Coetzee y McCarthy: Aproximaciones a lo inhóspito

michael-kLos beneficios de mi proyecto literario  cada vez se hacen sentir más de diferentes maneras. Inicialmente solo pensé en lo evidente: leo grandes autores contemporáneos y clásicos con los que estoy seguro de disfrutar y, en la mayoría de los casos, observo los temas que tratan, veo su evolución en temas y estilo, estudio el contexto, etc…

Según voy avanzando en lecturas, sin embargo, está aumentando la lista;, he extendido las lecturas más allá de su traducción y, en muchos casos, como el de Joyce Carol Oates, estoy adquiriendo su ingente obra en inglés; de esta manera, en muchos casos voy a poder disfrutar en plenitud de su literatura. Lo que no había pensado hasta ahora era en la posibilidad de relacionarlos, y eso me lleva al post de hoy.

Las lecturas de “El guardián del vergel”, ópera prima de Cormac McCarthy, y de “Vida y época de Michael K”, otra de las joyas del premio Nobel sudafricano J. M. Coetzee, han servido para darme cuenta de todo lo que tienen en común en cuanto a temas tratados y qué diferencias de estilo en su prosa a la hora de afrontarlos.

En particular me voy a centrar en el reflejo que hacen en su obra, lo que voy a llamar “Lo inhóspito”; ambos autores se caracterizan por mostrarnos la realidad “menos hospitalaria”, aquella que causa inseguridad al ser humano en todas sus vertientes; siendo la primera de ellas, la más evidente, la que tiene que ver con el lugar, con la localización en que ambientan sus obras. Esto se puede observar en los párrafos que voy a poner a continuación, en primer lugar en el caso de Cormac McCarthy y su guardián:

“Despertó antes de que empezara a llover. La brisa cada vez más fresca abanicó su cara y el sudor que le perlaba la frente. Se incorporó y se frotó la nuca. Dos sinsontes que hacían girándulas entre las ramas altas de los arces se quedaron quietos; y entonces, como sorprendidas ellas mismas en el calor verde dorado de la tarde, las primeras gotas de lluvia salpicaron oscuras el barro acumulado al pie de la casa. Una sombra plana ondeó sobre el patio, sobre la carretera, y trepó por el talud como si le hubiera entrado prisa; la lluvia arreció, medrando con el viento en la distancia y pintando de un verde plateado, casi amarillo, los árboles de junto al arroyo. El viejo observó la lluvia avanzar por los campos, la hierba que se agitaba, las piedras del camino que se volvían negras y después el lodo en el patio. Oyó bailar los tejemaniles al tiempo que una ráfaga le rociaba la mejilla.”

Que contrasta en estilo con la obra de Coetzee:

“La luna emergía difuminada entre las nubes cuando, a un kilómetro de la carretera principal, K se paró, ayudo a bajar a su madre, y se adentró en la espesa maleza de Port Jackson para buscar un refugio nocturno. En este submundo de raíces enmarañadas, tierra húmeda y sutiles olores putrefactos, ningún lugar parecía más protegido de los elementos que otro. Regresó junto al camino tiritando”.

La belleza de los dos párrafos es muy diferente, McCarthy escoge en esta obra (más adelante lo perfeccionará aún más) un barroquismo, por momentos exagerado, de un lirismo único (qué paradoja que retraté lo inhóspito mediante la exuberancia), no ahorra en adjetivos, en descripciones, en imágenes  que nos sirvan para entender la situación y vivirlas sensorialmente (“oyó bailar los tejemaniles al tiempo que una ráfaga le rociaba la mejilla”) como si presenciáramos la escena. Por el contrario, Coetzee aboga por una economía de la descripción, por una aridez que va indisolublemente unida a cada frase que utiliza y que tiene que ver muchísimo con lo que está describiendo, es consonante con la ambientación;  a pesar de dicha concreción, no deja de ser bella y en sus metáforas usa “sutil” con “olores putrefactos”, combinación poco habitual que imprime mucho carácter a la imagen; la sequedad del “regresó junto al camino tiritando” es simplemente sobrecogedora con el contexto usado.

el-guardian-del-vergel-mccarthy-cormacEl segundo nivel que ambos autores utilizan para definir “lo inhóspito” va unido a las personas, a los personajes que utilizan como representación de dicha cualidad, nuevamente utilizo primero al americano, y a continuación uso un texto del sudafricano:

“El viejo se detuvo para bajar por un trecho pizarroso hasta la garganta repleta de árboles partidos. El perro miró hacia abajo, levantó intrigado la vista hacia su amo, estudió una vez más la garganta y se alejó mientras el viejo cogía su bastón y seguía adelante. Uno de sus zapatos se había quedado casi sin suela y ahora renqueaba un poco, apoyándose en el otro zapato a fin de no malgastar el cordel con que la había sujetado.”

“Lo primero que advirtió la comadrona de Michael K cuando lo ayudó a salir del vientre de su madre y entrar en el mundo fue su labio leporino. El labio se enroscaba como un caracol, la aleta izquierda de la nariz estaba entreabierta. Le ocultó el niño a la madre durante un instante, abrió la boca diminuta con la punta de los dedos, y dio gracias al ver el paladar completo.”

El viejo, guardián observador de toda la trama en la novela de McCarthy, representa la fragilidad mediante la cojera y mediante el propio hecho de ser anciano, lo utiliza como personificación del paisaje;  curiosamente, en el caso de Michael K tenemos un marginado desde el propio nacimiento, su labio leporino es una seña de esta identidad “borderline”, es el epítome de “lo inhóspito” desde su primer instante de vida; funcionan bien los dos personajes, pero es indudable que lo marginal de Michael K es mucho más efectivo y consigue el objetivo que subrayaré en el final; además, el hecho de que su apellido no sea mencionado, lo universaliza, en el caso del viejo sí sabemos que se trata de Arthur Ownby, una persona con nombre y apellidos, una particularización.

Ambos cumplen a la perfección su papel de inadaptados, de estar fuera de la sociedad vigente, uno es un ermitaño, el otro no para de buscar su lugar en el mundo, como podemos ver nuevamente en estos textos:

“El funcionario hizo un fugaz esfuerzo por comprender, luego lo descartó. Lo único que necesitamos, dijo, es cierta información.

El viejo le miró. ¿Usted es también policía?, preguntó.

No, dijo el funcionario. Represento a la oficina para asistencia social… me han encargado que venga a verle… por si podíamos ayudarle de alguna manera.

Pues lo dudo mucho, dijo el viejo. Soy lo que podríamos decir carne de presidio.”

“Estaba mejor en las montañas, pensó K. Estaba mejor en la granja, estaba mejor en la carretera. Estaba mejor en Ciudad del Cabo. Pensó en la caseta oscura y calurosa, en los desconocidos amontonados en las literas alrededor, en el aire lleno de burlas. Es como volver a la infancia, pensó: es como una pesadilla.”

Uno es “carne de presidio”; el otro vive la pesadilla de no encontrar su sitio desde la infancia; “lo inhóspito” que viven los dos personajes se convierte el reflejo de su falta de adaptación: están fuera de la sociedad.

Esta particularización le sirve a los dos autores para, al final, llevarla a la generalización; además de lo catártico que tiene de por sí para los lectores esta visión, el fin último es mostrar la disconformidad ante una sociedad excluyente que no soporta las personalidades que no se adapten a lo que tiene que estar establecido; son estos pobre luchadores, los que se enfrentan al orden inherente, los que no recuerdan que no todo es tan maravilloso como nos quieren hacer entender:

“Se han ido ya. Huidos, proscritos en la muerte o el exilio, perdidos, arruinados. Sobre la tierra, sol y viento regresan todavía para quemar o mecer los árboles, los pastos. Ningún avatar, ningún vástago, ningún vestigio queda de estas personas. En boca de la extraña raza que allí mora sus nombres son ahora mito, leyenda, polvo.”

“Tu estancia en el campamento no ha sido más que una alegoría, si conoces esta palabra. De manera escandalosa y ultrajante, esta alegoría revelaba (utilizando el lenguaje erudito) hasta que punto un significado puede alojarse en un sistema sin convertirse en parte de el. “

La alegoría a la que se refiere Coetzee es, precisamente,  lo que acabo de comentar, y se refiere a ese sistema del que también hacía referencia y en el que no encaja de ninguna manera.

Dos formas, una más redonda que otra, pero igualmente válidas para reflejar “Lo inhóspito” y hacer que se “nos remuevan las entrañas” y seamos cada vez más conscientes de la realidad que nos rodea.

Los textos vienen de la traducción del inglés de Luís Murillo Fort de “El guardián del vergel”  de Cormac McCarthy en Debolsillo y de Concha Manella para “Vida y época de Michael K” de John M. Coetzee en Debolsillo.

“La infancia de Jesús” de J.M. Coetzee

la-infancia-de-jesus-9788439727279En el análisis de la última obra de Coetzee “The childhood of Jesus”, que realiza Joyce Carol Oates para el New York times encontramos en su parte final lo siguiente:

“For a while I speculated that “The Childhood of Jesus” might be a novel of ideas in which the stillness of the Buddhist vision of enlightenment and the striving of Christian salvation are contrasted: the one essentially cyclical, the other “progressive”; the goal of one the annihilation of the individual personality in a sort of universal void, and the goal of the other the “salvation” of a distinctly individual personality and its guarantee of everlasting life and reunion with loved ones in heaven. More plausibly, it seemed likely that “The Childhood of Jesus” is a Kafka-inspired parable of the quest for meaning itself: for reasons to endure when (secular) life lacks passion and purpose. Only an arbitrary mission — searching for the mother of an orphaned child, believing in a savior who descends from the sky — can give focus to a life otherwise undefined and random.”

No anda desencaminada en ese análisis la gran JC Oates,  luego volveré a su crítica para la parte final de mi texto.

En efecto, para esta obra Coetzee ha escogido, sorprendentemente, una especie de dixtopía, un mundo extraño que no sabemos dónde está, ni cómo se ha hecho, indefinido y al que llegan un hombre y un niño que se han conocido en el barco, el hombre busca la madre del niño, ese es el fin que parece que guía sus poco significativas vidas.

El mundo al que han llegado es pintado, poco a poco, mediante diversas conversaciones, para Coetzee es un mundo inerte, que no se rige por afectos, que se ha limpiado de ellos:

“-¿Y qué hay de esa madre anónima? ¿Está usted seguro que quiere reunirse con su hijo? Le sonará despiadado, pero la mayor parte de la gente, cuando llega aquí, ha perdido interés por sus antiguos afectos.”

“-¿A qué se refería el otro día cuando utilizó la palabra “limpiar”? -le pregunta-. Dijo que David y yo deberíamos limpiarnos de antiguos recuerdos.”

Es un mundo limpio de pasiones, de sentimientos, de contenido, hasta llegar a no comer carne (o no tener sexo), mostrando una disciplina ya inherente en esa sociedad que Simón, el hombre, no comprende:

“-¿Adaptarse a tener hambre? ¿Por qué iba a adaptarse a tener hambre si no escasea la comida?

-Me refiero a que se adaptará a una dieta moderada. El hambre es como tener un perro en la barriga: cuanto más le das de comer, más pide.”

