About Mariano Hortal

Mariano Hortal (Madrid, 1976), Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones y ahora Licenciado en Filología Inglesa. Después de casi 15 años trabajando en el sector, se convierte en abanderado de todo aquello que signifique cultura. “La literatura y la Ópera son mi pasión… aunque también canto en mis ratos libres (que son pocos). No me faltan ganas e ilusión ahora que comienzo esta nueva andadura.” Me podrás encontrar en esta página y como corresponsal de www.operaworld.es a las órdenes de Francisco García Rosado desde el 7 de enero del 2013 “Deja un poco de la tristeza que llevas encima y empecemos una nueva aventura”

Los atracadores de Tomás Salvador. Novela negra en plena dictadura

AtracadoresSe está produciendo una deslocalización evidente en cuanto a la publicación de novela policiaca, negra, de detectives, etc… Se puede comprobar por la falta de una colección central, en alguna editorial, que saque todos los meses una buena remesa de novelas de género; Serie Negra de RBA lo estaba haciendo hasta hace poco, pero ahora mismo, como mucho, saca dos al mes y es ciertamente insuficiente, ya que el equilibrio necesario entre clásico-consagrados y novedades es imposible sacando tan poca cosa. Que no exista un referente ha ocasionado que cada editorial saque un sello negro alternativo, tal es el caso de varias como Salamandra, Navona, Alfaguara, Anagrama, Siruela, RHM… que, en la mayoría de los casos, utilizan autores que ya tenían y le unen otros para completarlo un poco. Esta descentralización tiene cosas buenas y cosas malas: las buenas tienen que ver con una cierta variedad en novedades, cada editorial busca autores fetiche que les ayuden en las ventas y están explorando mercado, están saliendo autores que no se han leído por aquí con frecuencia con resultados de éxito desiguales; las malas, como ya he comentado varias veces, tienen que ver nuevamente con la ausencia de clásicos y la prácticamente inexistente presencia de novedades detectivescas más allá de lo ya conocido.

Hoy traigo un caso afortunado, la recuperación de novela española realizada en medio de la dictadura franquista: tal es el caso de Los atracadores de Tomás Salvador gracias a la labor de Salto de Página. El prólogo de Javier Sánchez Zapatero introduce de manera admirable el contexto de la obra y el autor:

“Relegada hoy a mera nota a pie de página de las historias de la literatura, la de Tomás Salvador Espeso (1921-1984) es una de las más singulares e interesantes trayectorias de la narrativa española del siglo XX. Autor de una extensa producción que incluye alrededor de cuarenta novelas, una decena de compilaciones de cuentos y varios ensayos, disfrutó de cierta popularidad durante las décadas de 1950 y 1960.”

Y lo emparenta con la tradición ya conocida con la dicotomía policía-escritor, una tradición que venía del siglo XIX, la figura de Vidoq se convirtió en proto-policía-escritor:

“Al regresar a España, aprovechando los beneficios que se le concedían a los divisionarios, ingresó en el Cuerpo General de Seguridad y fue destinado a Barcelona como inspector de la Brigada Político-Social, la policía secreta encargada de reprimir cualquier tipo de disidencia durante el régimen franquista. Su condición de “policía-escritor” lo vincula con la tradición instaurada a mediados del siglo XIX por Eugène-Francois Vidocq –quien escribió sus memorias después de abandonar su pasado delictivo para convertirse en el primer director del departamento de “Seguridad Nacional” francés- y que, en el caso español, tuvo como representantes fundacionales a Luis Fernández-Vior y Tomás Gil Llamas.”

Subraya en dicho prólogo las virtudes del autor (y de la novela) sacando a colación el retrato psicológico que realiza con admirable precisión Tomás Salvador; no duda en comentar su punto débil, la necesidad de presentar a la policía en toda su rectitud estatal:

“Los atracadores destaca por la forma en la que aborda una temática no especialmente transitada en la literatura española de mediados del siglo XX. La capacidad para penetrar en la psique de los criminales, reflejar de forma realista los ambientes del hampa de la época y transmitir una interpretación social del delito –alejada, eso sí, de cualquier atisbo crítico y filtrada por un obvio mensaje moralizante que concordaba con la ideología oficial- sitúan a la novela, junto a títulos de Mario Lacruz y Francisco García Pavón, en el reducido grupo de obras que durante el régimen franquista comenzó a sentar las bases de la tradición de género policiaco en la literatura española.”

La novela se estructura en tres libros y un epílogo que describen a la perfección el esquema ya habitual en el caso de los criminales: inicios-ascensión-caída. En esta ocasión Salvador utiliza tres libros con títulos muy sugerentes y que conectan con el esquema: Libro de la inquietud, libro de la violencia y libro de la muerte y un epílogo policial.  No hace falta que explique los paralelismos evidentes. No se queda ahí, en cada uno de los tres libros se divide en tres grupos de narraciones (1,2 y 3) según el atracador que esté describiéndola desde su primera persona. No resulta previsible esta asociación ya que elige en cada uno de los libros un orden distinto de narradores acorde a la evolución de la novela.

Si estructuralmente no se rige por lo habitual, su adecuación estilística es todavía más dispar, destacando su eclecticismo, dado que la adapta al protagonista que esté narrando en ese momento, se atreve hasta a hacer un monólogo interior “joyceano” donde se salta toda regla de puntuación y así reflejar la confusión mental de uno de los protagonistas:

“Había dejado que las manos fueran colgando ta ca ta corre las manos así colgando y los hombros por allí y los hombros por allá Ramón que eres un bailón y ya está oh la zorra que te llama chico es muy vieja déjala que llame salta por el agua otra vieja cuidado vieja casi tropiezas Ramón tenía los ojos cerrados zas y ya está ni siquiera se ha dado cuenta nadie se daba cuenta iba corriendo y no se daban cuenta ni miraban y podía llevar una pistola o un puñal o una bomba que hiciera mucho ruido y matara mucha gente eso podría saltar por encima del chaval su madre se enfadaría no era que le importara que la madre se enfadara pero habían quedado atrás eso no sabía porque la calle estaba oscura tenía sucia la camisa no iba afeitado pero debía ser joven y guapoooo eso es idiota […]”

La alternancia de los narradores le sirve para dar riqueza al texto, en el caso de las descripciones es más que evidente, utiliza la narración de Chico Ramón para describir al “Señorito” y a Compare Cachas, las descripciones no se quedan en lo meramente físico sino que añaden características psicológicas e incluso la propia opinión personal del narrador:

“El Señorito era un tipo alto y delgado, muy alto, muy delgado. Todo era largo en él: la nariz, las manos, el pelo, hasta las pestañas casi femeninas. Miraba pocas veces de frente y por eso no podía decir cómo eran sus ojos. Llevaba buena ropa, pero muy arrugada. Largo estómago y largas piernas. Sobre las escurridas caderas el pantalón se le sostenía casi de milagro. Su gesto más característico era llevar las manos en el bolsillo del pantalón, manoseándose. Aquel gesto le resultó a Ramón profundamente antipático; pero al Señorito, por lo visto, le importaba muy poco ser esto o lo otro.”

“Compare Cachas tenía un bigote extraordinariamente fino y bien cuidado. Compare Cachas era todo bigote y mano en la nariz, sacándose punta, hablando gangosamente. Tenía una barbilla débil y unos labios gruesos. No parecía muy listo. No lo era, desde luego… Hasta le escurría un poco de baba. Pero en algunos instantes lograba alcanzar una serenidad casi perfecta, pasmosa. Sucedía esto cuando no se creía observado. El afán de comprender las cosas le obligaba a una atención tan forzada que durante la misma llegaba a ser inteligente. Cuando se le miraba, y se le preguntaba algo, volvía a reír tontamente, a tocarse la nariz. Una de sus manos, la derecha, estaba siempre cerrada, con el puño apretado sobre unas legendarias cachas.”

Las tres narraciones son, como se puede esperar, poco fiables, los tres atracadores, los tres fuera de la ley; en ningún momento se tiene noticia de los avances policiales pero se atisba una sombra que cumple su labor siempre, un departamento policial aparentemente invencible, una amenaza. Utiliza a los tres atracadores para criticar, de alguna manera, la situación de la sociedad, lo puede hacer porque en el final invalidará todo lo contado/pensado por ellos mediante el epílogo que salvaguardaba la posible censura franquista:

“-Tú representas la inquietud. No sabes lo que quieres, del mismo modo que yo no sé para lo que vales. Si yo lo supiera, te lo diría. Y se acabarían tus dudas y se acabarían las mías. Mira, Chico, la inquietud es esto: es no saber, no tener confianza, es desear hacer una cosa y empezarla con grandes ánimos para ir decayendo a medida que se avanza; inquietud es tener pocos años y sentirse viejos. Todos nosotros tenemos pocos años y sin embargo somos viejos. Somos una generación de viejos. Somos unos mierdas que antes de antes de pensar en la vida sabíamos lo que era la muerte.”

Hay una progresiva evolución hacia su caída, Salvador indaga en la posible causa antes de que se produzca este hecho. Camina de mano del lector, guiándole en el camino policial encubierto:

“Al decirle eso, Chico Ramón se estaría figurando que le llevaba una estupenda noticia. Y no sabía que con ello remachaba el último claro que quedaba suelto en el enorme cajón de madera que los contenía todos. El miedo venía después. Cuando pensados los hechos asustan, no su consecuencia, sino su facilidad. Aquella facilidad en la acción, en la violencia, era un peligro. El peligro de su misma soberbia. El peligro de creerse todopoderosos.”

El epílogo, narrado desde la perspectiva policial, da luz a los hechos de los últimos capítulos, de esta manera desacredita las opiniones que han tenido anteriormente ensalzando a la vez la labor policial con todas sus consecuencias.

“El pensamiento pasa a serlo todo. Le basta con pensar: “entre los ojos”. Y la pistola se dispara sola. Tal es la realidad. No disfracemos las cosas. Sintamos piedad por los delincuentes, pero no busquemos para ellos ninguna disculpa. Han borrado las distancias, las leyes. Contra ellos solo puede defenderse la sociedad eliminándolos de su seno. Todo atracador debe suscitar en los hombres honrados una repulsión violenta. No son héroes, no lo serán nunca. En un héroe podrá haber un asesino; pero es un hombre que lucha gallardamente. Cuando termina la circunstancia personal que lo empujó, el héroe vuelve a su casa, abandona sus armas y se pierde en el anonimato. Un atracador es un cobarde. Y no conoce principio ni fin en sus fechorías.”

Una verdadera suerte tener con nosotros esta fantástica novela. Roguemos porque podamos  ver más ejemplos de este tipo en un panorama negro cargado de incertidumbres.

Hänsel und Gretel de Engelbert Humperdinck en el Teatro Real. Cuento de hadas wagneriano

Publicada originalmente en Ópera World en este enlace.

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Casi un siglo hacía desde la última vez que se programó Hänsel und Gretel en Madrid;  nunca es tarde si la dicha es buena como en este caso en particular.

La producción inicialmente pensada se tuvo que cambiar por una ya establecida, en este caso, la de Pelly que realizó para el Festival de Glyndebourne; sobre el papel parecía una buena idea, sobre todo teniendo en cuenta la gran acogida que tuvo también su montaje de la Fille du Régiment que vimos hace nada en este mismo teatro. El resultado en esta ocasión, nuevamente, es un triunfo. Pelly siempre consigue hacer montajes que, sin ser clásicos o anacrónicos, resultan actuales y guarda un gran respeto por el contenido del libretto, logrando, de este modo, satisfacer a un tipo de público muy amplio: los que piden una fidelidad y los que quieren una evolución.

En este maravilloso cuento de hadas, el francés hace contemporánea la historia, la casa en la que viven Hansel y Gretel está hecha de cartones, la ropa que llevan los protagonistas está sucia, están viviendo una crisis, no tienen casi alimentos para comer;  la casa de la bruja está formada de estantes de un supermercado, hay carteles de rebajas, cajas registradoras..  que representan el consumismo, el capitalismo de una sociedad jerarquizada por una situación en la que nos vemos atrapados. En este orden de cosas, los niños liberados están todos gordos, se convierten en los símbolos de la mala alimentación, del consumismo sin límites. Esta crítica está presente pero sin llegar a cansar ya que no se olvida del cuento y de los elementos mágicos, como las apariciones de los duendes del rocío del sueño. Su creatividad es paradigmática a la hora de crear a la bruja, la dependienta del supermercado, que nos anticipa en uno de interludios con un juego de sombras chinescas. Todo funciona porque, además, no entorpece la acción teatral, sino que la realza.

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La música de Humperdinck, exuberante, de gran densidad orquestal,  de este gran admirador de Wagner, tuvo como ejecutor un Paul Daniel incisivo e inspirado.  Desde la obertura hasta el fin supo sacar todo el jugo posible sin olvidar los matices, llevados a cabo con seguridad por la orquesta que sonó especialmente bien en las cuerdas (como ya adelanté en Romeo y Julieta), tersas y sensibles en los momentos de más sensibilidad, contundentes en los más potentes. A pesar de algún desajuste en los metales, su trabajo fue encomiable.  Daniel, consiguió, que todo sonara empastado y equilibrado, sin tapar a los solistas que se pudieron distinguir sin esfuerzo.

La Gretel de Sylvia Schwartz fue de referencia, entre otras cosas, porque consiguió conjuntar a la perfección su trabajo actoral con la vocalidad necesaria para cada momento. Desde los dúos con Coote, donde empastaba a la perfección, hasta momentos intimísimos y sensibles, como alguno de los del bosque, sin olvidar la proyección es los momentos más fuertes orquestalmente. Da la impresión de que su voz se adapta a la perfección por tesitura y proyección a este papel. Fue un prodigio comprobar cómo se debe conjuntar la voz, evolucionar y actuar. Hasta saludando, seguía interpretando su papel, qué capacidad de interiorización. Al lado de ella estaba una Alice Coote que cantó bien y que contrastaba a la perfección con la voz de Schwartz, sus dúos, ciertamente, fueron deliciosos, emocionantes desde casi cualquier punto de vista. No descuidó la actuación, que trabajó realmente bien y su voz fue aterciopelada y redonda, pierde un poco por lo completa que fue Gretel, pero Coote construyó un muy buen Hansel.  Diana Montague en su papel más reducido estuvo solvente, sin estridencias vocales a pesar de algún vibrato en el agudo más descompensado; fue una perfecta réplica musical al Peter de Bo Skovhus que cantó atronadoramente las notas agudas, contrastaba demasiado con la casi ausencia de notas bajas pero, de cara a los oyentes, tenía una presencia escénica y vocal brutal. Gran actuación de José Manuel Zapata, travestido de Bruja, lógico que triunfara, buscó todas las posibilidades que le ofrecía el papel y las llevó al extremo; centrado tanto en ello que se resintió en lo vocal, algunas de sus notas, especialmente agudas estuvieron ligeramente desentonadas al cogerlas, aunque luego corrigiera. Buen trabajo de los dos duendes con especial atención  a Elena Copons y su sensible interpretación del duende del sueño. Un poco destemplada  en las notas agudas, gritadas más  que cantadas, aunque bien actuado el duende del rocío de Ruth Rosique. Especialmente relevante, para acabar, la actuación del coro de pequeños cantores de la JORCAM, afinadísimos y con muchísimo gusto en su interpretación, cantar y hacerlo bailando es siempre difícil y ellos lo bordaron.

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Gran ovación del público a una función ciertamente memorable. El trabajo de estos artistas nos llevó a todos a un cuento de hadas, uno lleno de sorpresas agradables. 

Las fotos pertenecen a Javier del Real.

La calavera bajo la piel de P.D James. El recuerdo a una gran dama del crimen

LacalaverabajolapielEl pasado 27 de noviembre del 2014 nos dejó Phyllis Dorothy James, mundialmente conocida por P.D. James. La británica, nacida en Oxford en 1920, fue uno de los mejores exponentes del género policíaco. En casos como este, con una dilatada carrera por detrás, con una cantidad razonable de títulos entre los que escoger, al lector que no conoce al autor siempre se le plantea la típica pregunta de qué leer para saber si le puede gustar.

Lo más habitual es que hubiera escogido algún libro de la serie de Adam Dalgliesh, su detective más famoso, y que reúne algunos títulos sobresalientes como es el caso de Sabor a muerte (1986), Intrigas y Deseos (1989) o Un impulso criminal (1963); no me equivocaría al recomendarlos ya que representan de manera fidedigna las virtudes de la escritora. Sin embargo, saliéndome un poco de  esta zona cómoda, voy a recomendar sus novelas de la investigadora Cordelia Gray.

Me refiero a No apto para mujeres (1972, An unsuitable job for a woman), descatalogada e inencontrable en la actualidad; y a La calavera bajo la piel (1982,The Skull Beneath the Skin), de la que sí se pueden encontrar algunas ediciones de bolsillo. La trama es aparentemente sencilla: el noble sir George Ralston contrata a nuestra heroína para acompañar a su esposa, Clarissa, amenazada por unos curiosos anónimos, a una isla, Courcy Island, donde actuará en una obra de teatro; el objetivo es conseguir protegerla y que recobre la confianza en sí misma de cara a su carrera como actriz.

Si hay algo que caracteriza a P.D. James es la profundización psicológica que realiza de los personajes, esto conlleva un ritmo sosegado, se toma su tiempo para presentar la acción y los personajes, dotándoles de mucha personalidad. De ahí que la mayoría de sus libros tengan un número bastante más elevado del tipo medio de trescientas páginas. Cordelia Gray, la protagonista, es un ejemplo claro de esta caracterización, como podemos ver cuando conoce a Ralston:

“En realidad, soy un cliente, en caso de que usted sea Cordelia Gray. ¿La gente no suele decirle…?

