Resumen Noviembre 2015. En “La Sombra”

Este mes ha sido un poco atípico, tanto en lo lector como en la actividad del blog. En lo lector siempre tengo una ligera crisis cuando estoy llegando al final del reto (que he cumplido); este mes, de hecho, ha sido el mes que menos libros he leído, es curioso. En cuanto al blog , intento compaginar mis incursiones en Canino  con él, y cuesta, como ya os comenté en este post . Espero poder normalizarlo de cara al año que viene y mi proyecto de mujeres .Una vez explicado esto pasemos a las lecturas, al final este mes me he quedado en doce libros solamente:

Qué vemos cuando leemos de Peter Mendelsund, un libro ensayo en el que predomina la presentación gráfica del ilustrador de una serie de ideas que, ciertamente, funcionan muy bien a la hora de representar de una manera ilustrativa las verdaderas sensaciones que tiene un lector al dedicarse al proceso de la lectura. Derriba típicos mitos asociados al proceso y abre un poco los ojos sobre lo “borroso” que puede llegar a ser. Una lectura muy recomendable.

El cantante de góspel de Harry Crews, inmensa macarrada con sentido la de Crews  en la que fue su novela debut y que ha constituido mi bautismo de fuego del autor. Una historia mesiánica que adquiere proporciones épicas en el final y en la que no falta el buen humor al entrelazar un cantante de góspel con un circo de freaks y un pueblo de paletos supersticiosos del medio oeste norteamericano. Un cóctel explosivo que pretende reflejar de alguna manera la sociedad norteamericana y su desintegración de una manera como mínimo jocosa y que consigue la leas sin aparente esfuerzo. Un hasta pronto en toda la regla.

Fantasma de Jo Nesbo, desde que Penguin Random House adquirió los derechos del noruego, hay que reconocer que se ha puesto las pilas; ha recuperado los dos primeros libros del autor y ha publicado, al mismo tiempo, los dos nuevos que quedaban en el tintero y, todo ello, en prácticamente dos años. Si bien El leopardo no parecía un buen punto de partida de cara al futuro de Harry Hole, este Fantasma ha conseguido convencerme por motivos distintos a los que hicieron que me aficionara a Nesbo; a nuestro Harry le sienta bien estar en Noruega, es esa pequeña frontera que define también el alcance del género: pasar de un thriller a algo más contenido, un policíaco más habitual; a esta entrega le favorece que  vuelva al terreno personal pero añadido a la trama policíaca y más en la figura de Oleg. Le sienta aún mejor lo cerrada que es la parte final sin que recurra a varios golpes de efecto con falsos culpables, más bien consigue dividirlo en pequeños misterios que va desvelando uno a uno hasta el último giro. Curiosamente, da la impresión de estar más cohesionada que alguna de las anteriores novelas. No me olvido del cliffhanger, evidentemente te deja con ganas de coger el siguiente libro cuanto antes para saber cómo continuará. 

Fulgor de Manuel Loureiro, Loureiro nunca ha sido un escritor muy creativo, se caracteriza más bien por utilizar temas que ya han funcionado y dotarles de su propia cohesión además de ser, particularmente un buen narrador de escenas de acción; en su nueva novela, Fulgor utiliza muchas ideas de otros, pero especialmente de Stephen King, también es cierto que la idea  principal (esas auras) lo ha cogido de Insomnia, libro que precisamente no es de los más famosos, pero no dudé en identificarlo así como las referencias a Carrie o Dreamcatcher, no es desdeñable pensar en la saga de Star Wars o en los X-men por algunos hechos que suceden. Sin embargo, y más allá de estas referencias, el gallego escoge como protagonista a una mujer (muy bien caracterizada) y eso ya es de agradecer entre tanto “macho” dominante y consigue montar una trama que bebe de las fuentes del giallo en su inicio y se convierte en un thriller apocalíptico donde se aborda la eterna lucha del bien y del mal. El resultado es más homogéneo de lo esperado y consigue que se lea en un santiamén obteniendo una novela para momentos de expansión bastante apetecible.

Voces de Chernóbil de Svetlana Alexievich, tenía durante mucho tiempo guardado el libro de la reciente premio nobel de literatura. Mal hecho, como explico con claridad en el enlace del título.

La música del siglo XIX de Carl Dahlhaus, buen material, fatal edición, la acumulación de letras no deja respiro al lector que siente que se agobia en cada paso de página. Lástima porque el material es muy bueno aunque ligeramente denso. No es para aficionados sino para un público más especializado y con unos conocimientos de música avanzados.

Zeroville de Steven Erickson, todo un sorpresón, disfrutable por cualquier lector pero especialmente recomendado para cinéfilos. Me extenderé más con él más adelante. No sé si aquí o posiblemente en otro medio. 

Los hechos de Philip Roth, Roth se lo pasaba bomba con sus lectores, pero seguro que la mayoría no pillaron sus intenciones. Dándole un nuevo sentido al narrador poco fiable y traicionero como en este caso. Me extenderé más adelante.

Internet Safari de Noel Ceballos,  se me antoja muy necesario leer este libro y más en tiempos como los actuales. Conseguir sintetizar (de esta manera) un mastodonte como internet y las redes sociales, es digno de todo mi elogio y reverencia. En breve hablaré mucho más sobre él en una crítica en condiciones.

Medallones  de Zofia Nalkowska, llegué a la polaca por recomendación de un gran lector y a raíz de la lectura de Voces de Chernóbil; y, en efecto, tiene todo el sentido del mundo unir estas dos lecturas en un post que prepararé más adelante. Gran libro, más lírico en sus formas que la bielorrusa a pesar de partir de un mismo tipo de material.

Ojo de Halcón: Río Bravo  de Matt Fraction y David Aja, el mayor problema de este TPB es la irregularidad. Así como las historias de Aja y Fraction funcionan a la perfección, esta simbiosis no es tan patente en el caso de Annie Wu, de hecho, incluso el tono no parece adecuado, y el contraste con las otras es tan evidente que no acaba de cuadrar con lo mostrado. Aun así siguen siendo buenas historias de aventuras no explícitamente super heroicas.

Revival  de Stephen King, King hoy puede hacer lo que quiera,  y lo está aprovechando para escribir de casi cualquier tema que le guste. Se nota que su estilo es mejor que nunca y juega con el resto de variables y nosotros nos congratulemos aunque no se dedique al terror propiamente dicho. Más información pondré más adelante.

Y este mes hay novedades, vuelvo a poner compras ya que, por fin, ha abierto “La Sombra”, como podéis ver en el post que adjunto y donde tenéis toda la información necesaria para pasaros por allí:

Compras_Noviembre

De la foto os podéis imaginar que varios van a caer en diciembre, tengo claro que me encanta acabar el año con un nuevo Coover, ese Pinocho en Venecia va a ser fijo, el resto no lo tengo tan claro. Tendréis que esperar hasta el resumen de diciembre. O casi ya al fin del año.. que ya se acerca.

¿Tenéis elegidos vuestros favoritos del año? Yo tengo varios pero hay que esperar hasta el último día para confeccionar la lista definitiva.

¡Buenas lecturas!

H de Halcón de Helen MacDonald. Intimismo conmovedor

halcon_spa_provDecía una “crítica” (de esas tan de moda) que tenía esperanza en la humanidad porque aparecían entre los más vendidos los últimos libros de Franzen y Mendoza. No puedo estar más en desacuerdo con ella, si esto es lo que más vende (del resto ni mentarlos) estamos en la misma situación de siempre. Yo me sentiría más esperanzado si aparecieran Los desafortunados de B.S. Johnson  o el libro que os traigo hoy: H de Halcón de Helen MacDonald.

No digo que sean malos libros, pero, desgraciadamente redundan en un aspecto que considero bastante pernicioso: lo banal de la socialización lectora. No son pocas las iniciativas que salen al respecto, siempre tengo sentimientos encontrados con ellas. Utilizaré el ejemplo de los clubes de lectura, que animan a leer pero que tienden a homogeneizar las obras escogiéndolas compatibles con todos los integrantes. El problema, en mi opinión, surge con el propio hecho de leer; considero que la lectura es una actividad individual que origina sensaciones individuales que depende, en gran medida, del fondo lector de cada persona y del momento personal de cada uno. Cada persona lee y siente de una manera diferente un libro y eso no es unificable en un club de lectura. Lo habitual es que deriven en una opinión generalizada y, de esta manera, se tiende a elegir lecturas que sean fácilmente socializables.

El marketing descomunal realizado con ellos causa el que se conviertan en elecciones corrientes, puesto que te ofrece la oportunidad de comentarlo con otros lectores,  por estar a la última, y el ruido que llevan per se enmascara propuestas más intimistas y arriesgadas como es el caso de los dos que comentaba: dos experiencias vitales, narradas de formas distintas, y que reflejan cómo afrontar la muerte. No descarto que su problema, posiblemente, sea el temor que lleva ímplicitamente afrontar la muerte, pero no es desdeñable el enmascaramiento  que producen los “bocinazos” de los bestsellers.

Helen MacDonald (1970) es escritora, poeta, ilustradora, historiadora y profesora del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Cambridge y fue la creadora de este H de Halcón, que ganó el año pasado el premio más importante de obras de no ficción anglosajonas: el premio Samuel Johnson. Al hilo del anuncio del ganador en este artículo del Guardian uno de los jueces comentaba al respecto dos temas que me gustaría mencionar: 

“It is very extraordinary because some people call it a wildlife book but of course it is much more than that. It’s a memoir of mourning, a history of falconry, and has this wonderful special vocabulary of falconry. The book is interesting linguistically and interesting technically. Helen describes the process of training a hawk so vividly, you are right there with her. At one point she talks about holding the hawk Mabel and says she can feel her heart had synchronised its beating with the heart of the terrified hawk. It is wonderful.”

“It is certainly a very unusual book,” she said. “As part of the judging process we each made a pitch for our top books, and it was very quickly apparent that Helen’s book was coming out above all the others. It just fitted every criteria we were looking for – everything from originality and beauty of writing and even considerations such as, ‘if you had one book to give a friend which would it be?’, and ‘which book do you think will still be read in 20 years’ time?’”

helen-macdonaldEn el primer párrafo se comenta  la mezcla de géneros, recordemos que trata de la historia autobiográfica de la autora que, a la muerte de su padre, decide adiestrar un azor y esto le sirve para superar la situación. Tal premisa esconde el relato de la propia autora y de su relación con su padre, el adiestramiento del halcón y la historia de un fracaso: el adiestramiento paralelo del escritor T. H. White. A pesar de la aparente simpleza inicial el relato es rico en vocabulario y técnicas empleadas sin olvidar un lirismo subyugador.

El segundo párrafo trae a colación su “inusual” propuesta como elemento diferenciador y, sobre todo, dos preguntas que me encantan y las que respondería afirmativamente. Sí lo recomendaría a un amigo y estoy seguro que seguirá leyéndose dentro de veinte años.

Esta extensa introducción me sirve para iniciaros en algunos de los diversos textos de la obra que me ayudarán a realizar un pequeño análisis (de las muchas posibilidades que ofrece).

Dos recuerdos sirven para que MacDonald plantee la situación. Ambos recuerdos anidan su subconsciente con la imagen de su padre y con su actuación futura. En el primero de ellos se reproduce una imagen de su infancia: la visualización de un gavilán con su padre al lado:

“Un gavilán, ligero como un juguete de madera de balsa y papel maché, pasó como un rayo a la altura de mi rodilla, planeando sobre unas zarzas y luego perdiéndose entre los árboles. Lo miré alejarse, ensimismada en rememoraciones. Este recuerdo era incandescente, irresistible. El aire olía a resina de pino y al vinagre alquitranado de las hormigas rojas de la madera. Mis pequeños dedos de niña aferraban la cadena de plástico de unos prismáticos de Alemania oriental que colgaban, pesados, de mi cuello. Me aburría. Tenía nueve años. Papá estaba de pie a mi lado. Buscábamos gavilanes. Anidaban, y esa tarde de julio esperábamos el tipo de avistamiento que a menudo nos ofrecían: un emerger como de submarino entre las copas de los pinos al alejarse; un atisbo de ojo amarillo; un pecho barrado contra las agujas de pino en movimiento o una rápida silueta recortada contra el cielo de Surrey.”

El segundo, más unido a lo que sentía estando con su padre, tiene que ver con una enseñanza, el cómo, cuando tienes muchas ganas de que algo se produzca, debes esperar, tener paciencia hasta que ese hecho ocurra. Aprender la virtud de la paciencia.

“Pero cuando tienes nueve años, no se te da bien esperar. Yo golpeaba la base de la valla con mis botas de goma. Me movía y distraía. Suspiré. Me colgué de la valla agarrándola con los dedos. Y entonces, mi padre me miró, entre exasperado y divertido, y me explicó una cosa. Me explicó la paciencia. Dijo que lo más importante de todo lo que tenía que recordar era lo siguiente: que cuando tenías muchas ganas de ver algo, en ocasiones lo que tenías que hacer era quedarte muy quieta en el mismo sitio, recordar lo mucho que querías verlo, y tener paciencia.”

Dos ingredientes que son recordados sin sentimentalismo pero que establecerán su modo de actuar, sobre todo tras una situación que no termina de normalizarse; en el siguiente párrafo consigue reflejarlo de manera muy poética, en el final aparece la salida… el azor, en lontananza:

“Terminaba julio y me había convencido a mí misma de que había vuelto a la normalidad. Pero el mundo a mi alrededor era muy extraño. La luz que llenaba mi casa era profunda y lívida, mitad magnolia, mitad agua de lluvia. Las cosas reposaban bañadas en ella, oscuras y muy quietas. En ocasiones sentía como si estuviera viviendo en una casa en el fondo del mar. Había presiones imperceptibles. Goteos en las cañerías. Me sobresaltaba el sonido de mi propia respiración. Había algo más allí, algo junto a mí que no podía ni ver ni tocar, una cosa a una fracción de milímetro de mi piel, algo que estaba inmensamente mal y hacía que la distancia que me separaba de los familiares objetos de mi casa fuera infinita. Lo ignoré. Estoy bien, me dije a mí misma. Estoy perfectamente. Y caminaba y trabajaba y limpiaba y hacía té y limpiaba la casa y cocinaba y comía y escribía. Pero por la noche, cuando la lluvia marcaba puntos de luz anaranjada contra los cristales, soñaba con el azor deslizándose entre el aire húmedo  a otro lugar. Y quería seguirlo.”

Me encantan los paralelismos que va estableciendo en el libro con la vida y obra del escritor británico T. H.White; es la historia de un fracaso (no consigue el adiestramiento)  que le ayuda a la escritora a solucionar sus propias dificultades, en el siguiente texto se refleja la soledad del autor expresada en esa incapacidad de enamorarse que le lleva a hacerlo de alguien que no le haga daño. Macdonald escogerá otro camino, más doloroso, con el adiestramiento del azor:

“En England have my bones, White escribió una de las frases más tristes que he leído jamás: “Enamorarse es una experiencia desoladora, excepto cuando uno se enamora de un paisaje.” No podía concebir un amor humano correspondido. Tuvo que desplazar sus deseos hacia el paisaje, esa gran tabla rasa que no puede devolverte el amor que le das, pero tampoco hacerte daño.”

La presentación del azor es impactante, si tomamos el referente en inglés:

“a conjuring trick. A reptile. A fallen angel. A griffon from the pages of an illuminated bestiary. Something bright and distant, like gold falling through water.”

La traducción (nada mal realizada) expresa a la perfección esa mezcla de magia, mitología y violencia:

“Es un truco de magia. Un reptil. Un ángel caído. Un grifo sacado de las páginas de un bestiario medieval iluminado. Algo resplandeciente y lejano, como oro hundiéndose en el agua. Una marioneta rota de alas, patas y plumas empapadas de luz. Lleva pihuelas, y el hombre las tiene sujetas. Durante un horrible y largo momento está colgada boca abajo, con las alas abiertas, como un pavo en una carnicería, solo que tiene la cabeza vuelta hacia arriba y está viendo más de lo que ha visto en toda su corta existencia. Su mundo era su criadero, que no era mayor que el salón de una casa. Y luego fue una caja. Pero ahora es esto; y puede verlo todo; la fuente de la luz que reflejan las olas, un cormorán que se sumerge a unos cien metros; motas de pigmento encerado en las filas de coches aparcados; colinas lejanas y los brezos que las cubren y kilómetros y kilómetros de cielo, donde el sol se alza sobre polvo y agua y transitan formas ilegibles que son restos blancos de gaviotas. Todo boca abajo y recién estampado en su totalmente conmocionado cerebro.”