“-¡No estoy enfadado, sino hambriento! Dígame: ¿qué tiene de malo satisfacer un apetito normal y corriente? ¿Por qué debemos dominar nuestros apetitos y deseos?”

Sin embargo es el único mundo al que, en esas condiciones, pueden aspirar.

“-Ya veo. Así que, después de todo, es una suerte que esté aquí en este muelle, en este puerto, en esta ciudad y en este país. Nada puede ir mejor en el mejor de los mundos posibles.

Álvaro frunce el ceño.

-Este no es un mundo posible -dice-. Es el único. Si eso lo convierte en el mejor o no, no debemos decidirlo ni usted ni yo.”

Esto liga claramente con el texto que puse al principio, ese mundo, esencialmente cíclico podría ser una alegoría de la visión budista, en esas condiciones tenemos la figura de David, que, por el título de la obra, podemos inferir que es una imagen alegórica de Jesús, y, por extensión, del cristianismo que se caracteriza por una salvación futura, en evolución, contraria a la visión más central del budismo. El mundo que se propone es, desde luego benevolente, pero no existen los anhelos y es conformista:

“-Debo decirle que esa benevolencia es lo que encontramos constantemente. Todo el mundo nos desea lo mejor y está dispuesto a ayudarnos. Nos vemos transportados literalmente por una nube de buena voluntad. Pero todo es un poco abstracto. ¿Puede la buena voluntad satisfacer por sí sola todas nuestras necesidades? ¿No es parte de nuestra naturaleza anhelar algo más tangible?”

De hecho, Simón, y la figura de David, vendrán a plantear preguntas, aunque quizá no tengan las respuestas, no creo que Coetzee se posicione exactamente, pero busca que nos hagamos las mismas preguntas a nosotros mismos:

“-Creedme, no es mi intención despreciar nuestro trabajo. Para demostraros mi sinceridad, mañana vendré a trabajar una hora antes y me saltaré la hora del almuerzo. Cargaré con tantos sacos como cualquiera de los presentes. Pero aún así continuaré preguntando: “¿Por qué lo hacemos y para qué?”

De hecho, la extraña parte final se queda en las manos de un niño, la necesidad de ser cómo niños que nos adelanta en la siguiente frase:

“-Mira a Fidel -dice-. Mira a David. No necesitan recuerdos. Los niños viven en el presente, no en el pasado. ¿Por qué no te fijas en ellos? En lugar de esperar una transfiguración, ¿por qué no intentas volver a ser como un niño?”

Nosotros no tenemos la fuerza para avanzar en el camino (“-No servirá de nada. No tengo el aliento necesario. No tengo el aliento de la vida. Lo único que puedo hacer es entristecerme. Solo puedo lamentarme y ayudar a sobrellevar tu dolor. “) si no es por la figura de David que es el verdadero motor del cambio.

“-Ya está. “Estamos buscando un sitio donde quedarnos, para empezar nuestra nueva vida.”

Lo que nos lleva a la última reflexión de JC Oates:

“It’s a bleak and intransigent vision, reminiscent of the painful ending of “Disgrace,” for here the possibility of a “new life” in another city seems just another delusion, however idealistic and quixotic. And what is the role of “Don Quixote” in the novel? For this isn’t the “Don Quixote” of Cervantes but, in a perplexing Borgesian twist, the author is “a man named Benengeli” who wears “a long robe and has a turban on his head.” Perhaps, one day, Elizabeth Costello will enlighten us.”

En efecto el final es extraño porque, lejos de dar una respuesta , establece un nuevo cambio, otro viaje absurdo, como era la búsqueda de la madre, como posible solución.  Un comienzo de una nueva vida en la que ni siquiera sabemos a dónde llegaremos. Parece un nuevo engaño, otro espejismo que nos aleja de la verdadera realidad o, simplemente, nos plantea nuevas preguntas que nos harán avanzar. Quizá, como ya he comentado, este es el objetivo del gran escritor. Esta pequeña rareza es otra forma más de encontrar la escritura del impresionante J.M Coetzee…  aunque me temo que no es obra de multitudes.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Miguel Temprano García para esta edición de “La infancia de Jesús” de J.M. Coetzee

“La calle Great Jones” de Don Delillo

la-calle-Great-Jones-2001227829273“Las señales del comercio fueron apareciendo lentamente por la calle Great Jones, los envíos y las recepciones, el empaquetado  de exportaciones, los curtidos por encargo. Era una calle antigua. De hecho, sus materiales eran su esencia, lo cual explicaba la fealdad de hasta el último centímetro. Pero no era una miseria terminal. Hay calles que en plena decadencia poseen una especie de tono redentor, cierta sugerencia de formas nuevas que están a punto de evolucionar, y Great Jones era una de aquellas calles, siempre suspendida al borde de la revelación. Papel, hilo, cueros, herramientas, hebillas, monturas y artículos de regalo. Alguien abrió la puerta de la empresa de pulidos. Por los adoquines de la calle Lafayette llegaban camiones viejos retumbando. Los camiones se turnaban para subirse a la acera, donde varios de ellos se pasaban el día entero, ligeramente escorados, y a su alrededor caminaban hombres barrigudos con sujetapapeles en las manos, con facturas, con recibos de carga entregada, unos hombres que jamás paraban de tirarse de los pantalones para arriba. Una mujer negra emergió de la mancha de un coche abandonado, recitando entrecortadamente una canción. De la bahía llegaba un viento cortante.”

No suelo comenzar con párrafos directamente, no es mi estilo; aunque sí que es cierto que, ahora que ya tengo otras reseñas de diversos autores en el blog ,con su ficha ya no hace falta introducirlos más sino centrarme en los aspectos que interesen de sus obras por estilo, temas tratados y/o sentido final de dicha obra. Tal es el caso con el norteamericano Don Delillo y la obra que traigo a continuación “La calle Great Jones”, tercera obra de su  ingente producción literaria y que estaba incluida en mi Proyecto literario que tiene como objetivo terminar toda la obra de mis autores favoritos.

La presencia del párrafo inicial, en este caso, cobra una  especial relevancia ya que Delillo tiene la especial habilidad de sorprenderme cuando leo cada una de sus frases; tiene la innata capacidad, el genio creativo para utilizar imágenes, metáforas, comparaciones, etc. aplicadas de una forma tal que, desde luego, se alejan de los lugares comunes transitados por la mayoría de escritores del montón. En este texto que he puesto al principio se resume en un momento parte de estas cualidades que hacen único al norteamericano. “La calle Great Jones” es descrita como su fuera un personaje más  (“Hay calles que en plena decadencia poseen una especie de tono redentor, cierta sugerencia de formas nuevas que están a punto de evolucionar”); cuánta belleza en cada una de sus palabras y en el conjunto, esa sensación de que, no solo te “choca” la descripción sino que además funciona en el propio texto y en el conjunto de la obra. Está sensación se produce de tal forma cuando leo a este escritor que me da casi lo mismo lo que está contando, lo que sé seguro es que este flujo de sensaciones me lleva y siento un placer hedonista al leerlo.

En el caso de Delillo, afortunadamente, no cuenta solo el cómo lo hace, con ese estilo inigualable que le vuelve uno de los cinco o seis mejores escritores actuales; lo que cuenta también interesa sobremanera, y, a pesar de ser una obra primeriza (como era el caso de “Americana” de la que hablé este mismo año ) de fondo hay una serie de reflexiones que irán evolucionando a lo largo de su imprescindible carrera literaria.

La historia es sencilla en su premisa, tenemos la retirada momentánea del músico Bucky Wunderlick, músico que es el líder de un grupo en su apogeo en los setenta y que siente que tiene que encontrar  otra forma de hacer las cosas, encontrarse a sí mismo y demonstrar que puede seguir haciendo algo por la música y la sociedad; la música, en particular se convierte en verdadera protagonista:

“El submundo está todo revuelto por una superdroga. ¿Has oído hablar de ella? Francamente, la noticia me deja frío. La música es el hipnótico supremo. La música consigue sacarme de todo. Me transporta del todo. La música es peligrosa de muchísimas maneras. Es lo más peligroso que hay en el mundo.”

Bucky Wunderlick, álter ego de Delillo en esta ocasión, expresa su preocupación por la degeneración de la música, y, en general, del arte; es consciente de la importancia que debería tener y, sobre todo, de lo que debería influenciar a la sociedad : “El artista verdadero hace moverse a la gente. Cuanto la gente lee un libro o mira un cuadro, están ahí sentados o de pie, pero quietos. Eso estaba bien hace mucho tiempo, molaba, era arte. Ahora todo es distinto. Yo hago moverse a la gente. Mi sonido los levanta del puto suelo. Yo lo consigo. Entiéndanme. Yo lo consigo.”

En esta búsqueda del verdadero arte unido a su crecimiento personal está la clave de lo que busca el escritor a través de su protagonista, el músico, que se topa de frente con un mundo que , por el contrario, no parece interesado, nada más que marginalmente, en esta verdadera extensión de lo que supone el arte, como leemos en boca del periodista de ABC que habla con Buddy al intentar sacar una entrevista:

“-Tengo un espacio en las noticias de media mañana. Por si acaso no me reconoces. Me ocupo de los acontecimientos para jóvenes y de las personalidades del mundo juvenil. Sí, es el mismo lavado de cerebro comercial de toda la vida contra el que todos luchamos, pero, por otro lado, la única forma que tenemos de darles cobertura a ciertas voces es encajarlas en pequeños huecos de la programación que van quedando aquí y allá.”

La búsqueda no la realiza el solo, su amante y alguno de sus miembros del grupo, e incluso su manager Globke ayudarán, aunque sea inconscientemente a que esa identidad se acabe de formar y encuentre lo que pueda hacer más feliz a sus seguidores, la forma en que uno de sus miembros se refiere a la música negra nos eleva al paraíso de la palabra de Delillo:

“Es todo amor y tristeza, Bucky, y me está destruyendo emocionalmente. Esas emociones toscas y estúpidas resultan increíblemente hermosas. Esas baladas tristonas con pasajes esporádicos en falsete. Y hasta cuando escucho los discos me los imagino moviéndose por el escenario, haciendo esos meneítos y arrastrando los pies y agitando las manos. Con el pelo reluciente. Con los esmóquines a medida. Con las dentaduras y las uñas fantásticas. Y las emociones baratas que transmiten las letras me dejan hecho polvo.”

Las emociones primigenias pueden ser la respuesta; el olvido de la complicación, la sencillez por encima de todo, como en palabras de Globke, su mánager, podemos inferir:

“Ya estamos todos hartos de phasings instantáneos y de dieciséis pistas y de sintetizadores La gente quiere algo sencillo. Sencillo pero complicado. La clase de material que tú y solamente tú puedes darles. No me interesan los niveles en la música popular  ni siquiera sé si este material tiene niveles o no. […] Ese es el poder de las citas de la montaña,  tal como yo las veo desde mi perspectiva personal. No es mi sonido. No es el sonido que yo escucho cuando miro desde la ventana de mi dormitorio en la otra orilla  en la otra orilla del río una noche de verano y mi mujer está sentada en la cama leyendo a los maestros orientales y la luz de la luna se refleja en el río y las grandes torres putrefactas de Manhattan se despliegan a lo largo de la noche y yo apago el aire acondicionado y abro una venta e introduzco un cartucho en mi equipo de música.”

