni pruebas empíricas que lo sostuvieran. Pedir esto, claro está, es mucho pedir de cualquier era, demasiado; anti-históricamente excesivo, para el siglo que nos ocupa. Pedir algo así no equivale, sin embargo, a violar el espíritu histórico, pues ya el siglo XIII se atreve a sugerir que las afirmaciones de Aristóteles quizá pudieran estar equivocadas.”  

En resumidas cuentas, estamos ante una obra capital para entender una época difícil sobre la que no hay tanto escrito y que, sin embargo, estoy convencido de que fue muy importante por los motivos que indica Haskins.

Se me antoja necesario leer esta obra, una de las mejores del año y de la que me consta que Ático  de los libros va a seguir apostando por ella. Una total delicatessen para los paladares más selectos.

“La libertad es un término relativo: si los hombres no se consideran prisioneros, a todos los efectos son libres”

Los textos provienen de la traducción del inglés de Claudia Casanova en esta excelente y cuidada edición de “El renacimiento del siglo XII” de Charles Homer Haskins en Ático de los libros.

“La maravillosa O” de James Thurber

la-maravillosa-o-9788493829568El libro que vengo a comentar hoy tiene dos hándicaps a priori: el primero, evidentemente tiene que ver con su extensión, es demasiado corto; y nos guste o no, mucha gente compra libros “al peso”; es decir, si no le va a proporcionar horas de lectura no va a parecer necesario hacer el gasto; el segundo problema tiene que ver con el tema, es una fábula humorística, esto no debería ser tan importante, pero, hoy en día, el gran James Thurber no es muy conocido en el país, y menos, su humor; si a eso sumamos la aparente necesidad que tienen muchos lectores de que un libro sea “serio” porque si no, no se trata de alta literatura…. lo tiene más que difícil.

De ahí que me vea en la obligación de hacer la defensa de la deliciosa “La maravillosa O” de Thurber que acaba de publicar la editorial Ático de los libros; al menos por los que puedan caer y pasar un rato más que agradable, aunque sea breve. Ya sabéis: “Lo bueno si breve, dos veces bueno.”

La sencilla y original premisa tiene que ver con la llegada del capitán pirata Black a la isla Ooro; la búsqueda frustrada de un tesoro desencadenará una  venganza: intentará evitar que nadie pronuncie la letra O, letra que odia profundamente como podemos comprobar por el nombre del barco del capitán (Aieu).

Tan estrambótica situación es utilizada por Thurber para hacer un despliegue de medios lingüísticos y mostrarnos todo el vocabulario que se  tendría que eliminar, y por extensión, todas las acciones que quedarían prohibidas en nuestras vidas. Tal situación generará una resistencia al cambio que estimará que hay palabras que nunca pueden desaparecer:

“-Hay cuatro palabras con O. No debéis perderlas. Descubrir su significado y sobre todo, aprended a usarlas.

-Ilusión es una –dijo Andreus.

-Y amor –dijo Andrea.

-Y valor, me atrevería a decir –afirmó el anciano.

Y entonces intentaron encontrar y nombrar la cuarta.”

El libro se convierte pues en una fábula, una alegoría que le sirve al escritor norteamericano para hacer una defensa a ultranza con buen humor de los valores, de la lengua y nuestra capacidad de comunicarnos y, sobre todo, de la literatura; aunque puede ser etiquetado de infantil primordialmente, es un tipo de libro que sirve tanto para niños como para adultos, ya que estos encontrarán algo para reflexionar y buen humor a raudales.

Una pequeña delicatesen que no debe pasar desapercibida.

“-¿Fue una batalla? ¿Ganamos nosotros? –preguntaron los niños.

El anciano negó con la cabeza y suspiró.

-No soy tan joven como solía, y las épocas lejanas son un misterio, pero sí que recuerdo una cosa: fue una gran victoria.”

Los textos provienen de la traducción del inglés de Joan Eloi Roca para esta edición de “La Maravillosa O ” de James Thurber de la editorial Ático de los libros.