0303_mabel-goshawkHasta la elección del nombre del azor cobra, en las palabras de la escritora una indudable subyugación poética, la dicotomía amabilidad-ferocidad se revela como indispensable en la relación con el azor:

“Y allí sentada, mientras doy de comer pedacitos de carne a mi azor, su nombre aparece en mi cabeza. Mabel. De amabilis, que significa adorable o querida. Un nombre antiguo, un poco ridículo, un nombre pasado de moda. Un nombre que tiene reminiscencias de abuela: de antimacasares y té a las cinco. Existe entre los cetreros la superstición de que la habilidad de un halcón es inversamente proporcional a la ferocidad de su nombre.”

El camino más sencillo, y habitual habría sido establecer paralelismos continuos de su relación con el ave rapaz y compararlos con la relación con su padre, otros libros del estilo suelen utilizar esta representación metáforica y es lo más cómodo, lo que espera el lector. Sin embargo, MacDonald establece una dinámica realmente distinta; la trama principal (adiestrar el halcón) solo tiene paralelismo con la historia fallida de White y aprovecha, en momentos específicos, para hacer algún apunte específico que le lleve a su padre; el efecto es que consigue imbuirnos en un mundo sin igual que trata sobre temas abstractos, el vocabulario de la cetrería se une a esta técnica para conseguir un efecto demoledor para el lector que siente como ella cada paso en el duro camino de adiestramiento del azor:

“No estaba adiestrando a un azor porque deseara sentirme especial. No quería que el azor me hiciera sentir que era mi derecho campar por las tierras de mis antepasados más antiguos. No tenía tiempo para la historia, nada de tiempo. Estaba adiestrando al azor para hacer que todo desapareciera.”

Esa desaparición del resto de circunstancias enfoca al lector de tal forma que vivimos cada momento como si nosotros mismos estuviéramos adiestrándolo; el siguiente párrafo lo expresa a la perfección (la comparación con los daimonion de los libros de Pullman es muy pertienente):

“Temía que se desviase, presa de un súbito pavor, y se alejase volando. Pero el batir de sus alas lo llevó directamente a mí, y el golpe de sus fuertes garras aferrando el guante fue un milagro. Siempre era un milagro. Escojo estar aquí, quería decir. No me importa el aire, ni los bosques ni los campos. No había mejor bálsamo para mi dolorido corazón que el retorno de mi azor. Pero ahora ya era muy difícil distinguir entre mi corazón y el azor. Cuando estaba posado a casi veinte metros de distancia en el campo deportivo, parte de mí estaba posada con él, como si alguien hubiera tomado mi corazón y lo hubiera movido a esa distancia. Me recordó a la saga de fantasías infantiles de Philip Pullman Sus materiales oscuros, en la que cada persona tiene un daimonion, un animal que es una manifestación visible de su alma y que la acompaña a todas partes. Cuando alguien se separa de su daimonion, siente dolor. Ese era un universo muy cercano al mío. Me sentía incompleta a menos que el azor estuviera posado en mi guante: formábamos parte el uno de la otra. El duelo y el azor habían conspirado para crear esta situación extraña. Confiaba en que volaría hasta mí tan sencilla y completamente como confiaba en que la gravedad haría caer las cosas. Y tan enraizada estaba la sensación de que el azor volando hacia mí era parte del funcionamiento del mundo que cuando las cosas salían mal, todo el mundo iba mal con ellas.”

En ese orden de cosas, es fascinante cada descripción que realiza del azor, como la del siguiente párrafo; la presencia del azor en su vida la ayuda a vivir el presente (“carpe diem”) y lo emparenta con el fenómeno abstracto que es la muerte; la magia de estar unida al azor, como si fueran uno, afrontando la muerte:

”Hasta la última partícula de su cuerpo hervía de vida, como si desde la distancia pudieras ver emergiendo de él una columna de vapor, que se arremolinara y ascendiera haciendo que todo cuando lo rodeaba estuviera ligeramente borroso, de modo que él destacara todavía más en todo su feroz y corpóreo detalle. El azor era un fuego que consumía mis penas. En él no cabía arrepentimiento ni duelo. Ni pasado ni futuro. Vivía solo en el presente, y ese era mi refugio. Huía de la muerte sobre sus alas rayadas y batientes. Pero había olvidado que el acertijo que era la muerte estaba también inmerso en el azor, y que yo estaba inmersa en él.”

Y gracias a esta simbiosis, específicamente, le sirve para superar el duelo por su padre, el azor, finalmente se convierte en el vehículo para dicha superación:

“Y esa parte de mí había esperado, también, que en algún lugar en ese otro mundo estuviera mi padre. Su muerte había sido tan súbita. No había habido tiempo para prepararse, no había tenido ningún sentido. Tenía que estar perdido. Tenía que estar ahí fuera, en algún lugar del espeso bosque, con todo y todas las demás personas perdidas y muertas. Ahora sé lo que significaban aquellos sueños de la primavera en los que el azor atravesaba una rendija en el aire y entraba en otro mundo. Había querido volar con el azor para encontrar a mi padre, para encontrarlo y traerlo de vuelta a casa.”

Siempre que leo a Ted Hughes, sus poemas sobre la naturaleza, tengo la sensación de estar ante un impulso violento que se mezcla extrañamente con un lirismo conmovedor; cada verso está cargado de una fuerza violenta que sobresalta y embriaga al mismo tiempo; en el caso de MacDonald he llegado a esa misma sensación, “convivir con lo salvaje” es posible al mismo tiempo que emocionarte con un lirismo exacerbado:

“Fue la caza más salvaje que nunca he visto. Sentada junto a la ventana viendo correr el agua del río, empiezo a preguntarme si el hogar puede estar en cualquier parte, igual que lo salvaje puede encontrarse en su más rotunda expresión en un patio trasero de una casa en una calle residencial, e igual que un gavilán puede convertir un columpio en una atalaya de caza más útil que otra en un pino lejano. Maine me ha dado una familia para la Navidad y me ha mostrado que un ave de presa puede formar parte de ella. Me ha demostrado que se puede convivir con lo salvaje. Que puedes traer lo salvaje a casa contigo.”

Como decía al principio, este es un tipo de libro que recomendaré siempre; puede que no entres en él, pero si entras, posiblemente te encontrarás con una obra única:

“No es un duque, un cardenal, un jeroglífico o una bestia mitológica, pero ahora Mabel es más que un azor. Me parece un espíritu protector. Mi pequeña diosa del hogar. Algunas cosas pasan solo una o dos veces en toda la vida. El mundo está lleno de señales y maravillas que vienen y se van, y si tienes suerte puede que vivas para verlas. A mí me había parecido el fin del mundo, pero mi azor me había salvado otra vez, y el miedo se había desvanecido.”

Parafraseando a la autora, hay muchas señales que vienen y se van, espero que tengas la suerte descubrir la sublimidad de una obra inolvidable, irrepetible.

Los textos provienen de la traducción de Joan Eloi Roca de H de Halcón de Helen Macdonald para la editorial Ático de los libros.

Mis andanzas Caninas

Cubierta_NiñaGordaTenía la obligación de realizar este post para los seguidores habituales. Aunque aparezcan textos míos con menos frecuencia, sigo escribiendo, de hecho más que nunca, tengo varias cosas pendientes y van saliendo colaboraciones; aprovecho entonces este hueco para poneros a continuación todo lo que ha ido saliendo en www.caninomag.es ,el otro sitio donde estoy escribiendo con frecuencia:

El tipo de colaboraciones que hago allí tiene dos vertientes: por un lado mis posts individuales referentes a literatura; en segundo lugar aquellos posts colectivos donde aporto mi punto de vista para temas diversos relacionados con cine, literatura, televisión, etc…

En el primer caso han salido los siguientes:

7 Novelas policíacas de 2015 que no has leído (y deberías).

Tridente de terror: un trío de escritores que dan mucho miedo.

“La niña gorda y otros relatos inquietantes”: La turbación como letimotiv.

“La furia”: Hardboiled coral en la Irlanda contemporánea.

La furiaEn el segundo caso, he participado en los siguientes artículos colectivos dando una aportación en todos ellos:

Discos que amamos después de haberlos odiado.

¿Cuándo empezó la edad de oro de las series?.

¿Cuál es la mejor secuencia de ‘Regreso al futuro’?

(Canino Halloween) ¿Cuáles son las películas de terror más inquietantes?

(Canino Halloween) Nuestros tebeos de terror favoritos.

(Canino Halloween) Lecturas diabólicas y libros del miedo.

(Canino Halloween) Nuestros terrores intransferibles.

Clásicos literarios sobrevalorados.

El mejor cine dentro del cine.

Como podéis ver, la cosa marcha. Arriba tenéis los enlaces a los artículos y podéis echarles un vistazo. El resto, como siempre, siguen apareciendo aquí y en Ópera World. Cada cierto tiempo haré un recopilatorio para que no se os escape nada.

¡Buenas lecturas!

Fajas Noviembre 2015. En la senda

Después de un mes tan difícil como ha sido octubre me lanzó sobre Noviembre donde, por lo menos, espero encontrar de nuevo ritmo para mis variadas publicaciones. No puede faltar esta sección en la que sigo analizando las fajas, ese festival del humor al que nos someten las editoriales consciente e inconscientemente. Veamos qué tal se han dado las de las últimas semanas.

Amis-Hay una editorial de la que no había puesto ninguna faja hasta ahora y ha llegado el momento. Es una de las editoriales de referencia en España, considerada de prestigio por sus lectores y seguida por todos los suplementos culturales; todo ello ayudado por la imagen fomentada por su insigne editor. En efecto hablamos de Herralde y su hija Anagrama. La siguiente muestra es una extensión de su idea editorial:

Sus fajas no se basan en unas pocas frases cortas, como podéis ver, se trata de frases bien montadas y escogidas y sorprende el número de sentencias seleccionadas, ¡nada más y nada menos que cinco! Está la faja tan completa que no cabría ni un alfiler; sus contraportadas, también sello de la editorial, se caracterizan por estar llenas de palabras; no nos engañemos, esto no se lo lee nadie, fajamodianoes parte del juego, como mucho lees lo subrayado y los nombres que firman las frases: claro que The times, Richard Ford o Joyce Carol Oates son garantías de esta “calidad”. Lo cierto es que, mucha gente compra sus libros solo por ser ellos.  Pero tienen un fondo de descatalogados tan envidiable que daría para un montón de catálogos de editoriales pequeñas.

-Siempre tiene que haber excepciones a esta regla, y Anagrama también se sale por peteneras a veces, como en el caso de esta faja de una de las obras del reciente premio Nobel Modiano:

Bien clarito PREMIO NOBEL y a continuación la boutade que se atribuye a la Academia Sueca “EL PROUST DE NUESTRO TIEMPO”, no se olvidan ni de las mayúsculas.  Claro que la frase siguiente me encanta… sobre todo esa “Sensualidad caprichosa que nos atrapa…”, todavía la estoy buscando en algún libro suyo que leí hace nada….

faja_Cartel-Otro de los eventos del mes fue, sin lugar a dudas, Don Winslow y el tan cacareado premio internacional de novela negra que reparte RBA para promocionar a sus autores; en la contraportada de la obra premiada (El Cártel) tenemos una selección de todos los clásicos que aportan su frasecita habitualmente en las fajas. Connelly, Coben, Child… siento decir que no me resultan demasiado creíbles… aunque es lógico que a la mayoría de la gente se lo parezcan. No puede faltar, ¡cómo no! Lehane, le ha faltado que su frase tuviera más punch como la que utilizó con Pizzolatto (enlace), pero la mezcla de adjetivos (humana, valiente, genial, bella factura, autenticidad) recorre todos los lugares comunes habituales.  Connelly utiliza una frase tipo que solamente necesitas cambiar el nombre del autor y la obra para que te sirva para casi cualquier cosa… Todo creatividad:  “X lo ha vuelto a conseguir. Y es, sin duda, una obra maestra”.

 

Winslow-Lo bueno es comprobar, al hilo de lo anterior, cómo los pobres de PRH, a los que les han birlado el autor (pero tienen todos sus libros anteriores) intentan sacar partido a la situación sin nombrar la nueva obra.

Apelan a los argumentos clásicos: ventas (19ª edición, 100.000 ejemplares), actualizarlo con hechos reales de conocimiento público (“…basándose en la vida de “el Chapo”) o usar una obra clásica y contextualizarla, mejor si es obra maestra reconocida (“el Guerra y paz de las novelas de narcotráfico”). Me temo quPurezae, sin embargo, poner que es el autor de Salvajes y Los reyes de lo Cool no sea tan buena estrategia…
-Y acabo con….

Ni mentarlo. Os juro que vi la faja, la foto, y pensé en carteles de SE BUSCA.

Por si a alguien no le ha quedado claro de quién es la novela. El nombre lo dice todo. Se vende solo por su nombre.

Como podéis ver. Todo es posible. Las fajas siguen brindándonos momentos únicos.

¡Buenas lecturas!

Resumen Octubre 2015. Dificultades de diferente índole

santoEste mes ha sido un poco atípico, tanto en lo lector como en la actividad del blog. En lo lector he improvisado mucho y he adaptado un poco las lecturas al nuevo sitio donde estoy escribiendo que por si no lo sabéis es www.caninomag.es , y que me viene muy bien para dar salida a mis comentarios sobre obras de género y así dejo mi blog personal para las obras más “serias” por llamarlas de alguna manera. Por otro lado la actividad del blog la he disminuido por escribir en el nuevo sitio y por el aumento de carga laboral en mi lugar de trabajo, que conlleva menos tiempo y, además, estar más cansado en general.

Una vez explicado esto pasemos a las lecturas, al final he conseguido seguir la media de quince libros mensuales:

Odisea 2050. La economía mundial del siglo XXI de Jaime Requeijo, han pasado unos cuantos años desde su publicación y, sin embargo, el texto de Requeijo sigue estando en plena actualidad, con un análisis del escenario macroeconómico muy lúcido una gran claridad, especialmente para neófitos como yo. Realmente  interesante es leer lo particular relacionado con la economía española donde habla sobre sus puntos fuertes (alguno hay) y los puntos débiles (demasiados)  que, además, no están acometiendo los sucesivos gobiernos que llevamos teniendo desde hace tanto tiempo. Es desangelador comprobar su ignorancia ante estos aspectos lastrada, como siempre, por su inherente necesidad de favorecer a sus amigos y enriquecerse ellos mismos. Nadie piensa en nadie, mejor saberlo cuanto antes para no llevarse decepciones.

En busca de una víctima de Ross Macdonald, sorprendente giro el que acometió MacDonald en esta nueva novela de nuestro gran Lew Archer, sobre todo porque empieza de una manera muy distinta, con más acción de la habitual, y porque deslocaliza al detective, poniéndolo en un ambiente alejado de lo que conoce. En un lugar extraño podemos observar al Archer más cínico y divertido, también el que se lleva más palizas, pero siempre tenemos a un gran investigador con una trama fantástica, muy hardboiled, que se decide casi en la última página.

Folloneras de VVAA, fanzine que surgió del festival de microedición HUL y que está cargadito de textos que tienen que ver con mujeres y escritos, en su mayoría, por ellas mismas. Es ecléctico e irregular pero se lee con gusto porque, como suele ocurrir, es bueno leer otras perspectivas y más si vienen de participantes tan diversos y profesionales como estos. Una buena lectura.

Salem’s Lot de Stephen King, este caso es una relectura por motivos que espero comentar en el futuro. Baste por ahora decir que ha sido una lectura fabulosa, con todo el bagaje de lecturas que llevo ahora mismo podría haber esperado una desvalorización de la obra y no solo no es así sino que estoy dispuesto a afirmar  todo lo contrario. Este King empezó muy bien, puede que escribiera peor pero el manejo narrativo, la creatividad, la espontaneidad equilibran las pequeñas carencias. 

Nu)n(ca de Luigi Amara, pinchando en su título podéis entrar en la crítica que hice de este fantástico poemario. 

La furia de Gene Kerrigan, estupenda novela negra ambientada en la Irlanda contemporánea y que, en breve, saldrá reseñada en canino. 

H de Halcón de Helen Macdonald, aplausos a una editorial como Ático de los libros que se atreve a publicar algo tan distinto como esta pequeña joya. Tengo pendiente preparar una crítica donde me extenderé aún más en el futuro. Esperad noticias.

485378118_39bd4bd119_oFormas breves de Ricardo Piglia, por fin puedo decir que he leído a Piglia, y el comienzo ha sido inmejorable, estos pequeños relatos-ensayos están llenos de sapiencia y saber estar; es apasionante su disección de las fórmulas utilizadas para componer un cuento para al fin elaborar una pequeña tesis del cuento que embriaga por su lucidez. Todos y cada uno de ellos constituyen pequeñas dosis de buena literatura. Seguiré con Piglia, eso lo tengo claro.

Alarmas y digresiones de G.K. Chesterton, siempre es un placer leer los artículos de Chesterton, aunque en este caso se trate de un primerizo, siento decir que no habrá reseña de él pero siempre es recomendable disfrutar de la contagiosa elocuencia del orondo británico.