El mismo Delillo nos anticipa una de sus obsesiones, de hecho, de ello hablé en esta otra reseña a propósito de “Los nombres”:

“Ese es el poder de los nombres. La gente actúa en consonancia con sus nombres. Hay un sector diminuto del cerebro humano donde está situado el mecanismo que pone los nombres.”

El poder de los nombres, de la palabra, con toda su extensión bíblica, aplicado al arte, se trate del que se trate: música, libros, pintura…. El arte por encima de todo como verdadero catalizador del sentido y de la identidad de nuestras vidas.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Javier Calvo para esta edición de “La calle Great Jones” de Don Delillo para la editorial Seix Barral

Mis estadísticas del 2013

No os salváis este año tampoco, queridos lectores, de aguantar este post.

Me sigue siendo muy muy útil para saber cuantitativamente la cantidad de libros leídos; la calidad se evalúa de otras maneras, especialmente con el post de los mejores del año.  Este punto de vista suele ser frío pero valioso.

timesarrowEl 2013 se ha caracterizado por tener un avance evidente en el número de libros leídos mientras el año anterior llegué a 131, en este mi reto lector de Goodreads era 150 y, finalmente ha llegado hasta los 171, superándolo con holgura. Además, el número de páginas ha aumentado igualmente, he llegado al bonito número de 50195 páginas, que también es más que las 40581 del 2012. Según este número de páginas:

1º El libro medio en el 2012 tenía unas 310 páginas de media; sin embargo, este año ha sido de 295 páginas aproximadamente, ha habido una cierta disminución, pero nada reseñable ya que he leído más en inglés y han vuelto a caer libros de dificultad lectora inherente.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi 15 (lo que supone unas 4182 páginas mensuales)

3º Si dividimos el año en 52 semanas, compruebo de esta manera que he leído, de media, más de tres libros por semana (965 páginas) por semana. La alternancia de dos o tres lecturas a la vez es culpable de esto.

Es interesante saber que el libro más largo ha sido de 1176 páginas, podéis adivinarlo, fue “El plantador de tabaco “de John Barth, hubo alguno de menos de 50 páginas también. Variedad, en ella está el gusto.

En cuanto a la lista de libros ha sido la que pongo al final del post,  muchísima variedad de autores este año, los únicos de los que he leído tres libros o más son en orden de mayor a menor Cees Nooteboom (10), Margaret Atwood (7) y Barnes, Gaddis, Nesbo, Munro, Oates y Spark con 3 cada uno. Esto significa que mi proyecto a tres años ha avanzado poco… En cuanto a la famosa distinción de hombres y mujeres, de estas últimas han caído 41 libros lo que supone un 24% de libros de mujeres. En inglés, ha habido 20, un 12% sobre el total. Y las nacionalidades, ha habido una mezcla variada desde luego, ya lo podréis comprobar a continuación.

Y para acabar, la lista…. Que ya toca…

Martin Amis

Time’s Arrow (inglés)

Jacinto Antón

Héroes, aventureros y cobardes

Aleksey Apukhtin (y otros)

Pioneros de la ciencia ficción rusa.

Margaret Atwood

Un día es un día

El cuento de la criada

El asesino ciego

Chicas bailarinas

Resurgir

Asesinato en la oscuridad

La maldición de Eva

Javier Avilés

Fantasmas contra extraterrestres

Julian Barnes

El loro de Flaubert

The sense of an Ending (inglés)

A history of the World in 101/2 chapters (inglés)

John Barth

El plantador de tabaco

Ned Beauman

Boxer Beetle (inglés)

The teleportation accident (inglés)

Brian Michael Bendis

Los poderosos vengadores: La iniciativa Ultrón

Los poderosos vengadores: La bomba de Veneno.

Arnold Bennett

Enterrado en vida

Rafael Bernal

El complot mongol

Lauren Beukes

Las luminosas

Zoo city (inglés)

Denis Bodart

Green Manor: el crimen no es nada sin un mínimo de elegancia

Carmen del bosque

La música de los bosques

Stewart Brown

The Heinemann Book of Caribbean Poetry (inglés)

Edward George Bulwer-Lytton

La casa y el cerebro

Edward Bunker

Stark

Little Boy Blue

Frances Hodgson Burnett

La formación de una marquesa

Jim Butcher

Luna llena

Tormenta

Luisfer Romero Calero

Integridad

Emilio Carrere

Ciencia ficción. Poemas, artículos y novelas cortas.

Carrigan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol. II

James Hadley Chase

Acuéstala sobre los lirios

Gilbert Keith Chesterton

Sobre el concepto de barbarie

Lincoln Child, Douglas Preston

El cadáver

J.M. Coetzee

Esperando a los bárbaros

Edmund Crispin

El canto del cisne

Neil Cross

Luther: El origen

James Crumley

El pato Mexicano

Mark Z. Danielewski

La casa de hojas

Don Delillo

Americana

La calle Great Jones

Peter Debry (y otros)

¡Bang, Bang, estás muerto! (Vol 1)

E. M. Delafield

Diario de una dama de provincias

Philip K. Dick

Los tres estigmas de Palmer Eldritch

Ubik

Charles Dickens

Doctor Marigold

Joël Dicker

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Assia Djebar

Lejos de Medina

Margaret Drabble

La piedra de moler

Friedrich Dürrenmatt

La promesa

Gillian Flynn

Perdida

John Fowles

La mujer del teniente francés

Matt Fraction

Ojo de halcón 1

Brian Friel

Translations (inglés)

William Gaddis

Gótico Carpintero

Ágape se paga

Jota Erre

Stella Gibbons

La segunda vida de Viola Wither

William Golding

El señor de las moscas

David S. Goyer

JSA Vol 2: Darkness Falls (inglés)

JSA Vol 3: The return of Hawkman (inglés)

Charles Homer Haskins

El renacimiento del siglo XII

George V. Higgins

La rata en llamas

Chester Himes

Algodón en Harlem

Harry Houdini

Cómo hacer bien el mal

Ted Hughes

Cartas de cumpleaños (inglés)

Shaun Hutson

Slugs

Jorge Ibargüengoitia

Los relámpagos de agosto

Rabee Jaber

Los drusos de Belgrado

Shirley Jackson

La maldición de Hill House

Elizabeth Jenkins

Harriet

Lidio Nieto Jiménez

Páginas amarillas

Geoff Johns

JSA, Vol 4: Fair Play (inglés)

Jane Johnson

Eidolon

Peter Stephan Jungk

El americano perfecto

William Kennedy

La jugada maestra de Billy Phelan

Stephen King

Rabia

Joyland

Jiri Kratochvil

La promesa de Kamil Modracek

Benjamin Lacombe

Swinging Christmas

Doris Lessing

El cuaderno Dorado

Thomas Ligotti

Noctuario

Vic Logan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol III

Manel Loureiro

El último pasajero

Jean Patrick-Manchette

Balada de la costa oeste

Hilary Mantel

En la corte del lobo

Dacia Maraini

Bagheria

Fel Marty (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol IV

Daphne du Maurier

El muñeco

Ed McBain

El atracador de mujeres

Cormac McCarthy

El consejero

El sunset limited

James McCLure

El cazador sordo

Ian McEwan

Atonement (inglés)

Amsterdam

Todd McEwen

Boston. Sonata para violín sin cuerdas.

John Mortimer

Un paraíso inalcanzable

Slawomir Mrozek

El árbol

Alice Munro

El amor de una mujer generosa

La vida de las mujeres

Las lunas de Júpiter

Jo Nesbo

El doctor Proctor y los polvos tirapedos

El doctor Proctor y la bañera del tiempo

El muñeco de nieve.

Nele Neuhaus

Amigos hasta la muerte

Adam Nevill

Apartamento 16

Carmen del bosque Nieto

El libro de Nebal

Cees Nooteboom

Zurbarán

Mokusei/ El buda tras la empalizada

Autorretrato de otro

Cartas a Poseidón

Luz por todas partes

Así pudo ser

Cómo ser europeos

La historia siguiente

Una canción del ser y la apariencia

En las montañas de Holanda

Flann O’Brien

La saga del sagú de Slattery

Joyce Carol Oates

Mujer de barro

Sexy

Infiel. Historias de transgresión.

Okamoto Kido

Hanshichi. Un detective en el Japón de los samuráis

Margaret Oliphant

Una ciudad asediada

Greg Pak

World War Hulk

Robert B. Parker

El manuscrito Godwulf

Stephen Pastis

Desastre & Total. Agencia de detectives

Daniel Pennac

Entre moros y cristianos

Allan Pinkerton

Los forajidos del Misisipí

Harold Pinter

The dumb waiter (inglés)

Sylvia Plath

Poesía completa (inglés)

Edgar Allan Poe

Cuentos de muerte y demencia

Miedo en el cuerpo. 25 años de terror con Valdemar

Douglas Preston (y Lincoln Child)

Dos tumbas

Prince

21 Nights (inglés)

Thomas Pynchon

Bleeding edge (inglés)

James Robinson

JSA, Vol 1: Justice be done (ingles)

Javier G. Romero

Bolsilibro & Cinema Bis

James Ross

Mal dadas

Philip Roth

Goodbye Columbus

Ango Sakaguchi

En el bosque, bajo los cerezos en flor

George Saunders

Diez de diciembre

Giorgio Scerbanenco

La muñeca ciega

Francisco Serrano

Perros del desierto

Maj Sjöwall/Per Wahlöo

El asesino de policías

Los terroristas

Thorne Smith

¿Se cayó….?

Zadie Smith

White teeth (inglés)

Lemony Snicket

¿Quién será a estas horas?

Muriel Spark

El único problema

La intromisión

La plenitud de la señora Brodie

Anna Starobinets

El vivo

D. E. Stevenson

El matrimonio de la señora Buncle

Bahaa Taher

El oasis

Prince

Matt Thorne

James Thurber

La maravillosa O

Lavie Tidhar

Osama

Eloy Tizón

Técnicas de iluminación

John Tones

Nigromancia en el reformatorio femenino

Kurt Vonnegut

La cartera del cretino

David Foster Wallace

La escoba del sistema

Evelyn Waugh

Un puñado de polvo

Marc Weingarten

La banda que escribía torcido

M. A. West

El viento y la sangre

Geoffrey Willans

¡Abajo el colejio!

Cornell Woolrich

Rendez Vous en negro

Patrick deWitt

Los hermanos Sisters

Mis lecturas favoritas del año 2013

Me encantan las listas. Hay tantas listas como gustos y siempre es divertido comprobar lo que sale y sobre todo ligarlo a las afinidades de cada lector.

Este es el tercer año, desde que me “dedico” a escribir posts sobre libros en distintos sitios,  en el que preparo una lista con lo mejor del año. A ver si, poco a poco, consigo que se convierta en una costumbre el que aparezca este post justo el día 1 de enero del año siguiente.