Aunque irracionalmente, Cordelia se sintió decepcionada. ¿Por qué había supuesto que era diferente del resto de sus parroquianos de sexo masculino? Terminó la oración por él:

-¿Que es un trabajo impropio de una mujer? Me lo dicen, pero se equivocan.

-Iba a preguntarle si la gente no suele decirle que es difícil encontrar su oficina –aclaró Sir Ralston […]” 

Cordelia es insegura y concienzuda, comprometida con lo que hace; es tozuda y lucha contra lo establecido en una época en la que lo que se llevan son los detectives masculinos. Ella se rebela contra esta situación predeterminada y considera que su “trabajo no es impropio de una mujer” (referencia clara a la primera novela, de magnífico título An unsuitable job for a women).

El manejo de la trama policíaca es honesto en su presentación, prolijo en detalles y muy centrado en la investigación, James es una heredera del Detection club, de la escuela de Christie, Chesterton y Sayers. No duda en dedicar todo el tiempo necesario para presentar los personajes y la trama, de hecho, el asesinato se produce cuando ya ha pasado la mitad de libro.

Afortunadamente este despliegue de páginas está más que justificado, no solo por el “qué” sino por el “cómo”, dentro del género policíaco es una fina estilista que juega con el lenguaje cuando es necesario:

“En aquella habitación Clarissa había entrado una sola vez, estremecida y ahora fingía que no existía. Pero él había observado con placer que aquellos de sus invitados  que eran amantes –confesos o furtivos- gustaban en ocasiones de dormir allí, a la manera en que las prostitutas del siglo dieciocho copulaban con sus clientes en las superficies planas de las tumbas de los cementerios del East End londinense. Gorringe contemplaba con una mirada sardónica y ligeramente desdeñosa aquella simbiosis de erotismo y morbosidad, la misma mirada que dedicaba a todas las posibilidades humanas que no compartía.”

Sus descripciones están cargadas de detalles que, la verdad sea dicha, no dejan lugar a la imaginación por lo completas que resultan. El uso de “carmesí” le da la nota de color necesaria para que la escena, a pesar de lo poética que es la descripción, resulte al mismo tiempo violenta y llena de color:

“Clarissa yacía, fantasmal, sobre su lecho carmesí, con ambos brazos delicadamente plegados a los costados, las palmas hacia arriba, la mata de pelo en una deslumbrante cascada sobre la almohada. La ropa de cama había sido doblada a los pies; la vio boca arriba, descubierta, con la clara bata de raso levantada casi hasta las rodillas. Cuando alzó los brazos para abrir las cortinas, Cordelia pensó que la evanescente luz de la estancia le estaba gastando una broma: el rostro sombreado de Clarissa parecía tan oscuro como el dosel, lo mismo que si su piel hubiese absorbido el vivo carmesí.”

Me imagino que la escritora pensó en cruzar en algún momento a su heroína en alguna aventura con Adam, como en el anterior, su otro investigador aparece de forma indirecta en la narración en varias ocasiones, un Dalgliesh ya establecido y alejado de la esfera más policíaca:

“Pero al menos Cordelia podía tener la certeza de que, quienquiera que visitara la agencia, no sería Adam Dalgliesh. En las enrarecidas y misteriosas alturas de las jerarquías en que éste moraba ahora, semejantes tareas eran inimaginables. Se preguntó si leería algo sobre el crimen, si se enteraría de que ella estaba implicada.”

No quedaría dejar pasar tampoco la oportunidad de poner el siguiente fragmento que me recordó poderosamente a una novela de, quizá, la más grande del crimen:

“El silencio de aquel claro de luna le pareció casi de mal agüero. Mientras les daba las buenas noches, la idea que había intentado sofocar las últimas veinticuatro horas salió a la superficie con toda su desnuda y aterradora lógica: “En esta pequeña y solitaria isla estamos reunidas diez personas y una de ellas es un asesino.”

¿Isla? ¿Asesinato? ¿Diez personas? No me digáis que no habéis pensado en Diez negritos. Yo lo veo como un pequeño homenaje, no solo el momento sino la novela en sí.

En el final, además de la resolución del crimen, no falta tampoco aventura, situaciones extremas y muertes y un dilema moral que Cordelia tendrá que resolver:

“Repentinamente se sintió invulnerable. La policía tendría que tomar sus propias decisiones. Ella ya había tomado la suya, sin vacilación y sin debate: diría la verdad y sobreviviría. Nada podía hacerle mella. Se sujetó la bandolera firmemente en el hombro y avanzó resuelta hacia la lancha. Durante un soleado instante tuvo la impresión de que Courcy Island y todo lo que había ocurrido durante aquel fatídico fin de semana eran tan ajenos a su vida y a su futuro, a su rítmico latido del corazón, como el indiferente mar azul.”

Lejos de arrugarse, nuestra heroína irá a por todas y será consecuente con lo que ella piensa, demostrando que, en la debilidad, cuando más frágiles nos sentimos, es en el momento en el que precisamente debemos mostrar nuestra fortaleza, como el caso de Cordelia.  Lástima que no escribiera más novelas con ella como protagonista, las dos que creó son excelentes: Novelas policíacas de mucha calidad.

Los textos provienen de la traducción de Iris Menéndez de La calavera bajo la piel de P.D James en Ediciones B.

“The Taqwacores” de Michael Muhammad Knight. La raíz del punk islámico

The taqwacoresNacido en Nueva York en 1977, Michael Muhammad Knight descubrió a los 16 años el Islam tras leer la biografía de Malcolm X, viajó a Islamabad para profundidad en la realidad del islamismo militante llegando a cambiar de opinión y a cuestionarse la ortodoxia musulmana, sus restricciones y su rigidez doctrinal. Fue así como decidió escribir “The taqwacores”, novela fundacional del movimiento punk islámico, una más que curiosa propuesta que nos traído Ginger Ape Books & Films.

Una publicación que me trajo dos o incluso tres problemas iniciales, que suponen un hándicap para la mayoría de los lectores que se acerquen a esta obra; el primero de ellos tiene que ver con el punk, fenómeno o movimiento del que, prácticamente, no conozco nada de nada y que el autor define, a su manera, en estos términos:

“Llegué a comprender inevitablemente que la palabra punk no tiene un significado tangible como árbol o coche. Más bien, el punk es una bandera; un símbolo abierto que solo significa lo que la gente cree que significa. Hubo un tiempo que en la China las luces rojas de los semáforos significaban pasar. ¿Qué se puede decir ante eso?

Dejé de intentar definir el Punk más o menos al mismo tiempo que dejé de intentar definir el Islam. Son dos conceptos no tan alejados entre sí como uno pudiera pensar.”

El segundo problema, lógicamente, tiene que ver con el Islam, y en concreto, con su terminología, el siguiente párrafo lo ilustra a la perfección:

“[…] y ahora hay mogollón de musulmanes que no tienen miedo a morir. MASH’ALLAH, pero, joder ¡ahora los musulmanes tienen miedo a vivir! Tienen miedo a la vida, tío, más del que tienen a Satán, al SHIRK, a la PITNA, a la BID’AH, al KAFR, a la QIYAMAH o a los tormentos de ultratumba; ellos temen a la Vida, le tienen miedo a esto… Alzando su brazo desnudo, se agarró y pellizcó la piel para señalar lo que era esto. “Ahí tienes a todos esos pobres chavales que se creen inferiores por no hacer las dos FAJR, las cuatro ZUHR, las cuatro ASR, las tres MAGHRIB, las cuatro ISHA, la puta SUNNA, sus WITR o sus NAFL; por no llevar calcetines de cuero, ni cepillarse los dientes con ramitas, por no dejarse barba o no llevar HIYAB; […]”

La aparición de términos muy específicos del Islamismo es muy habitual y obligan a consultar con mucha frecuencia el ingente glosario del final de libro, ralentizando considerablemente su lectura; necesita una aclimatación mayor de lo que viene siendo costumbre al acometer cualquier libro. El último problema, consecuencia de este segundo, es el desconocimiento de la doctrina islámica con profundidad.

Estas dificultades iniciales son superables con tesón (en el caso del vocabulario) y gracias a la prosa de Knight; en efecto, se trata de una novela de formación, en una nueva forma de pensar con respecto al Islam; sus ideas son claras:

“No vamos a cortarle las manos nadie, ni lapidaremos a los fornicadores, ni lanzaremos a los homosexuales desde los alminares, como decía ALI que hiciésemos. Y puedes estar seguro que no habrá matrimonios con niñas de nueve años, hermano. Y tampoco habrá una policía religiosa patrullando las calles para asegurarse de que la gente está rezando.”

“MASH’ALLAH.”

“Ni matanza de apóstatas”, añadió.

“Eso también es muy importante.”

“Sí, Yusef. Tenemos la oportunidad de hacer algo grande.”

Para llegar a hacer esto, será imprescindible algo tan radical como el movimiento “taqwacore” para, aunque parezca mentira llegar a una moderación e, incluso, sentido común, él mismo define el carácter transgresor (y muy subido de tono):

“Una parte importante del movimiento taqwacore consiste simplemente en echar mierda por ahí y tocar las narices a la gente”, me explicó al ver la reacción que reflejaba mi rostro. “La gente se pone tan tensa y sensible con la religión, la toma tan en serio que a veces es necesario que llegue un punk y les diga ‘que te jodan, que te jodan, que te jodan, que jodan a todo lo que representas, estás lleno de mierda y tienes esperma en el pelo’. Nadie tiene por qué darse tantos aires.”

De hecho, es la conexión entre punk e Islam lo que desencadena esta doctrina:

“El punk rock implica música malintencionada, ropa malintencionada, lenguaje malintencionado y comportamientos malintencionados. Significa cavar tu propia tumba respecto a las expectativas que la sociedad depositó alguna vez en ti; y con todo, permanecer orgulloso, feliz de ser quien eres, forjando, en cierto modo, una comunidad común con el resto de extraviados.

El taqwacore es la aplicación de esta virtud al Islam. Me encontraba rodeado de musulmanes deliberadamente malvados, pero que amaban a Alá con una pasión gonzo que escapaba a ritualismos absurdos y aburridos, al estúpido Islam de los campamentos, ese que aseguraba que nuestro DEEN poseía cierta superioridad moral inherente que hacía que el mundo nos perteneciese legítimamente.”

No es banal la comparación de Muhammad Knight con Hunter S. Thompson, la narración se estructura como si de una narración periodística se tratase con toda la viveza de un narrador incluido en ella, ese narrador intradiegético involucrado en la acción primordialmente. Al final su idea del Islam es salirse de lo estrictamente obligado  sin dejar de creer en el propio Alá como organizador de sus vidas.

“Si Alá quiere decirme algo, lo hará delante de mis hermanos y hermanas. Si hay alguna ley que seguir, la encontraré ahí fuera, en el mundo.”

Es consciente, finalmente, de que ser musulmán tal y como es entendido en la religión islamista en la actualidad, lo que sí busca es el sentido común en su interpretación, la religión nos tiene que ayudar a ser hombres:

“Y eso es todo. Como musulmán, he fallado. Pero de lo que estoy seguro es que continúo siendo un ser humano.”

El libro está de rabiosa actualidad, más después del atentado a los integrantes de #CharlieHebdo, de hecho, hace nada, la editorial ha sacado a colación la carta de repulsa del escritor ante dicho atentado y las consecuencias de integrismo islámico. Este libro complementa a la perfección la actitud necesaria y ejemplifica la lucha por la libertad. Una lectura muy necesaria.

Los textos pertenecen a la traducción de JMT & B. Orzos de “The Taqwacores” de Michael Muhammad Knight de Ginger Ape Books & Films.

Leer mucho no es causa de admiración…

el_arcoirirs“El día 10 de diciembre de 2014 empecé con El arco iris de la gravedad de Thomas Pynchon, primer libro de la lista. Casi un mes más tarde puedo decir que he abandonado exitosamente esta novela tras haber leído la friolera de 257 páginas (y me han parecido casi 2000). No puedo más, es total y absolutamente infumable, un despropósito y un sinsentido. No me gusta cómo está escrito, pensado fríamente no sucede nada y la narración consiste en una serie de descripciones encadenadas que apenas tienen que ver una con la otra. Vamos, primer “éxito” del reto.”

Esta cita, encontrada en el blog de una de las blogueras más influyentes en la actualidad (le siguen miles), desencadenó esta entrada que, a primera vista, podría resultar polémica y contraproducente. La lectora en cuestión es admirada por su capacidad para leer libros en tiempo récord y reseñarlos a la misma velocidad; de hecho, lee casi 400 libros todos los años y en diferentes idiomas.

Por otro lado, uno de los fenómenos que ayudan a leer es ponerse retos, desafíos; este blog está plagado de ellos (a ese ritmo de lecturas es lógico…), pero en realidad se pueden reducir a uno solo: son retos basados en la cantidad (10 libros de colores, 30 libros en un mes, libros que contengan las notas musicales, etc…), herederos del ya conocido reto de la red social más conocida (Goodreads) que te desafía a poner los libros que te vas a leer en un año y, por consiguiente, te hace el seguimiento.

Como ya comenté en este post, la valoración cuantitativa de la lectura hizo que disminuyera mi capacidad de comprensión, debido al estrés que me producía pensar que tenía que acabar un libro para poder ponerme en seguida con el siguiente; no existen retos, o hay muy pocos de ellos que se basen en la comprensión, disfrute o formación.

Volviendo al texto que comenta la conocida bloguera demuestra, para mi pesar, varias consecuencias funestas:

-Primero, leer mucho no garantiza comprensión y esto es algo que no pensaba que llegara a ocurrir. Es evidente por lo comentado (en un primer atisbo) que ni siquiera sabe que está describiendo  características postmodernistas, que identifica como fallos. No tiene que gustarte Pynchon por obligación pero su problema viene más unido a la lentitud para leerlo (recordad que no le dura un libro nunca más de tres días, ni los de mil páginas). Si un libro cuesta leerlo, ¿ya no vale la pena?

-Segundo, “no sucede nada”, ¿tenemos que reducir los libros que leemos a solamente aquellos en los que suceden cosas? El “qué” prevalece sobre el “cómo”.

-Tercero, debido a su influencia, de golpe y porrazo, todos sus miles de seguidores no creo que piensen nunca más leer a Pynchon tras desaconsejarlo de una manera tan tajante (“total y absolutamente infumable, un despropósito y un sinsentido”).

Todo esto me lleva a la cada vez más poca importancia que se da a una de las características esenciales que debería tener un lector: necesidad de formarse, bien a través de alguien o autoformarse. Y lo digo porque esa formación te puede ayudar en dos sentidos fundamentales:

-Para comprender “por qué” no te gusta una obra o corriente literaria que la engloba. Dar un paso más allá del “megustismo” imperante y saber dar razones con rigor.

-Para, gracias a la comprensión, disfrutar aún más de la obra en cuestión cuando te gusta. Este crecimiento del disfrute es exponencial, para nada lineal y el lector debería ser consciente de ello.

Esta formación debería cubrir más allá del contexto histórico e iría encaminada también al contrapunto con otros autores (por similitud o disimilitud), al estudio de las corrientes literarias y su evolución, así como al estudio del estilo de cada autor. Un repaso a las posibilidades críticas desde el pasado hasta la actualidad también complementaría infinitamente el disfrute.

Leer es genial, pero leer y comprender es uno de los mayores placeres que nos brinda esta vida. Creo que el esfuerzo inicial bien vale la pena.

“La escucha oblicua. Una invitación a John Cage” de Carmen Pardo. Comprender lo incomprensible

LAEscuchaOblicuaEl creador de “Silencio” fue, sin lugar a dudas, una de esas figuras inolvidables del siglo XX. Su figura resulta tan incomprensible para el no lego musical que cualquiera de sus “obras” pueden ser entendidas como simples excentricidades, como transgresiones para llamar la atención de la opinión pública. No en vano, en la mayoría de ocasiones, sus manifestaciones artísticas finalizaron en sonoros abucheos, como con la paradójica 4’ 33”.

Carmen Pardo se adentra en este aparente cenagal para intentar dar un poco de comprensión a esta figura; el resultado, ya en su título “La escucha oblicua. Una invitación a John Cage”, es una invitación a adentrarnos en ello y va mucho más allá de lo musical, este ensayo recoge a la perfección la evolución de la filosofía del autor, filosofía que origina su concepción de la música.

En el prefacio a la primera edición de Gloria Moure que abre el libro en cuestión me quedo con dos ideas necesarias para el devenir de los argumentos de Carmen; en primer lugar, pretende que salgamos de la única idea musical para dar al personaje una perspectiva más artística y completa, donde se integra la música y otras facetas:

“John Cage fue un activador sonoro de espacios y un escultor de sonidos igual  que lo fue Duchamp con su Erratum Musical; por eso, como tal y no sólo como pintor o dibujante, los teóricos del arte jamás han tenido el menor inconveniente en considerarlo un artista plástico de extraordinaria valía.  Es más, es muy posible que conceptuando su trabajo desde esta perspectiva más configurativa y objetual fuera más fácil entender el auténtico sentido de su obra musical, al poder sortear mejor el pesado imperativo litúrgico y discursivo que desvirtúa la desnudez cognitiva que la música requiere para ser auténticamente apreciada.”

Una vez hemos salido de esta parte más cómoda nos adentraremos en profundidad en todas sus perspectivas creativas, sin dar especial atención a unas sobre otras, entendió a la perfección la descentralización de un mundo postmodernista y lo reflejó a lo largo de toda su obra:

“Reclamó para lo sonoro una libertad perceptiva absoluta, resaltó sus posibilidades plásticas y espaciales, y subrayó la esencia fónica de los textos por encima de su significación, de modo que su aportación superó  con creces el ámbito de lo estrictamente musical e integró otros géneros artísticos. Por eso, como ocurre con el ensayo de Carmen Pardo Salgado, cualquier incursión en su obra musical debe estructurarse cubriendo las diferentes ópticas desde las que él creo, sin privilegiar ninguna de ellas en particular. Nos dejó en medio de un mundo sin centralidad donde el caos es un requisito creativo y la inestabilidad del lenguaje una exigencia poética. Sabía que siempre había sido así, a pesar del espejismo ilustrado, y que tarde o temprano también aprenderíamos a vivir-escuchar-crear sin temor ni soberbia.”

