Fajas después del Verano. Vuelve la diversión

Siempre aprovecho el descanso veraniego para descansar, leer sin preocupaciones y, cómo no, desde que tengo el blog, a preparar artículos para la vuelta. Curiosamente, algunos de mis posts de más éxito suelen ser los relacionados con las fajas; así que no puede faltar una recopilación de las últimas tras el verano. En esta ocasión he unido alguna contraportada o solapa que funcionan de la misma manera como reclamo editorial. Como diría uno que yo me sé. ¡Que entren las fajas!

faja_waywoordpines-La primera de ellas nos ofrece una curiosa relación para referenciar la novela: “La novela en la que se basa la serie del director de El sexto sentido.” Se trata de Wayward Pines y, a la hora de promocionarla, la editorial no duda en omitir el autor (poco relevante) para recordarnos que una serie está basada en ella y esto es MUY importante porque la serie está dirigida por el que hizo El sexto sentido, mejor omitir su nombre igualmente (puede causar confusión, tan largo, raro, exótico:M. Night Shyamalan; no nos engañemos, lo que atrae a la gente es ver asociado el libro a una película que tuvo tanto éxito (sigh).

-Planeta se ha tomado muy en serio la promoción de su bombazo del verano, y le ha funcionado: la horrorosa La chica del tren es un best-seller y todo ha contribuido a ello. La faja es agresiva (de las más potentes que he visto últimamente); en mayúsculas 20150625_200156“TE OLVIDARÁS DE RESPIRAR”, parece un reclamo brutal para indicar la capacidad de enganchar, y no solo eso sino que utiliza el típico argumento “LO DICE TODO EL MUNDO”, ¿cómo no te lo vas a creer si lo dicen todos? Para acabar rematándolo con el argumento de ventas, si de verdad ha sido número uno (en ventas) en diferentes periódicos internacionales. Hay que reconocer que está muy bien diseñada (y mejor escrita que el libro).

Para reforzar este mensaje tenemos la infame contraportada donde la editorial ha puesto testimonios anónimos con boutades de todo tipo a cuál más sensacionalista; de verdad, es cierto, lectores en amazon, en twitter…  con frases tan impactantes como estas:

faja_lachicadeltren“Había momentos en los que no podía leer lo bastante deprisa”

“Se ha adueñado totalmente de mi vida”

Sinceramente, viendo el éxito, podemos esperar más estrategias de este tipo, no es bueno para la literatura, pero mi sección se va a llenar de ellas. Je je.

-De hecho, Random House, el otro coloso editorial español lo está empezando a aplicar ya en algunos de sus títulos. Sólo tenemos que echar un vistazo  a la solapa del Cucarachas de Nesbo, a falta de críticas-lectores reales ponen comentarios de Amazon.es… , sinceramente muy poco elaborados (“Trepidante” “Adictivo”…); para poner clichés… ¡currátelo un poco!!!

faja_cucarachas-Me sorprende la faja de Salamandra Black para su último lanzamiento: “El único thriller que tienes que leer este año. Por una vez, la pura verdad”; hace suyas las palabras de The guardian y tiene un cierto aire fajaSoypilgrimcontradictorio, utilizando Thriller de manera peyorativa y al mismo tiempo indicando que, ya que te tienes que leer uno, que sea este. Está bien hecha porque  busca darle ese aire de obra exclusiva que tantos lectores anhelan cuando leen un libro. Veremos si les funciona con este thriller, un poco voluminoso para lo habitual.

-Sin haber leído la nueva novela de Sergio de La Pava (caerá ahora en septiembre) me gusta mucho la faja de Ramdon House Mondadori, y 20150625_200312estoy seguro que a José Luís, el artífice de la editorial Pálido Fuego, también: “LA NUEVA NOVELA DEL AUTOR DE UNA SINGULARIDAD DESNUDA”; presentar al autor como el creador de la excepcional primera obra que indica puede traerle ventas indirectas continuando con las comparaciones con Beckett, Auster, realzando su talento; puede atraer a otros lectores a leer Una singularidad desnuda, y eso, sinceramente, sería un logro, ya conté aquí la excepcionalidad de dicha novela .

-Para terminar esta recopilación, me gustaría citar esta última con respecto al último libro de la extraordinaria escritora de novela negra Nele 20150625_200211Neuhaus, con un título en el que utilizan un refrán bien conocido para,  a continuación, lógicamente, explicarlo un poco mejor, para que no haya lugar a equívocos con los “vientos”, curiosa forma de introducir el tema para no llevar a engaños. Ojalá funcione, es muy buena, como de costumbre.

Y eso es todo. Ya sabés que, a través de mi cuenta de twitter o por correo podéis sugerirme fajas. Estoy abierto a posibilidades, siguen vivas y siguen contándonos cosas, cada vez más interesantes, sobre las estrategias que utilizan las editoriales a la hora de vender libros.

Resumen Monográfico Estival. Refrescante relax (1ª parte)

PrintMe encanta el verano, y este año había llegado muy cansado, este parón de todo me viene realmente bien para poner las cosas en perspectiva y, cómo no; si me permitís la manida frase “cargar las pilas” de cara al contenido del blog; septiembre  es una época excelente para la famosa “rentrée” literaria con el horizonte del nobel en octubre; el estío (me encanta esta palabra) me ha servido para leer un montón de libros, además, los he dedicado a un tema concreto: lo policíaco-detectivesco. El resultado ha sido un fabuloso monográfico donde tienen cabida muchas obras de diferentes facturas, nacionalidades y temáticas dentro del género; al ser tantas lecturas lo he dividido en dos posts donde haré pequeñas cápsulas de cada uno de ellos. No me entretengo más, aquí tenéis las lecturas de julio:

Agencia Lockwood: El Espejo perdido de Jonathan Stroud, entró de casualidad en el monográfico, la temática no es exactamente policíaca, tiraría más hacia el terror en una aproximación juvenil; de todos modos, la parte de investigación está presente en la mayoría del relato, o sea que “aceptamos barco”; segundo tomo de Stroud que continua las andanzas de Lockwood y su pequeña agencia en la lucha en un mundo marcado por la presencia habitual de fantasmas, maldiciones y aparecidos de todo tipo. Nuevamente demuestra su buen hacer con una narración marcada por las aventuras de los protagonistas con pinceladas de terror y una evolución cada vez mayor. Buena muestra de literatura juvenil de género bien realizada y acabada.

Velvet, vol.2: The secrets lies of dead men de Ed Brubaker y Steve Epting, después del buen sabor de boca del primer volumen, este segundo arco temático iba a caer seguro; nuevamente Brubaker demuestra lo bien que hace este tipo de historias; sabor noir, espías, misterios, un personaje femenino protagonista fascinante y la narrativa de Epting vuelven a ofrecer un cómic fabuloso y que sigue dejándonos en un cliffhanger sin aliento para seguir leyendo sus historias. Muy bien la verdad.

El misterio de la Casa de los Trueques de Alberto Mussa, curiosa y atípica propuesta de novela policíaca del brasileño. La investigación policial es casi una excusa que le sirve al autor para presentarnos hechos colaterales, periféricos a ella. Especialmente relacionados con la historia de Brasil o con la propia actualidad de la ciudad de Río de Janeiro. A veces se convierte en un relato erótico, otras veces en un relato histórico, la mayoría de las veces en un relato policiaco. El resultado final no deja de ser interesante a pesar de que tanta digresión diluya un poco la buena trama policíaca. De todos modos, algo distinto y muy disfrutable.

Cine-Bis nº1 (Octubre 2013) de Javier G. Romero y otros, el inquieto creador de Quatermass, Javier G. Romero, lanzó este nuevo fancine en 2013 que busca realizar un pequeño análisis de todo lo relacionado con el Cine de género consiguiendo resultados inesperados por su calidad; normalmente se caracteriza por tener una serie de secciones que se repiten: monográficos sobre algún tema en particular (en este número sobre la Blaxploitation o sobre el cine fantástico filipino), análisis de películas concretas, entrevistas a artífices del género (directores o protagonistas), e incluso entrevistas a otros creadores de fancines. Este número, concretamente, solo por el artículo de Blaxploitation o por el análisis de la trayectoria del director Alain Corneau ya valía la pena.

Elegías de Duino  de Reiner Maria Rilke, cierto, este no entraba en el monográfico… es una sorpresa muy interesante. Una lectura ineludible. Más información en el enlace.

Cine-Bis nº2 (Junio 2014) de Javier G. Romero y otros, si el anterior número era bueno, este es fantástico, especialmente afortunado es el artículo que inaugura el Western crespuscular y finaliza el de Blaxploitation centrado en otros géneros (terror, thriller, erótico…) además de hablar de las mujeres protagonistas del fenómeno como la increíble Pam Grier. Si añades exponentes tan psicotrónicos como el estudio de la trilogía de Ilsa o el cine de educación sexual no puedo uno más que estar feliz y muy feliz con su lectura.

MemoriasAsesinoCine-Bis nº3 (Noviembre 2014) de Javier G. Romero y otros, ¿en qué otro sitio podríamos encontrar un monográfico sobre el thriller coreano? ¿Y otro sobre la serie de Emanuele Negra? ¿Y una entrevista detallada con el grandísimo Eli Wallach (sí, “El Feo”)? Tres razones de peso para volver a rendirse incondicionalmente ante la calidad de los contenidos de Romero y su equipo de colaboradores. La lástima es que, a estas alturas, solo me quedaba uno pendiente.

Cine-Bis nº4 (Abril 2015) de Javier G. Romero y otros, el último número hasta la fecha del fancine de Javier G. Romero vuelve a dejarnos con una buena tanda de artículos y entrevistas muy disfrutables. Especialmente curioso me ha parecido el monográfico sobre el cine musical ruso y la entrevista (fantástica y muy profunda) de Carlos Aguilar a Howard Vernon, además tenía la segunda parte sobre el thriller surcoreano que me ha resultado particularmente interesante. Habrá que esperar nuevas entregas pero sigue siendo una gran propuesta y de muy buenos contenidos. Un triunfo.

The Golden Age of murder de Martin Edwards, para los verdaderos amantes de las novelas de detectives, del género en particular, esta obra es imprescindible, un festín en palabras mayúsculas; hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un libro; un ensayo magnífico que recoge la gestación y evolución del Detection Club, una de las ideas más fascinantes que se hayan llevado a cabo nunca. Conocer a sus miembros: Christie, Sayers, Chesterton, Berkeley… sus motivaciones, sus libros, sus juegos… En fin, una verdadera delicia. Un must-have que adquiriré en no mucho espacio de tiempo y que funciona, además, como generador de lecturas próximas. Tengo muchos libros pendientes de maestros del club que van a aparecer en las próximas fechas. Está clarísimo.

Vidas díficiles de James Sallis, ensayo espléndido, muy contenido pero bastante clarividente en cuanto al reflejo de las vidas biográfico-literarias de tres genios de la novela policiaca en su vena más hadrdboiled. Consigue, a pesar de su limitada extensión, entrar a gran profundidad en el estilo y los temas de Jim Thompson, Cherter Himes y David Goodis. Un excelente ejemplo de cómo un libro pequeño puede ser una maravilla 

Tarántula de Thierry Jonquet, no vi la película de Almodóvar, pero sí he leído esta joya perversa donde las casualidades se convierten en un leitmotif en sí mismas. Hay que reconocer que la mente maquiavélica del francés crea una de esas tramas donde todo es posible y el grado de enrevesamiento, a pesar de todo, resulta muy refrescante para el verano. No apto para estómagos sensibles…

Detectives imparables de Rob Lloyd Jones, tras la primera novela centrada en la presentación de los personajes y ambientación, todo estaba establecido para esta segunda novela donde el autor dedica el tiempo necesario al desarrollo de la trama; funciona a la perfección en casi cualquier aspecto, centrándose sobre todo en las cualidades detectivescas de Wild Boy y sin olvidar la evolución de los mismos. Una propuesta muy inteligente y disfrutable desde la óptica del público juvenil y desde el más adulto.

Cubierta_PymMemorias de un Asesino: Israel Rank de Roy Horniman, este libro no aparecerá en los “blogs especializados” de novela negra y policíaca, ni aparecerá en ninguno de los múltiples festivales de novela negra… pero cualquier buen lector no debería perdérselo por: una premisa inmejorable, un desarrollo colosal, fina ironía y un final cargado de mala leche. Debe aparecer en mi selección del año. 

La banda de los musulmanes de Chester Himes, me acordé, según lo estaba leyendo, de que tengo todos los libros de Ataúd y Sepulturero en casa y me faltan varios por leer. Habrá que solucionarlo, como de costumbre, literatura negra negra de mucha calidad. 

Era una broma de Gabriel Josipovici, bromita para nada insustancial del escritor británico (a pesar de ese nombre) que se lee a medio camino entre el policial y la comedia de enredo; una propuesta ciertamente diferente que se sale del habitual policíaco y que constituye una gran diversión. Bien por Rayo verde. 

La señorita Pym dispone de Josephine Tey, qué absurdo me suele parecer el esfuerzo de algunas editoriales con elogiar los autores que publican poniendo a parir los que sacan otras de similares características; aquí Hoja de Lata viene a decir que todo el Detection club era muy convencional en cuanto a tramas (sigh) y claro, Tey era la más original con respecto a todo el club; lo cual demuestra un desconocimiento importante por su parte que se solucionaría con leer un poco de la obra de Berkeley, Sayers, Bentley, Crispin y compañía; además, Tey habría pertenecido al club si hubiera conocido a las personas adecuadas, la inclusión en el club no excluía a ningún autor en este sentido, su simple problema fue no vivir más cerca de la capital (eso especula Edwards en el ensayo del que hable anteriormente); de todos modos, esto no debe ensombrecer que nos hayan traído esta magnífica obra, un policíaco diferente que en sus primeras dos terceras partes tiene un desarrollo no demasiado alejado de las novelas costumbristas británicas (en este caso en un internado femenino) y le sirve como marco al crimen que se produce en la parte final; con una entrometida maravillosa (la señorita Pym) y uno de esos finales que no se suelen olvidar por el vuelco que suponen. Una verdadera delicia. 

El buitre de Gil Scott-Heron, me sorprende muy negativamente la poca repercusión que está teniendo esta fantástica novela negra; hardboiled desde el punto de vista de varios narradores que, a modo de plano secuencia, van conformando una trama compleja que no se resuelve hasta la última página; por si fuera poco el autor consiguió dotar a cada uno de ellos de un estilo propio construyendo voces muy distintas de gran viveza. Es un prodigio de estilo y trama. Uno de los libros del año. 

Esta oficina me mata de Viola Veloce, otra entrometida muy divertida, con toques de humor a la italiana (o española) y un entorno diferente, un crimen en la oficina con una investigadora poco usual. Lástima la abundancia de lugares comunes pero es un toque refrescante y veraniego. 

¿Qué tal el dolor? de Pascual Garnier, se disfruta y se agradece su comienzo por el final… el problema quizá es que el desarrollo queda debajo de las expectativas creadas; de todos modos, buena lectura. 

Cubierta_ElbuitreLa chica del tren de Paula Hawkins,  uno nunca sabe cómo una obra tan mal escrita y previsible se convierte en best seller; olvidable, lástima de día que gasté en leerla. Nota mental: No salirse del camino establecido. 

Los tres de Sarah Lotz, extraña publicación ubicada por RBA en su serie negra cuando, sin lugar a dudas, es un thriller con elementos terroríficos, pero claro, ahí está Jack Reacher; signos inequívocos de la defenestración total de la mejor colección de novela negra de los últimos años; eso sí, la novela de Lotz, narrada como una acumulación de documentos parte de una premisa muy interesante para aderezarlo con elementos terroríficos que, sobre todo, juegan con la potencialidad, más que con lo que ocurre realmente; es en esta posibilidad en lo que radica su forma de despertar el miedo más que en lo explícito. Una propuesta realmente buena. 

El veneno de la tarántula: Los misterios de Byomkesh Bakshi de Sharadindu Bandyopadhyay, magnífica colección de relatos del homólogo indio de Sherlock Holmes; el peculiar (y más divertido) Byomkesh Bakshi es una de las mejores opciones posibles derivadas de los relatos de Conan Doyle, ya que Bandyopadhyay no se limita a introducirlo en un contexto sino que añade gran personalidad a los protagonistas y no se olvida de construir buenas tramas. Creo que Quaterni tiene pensado una segunda recopilación y se va a convertir en un MUST. 

Flavia de los extraños talentos de Alan Bradley, saldado, esa fue la forma de encontrar este libro fabuloso, con una entrometida de once años, Flavia, simplemente deliciosa, divertida e inteligente; con una trama bien hilada y que, para ser una primera novela de la serie, consiguió presentar los personajes sin descuidar el misterio. Una gran posibilidad para los aficionados a las buenas novelas de detectives y con una chispa de buen humor.

Espero que os hayan gustado, en breve el resto de lecturas, con todo lo de agosto.

¡Buenas lecturas!

Las tertulias de la orquesta de Héctor Berlioz. Berlioz en una dimensión distinta

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Publicado inicialmente en este post en Opera World.

Las tertulias de la orquesta constituyen un paso más en el conocimiento de la figura del compositor francés Héctor Berlioz; un Berlioz en una dimensión distinta: la literaria. El prólogo de Pablo Heras-Casado introduce el tema en cuestión:

“Desde un punto de vista artístico en sentido amplio, admiro en él su capacidad literaria en la música, concretamente la altura dramática que poseen sus obras. Fue un personaje con gran interés por la literatura y el teatro, un lector ávido, del mismo modo en que lo fueron también otros compositores que son esenciales para mí, como Gluck o Verdi. Gluck y Berlioz concibieron la literatura expresiva, el drama, como sustento de sus composiciones y tanto estos como Verdi poseen una cualidad que aprecio sobremanera: ninguno de ellos se queda en lo superficial a la hora de narrar. Me gusta valorar en una obra la constatación de que cada uno de sus compases sea dramatúrgico, que no haya en ella nada superfluo como si fuera un simple dibujo de paisajes sonoros, y que el sentido dramático, la continuidad y la coherencia narrativa constituyan la base de la partitura. Berlioz representa el caso del compositor que al igual que Beethoven o Mahler es capaz de elaborar un verdadero drama artístico sin el empleo de palabras, pero que también posee esta cualidad creadora como escritor.”

En la imprescindible introducción de Enrique García Revilla, editor y traductor de esta obra, entramos en profundidad en la materia, estableciendo, además, el paralelismo con otros compositores; Berliozes el único capaz de expresarse con propiedad (y brillantez) en un lenguaje literario:

“Podemos afirmar con rotundidad y sin temor alguno a caer en equivocación que, si hay entre los compositores de toda época uno que destaque de forma clara como escritor, ese es Berlioz. Si bien Wagner destacó por la expresión en prosa de sus ideas estéticas, Schumann y Debussy por la fantasía de su pluma en su crítica musical y tal vez Tchaikovsky y en su epistolario íntimo, Berlioz es el único con verdadera vocación de escritor. Como tal, no sólo es capaz de expresarse en prosa sobre asuntos musicales, sino que posee inspiración y fantasía para elaborar sus relatos y dotarlos de una forma artística.”

Es destacable reflejar las características más sobresalientes de Berlioz a la hora de escribir,; al evidente contenido musical, en diferentes ámbitos, se suma una inesperada faceta cómica presente a lo largo de todas las tertulias,;? como bien comenta el editor, la misma premisa que sostiene todo el libro: que unos músicos en medio de una representación operística se dediquen a comentar libros o leerlos, es ya, de por sí, toda una declaración de principios del autor:

“El estilo literario de Berlioz, ágil y alejado de los excesos sentimentales propios de la literatura decimonónica, sorprenderá al lector que tenga la suerte de acercarse a él por ver primera por su agudeza y sentido humorístico. Detrás del ceño fruncido con que le muestran los retratos de Courbet o Signol, se escondía un tipo divertido y extremadamente agudo que no puede reprimir su sentido del humor cuando se expresa por escrito. De este modo, no sólo el planteamiento del libro ya es disparatado, pues no parece posible que unos músicos de orquesta se dediquen a contarse historias en el foso ante la media sonrisa cómplice del director (que también escucha atentamente), sino que en cada una de las tertulias introduce multitud de chistes, juegos de palabras y detalles de punzante ironía.”

La tercera faceta contenida en estas tertulias es, como bien podíamos suponer, una proyección autobiográfica del polifacético músico que aprovecha para, indirectamente, relacionar sus tertulias con momentos que le han sucedido a lo largo de su vida (y que el editor nos ilumina gracias a impagables notas a pie de página):

“Junto al contenido musical y al sentido humorístico, la tercera característica del estilo literario berlioziano consiste en la proyección autobiográfica del autor en sus escritos. Las tertulias de la orquesta, que sólo en cierta medida pueden considerarse una novela, constituye un espléndido retablo musical de metaliteratura, en el que la figura del narrador tiende ora a inmiscuirse en la trama, ora a alejarse, o bien simplemente a permanecer como testigo de la misma.”