Carrie de Stephen King, otra relectura, esto de empezar a leer al Sr King desde el principio es toda una experiencia; un estilo más primigenio, poco depurado, incluso tosco no descuadra demasiado de una historia visceral que tiene como protagonista a la archiconocida telekinética.

La niña gorda y otros relatos inquietantes de Marie Luise Kaschnitz, otro de esos libros que espero que aparezcan en breve en canino. La antología es de mucha calidad. Vaya año de publicaciones que lleva Hoja de lata.

El santo de César Aira, coged el texto anterior y poned Aira en vez de Piglia, bueno, también habría que quitar lo del cuento y que esto es una obra de ficción pero la conclusión es la misma. Aira es un gran escritor al que voy a seguir leyendo.

Lecturas de mí mismo de Philip Roth, dentro de poco haré una reseña de este libro para el blog, entra dentro de mi proyecto. Ahí me extenderé sobre este buen libro para los amantes de Roth al que el resto le pueden sacar también su jugo.

Refugio_3/9 de Anna Starobinets, también aparecerá tarde o temprano una crítica en canino. Nuevo gran libro de la rusa que nos ha descubierto con gran tino Nevsky.

Y eso es todo por ahora. El próximo mes no sé lo que va a ser en cuanto a próximas lecturas. Solo sé que seguiré leyendo y, eso sí, vendré a comentarlo luego.

¡Buenas lecturas!

Nu)n(ca de Luigi Amara. Lo sublime oculto

nunca

Recordemos de la wiki, la definición y origen de musa:

“En la mitología griega, las musas (en griego antiguo μοῦσαι mousai) eran, según los escritores más antiguos, las diosas inspiradoras de la música y, según las nociones posteriores, divinidades que presidían los diferentes tipos de poesía, así como las artes y el amor.”

Me viene muy bien traer a colación este concepto al hilo de la publicación del poemario Nu)n(ca del mexicano Luigi Amara (ensayista, poeta y escritos de libros infantiles). La musa no tiene por qué ser algo real sino el modo en que muchas veces nos sentimos inspirados a la hora de escribir algo. Sin embargo, en el caso de Amara, sí que utiliza un elemento para reflexionar sobre él, en este caso la foto de Onésipe Aguado Mujer de espaldas que actúa, en este caso, como catalizador de la inspiración poética:

Mujer_vista_de_espalda_Nunca

Amara, durante las páginas que ocupa Nu)n(ca, llevará hasta sus últimas consecuencias lo que es observable y lo que no lo es tanto, así como las consecuencias de esta observación visible/oculta; la espalda que nos ofrece la modelo le lleva a una reflexión sobre su actitud al respecto a la vida, un cierto inmovilismo por comparación con respecto al resto:

 

“Darle la espalda a todo:

                                                eso

es tener estilo. No azotar la puerta, no

escapar con zancadas teatrales,

simplemente voltearse.

Que otros elijan los riscos

susurrantes,

las ruinas

de la noche en su último desplome;

aquí es el grado cero,

el vacío por diorama,

vieja zona del no

sin más explicaciones,”

 

La foto con la modelo de espaldas se convierte en un microcosmos del mundo, detenido en un instante, un instante maravilloso que no deseamos que pase de ninguna manera, solo si ella se da la vuelta podríamos hacer que se terminara, pero no es lo deseable, hemos alcanzado la sublimidad:

 

“El mundo detenido en su destello.

Paladeando el instante en que deseamos

–con tal intensidad, que incluso

temimos darle consistencia

de grito-,

que ella se dé vuelta,

que escuche

nuestro llamado inexistente.

Pero no.

                Por más que las preguntas

asedien su clavícula,

por más que dedos sin peso

rocen sus lóbulos negados,

el giro nunca llega,

 

En la siguiente frase de Magritte que  Amara integra con el ritmo de su poema se encuentra la causa de la sublimidad, no es tanto lo que vemos sino lo que se nos oculta detrás de lo visible; no importa tanto lo evidente sino lo potencialmente visible, es en esa potencialidad donde se encuentra nuestro deleite, aquello que más anhelamos:

 

“René Magritte, decía, escribió:

 

“Todo lo que vemos oculta otra cosa, siempre queremos

ver lo que está oculto detrás de lo que vemos.”

 

Esa extraña que nos gustaría explorar porque no lo conocemos, territorio inexplorado que nos colma:

 

“La espalda habría de parecer

extraña, inexplorada,

como un paraje recién descubierto,

como una franja de la realidad

que nunca visitamos.

 

Como si fuéramos ciegos

a un color

y de pronto un artista

pintara todos sus cuadros

con el mismo, insospechado tubo de óleo”

 

Ese cuello al principio de la espalda que actúa como corte de lo que nosotros podemos llegar a ver; el anhelo de una belleza que nos estamos perdiendo por no ofrecernos su rostro:

 

“Sable, alfanje, cimitarra.

Sable, alfanje, cimitarra.

 

Y en el fondo, un cuello,

ese cuello.”

 

El cristal de fondo no actúa como reflejo, es esquivo y no nos refleja más que sombras que acentúan esa necesidad de conocer lo que no vemos, solo podemos aspirar a escuchar una música que nos ayuda a digerir un ansia que “Nunca” se va saciar:

 

“Tal vez es el cristal

que nos deja mirando

como moscas.

La sombra

japonesa al otro lado

del papel,

la cajita cerrada en que se escucha

la misma necia y desquiciada

música, 

la tonada prisionera

de su loop,

pianola mínima

del nunca.”

 

Precisamente al no desvelar lo que no vemos no perdemos la esperanza de que sea sublime y que nos llene completamente:

 

“[…] porque no tiene rostro,

porque su rostro es todo aquello

que nos falta,

lo fijo que se escapa

en el torrente,

lo que no fue

 –y vuelve-

como niágara negro,

lo que se filtra y deja rastro

de su polvo,

lo que no espera

y no tuvimos

y resbala,

lo que renuncia

y no tocamos

–pero mancha-,

lo que nunca.”

 

A lo mejor Amara nos está alertando de que para ser feliz no hace falta tener todo sino aspirar a tenerlo, y es en esta potencialidad donde radica nuestro afán.  Y es ahí donde nos llevan sus versos, a un abismo de posibilidades que nunca nos decepcionan.

Mi proyecto literario 2016: Las mujeres como protagonistas

Pablo-Picasso-Woman-writingHechos a tener en cuenta:

-14 mujeres han ganado el premio Nobel de literatura de 112 galardonados.

-Actualmente en las listas de apuestas aparecen como mucho 14 o 15 de 70, no es que haya cambiado mucho.

Este post de @Metamaiko en Verne forzó mi reflexión.

Svetlana Alexievich, escritora bielorrusa, gana este año el Nobel de Literatura. Raro es el que la ha leído, raro es el que lee mujeres habitualmente, raro es el que la leerá.

Repasando los libros leídos todos los años suelo hacer mis estadísticas para saber el tipo de lecturas que hago, no sólo en cuanto a cantidad y calidad, me gusta repasar también cuestiones de género y, a veces nacionalidades. Gracias al post que mencioné anteriormente revisé las que llevo leídas este año, la gran cantidad de libros me ayuda para poder diversificar y hay que reconocer que, por ejemplo, este año, he leído cuarenta libros escritos por mujeres.

Aun así, este número supone un 20% de los libros que leo, normalmente, de cada cinco libros, cuatro son de hombres. Está ligeramente desproporcionado, y eso es mi caso… no digo el resto de lectores habituales.

De ahí que me haya propuesto dedicar un año a leer la mayoría de mis libros (todos será imposible por estar escribiendo en otros sitios donde tengo algún otro encargo) pero la idea es clara: siempre que sea posible, mi siguiente lectura será una mujer. Esto naturalmente tiene unos objetivos que paso a mencionar:

-Lo habitual, culturalmente (de una manera estructural) es que se elija una lectura con escritor masculino, si vemos las novedades mensuales, la mayoría de las veces la proporción está radicalmente balanceada hacia ese lado. Lógicamente, se escogerá una lectura de este tipo. Intentaré que esta tendencia, escrita inconscientemente en mi interior, se balancee hacia un cierto equilibrio futuro.

-Leer muchas más mujeres que hombres me va a servir para evaluar, al final del año, si de verdad podemos considerar que existe una “écriture feminine”, término que fue acuñado por Hélène Cixous para referirse a la forma de escribir de una mujer (“woman must write her self: must write about women and bring women to writing, from which they have been driven away as violently as from their bodies”). Si esto fuera así, serían identificables una serie de signos tanto en estilo como en temática, narradores, etc…  que nos llevarían a pensar en una serie de características propias de las mujeres que no están presentes en los hombres y que, si no lees a mujeres, no podrás descubrir nunca. Estaría genial poder ir identificando este tipo de rasgos. E incluso indagar en los rasgos machistas de las propias escritoras, que, lógicamente, podrán encontrarse.

-En mi caso particular me va a servir para abrir la mente a otras posibilidades, tendré que evaluar si esta mayor diversidad me resulta interesante tanto en el análisis literario como a nivel personal. Esto convencido de que va a ser así por la nómina de escritoras que tengo pendiente.

-Naturalmente, me va a servir para hacer proselitismo con un montón de autoras, escritoras que verá más gente y que puede animarse a leer. Eso siempre  es un objetivo de fondo. A lo personal (mi principal razón) se une lo social y la difusión.

-El tipo de escritoras escogidas no se va a limitar a lo contemporáneo, habrá escritoras de género, poesía, pensamiento, tiene que haber de todo para que de verdad valga la pena y se pueda hacer una buena comparación incluso por géneros.

Repasando el otro día mi nutrida biblioteca, encontré unas cuantas escritoras de las que vais a ver un buen desfile el año que viene. Tengo muchas obras suyas sin leer:

Joyce Carol Oates

Margaret Atwood

Alice Munro

A.M. Homes

Eleanor Catton

Kate Atkinson

Dorothy Sayers

Patricia Highsmith

Nancy Mitford

Elizabeth Taylor

Stella Gibbons

Beryl Bainbridge

Connie Willis

Rosa Ribas

Agatha Christie

Sarah Paretsky

Sue Grafton

Janet Evanovich

Iris Murdoch

AS Byatt

Virginia Woolf

PD James

Jhumpa Lahiri

Hillary Mantel

Mary MacLane

Svetlana Alexeievich

Anna Katherine Green

Marisha Pessl

Zadie Smith

Caitlin R Kiernan

Elizabeth George

Maria Lang

Carson McCullers

Val McDermid

Lea Cohen

Susan Sontag

Muriel Spark

Elizabeth Bowen

George Eliot

Pilar Pedraza

Flannery O’ Connor

Katherine Ann Porter

Molly Keane

Hanna Arendt

Eudora Welty

Miyuki Miyabe

Natsuo Kirino

Margaret Millar

Ngaio Marsh

Mary Shelley

Doris Lessing

Marie Edgeworth

Helen MacDonald

Edith Wharton

Fred Vargas

Margaret Drabble

Chimamanda Ngozie Adichie

Nawal El Saadawi

Nadine Gordimer

Rita Indiana

Elfriede Jelinek

Clarice Lispector

Toni Morrison

Valerie Mrejen

Hertha Müller

Cynthia Ozick

Alejandra Pizarnik

Marilynne Robinson

Mercé Rodoreda

Beatriz Sarlo

Wislawa Szymborska

Gabriella Wiener

Adrienne Rich

Siri Hustvedt

Selva Almada

Sandra Santana

Cristina Rivera Garza

Diamela Eltit

Tamara Kamenszain

Sylvia Molloy

Y no descarto que haya más elecciones según lleguen novedades editoriales. El caso es que veremos cómo evoluciona. Quiero fomentar, de esta manera, reflexiones distintas, debates distintos. De hecho estaría bien poder analizar las obras desde otras perspectivas.

Es muy ambicioso, pero bueno, veremos cómo se desarrolla. Por lo menos es un subconjunto de mi proyecto (algunas mujeres estaban incluidas) . Y me viene bien por partida doble para ir cerrándolo.

¿Qué pensáis de este proyecto? ¿Os interesa? Espero todos los comentarios que se os ocurran.

¡Buenas lecturas!

Cuentos completos de E. L. Doctorow. Descubrimiento póstumo

CuentosCompletosEl 21 de julio de este año nos dejó el escritor norteamericano Edgar Lawrence Doctorow; mi relación hasta ese momento no llegó ni a turbulenta, estaba basada en la indiferencia, haber oído hablar de él y, sin embargo, no haber probado ninguna de sus obras, novelas por las que era mundialmente conocido. Su muerte desencadenó (como nos ocurre tantas veces) mi acercamiento a su obra, aunque de una manera poco ortodoxa: a través de sus cuentos.

Da la casualidad que en el momento de su fallecimiento la editorial Malpaso estaba preparando una recopilación de todos sus cuentos como se indica al principio de la antología en una nota aclaratoria:

“E. L. Doctorow murió el 21 de julio de 2015 cuando se corregían las pruebas de este volumen. Durante las semanas anteriores colaboró generosamente con Malpaso para perfilar los detalles de una edición (la primera de todos sus cuentos en cualquier lengua) que esperaba con enorme interés. Ya no podrá verla, pero sirva este libro de homenaje póstumo al gran escritor norteamericano.”

Hablaba sobre lo poco ortodoxo de mi acercamiento y lo hacía fundamentado en el buen prólogo de Eduardo Lago, donde el escritor en primer lugar habla sobre las diferencias entre cuentos cortos y novelas a la hora de narrar:

“En un intento de explicar en qué consiste exactamente la diferencia entre la distancia corta y la larga a la hora de narrar, Doctorow puntualizó que en tanto que una novela es el comienzo de una prolongada exploración, el cuento es un organismo vivo que cuando llega al terreno de la imaginación lo hace de manera súbita y con sus rasgos ya perfectamente formados. La distinción, con ser sugerente, no alcanza a explicar la elusiva magia inherente a la manera de fabular de Doctorow, cuyos entes narrativos nunca parecen tener del todo claro lo que son. La publicación de un volumen como el que el lector tiene en sus manos es de una importancia superlativa por dos razones. La primera, que los cuentos de Doctorow, con ser de una calidad excepcional, jamás habían sido reunidos en un solo volumen, ni siquiera en inglés. La segunda, que el escritor del Bronx goza de un inmenso prestigio como autor de algunas de las mejores novelas norteamericanas de las últimas décadas, pero su labor como cuentista ha pasado prácticamente desapercibida.”

Para, al final de dicha reflexión, referirse en segundo lugar a lo atípico que es acercarse a los cuentos de Doctorow teniendo en cuenta que su fama se fundamenta en la calidad de sus obras largas; se esfuerza Lago en definir la sensación que produce está lectura y señala un detalle primordial: la ordenación de los relatos a gusto del propio autor en una lógica solo comprensible por él:

“Leer un cuento de Doctorow es una experiencia estética un tanto desasosegante. No falta nada en estos relatos, y sin embargo dejan en el lector una desazón muy profunda, como si exigieran que ocurriera algo más, cosa que de hecho sucede, sólo que, extrañamente, fuera de la página.

A efectos de esta edición, la ordenación de los relatos completos de Doctorow la estableció el propio autor poco antes de morir, y no coincide exactamente con la de los volúmenes en que aparecieron de manera originaria, sino que obedece a una lógica superior que solo su creador fue capaz de ver. En este sentido resulta altamente significativo que se respete la profunda unidad que constituyen los relatos integrantes de la segunda colección de cuentos de Doctorow, uno de los volúmenes más perfectos salidos de su pluma.”

Acaba definiendo al autor como algo muy distinto en base a esta experiencia lectora; es curioso porque repasando esto me quedo con esa sensación desconcertante:

“[…] en ellos hay algo que no se manifiesta de la misma manera en las novelas mayores. Para decirlo de manera sumaria, como autor de relatos breves, Doctorow fue un escritor más directo, poético y fugaz; más emotivo y cercano; más íntimo y elusivo; más profundo y misterioso; y, a la postre, mucho más desconcertante. Como se ha recalcado, nunca antes había existido en ningún idioma la posibilidad de adentrarse sin restricciones en lo más hondo del lado secreto de la imaginación de un cuentista excepcional que da la casualidad de que se llama exactamente igual que un novelista a quien llevábamos muchos años leyendo con admiración: Edgar Lawrence Doctorow.”

A pesar de que no haya una unidad de estilo ni temática en ellos, esta recopilación da la impresión de desprender una amalgama de historias desconcertante; parece más un ciclo vital de cuentos que una recopilación de relatos individuales. Incluso me atrevería a que el ritmo “in crescendo” en cuanto a su calidad suponen una especie de relato de formación del autor tanto como persona como artista. Cada fragmento configura un avance parcial, de ahí esa sensación incompleta que va tendiendo a completarse según avanzas en la antología.