Del prefacio a la edición francesa de Daniel Charles (traducida y anotada por la propia Carmen Pardo) extraigo otro par de ideas que nos ayudarán a entender, en primera instancia, la noción de oblicuidad, la propia forma de estructurar su ensayo  se adecua a la perfección al sentido de la vida de John Cage:

“Una parte importante de la originalidad de libro se debe justamente a la oblicuidad de la lectura misma, que permite el desglose y la dosificación de las ideas y de los rectificativos; a cada nivel, sea el de la estrategia o de la simple táctica, la eficacia está en función, como lo había sido ya para un filósofo de la talla de Jean Wahl, de las elecciones que distribuyen las diferentes nociones. Se es libre, en este sentido, de despacharlas, según el caso, a derecha o a izquierda, aquí o allá.”

El que la escucha sea oblicua es debido a su forma de entenderla y que explicaré más adelante; romper lo establecido se convierte en una consecuencia de las ideas de Cage:

“La escucha se vuelve oblicua cuando rompe todas las trabas.”

Establecido lo anterior podemos ir al texto de la autora; cómo es lógico, inicialmente se dedica a definir su visión del norteamericano y redunda en lo que hablaba anteriormente: su incomprensibilidad es resultado de su imposibilidad de categorización como artista:

“Hay tal vez voces que marcan una época, voces que son audibles en medio del murmullo que pretende articular el tiempo. Hay tal vez voces que permiten entonar el propio  tiempo desvelando las tensiones que conducen a unos modos determinados de obrar y contar. Si existieran tales voces, en el siglo XX destacaría sin duda la voz de John Cage. Pero ¿quién fue John Cage?, ¿un músico?, ¿un pensador?, ¿un pintor?, ¿un micólogo? Ninguna de estas acotaciones por sí misma podría ofrecer un entramado que acordó el tono de esa voz, y es que no parece legítimo hacer entrar en estos límites a alguien que con su pensamiento y sus acciones indicó el modo de escapar a toda voluntad de categorización.”

Es justo, en este orden de magnitud, que solo él fuera capaz de definirse a sí mismo, su nombre, en este caso le sirvió para hacerlo:

“Por ello, la única definición posible, es tan sólo la que él mismo, jugando con su apellido, ofreció a un periodista: “Salid de la jaula, poco importa en la que se esté”. La voz de Cage sería entonces aquella que en su resonar quiere quebrar los muros que delimitan un espacio, cualquier espacio, para mostrar que esos muros se construyen con ideas, con valores, con prejuicios. Unos muros que contribuyen a fragmentar la experiencia y a reconducirla haciéndola recorrer los cauces del pensamiento. Y de entre esos muros, serán los que limitan el ámbito musical los que tensarán aquí el oído.”

Ese pensamiento “fuera de la jaula” (muy de moda actualmente con ese “think out of the box” equivalente) lo aplicó a lo musical en una primera instancia; salir de lo establecido supone atender a la música en sí misma, no en cuanto a las relaciones que tiene una nota con otra sino a lo que es el fenómeno musical en sí mismo:

“En el solfeo se expone la relación entre los sonidos, se enseñan las notas, la clave en la que deben ser entonadas, el compás… Se aprenden los protocolos que hacen del sonido una nota, pero no se atiende al sonido mismo. Insertado en una clave y un tono determinados, el sonido cobra sentido en función del intervalo que lo separa del resto de los sonidos y lo circunscribe a un espacio musical determinado. Es en ese espacio por recorrer, declarará Cage, donde el pensamiento olvida el sonido en sí, fuera de esa relación. La música se convierte en una artificio mental  que reviste el sonido y que impide oírlo sin mediaciones.”

Es fácilmente comprensible entonces que expusiera sus tres convicciones en su conferencia de 1937 “The future of Music: Credo”, postulados de su porvenir:

“En ella el compositor expone tres convicciones: 

1.La música es organización del sonido.

2.La organización del sonido incluirá el ruido y, con él, toda la música de percusión.

3.La organización del sonido se realizará también en centros de música experimental donde se producirá música sintética. 

La definición de música ofrecida amplía la categoría de lo musical al aplicarse a todo tipo de organización sonora y no solamente a las organizaciones que corresponden a unas épocas determinadas de la historia.”

Su filosofía, heredera del budismo Zen, derivaría entonces en su defensa de un renacimiento, una interpretación distinta cada vez que se haga, no por repetición de algo, sino porque nada está establecido, cada vez que se interpretara sería única al derrocar todos los artificios establecidos (como el solfeo):

“[…] debe vivir el instante sin crear el intervalo de tiempo, la distancia que lo conduciría a la enunciación de un juicio de valor. En la vivencia del instante el hombre se encontrará en lo que el músico denomina el eterno renacimiento, un renacer exento de identidad. Un renacimiento en el que la partícula “re” no se refiere a nada anterior, un nacer cada vez en y con la experiencia. […] El yo se hace así cambiante, disgregándose en una experiencia que no puede, ni quiere ser delimitada. Emergerá entonces lo que Cage, en sintonía con el budismo zen, denomina el Sí mismo.”

La consecuencia directa de todas sus ideas es la génesis de lo que denominó “armonía horizontal” como se indica en este texto:

“Todos los elementos puestos en obra: su experiencia silenciosa, la crítica al antropocentrismo, la entrada del azar y el budismo zen confluyen en lo que será la postulación de una armonía horizontal que podría ser la propia del caos, de esa visión igualitaria que conduce a situar todas las cosas en el centro. Una armonía que se aleja de aquella otra fundada en las relaciones de alturas y para la que Cage, a decir de Schoenberg, estaba negado. Después de golpear repetidamente el muro de esa armonía, Cage encuentra la armonía horizontal.”

Esta nueva forma de entender la armonía, que nace del caos, tiene como centro de su espectáculo, como marco en el que realizarlo, el “happening”, la indeterminación es la base de dicho “happening”, la intencionalidad es la amenaza a esta experiencia:

“El happening presenta multiplicidad de acontecimientos, de centros que no se obstruyen, ya que ninguno pretende imponer un sentido que domine. Lo que posibilita que un happening funcione, según Cage, es la indeterminación, la no-intencionalidad. Si hay intencionalidad es como si hubiera un texto, no puede darse la interpenetración de centros y se cae de nuevo en el establecimiento de límites entre arte y vida.”

Comprendida su forma de entender la música, Carmen se centra en la escucha de dicho fenómeno, es la escucha oblicua, exigente, la única forma en que puede afrontarla el oyente, esta experiencia nos saca de nuestro intervalo de comodidad y es muy exigente; Cage propugnaba que olvidáramos nuestra parte racional para entrar en la propia experiencia musical sin reglas establecidas:

“La referencia a la escucha oblicua tiene por objeto designar esta transformación del oído que Cage propugnaba. El término oblicuidad indicará esa forma en la que la escucha atraviesa el sonido y su representación. Consiste en un escuchar a través del sonido, y no de las ideas, para percibir que el sonido nunca cesa. Por eso, la escucha oblicua surge de la modificación de un oído que estaba dormido en los parajes del pensar. Este espacio intermedio se hace posible gracias al vacío extendido por Cage, pero está poblado tanto de ideas como de vacío que se avienen en perfecta consonancia.”

Nadie dijo que fuera fácil entrar en ello; se “requiere disciplina, aceptación” es, para Cage, “la oblicuidad ” “la forma más alta de responsabilidad ante uno mismo”:

[…] lo que se escucha a través de un fragmento de música es el sonido en cuanto sintiente, es la propia experiencia sonora aconteciendo. Se deja oír el grano de la música, su inserción en la vida, el grado cero que el músico reclama. Esta escucha, que se podría denominar de superficie, requiere disciplina, la aceptación, la oblicuidad podría constituirse en la forma más alta de responsabilidad ante uno mismo. Es una responsabilidad atravesada por la irresponsabilidad.”

Complejo acercamiento al gran John Cage el que realiza Carmen Pardo en esta obra y que, como de costumbre, nos trae con gran felicidad Sexto Piso. Muy recomendable para todos los grandes amantes de su figura así como de este siglo XX que nos trajo tantos retos tanto en lo musical como en lo literario.

Resumen Diciembre 2014. Grandísimo colofón

Menuda forma de terminar el año. Diciembre fue un mes excelente por las lecturas escogidas. Empezó con Gaddis y acabó con Coover, pasando por Rohan O’Grady, Allie Brosh o “American Noir”. Todos ellos incluidos en mi top del año por méritos propios, por su calidad. Fue difícil llegar al reto que me había propuesto, porque la lectura de “La hoguera pública” estuvo marcada por su complejidad… ¡se reducía mi capacidad lectora a la mitad! Pero vaya lectura. Un mes, como de costumbre, muy variado y de buen nivel, con alguna pequeña decepción. El resumen, a continuación:

“Hipérbole y media” de Allie Brosh, entró con pleno derecho en el top del año la recopilación de posts del blog de la autora. Una mezcla irresistible de buen humor, estética inocente y tragicomedia.

“Los reconocimientos” de William Gaddis, una obra para nada redonda pero, sin embargo, una obra maestra en su irregularidad y pretensiones. Obra clave para entender el postmodernismo literario norteamericano.

“Nobles y rebeldes” de Jessica Mitford, por falta de tiempo no me pude extender en una reseña, sin embargo, no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendar este libro; la hermana de Nancy  ofrece un ensayo autobiográfico al que no le falta diversión y un fresco inolvidable de su familia y la época histórica que vivió.

“El gran mínimo” de G. K. Chesterton, como ya comenté, no es la mejor obra para conocer al gran Chesterton, pero sí que es una manera de complementar su obra para los que ya estamos rendidos al orondo escritor británico.

“Pero…¿quién mató a Harry?” de Jack Trevor Story, tampoco hice reseña, no porque no lo mereciera sino por falta de tiempo. Una comedia negra que, a pesar de llevar un chiste hasta la extenuación sorprendentemente funciona.

“Las cinco máquinas simples” de Todd McEwen, Automática intentó repetir el éxito de su maravillosa “Boston” con esta recopilación de cuentos sexuales del autor. Desafortunadamente, está lejos de aquel, se deja leer pero no embriaga para nada. Prescindible.

“Matemos al tío” de Rohan O’Grady, una verdadera delicia que me sorprende que no haya aparecido en ninguna lista del año. Así están las cosas.

“La escucha oblicua, una invitación a John Cage” de Carmen Pardo, espléndido intento de explicar la figura del polémico Cage. En breve aparecerá reseña por aquí.

“Un impulso criminal”  de P.D. James, la segunda novela de su detective Dalgliesh es, como de costumbre, un gran ejemplo de las virtudes por las que destacó la inglesa.

“Ananda:108 poemas Zen” de Ko Un, qué lástima que no podamos ver más poesía del surcoreano por estos lares, todavía espero que gane el Nobel y se produzca el milagro.

“Los papeles de Mudfog” de Charles Dickens, uno de esos libros al que completistas como yo no nos podemos resistir a pesar de la desigual propuesta.

“American Noir” de varios autores, edición de James Ellroy y Otto Penzler, imprescindible selección de relatos negros con varios autores que han engrandecido el género.

“El nadador en el mar secreto” de William Kotzwinkle, me temo que no entré demasiado bien con él. Donde algunos ven sutileza yo veo torpeza a la hora de extender la metáfora en la que se basa y abuso del sentimentalismo como herramienta para empatizar con el lector. Me consta que muchas personas que lo están disfrutando, yo no lo he hecho.

“Viaje a Rusia” de Stefan Zweig, anecdótico viaje del escritor austriaco que tampoco pasará a la historia por su calidad.

“La hoguera pública” de Robert Coover, el último libro del año fue, sin lugar a dudas, una obra maestra. Y entra en ese panteón de los mejores libros que he leído. Intentaré en unos días escribir algo más largo sobre esta obra capital

No puede faltar, como de costumbre, una foto de las últimas adquisiciones de la biblioteca.

Últimas compras

Como ya adelanté en este post  intentaré hacer una previsión de lecturas del mes, sobre todo para centrarme en las lecturas que me interesan más allá de cantidad. Las elegidas del mes de enero son las siguientes:

Lecturas_Enero Este mes he cogido varios de los que tenía pendientes del mes anterior como es el caso de los de King, Dickie, PD James, etc… y los he complementado con los del siguiente mes donde he puesto una muestra de literatura japonesa y alguno de mi proyecto como Dickens, Oates o Nooteboom. Claro que, al final, me he dado cuenta de que son más de los quince que tenía previstos. Es probable que no acabe con todos. Pero quiero ver hasta dónde va el asunto.

Lo que sí tengo claro es que son muy disfrutables y no me saldría de lo previsto cumpliendo con mi proyecto y con los objetivos de principios de año.

Ya os contaré qué tal va la cosa y cómo avanzo.

“Viaje a Rusia” de Stefan Zweig. Travesía anecdótica

Viaje-a-Rusia-250x369“Viaje a Rusia” es más anecdótico que otra cosa. No pienso engañar a nadie, no tenemos aquí al mejor Zweig, pero no es una lectura desdeñable. Hay reflexión e, indudablemente, lo que más se perfila es la figura del propio austriaco. Es una manera de conocer aún más a la persona, ya que, alejado de su estilo habitual, opta por un estilo más directo de lo acostumbrado, más allá del virtuosismo, abogando por la claridad de la exposición. Es una manera de conocer al autor más que a su obra.

Solo hay que comprobar sus reticencias a viajar a la Unión Soviética, consecuencia de los miedos del propio autor a una situación europea altamente inestable; será la figura de Tolstoi en forma de homenaje el que le animará a dicha travesía:

“[…] no me acababa de decidir a viajar a la Unión Soviética”, escribió años después Zweig en su autobiografía, “El mundo de ayer” […] La ocasión llegó con ese homenaje a Tolstoi, exento a priori de partidismo y ajeno a la política. Zweig se trasladó a Moscú sin ánimo alguno de elaborar juicios, antes al contrario, sólo con la intención de observar. Y lo hizo, no sin desconcierto, maravilla y alguna sospecha, y sabiendo en todo momento que tan breve visita no podía fundamentar impresiones que aspiraban a tener validez objetiva”

Sus dudas se resuelven una vez está allí, está claro que el cruce de culturas es tan impactante que no puede evitar sentirse en un mundo diferente al que está viviendo habitualmente, hay aquí un rejuvenecimiento del autor, subyugado por Rusia y sus encantos:

“¿Qué otro viaje puede hacerse hoy que sea más interesante y fascinante, más enriquecedor y apasionante, que una visita a Rusia? […]  Cada encuentro, cada conversación, cada trozo de ciudad suscita en nosotros mil preguntas, nuevas curiosidades sobre el pensar y el vivir en este mundo inédito; y sin cesar va y viene uno del entusiasmo a la duda, y del asombro a la vacilación. Y cada hora tiene aquí un contenido tan denso y apretado, que con sólo diez días de estar en Rusia podría escribirse un voluminoso libro acerca de este país.”

Encantos que tienen que ver con lo cultural inevitablemente, el trato a los museos diferencia, en este caso, la sensibilidad de los rusos sobre todo si se compara con los franceses:

“El flujo de visitantes es incesante: soldados, campesinos, mujeres del pueblo llano que aún hace diez años ignoraban lo que fuera un museo. Todos recorren ahora las salas con devoción. Conmueve verles avanzar sobre el parquet, con sus altas y pesadas botas, con prudencia y respeto, y comprobar con cuanta deferencia, con cuanta ansia de aprender, conducidos por benévolos guías, se detienen en grupos ante las obras de arte. Es este motivo de orgullo de los directores de los museos, de los dirigentes y de todo el pueblo: a diferencia de la Revolución francesa, que destruyó no pocos tesoros arrasando iglesias, la Revolución rusa (aunque más dura y radical que aquella) no destruyó ninguna obra maestra.”

Tostoi es prácticamente el álter ego para Zweig, la visita a su habitación le ayuda a descubrir al autor ruso, su persona; para nosotros, como lectores, la figura de Tolstoi sirve para dibujar aún más rasgos de la personalidad del escritor austriaco:

“Y en la habitación de trabajo –que ningún escritor europeo reservaría hoy para sus sirvientes-, todavía se ve, clavado en la pared, el gancho al que Tolstoi, durante el año de su crisis, pensó ahorcarse.  Y lleno de veneración contempla uno la famosa escalera por la que Tostoi, el viejo escritor de ochenta y tres años, descendió un amanecer, a las cuatro de la mañana, hasta la cuadra, para huir a caballo de su pueblo y de su familia e irse en busca de la muerte. Y aquí se respira la historia, tan densa y apasionante, de su vida, y el recuerdo de su obra da a todas estas pequeñas cosas de su hogar una calidad emocional que nos llega a lo más hondo del alma.”

Zweig toma partido por los rusos y alienta a olvidar “lo político” en favor de “lo humano” gracias al desarrollo intelectual que considera cargado de vitalidad:

“Cuando un pueblo viene padeciendo tantos sufrimientos y acepta con semejante heroísmo tantos sacrificios por amor a una idea, me parece más importante incitar a admirar el aspecto humano que tomar posición política. Además, ante tamaña vitalidad intelectual, la humilde posición del testigo me resulta más honesta que la demasiado temeraria de juez.”