Como en años anteriores me gusta repasar lo que ha sido mi año lector personalmente; también solía hacer una pequeña reflexión sobre el mundo editorial; pero gracias a las “Epístolas librescas” del grandísimo Jónatan Sark en el maravilloso Blog Ausente de Lord Absence, no tiene mucho sentido, ya que en ellas está todo lo bueno  que va saliendo en el año. Además, en su post con el clásico “Sark de Oro” del año realiza un resumen tan exhaustivo como interesante.

Os dejo a continuación los enlaces a estas Epístolas que si no conocéis ya estáis tardando en ir a verlas:

Epístola 1.

Epístola 2.

Epístola 3.

Epístola 4.

Epístola 5.

Epístola 6.

Centrándome en lo personal, tengo que reconocer que, nuevamente este año, me he superado en la mayoría de atributos; he leído mejor, más cantidad, más calidad y más en inglés.

El año pasado terminé 131 libros, y estaba bastante bien, pero este he llegado a los 171 que parecen un límite bastante razonable. También es cierto que, en el proyecto que tengo pensado a tres años las novedades han acabado asfixiando mi reto y debo retomarlo con más fuerza este año para poder terminarlo. En cuanto a las editoriales, como de costumbre, he escogido un montón de títulos pertenecientes a las más  pequeñas, tengo tendencia a ello, y a evitar, habitualmente, los best-sellers vendidos a bombo y platillo. El año que viene se presenta del mismo estilo, sobre todo porque, posiblemente, el Grupo Prisa sea absorbido definitivamente por Random House Mondadori, dejando todo el poder a dos grupos que monopolizarán las novedades mensuales y unas pocas editoriales intentando buscar su hueco entre “nichos” de lectores que busquen ofertas distintas.  De hecho este año lo hemos visto, cómo surgen grupos pequeños buscando su espacio en el corazón de alguno de nosotros como “Malpaso” o “Ginger & Ape”.

cuentos-de-muerte-y-demencia-9788415717287Sin más demora, paso a comentar los que considero las mejores lecturas del año; no son ni más ni menos que los libros con los que más he disfrutado. Son todos publicados (o reeditados) este año y siempre pongo una novedad (o dos) de años anteriores por su relevancia literaria; evidentemente no leo todo, mi ancho de banda llega a donde llega, y soy consciente que hay varios libros que tengo a punto de leer que podrían haber entrado en esta lista. Otros años dejaba once títulos en total, este año han salido más; no lo voy a dejar fijo, este año salen estos y el próximo posiblemente saldrá otro número. Teniendo en cuenta estas consideraciones, vayamos a la lista:

“Cuentos de demencia, amor y muerte” de Poe y Gris Grimly, en un año en el que han proliferado los libros ilustrados, con propuestas de todo tipo, esta edición de Nórdica elcazadorsordode los cuentos de Poe brilla con luz propia gracias a las fabulosas ilustraciones del enigmático Gris Grimly que convierten el libro prácticamente en un cómic y que consiguen el doble objetivo de resaltar las historias de Poe hasta en sus detalles más nimios además de maravillarnos con su indudable preciosismo.

“El cazador sordo” de James McClure, el editor de Reino de Cordelia es, como yo y otros tantos, un fanático del sudafricano McClure y tiene la idea de sacar todo lo inédito del increíble escritor; esta obra tiene todo lo que se necesita para hacer una novela negra perfecta: personajes carismáticos, una buena trama, dolor, en fin, otra obra de incalculable perdida-gillian-flynn-L-C_o8Lavalor.

“Perdida” de Gillian Flynn, sorprendentemente está pasando desapercibida por su halo de best-seller, pero esta historia nos demuestra que el legado de Patricia Highsmith no se ha perdido; la perversidad del personaje principal  me recuerda a los mejores momentos de la inglesa y de Jim Thompson por su afán de darle la vuelta a todo lo establecido y salir impune. Mucha más calidad de lo que la gente se puede pensar.

ojohalconPor“Ojo de Halcón. Seis días en la vida de…” Matt Fraction y David Aja, hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un cómic; los seis primeros números de la nueva colección de Ojo de Halcón nos demuestran que no hay personajes acabados sino malos escritores. Este es uno de esos cómics en que la perfecta unión entre dibujo y trama dan como resultado una de esas pequeñas obras maestras del noveno arte. Aja está inmenso en la narración, Fraction crea historias con un lapromesakamilpunto de preocupación social sin olvidar lo superheroico. Excepcional.

“La promesa de Kamil Modracek” de Jiri Kratochvil, sorprendente novedad esta del checo Jiri Kratochvil que nos trajo Impedimenta. No era esperable que una especie de novela negra postmodernista del este, de un autor desconocido por estos lares, fuera a funcionar tan bien como novela de género y reflexión sobre la culpa el dolor además de incorporar elementos metaficcionales. un-paraiso-inalcanzable-9788415625278Una joya a descubrir en el gran catálogo de Enrique Redel.

“Un paraíso inalcanzable” de John Mortimer, todo lo que sale proveniente de las islas británicas me suele llamar la atención; este libro que publicó Libros del asteroide nos trae a John Mortimer reflejando como nadie el paso plantador_gdedel tiempo de la sociedad británica de postguerra hasta los tiempos de Margaret Thatcher con una sutil ironía y buen humor a raudales, una obra clave de este año.

“El plantador de tabaco” de John Barth, por fin, gracias a Sexto piso, tenemos entre nosotros la legendaria obra del norteamericano y podemos degustar en su plenitud su multitud de puntos de vista. Me extendí pero bien en la reseña donde explico sus grandes virtudes. Una delicia para todo aquel que disfrute de la luztodaspartesliteratura con mayor grado de complicación pero no desdeñe el buen humor.

“Luz por todas partes” de Cees Nooteboom, estamos, sin lugar a dudas, ante  la mejor recopilación de la obra poética del holandés infatigable. Una antología que, gracias a Visor de libros, nos lleva desde los primeros poemas a los últimos publicados y podemos comprobar la heroes_aventureros_cobardes-jacinto_antonevolución en las temáticas y en el estilo. El gusto por el acertijo llevado hasta las últimas consecuencias. Uno de los mejores autores actuales.

“Héroes, aventureros y cobardes” de Jacinto Antón, cierto que no son nuevos, pero también lo es que es la primera vez que se recopilan esta serie de artículos del periodista en un solo libro; Jacinto Antón hace que, tengamos la edad que tengamos, se acreciente nuestra sensación de maravilla ante todo lo que nos cuenta.  ¡Viva la aventura!, en la más fiel tradición de Indiana Jones o Quatermain.

Luminosas-673x1024“Cartas de cumpleaños” de Ted Hughes, no es exactamente de este año pero estas cartas han sido reeditadas por Lumen con ocasión del aniversario de la muerte de Sylvia Plath; indisolublemente unidos a la obra de Plath, Hughes está colosal en este poemario que podemos disfrutar en plenitud en esta edición bilingüe; más allá de lo confesional, el aliento poético del británico es proverbial y nos lleva al thomas-pynchon-bleeding-edge-novelcielo con su intensidad dramática.

“Las Luminosas” de Lauren Beukes,  estamos ante el perfecto thriller, pastiche de géneros donde un asesino en serie se desplaza en el tiempo. Al mismo tiempo tenemos un retrato de la mujer y de la sociedad a lo largo del tiempo. La novela te deja sin aliento por su adicción y tiene paradojas de una sutileza difícilmente superable. Una maravilla.

“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon, Pynchon ante el desastre de las empresas de internet y ante el 11-S, Pynchon retador y más cercano a la novela de género que a sus obras Tapa-baja-Jota-Erre-195x300más voluminosas. Pynchon siempre a un nivel muy alto, esperemos que este año pueda ser publicada en España, pero habrá que esperar.

“Jota Erre” de William Gaddis, Gaddis llevó la sátira de la sociedad capitalista a sus últimas consecuencias en esta mastodóntica obra maestra. El fracaso del sueño americano estaba patente aquí en la figura del niño Jota Erre Vansant, subversión del mito; paradigma de la gran el-renacimiento-del-siglo-xii-9788493829582Novela Americana por el reflejo del zeitgeist de una nación. Estilo inigualable. Imprescindible.

“El Renacimiento del siglo XII” de Charles Homer Haskins, ¿quién dice que un ensayo histórico tiene que ser aburrido “per se”? Ático de los libros quiere demostrarnos con su recién lanzada colección de historia que puede ser muy divertido y estar muy bien escrito. Su punta de lanza puede ser, sin duda, este deleite de Mal dadasCharles Homer Haskins que nos relata una época, la Edad Media, oscura de por sí, con la claridad de su erudita prosa.

“Mal dadas” de James Ross, parece mentira que en 1940 el infortunado James Ross realizara una obra de estas características; a medio camino del retrato de la sociedad norteamericana  post- Gran Depresión y de la novela negra más sórdida, se trata de un retrato de los anhelos de los habitantes del sur americano y de su lucha Casadehojaspara salir de las situaciones más penosas para alcanzar el gran “sueño”. Otra de esas pequeñas sorpresas que nos trae habitualmente Sajalín Editores.

“La casa de hojas” de Mark Z. Danielewski, lo que en un principio era imposible este año se ha hecho posible gracias al trabajo de Alpha Decay y Pálido Fuego; es decir, tener la primera edición en español de la inigualable obra del norteamericano; una obra única por lo que supone como experiencia, en la que texto, disposición del texto, trama y el propio lector se convierten en parte de la misma. Una obra necesaria que ahora podemos asesinociegodisfrutar… y temer.

Y para acabar recupero en esta ocasión dos obras de otros años que, sin embargo, constituyen dos obras maestras ineludibles. No pude dejar de alegrarme de la concesión del Nobel a Alice Munro, pero tampoco pude dejar de entristecerme por las consecuencias directas: la muy posible condenación al ostracismo de dos de las escritoras más grandes vivas que tenemos en infiella actualidad: Por un lado su compatriota Margaret Atwood  que  tiene en “El asesino ciego” una de las obras más deliciosas que he tenido la oportunidad de leer, completísima en trama, estructura, personajes, para paladares selectos. Por el otro, desde luego, ya lo sabéis, la simpar Joyce Carol Oates y su recopilación de historias cortas (tan de moda ahora gracias a Munro) “Infiel. Historias de transgresión”, cada relato una verdadera patada en el estómago y a todas nuestras comodidades y seguridades, una subversión continua que demuestra  su maestría en la narración y que nadie (sensible o no) debería perderse.

Bueno, y eso es todo… creo que este año me he pasado, pero valía la pena. Ha sido un muy buen año. ¿Qué nos traerá el siguiente? En este blog lo iréis viendo como de costumbre.

Espero que os guste la selección y os ayude para las compras navideñas.

¡Feliz año 2014!

“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon

2013-09-24 12.23.50Cada vez que Thomas Pynchon saca un libro, estamos hablando de un acontecimiento, sobre todo por la calidad general de su obra y porque, además, se suma a la naturaleza ya de por sí oculta del personaje, no muy dado a manifestaciones públicas. En tales circunstancias y, habida cuenta de que hasta que llegue la traducción puede pasar un tiempo bastante grande; me armé de valor y leí al gran literato en su lengua de origen. No podía esperar más. La conclusión: estamos ante una obra magnífica, una de las novelas del año, y una confirmación de que Pynchon es, posiblemente, el mejor escritor vivo.