Me quedo con algunos fragmentos que refuerzan este sentimiento, como en “Glosas a las canciones de Billy Bathgate” en la que un niño le sirve para reflejar su infancia, los recuerdos de una calle, el sabor de un momento:

“Mientras el niño va olisqueando vidas ajenas al pasar ante las casas del barrio, distinguiendo el olor de las naranjas del de los quesos, los pollos, el pescado y los zapatos nuevos hechos con materiales baratos, debe vigilar con pericia lo que tiene detrás y lo que tiene delante. Solo lleva seis o siete años en este planeta, pero ya es víctima de los chicos mayores (negros, irlandeses, italianos) que acechan, merodean y pinchan, invisibles como las agujas de zurcir; de los policías; del encargado de vigilar a los niños que hacen novillos; del Castigo, que le tira de las orejas para arrastrarle de vuelta al orfanato que está a varias colinas de distancia, a varios valles profundos (muy profundos) de distancia, con ascensos y descensos demasiado empinados, demasiado angostos para unos zapatos de goma tan pequeños, para unos calcetines tan caídos, desmadejados.”

Consciente de que lo sensorial es imprescindible para sentirse integrado en una sociedad que te deja abandonado en un solipsismo inevitable y determinista:

“Si a un hombre le quitas la capacidad de sentir, acabará inventando sus propias sensaciones; si le quitas la vista y el oído y no le dejas oler y ni tocar nada, verá, oirá, olerá y sentirá lo que su mente imagine. Esto demuestra que nacemos condenados a la soledad, que nacemos con hambre de mundo y sin poder compartir esa hambre, y que nuestro corazón rebosa soledad y que esa soledad inunda el mundo, y lo empapa hasta que la primavera de los corazones solitarios se queda sin sangre y entonces ese río nuestro se seca.”

De “Jolene: Una vida” aprendemos que la vida cambia en un instante y casi sin que nos demos cuenta, avanzamos, evolucionamos, nos formamos para lo que está por venir, aunque cueste:

“Tenía más de mil dólares en el cajón de su mesilla de noche. Sabía que con el tiempo podría reclamarlos si estaba dispuesta a dejarse interrogar por la policía, pero nada de lo que pudiera sucederle sería tan malo como lo que le sucedería si asumía ese riesgo. Aun cuando no les dijera nada, ¿qué efecto tendría Sal’s Line en las posibilidades de que ella llegara a su decimonoveno cumpleaños que, causalmente era al día siguiente? Él no estaba allí para decírselo.

Y así es como cambia la vida, igual que azota el rayo: en un instante lo que era ya no es lo que es y te encuentras sentado en una roca al borde del desierto, con la esperanza de que pase un autobús y se compadezca de ti antes de que te encuentren allí muerta como un animal cualquiera atropellado en el asfalto.”

De hecho, en “Wakefield” ahonda en la inconsciencia de las decisiones, en que quizá no estemos tan libres como creemos para hacerlo:

“La gente dirá que dejé a mi mujer y supongo que, si nos atenemos a los hechos, eso es lo que hice, pero ¿dónde estuvo la intencionalidad? En ningún momento tuve el propósito de abandonarla. Si acabé  en el desván del garaje, con todos los muebles viejos y los excrementos de mapache, fue por una serie de circunstancias anómalas –y es así  como empecé a abandonarla, sin saberlo, claro está-, pese a que bien habría podido entrar por la puerta como venía haciendo a diario después del trabajo a lo largo de los catorce años y dos hijas de nuestro matrimonio.”

Lo que sí está claro es que la decisión puede no ser entendible a primera vista, pero a larga escala, como todos estos cuentos en un conjunto, forman parte de la transformación que se opera en ti mismo, sólo se podrán entender más adelante:

“Cualquier puede tener un cambio radical de parecer, eso está claro, y no veo, pues, por qué algo así, junto con todo lo demás, habría de ser impropio de mí. ¿Acaso no podía un hombre, después de una vida responsable y conforme a las reglas, verse de pronto arrancado de su rutina y distraído por un ruido en su jardín trasero y apartarse entonces de una puerta para entrar por otra como primer paso en la transformación de su vida? Y he ahí en qué me transformé, algo que no concuerda precisamente con la idea de perfidia masculina al uso.”

Es quizás ese determinismo, esa incapacidad de elegir tu propio destino ante los eventos que se sucede, lo que subyace en cada narración como es el caso de “Integración” donde el autor dota al destino de un papel sagrado venga de donde venga:

“Da igual que el matrimonio lo hayan concertado los padres o un dios borracho […] y que todo se haga por motivos equivocados: da igual. Sea por mediación de la familia o sea por un deseo de ir a vivir a otro país, la cuestión es que subyace el mismo hecho misterioso, actuando a modo de destino. Y una vez consumado, ya no puede haber nada más.”

Lo que está claro es que está sensación no es placentera para el lector, que se enfrenta a momentos que no entiende, momentos que le incomodan, hay un deje particularmente negativo que el autor utiliza una y otra vez para contener lo vital de cada persona; en “La legación extranjera” podemos asistir a otra metáfora de este estilo donde la casa, el hogar, normalmente asociado a lo cotidiano y a la seguridad de cada persona se convierten en receptáculos de vida, contenedores de dicha pulsión, ¿un eufemismo de tumbas?

“Pero por fuera no se notaba que allí hubiese pasado nada de particular. La casa estaba siempre silenciosa, la puerta cerrada, el coche aparcado en la calzada.

Las casas estaban hechas para contener la explosión vital de la gente de la misma manera que las bombas neutralizan las cestas de red de acero de los artificieros de la policía.”

El fantástico relato final, “Vidas de los poetas”, nos lleva a una vida literaria que, puede ser que el autor no viviera de una manera tan vital como podríamos esperar, sus palabras, como todos los cuentos que llevan a este momento nos llevan a una falta de autenticidad  de los creadores literarios; estaba hablando de él mismo o del mundo que lo rodeaba pero esa definición de la fama de los escritores era ciertamente indicativa de un desencanto latente:

“Bueno, pues, anoche, como me sentía muy fastidiado, me decidí a ir a la fiesta de presentación del libro de Crenshaw en el Dakota. Lo que yo quería era sentirme bien y recordar lo que hacemos. Mi estimado colega se ha dado cuenta de que para conservar fama de leyenda literaria le basta con escribir cada tres o cuatro años una novela floja pero llena de circunlocuciones y conseguir que den fiestas en su honor en salones famosos. Es increíble, se cree con derecho a los honores y los consigue.”

Los cuentos de Doctorow nos llevan al descubrimiento de un autor diferente tanto del resto, como de su propia obra novelística, y, francamente, es una antología de relatos muy sólida y satisfactoria a pesar de las dificultades que sientes al leerlas. Todo un logro para la editorial Malpaso y para nosotros, los lectores, que somos los que disfrutamos finalmente.

Los textos provienen de las traducciones de Gabriela Bustelo, Carlos Milla Soler, Isabel Ferrer Marrades y Jesús Pardo de Santayana  de Cuentos completos de E. L. Doctorow en la edición de Malpaso.

Nobel 2015.Vuelven los suecos con sus excentricidades

No tenía claro este año sí iba a hacer un post, pero mira, al final me he decidido aunque no creo que este año vaya a acertar. Pongamos el contexto en primer lugar. El año pasado el ganador fue el insulso Patrick Modiano, uno de esos que tanto les gustan a los suecos, arrebatándoselo en última instancia al favorito N’gugi Wathiong’o. Este año, la cosa sigue más o menos igual en los primeros puestos como podemos ver en la ya tradicional página de apuestas de Ladbrokes

Apuestas_Nobel

Siendo los cinco primeros unos clásicos en estas lides:

Svetlana Aleksijevitj       5/1

Haruki Murakami            6/1

Ngugi Wa Thiong’o          6/1

Philip Roth                         10/1

Joyce Carol Oates            12/1

La elección de Munro hace dos años sigue inhabilitando a los norteamericanos durante bastante tiempo; con lo cual nos quedarían tres. Murakami también lo tiene difícil por la historia habitual del Nobel, Mo Yan está todavía demasiado cerca para que escojan un oriental otra vez, y cuando esté cerca lo va a tener reñido con “nuestro amigo surcoreano” Ko Un. Dicho esto y tras las típicas conversaciones que mantenemos en twitter con el hashtag #ElClubdelNobel  (lo más divertido con diferencia de este fenómeno mediático) mis apuestas van a ir por diferentes frentes temáticos que paso a enumerar.

-El bloque africano, siguen vigentes sus posibilidades desde el año pasado tanto el caso del pobre N’gugi Wathiong’o como Adonis, otro de los que llevan tiempo entre los primeros, pueden resultar dos opciones muy viables para la academia sueca. Este año además los de PRH han aprovechado las fechas para reeditar y publicar libros del primero. Por fin podemos leer al famoso N’gugi. 

-Este año cobra importancia el bloque hispanohablante: el efecto Vargas Llosa ha pasado un poco (en lo literario, ya sabemos que en otras cosas no…) y podría ser posible que ganara  nuevamente uno de los nuestros, César Aira ha subido bastante en las apuestas, de los españoles Goytisolo y Marías cobran cada vez más fuerza. Quién sabe.

-Nada desdeñable es el bloque de europeos poco habituales, aquellos que no entran en los países más típicos, Svetlana es la más potente candidata, pero hace poco de la última mujer, luego vendrían los Fosse, Kadaré, Nadas, etc. exóticos y con un perfil que les gustaría a los suecos, sobre todo ahora que llevan dos años seguidos de perfiles más comerciales.

¿Y mis favoritos? Poco importan a estas alturas, en posts anteriores en el blog podéis ver algunos de ellos pero guardo pocas esperanzas con ellos.

Veremos lo que sucede este jueves.

¡Buenas lecturas!

Resumen Septiembre 2015.Disfrute ante todo

lapuertabroncePasan los meses, pasan los libros, algunos con más pena que gloria. Pero siempre con algo que aportar. Este mes de septiembre se ha caracterizado por la variedad nuevamente, aunque no he tenido mucha novela de género, lógico tras dos meses como los que he dedicado a policiaco. Ha sido un mes fantástico, os relato mis lecturas a continuación:

El rancho de la U alada de B. M. Bower, en el enlace podéis pinchar para ver la reseña que hice al comienzo del mes.

Mi vida como hombre de Philip Roth, poco más puedo añadir al comentario extenso que tenéis pinchando en la imagen. Los comienzos de Zuckerman.

Todos deberíamos ser feministas de Chimamanda Ngozie Adichie,  extraño formato el escogido por la editorial para publicar el discurso que dio la nigeriana en las charlas TED; de todos modos, el precio es razonable y el contenido muy necesario; la autora particulariza su situación a Nigeria pero el caso es extrapolable a cualquier país y ahonda en la necesidad de establecer un discurso feminista desde el ámbito de la mujer y el hombre; para ello profundiza en los fenómenos machistas que se viven por costumbre, que se encuentran englobados en lo tradicional o, dicho de otra manera, en lo estructural y establecido por defecto en una cultura. Imprescindible lectura tanto para hombres como para mujeres, aunque duela es necesario darse cuenta de lo que está inherentemente aceptado siendo parte del machismo.

End Zone by Don Delillo, especialmente recomendado para los aficionados al fútbol americano, más que para los aficionados a Delillo.

Cuentos completos por E.L. Doctorow, parece mentira que haya tenido que conocer al autor precisamente por su faceta menos conocida. No es mala opción como explicaré en su reseña. 

Sonetos by William Shakespeare, más información sobre ella y las peculiaridades del gran William Shakespeare en el título. 

El patriarcado del osito Teddy de Donna Haraway, Haraway no se conforma con alertarnos de la estructuralidad asociada al feminismo sino que la extiende más allá. Este es uno de esos libros que nos ofrece una apertura a temas de los que, inconscientemente, no nos habríamos dado cuenta. Y eso es de agradecer.

El cuaderno perdido de Evan Dara, todos los años Pálido fuego nos sorprende con algún título de alto nivel, este año ya han cumplido con esta excepcional obra de Dara. En breve me extenderé más.

El-marciano-Andy-WeirLa puerta de bronce y otros relatos de Raymond Chandler, curiosísima la propuesta de Cátedra que se centró en tres relatos del autor con más que evidentes careos con la ciencia ficción-género fantástico. Los relatos que aparecen son «Verano inglés», melodrama de tintes góticos; «El rapé del profesor Bingo», vuelta de tuerca sobre el tema del hombre invisible, y «La puerta de bronce», que presenta una misteriosa entrada a otro mundo de claras reminiscencias lovecraftianas. La calidad es diversa, resintiendo un poco el resultado global, pero la introducción de Julián Díez es completísima y se centra en el autor, su obra e incluso la poética del escritor norteamericano. Solo por ese texto (que ocupa más de la mitad) valdría la pena tener este libro. 

El marciano de Andy Weir, es totalmente lógico el éxito de esta novela y su posterior película, no tanto por el tema tratado, un “survival” de toda la vida, sino por la ambientación exótica: sobrevivir en Marte. Sus virtudes son indudables, se lee muy rápido por el estilo ágil del autor, sin artificios; el escritor sabe cómo hacer cercanos temas aparentemente lejanos relacionados con la ciencia, sabe explicar desde el cultivo de patatas hasta la propulsión de una nave pasando por cómo obtener oxígeno y resulta lógico cuando lo estás leyendo; está lleno de buen humor, y eso siempre es de agradecersolo podríamos acusarle por lo facilón del final y porque  el estilo ciertamente no es para tirar cohetes. Pero a estas alturas poco importa, nos ha hecho pasar un muy buen rato.

Personae de Sergio de la Pava, es inconcebible que este libro esté publicado. La traducción realizada por el propio autor convierte el texto en una amalgama de palabras sin sentido ni concierto. Es prácticamente ilegible. Y la culpa no creo que haya sido solamente del propio autor sino que parte de ella hay que repartirla con la editorial que permite que este engendro salga a la venta y engañe a los lectores que disfrutamos con gozo de su excepcional primer libro. Una verdadera pena. Dinero malgastado.

Hollywood gótico de David J. Skal, ¿quién dijo que los ensayos no pueden ser divertidos? Skal es un especialista en coger temas tan interesantes como este (“la enmarañada historia de Drácula”) y relatarlos con la suficiente amenidad (hasta tratándose de intrigas de derechos). Me extenderé más adelante con él. 

Papá Piernas-largas de Jean Webster, ya lo he dicho en el enlace, una verdadera delicia.

la-sonrisamarfilCarpe Diem de Saul Bellow, me temo que no he acertado con el primer libro que leía de Bellow, gracias a sabios consejos de grandes lectores enderezaré esta situación para coger próximos libros suyos. No es que sea malo, ¡para nada! Se lee con gusto y puedes ver trazas de lo que puede hacer pero el resultado es tremendamente irregular para emitir una opinión más en firme sobre el autor. Habrá que esperar.

El buen relato de J. M. Coetzee y Arabella Kurtz, sorprendente mezcla de psicoanálisis y saber literario que funciona mejor de lo que se podría esperar, y sin indigestiones. En breve la reseña más completa.

La sonrisa de marfil de Ross MacDonald, vuelvo a los libros del gran MacDonald con un Lew Archer incisivo y cínico en una trama de secuestro que deviene en unos cuantos asesinatos. Lo bueno del escritor es que nada es lo que parece y vuelve demostrarlo hasta la última página con un giro inesperado.  Puede que no sea la mejor, pero es un entretenimiento de mucha calidad.

Y eso ha sido todo este mes. Sobre el siguiente no os sé poner qué es lo que tocará porque depende de los sitios donde pongo contenidos. Quizá os sorprenda lo que vaya llegando.

Pero siempre y ante todo, buenas lecturas a todos.

Papá Piernas-largas de Jean Webster. Relato de formación desde la inocencia

papa_piernas_largas“Jerusha tenía imaginación: una imaginación que, según Mrs Lippett, le traería más de un problema si no tenía cuidado, pero por mucho que la usara no conseguía ver más que el umbral del hogar al que quería entrar. Tenía diecisiete años, era pobre, decidida, de espíritu aventurero, pero nunca había puesto el pie en el interior de una casa normal. No era capaz de pintar en su mente la vida diaria de aquellos otros seres humanos, los que seguían con sus cosas sin huérfanos que los incomodaran.”

Esta es la encantadora descripción que Jean Webster (1876-1916) le dedica a la inocente, imaginativa y subyugadora Jerusha (o Judy); una huérfana que sentirá como toda la vida le da un vuelco cuando se encuentra, de golpe y porrazo, con un mecenas que quiere financiar su vida con unas condiciones ciertamente curiosas:

“-Este señor se ha quedado al final para hablar conmigo de las condiciones, que son muy poco habituales. El caballero, he de decir, es algo excéntrico. Pero tú le has parecido original, y tiene el objetivo de que estudies para ser escritora.

-¿Escritora? –Jerusha no podía pensar, solo repetir las palabras de Mrs Lippett.