Dicho lo anterior, os reviso a continuación algún fragmento del libro que sirve como ejemplo a las características anteriormente mencionadas; el siguiente párrafo, con el que se abre la primera tertulia es paradigmático de la prosa de Berlioz y refleja a la perfección el estilo del autor así como la vena humorística de la que hace uso para presentar la base en la que se sustentan las narraciones que vendrán después:

“Hay en el norte de Europa un teatro de ópera en el que los músicos, que son en su mayoría gente culta, se dedican habitualmente a la lectura e incluso a la charla sobre temas más o menos literarios y musicales cada vez que se interpreta alguna ópera mediocre. No es necesario señalar que leen y charlan con frecuencia. Así pues, sobre cada atril, al lado de la partitura, hay un libro. De este modo, el músico que aparenta estar contando a conciencia los silencios, esperando su entrada, con la máxima concentración en la lectura de su parte musical, se encuentra muy a menudo embebido en las maravillosas escenas de Balzac, en los encantadores cuadros de costumbres de Dickens o incluso en el estudio de alguna ciencia. Conozco a uno que, durante las quince primeras representaciones de una célebre ópera, leyó, releyó, meditó y asimiló los tres volúmenes del Cosmos de Humboldt; otro, mientras duró el éxito de una obra verdaderamente estúpida, hoy olvidada, se organizó para aprender inglés; e incluso sé de otro que, dotado de una memoria excepcional, recitó a sus vecinos más de diez volúmenes de cuentos, anécdotas, aventuras y noticias.”

El uso del humor es constante, a veces, indirectamente, otras, de una forma más directa y con un uso desacostumbrado del humor negro que quizá no era tan fácil de prever:

“-Pareces triste, Kleiner. ¿Te pasa algo?

-¡Oh! ¡Qué contrariedad!

-¿Contrariedad? ¿Has vuelto a perder once partidas de billar, como la semana pasada? ¿Has roto un par de baquetas nuevas o has vuelto a quemar otra pipa?

-No. He perdido… mi madre…

-Lo siento camarada. Siento no haberte tomado en serio. ¡Qué mala noticia!

-(Kleiner dirigiéndose al camarero:) ¡Camarero! Una crema bávara.

-(Entonces continúa:) Sí, amigo, Tremenda contrariedad. Mi Madre murió anoche, tras una agonía horrible de catorce horas.

-(Vuelve el camarero.) Señor no quedan cremas bávaras.

-(Kleiner golpea violentamente la mesa con el puño, arrojando al suelo con estrépito dos cucharas y una taza:) ¡Maldición! ¿Es que en esta vida todo son contrariedades?

Eso es sensibilidad en estado puro.”

Uno de los peligros de este tipo de narraciones es caer en la monotonía por la repetición de los mismos comienzos; Berlioz, consciente de ello, también presenta tertulias en las que no se produce la narración paralela a la representación; debido principalmente a que la ópera que les toca representar sí tiene calidad, tal es el caso de El cazador furtivo de Weber:

“Nadie habla en la orquesta. Cada uno de los músicos cumple con su obligación con el mayor celo e incluso con cariño. En un entreacto, uno de ellos me pregunta si es cierto que en la ópera de París utilizaron un esqueleto de verdad en la escena infernal. Respondo afirmativamente y prometo relatar al día siguiente la biografía del desafortunado personaje.”

O del Fidelio de Beethoven:

“Hoy representan Fidelio, de Beethoven.

Nadie dice una sola palabra en la orquesta. Los ojos de todos los artistas centellean. Los de los que sólo son simples músicos, permanecen abiertos. Los de los imbéciles se cierran de vez en cuando. Tamberlick, contratado por nuestro gerente para unas cuantas representaciones, canta el papel de Florestán. Con su aria de la prisión revoluciona la sala entera. El cuarteto de la pistola entusiasma violentamente al público. Tras el gran finale, Kleiner el mayor exclama:

-¡Esta música me hace arder por dentro!”

En ambos casos (y en algún otro como Spontini y su Vestale) no solo no hablan sino que se acentúa el silencio, el silencio se convierte, en manos del francés, en un catalizador del placer operístico.

El resto de tertulias tienen de todo tipo de historias, algunas hasta fantásticas,; me quedo ahora con una definición de términos de la época, aquellos que toda buena claque tenía que conocer a la perfección, especialmente divertido e irónico es el uso que se hacía de Animar:

“Fiascar significa no producir efecto alguno, no hacer gracia y caer en la indiferencia del público.

Calentar en vano es aplaudir inútilmente a un artista cuyo talento no ha sido capaz de emocionar al público por sí solo. Esta expresión es análoga al proverbio dar puñadas en el agua.

Haber acuerdo consiste en ser aplaudido por la claque y por una parte del público. Duprez, el día de su debut en Guillermo Tell, obtuvo un acuerdo extraordinario.

Animar a alguien es silbarle. Esta ironía es cruel y además presenta un sentido oculto que le da mayor mordacidad. No hay duda de que los silbidos contribuyen poco a animar al desgraciado artista, pero su rival sí se anima al verle silbado, y los demás también lo hacen en secreto. Así pues, cuando se silba a uno, siempre hay otro que se anima.[…]”

El otro texto que quería destacar era uno relacionado con la música, en particular con la crítica musical (que también realizó en su tiempo dentro de sus múltiples funciones artísticas) y el hecho de que siempre “hay un roto para un descosido”:

“Yo he visto El burgués gentilhombre silbado por estudiantes en el Odeón. Se sabe que la traducción realizada por A. De Virgny del Otelo de Shakespeare provocó buenos disturbios en el Teatro Francés; que Il Barbiere fue recibido con abucheos en Roma, lo mismo que el cazador furtivo en París. Aún no he asistido a una primera representación de la Ópera sin encontrar entre los jueces del vestíbulo una enorme mayoría hostil a la nueva partitura, por hermosa y grande que esta fuera. Tampoco hay una obra, por muy aburrida, desastrosa y nula que parezca, que no reciba la aprobación de algunos y encuentre algunos defensores de buena fe. Ya lo dice el proverbio: “siempre hay un roto para un descosido.”

En resumen, según lo indicado, el libro es ciertamente entretenido y se lee con interés a pesar de un par de detalles referentes a la edición y al propio Berlioz: En ciertos momentos el autor abusó del “namedropping”, citando y citando nombres de la época sin ningún objetivo claro y que hacen la lectura demasiado farragosa e incluso densa; por otro lado, la edición es mejorable, el libro es grande en tamaño para el estándar habitual y el número de páginas se ha ajustado tanto que entran demasiadas palabras (y en letra muy pequeña), haciendo la lectura ligeramente tortuosa. Aun así, es una buena recomendación para conocer tanto el autor como la época en la que vivió y pasar un buen rato.

Los textos provienen de la traducción/edición de Enrique García Revilla de Las tertulias de la orquesta de Héctor Berlioz para la editorial AKAL.

Elegías de Duino de Rainer Maria Rilke. Lo sublime poético

duinoEn el epílogo de Alberto Vital del Seminario de Hermenéutica de la Universidad Nacional Autónoma de México encontramos una de esas reflexiones que, en mi opinión, resumen a la perfección lo que es, o debería ser, la poesía:

“Sólo la poesía que escribimos o que leemos (y entonces en cierta medida la hacemos nuestra) es capaz de desnudar el alma humana. La poesía (o, si se quiere, la poiesis del griego) es el lenguaje más íntimo, el lenguaje de la hondura y la permanencia en un mundo inconstante, el lenguaje que cava y socava en la minería de la psique (y las minas son importantísimas  en el Rilke de las Elegías y en el Rulfo de Pedro Páramos, con la Andrómeda como un referente realista y, sobre todo, como un símbolo en más de un plano).”

De dicho párrafo me gustaría destacar unas ideas:

1º La capacidad única de la poesía de “desnudar el alma humana”, esto es, de sublimar nuestra experiencia lectora, de transportarnos a lo sublime.

2º La importancia del lector como último experimentador de lo sublime, el escritor es capaz de llegar a esta trascendencia pero el lector, entra en la misma órbita al leer poesía.

3º En la mayoría de las ocasiones la poesía genera una experiencia íntima con el lector, de una hondura personal e intransferible con él.

Dicho esto, las Elegías de Duino de Rainer Maria Rilke constituyen un paradigma en sí mismo que cumplen a la perfección lo que destaca el texto anterior. Poco puede decir mi prosa ante el flujo cargado de aliento poético del autor, solo nos queda descubrirlo y disfrutar con la profunda experiencia místico-terrenal que el escritor acomete en todo momento:

 

“Es penoso estar muerto y, trabajoso,

ir recobrando poco a poco un mínimo

de eternidad.

Pero todos los vivos cometen el error

de querer distinguir con excesiva

rotundidad. Los ángeles –se dice-

ignoran a veces si están entre los vivos,

quizás, o entre los muertos. El eterno

torrente arrastra las edades todas

por ambos reinos y, en medio de los dos,

logra hacer oír sus voces.”

 

Esta dicotomía divino-terrenal solamente puede tener cabida en nuestro corazón, ya que nuestro entendimiento no podría entenderla:

 

“Porque nuestro corazón nos sobrepasa –como a ellos.

Y ya no podemos seguirlo con la mirada hasta

las aquietadoras imágenes que lo sosiegan,

ni en esos cuerpos, semejantes a lo divino,

donde aún más enormemente se demora y contiene.”

 

Las bellas imágenes metafóricas de la muerte solo pueden ser así por la presencia de un mundo divino, un mundo al que podemos aspirar desde las letras de Rilke:

 

“¿Quién mostrará a un niño tal como él es?

¿Quién lo ubicará en las estrellas y

pondrá en su mano la medida de la distancia?

¿Y quién, en fin, podría representar

su muerte como ese oscuro pan que

se endurece –o la dejará en la redonda

boca, como el corazón de una bella manzana?

Es fácil presentir al asesino. Mas esto:

contener la muerte, toda la muerte, desde

antes de la vida, tan dulcemente contenerla

y no ser malvado, esto es inefable.”

 

Esta esperanza es la que nos ayuda a convivir con un mundo que se fragmenta cada vez más, un mundo en descomposición que nos hace trizas:

 

“¡Y nosotros

meros espectadores

en todo tiempo, en todos los lugares,

vueltos siempre hacia todo y nunca más allá!

El mundo nos agobia.

Lo organizamos. Pero

se derrumba en añicos.

Lo organizamos otra vez y , entonces,

nosotros mismos

caemos rotos en menudas trizas.”

 

Es por ello que siempre nos encontramos en situación de despedida, una manera más de defendernos de lo que nos sucede y que no podemos afrontar:

 

“¿Quién nos conformó así,

que hagamos lo que hagamos

tenemos siempre la actitud

de quien se va? Como el que sobre la última colina,

desde donde divisa todo el valle,

una vez más, se vuelve, se detiene y rezaga,

así vivimos-

despidiéndonos siempre.”

 

Al fin y al cabo, nosotros no tenemos nada que podamos ofrecer, somos tan pequeños que debemos ir despojados de todo:

 

“Y así nos afanamos queriendo realizarla,

tratando de abarcarla en nuestras manos,

en nuestros ojos cada vez más henchidos

y en nuestro corazón sin palabras.

Intentamos ser ella. Para dársela ¿a quién?

Preferiríamos retenerla del todo para siempre…

¡Ah! Pero al otro reino ¿qué puede uno llevar?

No el arte de mirar y ver,

tan lentamente aquí aprendido.

Ni nada que haya sucedido aquí.

Nada. Absolutamente nada.”

 

En la lírica traducción/versión del gran Juan Rulfo solo podemos encontrar la perfecta fusión de los versos de Rilke con el aliento poético del mexicano que nos ayuda a encontrar lo sublime.

 

“Y nosotros, que siempre hemos esperado mirar

cómo asciende

la felicidad, sentiríamos el enternecimiento

que casi nos trastorna

cuando la dicha cae.”

 

Apabullante. Nada más hay que yo pueda decir.

Los textos provienen de la traducción/versión de Juan Rulfo de Elegías de Duino de Rainer Maria Rilke para Sexto piso.

Resumen Junio 2015. ¡Feliz Verano!

Parece mentira cómo pasa el tiempo. Un mes más y ya estamos en verano y con unas ganas de vacaciones que os podéis imaginar. Ha sido un mes provechoso en lo lector y os paso a continuación cápsulas sobre las lecturas:

Velvet, vol.1: Before the living end de Ed Brubaker y Steve Epting, sin duda, Brubaker es un especialista en crear historias con sabor Noir y en este caso con una buena mezcla de espías,; este primer arco argumental de la nueva serie promete, nos presenta una protagonista atractiva y, además, tenemos el dibujo de Epting, que funciona a la perfección. Un gran cómic.

Agatha Mistery 19: El diamante de Amsterdam de Sir Steve Stevenson, después de tantas entregas como lleva el italiano las historias ganan en complejidad (y número de páginas), sin perder la frescura de los primeros momentos, buena historia de detectives para lectores que van evolucionando. 

Outline de Rachel Cusk, pensé en un primer momento en hacer un post con mis favoritos del Baileys Prize, el premio para mujeres anglosajonas, como hice el año pasado; sin embargo, tengo que reconocer que la falta de tiempo y el poco interés en las finalistas me ha echado atrás las intenciones. Solo hay dos libros que me interesaban de alguna manera. El primero de ellos es este Outline de Rachel Cusk, la segunda, que leí más tarde, fue la ganadora a posteriori, Ali Smith y su How to be both. El de Cusk es un libro que juega muy bien con lo formal, la narradora, de la que nunca conocemos el nombre establece el contorno, el boceto de su personalidad, a través de sus relaciones con el resto de personas que se va encontrando. Todo el libro es, entonces, una perfilación de dicha personalidad sin la presentación directa de la misma. Funciona muy bien, de hecho es el que más me ha gustado de los seleccionados, pero, ciertamente, quizá sea el más dificultoso de leer. Habrá que ver si llega por aquí. 

Los reyes del Jaco de Vern E. Smith, buena muestra de hardboiled negra negra, más detalles pinchando en el título

Agatha Mistery 20: Trampa en Pekín de Sir Steve Stevenson, el exotismo oriental unido a lo que comenté anteriormente hacen de esta una buena muestra de literatura juvenil de género.

El corredor del laberinto de James Dashner, buena premisa inicial (la presentación de los personajes y de lo enigmático y misterioso está muy bien pensada) que se diluye hasta difuminarse y convertirse en una pequeña parodia en sí misma, con uno de esos finales que no te crees de ninguna manera por la forma en que se realiza y una sensación de que el autor no pensaba que iba a triunfar; que funcionaría mejor como capítulo autoconclusivo que como una trilogía. A mí no me ha convencido para leer los dos siguientes, hay mucho mejores propuestas.

How to be Both de Ali Smith, la ganadora del Baileys Prize este año nos ofrece una historia singular; dos historias, dos comienzos (según el libro que compraras), unidos por pequeños hilos que los interconectan y una reflexión sobre el arte como nexo de unión en nuestras vidas. Buena historia, no lo dudo, aunque tampoco creo que sea sobresaliente, funciona mejor como experimento formal.

Cucarachas de Jo Nesbo, la segunda novela del noruego sí que me recuerda bastante al mejor Nesbo, el de la trilogía del Príncipe y El redentor. A pesar de estar ambientada en Bangkok se ven las trazas de lo que hizo funcionar al autor, esos comienzos de un universo Hole, la opresión claustrofóbica, el dolor, y, sobre todo, la ejecución de la trama.

Genealogía de una bruja, de Benjamin Lacombe y Sébastien Pérez, el estuche del que hablé aquí  recoge dos libros con unas ilustraciones estupendas del francés, es un seguro de diversión.

La leyenda del Santo Bebedor de Joseph Roth, empezar a leer al “otro” Roth, no puedo haber empezado mejor, este libro es una delicia. Una pequeña historia con mucho alcohol y una moraleja sin moralina.

Batman: Bruce Wayne, Murderer? de varios autores, alargadísimo como un chicle sin fin, quizá uno esperaba que el asesinato se resolviera en este primer volumen pero no, se extendió a los tres siguiente volúmenes.

Batman: Bruce Wayne, Fugitive, Vol 1. de varios autores, mejor que lo anterior, lógicamente, no podía ser peor. Además de empezar a ver datos e historias importantes para la línea principal. Sinceramente, no comparto la idea de Rucka de deshacerse de Bruce Wayne. ¿Se puede entender a Batman sin el desencadenante del asesinato de los padres de Bruce? ¿Existiría Batman sin Bruce? Creo que la premisa es errónea según la psicología de Batman.

Caza al asesino de Jean-Patrick Manchette, como de costumbre, este libro se ha reeditado por la aparición de la película. No debería ser lo óptimo… pero bueno, demos la bienvenida a un Manchette que, como de costumbre, es buenísimo, a pesar de la portada con Sean Penn.

Batman: Bruce Wayne, Fugitive, Vol 2. de varios autores, ¡por fin! Resolvemos el asesinato tras un número infinito de números, una pena, hasta que se llegó aquí.

El jardín crepuscular de John Clute, menudo sorpresón este  breve glosario del horror estructurado según una idea general y teoría del terror. Es tan interesante que me va a servir para unos posts futuros sobre el terror. Sabréis de él más adelante.

Batman: Silencio de Jeph Loeb y Jim Lee, lo recordaba malo, pero es peor de lo que recordaba, la trama de Loeb es un montón de excusas para que salgan todos los villanos posibles y que Jim Lee se dedique a poner escorzos imposibles, tanto en hombres como en mujeres, sin mucho sentido para el avance de la misma. Muy vacío, todo al servicio de Lee.

La katana del lamento de Fubo Hayashi, Satori siempre nos trae cosas disfrutables, no podía ser menos de esta historia de katanas con el mejor sabor de la literatura japonesa.

Ser madre hoy de Miguel Noguera, el particular humor de Noguera tiene sus momentos, tan pronto no puedes parar de reír como pasas por momentos de indiferencia absoluta. Eso sí, ese momento en que te hace clic en el cerebro uno de los conceptos que suelta… es impagable.

La gran novela americana de Philip Roth, fabuloso, por fin este libro publicado en España gracias a Contra Ediciones. Más información en el enlace.

Arkham asylum: Living hell de Dan Slott y Ryan Sook, cuando Slott no era tan famoso por su Spiderman o los Vengadores, hacía tebeos tan buenos como este, un perfecto mecanismo donde cada episodio va sumando hasta el final. Una gran historia con un tono perfecto conseguido gracias  a Sook.

Stalker. Picnic extraterrestre de Arkadi y Boris Strugatski, lo buenos que son los Strugatski ya lo sabía por El lunes empieza el sábado, este libro me confirma que no fueron carne de un solo libro, muy al contrario. Una pequeña maravilla.

Batman: Mientras vuela el cuervo de Judd Winnick y Dustin Nguyen, olvidable la propuesta de Winnick: crear un espantapájaros gigante como amenaza. Se lee y pasa al olvido al mismo tiempo. Encima el dibujo de Nguyen tampoco contribuye.

Batman/Cazadora: Lágrimas de Sangre de Greg Rucka y Rick Burchett, Rucka funciona mejor en miniseries que en el grueso de una serie regular. Si además lo ambienta en el género negro y lo llena de familias de mafiosos en Gotham ciertamente el resultado es, por lo menos, interesante. El dibujo de Burchett contribuye a la creación del ambiente aunque no sepa dibujar mujeres, ni siquiera a Cazadora, la protagonista. Aun así, la historia está bien.

Las tertulias de la orquesta de Héctor Berlioz, pues sí, Berlioz escribía literatura y no lo hacía mal a pesar de ciertos abusos que comentaré  en una próxima reseña.

Y tras el repaso del mes, se acerca un merecido descanso vacacional, no pondré muchas actualizaciones en este tiempo, al menos hasta finales de agosto. Entre tanto voy a aprovechar la coyuntura para realizar monográficos empezando con uno de novela policíaca donde entrarán un montón de cosas que tenía pendientes; he seleccionado todos los que veis a continuación, no creo que los consiga leer pero intentaré acercarme; este monográfico me va a ocupar todo el mes de julio y hasta el 9 de agosto que es cuando empezaré otro monográfico que ya os contaré en ese momento.

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El año pasado puse una votación para ver qué libro reseñaba, viendo el éxito de la propuesta (vuelvo a acordarme de los que participaron con verdadera gratitud) este año solo haré un resumen del monográfico con opiniones a grandes rasgos. También me faltan un par de reseñas que irán llegando poco a poco.