“Bleeding Edge”, desde su título, nos da una de las primeras grandes pistas sobre lo que nos quiere contar en esta ocasión, cogiendo la definición de la Wikipedia encontramos lo siguiente:

“Bleeding edge technology is a category of technologies incorporating those so new that they could have a high risk of being unreliable and lead adopters to incur greater expense in order to make use of them. The term bleeding edge was formed as an allusion to the similar terms “leading edge” and “cutting edge”. It tends to imply even greater advancement, albeit at an increased risk of “metaphorically cutting until bleeding” because of the unreliability of the software or other technology. The first documented example of this term being used dates to early 1983, when an unnamed banking executive was quoted to have used it in reference to Storage Technology Corporation.

By its nature, a proportion of bleeding edge technology will make it into the mainstream. For example, electronic mail (email) was once considered to be bleeding edge”

En ese contexto, el tecnológico, nos estamos refiriendo a aquellos avances que por su novedad tienen el riesgo de ser poco fiables o que generen un gran coste para los que los usen. Grandes avances son percibidos de esta manera. Lo más curioso es que el correo electrónico, lógicamente, fue considerada una “bleeding edge technology.”

Esto va unido a la siguiente gran pista, internet; en la mayoría de sus anteriores novelas Pynchon utilizaba versiones primigenias del gran fenómeno virtual; aunque no se nombraba específicamente, era perfectamente reconocible mediante la sutiliza de los detalles empleados. En esta, su última novela, internet es un protagonista más. De hecho, internet y sus avances, serían la “bleeding edge technology” que comenté al principio.

Para terminar de redondear las grandes bases de la novela, tenemos la propia ubicación temporal en la que nos establece el autor norteamericano; ubicada entre el fracaso de las empresas de internet dotcom (puntocom) y el 11-S, Pynchon no esconde que va a ofrecernos su particular reescritura de ese período temporal, con todo lo que conlleva, entre otras cosas, el tratamiento del famoso atentado a las torres gemelas. Reescritura es uno de los sellos de identidad del postmodernismo y que aquí el norteamericano lo lleva a la parte más arriesgada: la que conocemos de primera mano por haberla vivido tan recientemente.

A esta base podríamos sumar la siguiente bola extra que dejo aquí hasta el final, el resumen de la trama de “La subasta del lote 49”, con la que guarda más de un parentesco:

“When Oedipa Maas is named the executor of her late lover’s will, she discovers that this estate is mysteriously connected with and underground organization” (La protagonista Edipa Maas se convierte en la ejecutora del testamento de su amante del que descubre que su alma está conectada con una organización clandestina y conspiranoica)

En “Bleeding edge” volvemos a tener una protagonista femenina, como en “La subasta…” Maxine Tarnow  que se encarga de investigar la empresa de seguridad liderada por Gabriel Ice por posibles fraudes económicos. Tarnow es el alter ego de de Pynchon que servirá de presagio para todos los acontecimientos que se van sucediendo. A partir de ahí los sellos de identidad del escritor se van destacando, sobre todo al realizar el símil de la paranoia con el ajo en una cocina, nunca tienes suficiente:

“Too paranoid for you?

Not me, paranoia’s the garlic in life’s kitchen, right, you can never have too much”

La mezcla de tecnología y literatura es aún más patente en esta ocasión, sobre todo al hablar de temas económicos, maravilloso cómo define la Ley Bendford, no se puede negar que es Pynchon:

“Though it’s been around in some form for a century and more, Bendford’s law as a fraud examiner’s tool is only beginning to surface in the literature. The idea is, somebody wants to phony up a list of numbers but gets too cute about randomizing it. They assume that the first digits, 1 through 9, are all going to be evenly distributed, so that each one will turn up 11% of the time. Eleven and change. But in fact, for most lists of numbers, the distribution of first digits is not linear but logarithmic. About 30% of the time, the first digit actually turns out to be a 1-then 17.5% it’ll be a 2, so forth, dropping off in a curve to only 4.6% when you get to 9.”

El uso de esta terminología económica altamente especializada le servirá para destapar casos que surgieron más tarde en la historia, es evidente para la protagonista el momento Madoff:

“Madoff Secuirities. Hmm, maybe some industry scuttlebutt. Bernie Madoff, a legend on the street. Said to do quite well, I recall.

One to two percent per month.

Nice average return. so what’s the problem?

Not average. Same every month.

Uh-Oh. What the fuck. It’s a perfect line, slanting up forever?”

De fondo  encontramos una crítica evidente al capitalismo, y por extensión, a la sociedad norteamericana, personificación de dicho capitalismo:

“No, I meant late capitalism is a pyramid racket on a global scale, the kind of pyramid you do human sacrifices up on top of, meantime, getting the suckers to believe it’s all gonna go on forever.”

Internet está presente especialmente desde el principio con la empresa DeepArcher, donde se corrobora el uso del concepto al que aludía en el título anteriormente:

“What’s known as bleeding-edge technology,” sez Lucas. “No proven use, high risk, something only early-adoption addicts feel comfortable with.”

Aplicado especialmente a la idea que tiene Pynchon de la “Deep web”, una capa profunda e interior de internet donde se encuentra aquello que no se ve en la superficie, un mundo oculto donde lo imposible se hace posible, navegar por ese espacio es una experiencia que provee de capas a la realidad:

“It’s Ok”. She gets out of bed and shuffles over to the computer. “You mind some company? Show me around the deep web, maybe? We did have a date.

[…]

Presently they’re linked and slowly descending from wee-hours Manhattan into teeming darkness, leaving the surface-Net Crawlers busy overhead slithering link to link, leaving behind the banners and pop-ups and user groups and self-replicating chat rooms… down to where they can begin cruising among co-opted blocks of address space with cyberthungs guarding the perimeters, spammer operation centers, video games one way of another deemed too violent of offensive or intensely beautiful for the market as currently defined…”

No puedo evitar recordar Matrix en estos momentos….

Es a partir de esos momentos que se erige en observador y participante histórico, esto contraviene  la imagen de un Pynchon encerrado en casa sin salir a la calle; tengo la impresión contraria, él observa el devenir de la sociedad norteamericana y reescribe lo vivido dotándole de su afilada pluma, diseccionando lo que ha sucedido para sacar las carencias o reforzar las virtudes; en el mini recuerdo al efecto 2000  y cómo lo vivieron aprovecha para sacar el innegable efecto de lo “judío”  en la figura del malvado Gabriel Ice:

“She finds a short of mini-dossier in which we learn right away, and seemingly a big deal to whoever compiled this, than Gabriel ice is Jewish, while also continuing to be instrumental in the illegal transfer of millions of $US to an account in Dubai controlled by the Wahhabi Transreligious Friendship (WTF) Fund, which, according to this anyway, is a known terrorist paymaster.

“Why”, the account wonders plaintively, “being Jewish, would Ice provide aid and comfort on this lavish scale to the enemies of Israel?” Possible theories include Simple Greed, Double Agency, and Self-Hating Jew.”

Lo mismo sucede con el 11-S, nos adelanta lo que va a suceder, a modo de presagio, ya que Horst, el marido de Maxine trabaja en el Worl Trade Center:

“Next day Horst takes Otis and Ziggy down to his new office at the World Trade Center, and they eat lunch at Windows on the World which has a dress code, so the boys wear Jackets and ties.”

Una vez que todo sucede, no hay una explicación de los hechos en el día que suceden, lo describe a través de los que lo ha visto, como los hijos de Maxine al ver las noticias:

“Are we at war, Mom?”

“No Who says we are?”

“This Wolf Blitzer guy?”

“Usually countries go to war with countries. I don’t think whoever did this, that they’re in a country.”

“It said on the news they’re Saudi Arabians,” Otis tells her. “Maybe we’re at war with Saudi Arabia.”

“Can’t be,” Ziggy points out, “we need all that oil.”

Esa necesidad de estar en Guerra siempre con alguien para poder vencerlo. Sin embargo va más allá en esta interpretación:

“But there’s still always the other thing. Our yearning. Our deep need for it to be true. somewhere, down at some shameful dark recess of the national soul, we need to feel betrayed, even guilty. As if it was us who created Bush and his gang, Cheney and Rove and Rumsfield and Feith and the rest of them -we who called down the sacred lightning of ‘democracy’, and then the fascist majority on the Supreme Court threw the switches, and Bush rose from the slab and began his rampage. And whatever happened then is on our ticket.”

El anhelo de todo un país de sentirse traicionado o incluso culpable. La utilización de un término de la Guerra fría en los sesenta que se designaba para escenarios de guerra nuclear, el burdo uso de la etimología errónea para adaptarlo a lo que los medios buscan:

“[…] dependable history shrinks to a dismal perimeter centered on “Ground Zero”, a Cold War term taken from the scenarios of nuclear war so popular in the early sixties. This was nowhere near a Soviet nuclear strike on downtown Manhattan, yet those who repeat “Ground Zero” over and over do so without shame or concern for etimology. The purpose is to get people cranked up in a certain way. Cranked up, scared, and helpless.”

La crítica al mercadeo del “Atrocity site” que se convierte en escaparate de las diferentes cadenas para hacer sucesivos e interminables homenajes, en vez de un sitio sagrado o tratado con respeto:

“Every firehouse in the city lost somebody on 11 September, and every day people in the neighborhoods leave flowers and home-cooked meals out in front of each one. Corporate ex-tenants of the Trade Center hold elaborate memorial services for those who didn’t make it out in time, featuring bagpipers and Marine honor guards. Child choirs from Churches and schools around town are booked weeks in advance for solemn performances at “Ground Zero”, with “America the Beautiful” and “Amazing Grace” being musical boiler plate at these events. The atrocity site, which one would have expected to become sacred or at least inspire a little respect, swiftly becomes occasion instead for open-ended sagas of wheeling and dealing bickering and badmouthing over its future as real state, all dutifully celebrated as “news” in the Newspaper of Record. “

Lo cual no quiere decir  que no crea que haya sido una catástrofe, Pynchon es consciente de que debería haber sido una oportunidad de madurar pero, sin embargo, ha habido una regresión, una infantilización inevitable que no traerá nada bueno al país; algo que ocurre habitualmente, el uso de la victimización hasta el infinito suele dejar consecuencias funestas para todas las sociedades:

“So 11 September turns out to be a mitzvah for the mob, Heidi.”

“I didn’t mean that. The day was a terrible tragedy. But it isn’t the whole story. Can’t you feel it, how everybody’s regressing? 11 September infantilized this country. It had a change to grow up, instead it chose to default back to childhood.”