-Ese es un deseo; si se hace realidad o no, ya lo veremos. Quiere darte una asignación mensual muy generosa… yo incluso diría que, para una chica de tu edad que nunca ha tenido que gestionar el dinero, demasiado generosa. Pero me ha explicado su plan con todo detalle, y no me pareció que quisiera oír mis sugerencias.”

En efecto, que se centre en su carrera de escritora y para ello la obliga a que cada mes le escriba una Daddy_Long_Legs_-_page_35carta contándole cómo le va yendo; esto convierte el relato de formación en un relato de formación artística paralelo, ya que se puede ir comprobando la evolución de la escritura página a página según avanza la historia. Lo mejor de todo es que este relato se fundamenta en la inocencia de la protagonista, todo se convierte en un descubrimiento, por la novedad que supone a pesar de la edad que tiene. Este “sense of wonder” es continúo en cada una de las cartas y va teñido en ocasiones de una cierta tristeza, como cuando se refiere a su vida anterior en el orfanato:

“Yo he sonreído un poco y he dicho que no, que creía que lo podría superar. Al menos hay una enfermedad que nunca voy a sufrir, que es la nostalgia del hogar. Nunca se ha oído hablar de nadie que eche de menos el orfanato, ¿verdad?”

El siguiente párrafo con ese tono inocente y desenfadado que utiliza la escritora transmite a la perfección esa maravillosa ignorancia ante todo lo que descubre, sobre todo en el terreno literario:

“Nunca he oído hablar de las cosas que sabe, simplemente por contagio, la mayoría de las chicas que tienen una familia como es debido, y una casa, y amigos, y biblioteca. Por ejemplo: no he leído los libros de Mamá Oca, ni David Copperfield, ni Jane Eyre, ni Alicia en el país de las maravillas, ni una sola página de Rudyard Kipling. No sabía que Enrique VIII se había casado más de una vez, ni que Shelley fuera poeta. Tampoco sabía que las personas, tiempo atrás, eran monos, ni que eso del jardín del Edén no es sino un mito precioso. Tampoco sabía que R.S.L. significa Robert Louis Stevenson, ni 5940782_origque George Eliot era mujer. No había visto en mi vida una reproducción de la “Mona Lisa” ni (esto no se lo creerá, pero es cierto) sabía quién era Sherlock Holmes.”

La evolución del personaje es continua, lo que al principio supone una verdadera incomodad luego es parte de una familiaridad que estabiliza una vida que, hasta ahora, estaba perdida en el ostracismo de la soledad; por primera vez, empieza a sentir que es parte de un mundo del que sentía desvinculada:

“Es una sensación muy agradable la de regresar a algo que me es familiar. Ahora me siento ya en la universidad como en casa, al cargo de la situación. De hecho, empiezo a sentirme en el mundo como en casa; como si realmente yo formara parte de él, no como una intrusa por lástima.

Estoy segura de que a usted lo que trato de decir le suena a chino. No es posible que alguien de la importancia de un patrono comprenda los sentimientos de alguien de la insignificancia de una huérfana.”

Parte importante de este continuo descubrimiento e inclusión en el mundo viene de su socialización, gracias a la cual, se dará cuenta del valor que puede tener una familia, sobre todo en su caso particular:

“Y qué decir de la familia. Yo no me había imaginado nunca que una familia fuera algo tan agradable. Sallie tiene padre, madre y abuela, y una hermanita de tres años que es la cosa más rica, toda llena de ricitos, otro hermano mediano que siempre entra en la casa con los zapatos llenos de barro, y uno mayor y guapo que se llama Jimmie y que está en tercer curso en la universidad de Princeton.

Las comidas todos juntos son divertidísimas: ríen y hablan todos a la vez y no se bendice la mesa antes de empezar. Me resulta un alivio no tener que dar gracias a alguien cada vez que me llevo el tenedor a la boca (seguro que esto es una blasfemia pero hasta usted diría alguna si hubiera tenido que dar gracias por obligación tantas veces como yo hasta ahora).”

Papá-piernaslargas se convertirá, según crece Judy, en su único vínculo de tipo familiar;  el único ancla que le ata a una vida de normalidad que anhela sobre todo ahora que la ha conocido; lo bueno de esta evolución es que es muy madura, no duda en devolver dinero que no cree que merezca a pesar de la generosidad de su patrocinador:

“Pero la cuestión es que tenía que devolvérselo. Entiéndalo, yo no soy como las demás chicas, que pueden aceptar regalos de la gente con naturalidad. Ellas tienen padres y hermanos, y tías y tíos; relaciones que yo no puedo establecer con nadie. Me gusta fingir que es usted algo mío, por jugar con esa idea, pero por supuesto sé que no es verdad. Yo, realmente, estoy sola, acorralada frente al mundo, y cuando lo pienso en esos términos siento que me falta el aire. Entonces trato de olvidarlo, y vuelvo a fingir. Pero usted tiene que darse cuenta, Papá, de que no puedo aceptar más dinero del necesario, porque algún día querré devolvérselo y, aunque llegue a ser una gran escritora como espero, no seré capaz de afrontar una deuda tan increíblemente cuantiosa.”

Daddy_Long_Legs_-_page_40Es por esta madurez por la que es capaz de discernir que no todas las familias son maravillosas, que vive en un mundo donde lo superficial puede ahogar lo verdaderamente real:

“He pasado allí unos días interesantísimos, y muy esclarecedores, pero… ¡qué contenta estoy de que esa familia no sea la mía! De verdad que prefiero provenir del orfanato John Grier. Por muchos que sean los aspectos lamentables de cómo me criaron allí, al menos nadie fingía lo que no era. Ahora ya sé lo que quiere decir la gente cuando habla del peso de las cosas: el ambiente materialista de esa casa es aplastante y creo que no respiré a gusto hasta que no me vi en el tren de vuelta. Allí todos los muebles son labrados, tapizados y preciosos, todas las personas a las que conocí iban maravillosamente vestidas, y hablaban bajito y con los mejores modales, pero de verdad le digo, Papá, que no oí ni una frase de verdadera conversación desde que llegué hasta que me fui. Y no creo que por la puerta principal cruzara ni una sola idea.”

El final de este recorrido es una pequeña sorpresa que transforma lo anteriormente leído sacándonos una mezcla de sonrisa y emoción que es ciertamente deliciosa. Estamos ante una pequeña esencia que se puede disfrutar desde la óptica infantil-juvenil tanto como desde una perspectiva adulta. Además, toda la edición viene aderezada con los dibujos originales de la escritora que muestran perfectamente acordes a lo narrado. Una verdadera suerte disponer de esta nueva edición de un clásico que había quedado relegado a un injusto olvido.

Los textos provienen de la traducción de María Sierra de Papá Piernaslargas de Jean Webster para la editorial Turner.

End Zone de Don Delillo. Demasiado fútbol

don-delillo-end-zoneEn octubre Seix Barral (otro de los sellos de Planeta, por si alguien no lo sabe) nos trae la última novela que nos faltaba por tener publicada de de Don Delillo, se trata de End Zone que aquí se ha traducido con el equívoco nombre Fin de campo; y digo que el nombre puede llevar a error por el contenido que se puede encontrar el lector:

“The ball was spotted at our 33. Dennis Smee moved along the line, slapping helmets and pads. Jessup sat next to me on the bench. Blades of grass were stuck to the dry blood on his face. Centrex shifted into a tight-T. Halfback picked up four. Telcon kept for six. Halfback went straight ahead for nine. Halfback went straight ahead for eight. Fullback went off-tackle for four. Fullback went straight ahead, taking George Dole into the end zone with him. The extra point was good.

“Fee-uck,” Jessup said.

“It’s all over.”

Sí, fútbol americano, mucho, un capítulo entero dedicado a un partido con toda la terminología e incluso hay una advertencia del autor antes de empezarlo:

“(The spectator, at this point, is certain to wonder whether he must now endure a football game in print –the author’s way of adding his own neat quarter-notch to the scarred bluesteel of combat writing. The game, after all, is known for its assault-technology motif, and mumerous commentators have been willing to risk death by analogy in their public discussions of the resemblance between football and war. But this sort of thing is of little interest to the exemplary spectator.”

Y no anda desencaminado, en inglés se me hizo cuesta arriba, no tanto por la terminología que acabas cogiendo tras un montón de consultas al diccionario, sino porque es un deporte que no me fascina demasiado, ni lo comprendo ni le encuentro ningún tipo de interés (el béisbol es más entretenido). Me sacaba de la narración cada dos por tres.

fin-de-campo-don-delillo-trabalibrosEnd Zone traducido como “zona de anotación” o “zona final” pegaría más con la terminología asociada a lo que puedes encontrarte en él. La traducción escogida lleva a la parte más metafórica con la amenaza nuclear que se toca también de alguna manera. Pero, sinceramente, si quisiera recomendar a alguien leer a Delillo no le recomendaría este libro por el fuerte peso de lo autóctono y su conexión más que profunda con un deporte que en Europa no es demasiado popular.

Lo que no quiere decir que el libro tenga destellos de lo que el autor desarrollará más adelante, bueno, y cosas que perderá, como es el buen humor:

“You‘re saying that what I learn on the gridiron about sacrifice and oneness will be of inestimable value later on in life. In other words if I give up now I’ll almost surely give up the the more important contests of the future.”

“That’s it exactly, Gary”

“I’m giving up.” I said.

Un humor que, en alguna ocasión más irreverente, mezcla con el sempiterno asunto de la culpa en el pueblo judío de una manera bastante ocurrente:

“Why don’t you want to be Jewish anymore?”

“I’m tired of the guilt. That enormous nagging historical guilt.”

“What guilt?”

“The guilt of being innocent victims.”

“That changes the subject.”

“Also the predicate and the object.” He said.

Quizá me pilló un poco a contrapié esta reflexión sobre la cualidad de comodidad que nos dan los clichés a nuestra vida; aunque es cierto que entrarían dentro de esas rutinas que necesitamos para estar estables; lo cual no quiere decir que esté de acuerdo con su proliferación:

“Most lives are guided by clichés. They have a soothing effect on the mind and they express the kind of widely accepted sentiment that, when peeled back, is seen to be a denial of silence. Their menace is hidden with the darker crimes of thought and language. In the face of death, this menace vanishes altogether. Death is the best soil for cliché. The trite saying is never more comforting, more restful, as in times of mourning. Flowers are set about the room; we stand very close to walls, uttering the lush banalities.”

Los dos últimos textos que os traigo vienen a colación sobre uno de los temas más importantes en la carrera de Delillo: la influencia tóxica de la tecnología para todos los ámbitos de nuestra vida.  En el primero de ellos la asocia a la eliminación del carácter individual de cada persona y la emparenta directamente con su capacidad de destrucción, para el mundo la mejor tecnología es aquella capaz de traer más obliteración (en la guerra o en otro ámbito parecido por extensión):

“I don´t think we care too much about individual bravery anymore. It´s better to be efficient than brave. So that’s it then. It’s regrettable but there it is. And your technology isn’t any good if it can’t beat the enemy’s. Your weapons have to be more efficient than theirs, more reliable, more accurate, more deadly. Your technology has to reach peak efficiency. It has to stretch itself out, overreach itself; it has to improve itself almost instantaneously. It won’t do this without the stress of war. War brings out the best in technology.”

Y esta identificación violencia-destrucción con la tecnología le sirve, a continuación, para referenciarla a la crisis de un sistema de valores que valora cada vez más esa violencia cuando se la tergiversa, dándole incluso un valor positivo en el colmo de nuestra civilización.

“We all know that life, happiness, fulfilment come surging out of particular forms of destructiveness. The moral system is enriched by violence put to positive use. But as the capacity for violence grows in the world, the regenerative effects of specific violent episodes become less significant. The capacity overwhelms everything. The mere potential of one form of violence eclipses the actuality of other forms. I am interested in these things. I am also interested in the discontinuation of contractions. Medial letters are as valid as any others. I have already begun to revise my speech patterns accordingly.”

Posibles lectores futuros de Fin de campo, evaluad si os puede gustar con este comentario. El que avisa, no es traidor.

Mi vida como hombre de Philip Roth. Comienza el juego

mi-vida-como-hombre-ebook-9788499896083“-¡Vuelve a tocarlo, Philly –le dijo el padre, furioso-, y te verás hablando con los atunes, te lo prometo! Te verás hablando con las anguilas.

Pero una vez de regreso en la pensión donde los Zuckerman pasaban sus quince días de vacaciones, Nathan, por primera y única vez en su vida, fue azotado con un cinturón por haber estado a punto de sacarle un ojo a su tío mientras hacía payasadas con el maldito anzuelo. Lo dejó atónito que el rostro de su padre estuviese tan bañado en lágrimas como el suyo propio cuando hubo terminado la paliza de tres correazos y le pareció más sorprendente aún que inmediatamente después se encontrase estrechado entre los brazos del padre.”

y…

“NOTA AL LECTOR

Las dos historias de la primera parte, Ficciones útiles, y la narración autobiográfica de la segunda parte, Mi verdadera historia, han sido extraídas de los escritos de Peter Tarnopol”

No deja de ser curioso que, siendo esta la primera aparición real del álter ego del autor Nathan Zuckerman, nunca aparezca relacionada con la serie de novelas relacionadas con él. El primer texto, ficcional (como nos dice la nota al lector al principio del libro), introduce el que será el personaje más famoso creado por Roth y lo hace a través de otro de sus álter egos, Peter Tarnopol. De hecho, en esa primera parte tenemos toda una declaración de intenciones que nos lleva a uno de los juegos que desarrollará y evolucionará el norteamericano hasta las últimas consecuencias:

“La historia de los sufrimientos de Zuckerman exige un enfoque mucho más serio que el que se juzgó apropiado para el relato de su apacible época de candor juvenil. Narrar con fidelidad los infortunios de Zuckerman entre sus veinte y sus treinta años exigiría un sondeo más profundo, un sentido más sombrío de la ironía, una voz grave y reflexiva en lugar de aquel punto de vista olímpico y divertido… o quizá lo que necesite una historia así no sea gravedad ni complejidad, sino autor capaz de verla como la sencilla comedia de cinco mil palabras que bien podría haber sido. Por desgracia, el autor de este relato –que ha experimentado por sí mismo infortunios similares, y aproximadamente a la misma edad-, no tiene dentro de sí ni siquiera ahora, mediada la treintena, lo que le permitiría relatar esa historia de un modo breve o en un tono divertido. “Por desgracia”, porque el autor se pregunta si no será esto, antes que el infortunio, la medida del hombre.”

“Para terminar, en la mejor tradición de la narrativa, la historia de ese Zuckerman en ese Chicago se la dejo a los escritores que viven en el vistoso presente americano, y cuyas extravagantes novelas cato desde la distancia, para que traten lo improbable, lo absurdo y lo insólito de una forma diferente a la directa y reconocible.”

En mi caso, debido a no haber seguido estrictamente el orden cronológico, ya había leído las cuatro partes que se reúnen bajo el nombre de Zuckerman encadenado y La contravida y este libro actúa como presagio de lo que iba a venir, como una prolepsis que Roth tenía ya en la cabeza y que pensaba acometer tras los experimentos que suponen sus primeras obras; esa capacidad de Roth (como Piglia o Vila-Matas) de expresar sus pensamientos a través de sus contrapartidas literarias, es lo que hace difícil recomendar su obra al lector de a pie, sobre todo porque un libro solo constituye una única pieza de un puzle mayor, mucho más complejo.

A través  de la identidad de Zuckerman empieza a afrontar la relación del escritor con su obra y, al mismo tiempo, presentar rasgos de su personalidad que irá fragmentando a través de otros pseudónimos ficticios (o no tanto), como es el caso de Tarnopol, el escritor que inventa a Zuckerman y que, curiosamente, fue tratado por el mismo psicoanalista  de Portnoy, Otto Spielvogel:

“De 1962 a 1967, el señor Tarnopol fue paciente del psicoanalista Otto Spielvogel de la ciudad de Nueva York, cuyos artículos sobre la creatividad y la neurosis han aparecido en numerosas publicaciones especializadas, sobre todo en Fórum Norteamericano de Estudios Psicoanalíticos, del cual es colaborador. El señor Tarnopol es considerado por el doctor Spielvogel uno de los más destacados narcisistas jóvenes del mundo de las artes nacional. “

En boca de Spielvogel Tarnopol es un narcisista (¿está Roth hablando de sí mismo?) y es  evidente que Zuckerman va a ser su gran proyecto futuro, me encanta el símil musical ya que resume a la perfección los juegos literarios que se desencadenarán, como una fuga en la que cada libro tendría su contribución pintando historias con pequeñas variaciones que se van superponiendo:

“En busca del desastre (uno de los cuentos que le envié) se vería tal vez ampliado en una obra más extensa, ambientada en Italia, sobre un Zuckerman cargado de remordimientos y su bella hijastra: se trata de las típicas reflexiones posfreudianas sobre motivos inspirados en Ana Karenina y Muerte en Venecia. “¿Esto es lo que piensa usted hacer, o continuará escribiendo variaciones sobre Zuckerman hasta haber construido una especie de fuga completa en el género de la ficción?” “Sí, esas ideas son muy buenas –tuve que decirle al hombre, que estaba allí con mi cheque en la mano-, pero lo que estoy haciendo podría describirse más bien como un modo de intentar abrirme camino a puñetazos desde el interior de una bolsa de papel.”