Espero que paséis un gran verano y todos y leáis muchos libros. ¿Qué pensáis leer este verano?

Un fuerte abrazo

La gran novela americana de Philip Roth. El béisbol como catalizador del mito

GranNovela-Roth-lowCada cierto tiempo es bueno recordar lo útil que es el texto que hice sobre el mito de la Gran Novela Americana a propósito del Libertad de Franzen y El gran Gatsby de Fitzgerald; allí hablaba, entre otras cosas, del momento (1868) en que dicho término fue acuñado por John William De Forest y el verdadero alcance del mismo, más allá de superficialidades aplicadas hoy en día en cuanto a tamaño o simple calidad:

“But the Great American Novel–the picture of the ordinary emotions and manners of  American existence–the American “Newcomes” or “Miserables” will, we suppose, be possible earlier. “Is it time?” the benighted people in the earthen jars or commonplace life are asking. And with no intention of being disagreeable, but rather with sympathetic sorrow, we answer, “Wait.” At least we fear that such ought to be our answer. This task of painting the American soul within the framework of a novel has seldom been attempted, and has never been accomplished further than very partially– in the production of a few outlines.”

Para De Forest la clave estaba en que tenía que ser “la imagen de las maneras y emociones ordinarias de la existencia del pueblo americano” (“the picture of the ordinary emotions and manners of American existence”), es decir, “pintar el espíritu americano dentro de una novela” (“this task of painting the american soul within the framework of a novel”). 

Teniendo en cuenta lo anterior, vamos con Philiph Roth, que en 1973 decidió escribir una novela llamada La gran novela americana, con una intencionalidad clara en cuanto a conocimiento del mito y con una subversión manifiesta en cuanto a la forma de presentar el “espíritu americano”  y “las maneras y emociones ordinarias del pueblo americano”; se puede ver claramente en dos textos, en el primero de ellos dándole la importancia que se merece el béisbol, ese desconocido que despierta la pasión de los americanos: 

“Además, era imposible comunicar la esencia del juego con palabras, ya fueran escritas o habladas, ni siquiera con palabras tan poéticas e inspiradas como las que solía pronunciar Míster Fairsmith. Como decía el general, la belleza y el sentido del béisbol residían en la inalterable geometría del diamante y en el reto que esta comportaba para la habilidad, la fuerza y el sentido de la oportunidad de los jugadores. El béisbol era un juego que se veía de manera distinta desde cada uno de los asientos del estadio, y por consiguiente jamás podría representarse adecuadamente a menos que alguien fuera capaz de reunir en una única imagen lo que todos y cada uno de los espectadores presentes en el estadio veían a cada momento […]” 

Para, a continuación, identificar el béisbol con toda una nación: el nexo que los une a todos. Por lo tanto, en palabras de Roth, el béisbol estaría indefectiblemente unido al sueño americano:

 “¿Qué le dice un americano a otro para entablar conversación en el tranvía, en el tren, en el autobús: “¿Di, puedes ver, con la primera luz de la aurora…?”, ¡No! Le dice: “Eh, ¿qué han hecho hoy los Tycoons?”. Le dice: “Eh, ¿Mazda ha marcado jonrón?”. Dime Roland, ¿sabes ya qué es lo que hermana a millones  y millones de americanos, lo que convierte a los rivales en aliados, a los extraños en vecinos, a los enemigos en amigos? ¡El béisbol! Y Así es como se proponen destruir América, jovencito, ese es su malvado e ingenioso plan: ¡destruir nuestro deporte nacional!

-Pero… ¿cómo? ¿Cómo pretenden lograr algo así?

-¡Convirtiéndolo en un espectáculo ridículo! ¡Haciendo que la gente se ría de él! ¡Quieren que nos riamos hasta morir!”

El final del sueño americano, o la debacle de dicho sueño sería representar dicho deporte no por sus heroicidades  sino más bien desde su faceta más ridícula; eso es lo que hace Roth, ya que toma el equipo más inútil de una de las ligas de béisbol, y lo utiliza para representar las costumbres del pueblo americano mediante una sátira continua y desternillante del deporte y, por extensión, de la sociedad americana.

Para ello escoge como narrador a Word Smith, Smitty, un periodista que será el que relatará las vicisitudes de la liga de béisbol y, en particular de los Mundys, el equipo en cuestión. Adoptará la primera persona de este periodista en el prólogo y en el epílogo, el prólogo le sirve para encuadrar la novela en la tradición, en esa Gran Novela Americana comentada anteriormente:

“Con esta prosa de segunda infancia no me dejarían ni entrar en secundaria, ¿cómo, pues, van a darme el Pulitzer? En fin, ni el monte Rushmore se labró en un día ni la Gran Novela Americana se escribirá sin sufrimiento. Además, empieza a pensar que quizá el dolor le hace bien al estilo: cuando escribir una letra como la z minúscula se convierte en algo tan tedioso y traicionero como un trayecto de montaña donde a cada curva de herradura hay que girar para no despeñarse al abismo, uno tiende a ahorrarse las palabras con z.”

De hecho, no duda, por si no lo teníamos claro, en establecer paralelismos con el Moby Dick de Melville o con el Huckleberry Finn de Twain; un verdadero prodigio que le sirve tanto para asentar la base en cuanto a tradición novelística como para realizar un pequeño resumen de la historia que se va a contar:

“Estudiantes de L. y fanáticos, la historia que me he propuesto contaros –prefigurada en las andanzas de Huckleberry Finn y el negro Jim, así como en las aventuras y el ostracismo de Hester Prynne, la paria de los puritanos- es la de los en tiempos poderosos Mundys,  la de cómo fueron expulsados de su estudio local en Port Ruppert, la del humillante año que pasaron en la carretera y la de la vergonzosa catástrofe que acabó con ellos (y conmigo) para siempre. Poco se imaginaban los otros siete equipos de la liga –poco nos lo imaginábamos todos, incluido el menda- que el aparentemente cómico infortunio de los Mundys constituía el preludio de nuestro común olvido. Mas esa, fanáticos, es la tiránica ley de nuestras vidas: hoy, la euforia; mañana, el torbellino.”

Esta forma de contarlo es lo que utilizará en cada comienzo de los siguientes capítulos, a modo de resumen, adoptando un narrador omnisciente y que entronca directamente con la forma de narrar de la época victoriana, llama la atención su intención de hacer una novela moderna, contemporánea, encuadrada en la tradición más antigua, del inicio de lo que podríamos llamar la Gran Novela Americana:

“Donde se narra cuanto es preciso sobre la historia de la Liga Patriota para que el lector se familiarice con su precaria condición a comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Del carácter del general Oakhart, soldado, patriota y presidente de la Liga. De su gran apego a las reglas del juego. De sus ambiciones. A modo de contraste, del carácter del pícher Gil Gamesh, el debutante más sensacional de todos los tiempos. De su actitud hacia la autoridad y la humanidad en general. De la sabiduría y los sufrimientos de Bocazas Masterson, el umpire que se cruzó en su camino. De Cómo Gil Gamesh fue expulsado del béisbol por vulnerar la ley.[…]”

A partir de ahí, cada capítulo es una recopilación de los hechos que les suceden a los Mundys, la liga de béisbol y todo lo que se relaciona con ellos. Los Mundys son un equipo de perdedores, de inadaptados, con miembros amputados, aquellos que no han podido ir a la guerra por sus diversas taras y que van desde Mike Rama que se estrella contra las paredes en cada partido:

“[…] La afición, por supuesto, se sentía profundamente conmovida al ver cómo aquel joven brillante anteponía la victoria a su propia integridad. Cada vez que en el estadio resonaba el pataplum, el corazón se les encogía: ¿se había matado esta vez? Y lo más importante, ¿se le habría caído la pelota? Milagrosamente, la respuesta siempre era negativa. “

Hasta Buddy, el inadaptado de color que se presenta como un gran fichaje y que le sirve para hacer una broma sobre su hombría:

“A causa de la lluvia de flashes que acompañó el contacto de la yema del dedo de Doblona con la carne de Buddy, el efecto de su gesto sobre el antiguo jugador de los Mundys no se hizo perceptible de manera inmediata, pero cuando por fin los presentes recuperaron la vista resultó evidente que en los pantalones nuevos de franela de Buddy asomaba un bulto de considerables proporciones.

-Cáspita –dijeron los reporteros entre risas.

Mazuma, que siempre tenía alguna ocurrencia a punto, dijo:

-Caballeros, si quieren les digo qué es lo que no le falta a mi nuevo jardinero derecho.”

De fondo, la guerra fría, los dobles agentes, los espías, el balanceo entre la posibilidad del comunismo y lo que le puede hacer mal al mundo:

“-En mil novecientos treinta y ocho me mandaron ir a Moscú, el mayor honor que podía concedérsele a un joven agente comunista. Ahí me matriculé en el Centro de la Unión leninista de Espías y Técnicos en Sabotaje, conocido popularmente como el Culetes.

-Gamesh, ¡esperas que me crea que ese es el nombre de una escuela de Moscú? –preguntó el escéptico general.

-General, los comunistas no sienten más que desdén por la decencia y la dignidad humanas. La irreverencia y la blasfemia son su negocio, y saben cómo practicarlo.”

Y el capitalismo como verdadero destructor del sueño americano:

“Oakhart: Sí, es ridículo, pero ¿y si aun así es verdad? ¿Y si acaban destruyendo el béisbol desde dentro?

Smitty: Cuando eso ocurra, querido general, será un día muy triste, pero no será por culpa del comunismo ateo y materialista.

Oakhart: ¿De quién entonces?

Smitty: ¿De quién? ¡Del capitalismo ateo y materialista, he aquí de quién! Pero, claro, eso  es solo una opinión personal, general, la de un tipo llamado Smith.”

Pero, al final, para Roth, es el pueblo americano el que sufre, no son los héroes los que representan el sueño americano, sino los que luchan en el día a día:

“¿Qué pasa con el resto de nosotros, campeón? ¿Qué pasa con los desgraciados, por ejemplo? ¿Qué pasa con los débiles y los humildes y los desesperados y los cobardes y los que no tienen, por decir los primeros que me vienen a la cabeza? ¿Qué pasa con los perdedores? ¿Qué pasa con los fracasados? ¿Qué pasa con los parias de la tierra, que, por si no lo sabías, conforman el noventa por ciento de la raza humana? ¿Ellos no tienen sueños, Agni? ¿No tienen esperanzas? ¿Quién os ha dicho a los campeones como tú que el mundo es vuestro? […] Déjame que te diga una cosa, Adonis americano: a los hijoputas rubitos se os ha pasado la hora. Se acabó, Agni. Ya no aceptamos vuestras reglas, ¡ahora jugamos con las nuestras! ¡La Revolución ha empezado! ¡A partir de ahora los Mundys son la raza suprema!”

Ha llegado tarde, pero ha llegado para quedarse, la última novela que nos quedaba del gran Philip Roth.

Los textos provienen de la traducción de David Paradela López de La gran novela americana de Philip Roth para la editorial Contra.

Jack of Spades by Joyce Carol Oates. Escritora de género, versatilidad

jackOFspadesLa sinopsis de la segunda novela de Joyce Carol Oates en este año tras The Sacrifice , Jack of Spades, no podía atraerme más a priori:

“Andrew J. Rush has achieved the kind of critical and commercial success most authors only dream about: his twenty-eight mystery novels have sold millions of copies in nearly thirty countries, and he has a top agent and publisher in New York. He also has a loving wife, three grown children, and is a well-regarded philanthropist in his small New Jersey town. But Rush is hiding a dark secret. Under the pseudonym “Jack of Spades,” he writes another string of novels—dark potboilers that are violent, lurid, even masochistic. These are novels that the refined, upstanding Andrew Rush wouldn’t be seen reading, let alone writing. Until one day, his daughter comes across a Jack of Spades novel that he has carelessly left out and begins to ask questions. Meanwhile, Rush receives a court summons in the mail explaining that a local woman has accused him of plagiarizing her own self-published fiction. Rush’s reputation, career, and family life all come under threat—and unbidden, in the back of his mind, the Jack of Spades starts thinking ever more evil thoughts.”

Comenté a propósito de El gusano de seda el recurso que utilizan algunos autores de escribir a través de un pseudónimo y cómo esta escisión de la autoría les permite experimentar en temas o géneros tratados (lo más habitual) e incluso transforman su estilo para adaptarse al nuevo tema/género o simplemente por probar nuevas formas de escribir (menos habitual). Joyce Carol Oates no escribe en este caso con pseudónimo (aunque sí lo ha hecho en otras ocasiones) pero trata sobre ello en esta última novela transformando su estilo de tal manera que podríamos estar hablando de la última entrega terrorífica de Stephen King, de hecho, es inevitable pensar en La mitad oscura según la estás leyendo.

Lejos de tratarse de una coincidencia, Oates es muy consciente de los paralelismos que se encarga de alentar continuamente desde el comienzo, aquí se puede comprobar su similitud con el fenómeno Bachman y cómo el utilizar el pseudónimo le sirve para escribir de una manera “más cruda, visceral, francamente terrorífica”:

“There is another, curious similarity between Stephen King and me: as Stephen King experimented with a fictitious alter ego some years ago, namely Richard Bachman, so too I began to experiment with a fictitious alter ego in the late 1990s, when my career as Andrew J. Rush seemed to have stabilized, and did not require quite so much of my anxious energies as it had at the start. Thus, Jack of Spades was born, out of my restlessness with the success of Andrew J. Rush.

Initially, I’d thought that I might write one, possibly two novels as the cruder, more visceral, more frankly horrific  “Jack of Spades” –but then, ideas for a third, a fourth, eventually a fifth pseudonym novel came to me, often at odd hours of the night.”

De hecho, volverá a comentar en varias ocasiones esta diferenciación en la forma de escribir como en este caso donde igualmente habla de su método de escritura, ese “no saber cómo va a acabar una novela hasta que ocurre”:

“The endings of Jack of Spades’s  mysteries were crueler, as they were more primitive. There was too much evil spilling over everything to be tidily mopped up and mostly, everybody died, or rather was killed. Often I had no idea how a novel by Jack of Spades would end until the last chapter which came rushing at me like a speeding vehicle”

Independientemente de la apariencia de thriller que sirve para leerlo con inevitable interés Oates explota las posibilidades de este tipo de narración y el uso del pseudónimo por parte del escritor; solo hay que ver el miedo que tiene el Rush a perder el control, hecho que le sucede cada vez que Jack of Spades paulatinamente parece tomar el control de algunos momentos de su vida:

“Since the previous day, when my dear daughter Julia had innocently picked up a copy of Jack of Spades’s  A kiss before killing and begun leafing through it, I had feeling that something further would happen, out of my control. If there is one thing that frightens me, and infuriates me, it is losing control.

As if Jack of Spades had come to crouch in a corner of my life, unbidden by me, dragging all the light to him, and into him, like a black hole.”

Esta continua evolución hacia el orden establecido por Jack of Spades es expresado con otro recurso que utiliza King en sus novelas: el uso de una voz del subconsciente que, habitualmente aparece en cursiva y suele reflejar pensamientos que parecen ajenos a la personalidad del protagonista:

 

“Easily, the wife’s skull might be broken in a fall.

In the night, on the steep steps –easily.”

 

“I like not that.

Such phrases Jack of Spades inserted into the stream of my thoughts, that were random and inexplicable and not to be taken seriously.

I like not that. Nor should you.”

 

Quizá lo más discutible en la novela es la aparición de C. W. Haider, una mujer que la demanda por plagio pero la siguiente reflexión, en los pensamientos de Rush, nos da luz a un posible objetivo, mucho más ambicioso, de Oates:

“Of course it had not helped Haider’s carrer that she was female, but not feminine. She’d hoped to break into a male-dominated field of popular American mystery-horror writing as few women have been able to do, and certainly not a woman writer who displayed  the ego of a male writer.”

El papel de la mujer en la literatura de género es difícil sobre todo por la falta de reconocimiento inherente a las mujeres en un tipo de literatura (misterio-terror) dominada, de por sí, por los grandes machos; Oates no se corta, a estas alturas de la vida, con su edad, en denunciar esta situación y quiere demostrar con esta novela su capacidad para crear novelas de este tipo al nivel más alto, independientemente de que sea mujer o hombre:

“These Jack of Spades novels will combine some of the intricacies of plot of A. Rush with the crude, quick-moving, visceral power of Jack of Spades. Blend DNA of Stephen King, Mickey Spillane, Clive Barker, Jack Ketchum, Chuk Palahniuk plus sheer gut-wrenching carnage… Euphoria swept through me like flame”

El colofón de este reconocimiento buscado es el momento en que idea una carta ficticia en la que Stephen King felicita a Jack of Spades subrayando la mayor oscuridad de las novelas del personaje (“U R 2 DARK 4 Me”):

“Imagine my surprise and chagrin when, a few weeks later, a hastily scrawled postcard arrive at the P.O. addressed to “Jack of Spades.”

Whoever you are –“Jack of Spades”- U R 2 DARK 4 Me & We ARE NOT rivals

S.K.”

Un supuesto accidente en el pasado que supuso la muerte de su hermano pequeño nos llevará a un final donde lo real se mezcla con lo sobrenatural, en un cúmulo de ambigüedades que os dejo que descubráis por vosotros mismos (de hecho he preferido quitar algún texto que podía revelar algo de esto). Ese punto macabro final supone una fantástica culminación de una novela que tiene mucho por detrás, como siempre ocurre con la grandísima Joyce Carol Oates.

El canto del cuco y El gusano de seda de Robert Gailbraith. Lo detectivesco según J. K. Rowling

Justamente el otro día hablaba con Gonzalo Torné en Twitter sobre pseudónimos; escritores que adoptan otras personalidades como autores y aprovechan este aparente desdoblamiento de la personalidad para tratar otros temas, otros personajes, otras historias e, incluso, adoptar estilos diferentes como si se tratara de personas distintas; tal es el caso de Gonzalo que se embarca en la tarea de escribir, como Álvaro Abad, novelas de aventuras o con cierto regusto “noir”; tenemos muchos casos actuales en los que sucede igualmente como es el caso de Stephen King y su Richard Bachman, que surgió por el miedo a perder la creatividad y el tratamiento de temas más difíciles de cara al público general ( el tiempo le ha demostrado que, gracias a su margen como King, puede tratar cualquier tema); otro caso paradigmático es el de Joyce Carol Oates que aprovecha sus “otras personalidades literarias” como Rosamond Smith o Lauren Kelly para centrarse en la novela de género y transformar su estilo al mismo tiempo para separarse de sus obras más “serias” (por poner un adjetivo, con toda la inconcreción que supone); ella misma escribe sobre el tema en un libro que traeré dentro de poco por aquí, su Jack Of Spades juega con la forma en que se escinde la personalidad para establecer los dos carismas como autor y cómo uno puede llegar a dominar al otro; parecido es el caso de la archiconocida escritora inglesa Joanne K. Rowling, la creadora de Harry Potter y todo el “Potterverse” que tanto éxito tuvo entre jóvenes y adultos. Robert Gailbraith, un hombre, es el nombre que la autora escogió para escribir novelas policíacas, muy alejadas de sus temas de fantasía, deseando establecer una nueva personalidad que la aleje un poco de lo cómodo y llegar a un público diferente, puede que más adulto.

Ahora que acaba de salir el segundo libro con dicho pseudónimo aproveché para leer los dos seguidos y cantocucohacerme una idea de lo que podemos esperar de esta encarnación literaria; en el El canto del cuco Rowling acometía la presentación de los dos personajes principales: el investigador de nombre inolvidable Cormoran Strike y su ayudante, la rebelde y luchadora Robin Ellacott; la presentación de Strike es toda una declaración de intenciones en cuanto al estilo:

“El reflejo que le devolvía la mirada no era atractivo. Strike tenía la frente alta y abultada, una nariz ancha y las cejas densas de un joven Beethoven que hubiese estado boxeando, una impresión que acentuaba el ojo hinchado y ennegrecido. Su abundante pelo rizado, mullido como una alfombra, le había supuesto que entre sus muchos motes de la juventud se incluyera el de “cabeza de vello púbico”. Parecía mayor que sus treinta y cinco años de edad.”

Rowling, como Gailbraith, adopta un estilo muy ornamentado, pródigo en adjetivos (había bastantes bromas por este hecho) y frases más largas de las que utilizaba en la más sencilla (y efectiva) prosa de las aventuras de nuestro mago; cada presentación de personaje es vívida y colorida y establece un sello de identidad:

“La extrema belleza de Lula rayaba al borde mismo del absurdo, y el encanto por el que era tan celebrada –tanto en necrológicas de periódicos como en blogs histéricos- iba acompañado de una reputación de repentinos ataques de mal genio y un pronto peligroso. La prensa y el público parecían amarla tanto como detestarla. Una periodista la encontraba “curiosamente dulce, poseedora de una inocencia inesperada”; y otra decía que era “en el fondo, una pequeña diva calculadora, astuta y dura.”