La obra de Gorki, nos desvela, es la llave para entender el sentir del pueblo ruso:

“El que conoce la obra de Gorki, conoce el pueblo ruso de hoy y en él la miseria y privación de todos los oprimidos; sabe con el alma que participa de ellos, por su sentimiento último, más raro y apasionado, lo mismo que por su miserable existencia cotidiana: todos sus tormentos y pruebas de los años de transición podemos conocerlos de forma más turbadora que en cualesquiera otros en los libros de Gorki.” 

Lo bonito de completar la obra de un autor es descubrir facetas pequeñas que pueden llegar a ser grandes. Este texto corrobora esa sensación. En lo pequeño se descubre lo grande de un autor, en muchas ocasiones.

Los textos provienen de la traducción de Sequitur para “Viaje a Rusia” de Stefan Zweig

“Los papeles de Mudfog” de Charles Dickens. Curiosidades dickensianas

Papeles de MudfogEs mi afán completista, con todo lo que tiene que ver con Dickens, lo que me lleva a comprar todo lo que sale relacionado con él. Tal es el caso de “Los papeles de Mudfog” donde Periférica reúne siete relatos de etapas primerizas del autor, cuando escribía bajo el seudónimo de Boz; en el postfacio de la traductora Ángeles de los Santos podemos aclarar el origen de dichos textos:

“Los textos recogidos en este volumen fueron publicados originalmente en la revista literaria Bentley’s Miscellany entre enero de 1837 y febrero de 1839, período en el que el propio Dickens, que todavía firmaba con el seudónimo Boz, fue editor de la revista. Estas historias no se recopilaron y publicaron como libro hasta 1880, diez años después de la muerte del autor, y constituyen una de las obras menos conocidas y menos estudiadas de Charles Dickens, incluso en el Reino Unido. Probablemente quedaron para siempre en segundo plano debido a que coincidieron en el tiempo con “Oliver Twist”, que fue recibida desde el principio con gran interés.”

Realmente solo tres de los textos son referidos a Mudfog (“La vida pública del señor Tulrumble, en otro tiempo alcalde de Mudfog” e “Informe completo de la primera (y segunda) reunión de la Sociedad Mudfog para el Avance de Todo”). En los cuatro restantes sobresalen dos: “La pantomima de la vida” y “Epístola familiar de un padre a su hijo de dos años y dos meses”. Los últimos textos, mucho peores (“Detalles referentes a un león” y “Roberto Bolton, el caballero con contactos en la prensa”) complementan un volumen ciertamente irregular.

El postfacio, bien ubicado en este caso, ya que desvela detalles de trama, en su análisis resalta dos ideas que me parecen muy interesantes para afrontar este volumen de relatos. En primer lugar, la presencia de las características esenciales de la obra del autor británico:

“Por otra parte los textos aquí recogidos anuncian los temas y las claves que seguirán apareciendo y desarrollándose en las posteriores obras de Dickens, y que definen su estilo: de un lado, el compromiso social, la preocupación por los desfavorecidos y la crítica a las instituciones; de otro, el talento para la caracterización de personajes, la capacidad de observación de la realidad, la ironía, el sentido del humor, la tendencia a la exageración y al “surrealismo”, la utilización de elementos autobiográficos, la presencia de la ciudad de Londres como un personaje más, etc.”

Especialmente reseñables son estas características en los tres primeros relatos, los relativos a Mudfog, por ejemplo, al describir la ciudad, hay aquí como alguien más ha comentado, ecos del Dickens “pickwickiano”, el creador efervescente con descripciones muy vivas y cargadas de buen humor tanto a la hora de definir la ciudad como para pintar personajes:

“Mudfog es un lugar saludable –muy saludable-, húmedo quizás, pero no peor por ello. Es un error suponer que la humedad es malsana: las plantas crecen muy bien en lugares húmedos, ¿por qué no habría de ser igual para las personas? Los habitantes de Mudfog son unánimes al afirmar que no hay mejor raza de personas sobre la faz de la tierra. Ahí tenemos una refutación, irrebatible y veraz al mismo tiempo, del error común. Así que, admitiendo que Mudfog es húmeda, afirmamos categóricamente que es saludable.”

“Consideramos el ayuntamiento uno de los mejores ejemplos que existen de arquitectura de establo: es una combinación de los estilos pocilga y granja, y la simplicidad de su diseño es de una belleza incomparable.”

La descripción de Ned Nariz de Botella entraría de lleno en este Dickens efervescente:

“Se emborrachaba por encima de la media una vez al día, y se arrepentía más o menos al mismo nivel una vez al mes. Y cuando se arrepentía estaba invariablemente en la última etapa de una borrachera llorosa. Era un tipo andrajoso, errabundo, protestón, con tendencia al alboroto, agudo y listo, y era capaz de trabajar cuando le apetecía. En absoluto se oponía al trabajo duro por principios, porque podía trabajar sin descanso en un partido de cricket durante un día entero, corriendo y atrapando y bateando y lanzando y disfrutando con un esfuerzo que dejaría exhausto a un galeote. Habría tenido un valor incalculable para un parque de bomberos: nunca hubo un hombre con tal gusto natural por una bomba de agua, por subir escaleras corriendo y por tirar muebles por la ventana de un segundo piso; ni era este el único elemento en el que se sentía a sus anchas.”

La segunda idea del postfacio tiene que ver con algo particularizado a estos relatos:

“Estos informes de la Sociedad Mudfog reflejan especialmente un rasgo fundamental de la época anteriormente citado: los continuos avances tecnológicos, científicos e industriales. […] Dickens, atento observador y cronista de su mundo, refleja igualmente en su parodia la inseguridad y la inquietud por los cambios que dichos avances traían consigo.”

De hecho, Dickens, adelantado a su tiempo, es capaz de crear un proto-steampunk patente en los dos informes de la sociedad Mudfog donde la mezcla de lo victoriano con los inventos resulta ocurrente e inspirada:

“El pasado mes de octubre nos otorgamos el inmortal honor de reflejar, a un coste enorme y con unos esfuerzos sin precedente en la historia del periodismo, los actos de la Sociedad Mudfog para el Avance de Todo, que en este mes celebró su primera gran reunión anual para maravilla y deleite de todo el imperio.”

El único relato al nivel de los tres ambientados en Mudfog es el que lleva por título “La pantomima de la vida” y nos traen de nuevo al mejor Dickens con su identificación de los payasos y la vida:

“Sí, el gran parecido que hay entre los payasos del escenario y los de la vida real es, en verdad, extraordinario. Mucha gente suspira al hablar del declive de la pantomima y murmuran con tono triste y sombrío el nombre de Grimaldi. No pretendemos despreciar a ese honorable y excelente caballero cuando decimos que esto es una verdadera tontería. Los payasos que superan con creces a Grimaldi surgen cada día, y nadie los patrocina. ¡Es una pena!”

A pesar de su irregularidad, esta recopilación de cuentos reúne trazas del talento de Dickens y solo por ellas vale la pena, aunque, ciertamente, estaríamos hablando de una obra que está más dirigida a completistas de su obra. Como conclusión os dejo con el final del cuento que acabo de mencionar donde utiliza al ”bardo” como inspiración parafraseando unos versos de “As you like it”:

“Un caballero, no del todo desconocido como poeta dramático, escribió hace dos o tres años: “El mundo es un escenario/y los hombres y mujeres meros actores”, y nosotros, siguiendo sus huellas a una pequeña distancia que no merece la pena mencionar, de unos cuantos millones de leguas, nos aventuramos a añadir, a modo de nueva lectura, que el poeta se refería a una pantomima y que todos somos actores en la pantomima de la vida.”

En efecto, todos somos actores en esta pantomima que es la vida.

Los textos provienen de la traducción de Ángeles de los Santos de “Los papeles de Mudfog” de Charles Dickens en Periférica

Mis estadísticas del 2014. Propósitos 2015

Los números sirven, con su frialdad, para poner en perspectiva. Ese es el objetivo de este post: complementar la visión cualitativa que ya comenté en Mis libros favoritos del 2014.

barkEn el 2014 he batido mi récord, he llegado a 200 libros…  superando los 171 del anterior. Han supuesto un total de 55746 páginas que son más que las 50195 del año anterior.  Este número de páginas supone que:

1º El libro medio tenía 278,73 páginas; sin embargo, en el 2013 fue de 295 páginas aproximadamente, ha habido una cierta disminución totalmente lógica por una cuestión que comentaré al hilo de propósitos.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi 17 (lo que supone unas 4645 páginas mensuales)

3º Si dividimos el año en 52 semanas, compruebo de esta manera que he leído, de media, casi cuatro libros por semana (1072 páginas) por semana.

El “mamotreto” del año fue Gaddis y sus “Reconocimientos” con 1376 páginas.

En cuanto a la lista de libros ha sido la que pongo al final del post,  muchísima variedad de autores este año, los únicos de los que he leído tres libros o más son en orden de mayor a menor: Charles Dickens (7), Stephen King (6), Jim Thompson y Rick Riordan (5), Lawrence Block (4), Jim Butcher, Harry Houdini y Joyce Carol Oates (3).

Esto significa que mi proyecto a tres años, que lo he alargado a cuatro, ha avanzado poco… En cuanto a la famosa distinción de hombres y mujeres, de estas últimas han caído 42 libros, lo que supone un 21% de libros de mujeres. En inglés, ha habido 10, sólo un 5% sobre el total. Y las nacionalidades, ha habido de todo.

Las consecuencias de estos números son más importantes de lo que parecen, saco estas reflexiones:

-He llegado a un límite de compromiso entre lo que puedes leer sin que perjudique la calidad de lo que lees. En mi caso, leer más podría ser contraproducente. Sobre todo porque en la parte final condicionaba el tipo de lectura para conseguir esa cantidad que tenía en Goodreads. La cantidad no debe ser el criterio de selección de lecturas sino el gusto, el disfrute por encima de todo, o los intereses que tengas.

-Me he centrado tanto en las lecturas nuevas que he olvidado demasiado mi proyecto de lecturas, que he escogido porque son los autores que más me gustan.

-He leído poco en inglés. Muy poco.

Por ello, este año he bajado mi reto de cantidad a algo más cómodo (180) y me voy a centrar en dos temas primordiales:

-Mi proyecto.

-Lecturas de género (negro, terror, ciencia ficción…)

Y para conseguirlo voy a cambiar la forma de elegir las lecturas, todos los meses pondré una foto de las lecturas que he elegido para el mes que viene y donde la mitad de ellas serán seguro, referentes a mi proyecto. El resto serán de género, inglés, etc…

Es la única manera de asegurar lecturas. Cierto que se vuelve un poco programático… pero avanzaré las lecturas del proyecto y deja margen para añadiduras varias. No sé cómo saldrá el experimento.

Y para acabar, la lista…. Que ya toca…

Jacques Abeille

Los jardines estatuarios

 

Edmond About

La nariz de un notario

 

Ryunosuke Akutagawa  (y otros)

Antología de relatos japoneses

 

Nina Allan

Máquinas del tiempo

 

Martin Amis

Lionel Asbo: El estado de Inglaterra

 

Sherwood Anderson

Muerte en el bosque

 

Freddy Arteaga Canessa

Un Zombi ilustrado y otras anomalías

 

Daniel Ausente

Mentiré si es necesario

Mataré a vuestros muertos

 

John Banville

El mar

 

Leigh Bardugo

Sombra y hueso

 

Julian Barnes

Niveles de vida

 

Bruce Bégout

Le park

 

Ambrose Bierce

El clan de los parricidas y otras historias macabras

 

Lawrence Block

Cuchillada en la oscuridad

Cuanto el antro sagrado cierra

Un baile en el matadero

Caminando entre tumbas

 

Arturo Borja

Los entusiastas

 

Alan Bradley

Flavia de luce y el misterio de la gitana

 

Allie Brosh

Hipérbole y Media

 

Fredric Brown

La noche a través del espejo

 

Mijail Bulgákov

El maestro y Margarita

 

Edward Bunker

Huida del corredor de la muerte

 

Jim Butcher

La tumba

El caballero

Máscaras de muerte

 

Angela Carter

La cámara sangrienta

 

Noel Ceballos

La escuela nocturna

 

Gilbert Keith Chesterton

El gran mínimo (inglés)

 

Lincoln Child, Douglas Preston

Fuego Blanco

 

Inger Christensen

Alfabeto

 

Ann Cleeves

Una trampa para cuervos

 

Eoin Colfer

El ultimo guardián

 

J.M Coetzee

La infancia de Jesús

Vida y época de Michael K

 

Robert Coover

La hoguera pública

 

Edmund Crispin

Trabajos de amor ensangrentados

 

Roger Crowley

Imperios del mar

 

Don Delillo

Jugadores

 

Emilio de Marchi

El sombrero del cura

 

E. M. Delafield

La dama de provincias prospera

 

Sergio De la Pava

Una singularidad desnuda

 

Charles Dickens

Relatos londinenses

Paseos nocturnos

Escenas de la vida de Londres por “Boz”

La navidad cuando dejamos de ser niños

La declaración de George Silverman

Estampas de caballeretes y de parejitas/Estampas de señoritas

Los papeles de Mudfog

 

Paula Daly

¿Y tú qué clase de madre eres?

 

Leonid Dobychin

La ciudad de N

 

Fiodor Dostoievski

La mujer de otro hombre y su marido debajo de la cama

Los hermanos Karamazov

 

Will Eisner

Contrato con Dios y otras historias de Nueva York

 

James Ellroy (y otros)

American Noir

 

Jeffrey Eugenides

La trama nupcial

 

Gillian Flynn

Heridas abiertas

 

C.S.Forester

Los perseguidos

 

David Foster Wallace

This is Water (inglés)

 

Matt Fraction

Ojo de Halcón 2: Pequeños aciertos

 

William Gaddis

Los reconocimientos

 

Enrique Gallud Jardiel

Historia estúpida de la literatura

 

Curtis Garland

El fantasma de Baker Street

 

Ángel Gil Cheza

El hombre que arreglaba las bicicletas

 

Francisco González Ledesma

El adoquín Azul

Rancho Drácula (como Silver Kane)

 

Sue Grafton

Kinsey y yo

 

Alexander Grin

El cazador de ratas

 

Jack Handey

The stench of Honolulu (ingles)

 

Chad Harbach

El arte de la defensa

 

Joe Hill

NOS4A2

 

Hugo Von Hofmannsthal

Carta de Lord Chandos

 

Harry Houdini

Sherlock Holmes contra Houdini (con sir Arthur Conan Doyle)

Traficantes de milagros y sus métodos

Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos (Con Grace Morales y Ramón Mayrata)

 

Bohumil Hrabal

Clases de baile para mayores

 

Víctor Hugo

Nuestra señora de París (vol 1)

Nuestra señora de París (vol2)

 

Jorge Ibargüengoitia

Maten el león

 

Eva Illouz

El futuro del alma

 

Henry James

Pandora

El comienzo de la madurez

 

P.D. James

Un impulso criminal

 

Paul Jenkins

Origen: Lobezno

 

Geoff Johns

La noche más oscura Omnibus

 

Nikolay Karanzim (y otros)

Rusia Gótica

 

Hannah Kent

Ritos funerarios

 

Stephen King

El ciclo del hombre lobo

The colorado Kid

Riding the bullet

El fugitivo

Carretera maldita

La larga marcha

 

Chuck Klosterman

I wear the black hat (inglés)

 

William Kotzwinkle

El nadador en el mar secreto

 

Ko Un

Ananda: 108 poemas Zen

 

Jhumpa Lahiri

La hondonada

 

Roque Larraquy

La comemadre

 

Maurice Leblanc (y otros)

Tras las huellas de Arsenio Lupin

 

Elmore Leonard

Mr Paradise

Yibuti

 

Nell Leyshon

Del color de la leche

 

Daniel Lipkowitz

Lego Star Wars: The Yoda Chronicles (ingles)

 

Rob Lloyd Jones

Wild boy

 

Diego López

Silencios de pánico: Historia del cine fantástico y de terror 1897-2010

 

H.P Lovecraft

El resucitador

 

Richard Matheson

Nacido de hombre y mujer (y otros relatos espeluznantes)

 

Ana María Matute

Pequeño Teatro

 

Ed McBain

El estafador

El traficante

 

Eimear McBride

A girl is a Half-formed Thing (ingles)

 

Cormac McCarthy

El guardián del vergel

 

James McCLure

Piel de serpiente

 

Ian McEwan

Operación Dulce

 

Todd McEwen

Las cinco máquinas simples

 

William McIllvaney

Laidlaw

 

Gretchen McNeil

Diez

 

Margaret MacMillan

1914: De la paz a la guerra

 

José-Carlos Mainer

Historia Mínima de la literatura española

 

Seicho Matsumoto

El expreso de Tokio

 

George Meredith

El general Ople y Lady Camper

 

Edmond Michotte

La visita de Wagner a Rossini

 

Jessica Mitford

Nobles y rebeldes

 

Charlotte Moberly

Una Aventura en el tiempo

 

Alan Moore

Miracleman 1: El sueño de volar

 

Lorrie Moore

Bark Stories (inglés)

 

Ian Morris

¿Por qué manda Occidente… por ahora?