Todo este juego que nos propone es solamente visible desde la óptica del lector avanzado de Roth, el libro en sí mismo se puede quedar para un lector ocasional es una historia en la que brilla con luz propia el protagonista y sus problemas con las mujeres de diversa índole; es este uno de esos libros en el que un análisis superficial pintaría un Roth  machista que atribuye características muy negativas a todas las mujeres con las que se encuentra:

“En este momento no recibo consejos de nadie en lo referente a Susan. Estoy aquí para estar libre de consejeros… y de tentaciones. ¿Susan, tentación? ¿Susan, hechicera? ¡Vaya palabra para calificarla! A pesar de todo, nunca me ha dolido tanto la añoranza de alguien. Como se suele decir, hemos pasado mucho juntos, y no del mismo modo en que “lo pasamos” Maureen y yo. Con Maureen era la monotonía implacable de la lucha, algo que casi me hizo perder la razón. Por mucho razonamiento, inteligencia incluso fuerza bruta a que recurriese para hacer frente a nuestro conflicto, nunca logré cambiar nada. Todo lo que hacía era inútil, incluso, por supuesto, no hacer nada. Con Susan había lucha, sin duda, pero también ciertas compensaciones. Las cosas cambiaron. Nosotros cambiamos. Hubo progreso, evolución, transformaciones maravillosas y conmovedoras en todos los aspectos.”

Aunque siempre nos deja perlas referentes al papel de la literatura en nuestras vidas, es evidente que para el autor norteamericano sus experiencias con mujeres nunca podrán igualar lo que ha vivido gracias a la lectura y no duda en expresarlo cada vez que se presenta la oportunidad:

“Si no me hubiera sentido tan fascinado por aquellas complicadas ficciones cargadas de angustia moral, tal vez no habría dado nunca aquel paseo de ida y vuelta hasta el Upper West Side y nunca habría llegado a tomar la que entendía como la única decisión “honorable” para un hombre moralmente tan “serio” como yo. A pesar de todo, no es mi intención atribuir mi ignorancia a mis maestros, ni mis delirios a los libros. Los maestros y los libros siguen siendo lo mejor de mi vida, y si no hubiese albergado un sentido tan grandilocuente de mi honor, de mi integridad, de mi deber como hombre y de la “moralidad en sí”, quizá no habría sido tan susceptible a la educación literaria y a los placeres que esta conlleva.”

Teniendo en cuenta estos dos últimos ingredientes, es profundamente sintomático que el último capítulo de la segunda parte lleve el título de “Libre” ya que conlleva varias facetas de lo que él entiende como libertad: por un lado su vida como hombre, cómo él mismo, reafirmado en su personalidad y su forma de ser, libre de la influencia perniciosa de las mujeres con las que se ha encontrado; por el otro, la libertad de crear a Zuckerman y desencadenar su futura identidad, su futura relación con la literatura a través del personaje y la composición de esa fuga literaria de la que hablaba con anterioridad. ¡Música maestro!

“Y entonces, con los ojos anegados en lágrimas y los dientes castañeteando, y lejos de parecer un hombre cuya némesis ha dejado de existir, un hombre que vuelve a ser dueño y señor, me volví hacia Susan, que seguía sentada allí, con el abrigo puesto y un aspecto (para mi sorpresa) tan indefenso como el día que la conocí. Seguía allí sentada, esperando. “Oh, Dios mío…-pensé-,  ¡y ahora tú! ¡Tú siento tú! ¡Y yo! ¡Este yo que es yo siendo yo y ningún otro!”

Los textos provienen de la traducción de Lucrecia Moreno de Sáenz y Mercedes Mostaza de Mi vida como hombre de Philip Roth  con revisión de Lourdes González para Debolsillo.

Sonetos de William Shakespeare. El bardo y sus lindezas

SonetosTenía yo entre mis manos la edición de los Sonetos de William Shakespeare a cargo de Bernardo Santano Moreno que sacó el año pasado Acantilado; una edición que consta de una traducción en prosa (a pie de página) y otra en verso, más poética, al lado de la edición en la lengua original y a la que solo se le echan en falta algunas notas que expliquen ciertos términos que se  dan por sentados; dicho lo anterior, la edición es más que disfrutable de la forma en que está planeada.

Bueno, a lo que iba, de la carrera recordaba lo enrevesado que era nuestro “Will” y podéis  comprobarlo por vosotros mismos en los siguientes sonetos (135 y 136):

 

135

“Whoever hath her wish, thou hast thy Will,

And Will to boot, and Will in overplus;

More than enough am I that vex thee still,

To thy sweet will making addition thus

 

Wilt thou, whose will is large and spacious,

Not once vouchsafe to hide my will in thine?

Shall will in others seem right gracious,

And in my will no fair acceptance shine?

 

The sea all water, yet receives rain still

And in abundance addeth to his store;

So thou, being rich in Will, add to thy Will

One will of mine, to make thy large Will more.

 

Let no unking, no fair bessechers kill;

Think all but one, and me in that one Will.”

 

136

“If thy soul check thee that I come so near,

Swear to thy blind soul that I was thy Will,

And will, thy soul knows, is admitted there;

Thus far for love my love-suit, sweet, fulfil.

 

Will will fulfil the treasure of thy love,

Ay, fill it full with wills, and my will one.

In things of great receipt with ease we prove

Among a number one is reckoned none;

 

Then in the number let me pass untold,

Though in thy stores’ account I one must be;

For nothing hold me, so it please thee hold

That nothing me, a something sweet to thee.

 

Make but my name thy love, and love that still,

And then thou lov’st me, for my name is Will.”

 

Para este par de poemas, el traductor hace la necesaria aclaración:

“En los sonetos 135 y 136, Shakespeare juega con los diferentes significados del término will, que son los siguientes: a) auxiliar de futuro; b) voluntad; c) deseo, antojo, capricho; d) deseo carnal, deseo lujurioso; e) diminutivo de William; f) órgano sexual masculino (registro vulgar); g) órgano sexual femenino (registro vulgar). Las cuatro versiones que se presentan deben entenderse simultáneamente. Para el diminutivo de William he preferido usar la forma Guille, fácilmente reconocible por cualquier lector como diminutivo de Guillermo”

Para cada uno de ellos ha realizado cuatro traducciones poéticas que alternan la semántica anteriormente mencionada. El resultado final es espectacular, esa mezcla de lo soez con alta literatura es prodigiosa. Su dificultad, ya podéis comprender, es de primer nivel.  Siempre he pensado que solo Cervantes puede estar al nivel del Bardo, su genialidad es manifiesta. Otros sonetos son más comprensibles, como esta joya que voy a usar para terminar:

76

“Why is my verse so barren of new pride,

So far from variation or quick change?

Why with the time do I not glance aside

To new-found methods and to compounds strange

 

Why write I still all one, ever the same,

And keep invention in a noted weed,

That every word doth almost tell my name,

Showing their birth and where they did proceed

 

O, know, sweet love, I always write of you,

And you and love are still my argument,

So all my best is dressing old words new,

Spending again what is already spent.

 

For as the sun is daily new and old,

So is my love still telling what is told.”

 

El pareado final es magistral, esa fusión entre lo nuevo y lo antiguo que tan bien llevó a cabo expresada en un par de versos: “Como el sol es a diario nuevo y viejo a la vez, /así mi amor aún cuenta lo que ya se ha contado” (traducción mía libre)

Leer a Shakespeare, un placer único.

El rancho de la U alada de B.M. Bower. Costumbrismo inglés en el oeste

UAladaEngaña bastante el título de esta novela de la escritora norteamericana B.M. Bower (1871-1940), y lo hace porque El rancho de la U alada no referencia solamente a una novela de vaqueros, un típico western; sino que esconde una trama de un calibre bastante distinto y se dirige a un público bastante diferente al que podría comprarla a priori.

La trama, que nos brinda la editorial Hoja de Lata, sirve para clarificar la situación:

“Montana, un verano a principios del siglo xx. En el rancho de La U Alada, James G. Whitmore, el Viejo, y sus muchachos viven plácidamente entre bromas y ganado. Sin embargo, la visita inesperada de Della, la hermana del patrón, va a revolucionar el día a día de estos entrañables vaqueros, en especial de uno de ellos… Comienza así la accidentada y romántica historia de amor entre Chip, un vaquero aparentemente duro y reservado con increíbles dotes para la pintura, y Della, una joven doctora de armas tomar no muy encantada a priori de pasar unos meses entre caballos y reses. Una historia pícara y divertidísima que describe las rudezas de la mítica vida en un Salvaje Oeste tan desenfadado, cercano y sencillo que resulta imposible no zambullirse en él.”

Pocas diferencias hay entre esta novela del oeste y la típica novela costumbrista ambientada en la campiña británica y que podría firmar sin problemas D. E. Stevenson o Stella Gibbons; todo en un clima de humor desenfado y malentendidos de todo tipo, no en vano, Chip y la Doctorcita constituyen una de esas parejas impensables al comenzar la novela:

“-Por supuesto, para usted son una especie totalmente nueva. ¿Cómo se lleva con ellos? –preguntó Dunk.

Y la Doctorcita le respondió clara y sinceramente:

-Oh, muy bien, teniendo en cuenta las circunstancias. Me proporcionan algo de diversión y yo les ofrezco algo nuevo de lo que hablar, así que estamos en paz. Son buena gente, ¡pero tan ignorantes! No creo…

Las palabras continuaron convertidas en un murmullo indescifrable, enfatizado por las risotadas agudas y discordantes de Dunk.”

Chip, sin embargo, va más allá del típico vaquero rudo e ignorante, es un aficionado a la literatura y sobre todo al arte:

“Supuso que en el Este se le consideraría un ignorante. Comparado con el doctor Cecil Granthum -¡maldito fuera! – debía parecer un tipo lamentable, sin duda. Nunca había visto una universidad por fuera, ya ni hablar de imbuirse de conocimientos dentro de una. Había aprendido algo de la sabiduría que la naturaleza transmite a aquellos que pueden interpretar su lenguaje y había leído mucho tumbado boca abajo bajo un cielo estival, mientras que el ganado pacía a su alrededor y su caballo comía las dulces hierbas al alcance de su mano. Podía repetir páginas enteras de Shakespeare y de Scott, y de Bobbie Burns. Le hubiese gustado poner a prueba al doctor Cecil con algunos de ellos y ver quién ganaba. Aun así, él era ignorante, y nadie era más intensa y amargamente consciente de ello que Chip.”

Y, concretamente, un gran pintor, hay un relato de formación del artista que se muestra en su forma de pintar, momentos en los que la autora muestra toda la lírica de su propia pluma:

“Al principio, parecía que fuera a repetirse La última batalla. Se veían las mismas cimas irregulares y los mismos pinos achaparrados atenazados por el fiero abrazo del helado Chinook. ¿Los mismos? Pero había una diferencia. No podía explicarse, quizá, pero sí sentirse, sin duda. Las colinas de la Doctorcita eran colinas irregulares e inhóspitas; sus pinos eran pinos muy bonitos. Las colinas de Chip también eran irregulares e inhóspitas, pero se veían desoladas; sus pinos eran temblorosos pinos solitarios, porque había vagado solo entre ellos y había captado el Mensaje de la Naturaleza. Su cielo era el frío y siniestro cielo de La última batalla, pero aún más frío, más siniestro porque era de noche. Una joven luna brillaba baja al oeste, medio oculta tras un claro de apresuradas nubes de nieve. La diminuta cuenca se veía entre sombras y vagamente, el terraplén era un muro negro acariciado aquí y allá por un tembloroso rayo de luz.”

Chip, su microuniverso, ese rancho, ese pequeño corral, son el encanto de una aventura romántica sin caer en las ñoñerías habituales:

“Se detuvo en el lugar donde el sendero se bifurcaba, agitó su crin rizada con aire triunfal y miró atrás. Para él, la libertad era un dulce placer, dulce y raro. Todo su mundo era un amplio compartimento de establo con un pequeño corral como acontecimiento muy especial. Le parecía que dos millas era alejarse mucho de casa. Contempló la colina a su espalda un momento, alzó la cabeza y salió trotando por el camino que llevaba a casa de los Denson.”

Como podéis comprobar, estamos ante un libro encantador, donde la conjunción entre lo inglés costumbrista-la rudeza del oeste- el humor y la fina ironía se unen en una mezcla francamente entretenida y con una gran calidad por el estilo de la autora. Espero que haya suerte y veamos más aventuras de la serie por aquí.

Los textos provienen de la traducción de Raquel Duato García de El rancho de la U alada de B.M. Bower para la editorial Hoja de Lata.

La educación de un ladrón de Edward Bunker. Verosimilitud poética

EducaciónladrónHa comentado hace poco el editor de la colección “Al margen” de Sajalín Editores que el libro con el que se iniciaba la colección, fue precisamente, el primero de Edward Bunker publicado en España: No hay bestia tan feroz. De hecho, esta colección surgió por su necesidad de publicar este tipo de libro que no entraba en la temática de la colección en ese momento. Desde la publicación de ese primer libro (octubre 2009) han pasado seis años y se cierra un círculo con la reedición (la primera edición la sacó Alba en el año 2003, sin demasiado éxito) de su autobiografía La educación de un ladrón, un espléndido colofón que sirve como cierre a la publicación de todo lo que hay disponible del inolvidable Mr Blue.

Bunker ya ha visitado alguna vez este blog, lo hizo gracias a Little boy blue , donde argumentaba el uso de la violencia y su función catártica así como con el último libro de relatos (póstumo) Huida del corredor de la muerte , donde precisamente comenté lo bien que estaría que consiguieran los derechos de su autobiografía. Parece que me han hecho caso, y la espera ha valido muchísimo la pena, posiblemente estamos ante el mejor libro del autor dentro de un muestrario de títulos (todo sea dicho) de mucha calidad.

Si hay una cosa que destaca en esta lectura en primera persona de su propia vida es su capacidad para reflejar situaciones, una verosimilitud que surge de su propia experiencia pero que no ahoga el sentido literario de lo que nos expone, un sentido que nunca olvidó, menos al final de su carrera, en esta obra de total madurez:

“Yo escuchaba y lo grababa todo en la cabeza pero, sin decirlo abiertamente, no sentía inclinación por los robos a mano armada. En realidad, no había planeado ser un delincuente aunque tampoco había jurado a Dios ni a nadie no serlo. Cuando saliera a la calle, no tendría un céntimo. Los únicos amigos que tenía los había hecho en un encierro u otro: las escuelas especiales, el reformatorio o la cárcel… Ocurriera lo que ocurriese, yo saldría adelante. Los reclusos de una pieza decían: “A mí empiezan a gustarme las cosas cuando se ponen difíciles para todos los demás.” Es una expresión que he utilizado con frecuencia en la vida.”

Solo hay que echar un vistazo a la forma en que define las trampas que se suelen hacer en los juegos de cartas para constar que todo lo que cuenta es de primera mano, ha sucedido y eso nos provoca un estado de intranquilidad:

“Cuando los otros jugadores eran tan buenos que las trampas me habrían ayudado, también ellos conocían las triquiñuelas. No se detecta nada ilegal, pero la manera de poner la mano o de sujetar la baraja siempre son un indicio. Lo principal era identificar a un tahúr. Si lo había, le hacía una señal que conocen todos los timadores del mundo, un puño cerrado sobre el tapete. Significa que tiene que jugar sin trampas. Una mano plana indica que siga con lo suyo. También hay señas habituales para los timadores, los mecheros, los rateros de pisos y todos los demás miembros de esa raza de ladrones profesionales en peligro de extinción que se remonta, como poco, a la Inglaterra isabelina.”

Sobre todo porque no hay ningún tipo de juicio moral por su parte, no existe ningún tipo de coacción a lo que podamos pensar, él no intenta justificarse de ninguna manera ni evalúa si sus actos son correctos, incluso a veces indica que pueden serlo pero poco importa en una carrera de supervivencia donde solo el más listo sobrevivirá:

“Era una locura emprenderla con el mundo aunque fuese este el que hubiera comenzado la pelea. En la jerga de los psiquiatras, yo tenía un ego permeado de ello y un superego -que es como la conciencia, o como el conductor que controla que el coche no se pase de velocidad- atrofiado. Los estudios especializados decían que no había tratamiento, aunque era frecuente que hacia los cuarenta años se alcanzara un apaciguamiento. Confiaba en poder recurrir a la inteligencia para gobernar mis impulsos. Sabía que algunos sociópatas triunfaban y que la gente lista no cometía delitos callejeros. Nadie se compra una casa en Beverly Hills a base de reventar cajas de seguridad. Prometí que cuando saliera de los muros de San Quintín sería lo más listo que pudiera. Me empaparía de todo el conocimiento al que tuviese acceso.”