En cuanto al tema tratado, se inclina por la variante más detectivesca del relato policíaco; por su forma de escribir yo diría que tenía en la cabeza a P.D. James como inspiración, aunque la elección de un hombre como detective la dejaba un poco alejada de lo que podría esperarse en tiempos como los actuales: una mujer detective, o una mujer investigadora (sin ser profesional); creo, de hecho, firmemente, que estaba probándose a sí misma y que tenía muchas dudas sobre cómo desarrollarlo; esta broma a Cormoran denota, curiosamente estas dudas:

“-Ridículo –dijo Bristow entrecortadamente-. Debería dejar de trabajar como detective y probar con la literatura fantástica, Strike. No tiene la más mínima prueba de lo que está diciendo…

-Sí que la tengo –le interrumpió Strike, y Bristow dejó de hablar de inmediato, con su palidez visible a través de la penumbra-.”

Y estaban presentes a lo largo de la toda la voluminosa novela, el resultado es irregular, la trama es solvente, la presentación de personajes razonable, pero se echaba de menos algún motivo original, alguna chispa de genialidad que la diferenciara de todo lo que se publicar en el género más allá del nombre del carismático detective.

Gusano de seda, El_150x230Afortunadamente, estas dudas se difuminan cuando uno lee su siguiente novela, El gusano de seda supone un gran paso adelante en todos los aspectos ya que no abandona su sello de identidad que he comentado anteriormente (ojo al esfuerzo de pintar al protagonista de diferente manera):

“Strike no desentonaba con aquellos tipos corpulentos que entraban y salían de la cafetería con andares bruscos. Era alto y moreno; su pelo, corto, rizado y tupido, empezaba a ralear un poco en la frente, alta y abultada, que sobresalía por encima de una nariz ancha de boxeador y unas cejas pobladas y hoscas. Iba sin afeitar, y unas ojeras moradas engrandecían sus oscuros ojos. Comía con la mirada perdida en el edificio del mercado al otro lado de la calle. La entrada en arco más cercana, la número dos, iba adquiriendo relieve a medida que disminuía la oscuridad: una cara de piedra de expresión severa, antigua y barbuda, lo miraba fijamente desde lo alto del portal. ¿Existiría el dios del ganado para despiece?”

Y es así sobre todo por párrafos como el siguiente que os invito a leer a continuación:

“Robin había dado por supuesto que él pensaba algo parecido, de vez en cuando le decía cosas como “Es bueno para tu formación de detective” o “te convendría hacer un curso de contravigilancia”. Había dado por supuesto que cuando el negocio se consolidara (y podía afirmar que ella había contribuido a esa consolidación) recibiría la formación que tanto necesitaba, y bien lo sabía. Sin embargo, ahora parecía que esas indirectas no habían sido más que comentarios sin valor, simples palmaditas en la espalda de la mecanógrafa. Entonces, ¿qué estaba haciendo allí? ¿Por qué había rechazado otro empleo mucho mejor? (Como estaba irascible, prefería no acordarse de lo poco que le había interesado aquel trabajo en un departamento de recursos humanos, pese a estar muy bien pagado.)

Quizá la nueva empleada fuera una mujer capaz de realizar esos trabajos tan útiles, y ella, Robin, se limitaría a hacer de recepcionista y secretaria de ambos, y nunca abandonaría ya su mesa. No se había quedado con Strike para eso, ni había rechazado un sueldo mucho mejor ni introducido un motivo recurrente de tensión en su relación con Matthew para acabar de aquella manera.”

La evolución que experimenta Robin nos lleva a una inconformista, una luchadora que aboga por romper el papel que la sociedad le tiene reservado y a elegir lo que de verdad le gusta, más allá de esa sombra del patriarcado que pretende relegarla a un papel secundario; hasta tal punto que se convierte en una verdadera protagonista de la historia, al mismo nivel de Cormoran y, en muchas ocasiones, a un nivel superior al de este. Robin es la encarnación de un feminismo actual y supone ese avance que necesitaba y que aporta al género otro punto de vista: ese paso de ser secretaria (una simple ayudante) a convertirse en “socia” y participar activamente en la resolución de los casos.

Si a esto le sumamos una trama literaria con un libro en el centro de la misma, como posible inspiración a la realización del mismo:

“Mientras vadeaba aquel relato de obscenidad florida, Strike se preguntó cuántos retratos de personas reales se le estarían escapando. La violencia de los encuentros de Bombyx con otros humanos resultaba turbadora; la crueldad y la perversidad de estos no dejaban ningún orificio sin violar; era un frenesí sadomasoquista. Sin embargo, la inocencia y la pureza esenciales del protagonista constituían un tema constante, y, por lo visto, la simple declaración de su genialidad era todo lo que el lector necesitaba para absolverlo de los delitos en los que participaba de tan buena gana como los presuntos monstruos que lo rodeaban. Mientras pasaba las páginas, Strike recordó la opinión de Jerry Waldegrave de que Quine era un enfermo mental; empezaba a coincidir con él.”

Y el reflejo, al mismo tiempo, del mundo literario y todo lo asociado  a él, sus ambientes, sus personajes, sus envidias, tramas sobre y para la literatura, etc; todo ello con un puntito de escabrosidad que resulta adecuado para lo tratado ya que la prosa de Rowling, cargada de detalles sirve perfectamente a este propósito:

“[…] Strike experimentó las primeras arcadas y la sensación de hallarse en el interior de un templo, testigo de una matanza sacrificial, de un acto de infame profanación.

Habían dispuesto siete platos y siete cubiertos alrededor del cadáver en descomposición, como si éste fuera una pieza gigantesca de carne. Lo habían abierto en canal y, aun desde el umbral, gracias a su estatura, Strike pudo ver la cavidad negra en que se había convertido el tronco. Los intestinos habían desaparecido, como si se los hubieran comido. La tela y la piel quemadas que cubrían el cuerpo reforzaban la repugnante impresión de que lo habían cocinado y se habían dado un festín con él. Había partes en las que el cadáver putrefacto y chamuscado, brillaba y adquiría un aspecto casi líquido. Cuatro radiadores encendidos aceleraban el proceso de descomposición.

La cara, podrida, era la parte del cuerpo que quedaba más lejos de la puerta y más cerca de la ventana. Strike la miró con los ojos entornados, sin moverse y procurando no respirar. De la barbilla todavía colgaba un poco de barba rubia, y solo se distinguía la cuenca de un ojo, calcinada.

De pronto, pese a estar familiarizado con la muerte y la mutilación, Strike tuvo que contener las ganas de vomitar que le provocaba aquel olor casi asfixiante, mezcla de producto químico y cadáver.”

Entonces nos encontramos con una novela casi perfecta de detectives: con un punto moderno gracias al papel de Robin y una trama mejor cerrada que en el primer caso. Sabiendo la capacidad de previsión a largo plazo de la autora (que ya puso en práctica con Potter), sinceramente, espero grandes cosas de las aventuras de Cormoran y Robin. Aquí me tiene esperando su nueva entrega con cada vez más ganas.

Los textos provienen de la traducción de  Jesús de la Torre de El canto del cuco y de  Gemma Rovira Ortega de  El Gusano de Seda de Robert Gailbraith (J.K. Rowling) para la editorial Salamandra

Crónicas de feria: Adquisiciones y mucho más…

Junio empezó de la mejor manera posible a nivel de adquisiciones; la visita a la Feria del Libro es ya una tradición ineludible, no solo por dichas compras y su carácter lúdico, sino además por la posibilidad que se tiene de charlar y hablar de literatura con editores, libreros y otros compañeros, aunque otro año me gustaría poder desvirtualizar a algún madrileño más.

Este año hice dos visitas igual de fructíferas en cuanto a compras y beneficios; en el primer día el resultado final de las compras fue el siguiente:

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Antes de explicar estas novedades voy a ir dividiéndolas, al menos lo hice para el primer día, el segundo será grosso modo;  empecé visitando a Óscar Palmer, el editor y hombre para todo del pequeño sello EsPop Ediciones ; esta pequeña editorial refleja a la perfección las vicisitudes, el sufrido vivir día a día, libro a libro; me encanta hablar con él porque siempre desvela ese tipo de cosas que nunca te imaginarías y que no puedes saber tratando con una editorial estilo mastodonte: el cómo la sorpresa de ventas de un libro le ayuda a que el siguiente pueda ajustar más el precio, los libros con los que vende más, su verdadero núcleo duro mágico, esas biografías musicales, el poco éxito de los de novela negra que ha sacado y, cómo no, las próximas publicaciones que ya os digo que son ciertamente interesantes por diferentes motivos; pero ante todo y sobre todo, las ganas de hacer cuidadas ediciones y reunir un catálogo de calidad; la última adquisición, este Hollywood Gótico de David J. Skal es un ensayo que recoge la evolución cultural desde los libros al cine de la figura de Drácula y, sinceramente, no puede apetecerme más.

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La segunda visita, a la caseta de la editorial Turner me sirvió para desvirtualizar a Pilar Álvarez , la editora del sello de ensayos Noema; siempre es un placer conocer a alguien con quien has mantenido tan buenas conversaciones y comprobar que puedes seguir manteniéndolas en “carne y hueso” y además es mucho más maja en persona de lo que esperabas. Yo iba solo a por un libro y me llevé tres finalmente por su influencia:

 

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Mi elección para la feria era el curioso La dichosa importancia de la belleza de Amanda Filipacchi, una curiosa mezcla de humor absurdo, irreverencia y juegos literarias que puede ser realmente interesante; En un metro de bosque de Haskell es uno de esos libros que siempre tienes en antena, y no te acabas de decidir hasta ese día, su premisa es como poco original: reflejar en un libro la observación de un bosque a lo largo de un año completo desde el mismo sitio; el libro de Carlos García Gual está integrado en la colección de Historias mínimas y en este caso tiene como protagonista la Mitología, uno de esos temas que siempre me fascinará.

A continuación me dirigí a la caseta del grupo contexto donde cayeron tres libros de dos de mis editoriales favoritas: Sexto piso e Impedimenta:

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Muchas ganas tenía de conseguir por fin los Cuentos completos de Kingsley Amis y me proporcionó la oportunidad de hablar con su editor Enrique Redel que ya tenía planes para el nuevo libro de mi admirado Crispin, no se puede estar más contento. En el caso de Sexto piso cayeron dos libros muy distintos: Los viernes en Enrico’s de Carpenter (acabado por Lethem) y La facultad de las cosas inútiles de Dombrovski, que ya sabía que iba a ser publicado tras haber hablado hace unos meses con su traductora Marta Rebón y me atraía bastante; dos lecturas opuestas en temática y estilo y, en el caso del ruso, ciertamente dificultosa, me encantan los retos.

La visita del día finalizó visitando la librería Estudio en Escarlata donde iba buscando otros libros, pero me llevé estos finalmente:

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Tiene gracia lo mío con Miéville, los tengo casi todos, sin leer, sé que me va a gustar… pero todavía no he empezado con él; este de fantasía juvenil Un lun dun, ha caído como viene siendo costumbre; le ha faltado tiempo a Roja y negra para sacar lo que faltaba de Nesbo en España, aquí el segundo libro en el que estoy ahora precisamente, el nombre, Cucarachas, no invita al buen gusto, veremos el contenido; Disforia fue otra de esas compras extrañas, sigo recopilando todos, o casi todos los títulos del sello Insomnia, de terror contemporáneo de Valdemar. A ver si algún día los leo. Y acabé con un fijo, el argentino Carlos Salem y su última novela negra En el cielo no hay cerveza. Y aquí sucedió un hecho aún más sorpresivo, me estaba yendo y le vi en una caseta firmando y no tenía mucha gente, no soy muy dado a estas cosas, pero la tentación me venció y aquí tengo el libro firmado por el autor:

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Ay, se me olvidaba, otra de esas compras ineludibles, a mi mujer le encanta Benjamin Lacombe y vamos consiguiendo sus libros poco a poco, esta vez no podía ser menos, qué edición más lujosa y maravillosa de esta Genealogía de una bruja:

 

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Y esto nos lleva ya al segundo día de feria, acompañado del gran amigo, librero, devorador de cultura, incombustible… (póngase aquí el adjetivo que prefiera) Jónatan  con el que estuvimos dando otra vueltecita, esta vez entre semana, y que me sirvió para hablar con mucha gente que probablemente ni me recuerde ya. Bueno, excepto Óscar y Raquel Vicedo con la que conversamos en alegre compañía sobre el éxito de Sexto Piso y lo bien que se estaba vendiendo su colección de poesía, qué alegrías te llevas a veces, ah, y encontramos otro lector “gaddisiano”… si al final va a haber más de los que esperaba. También hablamos con el editor de Reino de Cordelia y sobre la próxima publicación de Memoria de un asesino, y no faltaron compras:

 

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En Generación X cayó lo último de Ligotti, Grimscribe, y la reedición del Stalker. Picnic extraterrestre de los Strugatski y de propina el promocional El jardín crepuscular de Clute, un sorpresón. Lo que me costó encontrar en una caseta Los tres de Sarah Lotz, en RBA (su editorial!) lo tienen agotado, parece mentira… ; el impronunciable, inescribible, Krasznahorkai, fue otra de mis compras, tengo ganas de probarlo después de su flamante Man booker International Prize; también adquirí el nuevo libro de entrevistas y reflexiones de corte psicoanalítico de Coetzee El buen relato y un Roth (Joseph) La (fabulosa) leyenda del Santo Bebedor. Todo acabó con los cuatro volúmenes de Cine-Bis que me había encargado Jónatan, pulp a raudales.

Y no quiero liarme más, me ha salido demasiado grande el artículo.

Espero que os haya gustado y que me contéis vuestras compras igualmente.

Un abrazo y buenas lecturas.

Resumen Mayo 2015. Un mes marcado por el niño-cabra

Como de costumbre, me estoy retrasando y los días pasan, así que voy a dar vía libre al resumen del mes sin más dilación; un mes marcado por la lectura de Barth y su Giles, el niño-cabra, lectura inmensa, en todos los aspectos y que ha conseguido que este buena parte del mes muy entretenido, en cuanto al resto, allá van, de las que hay reseña tenéis más información pinchando en el título del libro como siempre:

Jack of Spades by Joyce Carol Oates, tarde o temprano llegará la reseña sobre el nuevo libro de la escritora norteamericana, el segundo que saca este año; la propuesta es fabulosa sobre todo por la cercanía temática con respecto a Stephen King en general y a La mitad oscura en particular.

El canto del Cuco de Robert Gailbraith, primera obra policíaca de Joanne K. Rowling con el seudónimo de Robert Gailbraith, resultado desigual y ciertamente irregular pero bien acabada en su trama detectivesca. Pienso hacer un post sobre ella y la segunda parte que he leído en este mes también.

Nido de pesadillas de Lisa Tuttle, recopilación de cuentos de terror de corte clásico pero que funcionan muy bien. Un verdadero gusto leer voces “nuevas”, ay qué digo, si ya tiene sus años…  más información pinchando en su título.

En mi pradera de Frédéric Boyer, espléndido poema que desgrané en su correspondiente reseña. Una gran colección, la de poesía de Sexto piso.

El gusano de seda de Robert Gailbraith, muestra excelente de lo que se puede hacer con el género policíaco, espero extenderme en el post futuro.

Cataclysm de varios autores, no sé el tiempo que tenía este tomo de Batman por ahí, de mis tiempos de seguidor-comprador de cómics en inglés, hace ya muchos años. Recuperado ahora por, curiosamente, haber leído la serie de Rucka Queen & Country; me entró intriga por recuperar su etapa al frente del Caballero de la noche que, además, tengo todas sus entregas. Lo que inicia todo es este tomo que tiene como premisa de partida algo distinto: el mayor villano es la naturaleza, encarnada por la fuerza destructiva de un terremoto. No está mal desarrollado a pesar de su longitud y nos llevó a la siguiente trama en cinco tomos que también paso a comentar a continuación.

Batman: No Man’s Land Vol. 1 de varios autores, las consecuencias de Cataclysm originan la declaración de Gotham como un ente aislado, una Tierra de nadie, donde nadie puede entrar ni salir. Está bien planteado, sobre todo la aparición de los distritos dominados por diferentes personajes y el estatus quo del que parten todos ellos. Además la historia de Scarecrow nos da un diferente punto de vista.

Batman: No Man’s Land Vol. 2 de varios autores, más centrado en personajes secundarios, ahonda en una curiosa relación entre Renee Montoya y Two Face. Quizá está un poco deslavazado en cuanto a la estructura de unión de estos tie-ins pero no funciona del todo mal.

Batman: No Man’s Land Vol. 3 de varios autores, lo más interesante no es, desde luego, que aparezca Superman, innecesario. Sino el desarrollo de la nueva Batgirl, un personaje enigmático y que pudo dar juego. Me gustan bastante las historias de Rucka en este tomo, especialmente la relacionada con Poison Ivy, dando una dimensión interesante al personaje en un lugar cerrado como es Gotham y la importancia de un parque en estas circunstancias.

Batman: No Man’s Land Vol. 4 de varios autores, en serio, ¿era necesario que trajeran de nuevo a Bane? De todos modos, solo por la excelente historia sobre la doctora Leslie Thompkins y el asesino Zsasz  ya valdría la pena leerla. Al menos por ella. Buen entretenimiento igualmente.

Batman: No Man’s Land Vol. 5  de varios autores, buen colofón a una saga quizá demasiado larga, funciona especialmente bien porque no hay nada superheroico en la forma de finalizar Tierra de nadie.

La isla perdida de Douglas Preston y Lincoln Child. Me extiendo un poco más con la tercera entrega de Gideon en el enlace.

Batman: Evolution de varios autores, se supone que era el punto de transición entre tierra de nadie y era donde se exploraban las consecuencias. Se deja leer con algunas cosas más relevantes que otras, pero el dibujo, es especialmente infumable en algunos casos.

Batman: Officer Down de varios autores, una premisa interesante como era dejar herido de muerte a Jim Gordon desencadena una serie de eventos que, desgraciadamente, se estiran demasiado en el tiempo y generan una serie de actitudes difícilmente explicables. Será más interesante comprobar en Murderer si Rucka lo tenía bien pensado.

Los desafortunados de B.S. Johnson, la espera ha valido la pena, un libro sencillamente maravilloso. Los detalles en el enlace.

Persona de Erik Axl Sund, la novela negra de moda… más información sobre el fiasco en el enlace.

Himno a la picota de Daniel Defoe, raro texto, recuperación de estas que nos tienen acostumbrados en Felguera.

Giles, el niño-cabra de John Barth, ¡Albricias!, un nuevo Barth, y yo con estos pelos. Más detalles en el enlace.

Y eso fue todo. En este mes no hice muchas compras debido principalmente a que me estaba reservando para el mes de junio y la Feria del libro, como voy a hacer una pequeña crónica de las compras de la feria, a continuación os pongo las adquisiciones de mayo.

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Sólo por Los desafortunados habría valido la pena hacer esta compra, pero hay que reconocer que el resto están realmente bien: nuevo libro del humorista David Sedaris, del que no sabíamos nada hace tiempo; el que dicen que es el mejor libro de fútbol, Maldito United; la recuperación de un antiguo Manchette… gracias a una película…

Esta vez prometo no tardar mucho en hacer la recopilación de mes, aunque no llegue con las reseñas, dentro de poco toca descanso veraniego y me planteo la posibilidad de hacer algunos monográficos, más información en el próximo post.

Un abrazo y buenas lecturas.

Cápsulas policíacas para verano: Preston y Child, Erik Axl Sund y Vern E. Smith

LaIslaPerdidaLeyendo todo lo que leo es difícil, por falta de tiempo, preparar reseñas de cada lectura; es por ello que voy a volver al formato de cápsulas para momentos puntuales que me sirven para, por lo menos, dar una imagen general del libro y su calidad. Este formato especialmente se adapta muy bien por temáticas, así que os traigo a continuación unas policiacas con, eso sí, éxito desigual:

La isla perdida de Douglas Preston y Lincoln Child, tercer libro de la serie de Gideon Crew, y me paso a la edición de bolsillo; las razones son claras, esta serie sigue sin lanzarse, da la impresión de que no tienen muy claro el carácter del personaje y por dónde llevar las aventuras y no consiguen dar un pulso a la historia, a pesar de que, indudablemente, no les falta imaginación; de hecho en esta parte los paralelismos con la Odisea de Homero son atractivos y tienen momentos felices como el siguiente, donde si asistimos a un galán cercano a James Bond o al Caffrey de White collar:

“-¿Me estás haciendo una proposición indecente?