 

John Mortimer

El regreso de Titmuss

 

Tasashea Nesbit

Las esposas de los álamos

 

Jo Nesbo

El doctor Proctor y el fin del mundo. O no

El leopardo

 

Chimamanda Ngozi Adichie

Americanah

 

David Nobbs

EL regreso de Reginald Perrin

 

Joyce Carol Oates

Un jardín de placeres terrenales

The fabulous beasts (inglés)

Zombie (inglés)

 

Rohan O’Grady

Matemos al tío

 

Okamoto Kido

Fantasmas y samuráis

 

Seumas O’Kelly

Al borde del camino

 

Carmen Pardo

La escucha oblicua

 

Stephen Pastis

Desastre total 2: Mira lo que has hecho

 

Carlos Pérez Merinero

Días de guardar

 

Inmaculada Pertusa Seva

Fundido en negro (varias escritoras)

 

Nic Pizzolatto

Galveston

 

Edgar Allan Poe (con Benjamin Lacombe)

Cuentos Macabros

 

Robert Polito

Arte salvaje: Una biografía de Jim Thompson

 

Patricio Pron

Nosotros caminamos en sueños

El libro tachado

 

Alexander Pushkin

Historias de Belkin

 

Louis Raemaekers

Historia en viñetas de la Gran Guerra

 

Marcel Reich-Ranicki

Sobre la crítica literaria

 

Arturo Reverter

Las 50 mejores arias de Verdi

 

Sofía Rhei

El joven Moriarty: El misterio del Dodo

El joven Moriarty y la planta carnívora

 

Rosa Ribas

La detective miope

 

Manfred von Richthofen

El avión rojo de combate

 

Rick Riordan

El ladrón del rayo

El mar de los monstruos

La maldición del titán

La batalla del laberinto

El último hérode el olimpo

 

Charles Rosen

Schoenberg

 

Philip Roth

Deudas y dolores

 

Carlos Salem

Muerto el Perro

 

Emilio J. Sales Dasí

Relatos hispánicos asombrosos y de terror

 

James Salter

La última noche

 

Mikel Santiago

La última noche en Tremore Beach

 

George Saunders

Pastoralia

 

Erwin Schrödinger

Candentes Cenizas

 

Peter Sís

El piloto y el principito

 

Lemony Snicket

¿Cuándo la vio por última vez?

 

Somerset Maugham

Collected Short Stories Vol. 1 (ingles)

 

Jean Stafford

Los niños se aburren los domingos

 

Anna Starobinets

La glándula de Ícaro

 

D. E. Stevenson

Las dos señoras Abott

 

Steve Stevenson

Asesinato en la Torre Eiffel

 

Igor Stravinski

Poética Musical

 

Jonathan Stroud

Agencia Lockwood

 

Matt Sumell

Hacer el bien

 

Jiro Taniguchi

Enemigo

 

Donna Tartt

El jilguero

 

Danielle Thiéry

Clavos en el corazón

 

Jim Thompson

El exterminio

Libertad Condicional

Aquí y ahora

Asesino burlón

La sangre de los King

 

Karin Tidbeck

Jagannath

 

Jack Trevor Story

Pero… ¿quién mató a Harry?

 

Ivan Turquenev

Primer Amor

 

Ana Useros

Cuentos de detectives victorianos

 

Kurt Vonnegut

Que levante mi mano quien crea en la telequinesis

 

Richard Wagner

Cartas sobre Luís II de Baviera y Bayreuth

 

Thornton Wilder

La cábala

 

Virginia Woolf

La fiesta de la señora Dalloway

¿Soy una Snob? ¿Qué regalar a una snob?

 

Guillermo Zapata

Una bala para Dios y otra para el Diablo

 

Stefan Zweig

Confusión de sentimientos

Viaje a Rusia

 

Mis lecturas favoritas del año 2014

Pasan los años y ya se está convirtiendo en una pequeña tradición realizar una selección con mis lecturas preferidas del año pasado. Os recuerdo que podéis consultar las de años anteriores en los siguientes enlaces.

Lecturas favoritas Año 2011.

Lecturas favoritas Año 2012.

Lecturas favoritas Año 2013.

Sinceramente, la utilidad de estas listas es la manera de hacer balance personal del año, sirven para valorar lo que he leído de manera cualitativa y junto con el post que suelo hacer con las estadísticas, complemento cuantitativamente esta información. Me consta que a varios lectores les sirven para prever posibles lecturas (o no), pero, sinceramente, no es el objetivo, lo hago porque me apetece a mí, como todo lo que aparece en este blog.

Los criterios son los mismos del resto de años pero los voy a resumir de manera esquemática:

-Hago la lista sobre libros publicados o reeditados en el 2014. Ni mucho menos me leo todo (ni nadie lo hace) y tengo mayor afinidad por libros de editoriales pequeñas independientes que por las grandes monopolizadoras (esta afinidad tiene que ver con leer antes un libro que otro), aun así podréis comprobar que hay de todas. Otros años introducía un libro de otro año pero este año, habiendo varias reediciones, no lo creo necesario.

-El número de libros varía de un año a otro, no pongo límites, este año han caído veinte, eso lo adelanto ya.

-El orden en el que aparecen es cronológico, desde principios de año hasta las últimas lecturas, no asigno posiciones, son mis libros favoritos sin más.

-No hay restricciones en cuanto al género escogido ni la temática.

Lo más importante: el criterio de elección es mi gusto personal, aparecen los libros con los que más he disfrutado (por los motivos que sean) y, por lo que he estado observando en otras listas, no suelen coincidir con la mayoría de ellas.

-Ah, NO MENOS IMPORTANTE, los he leído todos.

lepark_grandePasemos entonces a la lista en cuestión:

“Le park” Bruce Bégout, empezó el año inmejorablemente con esta novela del filósofo Bruce Bégout y que editó con mucho gusto Siberia; un parque de atracciones terrorífico por sus implicaciones y, quizá, porque está más presente en la realidad de lo que creemos. Muy poco se ha hablado de esta pequeña maravilla.

 

la-noche-a-traves-el-espejo-9788415973225“La noche a través del espejo” de Fredric Brown, reedición de la obra maestra de Brown que nos trae Reino de Cordelia y que debería hacer las delicias de cualquier aficionado a la novela policíaca; seguro que no va a estar en ninguna lista del año pero esta mezcla de onirismo y realidad es sencillamente mágica.

 

nariznotario“La nariz de un notario” de Edmond About, otra reedición de la mano, en este caso, de Ginger Ape Books & Films, una sátira de la beau monde parisien que le sirve de vehículo para criticar las relaciones de clase e indagar en la reflexión sobre la construcción de la identidad de una persona como fin último.

 

la-camara-sangrienta“La cámara sangrienta” de Angela Carter, otra más, en este caso la de los cuentos de Angela Carter que toman como base los cuentos de hadas de Perrault y los subvierte de tal manera que se convierten en vehículos para la defensa de la mujer y el feminismo, en una lectura de género ciertamente imprescindible. Máxime si, además, tienes las magníficas ilustraciones de Alejandra Acosta.

 

relatos-hispanicos-asombrosos-y-de-terror-9788437632667“Relatos hispánicos asombrosos y de terror” edición de Emilio J. Sales,  “asombrosa” recopilación de relatos a cargo de Cátedra que nos descubre una faceta deliberadamente ignorada: los escritores clásicos españoles también escribían narraciones de género, y lo hacían muy bien.

 

cuentosvictorianos“Cuentos de detectives victorianos” edición de Ana Useros, selección primordial para entender la evolución histórica de las novelas de detectives desde sus inicios, antes incluso de “Los crímenes de la calle Morgue”, que era considerada fundacional. Espléndida edición a cargo de Alba.

 

americanah“Americanah” de Chimamanda Ngozi Adichie, deliciosa novela que era de lo mejor del Baileys prize (junto con la novela de Lahiri) y que ahonda en el papel de la mujer, su emancipación y lucha contra el patriarcado inherente además de exponer con mucho humor los problemas de una inmigrante nigeriana. Una gran novela que se convierte en un clásico casi instantáneo de narrativa contemporánea con multitud de matices de raza y género.

 

thompson_portada“Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito, exhaustiva es la palabra que mejor define este ensayo de Robert Polito sobre el gran Jim Thompson, no creo que se pueda escribir más y mejor sobre la vida y obra del autor. Además, se me antoja muy acertado el análisis crítico de su obra. Un triunfo de Es Pop Ediciones, que trabaja cada obra como si fuera la última en una edición excelente.

 

NOS4A2_cover“NOS4A2” de Joe Hill, el hijo del señor King sigue demostrando libro a libro que puede hacer obras del nivel de su padre; en esta conjuga su amor por lo clásico y le añade los suficientes elementos modernos para crear una narración ciertamente fascinante sin caer en los tópicos habituales.

 

maestro_previa_corregida_rgb“El maestro y Margarita” de Mikhail Bulgákov, esta reedición del clásico ruso se convierte, por derecho propio en la edición definitiva de la obra de Bulgákov. La traducción de Marta Rebón y la edición de Nevsky en consonancia contribuyen a realzar aún más esta obra, ya imperecedera, con infinidad de matices y posibilidades.

 

Nacido de hombre“Nacido de hombre y mujer (y otros relatos espeluznantes)”  de Richard Matheson, parece mentira que, después de tantos años, tengamos el primer volumen de los relatos de Matheson. La espera ha valido la pena, Matheson entendía a la perfección el género y los artificios que sirven a ello.

 

Una-singularidad-desnuda“Una singularidad desnuda” de Sergio de la Pava, no se ha hablado suficiente de la primera excelente novela de Sergio de la Pava. El autor nos brinda una novela muy completa ahondando en una manera de hacer postmodernismo desde el humanismo y, encima, está cargada de buen humor. Es imposible que Casi, su protagonista, no te seduzca.

 

los-ninos-se-aburren-los-domingos-9788494236709“Los niños se aburren los domingos” de Jean Stafford, se acostumbra uno a que Sajalín Editores nos saque siempre alguna joya y claro, nuevamente este año, lo vuelven a hacer recuperando varios de los cuentos que hicieron famosa a la norteamericana y por los que ganó el Pulitzer en 1970. Cuentos que, enmarcados en el gótico sureño, nos traen a colación las penurias de ser mujer en una época como la que vivió la escritora y la forma en que reaccionó ante estas injusticias. Sencillamente necesarios.

 

Alfabeto2“Alfabeto” de Inger Christensen, Sexto piso inició su nueva colección poética de manera inmejorable. Este largo poema que sigue el abecedario y la serie de Fibonacci no se encorseta en una faja sino que ahonda en la libre composición y en la diversidad de estilos y temas. Una verdadera delicia poética.

 

comemadre 1“La comemadre” de Roque Larraquy,  dentro de su nueva colección “El cuarto de las maravillas” Turner nos ha traído esta pequeña rareza dentro de su “gabinete de curiosidades”; en esta obra no vas a encontrar algo habitual, tenlo por seguro, pero también ten en cuenta que vas a disfrutar de lo lindo.

 

Hiperbolemedia“Hipérbole y media” de Allie Brosh, hablando de rarezas… esta recopilación de entradas del blog de la inimitable Brosh se sale también de lo habitual y me vuelve loco con esta tragicomedia ilustrada cargada de humor negro.

 

losreconocimientos“Los reconocimientos” de William Gaddis, lo sé, Gaddis ya es un habitual, todos los años aparece por aquí. Pero ¿os habéis dado cuenta de qué primera novela se marcó? Ambición es una palabra que se queda corta para lo que intenta abarcar en esta novela fundacional. Un ochomil literario.

 

MatemosTío“Matemos al tío” de Rohan O’Grady, utilizar niños en una narración siempre es espinoso; en este caso lo es más por la forma de mezclarlos con una trama gótica, con elementos ciertamente perversos; pero el resultado es excepcional e inolvidable.

 

american-noir“American Noir” de varios autores, edición de Ellroy y Penzler, ¿de verdad hace falta que recomiende a alguien una recopilación de relatos de novela negra que incluye a Goodis, Ellroy, Oates, Leonard, etc.? Pues eso, si te gusta el género negro te apasionará. Si no te gusta, también. Qué buena colección de novela negra está montando Navona.

 

Hoguera_Cubierta“La hoguera pública” de Robert Coover, a pesar de su dificultad a todos los niveles, este es uno de los mayores acontecimientos literarios del años,  José Luís Amores lo ha vuelto a hacer con su humilde “Pálido Fuego”, esta vez para traernos la obra maestra del autor y una de las obras claves de la literatura contemporánea norteamericana.

 

Termino, agradeciendo, como siempre a los lectores de este blog su presencia y sus lecturas. No os cortéis en opinar sobre esta extensa lista y aportar vuestras lecturas favoritas.

 

Ah… y ¡Feliz año 2015 cargado de lecturas!

“Roméo et Juliette” de Charles Gounod en el Teatro Real. Gato por liebre

Publicado inicialmente en Ópera World en este enlace.

“Por motivos debidamente justificados, la soprano Irina Lungu interpretará el papel de Juliette en sustitución de Sonya Yoncheva en la representación de hoy.”

Rom-Julieta-0037Esta pequeña hoja confirmaba los peores augurios. Al día siguiente, se aclaró desde el teatro que esos “motivos debidamente justificados” eran médicos, sumados a los “motivos familiares” de Alagna, dejaron la función en las manos de Lungu y Castronovo. Lo mismo, claro. Lo extraño es que el teatro ocultara que esos “motivos familiares” no surgieron de un día para otro; parece evidente que Alagna no tenía pensado hacer esa función y el Teatro Real ocultó dicha información de una manera poco transparente para sus clientes, los que pagan las funciones. La función se convirtió en una broma de mal gusto para aquellos que pagaron oro (porque las entradas de el Real son caras, busquen cuánto cuesta ver a Kauffmann en Munich por poner un ejemplo) por ver a dos divos que se transformaron, por arte de birlibirloque, en los pobres Lungu y Castronovo. Y esto, digan lo que digan, es engañar al público, que compra dichas entradas con unas expectativas y se encuentra con algo muy distinto. Ya se dice por ahí que Alagna (si las condiciones higrométricas no lo  impiden) ha matizado sus declaraciones  y podría venir a hacer Luisa Miller el año que viene… Lo que está claro es que habrá que ir al estreno, es lo único “un poco seguro”. El resultado es que el teatro estaba a media entrada tras la ya sabida baja de Alagna y los pocos que fueron se quedarían con una sensación agridulce.

Menos mal que quien dirigía era Michel Plasson, el solo pudo mantener el buen tono de la función y el público se lo agradeció generosamente.  Su batuta estuvo muy medida en todo momento, concisa en la intimidad, intensa y pasional en los momentos de mayor densidad orquestal. Me atrevo a decir que hacía tiempo que no oía las cuerdas con una riqueza como la de este día. Desgranó la fantástica partitura de Gounod demostrando que todavía podemos pensar en los grandes directores de orquesta más allá de escenógrafos. Una labor maravillosa y emocionante que, en mi opinión, no estuvo tan bien acompañada como se merecía.

lunguCastronovo es un tenor de escasos medios, con unas dificultades en los agudos más que notorias, abusando del vibrato y con la amenaza de romperse en cualquier momento. Todavía en las voces medias, con mucha potencia, su voz sacó algún pasaje bello, incluso en su aria de referencia. El problema aún mayor fue su manejo de los “pianos”, teniendo que recurrir a un “falsete” estrangulado  bastante feo en ejecución y timbrado,; en la parte final incluso se le fue, sorprendentemente… por si alguien no tenía claro que no estaba Alagna, esto fue tan evidente que provocaba un poco de vergüenza. Irina Lungu tampoco es que estuviera muy familiarizada con el papel (tuvo que salir, como Castronovo, con la partitura en la mano, fueron los únicos) pero los medios de la rusa son bastante mejores que los del tenor. Sin tener demasiada extensión vocal  y a pesar de la oscuridad de su color (que lo acercan a una soprano más spinto que lírica) lidió su papel con soltura, pese a algunas agilidades que no corrieron como deberían. El agudo tiene volumen (se comió irremisiblemente lo que intentaba su pareja) y su voz es muy juvenil en las medias voces dibujando una Juliette inocente en algunos momentos, más dramática y temperamental en otros. No fue errónea su intención y es de agradecer su entrega. Viene a hacer La traviata el año que viene y quizá se me antoja limitada en tesitura para el primer acto pero habrá que darle el beneficio de la duda. El resto de comprimarios estuvo bastante bien en general, destacando el Stéphano de Marianne Crebassa, qué bella canción de la tórtola realizó, pizpireta y consistente vocalmente, o el Tybalt de Atxalandabaso  y el grandísimo Hermano Laurent de Tagliavini. Todos rayando a un nivel bastante alto con un punto negro difícilmente explicable, Laurent Alvaro hizo una actuación bochornosa como Capulet, peor no se puede cantar. Por último muy destacable la labor del coro, muchos pasajes de gran dificultad y con una cada vez mejor dicción francesa que para todos los que nos dedicamos a esto comprendemos su dificultad. Un hito más en su gran evolución.

En fin, menos mal que nos quedaba Plasson

“Los reconocimientos” de William Gaddis. La ambición de un maestro

losreconocimientosEl mundo se divide entre los que han leído “Los reconocimientos” y los que no. Ni más, ni menos.

Me siento orgulloso de estar entre los primeros. Haber disfrutado de una experiencia única que he definido como lectura reverencial-agotadoramente-jubilosa.

Y cada adjetivo tiene su sentido y guarda una evolución en mi caso:

“Reverencial”: nada más empezar, esa sensación de estar leyendo algo que no puedes abarcar, una obra que te deja pequeño (mucho más pequeño de lo habitual). Sí, es una primera obra, pero sorprende tanto que el norteamericano se atreviera a hacer algo tan ambicioso…, desde el principio es palpable la transformación desde la perspectiva decimonónica hasta empezar a experimentar poco a poco,  dotándolo de una evolución inconcebible en la época, y puestos a ser justos, hoy tampoco.

“Agotadora (mente)”: no voy a engañar a ningún lector, según las páginas van pasando, me sentí agotado física y (sobre todo) mentalmente; intentar quedarte con todos los detalles que utiliza Gaddis, con todas las estrategias, transformaciones de estilo, estructura,… es improductivo, apuntas y apuntas citas y luego tienes tal ristra que resulta que podrías escribir hasta doscientas páginas solo con los textos; todo esto va unido a una sensación de obra que no tiene fin, ineludible y la vez interminable.

