Una de las primeras sorpresas agradables de este año es este “Le ParK” del filósofo y escritor francés Bruce Bégout; era difícil que un libro que tenga esa portada, ese diseño y edición y un parque de atracciones para representar una distopía no fuera a gustarme y, ciertamente, ha sido así. Estamos ante una pequeña joya.
Estructurado en pequeños capítulos, desde prácticamente la primera página el francés adopta un estilo periodístico poco habitual para este tipo de narraciones; de hecho, la mayoría de las ocasiones suele hacerse de una manera ficcional como si se tratara de una novela representándonos alegóricamente dicha distopía. La adopción de este estilo periodístico resulta más terrorífica precisamente porque esta forma de escribir nos acerca aún más a la realidad en que vivimos; la sensación es la de estar leyendo una crónica que tratara sobre algo que es real, que está sucediendo de verdad:
“Le ParK es un parque, si bien un parque distinto a los demás. Hay muchas clases de parques: para plantas, para animales, para hombres, parques de empresa, destinados a vehículos e incluso a aparatos averiados, parques de ocio, de encarcelamiento, de estacionamiento, de espacios protegidos. Le ParK es eso y más. La K mayúscula subraya su singularidad absoluta. En cierto modo, este lugar expresa la esencia universal de todos los parques reales y posibles. Es el parque de todos los parques, la síntesis definitiva que revela al resto como obsoletos; el concepto universal, el invariante formal. Todo aquello que pueda caracterizar a un parque se encuentra reunido en Le ParK, bajo una forma inédita y un tanto fantástica. Abominable, dirán algunos.”
La letra K en mayúscula subraya la unicidad del sitio, incluso a través del nombre, un sitio en el que lo lúdico que se puede mezclar con lo no tan lúdico de una manera explosiva:
“Le ParK guarda más similitudes con un sistema de gobierno cosmopolita en la era web 3.0 que con el antiguo esquema de panem et circenses. Y no es que –hagamos hincapié en ello- el goce y la distracción se hallen del todo ausentes en este emplazamiento singular, a contracorriente de lo habitual en esta materia, pero sí se encuentran combinados con otros elementos menos lúdicos que le confieren un giro especialmente asombroso, incluso explosivo. Nace una nueva geografía del sueño, con sus imágenes ambiguas, sus ambientes flotantes, sus condensaciones salvajes.”
Lo que más asusta, como dije anteriormente, es precisamente esta apariencia de realidad que se representa aún más por la sensación de confusión que nos transmite; esta confusión está emparentada con la visión que tenemos actualmente de una realidad que no acepta verdades absolutas; vivimos en tantos grises que no nos sentimos seguros, y esa es la baza más original del parque:
“El espacio psicopatológico de Le ParK se ocupa en cada una de las encrucijadas del terrorismo mundial y del urbanismo inmunitario. Como vemos, su originalidad tiene que ver con la confusión, en un solo y mismo lugar, de diferentes clases de enclave humano; con el juego sutil de los mestizajes salvajes, de los collages surrealistas, de los acoplamientos monstruosos, de las relaciones inéditas, unas veces geniales y otras descabelladas, siempre provocadoras.”
La singularidad del parque se convierte entonces su mayor característica para la elección de los visitantes, vivir en él, sufrir sus confusiones, se vuelve su mayor baza, lo convierte en elitista; el siguiente nivel de terror al que podemos llegar, no solo lo pasaremos mal en la realidad que vivimos sino que nos pelearemos por estar entre los elegidos para dicha realidad:
“Le ParK no aspira rivalizar con Las Vegas, Macao o Dubái, esas vulgares trampas para turistas que deslucen su oferta al ampliar la admisión de su clientela. Lejos del circo popular, se postula como un producto de élite, una obra de vanguardia, severa y difícil, que no pueden apreciar sino los iniciados escogidos tras una cuidadosa criba. Lo que nos ocupa es una nueva clase de parque, más especializado, más riguroso, más selectivo.”
A la descripción inigualable que hace de Le ParK, Bégout añade, en su parte final, la experiencia de aquellos visitantes que han gozado del parque, a los dos niveles de terror mencionados añade un tercero, más allá, la aniquilación de la esperanza como posible elemento dulcificador de la realidad vivida:
“Se acuerda entonces, valiéndose de una reminiscencia escolar, de que la esperanza es el último de los males –el más temible y devastador- que sale de la caja de Pandora, contrariada por haberse dejado atrapar. Ere es el recuerdo particular de Le ParK que se llevará consigo y que no lograrán tapar, por su capacidad inimaginable de atraer el polvo, las mesas o chimeneas en el salón de sus ambiciones derrotadas.”
Por si fuera poco, para acabar, nos demuestra la vigencia de “Le ParK” y cómo nos conformaremos con esta situación por muy horrorosa y grotesca que nos parezca:
“Podemos apostar a que, a medida que el mundo occidental se vuelva más sano, hermoso, bueno, rico y viejo, menos soportable será para una franja importante de su población esta felicidad ineluctable de la que se empeñará en escapar cueste lo que cueste. Entonces la crueldad constituirá un nuevo mercado a explotar, una evasión lucrativa. No obstante, Le ParK no es un mero espejo del futuro, se asemeja más bien a una galería viviente de pinturas bárbaras alrededor de las cuales gravita, sin cuestionarse demasiado, un público ávido de emociones alacres y morosas.”
Quizá lo más doloroso es que no estamos hablando del futuro sino que Le ParK ya está imbuido en nuestras vidas. Excelente libro, sin lugar a dudas, en tema, edición, estilazo… no puedo ponerle ningún pero. Hay que leerla.
Los textos vienen de la traducción del francés de Rubén Martín Giráldez de “Le Park” de Bruce Bégout en la editorial Siberia