-Pues sí. Cenaremos en el hotel del restaurante: tienen una cocina increíble y unos vinos espectaculares. Hablaremos sobre la física nuclear y literatura francesa, y luego subiremos a mi habitación y haremos el amor con mucha pasión y muy poca decencia.

-Eres insoportablemente directo.

-Vita brevis –sentenció sin más. Y porque era latín, más que por ninguna otra cosa, Julia aceptó.”

Desgraciadamente se trata de temas puntuales que no ocultan la irregularidad de la novela que no pasa de un buen divertimento, lo cual no es forzosamente malo, aunque sí lo es cuando conoces el nivel alcanzado en otros libros suyos.

PersonaPersona de Erik Axl Sund, es la última tomadura de pelo nórdica que nos intentan vender (y venderán, desgraciadamente), un catálogo de atrocidades con ganas de provocar sin ningún sentido final que los una; destila pretenciosidad filosófica profunda a los cuatro costados con una prosa que anonada por su simpleza:

“el cuerpo

estaría constituido por dos entidades, un animal y un ser humano.

Una víctima y un verdugo.

Un verdugo y una víctima.

El libre albedrío unido a las pulsiones físicas.

Dos antípodas en un mismo cuerpo.”

Y encima es altamente previsible desde el mismo subtítulo (que da nombre a la saga de tres libros) que adelanta, sin atisbo de error, la sorpresa que se supone que nos tenía que dejar alucinados; para el siguiente no me engañan el par de elementos escondidos bajo el nombre de Erik Axl Sund, la lástima es que haya caído con este. Esto me pasa por salirme de mi hoja de ruta. 

jacoLos reyes del jaco de Vern E. Smith, dejo para el final la mejor muestra de las tres, por lo menos para quedarme con un buen sabor de boca; aquí tenemos una de esas novelas negras negras (y no es redundante), un hardboiled con personajes muy negros en los todos los sentidos donde asistimos a la típica trama de lucha de poder en una ciudad con la droga como hilo conductor:

“-En cualquier caso, a quien esté detrás de esto se le han acabado las oportunidades de ventilar mis asuntos. Sabéis que no aguanto estas mierdas. Si esos tarados de negros de teta se quieren matar, a mí me la suda, pero que no me jodan. Y si me joden, que sepan que tienen el culo sentenciado. Y vosotros ya podéis desear que esta mierda no os salpique. Murphy, llévate a estos a inspeccionar todos los garitos, uno a uno, hasta que encuentres algo.”

Una historia de perdedores, donde no hay ningún atisbo de esperanza y sí mucha violencia, y que reúne a la perfección las cualidades que utilizó en su momento Chester Himes, el olvidado y poco reeditado autor, uno de los más grandes:

“La chica de la peluca lanzó un aullido enfermizo y se ovilló en una esquina, cubriéndose la cabeza con los brazos. T. C. Thomas avanzó aprisa hacia donde estaba, le agarró el brazo izquierdo y se lo apartó. La chica se puso en pie dando golpes y gritos, presa de la histeria.

Con un empujón, T.C. Thomas la devolvió a la esquina. Le apuntó entre las cejas con la Magnum y disparó. La cabeza de la chica se fue para atrás de sopetón, y luego basculó hacia delante, revelando el irregular agujero en la pared que había dejado la bala a su paso. La sangre fluía de la hendidura de la cabeza de la chica y le empapaba el regazo.”

Una buena historia que no dejará indiferente a nadie y que, además, nos reconcilia un poco con las últimas publicaciones policíacas, demasiado irregulares y de un nivel ciertamente bajo.

Los textos provienen de las traducciones de Güido Sender de Los reyes del jaco de Vern E. Smith para Sajalín, de Miguel Marques Muñoz de La isla perdida de Douglas Preston y Lincoln Child y de Joan Riambau Moller de Persona de Erik Axl Sund.

Los desafortunados de B.S Johnson. Fragilidad de la memoria, desintegración de la persona

Los-Desafortunados_baja-201x300Dice Jonathan Coe en la imprescindible introducción a Los desafortunados:

“[…] a mediados de los cincuenta, ya estudiante maduro, llegó al King’s College de Londres. Fue allí, durante una zambullida, por lo demás rutinaria, en el canon occidental, donde descubrió las obras de Sterne, Joyce y Beckett, a quienes adoptó enseguida como héroes y mentores. A partir de entonces tendría lealtades inamovibles: desde su punto de vista, la tarea principal de la novela era interrogarse a sí misma, llamar la atención sobre sus artificios; el escritor que la considerase mero vehículo para  contar historiales lineales se estaba engañando. Johnson insistía en que Joyce había clausurado la época de la novela dickensiana, directa. “Por muy buenos que sean los escritores que lo intenten –escribió poco antes de morir-, hoy es imposible que esa novela funcione, y escribirla es anacrónico, inválido, irrelevante y perverso.”

Esa sentencia final condensa a la perfección la personalidad de B. S. Johnson, un escritor que sufrió especialmente su necesidad de innovar lo establecido, de experimentar más allá de los lugares comunes; quizá Los desafortunados se trate  del mejor ejemplo de esta búsqueda constante de la ruptura:

“Pero Los desafortunados es otra cosa. En este libro, los dos compromisos fundamentales –innovación formal y verdad rigurosa- se alían en una obra literaria extraña, poderosa y cautivadora.”

Desafortunados

En efecto, los veintisiete pliegos en una caja componen una de esos momentos inolvidables, una experiencia diferente, ya que solo hay un orden establecido, el del primer pliego y el del último, Coe lo explica a la perfección y ahonda en las consecuencias de esta elección:

“Pero cualquiera que sea el recipiente que use el lector para echar suertes, acabará con un orden azaroso propio correspondiente a las veinticinco partes del libro entre la “Primera” y la “Última”. Luego (tras un adecuado paréntesis para reponerse si uno está exhausto) ha de leer la “Primera parte”; luego remitirse a los símbolos para identificar la parte siguiente y leerla. Y así sucesivamente, hasta haber identificado y leído la parte vigésimo quinta, tras lo cual el lector podrá suspirar de alivio y leer la “Última” parte.

Desde luego que este procedimiento entraña cierta cantidad de trabajo clerical y administrativo por parte del lector. Pero no es una cantidad excesiva, a buen seguro, y por otra parte el lector perezoso puede proceder de modo normal, aceptando el orden del encuadernador. Que prefiera no divertirse del modo aquí propuesto es, claro está, inalienable derecho suyo; pero en tal caso se perderá una experiencia nada ordinaria (si es que tiene precedentes); y quizá el meollo del asunto. Lo que también es su derecho inalienable.

Lo que inevitablemente escapará a los lectores húngaros es la sensación física de fragilidad y desintegración que transmite la novela en el formato original; la metáfora tangible de la manera fortuita en que, como he dicho, funciona la mente.

Desintegración y fragilidad: estos son los temas de Los desafortunados, y el tono es de una melancolía agitada e interrogadora. La prosa de Johnson –tanto aquí como en su novela previa, Trawl (Palangre)- debe mucho a la de Beckett, en particular al Beckett de El innombrable: esas largas frases como bucles, sólo puntuadas con comas, que apilan un período sobre otro, una precisión sobre otra, pero transportan al lector mediante un impulso emotivo que, en el caso de Johnson, proviene de la intensidad de la pena recordada.”

desafortunados2Johnson entendió que esta innovación formal reflejaba a la perfección el orden de nuestro pensamiento; muy lejos de esa linealidad que solemos pedir a películas o libros, este desorden mental nos transmite una fragilidad, la sensación de que todo no se sucede como esperamos, ni se piensa como es lógico; y está fragilidad lleva inevitablemente a una desintegración de la identidad de la persona, sobre todo cuando, como es el caso, el tema tratado lleva a esta fragilidad: el recuerdo del amigo muerto de cáncer y desencadenado por visitar la ciudad en la que vivía.

Posiblemente, mucha gente venga a este libro por las razones equivocadas: la envoltura (impecable por otra parte gracias a la dura labor de Rayo Verde y que hay que felicitar efusivamente); sin embargo la verdadera fuerza es la perfecta conjunción del artificio formal, novedoso ( yo mismo cambié el orden de los pliegos antes de empezar) con la fuerza cautivadora que subyace en la prosa de Johnson: un verdadero deleite que juega con la forma, seca, de frases largas, separadas por comas, muy “beckettiana” y con el fondo mediante continuos niveles de significación que permiten muchas interpretaciones y sentidos desde su primer pliego:

“Mis visitas aquí eran largas conversaciones sólo en parte interrumpidas para comer, qué generalización, vaya, él hablaba más que yo, mucho más, pero yo aprendía, seleccionaba y elegía oír lo que necesitaba, lo que más me sirviera, más me sirviera entonces, de sus discursos, sí, no es pomposa la palabra, discurso, una mente magnífica, la encarnación de una necesidad de comunicar, también, ¿cómo situar el orden de esa mente, su desintegración?”

En el que la desintegración ya aparece nombrada y se convierte en uno de los letimotivs dominantes, a partir de ahí mi experiencia me ha llevado a estos textos; a estos momentos íntimos en los que el británico es capaz de describir desde la variación de las pausas el progresivo deterioro por la enfermedad; nada hay común en lo que cuenta, y no le importa opinar sobre la inutilidad de la compasión:

“Por primera vez parecía realmente enfermo, había síntomas exteriores, físicos, se le veía diferente, no era él, estaba peor. La cara parecía seca, la piel como empolvada al descuido, en ciertas partes, de repente tenía menos pelo, había grandes copos de caspa de un gris amarillento y se le notaban un poco más los dientes, porque había perdido peso, seis kilos o más. La respiración, también, le había cambiado, hablaba haciendo grandes pausas, para suspirar hasta el límite de los pulmones, pausas antinaturales, asintácticas, que daban a las palabras  énfasis y dramatismos extraños, un patetismo trivial, además de esas otras pausas para sorber un trago y humedecerse la boca, para ejercer manualmente la función de las glándulas salivales.

Es difícil pensar en estas cosas sin terror, la compasión es fácil de sentir, fácil de contener, pero tan inútil.”

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De hecho utiliza los lugares comunes para subvertirlos, como la típica incomprensión ante la muerte, sobre todo cuando “todo va sobre ruedas” (menos entendible que cuando todo está torcido) para contraponerla ante la palabra “podredumbre”, que se convierte en la condensación del dolor constante:

“Cuando todo le iba sobre ruedas, cuando acababa de lograr lo que siempre había querido, eso creo yo, la podredumbre, todo un proceso de podredumbre concentrado en dos años, menos de dos años, para qué, caray, ¿con qué fin?”

En este festín literario me asombra especialmente su tratamiento del recuerdo, especialmente su poca fiabilidad, tendemos a transformar lo que hemos vivido según las experiencias de un pasado que, posiblemente, ni siquiera hemos compartido; ese afán de intentar dotal de una santidad inviolable y sagrada a las personas que ya no están con nosotros:

“Por lo menos una vez fue a visitarnos a Angel, entonces ya estábamos casados, se había consolidado el matrimonio, muy feliz, lo que Tony llamaba la saga de mis mujeres había terminado muy bien, para mí, se alegraba por nosotros, nos trajo con retraso el regalo de boda, una batidora, una batidora de mano, buena, dijo, ellos tenían una igual, y era buena, sí, aunque no la usamos hasta que se estropeó la eléctrica, pero para ciertos usos, en cierto modo, era mejor que la eléctrica, es verdad, más práctica, cómo me esfuerzo por investir todo lo que proviniera de él de la mayor rectitud, la mayor santidad, casi, posible, cómo su muerte influye en cada recuerdo mío que tenga relación con él.”

El pasado, los recuerdos (la nostalgia de la que hablaba Julian Barnes en The sense of an ending) atentan contra nuestra percepción de la realidad; tergiversan nuestra propia vida, acometen la desintegración que nos introducía en el primer pliego, el recuerdo se convierte en un conductor de la sensiblería, nos llevan a ella en nuestro afán de convertir una mala experiencia en algo más romántico y sostenible, algo más entendible:

“Otra vez esta sensiblería, el pasado siempre propicia la sensiblería, es inevitable, todo lo que es suyo lo veo a la luz de lo que ocurrió después, su lenta desintegración, su muerte. Las olas del pasado demuelen las defensas de mi arenosa cordura, la pintura tiene que resguardarlo, aquietarlo, volverlo romántico, bonito.”

Fabuloso es el siguiente párrafo en el que, aprovecha el recuerdo de la degeneración de la enfermedad de su amigo para cambiar el narrador, cambiar de la primera persona de un narrador poco fiable a una segunda persona que nos acerca al momento, que nos da, de una manera audaz un momento para la ternura:

“Apenas en unas semanas, desde la última vez que lo habíamos visto, había cambiado brutalmente, era desolador, tenía el rostro consumido, había perdido blandura, rotundidad, vida, la piel había cobrado tal tensión que impresionaba, sí, reconocerlo, ahora, compararlo con el de antes. Con la delgadez los rasgos destacaban, cuando antes no se habían notado, los ojos protuberantes, impávidos, te miraban fijo, me deslizo en la segunda persona, un acto reflejo por defensa, se clavaban en ti más tiempo del que hubieras querido, del que querías, sí.”

En los términos que nos propone el autor nada es sencillo, ¿podemos hablar del sentido de la muerte? Lo que sí sentimos, sin embargo es el dolor:

“¿Puede tener sentido una muerte? ¿O ser absurda? ¿Es posible hablar de la muerte en estos términos? No lo sé, sólo siento el dolor, el dolor.”

El último pliego es un prodigio que nos lleva de la mano como verdaderos partícipes narrativos del dolor del protagonista; somos conscientes de la mentira de la generalización que tiende a hacer ley de nuestros sentimientos solipsistas:

“Lo difícil es entender sin generalizar, ver cada pedazo de verdad recibida, o generalización, como verdadera sólo si es verdadera para mí, otra vez el solipsismo, vuelvo a ello otra vez, y sin ningún motivo.      En general, generalizar es mentir, contar mentiras.”

Lo único que importa es, en palabras de Johnson, lo que significa para mi vida esa muerte, el “nosotros” final, nos une al autor en su dolor, un viaje inolvidable, desgarrador, conmovedor en su aparente frialdad; dolor unido a belleza; vida, ni más ni menos.

“Ni cómo murió, ni de qué murió, ni mucho menos por qué murió tiene interés alguno, para mí, sólo el hecho de que murió, que está muerto, es importante: la pérdida para mí, para nosotros”

Los textos provienen de la traducción de Marcelo Cohen de Los desafortunados de B.S Johnson para la editorial Rayo Verde.

Nido de pesadillas de Lisa Tuttle. Inexplicable ausencia

PrintYa he hablado alguna vez de lo duro que es ver novela de terror en España. Se publica poco y cerrado a ciertas editoriales que han conseguido, por lo menos, crear un nicho de lectores que se salen de lo más habitual (King , Rice, algo de Barker…). Es por ello que no dejaré de aplaudir la labor de estas habitualmente pequeñas editoriales que se lanzan a la recuperación de los grandes nombres del género. Tal es el caso de Nevsky y el libro de relatos Nido de pesadillas de la norteamericana Lisa Tuttle, una inexplicable ausencia en nuestro ingente mercado español.

Se trata de trece historias que nos recuerdan a la vertiente más clásica del género, sobre todo gracias a la fantástica introducción del ya habitual en estas lides Jesús Palacios, el cuál no duda en resaltar la mezcla temática que utiliza la escritora y el equilibrio que consigue:

“El horror a lo que está “fuera” y el horror a lo que llevamos “dentro”. Ambos, humanos, demasiado humanos. Ambos, presentes siempre, en distintas proporciones y grados alquímicamente medidos y equilibrados hasta la perfección, para conseguir su mejor afecto, en los espléndidos relatos reunidos por Lisa Tuttle en A nest of Nightmares (Nido de pesadillas), procedentes en su mayor parte del Magazine of Fantasy and Science Fiction y el Twilight Zone Magazine, además de otras publicaciones, y editados como un solo volumen en 1986.”

La segunda característica (imprescindible resaltar este hecho) tiene que ver con el tipo de narrador escogido:

“La mayoría de los protagonistas de estas historias son mujeres perdidas en un mundo de hombres, víctimas de construcciones sociales masculinas, que agreden, de una u otra forma, su individualidad y búsqueda de identidad propias. Son mujeres abandonadas, madres solteras, hermanas e hijas reprimidas, cuyas vidas sufren la presión constante de necesidades imperiosas que chocan con los roles que les han sido asignados contra su voluntad, y de los que raramente se consiguen escapar, sin atreverse a identificarlos o mirarlos cara a cara. Pero no son simples víctimas inocentes de un horror que aparece bruscamente en su existencia, invocado a través de sus miedos y frustraciones patológicas. Son también vehículos para lo monstruoso y lo perverso, que retorna como todo lo reprimido, bajo formas terribles y devastadoras. El sueño de la razón produce monstruos.. que sueñan, a su vez, con otros monstruos.”

Impacta especialmente el uso de las mujeres en todas sus posibilidades, mujeres que afrontan una realidad difícil de superar y que reaccionan ante situaciones que las llevan al límite; en este orden establecido también se convierten en canalizadoras de las monstruosidades, monstruos como los que encontramos a diario:

“[…] Lisa Tuttle lleva a cabo una perfecta fusión de horror cósmico y horror mórbido, que reúne lo mejor y más escalofriante de ambas escuelas. Los fantasmas de un pasado arcano, espectros del paganismo irreductible, daimónico, y de una Naturaleza indómita e inhumana, que se niega a dejarse domesticar, encuentran su camino de sombras para manifestarse en la realidad cotidiana, arrastrándose por entre las turbias y retorcidas patologías de las protagonistas de estos cuentos. Antiguas deidades celtas (“La otra madre”), demonios del chamanismo de los nativos americanos (“El dios caballo”), visiones de sangrientos sacerdotes precolombinos vestidos con la piel de sus víctimas sacrificiales (“Sun city”), laberintos paganos que conectan el mundo de vivos y muertos (“Recorriendo el laberinto”)…”

Palacios, en la parte final de la introducción concluye muy acertadamente con el uso sutil que la autora realiza  de los medios necesarios para transmitir este terror sin entrar en las casquerías habituales de la época:

“A nest of Nightmares es, ante todo, un festín para el amante del horror. En un mundo de hombres –el del género de terror de los 80-, Lisa Tuttle, prescindiendo mayormente de los efectos sangrientos y las descripciones fisiológicas tan del gusto del splatter del momento, se decantó por la sutileza atmosférica, la metáfora psicosocial y esa delicadeza terrible al describir lo siniestro que ha caracterizado a lo largo del tiempo a las mejoras escritoras del género –pienso en Emily Brontë, Margaret Oliphant, Edith Wharton y, sobre todo, en Jean Rhys y Joan Lindsay-, nunca igualada por sus homólogos masculinos.”

Normalmente, los textos de Palacios están bien pensados, este no es una excepción, pero hay que reconocer que últimamente suele abusar de dos estrategias que me causan fatiga: el namedropping sin ton ni son con cada característica que subraye del autor que toque; lo segundo es la pulla (ni siquiera disimulada) a los best sellers, con especial inquina a Stephen King, ya lo hizo en uno de Ligotti y aquí vuelve a despreciar prácticamente todo lo que ha escrito desde los primeros años. No debería olvidar que muchos de los que se acerquen a estas obras, en España, lo han hecho por haber leído a King primero y no tiene mucho sentido hacer esto a un género del que se publica tan poquito. Todo contribuye.

Dicho esto, no voy a hacer ningún tipo de resumen de cada uno de los trece cuentos como va siendo habitual por diferentes sitios. Simplemente subrayaré dos o tres aspectos que ayudan a comprender la forma que tiene la escritora de realizar sus historias. Poe es una de sus grandes inspiraciones, de él toma el formato clásico de cuento corto, lineal en su concepción y que funciona como un continuo crescendo que suele acabar con un golpe/sorpresa final que cause un gran impacto en el lector; parte de este método es el uso de descripciones de los ambientes y los lugares que realiza de una manera muy vívida:

“Marilyn se dio cuenta de que estaba tiritando, y terminó de rodear el establo con rápidos pasitos, regresando a la casa al trote.

La casa era grande y sólida, construida de piedra gris 170 años atrás. Parecía estar allí por error, un objeto perdido y hallado en medio de aquella tierra, solitaria y fría. ¿Quién pensaría en asentarse allí, quién intentaría arrebatarle un sustento a la tierra pedregosa de aquel lugar?