“Jubilosa”: en la recta final, una vez pasas las dudas y te sobrepones al cansancio mencionado; de la misma manera,  te invade una gozosa sensación de felicidad que me ayudó a terminarla. Hay júbilo por terminarla, por saber que continúa en tu interior, porque habrá una relectura futura en la que la disfrutarás aún más. Sin duda. El halo de una obra maestra.

Parafraseando a William H. Gass en el prólogo, “no voy a profanar esta obra de arte intentando explicarla o analizarla”; simplemente citaré unas observaciones, ideas, cavilaciones… que puedan servir al lector futuro, acompañadas, eso sí, de algún texto del autor:

“El reverendo Gwyon hizo las maletas y viajó lentamente por la península. Vio gente y reliquias, movimiento y colapso, la acumulación del tiempo en los muros, los pórticos derruidos, mosaicos en monocroma exposición que recuperaban sus colores de vida romana cuando se les echaba encima un cubo de agua, las fachadas rotas de catedrales donde el tiempo no había pasado, sino que se había aglomerado, y que perduraban no como testigos de su destrucción, sino como custodios de su pervivencia. Al entrar en las ciudades lo perseguían los gritos de los buhoneros, hombres que compraban botellas, que vendían escobas, que gritaban como hombres afligidos por grandes dolores. Por las calles lo perseguía la desesperada esperanza de felicidad de las melodías rotas de los organillos, y se detenía a contemplar los juegos de los niños sobre el pavimento, buscando allí (como buscaba en la forma de los tejados, en el trazado de las escaleras, los pasillos, los dormitorios y las cocinas abandonados en paredes todavía en pie donde el edificio colindante se había derrumbado, o en la sombra del respaldo de una silla sobre el embaldosado repetitivo de un suelo) indicios de un modelo persistente, de una forma significativa. Visitó catedrales, la desentrañada mezquita de Córdoba, la inmensa mole de Granada, y esa frenética demostración gótica de Burgos donde hay un Cristo firmemente clavado del que una vez se dijo que estaba hecho con un pellejo humano disecado, pero que luego había pasado por cuero de búfalo, un material menos frecuente, que recordaba en su humor a la sirena compuesta de un mono y un bacalao.”

-El engañoso comienzo, anclado en la tradición realista, puede dejar a al lector con una sensación errónea; de hecho, en el texto anterior vemos una narración habitual donde el narrador omnisciente relata los viajes del reverendo Gwyon con todo lujo de detalles, comparaciones y metáforas. Toda la primera parte se puede entender como un Künstlerroman, cuyo núcleo es la figura del pintor Wyatt Gwyon, verdadero protagonista, y en la que se narra la evolución (el destino irá avanzando según pasen las páginas).  Sin embargo esa evolución del protagonista se verá acompañada de un continuo transitar hacia características postmodernistas, alejándose entonces de la narración tradicional y probando nuevas formas:

“Pueblo fundado en 1666 annus mirabilis Oh Caray Oh caramba s-Santo Cristo t- Tenemos gan labor por delante interconfesional infra supra sub tiró el tintero: conferencia en el Convento de Monjas, ilustrada, ceremonia Pagana, curas con sotana, Monjas, altar mayor, &c. Un gemido de ultratumba. Vean chica en mazmorra. Tío Sam al rescate. Público invitado. Entrada 50 $  no nos dejes caer en la tentación.”

-A pesar de lo que pueda parecer, el autor es consciente de lo que está realizando; lo podemos ver claramente en este “tumulto de pensamientos” en una fase inicial, un preludio a lo que realizará en “Jota Erre” y en “Gótico Carpintero”; estamos viendo los inicios de una narración en multiperspectiva, sin identificación de los hablantes, que llevará hasta sus últimas consecuencias en sus últimas obras; ese tumulto es su idea para reflejar el caos en el que vivimos:

“En aquella mesa alguien dijo: “Eso no me hace ningún efecto. ¿Pero no habéis notado que el cielo se está acercando?”. “Por supuesto que amo el arte, por eso estoy en París”, dijo una chica. El chico que estaba con ella dijo: “Ye man fú, eso significa en francés…”, “Putas, putas, putas”, murmuró el hombre del traje de zapa. Alguien dijo: “Tengo las manos ocupadas, ¿te importaría sacarme unas cerillas del bolsillo…? Aquí, el bolsillo de los pantalones”. Alguien dijo: “¿Te gusta esto?”. Otro dijo: “Por la mañana no quería, así que se la puse bajo el brazo mientras molía café”. Un hombre con un opaco monóculo marrón dijo “Gshzhzhzht… uh…”, y se cayó de la silla. Alguien contó el chiste de Carruthers y su caballo.”

-En las manos del escritor ese caos reinante (y que quería reflejar en sus obras) es el que gobierna nuestras vidas, muy especialmente la del artista y su relación con la obra de arte:

“Era a través de esta acumulación de caos impuesta donde luchaba ahora por moverse: más allá estaba la simplicidad, inconmensurable, residencia de la perfección, donde nada era creado, donde la originalidad no existía, porque era el origen; donde, una vez llegaba, no existían el trabajo ni el pensamiento en secuencia causal y vacilante, sino sólo la trascripción: donde el poema que conocía pero no podía escribir existía, ya formado, esperando su recuperación ene se momento en que escribirlo resultaba imposible, porque ella era el poema.”

Gaddis exige como nadie al lector, pero lo respeta, no solo quiere hacernos partícipe de su obra sino que no entendería su obra sin nuestra aportación como verdaderos creadores de la misma; la obra de arte sale de la órbita inherente al creador tradicional y cobra sentido en la esfera de cada lector; la teoría de la recepción, más cercana en su interpretación al postmodernismo actual:

“-Pero si el señor Feddle ve un ejemplar de una obra de Ibsen, si le encanta “El pato salvaje” y le gustaría haberlo escrito, si quiere ser Ibsen sólo por un momento y dedicar su obra a alguien que ha sido amable con él, ¿es eso mentir? No es tan malo como la gente que hace un trabajo por el que no siente ningún respecto. Todo el mundo tiene esa sensación cuando mira una obra de arte y está bien, esa súbita familiaridad, una especie de… reconocimiento, como si la estuvieran creando ellos mismos, como si la estuvieran creando a través de ellos mientras la miran o la escuchan, ¿y ha de ser pecado el querer haber creado belleza?”

-Si hay un eje sobre el que gira toda la obra es el de la dicotomía auténtico-falso u original-reproducible/falsificable, que nos lleva a la consiguiente creador-farsante (que identifica con mercantil), en los dos siguiente textos tenemos dos facetas referentes a estas dos posibilidades:

“No es por amor a la cosa misma por lo que trabaja un artista, sino porque a través de ella expresa su amor por algo superior, porque esa es la única forma en que el arte es realmente libre, sirviendo a algo superior a sí mismo, como nosotros, como lo somos nosotros…”

-Eleva el arte a un estatus muy superior, a una esfera en la que sólo están los propios lectores, verdaderos receptores-creadores; ¿son ellos los que tienen que “reconocer” la obra de arte? Desde luego Gaddis los consideraba así, dentro de sus diversas acepciones de la palabra que tantas veces se repite a lo largo del texto. Sentirse reconocido a través de los lectores como ideal artístico.

“-No tiene suficiente imaginación para eso. Probablemente estará escribiendo otro libro.

-Ya ha escrito cincuenta. Si tenía algo que decir es para pensar que ya lo habría dicho. ¿Por qué siguen publicándoselos?

-Porque sigue escribiéndolos. Y a un editor le cuesta más parar el negocio que mantener en funcionamiento las prensas, así que las ceban con cualquier cosa.”

Lo mercantil se identifica entonces como la creación del farsante, es identificado como no-auténtico por el autor, contrario a todo lo que rodea la creación artística con su comercialización (“No lo habrás comprado, ¿verdad? Cristo, ¿a ese precio? Quién demonios creen que va a pagar tanto por una novela. Cristo, podría habértelo dado, lo único que necesito para escribir la reseña es la nota de la solapa.”)

-Erudición. Gaddis es un erudito de lo artístico, del lenguaje y de la forma de escribir. Esta sapiencia es más que palpable en la conjunción música-texto que aparece en todo momento en cada obra suya. En esta no podían faltar, como de costumbre, referencias musicales que van más allá del aficionado y que nos llevan al diletante que fue; este último texto refleja esta simbiosis sensorial:

“A estas alturas, la música se había convertido en algo inherente a la habitación; era como si se hubiera amalgamado con el humo y los olores incongruentes en una presencia tangible, el desecho del refinado sobrenadando en el atanor, donde el alquimista esperaba con la paciencia de toda una vida, contemplando su improbable compuesto de ingredientes tan dispares en naturaleza como en proporción, mezclándose pero negándose a fundirse bajo su mano, y tan ajenos a su mano como a su propia finalidad, de modo que unos se hundían y otros salían enteramente a la superficie, todo ello como si nada hubiera cambiado desde que la mano filtraba la escoria de la Edad Media en busca de lo que todas las edades han buscado, y encontrado, al descubrir que lo que buscan se ha refinado hasta consumirse, dejando solo las cenizas de la necesidad.”

Seguramente si escribiera otro día sobre él, escribiría otras reflexiones. Posiblemente quedaría mejor incluso; lo que está claro es que nada como leer directamente a Gaddis; puede que se convierta en esa “lectura reverencial-agotadoramente-jubilosa” que comentaba al principio. ¡Pero vaya experiencia!

Los textos pertenecen a la traducción de Juan Antonio Santos de “Los reconocimientos” de William Gaddis en Sexto Piso.

“Ananda. 108 poemas Zen” de Ko Un. Cuando los análisis (y las palabras) sobran

ananda-108-poemas-zen-9788486760748En este post hablé extensamente del poeta surcoreano Ko Un; a propósito de la lectura de “Ananda. 108 poemas Zen” opto por la simplicidad. Que mis palabras no emborronen la claridad y la sapiencia de cada verso del autor oriental. Que me convierta en simple transmisor de su obra. Una obra sencillamente magistral en su minimalismo aunque sin exención de lirismo. Bastan tres reflexiones del prólogo de Jesús Ferrero para introducirse en este libro:

“Estos sutras modernos salidos de la mente diáfana y turbia de Ko Un, son también una escritura flotante y transparente, que hiere y acaricia, que hiela y quema a la vez, y que convida a disfrutar en profundidad de la vida de la mente y de la vida de la piel.” 

“[..] la buena poesía no exige que la entendamos, exige que entremos en ella como quien entra en su casa (lo más propio) y como quien entra en el mar (lo más ajeno). Así hay que entrar también en Ananda: Cada poema es un atolón que pide que nos hundamos en su laguna para ver la luz que surge del mismo fondo, y es que la llave que abre el sentido y el sinsentido de cada composición está casi siempre en el último verso, que ilumina de forma inesperada los versos anteriores y que convierte cada poema en una pequeña revelación, en un pequeño satori.” 

“Acabo de darte las claves fundamentales para adentrarte en este archipiélago de ciento ocho islas afortunadas y te juro que no necesitas más. Ya sólo me queda desearte una feliz navegación. Cuando llegues al último poema, se sentirás despojado de gravedad y pesadumbre. Los poemas de Ko Un, que sin embargo no ocultan verdad alguna, son un antídoto contra el sentimiento tétrico de la vida y el sentimiento trágico de la existencia.”

A partir de aquí sólo quedan los versos de Ko Un:

 

“Bebé”

Antes de tu nacimiento

Antes que tu padre

Antes que tu madre

 

Tu balbuceo ya estaba ahí.

 

“Sala de meditación”

Intenta sentarte

No sólo un Kalpa

Sino durante diez Kalpas,

Ninguna iluminación llegará

 

Simplemente diviértete

Con tus angustias e ilusiones

 

Entonces levántate

*Un kalpa es el número de años que tardan el Cielo y la Tierra en completar un ciclo de terminación y renacimiento, la mayor unidad de tiempo concebible.

 

“Simplemente”

Se dice que seguimos

El camino que cada uno ha tomado

Porque alguien nos dijo que lo tomemos

Se dice que el agua que fluye simplemente

por el valle

Está fluyendo

Porque alguien le dijo que lo hiciera

 

Qué pobre es la sabiduría humana

 

“Verano”

Los veranos siguen al sol

                                                Ciegos

Las campanillas se abren a la luz de la luna

                                                Ciegas

 

¡Qué locura!

Esto es todo lo que saben

Las libélulas vuelan por el día

Los escarabajos por la noche

 

“Una siesta”

El mundo reposa en el útero

Aquello fue un buen sueño

Ahora quisiera salir afuera

 

Llorar. Eso es todo.

 

¿Verdad que no hace falta nada más?

 

Los textos provienen de la traducción del coreano de Jong Kwon Tae (revisada por Isabel R. Cachera) de “Ananda. 108 poemas Zen” de Ko Un para la Editorial Casariego.

“El gran mínimo” de Gilbert K. Chesterton. Una faceta para profundizar más en el autor

El_Gran_MínimoDespués de tantos libros leídos de Chesterton, con cada nueva edición de su ingente obra siempre encuentro algo nuevo (o recuerdo lo que ya sabía) y vuelvo a disfrutar con él. Es el caso de esta antología poética bilingüe del autor inglés que nos trae Salto de página. La introducción de Miguel Salas Díaz nos ofrece en pocas líneas un resumen que serviría para cualquier obra del prolífico autor, en este caso particularizada para su obra poética. De hecho, es muy relevante el comienzo donde repasa varias de las características de sus poemas a nivel estilístico y temático:

“No es de extrañar tal éxito popular, pues la poesía de Chesterton combina elementos muy atractivos: fue un excelente versificador y, a pesar del tradicionalismo de sus formas poéticas y de su léxico –utiliza a menudo formas arcaicas-, sus imágenes son muy modernas y sugerentes. A veces su estilo es transparente –en sus poemas más tiernos, ya hable del amor humano o del divino, y también en los humorísticos o más claramente combativos- y otras su voz se adensa y se vuelve hermética, dando lugar a composiciones de sesgo más visionario, cargadas de difíciles presagios y hondas intuiciones. Sus temas –la religión, los problemas sociales, el amor, la guerra- eran los que preocupaban a la mayoría de sus contemporáneos.”

En efecto, el tratamiento de dichos temas (universales) hace que no pierda vigencia y el manejo de formas resulta muy acorde con lo tratado. Salas Díaz aprovecha esta antología para subrayar la característica esencial de la obra de Chesterton para lo bueno y para lo malo, aunque en menor medida: ser un autor de tesis:

“Si hay algo que hace especial la poesía de Chesterton, pero que a su vez limita su vuelo, es que en todo lo que escribió a lo largo de su vida fue un autor de tesis. Sus ensayos, sus novelas, su teatro y su poesía –incluso los relatos detectivescos del padre Brown- pretenden demostrar algo, transportar una idea de carácter moral hasta el corazón del lector, y a veces esto los lastra en exceso.”

Su explicación de la “teoría del gran mínimo” es inspiradora y esclarecedora para el lector habitual del orondo escritor:

“¿Y cuál es esa tesis que Chesterton defendió en toda su obra, y también, si hemos de hacer caso a los testimonios de los que le conocieron bien, con su ejemplo diario a lo largo de toda su vida? Él mismo la denominó la “teoría del gran mínimo” –uno de los poemas recogidos en esta antología se titula así-. Surgió de una intensa crisis vital –después de unos años ensimismado, apático, dedicado sin entusiasmo y sin éxito a los estudios de bellas artes, durante su primera juventud- convencido de que el pesimismo reinante –fruto del relativismo moral propio de la época, del venenoso industrialismo contra el que se rebeló con tanta virulencia en sus posteriores artículos, del materialismo cientificista- era el ácido que corroía el alma del de sus contemporáneos. El hombre debe, en su opinión, ejercitarse en la contemplación de las maravillas de la existencia y en el sentimiento de gratitud que inevitablemente deriva de ellas. La gloria de lo minúsculo –la convicción de que hasta lo más pequeño es un regalo lleno de infinitas posibilidades- es la base en la que se funda la cosmovisión chestertoniana.”

Miguel de Salas, en un arranque de sinceridad  que comparto, precisamente, establece que no parece que la poesía sea la mejor forma de conocer la obra de Chesterton; estos poemas se convertirían en una manera imprescindible de conocer otras facetas del autor que complementan su obra; es mejor, por tanto, recomendarlo a conocedores de su obra que a neófitos:

“Es cierto que jamás recomendaría la poesía de Chesterton a quien no lo conozca ya como novelista o ensayista, pero no lo es menos que quien no haya leído sus poemas no puede tener una visión completa de su obra. Están en ellos todos los grandes temas de su prosa, pero expresados en un personalísimo lenguaje poético que los convierte en algo completamente nuevo. Para elaborar esta antología hemos seguido la primera edición de sus Collected Poems, publicada cuando Chesterton aún estaba vivo. No recoge todos sus poemas, pero sí todos aquellos que él consideró esenciales y quiso que se incluyeran –que son la gran mayoría-, y sigue también el orden en el que decidió disponerlos: de los más modernos a los más antiguos.”

Su original forma de hacer la antología va a la contra de lo habitual, pasamos de los más elaborados a los más sencillos; lo que perdemos en evolución, lo ganamos en frescura y lozanía de los primeros poemas, más cortos por otra parte. La “teoría del gran mínimo” que comentaba el prologuista y traductor es más que patente en sus últimos poemas, en las siguientes dos muestras se puede observar:

“A second childhood”

 “[…]

A thrill of thunder in my hair:

Though blackening clouds no be plain,

Still I am stung and startled

By the first drop of the rain:

Romance and pride and passion pass

And these are what remain.”

 

“To M.E.W.”

“[…]

In the calm of the last white winter, when all the past is ours,

Old tears are frozen as jewels, old storms frosted as flowers.