La trama en ese momento se vuelve aún más conspiranoica, girando hacia la novela de género en la investigación de Maxine, que se convierte en la búsqueda de un asesino y se mezcla con los posibles perpetradores del atentado. De ahí hasta el final no resolverá el caso pero se refugiará en la “Deep web” que inspirará lo siguiente, lo que puede ocurrir:

“She sees the boys, but they haven’t seen her. There aren’t any passwords, still she hesitates to log in without an invitations, it’s their city after all. They have different priorities here, the cityscapes of Maxine’s DeepArcher are obscurely broken, places of indifference and abuse and unremoved dog shit, and she doesn’t want to track any more of that than she can help into their more merciful city, with its antiquated dyes, its acid green shrubbery and indigo pavements and overdesigned traffic flows. Ziggy has his arm over his brother’s shoulder, and Otis is looking up at him with unhesitating adoration. They are ambling around in this not-yet-corrupted screenscape, at home in it already, unconcerned for their safety, salvation, destiny…”

No deja de ser curioso que en la recta final sea la familia su respuesta al problema, ya que Horst y Maxine y sus hijos vuelven a unirse; en una rara epifanía Maxine siente que está viviendo un momento que ya vivió en DeepArcher a través de la “Deep Web”, el internet más profundo sirve de presagio, de “bola de cristal”, al fin y al cabo esa Deep Web es una prolepsis de lo que vamos a vivir.

“Hort is semiconscious in front of Leonardo DiCaprio in “The fatty Arbuckle Story,” and does not look street-ready. The boys have been waiting for her, and of course that’s when she flashes back to not so long ago down in DeepArcher, down in their virtual hometown of Zigotisopolis, both of them standing just like this, folded in just this precarious light, ready to step out into their peaceable city, still safe from the spiders and bots that one day too soon will be coming for it, to claim-jump it in the name of the indexed world.”

Esto me lleva a lo que comenté al principio de “La subasta…”, si allí la consciencia del personaje estaba conectada a una asociación clandestina; aquí, Pynchon especula con la posibilidad de que no solo nosotros, sino también nuestras vidas, estén conectadas a esa “Deep Web”, esa capa profunda en el corazón de Internet, verdadero eje y centro de nuestras vidas donde realmente estamos ya viviendo.

En fin, genial. Cuánto nos haces pensar Thomas. Y Cuánto nos haces disfrutar. Novela imprescindible que supone un colofón, una confluencia de ideas y conceptos que ya había tratado en novelas anteriores. Una obra maestra.

“El consejero” de Cormac McCarthy

elconsejeroEncadenada a la reseña que puse ayer sobre “El Sunset Limited”  acabo este díptico del McCarthy más actual con la del reciente libro “El consejero”, que tampoco es una novela al uso; está estructurada como una obra de teatro que, finalmente, se convierte en el guión de la película homónima que se acaba de estrenar en EE. UU. dirigida por Ridley Scott y que tiene como actores a Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem o Cameron Díaz, entre otros.

El riesgo del que hablaba en la reseña mencionada, desgraciadamente, se sigue manteniendo: un Cormac complaciente y más cercano al best-seller thriller, un trabajo alimenticio que le reportará no pocos beneficios pero que nos siguen cohibiendo al escritor que lleva dentro, ese escritor dudoso que no sabe muy bien por dónde tirar. Teniendo en cuenta esta base, cierto es que el libro se disfruta y supone un entretenimiento razonable por lo absorbente de la trama. No en vano está ambientada en el mundo del tráfico de drogas del sudoeste americano lindando con México y esto, inevitablemente, sabemos que es sinónimo de momentos duros o, incluso, como es el caso, durísimos.

McCarthy maneja sencillamente los elementos y poco a poco va tejiendo las pistas de lo que sucederá. Al mismo tiempo nos presenta los personajes y vuelven a convertirse en la personificación de su desencanto, en la siguiente conversación lo podemos ver:

“Westray: veo que tu mente está fabricando una imagen turbia. ¿La conoces bien, a ella?

Consejero: no tanto como bien.

Westray: porque a una persona no la conoces hasta que sabes lo que quiere.”

Los grandes traficantes son provistos de una personalidad pragmática, más allá de iras e indecisiones, esta frialdad resulta un tanto más perturbadora que un ataque pasional:

“Westray: ahí va otra idea, para que la medites. ¿Eso de las decapitaciones y las mutilaciones? Forma parte del negocio.  Hay que mantener las apariencias, ¿entiendes? No responde a ningún tipo de ira soterrada ni nada parecido. Pero a ver si adivinas a quien les gustaría matar en realidad.

Consejero: ni idea, ¿a quién?

Westray: a ti, consejero. A ti.”

En ese mundo no hay lugar para la compasión:

“Westray: te voy a decir una cosa, Consejero. Si tu definición de amigo es alguien que moriría por ti, entonces tú no tienes amigos. Bien te dejo.”

Con el cariz que toman los acontecimientos, las decisiones tomadas se vuelven irreversibles; somos esclavos de dichas decisiones:

“Consejero: ¿va usted a ayudarme?

Jefe: lo que debería hacer es ver la realidad de su situación. Ese es mi consejo. No soy quién para decirle lo que debería haber hecho. O dejado de hacer. Sólo sé que el mundo en el que intenta usted enmendar sus errores no es el mundo en el que fueron cometidos. Está en una encrucijada y piensa qué camino debe elegir. Pero no hay nada que elegir. Aquí no existe más que la aceptación. La elección se hizo tiempo atrás. “

En la siguiente reflexión del Jefe al Consejero volvemos a encontrarnos al McCarthy incrédulo y desencantado ante un mundo que hemos creado nosotros mismos y que, desde luego, no le gusta:

“Jefe: si. La encrucijada de comprender que la vida no da marcha atrás. No es mi deseo pintar el mundo en colores más tristes de los que tiene, pero conforme el mundo va dando paso a la oscuridad resulta cada vez más difícil descartar la idea de que en realidad el mundo es uno mismo. Algo que uno ha creado, ni más ni menos.“

En esta oscuridad el fuerte es el único que sobrevive, para Cormac está claro que esta vida no es la que él desea.

“Yo creo que si algo define al cazador es más lo que se ha librado de ser que lo que ha acabado siendo. No hay distinción entre lo que es y lo que hace. Y lo que hace es matar.”

Buena obra, pero lejos de la excelencia, esa prosa deslumbrante, por momentos, en el pasado.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Luis Murillo Fort para esta edición de “El consejero” de Cormac McCarthy.

“El Sunset limited” de Cormac McCarthy

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involución.

(Del lat. involutĭo, -ōnis, acción de envolver).

1. f. Acción y efecto de involucionar.

2. f. Detención y retroceso de una evolución biológica, política, cultural, económica, etc.

Comienzo con la definición de una palabra que me viene a la mente con ciertos escritores actualmente, el caso más sangrante es quizás el que me ocupa en esta reseña. Me refiero al grandísimo Cormac McCarthy. Está claro que quien lea por primera vez al escritor norteamericano con “La carretera” o este “Sunset Limited” posiblemente los disfrute e, incluso, considere que son prácticamente unas maravillas teniendo en cuenta el nivel medio. Sin embargo, los grandes conocedores de la obra de, quizá, el más firme sucesor de Faulkner, sabemos que está a medio gas y peor aún, bajando todavía (teniendo en cuenta que el siguiente que vendrá al blog, en no mucho tiempo, se trata de un guión para una película).

No voy a decir que sea malo, porque no lo es, de hecho se le puede sacar bastante jugo como ahora me extenderé. El problema es esa aparente desgana, esa falta de esfuerzo alarmante si comparamos esta obra con maravillas como “Meridiano de Sangre” o “Todos los hermosos caballos”. Lo mejor del asunto es que mi impresión, desgraciadamente, se corroboró en las primeras páginas de este diálogo continuo entre un negro y un blanco, que encarnan la fé y la razón respectivamente:

“BLANCO: Probablemente no creo en muchas de las cosas en las que creía antes, pero eso no significa que no crea en nada.

NEGRO: Pues póngame un ejemplo.

[..]

BLANCO: Muchas. Cosas relacionadas con la cultura. Libros, música, arte. Cosas así.

NEGRO: Muy bien.

BLANCO: Ese tipo de cosas son las que tienen valor para mí. Son los cimientos de la civilización. O al menos tenían valor antes. Ahora ya no tanto.

NEGRO: ¿Y eso?

BLANCO: La gente dejó de valorarlas. Yo también, hasta cierto punto. No sabría decirle exactamente por qué. Ese mundo en gran parte ha desaparecido. Pronto habrá desaparecido del todo.

NEGRO: No sé si le capto profesor.

BLANCO: No hay nada que captar. Olvídelo. Las cosas que me gustaban eran muy frágiles. Yo eso no lo sabía. Pensaba que eran indestructibles. Y no.”

El profesor (blanco) parece ser el alter ego del propio Cormac que aprovecha esta novela  para expresar su pesar ante la decadencia cultural; las cosas que el valora y que considera “los cimientos de la civilización” ya no son valoradas por el resto de personas. Lo que creía inconmovible se ha vuelto rompible. Esta decepción es palpable en todo momento en la actitud del profesor blanco, que sería el representante de los ricos, con respecto a lo que le comenta el negro.

Solo hay que ver este otro diálogo, después de la metáfora que utiliza para referirse a los que ayudan a la gente necesitada como “colonia de leprosos morales” para comprender que el autor ya no tiene ganas de crear; la creatividad queda para los necesitados:

“NEGRO: Innovar. Exacto, profesor. ¿Y cuándo se pone uno a innovar?

BLANCO: Cuando no tiene algo que le gustaría.

NEGRO: Me va a sacar usted un sobresaliente, profesor. ¿Y a quién le pasa eso de no tener lo que le gustaría?

BLANCO: A los pobres.”

Más adelante, ya acercándonos al final, vuelve a redundar sobre el tema comentado anteriormente, esa pérdida de la ilusión ahogada por la visión de una realidad incómoda:

“NEGRO: ¿A usted por qué le parece que la gente se suicida?

[…]

BLANCO: No puedo hablar por los demás. Las mías giran en torno a una pérdida gradual de la fantasía. Eso es todo. Un paulatino esclarecimiento en cuanto al carácter de la realidad. Del mundo.”

El Negro, la fé, supone la manera irracional de reaccionar ante esto; el único atisbo de esperanza se refleja a través de él:

“NEGRO: Vaya, eso me ha gustado. Un mundo de excelencia.

BLANCO: ¿Usted cree realmente en un mundo así?

NEGRO: Desde luego, profesor. Desde luego. Yo pienso que está ahí a nuestra disposición. Hay que ponerse a la cola buena. Comprar el billete adecuado. Tomar el tren normal y dejarse de expresos. Esperar junto con los demás en el andén. Si hace falta, saludar a este o al otro con la cabeza. O hasta decirle hola.”

Parece claro que Cormac quería reflejar con esta novela parte del combate interior en el  que se encuentra inmerso, esa lucha de contrarios: fé-razón, realidad-fantasía, ilusión-abatimiento.

Lo que también es claro es que el final nihilista de esta historia y el siguiente libro denotan que está ganando por ahora lo más incómodo para sus lectores: el abatimiento.  Habrá que esperar, eso que nunca se pierde: la esperanza.

Los textos provienen de la traducción de Luís Murillo Fort para esta edición de “El Sunset Limited” de Cormac McCarthy.