La vieja casona y el lóbrego campo abandonado componían un paisaje muy parecido a uno que Marilyn, que escribía novelas de suspense, había creado en una ocasión para un relato. Le gustaba la realidad mucho menos de lo que lo había hecho su heroína en la ficción.”

Este tipo de descripciones la lleva a crear sitios en los que el horror está presente pero no se define en un primer momento, la falta de concreción en cuanto a las amenazas (que irá desvelándose) es parte de ese “miedo a lo desconocido” que tan bien maneja:

“[…] Me pregunté si sabría que el desván me aterrorizaba, aquel lugar sucio y oscuro donde algo podía esconderse.. Pero a lo mejor estaba imaginándome cosas. A lo mejor allí no había nada. Debería subir al desván y verlo yo misma, poner a dormir todas esas fantasías de una vez. Pero la idea de subir allí, asomarme a aquella oscuridad desconocida, hacía que me temblaran las rodillas, y sentía algo contrayéndome el pecho. No. No tenía que subir allí.”

Es genial como la escritora no solo se queda en estos detalles sino que nos propone diferentes niveles de lectura donde nos hace reflexionar sobre el papel de la literatura tanto para el escritor como para el lector; ese mundo alternativo que sirve de refugio para ambos ante una realidad incómoda que no podemos controlar:

“Pero Sheila ya no escribía. Ya no lo necesitaba.

La escritura, para Sheila, siempre había sido una forma de escape. La alejaba de su vida diaria, de la soledad, de las aburridas clases en el colegio, y más tarde del tedio de trabajar detrás de un mostrador en el Woolco local. Cuando escribía podía olvidarse de que no era guapa, no tenía novio, ni un trabajo interesante, de que no tenía ningún talento especial, ni grandes planes de futuro. No tenía amigos porque nunca había intentado cultivar ninguno. Las chicas de su edad pensaban que era rara, un petulante ratón de biblioteca, mientras que ella las creía aburridas y no se molestaba en ocultar su opinión. Su inusual inteligencia la hacía rechazar a la mayoría de la gente y de las cosas que la rodeaban, pero tampoco hacía grandes esfuerzos por entender a los demás. […] Creó de la nada un mundo alternativo. Era un mundo de cuentos de hadas, repleto de monstruos y tesoros, más simple, más sombrío, y mucho más hermoso que la realidad que la ahogaba, y escapaba a dicho mundo siempre que podía.”

E incluso aprovecha para presentar la difícil dicotomía de la mujer vs arte, un alegato feminista a la capacidad de crear arte más allá del papel que la sociedad asigna a las mujeres por defecto:

“-Pero todavía estarían en casa, en mi cabeza.. .Esperando cosas de mí… No sé cómo explicarlo. A menudo me parece que lo único que hago es buscar excusas para no pintar. Pero es imposible ser madre y artista. No sé si puedo ser ambas cosas, ni siquiera con todos los ejemplos de otras mujeres que sí pueden, ni con todas las canguros del mundo. El arte nunca ha sido algo a tiempo parcial para mí. Era todo lo que me importaba, hasta que conocía a Bruce. Entonces esa parte de mí se sumergió. Durante los últimos cinco años he sido madre a tiempo completo. Ahora estoy intentando descubrir cómo ser una artista a tiempo parcial, y una madre a tiempo parcial, pero no creo poder hacerlo. Sé que suena muy “o todo o nada”, pero así es como me siento.”

Espléndida recopilación que amplía un poco nuestras limitadas lecturas de novelas de terror. Da gusto encontrarse a autoras de esta calidad.

Los textos provienen de la traducción de Marian Womack de Nido de pesadillas de Lisa Tuttle para Nevsky Ediciones

El misterio del carruaje de Fergus Hume. Recuperación del mistery victoriano

Sobrecubierta- El misterio del carruaje.inddFue el año pasado cuando Alba publicó la deliciosa recopilación de Cuentos de detectives victorianos , una antología que recogía una exquisita muestra de varios de los cuentos del siglo XIX relacionados con el relato más detectivesco, el clásico mistery. Desde ese tiempo, hay que reconocer que varias editoriales, pequeñas, independientes, además de Alba, están acometiendo la gratificante labor de recuperación de historias de esa época con el común denominador de tratarse de historias con un enfoque muy clásico (de dicha época) y de ser novelas de detectives. Una de esas editoriales brilla con luz propia: dÉpoca; ha adoptado un sello de identidad tremendamente diferenciador, reconocible incluso a la distancia (muy al estilo de Impedimenta por poner un ejemplo del estilo): ediciones de clásicos victorianos en tapa dura, con ilustraciones de época y portadas muy características.

El misterio del carruaje de Fergus Hume es un ejemplo que aglutina a la perfección estos rasgos; en la introducción, se pone en contexto la importancia de Hume y sus desaveniencias con el más conocido Arthur Conan Doyle (y ya de paso se avanza la publicación del libro de Cauvain, que algún día aparecerá por este blog):

“En su día, el creador de Sherlock Holmes despreció en una carta privada el trabajo de Fergus Hume, pero no es menos cierto que el propio Arthur Conan Doyle tiene una importante deuda literaria con algunos de sus contemporáneos –entre los que podemos destacar a Émile Gaboriau y , por encima de todo, a Henry Cauvain-, y algunos aspectos de Estudio en Escarlata tienen importantes similitudes con la obra de Hume que nos ocupa, “El misterio del carruaje”, comenzando por la notable rivalidad de los dos detectives comprometidos oficialmente en la investigación, y ciertos aspectos del modus operandi del asesino.

Conan Doyle y Hume, por otra parte, con el tiempo tomaron caminos muy diferentes en la novela policíaca. Mientras Doyle se centró en desarrollar el marcado carácter de su protagonista, los detectives Gorby y Kilsip, creados por la pluma de Hume, se convirtieron en dos meros actores dentro del conjunto de personajes de sus tramas.”

Además de contar una de esas características más típicas de la época, la confrontación de detectives, más que el desarrollo de un detective en particular, como era el caso de Doyle y su Holmes; curiosamente la evolución de sus novelas no tendió al solipsismo sino al relato coral. Otra de las peculiaridades del relato tiene que ver con el lugar en el que se encuentra el cadáver, un coche de punto:

“La historia comienza cuando un hombre es hallado muerto en el interior de un coche de punto y uno de los más distinguidos ciudadanos de la ciudad es acusado de asesinato. El ilustre joven, no obstante, proclama su inocencia, pero se niega a dar una coartada. Descubrir la verdad será tarea de un eminente abogado y dos intrépidos detectives que llevarán al lector desde los más distinguidos salones de la alta sociedad al submundo más miserable de los bajos fondos, en un esbozo profundamente realista de los horrores de la pobreza de los barrios marginales de la ciudad conocida por aquel entonces como la “Maravillosa Melbourne.”

El otro rasgo esencial de los relatos de la época y que también pone en marcha Hume tiene que ver con el reflejo-crítica de la sociedad de la época, relacionándolas específicamente con la clase social y sus hipocresías y falsas apariencias:

“Y así, Hume nos adentra en un misterioso caso de asesinato al tiempo que describe, con un trasfondo satírico, las costumbres de una próspera colonia victoriana en la década de 1880, mostrando un cuadro de hipocresías y falsas apariencias en el que la posición social y la honorabilidad eran el ornamento más deseado.”

Sin entrar mucho en materia en cuanto a la trama, me gustaría resaltar algunas de las características de la prosa y de la caracterización, no tan citados en el prólogo; especialmente reseñable es la caracterización de los personajes, caracterizada por su buen humor y la utilización de metáforas que dan fluidez al texto y hacen más vívidas dichas descripciones:

“La señora Hableton tenía un punto vulnerable en su naturaleza que se podía percibir nada más conocerla. Beaconsfield dice en una de sus novelas que nunca resulta uno tan interesante como cuando habla de sí mismo, y desde esta perspectiva, la señora Hableton era una mujer realmente fascinante, pues jamás se ocupaba de otro asunto. ¿Qué le importaba a ella la amenaza de una invasión rusa frente a un disgusto personal? Aunque una vez desaparecido este, tenía tiempo para preocuparse de los más nimios detalles concernientes a Australia.

El problema de la señora Hableton era la falta de dinero. Esto no tenía nada de extraordinario, pero si se le hacía esta observación a la señora Hableton, ella contestaba con tono desabrido “que lo sabía, pero que no todas las personas eran iguales.” Esta misteriosa respuesta tenía la siguiente explicación: había llegado a Australia en una época en que no era difícil, como hoy, hacer fortuna; pero al haber dado con un mal marido, no había conseguido prosperar. El difunto señor Hableton –porque hacía largo tiempo que había entregado su alma a Dios- se había consagrado con total desenfreno a la adoración a Baco, y el tiempo que debería haber empleado en ganarse la vida lo había pasado en las tabernas, derrochando la economía de su mujer, obsequiando a los amigos y despreocupándose del porvenir.”

Especialmente palpable es esta característica si atendemos a la presentación de los antitéticos detectives, es imposible no pensar en Dickens o en el posterior Chesterton al leer una descripción tan ingeniosa y realizada por continuas contraposiciones que mezclan lo físico con lo psicológico:

“Había un viejo dicho popular que dice: “los que se parecen se juntan”. La antítesis podría ser que los que no se parecen se repelen. Pero hay ocasiones en que las individualidades no cuentan y es solo el destino el que juega su papel, reuniendo a dos personas y colocándolas en una situación placentera o desagradable, según el caso. El destino escogió unir al señor Gorby y al señor Kilsip, y cada uno le resultaba más que antipático al otro. Ambos eran igualmente hábiles en su profesión. Cada uno era el favorito de todo el mundo, pero cada uno era odiado por su oponente. Eran como el agua y el fuego, y cuando se encontraban siempre surgían problemas.

Kilsip era alto y delgado; Gorby era bajo y regordete. Kilsip tenía aspecto de persona astuta; Gorby tenía siempre en los labios una sonrisa de autosatisfacción que por sí sola podría ser suficiente para impedirle realizar bien su trabajo. No obstante, era precisamente esa misma sonrisa simplona la que le resultaba más útil a Gorby en sus pesquisas. Le permitía conseguir información donde su astuto colega lo intentaba en vano. Por lo general, los corazones se dejaban cautivar por la dulce sonrisa y las cándidas maneras de un hombre como Gorby, y se retiraban con premura y se cerraban herméticamente, como caracoles alarmados dentro de sus conchas, ante la apariencia de Kilsip. Gorby desmentía con su fisonomía a cuantos dicen que la cara es el espejo del alma.”

Latente en prácticamente todo momento está la lucha de clases y el asentamiento en lo terrenal, los fantasmas se crean por personas vivas y no hay que tener miedo de lo sobrenatural, hay una explicación empírica disponible más allá de espectros:

“-Según creo, solo los miembros de la aristocracia poseen un fantasma en la familia –dijo Madge-; ese es el motivo por el que los colonos no tenemos ninguno.

-Pero tú sí que lo tendrás –respondió Brian, con una sonrisa despreocupada-. Existen fantasmas aristocráticos y también democráticos… ¡Vaya, menudas tonterías digo! –continuó impaciente-. No existen los fantasmas, salvo aquellos que el propio hombre engendra; los fantasmas de la juventud perdida, los de las estupideces cometidas en el pasado, aquellos que ponen de relieve lo que podría haber sido y no fue… esos son los espectros a los que hay que temer, y no los que se encuentran en el camposanto.”

El caso es llevado de manera muy ingeniosa hasta llegar a un final muy consecuente con lo narrado. Sinceramente, estas narraciones, más allá de un factor nostálgico, suelen estar insufladas de un buen hacer que aúna prosa de calidad, buen humor y personajes espléndidamente caracterizados. Hay que dar las gracias por esta recuperación y por todas las que vengan por el estilo.

Los textos provienen de la traducción de Rosa Sahuquillo Moreno y Eva María González Pardo de  El misterio del carruaje de Fergus Hume para Editorial dÉpoca

En mi pradera de Frédéric Boyer. Western poético minimalista

praderaHay que reconocer que la colección de poesía de Sexto Piso nos está dando muchas satisfacciones; especialmente interesante es el eclecticismo del que está haciendo gala, variedad que se muestra tanto en los temas tratados como en la ambición mostrada por los diferentes autores según el ámbito escogido; si hace poco hablaba de la excelente Eso de la danesa Christensen en términos de poemario universal cosmogónico ahora tenemos este En mi pradera  del novelista, ensayista, poeta, dramaturgo y traductor francés. Frédéric Boyer que es una antítesis de la anterior tanto en extensión como en la ambición final. Nos encontramos con un poemario minimalista donde todo se referencia al western a través de un elemento aglutinador, esa pradera.

Una pradera que se convierte en un “territorio en el que cowboys, indios, búfalos, brujos, plantas silvestres, ríos, sirenas conviven bajo el hechizo de las palabras”; este elemento alienante se convierte, en manos del narrador, en un refugio, en el único lugar seguro al que podemos marcharnos para escapar de las ruinas de un mundo fragmentado e insalvable, el mundo que tan bien nos referenciaba Christensen y que nos causaba una inestabilidad constante:

 

“No hay tiempo que perder. Mi barco partirá al alba

 

                a mi pradera

 

                y ya nunca volveré.

                Lo juro.

 

                Mi pradera se ha vuelto lentamente el mundo entero

                y es dulce y lejana

                como una hermana ausente.”

 

En esa pradera nos podemos sentir como niños, con la inocencia de nuestra infancia, una inocencia que nos mantenía en una virginal tranquilidad, unir dicha inocencia con la lectura, en este caso del libro de Cooper El último mohícano, no sólo nos da un refugio sino que nos recuerda que allí viviremos aventuras diarias:

 

“Ya no recuerdo el día en el que descubrí la existencia

de mi pradera.

Soy un niño la primera vez la palabra pradera la ignoro

pero sé que existe. Con una linterna de bolsillo que he

robado de un cajón de la cocina leo toda la noche bajo

las sábanas una novela de James Fenimore Cooper.

Es maravilloso.

El alba llega y no tengo sueño.”

 

Lo bueno de dicha pradera es que no es individualista a pesar de lo minimalista, la idea del colectivo que convive en dicha pradera refuerza la fuerte presencia de una comunidad que se une a la pradera para ofrecer el refugio que comentaba:

 

“Próximo Viraje

mi pradera

 

Pradera ha sangrado

Pradera ha llorado

Pradera ha conocido

 

un terrible secreto

 

temblando y yo sin temor a hablarle de mi soledad

a mi pradera

 

porque mi soledad no sólo es mía sino

de los tiernos compañeros

de mi pradera “

 

Lo cual no quiere decir que en la pradera todo sea una aparente tranquilidad, en ella habitan las dicotomías como parte integrante de nuestra naturaleza contradictoria, afortunadamente la existencia de dichas contrariedades se ve atenuada por el valor intrínseco de seguridad de una pradera en la que el sol “nunca está lejos”:

 

“La belleza de mi pradera es doble –de memoria y olvi-

do. Una porción de alegría y otra de angustia. Desgarra

el corazón y lo repara. Como en junquillos y campánulas

entre las hierbas. Desordenados y arrojados por amor

y sufrimiento.

 

¿Por quién?

 

Retomar aliento.

 

Precipitarse. Tenso movimiento. El sol nunca está le-

jos de mi pradera.”

 

Lo mismo sucede con la violencia que nos retrotrae a la fuerza de la naturaleza tal y como nos la retrata McCarthy o Hughes, el dolor de esta violencia nunca será como en nuestro mundo real:

 

“Osamenta de bestias muertas. Cuidado con los cer-

nícalos. Mi cabeza tiene precio me niego a decir mi

nombre. Tragué la tierra de mi pradera junto a topos

y gusanos. Vi mi pradera desde los ojos del faisán do-

rado.

 

En mi pradera todos los prisioneros se evadieron una

noche. Nunca los encontrarán. A todos los seres vivos

veo por última vez en mi pradera.”

 

Toda nuestra existencia se redefine desde la perspectiva de lo que sucede en esa pradera, especialmente cada estación que vivimos:

 

“              Primavera

-descubro mi pradera invadida de flores que creía haber

perdido: ranúnculos anémonas mentas iris jacintos. El

niño llora el hombre que no es.

 

                Verano

-mi pradera inflamada bebió toda el agua de las lluvias.

Las raíces transpiran. Las siento bajo mis pies descalzos.

Las hierbas se secan. El arroyo está desnudo.

 

                Otoño

-siento que un mundo se pierde llorando a lo lejos.

Tintes diversos rojo amarillo café vestidos de la bru-

ma. El anciano ha cavado el foso.

 

                Invierno

-potencia congelada del sueño. La piel de los zorros

anquilosados bajo la nieve y el hielo se ha vuelto azul.

La tierra ya está inmóvil.”

 

Lo que está  claro es que Bóyér nos ofrece la solución a nuestro horror diario: un mundo interior simbolizado por la pradera que nos ayuda a sobrellevar nuestra difícil existencia, una pradera en la que perderse, en la que sentir que hay otra vida posible:

 

“Sólo esperar el momento en que

termine la ausencia en mí de mi pradera

y partiré tú lo sabes.

 

Haber sólo

sentido

mi pradera

 

Haber sólo

creído

en algo abierto

en algo vasto

 

Y arrojarme ahí

desde lo alto

del hastío.”

 

Los textos provienen de la traducción de Ernesto Kavi de En mi pradera de Frédéric Boyer para Sexto Piso.

Zarzarrosa y Ciudad fantasma de Robert Coover. Catas posmodernas

No hay muchas posibilidades, actualmente, de acercarse a la obra de Robert Coover; si sumamos el desorden cronológico a la selección de materiales, el pobre lector que intente introducirse en su obra y en la figura del norteamericano se puede llevar una sorpresa, y no siempre agradable, por las indudables dificultades que ofrece su lectura; la editorial Anagrama publicó varias obras suyas en su momento pero ahora están descatalogados así que nos quedan tres opciones reales y bastante diferentes; por un lado tenemos la colosal y excesiva La hoguera pública, de la que hablé en profundidad aquí  y que podemos disfrutar gracias a Pálido fuego, pero se antoja como una opción abrumadora por su temática, uso de recursos y estilos, todo un compendio que reúne casi todas las estrategias posmodernas y que necesitaría una explicación extensa para disfrutarla.

CiudadFantasmaPor otro lado tendríamos las novelas cortas Noir y Ciudad fantasma, Galaxia Gutenberg ha sido la artífice de su aparición, y se caracterizan por la utilización de algún recurso y una extensión llevadera; curiosamente podrían ser una buena forma de acercarse a su trabajo con la debida orientación. Y eso me lleva a este post donde voy a coger Zarzarrosa (descatalogada pero encontrada) y Ciudad Fantasma (novedad de este año) y, como si de una cata de vino se tratase intentaré dilucidar dos tipos de estrategias posmodernas que usa Coover.

“Ironía, jugueteos, parodia, humor negro”

En efecto, una de las características más emblemáticas del posmodernismo literario es este uso de la ironía, junto con el humor negro y esa idea de jugueteo del lenguaje. Se trata de coger un concepto aparentemente serio y parodiarlo, reírse de ello, mostrar su contrario precisamente para abrir nuevas perspectivas de ello.

En Ciudad fantasma, Coover utilizó este concepto hasta la extenuación, al fin y al cabo, toma prestadas todas las características de un western (que aparentemente, por defecto, debe estar impregnado de una cierta gravedad, seriedad, dureza) y convierte toda la historia en una amalgama de excesos que el protagonista narra en primera persona en su búsqueda de una ciudad:

“Bueno, chico, ¿y hacia dónde vas de paso? pregunta un tipo acartonado de barba gris con sucios pantalones a rayas, camiseta roja y abollado sombrero hongo. A su lago, el hombre del sombrero flexible lía hábilmente con nudosos dedos unas hebras de tabaco en una fina hoja amarilla.

A esa ciudad  de allá lejotes. Su fusil ya no cuelga del pomo de la silla, sino que descansa sobre sus piernas.

No me digas.

Pierdes el tiempo, chico. Allí no hay na.

Bueno, igual me vale.

Nunca llegarás, chaval.

No es más que una ciudad fantasma.

Pallá voy.

¡Ja!”