Dear Lady, may we meet again, stand up again, we four,

Beneath the burden of the years, and praise the earth once more.”

En ambos ejemplos podemos apreciar ese énfasis chestertoniano por encontrar el más pequeño detalle para justificar tu propio sentido en la vida; dar gracias por el más mínimo detalle creado (“and praise the earth once more”, y alabad lo creado (la tierra que pisamos) una vez más”. )

Su poesía más elaborada posiblemente sea “Lepanto” donde hace un repaso histórico-poético a la batalla, aquí es más palpable el uso tradicional del lenguaje y los arcaicismos léxicos, aunque no falten las rimas, en muchos casos consonantes, y otros recursos como aliteraciones o encabalgamientos, el resultado es excelente, no faltan ni Cervantes ni Don Juan de Austria:

“[…]

Cervantes on his galley sets the sword back in the sheath

 (Don John of Austria rides homeward with a wreath)

And he sees across a weary land a straggling road in Spain,

Up which a lean and foolish knight forever rides in vain,

And he smiles, but not as Sultans smile, and settles back

                [the blade…

(But Don John of Austria rides home from the Crusade.)”

Redundando en la teoría anteriormente mencionada, el poema homónimo “The great mínimum” es un compendio de la tesis del autor:

“[…]

Lo, blessed are our ears for they have heard;

Yea, blessed are our eyes for they have seen:

Let the thunder break on man and beast and bird

And the lightning. It is something to have been.”

No me gustaría terminar este pequeño post sin poner un poema de su primera etapa,  en este “At night” vemos varios de los temas ya mencionados anteriormente y funcionan maravillosamente a pesar de su pequeña extensión, la brevedad en este caso alienta la belleza:

“How many million stars there be,

That only God hath numbered;

But this one only chosen for me

In time before her face was fled.

Shall not one mortal man alive

Hold up his head?” 

Por si fuera poco, esta antología se complementa con un ensayo “On bad poetry” (Sobre la mala poesía) que sirve como perfecto colofón, utiliza referencias eruditas a los grandes poetas de los de la antigüedad a los clásicos y lo lleva a su terreno, la última frase vuelve a tratar sobre la teoría de la que he hablado extensamente:

“And he (Carlyle) did whitewash Cromwell and Frederick, as nobody whitewashed Achilles. Shakespeare and Shelley were better than Cromwell and Frederick; but they also were men and not statues. Even their bad poetry may be productive of good philosophy.”

Selección, traducción y prólogo de Miguel Salas Díaz para esta edición de “El gran mínimo” de G. K. Chesterton en Salto de Página.

“Matemos al tío” de Rohan O’Grady. Más allá de lo gótico.

MatemosTíoRohan O’Grady  es el seudónimo de la novelista canadiense June Skinner. De vocación literaria tardía, no empezó a escribir hasta casi cumplir cuarenta años, pero entre 1961 y 1970 publicaría cuatro novelas, entre las que destaca con luz propia “Matemos al tío” (1963) (incluso fue llevada al cine en 1966 por el director William Castle). Aunque se tiende a clasificar esta obra como gótica, la mezcla de géneros que destila esta rareza hace que sea bastante difícil limitarse a uno en concreto. De hecho, a pesar de lo gótico no dejaría de incluirlo en la novela policíaca o negra igualmente.

Independientemente de estas formalidades, uno puede encontrar dicotomías de todo tipo en cada página: perversidad-inocencia, realismo-onirismo, etc.; es tan infrecuente, sorprendente y encantadora que  es difícil resistirse a la historia que nos cuenta.

Dos niños son los protagonistas, Christie y Barnaby  Gaunt, niños, que, aparentemente, siguen las normas tópicas establecidas en cuanto a niños traviesos; sin embargo, una vez llegan a la Isla para tener sus vacaciones, la autora se desmarca y va introduciendo poco a poco elementos que llaman la atención sobre una situación no tan típica; por ejemplo, cuando el sargento Coulter conoce a Barnaby:

“El sargento Coulter sonrió al recordar la admiración en los ojos del chico. Todos los niños querían ser Montados.

Pero la sonrisa se desvaneció casi al instante. A aquel niño le pasaba algo grave, estaba seguro. No era solo que estuviera asustado. Parecía casi demente, y esa expresión en su rostro cuando preguntó por su tío…

¿De qué se trataba? ¿Dónde lo había visto antes? Su mente de avezado sabueso le daba vueltas y más vueltas. Entonces todo encajó y se acordó. Era la misma mirada que exhibe el prisionero recién librado de la horca.”

El tercer protagonista, aunque parezca mentira es Una Oreja, un puma al que los niños conocerán y que será parte esencial de su historia. O’Grady no duda en añadir su propio hilo de pensamiento, un punto de vista que le sirve para resaltar la crueldad inherente en el ser humano:

“Dondequiera que fuese, lo perseguirían. Colocó su gran cabeza sobre las patas extendidas y parpadeó cansinamente. Tenía una vieja cicatriz, del tamaño del puño de un hombre, justo encima de la articulación de su enorme hombro. Los humanos. ¡Ellos le habían hecho eso! Junto con los perros, los humanos eran lo que más odiaba en el mundo. Profundamente corrompidos, ¡todos ellos! ¿Perseguían los pumas a los hombres con armas y perros? ¿Acorralarían cuarenta pumas a un hombre, lo herirían, y lo despedazarían si tuvieran oportunidad de hacerlo?”

La relación entre los dos niños es simplemente genial, sus diálogos destilan todo tipo de detalles y son utilizados por la escritora para desarrollar poco a poco el problema con el tío de Barnaby,  partiendo de un hecho común pero le da la vuelta para mostrarnos el grado de perversidad del tío:

“-Me pega.

-Vaya, no me digas –se burló Christie-. A muchos niños les dan azotes. Mi madre me da bien fuerte si no me porto bien.

-¡No lo entiendes! ¡Solo me azota si me porto bien! Si soy malo me hace regalos. Está loco y nadie lo sabe excepto yo. Es la verdad, Christie, solo me pega si soy bueno.

Hizo una pausa y añadió con tristeza:

-No me pega muy a menudo.”

En otro de esos diálogos memorables nos muestra una faceta más, pero está unida a los niños que se comportan con una frialdad que va más allá de su inocencia; el tío es tal amenaza que solo existe una solución a dicho problema:

“Christie se quedó pensativa, entornó los ojos y apretó los labios en una fina línea.

-Bueno –dijo finalmente-, para empezar, deja de comportarte como un bebé. Si es tan malo como dices, y que conste, Barnaby Gaunt, que no estoy diciendo que me crea todo lo que dices porque siempre lo exageras todo, pero si es tan malo, solo nos queda una opción.

-¿Y cuál es? ¿Qué vamos a hacer, Christie? ¡Haré lo que sea!

-Tendremos que asesinarlo a él primero –dijo Christie.”

Con toda esta puesta en escena basada en el punto de vista de los niños solo falta que haga su aparición el villano; su aparición engaña al resto de adultos, pero no así a los niños:

“Barnaby levantó la mirada hacia el rostro de su tío, pero se detuvo a la altura de la boca, que parecía una cuchilla. No se atrevía a mirar los ojos que había tras las gafas oscuras.

Tío tenía ojos de demente.

Tío, por supuesto, lo sabía, y por eso siempre llevaba gafas oscuras.

Mientras se alejaba, Barnaby inhaló y exhaló profunda, lentamente. Tío no había cambiado en absoluto.”

En todo este cóctel maravilloso solo falta algo: lo sobrenatural, o, al menos la apariencia de ello; y curiosamente toma como referencia al sargento Coulter, que servirá para ligar toda la historia a la posible existencia de fenómenos mágicos; esto cargará al cuento de un onirismo que nos lleva a lo gótico de manera indefectible:

“Los borrachos, asesinos, falsificados o estafadores no lo perturbaban lo más mínimo, pero era pensar en ellos y se le ponía la carne de gallina.

Uno casi llegaba a creer en las leyendas sobre la luna llena, los aquelarres de las brujas, las misas negras y las balas de plata para los corazones de los hombres lobo. Los crímenes que habían cometido algunos eran casi inconcebibles, y aun así no se los podía juzgar. Encarcelados a disposición de Su Majestad. Todo aquello tenía una apariencia ligeramente medieval.”

A partir de ahí todo se desencadenará, un juego macabro de los niños (y el puma) con el tío; un juego en el que tiene que haber víctimas por lo extremo de la situación; el final, cargado de tensión, es inimaginable y crudísimo en su conclusión; el tío recuerda por su aire mítico y por su oscuridad al inolvidable protagonista de “La noche del cazador”. Hay tantos detalles cargados de protervia y sangre fría que hacen que, desde luego, sea una novela para adultos por su maldad. A veces nada es lo que parece y las situaciones extremas llevan a decisiones extremas que quizá no esperábamos.

Impresionante, no he puesto ningún texto del final, cada lector debe descubrirlo por sí mismo.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Raquel Vicedo de “Matemos al tío” de Rohan O’Grady en la edición de Impedimenta.

“Death in Venice” de Benjamin Britten en el Teatro Real. Simbiosis perfecta

Publicado inicialmente en Ópera World en este enlace.

El quejarse de los montajes escénicos es una mala costumbre adquirida, dado que habitualmente la música y el texto difieren entre sí o no tienen nada que ver entre sí.

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Afortunadamente, tenemos logros como el de Willy Decker y Wolfgang Gussmann; un montaje atemporal que no pierde su vigencia en ningún momento, sobre todo porque funciona a modo de simbiosis perfecta de música y letra, y todo ello sin tener que recurrir a montajes anacrónicos (como habría sido una típica decoración con Venecia de fondo). Funciona porque han entendido a la perfección el sentido de la obra de Britten, su testamento musical y, sobre todo vital y la escena no solo es acorde sino que refuerza lo que estamos escuchando: la subyugante música de un compositor inigualable. “Death in Venice” transcurre prácticamente como un monólogo interior en el que el protagonista, Gustav von Aschenbach, el propio Britten ni más ni menos; transcurre como un Künstlerroman literario,cuyo núcleo es la figura del artista y en la que se narra la evolución y el destino de este. El escritor descubrirá la belleza a través de los sentidos, una belleza física;  se trata como dice Willy Decker: no de una “meditación, aparece la vivencia directa y sensual, la voluntad vital de la belleza.” En su epifanía descubrirá que este anhelo por la belleza estaba siempre presente en él, pero necesita despojarse de todo lo que era para vivir esa devoción total por esa belleza personificada real y oníricamente por Tadzio, el joven polaco, uno de los personajes mudos que tan significativamente intercala Britten en la ópera. El montaje realza esta situación, el flujo de conciencia se desarrolla mediante escenas minimalistas que transcurren a la perfección, las transiciones son sutiles; se alternan coros y ballet y las entradas de una sombra que simboliza su destino final; cada escena está tan bien planeada reforzando no sólo el texto sino la fabulosa música del británico, tan rica en texturas,  desplazándose de números minimalistas hasta otros de gran densidad orquestal: en conclusión, la vivencia de una simbiosis perfecta.

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Alejo Pérez vuelve a demostrar una vez más que en sus lecturas de los autores del siglo XX y contemporáneas está mucho más cómodo que en lecturas más clásicas. Preciso en la interpretación e intentando sacar las infinitas posibilidades que le ofrece Britten aunque se queda un poco a medio camino, con buenos momentos puntuales sobre todo en la recta final, quizá su lectura adolece de algo más pasional aunque esté bien interpretada; la orquesta respondió en general bien a pesar de algún momento puntual dubitativo, especialmente reseñable es el trabajo de la percusión, que no denotó dichas dudas. En conclusión, más de “La conquista de México” que de su “Don Giovanni” lo cual agradecemos enormemente.

Es inevitable, al hablar de las óperas de Britten, pensar en Peter Pears, su actor fetiche y al que estaba unido sentimentalmente, para el que escribió particularmente estos papeles; John Daszak conformó un Gustav von Aschenbach muy cercano en la vocalidad e incluso el timbre al del británico: una voz de poca extensión pero que encarnaba a la perfección ese canto declamado que le hace característico al tenor “britteniano”; teniendo en cuenta que prácticamente no abandona la escena en ningún momento, Daszak dibujo a la perfección su papel en cuanto a la intencionalidad y evolución psicológica, mostrando trazas de gran belleza por cuanto se acercaba pasionalmente a ese momento de descubrimiento de la belleza que mencioné con anterioridad. Una interpretación muy inteligente, con buena línea de canto además de no olvidar los momentos más sensoriales. Contrariamente a esto, Leigh Melrose abusó, a veces sin medida, de lo histriónico que le ofrecía su múltiple cometido en todos los papeles que iban sucediéndose. Tampoco es que su voz ofreciese algo mejor, estentórea, destemplada, demasiado abierta, rozando en ciertos momentos la  desafinación sobre todo en notas bajas.

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La voz de Apolo del contratenor Anthony Roth Constanzo cumplió en tesitura aunque no ofreciese nada especial, correcta sin alardes. Lo mismo podemos decir de Duncan Rock en su doble cometido, aunque su voz es más adecuada para el papel; fantástica la expresividad en todo momento de Tomasz  Borczyk en el papel del mudo Tadzio, su interpretación artística (en su papel y como ballet) fue excelente y acompañó en todo momento al protagonista con muchos matices y una espléndida sensibilidad;  muy bien todos los comprimarios que aparecían en interpretación conjunta, entre ellos destacando varios cantantes españoles como Itxaro Mentxaka, Nuria García Arrés , Ruth Iniesta, Antonio Lozano y Damián del Castillo; el contraste con Melrose fue evidente ya que actuaron sin tantos excesos pero sin dejar de caracterizar adecuadamente sus papeles, especialmente las intérpretes femeninas estuvieron bastante bien en sus intervenciones. El coro, en su línea, muy bien en lo vocal, especialmente los hombres,  aunque momentos puntuales quedaron emborronados por la dicción inglesa que se podría trabajar un poco más en aras de la claridad.

Noche fabulosa, de esas donde la buena música se une indefectiblemente a lo que estás viendo; una noche, en definitiva, para disfrutar de un gran espectáculo.

Las fotos pertenecen a Javier del Real

“Hipérbole y media” de Allie Brosh. Tragicomedia (aparentemente) inocente

Allie Brosh decidió un buen día llevar a cabo la ”pésima”  idea de “escribir y dibujar cosas y colgarlas en Internet”; el resultado fue la creación de un blog extremadamente original y divertido que se hizo muy famoso, el nombre del blog era “Hipérbole y media”; en el 2013, en vista del éxito del blog decidió pasar varios de sus posts a libro con el maravilloso subtítulo: “situaciones desafortunadas, maneras equivocadas de solucionar problemas, caos y otras cosas que pasan”.

No pocas virtudes tiene el libro (y el blog) que explican el fenómeno; en primer lugar la elección del dibujo:

hiperbole

Las ilustraciones son sencillas, para nada requieren una elaboración muy grande; en pocos trazos y con un uso más bien limitado de colores transmiten una inocencia y una simplicidad que, a veces no tienen nada que ver con el texto que está mencionando.

Es fundamental el uso del humor del que hace gala, en dos vertientes, primero el que surge de la observación; Brosh en el siguiente párrafo refleja a la perfección lo que siente un niño cuando le niegan tomarse un pastel e intenta buscar la forma de comérselo por encima de cualquier prohibición:

“Me lo comí entero. Recuero que en un momento dado fui dolosamente consciente de la opresiva saturación que crecía en mi interior, pero seguí comiendo por una mezcla de tozudez y rencor. Nadie podía decirme que no me comiera el pastel entero –ni mamá, ni Santa Claus, ni Dios-, nadie. Era mi pastel y todos se podrían ir a la mierda.”

La otra vertiente es más relativa al humor absurdo, muchas veces aplicado a los consejos que da a los animales, muy en particular a los perros, a los que atribuye cualidades humanas; el siguiente caso con un perro apretando varias veces un juguete se ajusta a este patrón:

Hiperbolemedia“Apretar el juguete que pita durante tres horas seguidas mientras estás tirada en el suelo ni siquiera es técnicamente un juego, pero vosotras creéis que sí y por eso ya no podéis tener juguetes que hagan ruido.

La lección importante a extraer de este tema es que se debe practicar la moderación en todo lo que hagáis, incluso mordisquear los juguetes que al apretarlos pitan. Si sentís impulso de hacer algo muchas veces, hacedlo solo una décima parte de las veces que tenéis ganas de hacerlo.”

No se acaban aquí las excelencias de la autora, falta aquello por lo que se diferenció: el tratamiento psicológico que hizo de diferentes asuntos, por ejemplo la depresión. Su tratamiento racionalizado, mezclado con humor y la combinación con los dibujos aparentemente inocentes eran un cóctel explosivo que convertía la obra en una tierna tragicomedia ciertamente deliciosa; solo hay que ver su descripción de la depresión para rendirse ante el novedoso tratamiento empleado:

“Es muy frustrante sentirse triste sin motivo. La tristeza puede ser casi placenteramente indulgente cuando está justificada. Puedes escuchar canciones tristes e imaginar que eres el protagonista de alguna película dramática. Puedes mirar por la ventana mientras lloras y pensar: “Es todo tan triste. No puedo creer lo triste que es mi situación. Apuesto a que una recreación de mi tristeza haría que todo el público del cine acabara bañado en lágrimas.”

Pero mi tristeza carecía de propósito. Escuchar música triste e imaginarme como la protagonista de un drama me hacía sentir extraña porque no acababa de hacerme a la idea de una película en la que la protagonista está triste sin motivo.”