“Rabia” de Richard Bachman (Stephen King)

rabia-stephen-king“Rabia” fue el primero de los libros que Stephen King escribió con el pseudónimo de Richard Bachman. Fue curiosa la forma en que se decidió a escribir esta serie de libros: tras el éxito brutal de “Carrie” o “Salem’s LotKing fue muy consciente de la posible globalización de este éxito y tuvo miedo. Miedo a injerencias que limitaran su capacidad creativa. De ahí que sintiera la necesidad de crear algo distinto, como una última oportunidad para tratar las partes más oscuras, las menos “correctas”, por si acaso no pudiera hacerlo de nuevo.

El tiempo, y la estabilidad de su éxito le ha permitido, sin embargo, no cejar en esta capacidad creativa, alternando proyectos más arriesgados con los más limitados creativamente; pero en esa época, su sentimiento era distinto.

De ahí que surgiera un libro como el que comento hoy. “Rabia” destroza, literalmente, cualquier corrección, creando una de esas historias brutales donde todo es prácticamente posible, un relato de formación de violencia donde el protagonista es un niño de 13 años que coge como rehén a una clase entera de un colegio con todos sus compañeros y cuyos actos desembocan en actos deplorables.

Para ello escoge una narración en primera persona, la del protagonista; pero cambia según el capítulo del que se trata, alternando a otros narradores, siempre en primera persona, para que nunca tengamos toda la información. La narración es fragmentada, con continuos saltos al pasado a modo de flashbacks que explican hechos que intentarán explicar el cómo se ha llegado a esta situación.

La violencia es explícita, pero por momentos se vuelve sutil; de hecho el momento final, justo antes de acabar, contiene una elipsis que nos deja en suspenso con lo que realmente sucede; lo que sí sabemos es que es terrorífico ya que las consecuencias que desencadena en uno de los alumnos son funestas e irreversibles por lo que se cuenta después.

El riesgo que toma en esta novela será continuado por las posteriores (“Carretera maldita” “El fugitivo” y “La larga marcha”) y nos muestra el King más primario, salvaje y violento, un King primigenio y tremendamente veraz. No se contiene en mostrar situaciones difíciles y llevarlas hasta sus últimas posibilidades.

El lector habitual que no haya leído sus novelas como Richard Bachman se puede llevar una sorpresa, agradable, desde luego, pero también bestial.

Siempre es un placer ir encontrando todas las facetas del escritor de Maine.

Las consecuencias de la concesión del Nobel a Munro. “Infiel. Historias de transgresión” de Joyce Carol Oates

infielMe gustaría subrayar las consecuencias del Nobel a Alice Munro; no son pocas y tienen bastante importancia en el mundo literario:

La primera de ellas es, evidentemente, lo romántica que resulta esta elección; supone la exaltación, la entronización del cuento como género literario como obra magna; no olvidemos que si algo caracteriza a Munro es la creación de cuentos; de hecho, solamente podemos hablar de una novela oficial, e incluso podríamos clasificarla como un ciclo de cuentos con un hilo conductor.

Lo segundo: es una autora que va a intentar descubrir muchísima gente, sus obras son mainstream a nivel mundial, fáciles de encontrar; muchos intentarán descubrirla por curiosidad y les llevará a un mundo diferente con salvedades;  no todo el mundo será capaz de apreciar su genialidad por un hecho esencial: el cuento es lo más cercano al poema, una aproximación de una intensidad tremendamente lírica que no suele ser del gusto general,  mientras unos cuantos huirán despavoridos, otros disfrutarán de lo lindo.

Lo tercero: esta entrega supone la condenación eterna (¡qué dramático!) para las grandísimas e hipercompletas Atwood y Oates; sí, esto es una consecuencia negativa, porque no todo puede ser positivo, y más en este caso en que se va a producir unanimidad en la crítica internacional. Munro es buenísima, no nos engañemos; pero no quiero olvidar el hecho de que estas dos no lo van a recibir y han llegado a lo sublime en varias ocasiones, variando entre géneros y estilos.

Lo cuarto: las personas que descubran a Munro y les guste querrán descubrir obras contemporáneas del estilo. En ese caso no me cansaré de recomendar a Amy Hempel, tenemos sus “Cuentos completos” publicados; o a la grandísima Lorrie Moore, que con “Pájaros de América” se acerca poderosamente a la canadiense; tampoco debemos olvidarnos de su compatriota Atwood, “Chicas bailarinas” es un ejemplo que atestigua su buen hacer; y, naturalmente, el que quiera seguir profundizando más, tiene a la simpar Joyce Carol Oates, que con este “Infiel. Historias de transgresión.”  llega a lo sublime en tantas ocasiones que casi se convierte en una costumbre.

Y es que, aunque “Infiel” (Faithless) sea el título de uno de sus cuentos, no refleja lo que nos podemos encontrar en él. Es el subtítulo, “Historias de transgresión” lo que define esta increíble recopilación de historias.

Es curiosísimo estar en redes sociales de libros como Goodreads en particular, porque cada libro posee una valoración y, en ocasiones, reseñas de los lectores; en el caso de esta obra no tiene nota muy alta así que me dediqué a indagar; el caso es que en una mayoría muy amplia los que calificaban mal esta obra ,lo hacían porque la mayoría de los cuentos acaban mal. En efecto, esto es así.

Me he dado cuenta de dos motivaciones que tienen los lectores:

-La primera y primordial, la mayoría leen para encontrar algo distinto de  sus vidas. Es por ello que buscan que las historias acaben bien por encima de todo, eso hace que un libro sea redondo para ellas.

-La otra gran motivación es la necesidad de una catarsis, que ya hablé en esta crítica; leer sobre desgracias de los demás relativiza tus problemas y hace que sean más llevables.

Pues bien, este libro será perfecto para el segundo tipo de lector; en cuanto al primero, quizá deberíamos discutir sobre el hecho de si una obra de arte es mejor o peor si acaba bien o mal, en mi caso es claro que es independiente, ya que deberíamos más bien discutir sobre cómo está hecha; pero soy consciente de lo estéril de esta disquisición en la mayoría de las personas, incapaces de ninguna apreciación artística más allá de esta superficialidad. Por  lo tanto no me voy a poner a discutir sobre ello.

En estas “Historias de transgresión” nos podemos encontrar, sin más ni más, con una de las recopilaciones de cuentos más brutales y violentas disponibles; cada uno de ellos es una bomba de relojería emocional; un encuentro con los abismos del ser humano; una dolorosa experiencia de la que no te puedes olvidar al terminarlo. Joyce escribe con el corazón, con el alma, y desgarrador se convierte en una palabra demasiado leve para lo que presenciamos. Nadie ha reflejado la oscuridad del ser humano como Oates; esos recovecos de ambigüedad y malestar que no te dejan a medias, no hay medias tintas; es tal el dolor que se transmite que es difícil no quedar demolido ante tanta adversidad:

En “Au sable” presenciamos un suicidio programado; desde la primera persona de un hombre; Oates no necesita centrarse en una mujer, cualquier narrador es válido.

En “Fea” se refleja con toda la acritud posible el trauma que supone su fealdad a la protagonista:

“Él también era un feo. Un feo raro. Pero la fealdad en un hombre no importa demasiado. La fealdad es una mujer se convierte en su vida”

“Amante” supone la venganza de una amante despechada a la que no le importan los daños colaterales que pueda causar:

“A alta velocidad la  tristeza no es una posibilidad seria.

Él no la había amado lo suficiente como para morir con ella: ahora lo pagaría. Y otros pagarían también.”

El personaje femenino de “Preguntas” no duda en meterse cocaína para sobrevivir a lo que siente:

“Le duelen los senos y no quiere recordar el motivo. También le duelen los muslos. Gruesas protuberancias carnosas en la curva de sus caderas que no soporta contemplar o tocar, y sin embargo le dicen que es hermosa, un grano de uva madura y suculenta de Concord. La cabeza se le aclara rápidamente debido a la avalancha de la preciosa nieve y puede ver las cosas con una lucidez extraordinaria. La metadrina le resulta útil si no se siente precisamente bien los días de clases; necesita esa ventaja diabólica, esa energía blanca candente durante cincuenta minutos, no para pasar el rato como los chicos, sino por motivos terapéuticos, para volver a ser la Ali Einhorn más parecida a sí misma, no una vaca hija de puta, triste y rezagada.”

La madre de “Amor por las armas” tiene “suerte” de no haber sido asesinada:

“Nuestra familia tiene suerte, solía decir mi padre. Quizá estuviera siendo irónico, pero de hecho es así. Como cuando tiraron al suelo a mi madre, le robaron y fue sometida a una violación anal, y no la asesinaron. ¿Ves?”

“Infiel” supone una subversión de todo lo que estás suponiendo en un final transgresor como pocos y que cambia cualquier perspectiva halagüeña:

“Poco después de la desaparición de Gretel Nissenbaum surgieron, de numerosas fuentes, desde todos los puntos de la brújula, ciertas historias sobre la mujer. […] Una mala esposa. Una madre antinatural. Se decía que había abandonado a su esposo y a sus hijas en el pasado, que había regresado con su familia. […] Claro que tenía un novio, un amante. Claro que era una adúltera.”

En “Idilio en Manhattan” asistimos a un suicidio demoledor (por si alguna vez no lo fuera..):

“-¡Sí! Así es – y papá me besó en la mejilla y dijo- ¡Adiós, princesa! –en voz alta y alegre; y me apartó de él, y papá se metió el cañón de la pistola en la boca. Y apretó el gatillo.”

La violencia de género es la protagonista de “La Vigilia”, ¿cómo podría quedarse lejos en este catálogo de perversiones?

“Por favor, no hagas lo que sea que estás haciendo no me hagas conseguir una orden judicial, no, por favor pensé que estabas de acuerdo, pensé por qué tú esta no es la clase de hombre que yo creía que eras ¿Verdad?

Lo implícito se mezcla con lo explícito según el cuento; Oates es capaz de cambiar de narrador y narración para mostrarnos toda la crudeza de su percepción de la realidad vivida.

Todavía tengo alguno de los relatos en mi cabeza; como un germen que no puedo olvidar; tanto dolor, tanta brutalidad insana; Oates es excelsa, te remueve las entrañas como nadie y te hace reflexionar sobre el género humano, ese hombre que es “un lobo para el hombre”; ¿hasta dónde puede llegar la perversidad humana? Con ella nos acercamos bastante a alguno de los límites.

Solo hay que ver el relato del disfuncional “Tusk”

“Pasa la navaja por la arteria que ha ubicado bajo su mandíbula, una sensación aguda y abrasadora y comienza a sangrar de inmediato, pero el corte no es lo bastante profundo así que lo intenta de nuevo, sosteniendo firme su mano derecha con la izquierda y apretando con todas las fuerzas que le quedan, de rodillas, tambaleándose, jadeando, ahogándose por algo caliente y líquido. Mierda, se le ha caído la navaja, no la encuentra, tantea entre los periódicos mojados que hay en la acera, envoltorios arrugados amarillos de Doritos, pero allí está la navaja, la navaja reluciente por la sangre que es  su único consuelo, la coge y la aprieta en su puño y lo intenta otra vez.”