Los excesos, el uso exagerado de la parodia vienen caracterizados por la violencia de los indios, salvajes  que apelan a la magia a través de prácticas inhumanas:

“El hechicero le practica unos agujeros en el pecho a cada lado de los pezones y se los ensarta con unas clavijas de madera atadas con cuerdas de cuero, para luego hacerle bailar al extremo de las cuerdas hasta que se le arrancan las clavijas. Si no se desprenden, lo cuelgan al poste central de la cabaña del hechicero, con los tobillos y el miembro viril cargados con cráneos de búfalo (una especie de bendición, le aseguran sus hermanos con compadecidos movimientos de cabeza y guiñándole el ojo sin alegría), hasta que las clavijas se sueltan, mientras los demás guerreros lo pinchan rítmicamente con lanzas y flechas y le graban símbolos religiosos en las nalgas. Afortunadamente, una vez extirpada la primera clavija, le dicen, la segunda no tarda en salir, pero entretanto el dolor es tal que sólo permanece consciente parte del tiempo, con pesadillas recurrentes sobre la podredumbre de la civilización, los horrores del cosmos tal como se representan en el reino animal y las visiones del futuro pronosticadas por su futura esposa: sí, la abandonará; así se lo dice el tremendo dolor que atenaza su corazón.”

Y también vienen por el uso de lo escatológico de una manera grotesca, desenfadada, zafia, ciertamente desagradable:

“Remata el brindis con un eructo retumbante que los demás, rodeándolo, remedan sonoramente. Golpean los vasos vacíos contra las mesas y sirven otra ronda de whisky, que alimenta la creciente agitación.

¡Uaah! ¡Qué pestuzo tan agradable!

¡Como el de un coño caliente en la mano!

¡Pero mirad esos revólveres de plata, fijaos!

¡Y esas botas de postal!

¡Y el cuchillo con todas esas tachuelas!

¡Qué refinao!

¡Un vaquero mu distinguío, hombre!

¡Seguro que tamién tiene tachuelas en el nabo!”

Aunque parezca mentira, todo esto tiene un sentido, nuestro protagonista busca, como ocurrió en dicha época (y sigue ocurriendo en la actualidad…), el santo grial que le haga crecer por sí mismo, es la personificación del sueño americano, del hombre hecho a sí mismo:

“Me dijeron que por aquí había to lo que se podía desear o incluso imaginar. Me dijeron que había afloramientos de oro entre árboles cargaos de piedras preciosas y ríos del whasky más puro y alegres y preciosas mujeres y hasta la puta fuente de la juventú, y, joer, yo quería un cacho de to eso, ¿quién no? Quería estar, tal como mabían dicho, en el azaroso escenario de una grandiosa gesta. ¿Y sabes una cosa, hijo? Acércate más, me estoy quedando sin aliento.”

Este paleto que no sabe ni hablar (el uso de lengua vernacular es otra estrategia en este caso para conseguir esta parodia) se encuentra con lo más grotesco de lo que estaba buscando, con la decepción y la frustración de un sueño que no es tal y como le habían dicho, así lo refleja Coover más adelante:

“Da un paso atrás y considera todo eso, mira alrededor. El único signo de vida es su propio sombrero en medio de la calle desierta. Se ha equivocado en todo. La ciudad está abandonada. Aparte de él no hay nadie. Le flaquean los hombros y se da cuenta de lo cansado que está, un cansancio que no sólo obedece a los esfuerzos físicos sino a todas las difíciles reflexiones que ha realizado. En lo único que tiene ahora que pensar es en encontrar algo húmedo para despegarse la lengua del cielo del paladar.”

zarzarrosa-robert-coover-18350-MLA20153124029_082014-FNo hay tal sueño, la realidad es más como una parodia tal y como la pinta Coover: una tierra baldía.

“Intertextualidad” “Reescritura”

La intertextualidad es aquella relación entre un texto y otro y cómo están entrelazados en el tejido de la historia literaria. Los posmodernistas utilizan esta cualidad para coger un texto conocido por la mayoría de los lectores y reescribirlo. Esta reescritura sirve para mostrar matices que no eran visibles anteriormente y se resaltan mejor por el hecho de que el lector conoce cómo era el texto original. Normalmente, estos matices, suelen ser lo contrario de lo original, estas dicotomías obran de manera deconstructiva y buscan, sobre todo, cuestiones de género, raza, colonialismo, etc…

Zarzarrosa es un ejemplo perfecto de este recurso; Coover usó para esta narración el cuento de la Bella durmiente (Briar Rose=Zarzarrosa):

“Tú eres esta llama, que parpadea como una fiebre abrasadora en el corazón de los hombres, consumiéndolos de deseo, cautivándolos con tu radiante y misterioso encanto. Lo que el hada  no dice, porque no quiere aterrarla (siempre un lío que luego hay que limpiar sábanas que cambiar), es: Tú eres la Bella. Ella dice: Cuando otros preguntan quién soy, qué soy, tú eres la medida y la justificación de sus preguntas. Quédate tranquila, hija mía. Tú eres Zarzarrosa. Tu príncipe vendrá.”

La típica espera, dormida, a la llegada del príncipe, es utilizada en diferentes variaciones, mucho menos canónicas del cuento y nos saca la perspectiva desde el punto de vista del príncipe (en este caso preguntándose si ella sueña con él, con quitarse el hechizo):

“Y, sin embargo, si bien todo progreso a través del seto se ha detenido dolorosamente y las espinas lo arañan con cada golpe, él continúa luchando incansablemente, dando tajos decididos al seto con su espada, rechazando las ramas que lo atrapan, reflexionando todo el tiempo sobre la bella doncella, profundamente dormida, llamada Zarzarrosa. ¿No sueña nunca con su desencantamiento? ¿No sueña nunca con él?”

Y usa, como no podía ser de otra manera, el punto de vista de Zarzarrosa, precisamente para cuestionarse su propia identidad y la esclavitud que supone ser elegida para ser rescatada, es la forma de dar voz a una mujer que no ha podido tenerla en el cuento tradicional:

“Ah, aquí estás, preciosa mía, dice la vieja bruja, con una risita socarrona. ¿De vuelta para un poco más de lo mismo? ¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo?, pregunta enfadada desde la puerta, temiendo entrar pero temiendo todavía más echarse atrás, sin estar segura de que las escaleras que subido sigan estando allí detrás de ella. ¡No es justo! ¿Por qué soy la elegida?”

Cada variante redunda en aspectos que van de lo escabroso a lo mágico y que desenfocan para siempre nuestra visión del cuento para abrirnos a otras posibilidades; parece mentira que éstas se acerquen a una visión más realista de la sociedad en que vivimos, esa sociedad en la que la mujer queda reducida a un cuento, a una imagen idealizada de la belleza ninguneada por el “héroe” que parece el único protagonista.

“[…] ha intentado, hasta cuando se aferraba a la trama principal, contar cada variante como si nunca hubiese sido contada antes, sorprendiéndose incluso a sí misma por lo novedoso de sus enfoques. Ha imaginado, y lo ha descrito para Rosa, un rico surtido de bellas y príncipes, obstáculos, despertares y qué-ocurre-luego, tejiendo una variada colección de monstruos, dragones, ogros, mofas, violaciones, acertijos, asesinatos, magia, lisiados, cadáveres y bebés, solo para observar cómo la insaciable durmiente se estremece y grita y se retuerce de miedo y anhelo, como hada malvada que es.”

Coover no tarda en mostrar el camino de la rebeldía ante esta situación; Zarzarrosa no se conforma con una historia que la relega a un papel secundario, odia el cuento, ¡y con razón! Lo que no está claro es que se pueda librar de ello, como ocurre nuevamente en la actualidad, el poder del heteropatriarcado  imperante, a veces consciente, muchas veces inconsciente:

“¿De qué otro modo pasaría estos tediosos siglos? Érase una vez, se dice sonriendo con una mueca, su lado perverso dominando la situación como siempre, un apuesto príncipe y una bella princesa que vivieron felices por siempre jamás. ¡Pero es terrible!, gritó Rosa. No, no, espera, ése es solo el principio. ¡Pero odio este cuento! Felices por siempre jamás, le reprende el hada, agitando un dedo nudoso del color de un lingote de hierro. Tal vez  no valga una higa, hija mía, pero oculta las verrugas, ¡de modo que no te des tanta prisa en rechazarlo! Eres realmente malvada, gime Rosa, que sigue pinchándose sin piedad. Sí, bueno, ¿qué esperabas, bobita?”

No me digáis que no vale la pena leer estos dos libros desde estas aproximaciones. Espero que os hayan gustado.

Los textos provienen de la traducción de Juan Antonio Masoliver Ródenas de Zarzarrosa de Robert Coover para Anagrama y de Benito Gómez Ibánez de Ciudad fantasma para Galaxia Gutenberg.

Lancha rápida de Renata Adler. Garabatos de realidad

lancharápidaSi hay algo en lo que se está especializando Sexto Piso es en publicar autores que, extrañamente, debían estar publicados por aquí anteriormente. El caso que nos atañe hoy es el de Renata Adler, nacida en Milán en 1938, en los años sesenta comenzó su carrera como escritora en la revista The New Yorker donde realizó crónicas sobre temas tan diversos como el Movimiento por los Derechos Civiles o la vida en el Sunset Strip de Los Ángeles. En 1976, su primera novela, Lancha Rápida, ganó el Ernest Hemingway Award.

Estaba yo pensando directamente en ponerme a hablar de dicha novela cuando el postfacio de Guy Trebay me lo pone facilísimo por su claridad a la hora de explicar prácticamente todo lo que viene en ella:

“Con un estilo a veces periodístico, cronístico, aforístico, siempre episódico y mordaz, Lancha rápida es una novela hecha de una serie de miniaturas observadas con gran agudeza y colocadas oblicuamente. Aunque en ocasiones puede parecer que estar miniaturas se despliegan, por parafrasear a Borges, de manera arbitraria y sin ningún orden especial, como las cosas que uno ven en sueños, en realidad están organizadas en patrones sutiles e inevitables, también como las cosas en los sueños. Como Lancha rápida es una novela sin principio ni final obvio, una obra en la cual el progreso narrativo no se mide tanto en términos de sucesos como por la presentación incisiva de los detalles, y donde un simple fragmento de diálogo podría indicar que todo ha cambiado, se ha incluido en ocasiones en la más temible de las categorías: ficción experimental.”

En efecto, Lancha Rápida, es una heredera de su tiempo, a lo largo de sus capítulos se reúnen textos aparentemente inconexos que siguen una línea de actuación y que tratan temas de todo tipo; no podemos hablar de principio ni de final, es un flujo de pensamientos que reflejan lo que es nuestra realidad:

“Lancha rápida también hace eso, estampar conciencia contemporánea con su marca singular. Puesto que el libro prefiguró con décadas de antelación ciertas formas de comunicación telegráfica que ahora damos por hechas, es fácil olvidar que Lancha rápida llegó mucho antes que el correo electrónico o Facebook o Twitter. Adler había crecido leyendo a novelistas del siglo XIX y ellos la habían moldeado; sin embargo, descubrió que no podía trabajar con formas tradicionales. Y así pues, Lancha rápida es un libro sin suspense ni nada que parezca una trama definida, una novela cuya protagonista tiene conversaciones telefónicas que a menudo suenan como un diálogo de Beckett, cuya relación con la violencia es abstracta, cuyo oído siempre tiende a capturar la charla grotesca y tristemente cómica de un cóctel de la vida urbana del siglo XX. Es este un libro en el cual el tiempo y el tiempo verbal son inestables, los hechos se comprimen, la moralidad está sujeta a una revisión constante, bajo la presión de un par de torsión situacional.”

Tendemos a intentar valorar las obras de arte (libros, películas…) por tener una trama definida y bien hilada, lo que nos parece cerrado, sin sobresaltos; sin embargo, ¿cuántas veces encontramos esa trama definida en nuestra realidad? ¿En el mundo que vivimos?; sinceramente, casi nunca, el dicho “la realidad supera la ficción” lo podemos aplicar en innumerables ocasiones; aun así nuestra búsqueda de esa estabilidad/definición provoca que obras tan iconoclastas como la de Adler provoquen incomodidad; la siguiente idea de Trebay me parece muy interesante:

“Sin embargo, la ficción estrictamente vanguardista tiende a despreciar la mayoría de los llamamientos a la emoción, el sentimiento, la preocupación por los personajes y lo que les ocurre, como barato y kitsch, y se mantiene en un ámbito gélido. La ironía, el humor, escalofríos de asombro, cierto ingenio, una cualidad atribulada, pero eso es todo. Nada que te haga llorar, preocuparte por los personajes, querer cosas por ellos. No podrías ser, pongamos, Dickens ahora, o George Eliot o Henry James. O quizá podrías escribir como ellos, con suerte, pero no sería fiel a nuestro tiempo, sonaría falso en cierto modo. Para aquellos efectos has de volver a los originales. Adoro los efectos vanguardistas, lo que quiero decir es que Kafka, aunque perfecto, es frío. Así que me preguntaba si en estos tiempos existe una forma de poner sentimiento convencional. No creo que lo haya logrado salvo de manera esporádica, hasta Pitch Dark. Quizá ni siquiera entonces.”

Incide en dos aspectos bastante comunes; el primero de ellos es la aparente frialdad de este tipo de narraciones postmodernistas o vanguardistas en general; hay mucho camino en este aspecto, Sergio de la Pava lo empieza a entender como adelanté (enlace) dando una visión más humana del postmodernismo. El segundo de los aspectos tiene que ver con la incongruencia que supondría actualmente escribir como escribían Dickens o George Eliot; de ahí que el arte, consecuentemente, refleje el estado cultural/social de la época en la que vivimos; es por ello que el postmodernismo sea lo más cercano a esa realidad actual, una realidad en la que la clave de lo que sucede está mutando continuamente, no podemos agarrarnos a prácticamente nada pero sí podemos certificar que somos los protagonistas de lo que está sucediendo:

“Cuál es la clave –dice Jen en Lancha rápida. La frase no es una pregunta-. Eso es lo que debe tenerse en cuenta. En ocasiones la clave real es quién quiere qué. En ocasiones la clave es lo que está bien o es amable […]. En ocasiones se trata de quién tuvo la culpa o de qué ocurrirá si no actúas enseguida. La clave cambia y desaparece. No puedes estar siempre pendiente de cuál es la clave o te pierdes lo más simple: ser un personaje protagonista en tu propia vida.” Un escepticismo vigilante, una duda profunda, es probablemente la corriente más fuerte y ciertamente la más moderna del sentimiento en Lancha rápida: la duda, después de todo, es escritura. La elegancia, la persistente frescura de Lancha rápida no son un misterio cuando la consideras una novela que más de una vez pone en cuestión la moral de la historia y, a menudo, la historia en sí.”

Es por ello que, en un período de dudas, de escepticismos, la escritura de Adler, y, en particular, Lancha rápida, constituyen un reflejo de lo que vivimos nosotros, como protagonistas únicos de una historia cambiante a cada segundo; un mundo en el que los escritores no sabemos si escriben o no:

“Pienso con frecuencia en la gente que se entretiene en las papeleras que hay en las esquinas de las aceras de la ciudad. Los ves de día y de noche, jóvenes y viejos, bien vestidos, en harapos –con frecuencia con bolsas de la compra-, sacando cosas de la basura. Recogen periódicos, sobres. Descartan cosas. Muchas veces me planteo quiénes son y qué buscan. Me acerco y no puedo preguntárselo. De todos modos, se escabullen. En ocasiones pienso que son escritores que no escriben. Que los “escritores escriben” debería ser evidente en sí mismo. A la gente le gusta decirlo. Yo sé que casi nunca es cierto. Los escritores beben. Los escritores despotrican. Los escritores telefonean. Los escritores duermen. He conocido a pocos escritores que escriban.”

Y el aburrimiento se convierte en un leit motif demasiado cercano a la crueldad:

“No es para nada evidente qué es el aburrimiento. Implica, por ejemplo, una idea de duración. Sería una locura decir: “Durante tres segundos, estuve aburrida.” El aburrimiento implica indiferencia, pero, al mismo tiempo, requiere cierto grado de atención. Uno no puede estar aburrido por algo que no ha notado, o si está en coma o dormido. Pero lo que sí sé, o creo saber, es que la gente ociosa se aburre con frecuencia y la gente aburrida, a menos que duerma mucho, es cruel. No es accidental que el aburrimiento y la crueldad sean grandes preocupaciones de nuestro tiempo. Florecen en una misma región de la mente.”

En este (des)orden de cosas cada palabra escogida se revela como falible, tan falible e inestable como nuestra propia realidad:

“-Exacto. Bien. Verán enseguida que cada elección en el lenguaje está determinada, en todos los planos, rima, métrica, significado, otros planos, por un factor de sinonimia. Y uno de contextualidad. Si no lo ven., los remito a Jakobson y Halle.

Al principio creíamos que la distinción carecía de importancia práctica. Luego, descubrimos que, de hecho, en casos de trastorno severo del habla, los extremos absolutos resultaban ser, por un lado, casos de sinonimia pura y, por el otro, casos de contexto puro. En trastornos de sinonimia, la misma palabra se repite, sin fin. Repetición. En el extremo del contexto, tenemos palabras que deliran sin aparente coherencia. Lo que hemos dado en llamar un amontonamiento de palabras.”

Este amontonamiento de palabras es un símil perfecto del caos en el que vivimos, de esta profusión de experiencias desordenadas y mutantes; Adler nos mostró en 1976, casi cuarenta años antes, que era una visionaria, no solo literaria, sino social.

Los textos provienen de la traducción de Javier Guerrero de Lancha rápida de Renata Adler para la editorial Sexto Piso.

El tenor Fernando Valero (1855-1914) y su entorno, de Alberto J. Álvarez Calero

fernandovaleroPublicado inicialmente en Ópera World en este artículo.

En los tiempos que corren, cada vez se cubren más huecos en la historia de la música española; tal es el caso de El tenor Fernando Valero (1855-1914) y su entorno, que publica la editorial Arte Hispalense y cuyo autor, Alberto J. Álvarez Calero, ayudado de un equipo de investigación, ha realizado una búsqueda de información referente a dicho tenor, como revela nada más comenzar el libro, poniendo en contexto la época en la que está emplazado:

“Si tuviéramos que nombrar a los cantantes líricos españoles que más triunfaron en los principales teatros del mundo durante la segunda mitad del siglo XIX, habríamos de recordar necesariamente al tenor Julián Gayarre y a la contralto Elena Sanz. El primero de ellos hizo una carrera relativamente corta, pues estando en plena cumbre profesional murió a causa de un cáncer de laringe, mientras que Sanz vio frustrada su ascenso hacia la cima internacional por su deseo de mantener una relación extramatrimonial estable con el rey Alfonso XII, lo que además hizo sin sentir la necesidad de ocultarlo. En esa lista podría incluirse también al protagonista de este libro, el tenor Fernando Valero y Toledano (Écija, 1855 – Moscú, 1914)”

Coetáneo del gran Julián Gayarre, destacó, como bien dice Calero, por dos roles principales, Don José y Turiddu:

“Es decir, Valero cantó en los mismos centros operísticos que, apenas una década antes, frecuentaron Gayarre y Sanz, junto a otros muchos artistas, como su descubridor Enrico Tamberlick.

De los numerosísimos roles que desempeñó Valero, hubo dos que lo acompañaron buena parte de su exitosa carrera profesional, el de Don José en Carmen y el de Turiddu en Cavalleria Rusticana. La impronta dramática que lograba transmitir en ambos papeles unidad a sus cualidades como músico, lo convirtieron en un tenor completo, lo que le permitió triunfar en todo el mundo.”

De ahí el objetivo final del autor: rellenar ese pequeño hueco histórico con uno de los tenores principales de la época que rivalizó en calidad musical con otros más conocidos, (y) que ha sido injustamente olvidado:

“Queremos por eso hacer una breve semblanza de este artista y, con ello, aumentar de paso los escasísimos y parciales estudios que hay sobre un cantante que ni siquiera es citado habitualmente en los libros o diccionarios dedicados a la lírica. Aportaremos también para ello un importante volumen de críticas que demuestran la transcendencia nacional e internacional alcanzada por Valero en el ejercicio de su profesión.

En este trabajo, nos referiremos también a muchos otros cantantes, así como a compositores y a diversas personalidades que tuvieron directa o indirectamente una vinculación con Fernando Valero. Ese fondo paisajístico, junto con el propio enfoque principal de nuestro estudio, nos servirá para ofrecer quizá una visión diferente y peculiar de una parte de la historia de la ópera romántica.”

Para realizar esta función empieza a plantear la época pintando la figura del gran Gayarre o deAdelina Patti:

“Contemporáneos de Fernando Valero, nacidos solo once y doce años antes que él, la soprano Adelina Patti y el tenor Julián Gayarre, eran dos de los más aplaudidos y elogiados cantantes de toda la historia de la ópera, sin duda dos de los más excepcionales de la segunda mitad del siglo XIX.”

Entrando a nivel de detalle en la importancia que tuvo la voz del conocido tenor:

“La voz de Gayarre era en cualquier caso calificada en su tiempo de “adorable”, con un timbre de una belleza casi irreal y una técnica impecable. Y eso que presentaba una pequeña deformidad en una de sus cuerdas vocales, tal como se descubrió tras su muerte, no se sabe si adquirida o innata.”