Incluso para ir describiendo la evolución de la depresión:

“Al principio intentaba explicarles que ya no era negatividad ni tristeza, sino más bien una niebla distante y sin sentido en la que no sientes nada por nada –ni siquiera por las cosas que amas, ni por las divertidas- y te sientes aburrida y sola de un modo horrible, pero puesto que has perdido tu habilidad para conectar con todas las cosas que habitualmente te harían sentir menos aburrida y sola, estás atrapada en el vacío aburrido, solitario y sin sentido sin nada que te distraiga de lo aburrido, solitario y sin sentido que es.” 

¡Y cómo no es tan fácil salir de ella!, es capaz de extrapolarlo a sus períodos felices de juventud y refleja su incapacidad ante esta situación:

“Pero de mayor se volvió cada vez más difícil acceder a aquel gran espacio de mi imaginación que hacía que mis juguetes fueran divertidos. Recuerdo haberlos mirado y haberme sentido frustrada y confundida porque las cosas ya no fueran como antes.”

La memoria, el recuerdo, no sirve en esta situación como refugio ni para recuperarse de la sensación depresiva. La descripción de todo el proceso depresivo es cristalina, con prosa sencilla pero demoledora en lo que cuenta.

En el capítulo dedicado a sus “Pensamientos y sentimientos” tenemos nuevos alardes de su creatividad, en este caso para definir sus reglas inconscientes:

“Tengo una serie de reglas inconscientes sobre cómo debería funcionar la realidad. No las desarrollé a propósito, y la mayoría de ellas no tienen sentido –lo que resulta preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que su objetivo es gobernar el comportamiento de la realidad-, pero existen y juegan un papel importante a la hora de determinar cómo reacciono ante las cosas que me pasan. Tan importante, de hecho, que la mayoría de mis sentimientos son una reacción al hecho de que la realidad no se ajuste a mi arbitraria lista de reglas.”

Lo que la lleva a reflejar a continuación su necesidad de sorprenderse ante lo que le ofrece la vida. Sí podemos hablar  de sinceridad a la hora de escribir, una sinceridad que te deforma y que reconoces más palpable en tu propia vida. Es esta empatización con el lector otra de las razones para su triunfo: sabe expresar inigualablemente lo que nos ha sucedido alguna vez y lo compensa con su dibujo de estética “naif”:

“Parece que paso mucho tiempo sintiéndome vagamente decepcionada por cosas que no son decepcionantes. Sin embargo, parecen decepcionantes porque siempre quiero que las cosas me impresionen o sorprendan. Me produce placer encontrar cosas excepcionales de forma inesperada. Incluso si la cosa en sí no me gusta, me sigue produciendo un subidón descubrir que algo es malo de verdad. Si estuviera herida y desangrándome, pero la cantidad de sangre fuera sorprendente, me sentiría casi animada al verla. Me gusta tanto que las cosas me impresionen que busco esa sensación activamente.”

Creo, sinceramente, que está tragicomedia aderezada con dibujos no puede dejar a nadie indiferente; te hace reír, te hace sufrir y, sobre todo, te ayuda a vivir. No hay que perdérselo.

“Al pensar en hacer buenas obras te sientes casi como si las hicieras. Disfruto de todas las buenas sensaciones sin ninguno de los inconvenientes. Es repugnante lo orgullosa que estoy de mí misma por cosas que nunca he hecho.”

¡Genial! ¿O no?

Los textos provienen de la traducción de la traducción del inglés de Joan Eloi Roca de  “Hipérbole y media” de Allie Brosh para Principal de los Libros.

Resumen Noviembre 2014. Compromisos para el siguiente mes

Es indudable que Gaddis y sus “Reconocimientos” han causado un alud en mis lecturas mensuales, he tenido que dedicarle mucho tiempo (tiempo muy valioso porque la obra lo merece) y esto ha lastrado el resto de lecturas posibles; a pesar de todo estoy bastante orgulloso de comprobar que he logrado leer nada más y nada menos que dieciséis libros, que paso a comentar brevemente, de varios de ellos tenéis la reseña anexada:

“Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos” de varios autores, no pude empezar mejor con una de estas pequeñas joyitas que saca La Felguera. No falta nada, Houdini, Valle-Inclán, fenómenos extraños y muy buen hacer.

“Carta de Lord Chandos” de Hugo Von Hofmannsthal, me recomendaron leerlo mientras escuchaba a Messiaen y similares y, en efecto, funciona a la maravilla, un maridaje excelso y enriquecedor. Me falta otra lectura por llegar de este estilo.

“¿Por qué manda Occidente… por ahora?” de Ian Morris, un pequeño dinosaurio lleno de buen hacer y muchas páginas, una premisa fabulosa, un buen desarrollo y un final un poco a destiempo, una grandísima lectura.

“Las mejores 50 arias de Verdi” de Arturo Reverter, estamos ante un libro imprescindible para todo buen aficionado a la ópera, y más particularmente a Verdi.

“La tumba” de Jim Butcher, el tercer volumen de la saga del inspector de lo paranormal da lo de costumbre y suele funcionar bastante bien, es una mezcla que a mí particularmente me encanta, lo sobrenatural y lo noir.

“Sobre la crítica literaria” de Marcel Reich-Ranicki, un clásico de la crítica alemana, una obra capital para entender el papel de la crítica ayer y hoy en día.

“Mataré a vuestros muertos” de Daniel Ausente, Daniel sabe exactamente lo que hay que hacer para crear una novela pulp hoy en día. ¡Cuánta diversión!

“El futuro del alma” de Eva Illouz, dos discursos de la marroquí que me sirven para descubrirla y comprobar nuevas posibilidades críticas. Más centradas en Estudios Culturales.

“La escuela nocturna” de Noel Ceballos, Noel deja un rato el blog y se dedica crear una conspiración en el Madrid de principios del siglo XX. Buen pulp.

“Una bala para Dios y otra para el Diablo” de Guillermo Zapata, una historia que podría haber firmado perfectamente Joss Whedon para su Buffy.

“La glándula de Ícaro” de Anna Starobinets, nueva remesa de relatos de la rusa que vuelve a la senda de la magnífica “Una edad difícil”, ciencia ficción y terror, mezclados con todas las obsesiones habituales de la escritora. Una recopilación fantástica.

“El caballero” de Jim Butcher, la cuarta entrega se acerca al ideal del trabajo, evolución de los personajes, un aprovechamiento de cada una de las subtramas, la aparición del mundo de las hadas y acción a raudales. De lo mejor de la serie.

“Máscaras de muerte” de Jim Butcher, cierta relajación pero manteniendo el entretenimiento habitual.

“Clases de baile para mayores” de Bohumil Hrabal, pequeña delicia que nos trae Nórdica para que conozcamos al escritor checo. Funciona muy bien casi desde cualquier perspectiva: estilo, fondo y humor.

“Antología de relatos japoneses. Tres maestros de la literatura” de Varios autores, recopilación de relatos de Ryūnosuke Akutagawa, Kenji Miyazawa y Osamu Dazai, tres clásicos japoneses con diferentes temáticas aunque la perspectiva fantástica está muy presente. Me encanta todas estas cositas que saca esta editorial.

“Lobezno Origen” de Paul Jenkins y Andy Kubert, relectura que vuelve a demostrar que, si quitamos el dibujo de Kubert y ese entintado… nos queda una historia más bien floja, a pesar de alguna sorpresa interesante.

No puede faltar la foto de compras de la última vez que fui a ver a mi insigne librero.

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Y este mes voy a intentar algo distinto, es una prueba piloto para ver si podré realizarlo el año que viene en el que ya tengo claro que quiero centrarme más en mi proyecto literario y en novela negra/terror. Voy a poner una foto tentativa de los libros que pretendo leerme el siguiente mes. Me vais a poder regañar si no lo cumplo, aunque es cierto que se puede romper por mil motivos. De hecho este mes… la extensión del Gaddis ha causado un retraso que será difícil de cumplir, veremos si es posible.

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¿Qué os parece la tentativa? ¿Me he pasado? ¿Os gusta la selección? Creo que me ha salido bastante equilibrada. Ya aviso que me estoy retrasando un poco para empezar el mes…. 😉

“Sobre la crítica literaria” de Marcel Reich-Ranicki. Crítica de ayer, crítica de hoy

elm_reich_cubdilve_a6913fa30a5b824197b37e49adeeb953Pequeños libros, en ocasiones, pueden encerrar grandes tesoros. Tal es el caso de “Sobre la crítica literaria”, el ensayo del crítico polaco Marcel Reich-Ranicki (1920- 2013) que se acaba de publicar recogiendo sus reflexiones sobre la crítica literaria alemana; para los que no le conozcan, en una de las solapas del libro editado por Elba aclara su figura: “destacado crítico literario y escritor de origen judeo-polaco y superviviente del gueto de Varsovia, era conocido como “el Papa de la literatura alemana”. Fue durante varios años director de las páginas literarias del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, aunque su mayor influencia la logró desde el programa de televisión El cuarteto literario, con el que contribuyó a impulsar el éxito internacional de escritores como Javier Marías o Cees Nooteboom.

Los juicios de Reich-Ranicki eran temidos por editores y escritores, y cuando se trataba de escritores consagrados, como Günter Grass o Martin Walwe, solían desatar grandes polémicas.”

En cuanto al contenido que podemos encontrar, los propios editores nos lo indican en una nota:

“El presente ensayo fue escrito en 1970 como introducción a una antología de críticas de Marcel Reich-Ranicki titulada Latuer Verrisse (algo así como Críticas demoledoras y nada más). Dicho libro reunía reseñas y ensayos acerca de Günter Eich, Hans Magnus Enzensberger, Günter Grass, Peter Härtling, Günter Kunert, Anna Seghers, Martin Walser y Peter Weiss, entre otros autores. […] Únicamente se han suprimido los dos primeros párrafos, que concernían a la selección y al objeto del volumen Lauter Verrisse.”

Este ensayo viene complementado por otro pequeño ensayo que relaciona “Crítica y negatividad” al respecto de la labor de Reich-Ranicki a cargo de Ignacio Echeverría que, siendo interesante, no me voy a detener en él. Bastante podemos desgranar del primero; llama a la relectura con locura, sobre todo para aquellos que, como yo, nos hemos introducido humildemente en dichas sendas.

En los primeros apartados Reich-Ranicki se centra especialmente en las particularidades de la crítica alemana; relacionándola con el contexto histórico: la unificación alemana ahonda en la visión ciertamente negativa que se le otorga a los críticos literarios:

“[…] dicha hostilidad fue aún en aumento porque “el trauma de la unidad y la unificación alemanas […] advierte debilidad en aquella pluralidad que conduce a la formación de la voluntad democrática. Quien critica viola el tabú de la unidad, que tiende a la organización totalitaria. El crítico se divide y se convierte, en la retórica totalitaria, en un disidente.”

Más específica aún es la semántica asociada a la palabra ‘criticar’ en Alemania; es imposible que, en este caso, se acerque al significado mucho más extendido (y a veces constructivo) que pueda tener dicho término:

“Porque, al contrario de lo que ocurre en las principales lenguas europeas, en alemán la palabra criticar no significa por lo común ‘discernir, examinar, analizar evaluar o dictaminar’, sino que tiene un sentido exclusivamente peyorativo o, cuando menos, un tono inequívocamente despectivo. Se confunde “evaluar” con “devaluar”, y “emitir un juicio”, con “dictar una condena.”

De ahí que críticos como Lessing (y el propio Reich-Ranicki) hayan tenido que hacer apología de dicha labor desde tiempos bien lejanos; un reconocimiento mucho más difícil en un país como el germano:

“Es razonable que Lessing se viera obligado a hacer un firme alegato en favor de la crítica como institución, a defenderla y a luchar por su reconocimiento. Más curioso y digno de atención, no obstante, parece la circunstancia de que, al cabo de los siglos, también en este sentido su figura siga siendo ejemplar: y es que la historia de la crítica literaria alemana es la historia de la lucha por su reconocimiento.”

A partir de entonces, aunque las conclusiones las aplique a su contexto, ciertamente podemos extenderlas a nuestra situación, claro que con una diferencia primordial, la crítica y la labor crítica, en general, han sido mucho más tenidas en cuenta en aquel país que en el nuestro y no debemos perder dicha perspectiva;  el polaco no duda en transitar uno de los lugares comunes de la crítica, “languidece y se consume”; posiblemente ahora lo vería incluso peor, pero no debemos olvidar que este discurso se lleva repitiendo desde siempre:

“La crítica literaria alemana es mala. Atraviesa por una grave crisis, languidece y se consume lentamente. Su estado deplorable es manifiesto; su declive, aterrador; su nivel, tan bajo que resulta ya imposible de disimular. Eso es al menos lo que se dice hoy. Pero ¿sólo hoy?”

Lo bueno de partir de este lugar común es que luego da las causas que originan esa percepción negativa. Una de estas causas viene parafraseada por el polaco de la tesis de Georg Lukács:

“Georg Lukács, el cual, después de un montón de consideraciones complicadas y eruditas, desconcierta a los lectores de su tratado sobre “El escritor y la crítica” con una tesis tan simple como iluminadora, a saber: “En general, para el escritor una “buena” crítica es aquella que lo elogia a él o censura a sus rivales; una “mala” crítica, la que le reprocha algo a él o favorece a sus rivales.”

Esto es tan real como la vida misma y lo he vivido en mis carnes…. sobre todo cuando hago una crítica negativa; afortunadamente, Reich-Ranicki toca todos los palos y descarga responsabilidad al referirse a la posible subjetividad que pueda tener el crítico:

“Puesto que “no existe ninguna ciencia que enseñe a juzgar de manera puramente objetiva y universal”, la crítica, de acuerdo con su esencia, está necesariamente obligada a ser individual y a contener siempre un elemento subjetivo.”

Es inevitable que existan elementos subjetivos, que los haya no restan validez a dicha crítica; si es negativo sin embargo que una crítica resulte oscura, deliberadamente complicada o no entendible; este alegato por el análisis y la claridad es todo un manifiesto sobre cómo hacer crítica literaria, sobre todo si le sumamos otra idea que usa a continuación:

“Pero allí donde se prefiere el crepúsculo y lo misterioso a la claridad y la templanza, allí donde se confía más en el conjuro que en el análisis, allí donde se aprecia sobre todo a los pensadores cuando escriben poesía, y a los poetas cuando no piensan, allí donde, por otra parte, existe una obstinada debilidad por los abstruso y lo confuso, por cuando es profundo o, mejor dicho, por cuanto parece profundo, es evidente que no puede haber lugar para la crítica, allí la crítica no puede por menos de parecer algo molesto e indecente.”

Esta segunda idea que, junto a lo anterior, suponen mi ideal de crítico, tiene que ver con el carácter pedagógico:

“Y de la socorrida comparación del crítico con un pedante que se dedica a dar lecciones –lo cual, ya puestos, no es lo peor que puede ocurrirle a un crítico-, sólo se libran, por lo que veo, aquellos que prefieren evitar la valoración o bien, por el contrario, cifrar de tal modo los juicios de valor que el desciframiento en sí entraña ya un arte específico. Anotemos de pasada que toda crítica, abierta o camuflada, alberga también por supuesto una intención pedagógica. Forma parte del oficio desde tiempos inmemoriales.”

Sorprende mucho esto si tenemos en cuenta que el escritor fue bien conocido por sus juicios ciertamente demoledores, incluso en el caso de los consagrados; no exime de error a un crítico, más bien defiende el derecho a equivocarse, poniéndolo por encima de una de las peores plagas de la labor crítica: el elogio entre escritores realizando “aparentes labores críticas”:

“Los errores de la crítica”, escribió en 1755 Nicolai, “no son ni de lejos tan dañinos como los elogios que se prodigan los autores entre ellos”.

El mismo mal objetan los críticos antes mencionados a la crítica literaria de nuestro siglo. Tucholsky habla indignado y con desdén de las “sociedades de seguros mutuos del elogio”. Musil se queja en 1933 de que “se ha dejado la crítica de libros en manos de gran parte de literatos que se elogian entre sí.”

Esto, como podéis comprobar se sigue produciendo hoy en día, si le sumamos la afinidad de ciertos periódicos a según qué publicaciones, estamos hablando, ni más ni menos, de nuestra situación crítica.

Habida cuenta de la importancia cada vez menor de un crítico literario en la actualidad; lo único que le queda al crítico es una pequeña capacidad de influencia de que ya era consciente el propio Reich-Ranicki.

“Existe la costumbre de culpar a los críticos de asesinatos literarios. Pero deberíamos guardarnos de considerar asesinos a aquellos entre cuyas obligaciones figuran diagnosticar epidemias y expedir partidas de defunción. Pero promover o impedir la circulación de bestsellers no atañe al crítico (eso es competencia de otro gremio): el crítico sólo está en situación de alentar y suscitar, de favorecer y acelerar y, por supuesto, también de impedir procesos de comprensión y descubrimientos.”

Cada vez que un lector de mi blog me dice que ha leído a un autor por mí, siento que esta pequeña influencia ha conseguido algo grande; gracias a ello, a lo mejor hay algún lector más de Joyce Carol Oates o de Thomas Pynchon y me siento totalmente realizado en mi pequeño ámbito. No puedo estar más de acuerdo con el polaco.

“Ojalá este libro se entienda como una aportación al debate sobre la literatura y la crítica alemanas de estos años, y como una defensa de aquella negación detrás de la cual no se esconde más que una afirmación rotunda, tal vez incluso apasionada.”

Esta última frase, con la que se cierra el ensayo, refleja la simple pretensión de un clarividente Marcel Reich-Ranicki;  el texto funciona como apología de la crítica en general y, al mismo tiempo, refleja una situación histórica en particular, la alemana; pero, sobre todo, nos hallamos ante un texto indispensable sobre la labor de la crítica en la sociedad.

Los textos provienen de la traducción de Juan de Sola de  “Sobre la crítica literaria” de Marcel Reich-Renicki  editado por Elba.