En este sentido, es especialmente potente todo el capítulo (extenso) que dedica a los conflictos raciales con esa facilidad para retratar la violencia realista de los sucesos enmarcados en una prosa de gran lirismo; esos contrastes de los que ya he hablado alguna vez con respecto al autor norteamericano.

En el relato de estos hechos autobiográficos son fácilmente discernibles dos líneas argumentales, por un lado el ya citado reflejo de su propia vida y los eventos históricos que le tocó sufrir: el paso por correccionales, San Quintín, timos, atracos, etc; por el otro, su progresivo balanceo hacia lo literario, una especie de relato de formación en el arte en el cuál actuó de una manera autodidacta:

“No asistí a ningún curso de creación literaria, ni tenía mentores. El único escritor que había conocido en mi vida, aparte de Chessman, era un periodista alcohólico con el que había coincidido en el hospital estatal de Camarillo, y que estaba escribiendo un libro en la lavandería donde trabajaba. Para hacerme cierta idea de lo que estaba haciendo, me suscribí a Writer’s Digest, una revista literaria. Quizás aprendería algo de sus numerosos artículos sobre “cómo redactar….” Adquirí varios de los libros que anunciaba. El más útil era de un tal Jack Woodruff (creo que ese era el nombre), que aconsejaba imaginar la escena mentalmente y limitarse a describir lo que uno veía.”

Lo bueno del autor es que consigue fusionar ambas líneas argumentales formando un todo muy homogéneo en el que destaca especialmente una virtud que le sirvió para avanzar:

“A pesar de que tuve momentos de esperanza insensata, sabía muy bien que nunca sería publicado. Lo había escrito para aprender el oficio. Aún conservo el manuscrito. Mi mujer dice que, si lo hubiera leído ella, me habría aconsejado abandonar. Pero es bien sabido que la ignorancia es muy osada, de modo que empecé mi segunda novela. Nunca imaginé que tardaría diecisiete años y seis novelas antes de ver publicada una, la séptima. Perseveré porque me daba cuenta de que escribir era mi única manera de hacer algo creativo, de salir del pozo oscuro, de cumplir el sueño y descansar al sol. Y si el lector ha llegado hasta aquí, se habrá dado cuenta ya de que la perseverancia es fundamental en mi modo de ser. Me recupero de cualquier caída mientras el cuerpo obedezca mi voluntad. He ganado muchas peleas porque no me he rendido… y también he recibido algunas palizas por no saber dejarlo a tiempo. “

Entender su forma de escribir es parte de su éxito y su calidad, primeramente, su experiencia vital, que compara con la de Cervantes y Dostoievski en la confrontación de los hechos más descarnados que se puede encontrar el hombre, es en experiencias de este calibre cuando se obtiene la materia prima para escribir:

“Leer me había enseñado que la cárcel había sido el crisol donde se habían formado varios grandes escritores. Cervantes escribió buena parte del Quijote en una celda, y Dostoievski era un autor mediocre hasta que lo condenaron a muerte, pena conmutada a escasas horas de la ejecución, y lo enviaron a prisión en Siberia. Fue después de estas experiencias cuando se convirtió en un gran escritor. Hay dos mundos en los que los hombres se despojan de todas sus máscaras y dejan ver lo más descarnado de su ser. Uno es el campo de batalla; el otro, la cárcel. Sin la menor duda, tenía mucha materia prima; el interrogante era mi talento.”

Lo segundo fue su decisión de escribir desde el punto de vista del criminal y la verosimilitud con que es capaz de realizarlo, relatos duros, descarnados, sin aliento para el lector que se encuentra con una realidad que no solo no ha vivido, sino que no puede entender:

“Se han escrito muchos libros sobre criminales, pero el escritor siempre los observa, a ellos y a su entorno, desde el punto de vista de la sociedad. Yo deseaba que el lector viera el mundo desde la perspectiva del criminal: qué veía, qué pensaba, qué sentía… y por qué. También quería escribir en tres planos: primero, la tensión de la trama; segundo, la composición psicológica; y tercero, el planteamiento de una visión filosófica. Y también intentaba seguir la máxima de Hemingway de que el escritor debe ser tan devoto de la verdad como un prelado de la Iglesia  lo es de Dios. A diferencia de la mayoría de los eruditos y de todos los políticos, jamás he retocado un hecho para que encajara en una argumentación. A veces termino por plantear cosas que se contradicen, pero todos sabemos que la coherencia hasta el absurdo es el fetiche de las mentes estrechas.”

En efecto, la honestidad y la sinceridad de Bunker nos “engancha” al relato, pero es en su estilo donde nos subyuga definitivamente. Un total triunfo de Sajalín que podemos disfrutar todos los lectores, no solo de género, sino de la literatura en general.

Los textos provienen de la traducción de Montserrat Gurguí y Hernán Sabaté de La educación de un ladrón de Edward Bunker en Sajalín Editores

Mi rentrée: el hype de otoño 2015

SupasatiempoEl año pasado realicé un artículo donde hacía predicciones sobre los que creía que iban a ser los mejores libros del final del año y la verdad es que no me equivoqué, fueron todos lecturas muy satisfactorias (uno de ellos ha llegado este año (Los desafortunados) y va a ser uno de los libros del año).

Este año, aprovechando la sucesión de artículos que suelen sucederse con respecto a esa palabra tan bonita: rentrée; y tras preguntar a varias editoriales por sus planes hasta fin de año, he diseñado mi rentrée particular, los libros que más me interesan y de los que ahora voy a hacer una pequeña división con los que espero con más ansia. A continuación, un pequeño resumen con aquellos en los que he enfocado mi “hype”:

-El primero, ya tradicional en estas fechas, es el próximo libro de William Gaddis, Sexto Piso acomete la nada desdeñable labor de publicar casi todo lo que hizo el autor norteamericano, y en esta ocasión nos trae Su pasatiempo favorito, posiblemente una de sus obras más monumentales junto con Jota Erre y Los reconocimientos, donde el autor acometía una sátira del sistema judicial en EEUU.

The Lost Landscape : A Writer’s Coming of Age de Joyce Carol Oates , el tercer libro este año de la incombustible escritora norteamericana nos va a brindar un coming age autobiográfico que nos puede desvelar la formación de la autora como escritora desde sus recuerdos de la infancia.

MafiaHistoria de la Mafia de John Dickie el autor de Delizia!  es un experto en estas lides, esta monumental tochazo promete un trabajo exhaustivo que nos desvele todo lo que tenemos que saber sobre la Mafia.

-Ojo al final de año que nos propone  Pálido Fuego, dos libros he escogido de su excelente rentrée, primeramente Zeroville de Steve Erickson una de esas historias de narradores múltiples donde todo es posible y la realidad se nos muestra de una manera alternativa; el otro es la particular versión de Pinocho en las manos del irreverente Coover, Pinocho en Venecia.

-En Ático de los libros también han preparado un final de año excelente, es difícil elegir sin dejar alguno de los que sacan pero me voy a centrar en dos novedades concretas: por un lado, el nuevo libro de Ian Morris en su colección de historia Guerra. ¿Para qué sirve?; por otro lado me atrae muchísimo su H de Halcón de Helen MacDonald, una particular novela que puede deparar grandes momentos desde una premisa diferente (“una mujer que, al perder a su padre, decide entrenar un halcón para recordarle pinocchiomid(pues ambos compartían un gran amor por la Naturaleza) y salir del tremendo marasmo emocional en el que ha sucumbido”) 

-De entre lo que publica en sus múltiples sellos PRH Mondadori cabe destacar la vuelta de dos grandes, nuestra ración de Stephen King y su Revival que puede convertirse en una de sus historias más oscuras; sorprendentemente, Lumen se ha dado cuenta de que tiene a Atwood en su catálogo y nos trae Nada se acaba, una elección bastante curiosa y lejana a lo que está publicando ahora mismo la autora canadiense.

-Dos novedades de sabor británico y que me gustan por motivos distintos, en Noviembre Alba, después de más de 35 años de la publicación de la última traducción, va a sacar una de las obras cumbres de D. H. Lawrence, El Arco iris, una noticia increíble; por otro lado ZerovilleAnagrama en octubre va a sacar lo último de McEwan y Amis, en esta ocasión, por la polémica y lo controvertido del tema, La zona de interés, del segundo es mi apuesta.

-Y para acabar una pequeña selección de género, Navona nos va a traer, en su colección de novela negra, la continuación de lo que publicaba RBA de Ross Macdonald, La Wicherly; Quaterni, las últimas aventuras de Byomkesh Bakshi en Las púas del puercoespín; dÉpoca va a empezar la publicación de las aventuras del investigador Lecoq en El misterio de Orcival de Gaboriau; Nevsky vuelve a la carga con Starobinets en octubre; y habrá que echar un ojo al Fantasma de Nesbo. Ah, casi se me olvida, ojo al James Bond ruso en Diecisiete instantes de una primavera que nos trae Hoja de Lata.

Esto, desde luego, es una pequeña selección, quién sabe por dónde irá el tema. Hay otros libros que tengo en mi lista  y podrían estar realmente bien. Veremos cómo va el final de año.

¡Buenas lecturas!

Lecturas previstas para septiembre 2015. Vuelvo al proyecto

No suele ser habitual que haga un post de estas características. En este caso no me ha quedado más remedio, ya que los textos que hice para resumir las lecturas del verano han sido ya demasiado extensos de por sí. O sea que no me viene mal extenderme un poco más en las lecturas que he programado y que aparecen en la siguiente foto:

Lecturas_sept_1

Tengo claro que uno de los objetivos más importantes es retomar mi Proyecto Literario y para ello he decidido centrarme en la figura de Philip Roth, del que solo me quedan doce lecturas y que pienso terminar entre septiembre y octubre. Ya he empezado con Mi vida como hombre, y espero que le sigan en poco tiempo Lecturas de mí mismo, Los hechos, Engaño, Patrimonio y El teatro de Sabath. La trilogía americana caerá en octubre. También dentro de este epígrafe tengo previsto lo último que ha salido de Coetzee El buen relato, y el segundo libro de Delillo que ahora van a publicar y que yo leeré en inglés: End Zone.

Esto me lleva a un segundo bloque de lecturas en inglés donde, aparte del ya mencionado, he recordado que tenía uno de Sonetos de Shakespeare en edición bilingüe y, aprovechando que se han decidido a sacar la antología de Joyce Carol Oates en Alfaguara-PRH en octubre con el curioso nombre de Mágico, sombrío, impenetrable, leeré su versión en la lengua original Lovely, Dark, Deep Stories; ya dije en algún momento que la editorial me ha perdido, sacando uno de la autora al año, no llegará nada suyo nunca (sobre todo sabiendo que publica tres libros al año) y me sale bastante más económico; de hecho por ese precio me están mandando ya desde Book Depository el último libro de la autora que se va a publicar en octubre: The Lost Landscape: A Writer’s Coming of Age, texto en tapa dura de tipo ensayo con tintes autobiográficos que promete ser apasionante y que os comentaré en blog.

Otro bloque interesante podría ser de novedades de este año; he hecho una pequeña selección con las lecturas que más me apetecen en este momento; brilla con luz propia El cuaderno perdido de Evan Dara en la que se “narra la historia de la desintegración de una comunidad de la América moderna, y ofrece una visión de reconstitución” al mismo tiempo  “Plasmando la totalidad social de dicho conjunto de personas mediante la representación de sus distintas voces”, me parece que esto puede ser una lectura gozosa, Pálido fuego tiene una selección de libros de una calidad contrastada.

Dentro de ese bloque me apetecen muchísimo también:

Hollywood Gótico de David J. Skal, publica EsPop Ediciones la historia de Drácula a través del prisma siempre interesante de Hollywood.

Los viernes en Enrico’s de Don Carpenter, gracias a Sexto Piso voy a descubrir al autor norteamericano del que no había leído nada aún y del que no oigo más que maravillas.

1453. La caída de Constantinopla de Roger Crowley, no he faltado todavía a la cita de historia que nos propone Ático Libros en su fantástico sello y esta no podía ser menos. Imperios del mar fue una novela absorbente y espero que con esta se cumpla también.

Cuentos completos de E. L. Doctorow, uno de mis eternos pendientes, más ahora que ha fallecido recientemente, esta edición única y completa de sus cuentos, que trabajó a propósito (eligiendo orden y cuentos) con la editorial Malpaso, es una buena manera de aliviar un poco mi conciencia. Ya lo he empezado y pinta muy bien tanto por estilo como por el contenido.

Personae de Sergio de la Pava, esperaba mucho de él como ya he comentado en alguna ocasión tras su excepcional ópera prima; me temo que puedo encontrar algún problemilla que va convertirla en un posible fiasco debido a lo que he comentado con otros lectores. Veremos qué es lo que pasa finalmente.

El patriarcado del osito Teddy de Donna Haraway, me llamó mucho la atención el título de este ensayo que promete, al menos, ser distinto a lo habitual.

El último bloque  podríamos llamarlo de recuperaciones, esas novelas que, por una razón u otra, demoro en su lectura y que, sin embargo, pueden ofrecerme buenos momentos, entrarían en esta categoría los siguientes:

Carpe Diem de Saul Bellow, mi primer Bellow, a estas alturas. Imperdonable. Necesario más que nunca, junto con Malamud para entender las obras posteriores de Philip Roth.

En un metro de bosque de Georg Haskell, recomendado especialmente por Pilar, la editora de Noema en Turner, tiene una premisa (estar observando un bosque durante un año) muy original en el planteamiento y potencialmente tediosa en el desarrollo, tengo mucha curiosidad por ver cómo funciona el autor.

El marciano de Andy Weir, a puntito de estrenarse la película no tengo excusa para leerlo; las opiniones son tan contrapuestas que quiero comprobar por mí mismo el motivo de su éxito.

-No quería dejar sin programar alguna novela policíaca pero sin abusar, el monográfico que hice en el verano me ha servido para vaciar un poco lo policíaco pendiente, así que he cogido alguno de los clásicos que tengo pendientes, el antepenúltimo de Chandler (ya solo me queda el de relatos completos y uno de ensayos) además de coger dos libros de Ross Macdonald, me quiero poner al día con el autor para cuando Navona se disponga a continuar su publicación en noviembre.

Ah, se me olvidaba, también dentro de estas recuperaciones estaría El rancho de la U Alada de B. M Bower, un curioso western, amable, más cercano a las novelas costumbristas británicas y cargada de buen humor. Otro gran logro de Hoja de lata (ya lo había leído cuando estaba haciendo este artículo).

Y esto es todo lo previsto, veremos si consigo leerlos al completo.

¡Buenas lecturas!

Giles, el niño-cabra de John Barth. Esquizofrenia lectora

gilesHe pasado por tantas fases en la lectura y posterior asimilación de esta obra de Barth que ya he perdido la cuenta.

Al principio ni siquiera iba a escribir nada de ella y ahora, sin embargo, vuelvo a ella, a esa relectura de los textos que apunté y vuelvo a cambiar de opinión.

¡ESQUIZOFRENIA! ¡O BIPOLARIDAD! (o cualquier cosa…)

El caso es que no me puedo resistir a escribir unas notas. No las necesita, pero aportaré algo de mi experiencia a la hora de afrontar esta obra excepcional.

Argumento: cualquiera se pone a intentar resumir más de 1100 páginas de trama, calla, ¡que el propio autor lo hace en el prólogo! Está hecho. Qué mejor posibilidad que esta:

 “Misterio, tragedia, comedia. El lugar donde se cruzaron estos tres caminos ante mí fue Giles, el niño-cabra: las aventuras de un joven engendrado por un ordenador gigante en una bibliotecaria desgraciada, pero dócil, y criado en los establos experimentales para cabras de una universidad universal, dividida ideológicamente en el Campus Este y el Campus Occidental. Al joven se le encarga una serie de tareas cuando se matricula y tiene que aceptar tanto su caprinidad como su humanidad (por no hablar de su maquinidad) y, en las entrañas mismas de la Universidad, trascender no sólo las categorías que representan ambos campus, sino también todas las demás; trascender incluso el lenguaje, y después regresar al campus a la luz del día, expulsar al falso Gran Maestro, que él entiende que es un aspecto de sí mismo, y hacer todo lo que esté en su mano para explicar lo inexplicable.”

Según podéis ver por la trama, muy anclada en la realidad que conocemos no parece lo que nos lleva al siguiente punto.