Como bien refleja la crónica de José Francos Rodríguez sobre la irrupción de Gayarre en Madrid:“Estuve en el paraíso del Real la noche en que se presentó el ilustre roncalés, y no recuerdo haber oído nunca mayores, más espontáneas, más ruidosas, más interminables salvas de aplausos. […] Todo el auditorio fue alabardero, todo, sin distinción de categorías. Se aplaudió con la misma furia en los palcos, en las butacas que en la entrada general. Los bravos resonaron incesantemente, y al concluir la representación, la falange estudiantil, la gente alegre que constituía el grupo más levantisco de los asiduos al paraíso, esperó a Gayarre para que al salir desde el escenario a su casa oyese los postreros aplausos en aquella memorable y gloriosa noche.”

Sobre esta base es donde establece el perfil de Valero, es impagable la labor de documentación, buscando columnas como esta de “La Época” donde se auguraba su éxito de una manera muy diferente a como se hace en la actualidad; me encanta el paralelismo “shakesperiano”:

“Merced a sus disposiciones naturales y a los buenos ejemplos y enseñanzas nos atrevemos a repetir al joven Valero la profecía que hicieron las brujas a Macbeth.

-¡Serás rey! –decían aquellas en la selva al asesino del monarca escocés.

-Serás rey- le diremos nosotros al novel artista, si cultivas con el estudio tu talento.”

Su éxito se vio confirmado por críticas como la siguiente sobre una de sus actuaciones en el Teatro Real de Madrid:

“Al final de aquel año (1888), con la temporada aún recién empezada, La Moda Elegante publicó una de las mejores críticas que había recibido hasta entonces Fernando Valero. Decía el artículo:

El público ha acogido con cariño y entusiasmo a aquel que, siendo casi un niño, estimuló con sus aplausos para que desarrollara con el estudio su peregrino talento. Hoy Valero ha recibido la consagración de los principales pueblos de Europa y América, colocándose en primera línea entre los tenores actuales, y honrando el nombre español en los diversos países que ha recorrido (22-12-1888).”

Me gustaría subrayar un texto que refleja la importancia social del mundo operístico en dicha época y la forma en que fue evolucionando; este texto enriquece, por comparación con nuestra época, una narración ligeramente monótona donde se suceden textos no tan inspirados como los que voy poniendo por aquí:

“Al afianzarse la burguesía finisecular, el acto social de ir a la ópera se fue convirtiendo irremisiblemente en algo menos necesario para los que asistían como mero acto narcisista, es decir, por mostrar su preponderancia sobre los demás. Tal como apunta Andrés Moreno en La ópera en Sevilla en el s. XIX:

                  Cantantes, directores, orquesta y repertorio eran lo de menos, su única misión era, indefectiblemente, la de poner música de fondo a una parada ceremonial de trajes, joyas y bellezas en almoneda (¿qué mejor ocasión para presentar en sociedad a la hija casadera?)

Por los años en los que Fernando Valero comenzaba a triunfar, los espectáculos operísticos estaban cambiando a gran velocidad, sobre todo gracias a la progresiva instalación de luz eléctrica en los teatros. Hasta poco antes, la platea se iluminaba completamente durante las actuaciones mediante velas. No se concebía la idea de dejar a los espectadores a oscuras en un silencio absoluto. Por el contrario, durante las representaciones se hablaba con normalidad en voz alta, y la mayoría del público iba y venía. El teatro era un lugar de encuentros y desencuentros, de charlas animadas o hipócritas. Al fin y al cabo, muchos de los que allí asitían participaban de las diferentes y variadas actuaciones que se interpretaban frente al escenario, es decir, en los pasillos y vestíbulos de los coliseos. […] La evolución sufrida por el género en el último cuarto del siglo XIX fue apreciada en primer lugar por los cantantes líricos y los empresarios del sector.[…] Con el tiempo, el interés de la sociedad por la ópera se fue estancando, aunque al menos el público comenzó poco a poco a asistir a los teatros por un interés cultural antes que social.”

Los que ahora asistimos a la ópera podemos constatar que la cosa tampoco ha evolucionado mucho y se sigue entendiendo, en muchos casos, como un acto social, con sanas excepciones, desde luego. La semblanza al tenor se dilata con sus actuaciones en el extranjero y establece incluso una posible causa a su temprana retirada:

“También somos conscientes de que la figura de Fernando Valero habría alcanzado mayor trascendencia de no sufrir los prematuros problemas pulmonares que acortaron su carrera. Le faltó precisamente haber podido alargar sus éxitos unos años más allá de esa década triunfal que empezó en 1883, cuando comienzan sus triunfos en Italia, y llegó hasta 1893, cuando contribuyó a que Puccini comenzara a ser reconocido gracias a Manon Lescaut.”

Para llegar a un final que nos sirve como conclusión a esta crítica:

 “Con todo, más allá de esa decadente década final, conviene retener que nuestro protagonista puede ser considerado uno de los mejores tenores de la ópera romántica italiana, justo en la época del pleno auge de este subgénero lírico, a pesar de que su legado fuera olvidándose poco a poco.

Sin querer ser pretenciosos, deseamos contribuir con estas páginas a que la figura del tenor Fernando Valero sea hoy en día valorada como merece. No olvidemos por último que, si bien no tienen por qué coincidir la trascendencia artística con la generosidad personal, creemos haber demostrado con suficientes detalles que la grandeza de Fernando Valero hay que incluir sus solidarios valores humanos.”

El libro cumple a la perfección con el objetivo de dar a conocer la importancia del tenor FernandoValero; sin embargo, en el cómo, adolece de una narración más fluida y menos monótona , sobre todo a la hora de reflejar los comentarios críticos sobre el tenor de la época mencionada, algunos textos no aportan mucho y la narración sucinta de los conciertos y viajes es, ciertamente, un poco aburrida a pesar de su brevedad. Aun así, no puedo dejar de recomendar su lectura, una manera de acercarse más a una época y a uno de nuestros grandes tenores.

Resumen Abril 2015. Una barbaridad…

Sin duda ha sido un buen mes, una sana mezcla de libros-cómics, generando un montón de experiencias lectoras que os paso a relatar; me extiendo solo en aquellos que no he puesto reseña en el blog, los que la tienen solo tenéis que pinchar en el título.

Cuando ella era buena de Philip Roth, la reseña en el título. 

Solo un asesinato de Jim Thompson, parece mentira que esta fuera la tercera novela del gran Thompson; como decía Polito en su fabulosa biografía del autor norteamericano, con esta novela comenzaba su edad dorada que daría como resultado un catálogo inolvidable de enrevesadas novelas encuadradas en el mejor hardboiled. Simplemente, hay que leerla.

El misterio de la mosca dorada de Edmund Crispin, tenéis en la reseña todo lo que hace falta saber.

Las cuatro gracias de D.E. Stevenson, lejos queda ya el magnífico primer libro de Stevenson, un prodigio de humor y metaliteratura. La señorita Buncle es una simple sombra ya, balanceándose la trama entre las cuatro hermanas protagonistas de esta cuarta entrega. El resultado, afortunadamente, es una comedia de costumbres en la campiña británica con suficiente chispa para hacernos disfrutar de una buena lectura.

Elisa frente al mar de Clara Asunción García, creo que esta valiente novela no es del tipo que me suelen encandilar… sinceridad y corazón como base, sustentadas en una estructura razonable con el flashback como protagonista y un estilo más manido con cierto abuso de lugares comunes. La temática es controvertida por tratar una relación entre personas del mismo sexo, pero más allá de ello, que está tratado con buen gusto, la novela funciona como una personificación del desencuentro amoroso. Sin duda creo que funcionará entre el gran público pero no es el tipo de lectura por la que abogo en este blog. 

El misterio del carruaje de Fergus Hume, quería sacar ya este balance, pero, en breve, llegará la reseña de este fantástico relato de detectives.

Queen & Country 1: Operación: Tierra rota de Greg Rucka, espléndido inicio de la serie donde se presentan los actores, la trama y el mundo en el que se va a desarrollar, todo ello haciendo ya una primera aventura. Buen equilibrio con el dibujo.

Queen & Country 2: Operación: Lucero del alba de Greg Rucka, buena continuación aunque no esté al nivel de la primera entrega.

Zarzarrosa de Robert Coover, otra reseña que está cocinándose y que saldrá tarde o temprano.

Queen & Country 3: Operación: Bola de Cristal de Greg Rucka, vuelta al nivel inicial, estupenda y descarnada historia con la yihad islámica en un mundo post 11-S. La confirmación del gran personaje que es Tara Chace.

Queen & Country 4: Operación: Blackwall de Greg Rucka, quizá la más intimista de las historias con un chantaje de fondo. Más simple, eficaz pero demasiado sencilla en su resolución, además de ser lo esperado.

El murciélago de Jo Nesbo, es extraño empezar a ver ahora los primeros títulos del autor Noruego, sobre todo después de saber hacia dónde va el personaje, Harry Hole, más adelante. Inevitablemente, en esta primera novela uno contempla el esbozo, muy borroso, del personaje, no digamos ya de sus gloriosos secundarios, ese universo que enriqueció sus aventuras. Se deja leer, entretenimiento garantizado por la inteligencia del noruego. Una buena primera novela.

Queen & Country 5: Operación: Frente tormentoso de Greg Rucka, bajas en el equipo de monitores y una Tara que, por primera vez, la vemos como alguien humano, sufre como el más pintado y tiene que afrontar dificultades.

Queen & Country 6: Operación: Diente de león  de Greg Rucka, nueva dimensión, Rucka se atreve con las luchas de poder dentro de la cúpula de espionaje británico. Espléndida muestra de su buen hacer. Todo diversión.

Queen & Country 7: Operación: Alforjas de Greg Rucka, llegando ya al final de la serie, no solo no baja la calidad sino que se mantiene a un nivel altísimo, esta vez con los dibujos del primer artista, Steve Rolston en la primera historia que supone un verdadero fracaso para la protagonista. Tensión, espionaje, un cóctel irrestible.

Ciudad Fantasma de Robert Coover, ejem, pues esta también me falta… y llegará con la del anterior.

Eso de Inger Christensen, excelente poemario de la danesa, más detalles pinchando en el título.

Queen & Country 8: Operación: Panda rojo de Greg Rucka, más que digno colofón a la serie por parte de un Rucka que lleva al límite a su personaje principal, la historia culmina con uno de esos cliffhangers fantásticos que nos deja con la miel en los labios para posibles nuevas entregas. Muy buena miniserie de espionaje.

Pórtate bien de Noah Cicero, no me ha interesado en ningún momento lo que cuenta ni me gusta cómo lo cuenta… si esto es una especie de manifiesto fundacional de la Alt-Lit, tengo clarísimo que mejor que me aleje de ella; qué mal lo he pasado con él.

Lo que no aprendí de Margarita García Robayo, me temo que no soy el público adecuado para este tipo de narraciones, si bien es cierto que la reflexión final de la segunda parte por lo menos es audaz y juega con la falibilidad a la hora de montar el pasado por nuestros recuerdos; desgraciadamente el estilo me ha resultado ligeramente simplón.

En la sala de espera de Melisa Tuya, lo nombro y, por ahora no puedo comentar nada.

El tenor Fernando Valero (1855-1914) y su entorno  de Alberto J. Álvarez Calero, los pormenores pinchando en el título.

Ondina de Benjamin Lacombe,  una hermosa historia que se une a unos dibujos estupendos de Lacombre, quizás es de las historias en las que se detecta una mayor unión entre texto y dibujos.

Los Vengadores – La edad Heroica de Brian M. Bendis y John Romita JR, una buena recopilación de esta nueva etapa de vengadores con dos arcos argumentales que no redundan demasiado en los vicios ya conocidos de Bendis. Buenas historias y buen dibujo. Buen cómic de superhéroes.

El 6º Continente de Daniel Pennac, ¿quién te ha visto y quién te ve? Parece mentira que este mismo autor escribiese Como una Novela o El Hada Carabina. Una verdadera pena. Nada recomendable.

Lancha rápida de Renata Adler, vaya, ¡otra en elaboración!

Las aventuras de Monsieur Vieux Bois de Rodolphe Töpffer, un pionero en el mundo del cómic, los detalles en el título.

Memorias de un amante sarnoso de Groucho Marx, aplica lo mismo que al anterior, los detalles en el título.

Errores infalibles por (y para) el arte de Neil Gaiman,  prototipo de libro sandía (pocas páginas, letra grande, tapa dura, precio desorbitado) que en este caso sirve como vehículo de transmisión de un discursito de Gaiman en una universidad.  Se lee en un suspiro, no tiene mucha “chicha”, se despotrica durante más tiempo de lo que te ha durado la lectura.

Y con ello pasamos por fin a las adquisiciones. Divididas en dos grupos, las del día del libro en primer lugar. En segundo lugar lo único que voy a comprar en Mayo, hay que ahorrar para la feria.

 

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El mes de mayo en lecturas no va a ser lo mismo que este atípico mes de abril. Entre otras cosas porque la lectura del libro de Barth, Giles, el niño-cabra, más de mil páginas de postmodernismo, va a ralentizar cualquier intento de leer mucho más. Veremos cómo se da. He desistido de intentar prever las lecturas del mes, es imposible y hay demasiados factores, no se puede ser tan programático.

Mis dinámicas lectoras: proceso de elección, adquisición y lectura

algohuelepodridoSorprendentemente, más de una persona me ha preguntado sobre mis hábitos lectores y sobre mis procesos de elección de lecturas y adquisición de libros. Por lo tanto, me he decidido a escribir un post que refleje estos procesos. Evidentemente, estas formas de elegir, de comprar, de leer, son mías, personales; ni son mejores ni son peores que otras, lo que está claro es que a mí me funcionan y disfruto muchísimo de lo que leo.

Empecemos por el principio: la programación de las compras. Las fuentes no son muchas, tampoco hacen falta más:

-La principal es mi librero y amigo Jónatan que me suele mandar todos los enlaces y catálogos de editoriales además de comentar en su blog El receptor los libros que van saliendo cada semana. Es una fuente inagotable y no sé si recomendarla porque puede llegar a agobiar la cantidad. Un buen ejemplo de esta cualidad son las Epístolas librescas que compone gracias a estos pequeños resúmenes semanales y que publica en el blog de referencia del Sr Ausente .

-La segunda fuente sería el seguimiento que hago de casi todas las editoriales a través de las redes sociales, tanto twitter, como Facebook como por los boletines de novedades por correo electrónico. Alguna editorial, espléndida, manda los catálogos a casa (¡ella sabe quién es!! Gracias!!)

-La última fuente sería el distribuidor UDL, se pueden comprobar las próximas novedades a través de su web, o directamente apuntarse a sus boletines que se mandan semanalmente.

-Casi se me olvida, las novedades inglesas, suelo buscar a mis autores favoritos en Book Depository y dejar encargadas las novelas futuras gracias al Pre-order.

Según lo que voy viendo en estas fuentes voy apuntando en mi hoja Excel que es, más o menos, lo más metódico que tengo.

La pregunta que os estaréis haciendo ahora mismo debería ser ¿y cómo eliges lo que vas a comprar /leer o aquello en lo que estás interesado?

Esto es lo que no es metódico y depende especialmente de una serie de lógicas internas con las que funciono, una serie de criterios que supeditan estas elecciones y que paso a enumerar, no creo que uno sea más importante que otro pero todos ayudan a sumar:

Caso jane eyre-Mi anglofilia puede ser uno de los más importantes, no voy a esconder, a estas alturas, que me interesa especialmente la literatura anglosajona, no en vano por ello decidí hacer Filología inglesa. De ahí que mi famoso proyecto a cuatro años que tengo puesto en el blog, esté compuesto especialmente de autores que escriben en esa lengua y alguno más. No quiere decir que no lea otros, pero, conozco más de ellos, puedo leerlos en su lengua original con gran aptitud, es lógico que me incline más hacia ellos. Es curioso, pero, posiblemente, me incline más por españoles y rusos según avancen los años, y es difícil que lea más franceses, simples curiosidades.

-Lo que he dicho anteriormente tenía otro de los factores que se podían deducir, no compro por portadas, ediciones, etc,.. suelo fijarme principalmente en autores y siempre compro antes a editoriales pequeñas que a editoriales grandes prioritariamente. Es normal que compre a Sexto piso (por sus recuperación de postmodernos norteamericanos como Barth o Gaddis), Impedimenta (por sus deliciosas recuperaciones de clásicos británicos), Ginger Ape Books & Films (por su catálogo heterogéneo), Pálido Fuego (por sus publicaciones de contemporáneos  norteamericanos),  Ático libros (por sus ensayos históricos), Sajalín (por sus maravillosos hardboiled, como Bunker, Ross o Gresham), Nevsky (por sus clásicos rusos y novelas de terror), Valdemar (por sus exquisito catálogo cargado de clásicos y contemporáneos del terror), Turner (por sus propuestas arriesgadas, musicales…) etc.,  por poner algún ejemplo. Lo cual no quiere decir que no compre a los grandes monstruos porque ellos tienen a muchos de los consagrados como es el caso de Penguin Random House con Coetzee, Roth, King, Joyce Carol Oates, etc…

-En cuanto a géneros estoy abierto a todo, me gusta alternar todo tipo de lecturas que van desde los clásicos a narrativa contemporánea, ficción y ensayos, novela negra, policíaca o el típico mistery, novelas de terror, cómics,… un poco de todo. De hecho, es imprescindible saber alternar géneros y autores para que la lectura no se vuelva tediosa, pesada. No se pueden perder las ganas de leer por coger siempre lecturas difíciles.

-No sigo suplementos culturales (demasiado polarizados y sin rigor), no sigo blogs prácticamente (hay alguna excepción puntual en algún post, también suelen estar demasiado polarizados) y no conozco a casi nadie que pueda influir mis próximas lecturas (entre otras cosas porque no suelen acertar/cuadrar), solo Jónatan y Mikel se pueden preciar de poder ser “influencers” en mis lecturas. Cada vez que me salgo de estos caminos suelo encontrar lecturas poco satisfactorias y experiencias no demasiado agradables, como me ha ocurrido últimamente con “algún sello de novela negra muy recomendado por todos lados”.

-Nunca suelo leer un solo libro, alterno dos o tres lecturas a la vez. Suelen ser uno más serio con uno de género (policíaco, terror..) y alguno en inglés o de relatos. Es fundamental no agotarse con uno solo, sobre todo si es un “tocho-postmoderno-de-más-de-mil-páginas” y poder tener ratos de liberación lectora menos sesudos.

perdidabuenlibro-Iba a escribir sobre el orden de lectura, pero últimamente estoy un poco caótico, podéis suponer que es un orden mental que se va modificando según llegan novedades editoriales y lo voy alternando con lecturas de mi proyecto (que se va postergando…), novelas policíacas y de terror, un poco de todo. A veces me da por hacer pequeños monográficos temáticos pero últimamente no he arrancado ninguno. Es posible que me decida en verano con un poco más de tiempo. Lo que sí tengo claro es que nunca dejo un hueco entre lecturas y tengo siempre en mente cuáles son las próximas tres o cuatro lecturas. Nunca me puedo quedar sin lecturas en el transporte y nunca tengo que tener sin decidir la próxima lectura. Dos máximas que sigo a rajatabla.

-Todos mis libros y lecturas actuales y futuras se pueden consultar en mi biblioteca de GoodReads fácilmente encontrable en internet si alguien tiene curiosidad.

Y para acabar, claro, mis hábitos lectores. Leo tres horas diarias más o menos a diario, menos en fin de semana que se suelen reducir por lógicos asuntos familiares. El tiempo lo consigo gracias a que voy a trabajar en transporte público, el rato de más calidad es, de hecho, a primera hora de la mañana. También consigo sacar tiempo por la noche, quitando horas de sueño… pero ese tiempo es más inestable. Hay días que me duermo, sí, yo también.

No tengo trucos ni técnicas de lectura, leo todo, lleve el tiempo que lleve. Tres factores hacen que consiga leer los libros que leo: tiempo para leer, concentración cuando leo y constancia, leer todos los días. Eso conforma un círculo virtuoso que ejercita la capacidad lectora que suele ir aumentando.

Lo que está claro es que esto es muy personal, a todo el mundo no le funciona ni le mueve lo mismo a la hora de leer. Lo importante es que el método que sigas (o el “no método”) te ayude a disfrutar de la lectura. Eso es lo primordial.

PS: ¿Y por qué esas fotos? Mi pequeño homenaje a una saga maravillosa que no ha triunfado en nuestro país precisamente. I miss you, Thursday Next.