Alegoría: “Figura que consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente. “ Que nadie se engañe, todas las páginas son una sucesión de metáforas. Ello requiere un esfuerzo brutal ya que el texto no es evidente, entre otras cosas porque juega con diferentes  ejes temáticos para estas metáforas que es conveniente tener en la cabeza:

1º Guerra fría: la división en ideologías (Campus Occidental-Campus Oriental) está explotada al límite y rememora la situación vivida entre las dos grandes potencias de la época (Rusia-EEUU), esta vez en el marco de la universidad. Hay un juego continuo tremendo que juega con ideologías inventadas y que no deja de ser una parodia-sátira de la importancia que tienen todos los –ismos:

“Haciendo un esfuerzo considerable (porque él ya estaba fatigado de tanto recordar, y consideraba que su punto de vista ya había sido expuesto de un modo concluyente), logré sacarle la siguiente información: Entre los extravagantes planes del Proyecto Cum Laude en el mes anterior a su abandono estaba la preparación por parte del ORDACO, bajo la supervisión de Eierkopf y en el más alto secreto, de algo llamado “el GILES”. Todo cuanto Max pudo o quiso explicarme fue que la palabra era un acrónimo de Granmaestro Ideal del Laboratorio Eugenésico de Sujetos. Lo que significaba aquella frase (por lo que yo comprendía, bien podría estar formulada en el idioma de las ovejas), y si el intento de preparar dicho Giles resultó un éxito, y en tal caso cuál era su objetivo, fueron cosas de las que no me enteré hasta un tiempo más tarde. Pero comprendí, en cualquier caso, que había una relación incierta entre este misterio y mi postulación para el puesto de héroe.”

Novela de Campus: en efecto, el eje más evidente  nos lleva a la representación, de alguna manera del ambiente universitario que Barth conocía a la perfección y que devienen en novelas de formación, el camino que sigue nuestro entrañable niño-cabra está estructurado como un Bildungsroman típico que se irá centrando específicamente en un avance de dicha formación a través del sexo.

“Mi nombre es George; mis actos se han relatado en la Sala de la Torre y la crónica de mi infancia ha aparecido en el Journal of Experimental Psychology. Soy el que en esa época fue llamado Billy Bocksfuss, un apelativo cruel y poco apropiado. Y es que si realmente tuviera una pezuña hundida ahora no iría renqueando apoyado en un palo, ni necesitaría que me llevaran a caballito a clase cuando llueve. Sí, fue precisamente por falta de una pezuña por lo que a los catorce años fui pateado en vez de pateador; por lo que caí tullido sobre la hedionda turba y tuve que ver cómo un bruto carnero de Angora cubría a mi primer amor. Que dios se apiade de aquel macho que me expulsó de un mundo a otro, cuyos cuernos retorcidos inflamaron la imaginación de mi amada, que me sacó de los pastos y me puso a cojear por el camino que todavía recorro. Él coronó esta frente desnuda, oprobio de mi descendencia, con el oprobio de los hombres; dije adiós a mi caprina infancia carente de cuernos y partí, un estudiante humano y cornudo, con rumbo a las Puertas de la Graduación.”

Religión: el relato del niño-cabra guarda un paralelismo evidente con la vida de Jesucristo de una  manera ciertamente irreverente, equivaliendo la caprinidad a la divinidad y convirtiendo a Giles en un extrañísimo Mesías antiheroico; no hace falta mucho pensar para encontrar todas y cada una de las metáforas asociadas a la religión católica, como es el caso de este peculiar Padre Nuestro que se transforma en “Petición al Gran Maestro”:

“Fundador nuestro, que eres omnisciente,

graduado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu facultad.

Háganse tus deberes

así en el campus como en el otro lado de la puerta.

La palabra tuya de cada curso,

dánosla este curso.

Perdona que copiemos

como nosotros perdonamos a quienes nos copian.

No dejes que se nos pasen las fechas de entrega

más líbranos de cometer errores.

Apruébanos.”

Confusión-postmodernidad, parece mentira que después del apoteósico (y accesible) Plantador de tabaco del que hablé con profusión de detalles en este post  saltara a este juego postmodernista de alto calibre, con un avance hacia delante en la estrategia narrativa que convierte la lectura en un desafío de importancia, hasta para los más avezados lectores; es fascinante hasta dónde es capaz de llegar con la parodia, la sátira y los momentos de confusión se multiplican cuando parece que ya estás en la onda:

“-Me estás diciendo que me tendiste una trampa antes para que piense que no es cierto –dijo con prudencia-. Pero te salió el tiro por la culata.

-¿Eh?

-Yo sabía desde el principio que un aprobado y un suspenso no son opuestos -¿no te dije que Aprobar es Suspender?-, pero también sabía que tú sabías que intentaría tenderte una trampa que suspendieras . Entonces te dije que eran lo mismo para que tú creyeras que yo pensaba que eran diferentes y tú llegaras solo a esa conclusión. ¿Por qué crees, si no, que fingí que seguía tus consejos?

-Sé por qué los seguiste –le contesté y sonreí con la esperanza de confundirlo con inversiones de inversiones durante el tiempo suficiente para poder averiguar qué era lo correcto-. Lo que tú no sabes, cuando te dijo que “Suspender es aprobar”, es si quiero que creas que eso es cierto porque es falso o que eso es falso porque es cierto.”

Resulta que el autor era totalmente consciente de todo lo que os estoy comentando, tras el prólogo, creó una introducción en la que exponía las hipotéticas recepciones de cuatro críticos a esta obra y, anda, si también resume lo que podías encontrar en ella:

“Observemos la diferencia con el N.P.R: aquí el fornicio, el adulterio, incluso la violación, de hecho hasta el propio asesinato (por no hablar del autoengaño, la traición, la blasfemia, la prostitución, la hipocresía y los actos de crueldad deliberada), no sólo se representan para nuestro deleite ¡sino que por momentos se los aprueba e incluso se los recomienda! También desde un punto de vista estético (aunque este argumento palidece ante las cuestiones morales), la obra es inaceptable: la retórica es extrema, las ideas y la acción son por completo inverosímiles, la interpretación de la historia es superficial y claramente sesgada, la narración está llena de incoherencias y tiene un ritmo muy pobre, y es en ocasiones tediosa y, con más frecuencia, excesiva; y la forma, como el estilo, es poco ortodoxa, asimétrica, inconsistente. Los personajes, sobre todo el protagonista, no son realistas. ¡Nunca ha habido un niño-cabra! ¡Nunca lo habrá!”

Excesiva, extrema, inverosímil, inconsistente, poco ortodoxa, inaceptable, tediosa….  John Barth.

Un verdadero disfrute, lo mejor, acercarse sin prejuicios y… a disfrutar. Cada vez que la leas encontrarás algo diferente. Inabarcable. Subyugadora.

Los textos provienen de la traducción de Mariano Peyrou de Giles, el niño-cabra o el Nuevo Programa revisado de John Barth publicado en Sexto Piso.

Resumen Monográfico Estival. Refrescante relax (2ª parte)

BrokenMonstersSi el otro día os ponía lo leído en julio; ahora os traigo las lecturas del monográfico en agosto donde, nuevamente, he tenido la suerte de encontrar verdaderas joyas del género policíaco; allá van: 

La maldición de los Dain de Dashiell Hammett, una posible maldición es el hilo conductor de una novela que es ciertamente curiosa en su concepción (tres partes diferenciadas en tres escenarios distintos y delirantes de gran encanto pulp) que demuestran, una vez más, la capacidad del genio  para crear tramas enrevesadas y dar posibles soluciones distintas en cada uno de las partes. Lees a Hammett, lees a algunos autores contemporáneos y se te cae el alma a los pies… 

La muerte no es un juego de niños de Alan Bradley, el segundo libro de la serie de Flavia acusa inicialmente la repetición de ciertos gags, situaciones, e incluso frases; sin embargo, para mi estupefacción, la cosa no hace más que mejorar para construir una trama excelente de nuevo, más que recomendable nuevamente.

Cien dólares baby de Robert B. Parker, no deja de ser curioso que, teniendo dos libros sin leer de Parker, encontrara este otro entre mis libros; mucho más avanzado en la serie de Spenser que los que ha publicado RBA, nos muestra un detective mucho más maduro, con una relación seria y estable y con un compañero de fatigas (Hawk) que le complementa a la perfección; la historia, centrada en la prostitución y con discusiones de género de fondo tiene un final amargo (e inevitable); es un hardboiled gamberro y agridulce. 

Maximillien Heller de Henry Cauvain, exquisita edición (nuevamente) de dÉpoca que nos trae en este caso al personaje que, muy probablemente, sirvió para que Conan Doyle diseñara su Sherlock Holmes; las similitudes son evidentes y no es descartable que el inglés visitara Francia en esa época; independientemente de esta anécdota, sí es cierto que nos encontramos ante una buena novela de detectives, bien terminada aunque le sobra un epílogo edulcorado y redundante que nunca necesitó Doyle para explicar lo que hacía su personaje. 

Testigo de la noche de Kishwar Desai, la ópera prima de Desai se puede leer desde dos perspectivas distintas o simplemente unirlas para disfrutar en su conjunto; por un lado hay una investigación de un crimen, por el otro la representación de una sociedad que relega el papel de la mujer a una mera comparsa, un instrumento del hombre, el ejemplo de una sociedad patriarcal y de la lucha de las mujeres por rebelarse contra esta situación injusta; da lo mismo, porque funciona muy bien en su conjunto, aunque al final, poco importa la investigación debido a la gravedad de lo que se cuenta. 

AF algunas heridas techo+grande.inddAlgunas heridas nunca se curan de Nele Neuhaus, inexplicable que haya tardado tanto en leer esta grandiosa novela. Neuhaus me convence porque es capaz de crear subtramas a mansalva, unir un montón de personajes y ensamblarlos al final para crear una novela policíaca excelente; ya comprendo por qué la gente no la lee (favoreciendo “cosas” como La chica del tren), su complejidad a la hora de plantear la trama no es apta para aquellos que quieren leer una novela sin esfuerzo, desafía al lector, cosa que otros ni se plantean para conseguir una novela que se lea rápido; una pena, es un esfuerzo que vale muchísimo la pena. Se confirma que es una de las mejores escritoras de novela negra actualmente. 

Asesino bajo la lluvia y otros relatos de Raymond Chandler, muy buena recopilación de relatos (dos de ellos del gran Marlowe) que vuelven a demostrar que el maestro lo era por algo, hasta en las distancias cortas: un orfebre capaz de hacer verdadera poesía del relato policíaco. 

Quien siembra vientos recoge tempestades de Nele Neuhaus, tengo que reconocer que no me atraía para nada la elección del escenario en esta ocasión por parte de la escritora alemana y esa sensación perduraba durante la primera parte de la novela; afortunadamente Neuhaus lo lleva a su terreno y subdivide la trama principal en otra secundaria que cobra importancia según avanza la lectura ofreciendo uno de esos narradores poco fiables que no sueles olvidar con facilidad. 

Broken Monsters de Lauren Beukes, la autora sudafricana sabe conjugar a la perfección los géneros, sin dejar el relato policíaco, le añade los elementos de cultura pop necesarios y lo salpica con reflexiones de género que ahondan sobre el papel de la mujer en la sociedad patriarcal. En este caso, su última novela no podía ser menos, un asesino en serie con características imaginativas y un análisis del impacto en la sociedad de internet y las redes sociales. Como de costumbre se lee con placer, se disfruta y se vuelve a esperar con ganas el siguiente libro de la autora.

GokumontoLa hermana pequeña de Raymond Chandler, acabo de comprobar que esta es la última novela que me quedaba del autor (ya solo me quedan los cuentos y algunas cartas y ensayos). Colosal. Este Chandler está en plena madurez creadora, después de este haría El largo adiós y demuestra su manejo del género en un libro excepcional donde conjuga una gran trama que no se resuelve hasta el último momento en todas sus consecuencias con un estilo maravilloso, humor negro y reflejo de la sociedad de la época. Cuando acabe sus cuentos habrá que empezar las relecturas. Nunca se acaba con el autor americano.

Gokumon-to: La isla de las puertas del infierno de Seishi Yokomizo, dos libros de la editorial Quaterni este verano y dos exitazos; si en julio hablé sobre las maravillosas aventuras de Byomkesh Bakshi ahora traigo una novela de misterio, un whodunnit ambientado en esa época maravillosa de principios de siglo XX pero con un escenario exótico, una isla, Gokumon-To, la isla de las puertas del infierno donde tiene lugar una trama policial de alto voltaje con un detective, Kindaichi Kosuke, que es capaz de juntar en su cerebro todas las piezas de un puzzle desenfrenado (por el elevado headcount en tan pocas páginas) y peligrosamente poético. La resolución, original, está a la altura de las expectativas y la ambientación geográfica-histórica de la isla justo al acabar la segunda guerra mundial es excelente. Un triunfo.

La dichosa importancia de la belleza de Amanda Filipacchi, dentro de su colección “El cuarto de las maravillas”, la editorial Turner tiene de todo; esta comedia surrealista con toques de novela policíaca es un logro ciertamente interesante; plantea una situación curiosa y se aprovecha de una caracterización estrambótica (y muy divertida) de todos los personajes, ese grupo de genios con habilidades a cuál más original. Lo policíaco-negro se desencadena con la posibilidad de que se produzca un asesinato tras haberse producido otro, las pistas llegan desde ultratumba, cartas de uno de los miembros que se suicida; a pesar de lo extraño que pueda parecer, la mezcla final embriaga y divierte. Por si fuera poco, de fondo, se trata de un canto a las bellezas ocultas, a mirar más allá de la superficialidad de lo visible. 

En el cielo no hay cerveza de Carlos Salem, Salem es una garantía saludable de buen humor, más presente aquí en la historia de un asesino en serie de presentadores de Tele-basura, muy reconocibles ya que sus nombres se basan en las variaciones de nombres conocidos sobradamente (Jaime Cantimpalo, Padre Rapeles…); la novedad en este caso es, además,  que el argentino pone como máximo sospechoso a Diosito, hijo de Dios, y adereza el relato con innumerables referencias al nuevo testamento creando una irreverente vida alternativa de Jesucristo (muy a lo Monty Python y La vida de Brian); es indudable que el autor es muy creativo y consigue momentos hilarantes además de crear una buena trama con (un) buen giro final para dejarlo todo atado. Siempre recomendable. 

ladichosaimportanciadelabellezaLa sombra del asesino: Los mejores relatos de crimen y misterio aparecidos en Valdemar de varios autores,; Valdemar nos tiene ya acostumbrados a estas antologías de relatos que ejecutan gracias a su buen gusto y a un catálogo ciertamente amplio; en esta ocasión, crimen y misterio parecen ser las palabras que sirven de nexo de unión para realizar esta; siendo tan genéricas, ciertamente, la mezcla resultante es heterogénea e irregular pero siempre interesante y de muy buen nivel en general: Conan Doyle, Dickens, Collins, Chesterton, Saki, Twain, etc. son toda una garantía de calidad. Además,  la editorial ha hecho el esfuerzo de intentar agrupar temáticamente todos los relatos propuestos, lo cual siempre es de agradecer. No voy a valorar uno a uno, no es mi objetivo. Muy recomendable selección.

Tres noches de Austin Wright, thriller muy interesante y por lo que veo bastante olvidado, entraría perfectamente en la línea de Salamandra Black (fijaos en Observada de Renee Knight); la premisa de partida promete un enigmático juego doble; por un lado tenemos a la protagonista que recibe la novela de su exmarido, quiere su opinión crítica; para ello escoge tres noches seguidas para leerla; por el otro lado la propia novela, un historia muy negra que narra las desgracias de una familia y lo que se desencadenará a través de ellas; al mismo tiempo que asistimos a dicha narración se producen unos interludios en los que la protagonista, en un ejercicio evocador, recuerda su pasado y cómo ha llegado a ese momento de su vida. El final no es previsible, aunque esperas que ambas líneas confluyan, la forma en que Wright lo ejecuta juega a un nivel más espiritual. Muy recomendable.

La educación de un ladrón de Edward Bunker, en no mucho tiempo colgaré reseña sobre este excepcional libro.

Las nuevas aventuras de Hanshichi de Okamoto Kido, si hablé hace poco del homólogo de Sherlock Holmes en la India, ahora vuelvo con las aventuras del homólogo japonés; segundo volumen de las aventuras que nos trae Quaterni y se demuestra la capacidad narrativa de Okamoto Kido que no solo crea al detective sino que aprovecha para mostrarnos los rasgos típicos de la cultura japonesa además de sus costumbres a la hora de plantear los casos y resolverlos. De hecho, esta idiosincrasia, que tan bien explica, sirve como elemento que utiliza Hanshichi indispensablemente a la hora de solucionarlos. La mezcla funciona muy bien, ya que se integra a la perfección.

Y se acabaron los resúmenes, a partir de ahora inauguramos el “curso escolar” del blog; nos seguiremos viendo este mes por aquí. Otro día os traigo las lecturas programadas en un post individual.

¡Buenas lecturas!