Joyce Carol Oates no ganará nunca el Nobel, pero para mí está en lo más alto de ese escalafón. Cuánta excelencia. Lo sublime está indisolublemente unido a su encomiable labor literaria. No me cansaré nunca de recomendarla.

“Sexy” de Joyce Carol Oates

SexyOtra de las innumerables facetas de mi querida Joyce (perdonad la familiaridad, pero después de tantos libros, uno coge confianza) es la de realizar relatos para adolescentes, faceta que, por otra parte la ha empezado a hacer recientemente.

Consciente del público al que se dirige, la camaleónica escritora adapta su estilo a la audiencia y nos trae a colación uno de esos temas que más suelen preocupar a los adolescentes y a sus padres: el abuso sexual.

La transformación es radical, lo he notado especialmente porque, al mismo tiempo estaba leyendo su recopilación de relatos cortos “Infiel. Historias de transgresión” y la diferencia es notable, la dificultad en las estructuras sintácticas así como en el vocabulario y la oscuridad en el fondo de la historia se suavizan con frases más cortas, vocabulario sencillo y una claridad necesaria para que no haya ambigüedades en la exposición.

El protagonista de la historia es un adolescente de dieciséis años como cualquiera en el que podamos pensar:

“Las chicas siempre decían que Darren Flynn era sexy pero tímido. O que era tímido pero sexy.

En realidad Darren era un tipo majo, un colega de sus colegas, un deportista con todas las de la ley. Con sus amigos se mostraba relajado y se lo pasaba bien, pero cuando estaba con chicas era como si la cara se le encendiera de un modo extraño y la mente le quedara en blanco.”

Y se enfrenta a los dilemas habituales de su edad, esa timidez para con las chicas y, sobre todo, la expectativa de sus padres, no sentirse comprendido:

“Me mira como si viera a alguien distinto, a alguien que no soy yo. A un hijo diferente. Un hijo más inteligente, mejor deportista. Un hijo que no le va a decepcionar.”

En un momento decisivo, ocurrirá un suceso que cambiará la percepción de todo lo que le va a suceder  debido a uno de los profesores:

“No tenía por qué pensar en aquello, nadie lo sabía.

Aquello que había pasado entre el señor Tracy y él.

Aquello que no había ocurrido.

(¿No?)

Nadie lo sabía y no había pasado nada.

No había pasado nada. Esa era la verdad. […]

No, no me tocó.

…ni siquiera llegó a intentarlo.

Si lo hubiera hecho…

Le habría matado.”

Los sucesos se desencadenarán causando una desgracia que cambiará la vida del joven, Darren siente una epifanía, se da cuenta de que podría haber hecho algo para que no pasara lo que sucede:

“Se sentó en el borde de la cama, abrumado. Aquel sería uno de los mayores golpes que recibiría en su vida.

Muerto.

La palabra era rotunda: muerto.

Tanto que casi se preguntaba qué quería decir. ¿Quería decir ausente? ¿Quería decir Nos vas a verle más?

¿Quería decir  Y es tu culpa?”

Joyce Carol Oates aprovechará todos los sucesos para hacernos reflexionar sobre las consecuencias de las calumnias, de levantar falsos testimonios y, últimamente, sobre la culpa y lo que podemos hacer individualmente para luchar contra ello. Fenómeno extrapolable no solo a la adolescencia sino a nuestras propias vidas más allá de ese período de nuestras vidas.

Hasta en lo más pequeño la americana nos ofrece material digno, es innegable que su eclecticismo y su capacidad para cambiar de estilo son dos de sus grandes virtudes.

Los textos proceden de la traducción del inglés de Xohana Bastida para esta edición de “Sexy” de Joyce Carol Oates para SM.

“El amor de una mujer generosa” de Alice Munro

el-amor-de-una-mujer-generosa_alice-munro_libro-oafi3051Lo que son las cosas, este libro lo encontré saldado; a un precio, sinceramente, ridículo, en una papelería, abandonado, las portadas descoloridas; tuve que mirar dos veces el título y el autor para cerciorarme; no digo que no me haya venido bien a mí, pero es bastante penoso encontrarlo así. Más aún, me queda esta sensación al acabarlo, ya que el nivel medio de los relatos incluidos es, como de costumbre en la canadiense Alice Munro, alto o muy alto.

De hecho  si cogemos el primer relato, el homónimo “El amor de una mujer generosa”, nos encontramos con un prodigio y lo voy a utilizar para centrar esta reseña, ya que es impresionante cómo maneja todos los recursos literarios de los que dispone.

El relato se divide en varias partes, empezando con un prólogo desde un narrador omnisciente  que aborda el relato de un accidente de coche de un optometrista. En la primera parte cambia la perspectiva a la de tres niños que no saben cómo contar el que han encontrado un coche con un vecino muerto dentro; de hecho, leídos varios de sus relatos, esto resulta muy novedoso ya que, no es la mujer en primera persona la que narra; sino que lo hace a través de los niños y presenta la relación de ellos con sus familias y con el pueblo en general.

En la segunda parte cambia a la tradicional narración en primera persona con Enid, enfermera de hogares y verdadera protagonista, focalizadora de lo que va sucediendo. A través de ella se desarrollarán todos los eventos, sobre todo con la enferma que está ahora, la señora Quinn, que constituye la personificación del resentimiento y la no aceptación de su enfermedad, esa es su forma de luchar ante lo que le sucede:

“Enid creía saber lo que eso significaba, ese resentimiento y ese veneno, aquella energía acumulada para despotricar. La señora Quinn buscaba nerviosamente un enemigo. Las personas enfermas sienten rencor hacia quien está sano, y a veces ocurre entre los maridos y sus esposas e incluso entre madres e hijos. En el caso de la señor Quinn ocurría tanto con el marido como con las hijas.”

Enid constituye esa “mujer generosa” del título, y desde la perspectiva de su madre representa esa generosidad con toda la miseria de la que es capaz:

“Pero no pudo evitar comentar que eso significaba que Enid había decidido renunciar a la posibilidad de un empleo decente en un hospital, para dedicarse a un trabajo agotador y deprimente en casas sórdidas y primitivas, ganando una miseria. Enid tendría que bombear agua de pozos contaminados, romper el hielo que se forma en las palanganas en invierno, luchar contra las moscas en verano y usar retretes fuera de las casas. Tendría que utilizar tablas para restregar la ropa y lámparas de carbón en lugar de usar lavadoras y electricidad. Significaría cuidar a la gente enferma en malas condiciones, a la vez que hacer frente a las responsabilidades de la casa y atender a niños pobres y raquíticos.”

Enid es la personificación del bien, de hecho, supone lo que significaría la culpa en una persona por haber cometido un acto inmoral y la necesidad del castigo para esa culpa como expiación única y verdadera:

“¿Sabes por qué creo que deberían ser castigados? –dijo Enid-. Es por lo mal que se van a sentir por dentro. Aunque nadie les hubiera visto actuar o nadie lo supiese jamás. Si haces algo muy malo y no te castigan, te sientes peor, mucho peor que si te castigan.”

A raíz de uno de los capítulos, el enfocado en la señora Quinn (que además sirve para unir todos los hilos argumentales planteados hasta el momento), toda esta seguridad se tambaleará; se irá fragmentando su personalidad, surgirán las dudas, la indefensión que siente ante la obligación de denunciar una situación y no ser capaz de hacerlo, grietas en su fe inconmovible.

De hecho el final se convierte, sin que casi nos demos cuenta, en todo lo contrario que podríamos haber pensado como conclusión, ya que todo lo que creía inamovible está mutando; es nuestra propia vida, el cómo las dudas ante nuestros actos nos pueden llevar a un bloqueo del que no podemos salir.

“Se acercó a la orilla, donde sus botas se hundieron poco a poco en el barro y quedaron atrapadas. Si se lo proponía, todavía podía oír los movimientos que hacía Rupert entre los arbustos. Pero si se concentraba en el movimiento de la barca, un movimiento leve y secreto, sentía como si todo lo que la rodeaba se hubiese aquietado.”

Magistral. Siempre. Munro.

Los textos provienen de la traducción del inglés de  Javier Alfaya, José Hamad, Javier Alfaya McShane para esta edición de “El amor de una mujer generosa” de Alice Munro  de RBA.

“Mujer de Barro” de Joyce Carol Oates

portada-mujer-barroLos que seguimos la cuenta de Twitter de Joyce Carol Oates somos muy conscientes no solo de lo activa que es, sino de sus denuncias sociales que revelan sus ganas de ser comprometida con la sociedad que le rodea.

De ahí que en “Mujer de barro”, la última novela suya publicada en España, veamos de una manera explícita su crítica ante unos hechos que han causado vergüenza a nivel mundial.

En este libro se presentan dos narraciones paralelas de la protagonista principal, Meredith Ruth Neukirchen (M.R en adelante y en el libro): en una de ellas (Niña de barro) asistimos a la evolución desde su niñez:

“Y qué belleza en esos lugares olvidados. Niña de Barro se acordaría toda su vida. Porque los sitios a los que más afecto guardamos son aquellos a los que nos han llevado a morir pero en los que no hemos muerto. Ningún olor es más acre que el agudo olor a estiércol de las marismas en los puntos donde rezuma el agua salobre el río y queda atrapada y estancada, con algas de un verde brillante como el de un lápiz de colorear. Vastas hectáreas insondables entre hierbas de enea y estramonio y restos dispersos de viejos neumáticos, botas, trozos de ropa, neveras con las puertas abiertas de par en par como brazos vacíos.”

Se trata, por tanto, de un relato de formación hasta convertirse en la Mujer de Barro. Pero muy al contrario de lo que puede parecer aprovecha la circunstancia para que todo se vuelva muy introspectivo, primitivo, crudo, muy visceral; a medio camino de lo onírico mezclado con la realidad. Consigue quizá los momentos más líricamente bellos del libro.

Por otro lado, tenemos la narración de la mujer adulta (mujer de barro) donde se desvelan las críticas de las que hablaba anteriormente; la intención de poner de manifiesto el error que supuso la guerra de Irak como consecuencia de la indefensión como nación ante el 11-S y por extensión, “la amenaza terrorista”:

“En el asiento trasero de la limusina, M.R. escuchó. Qué crédulos se habían vuelto los medios de comunicación desde los atentados terroristas del 11-S, qué poco crítica se había vuelto la información; le daba náuseas, le daba ganas de llorar de frustración y rabia, la voz inexperta del secretario de defensa de Estados Unidos que advertía sobre las armas de destrucción masiva que se cree que el dictador iraquí Sadam Hussein tiene almacenadas y dispuestas para utilizarlas en un ataque… Guerra biológica, guerra nuclear, amenaza contra la democracia estadounidense, catástrofe mundial.”

Vuelve luego a uno de sus temas habituales, el papel de la mujer en la sociedad, sus necesidades y la lucha contra una sociedad dominada por hombres:

“En cualquier caso había aceptado la oferta del Consejo de Administración de la universidad. Leonard Lockhardt había redactado su contrato. El claustro de la universidad había aprobado por una mayoría abrumadora designar a Neukirchen para el rectorado; eso había sido crucial para que M.R. Aceptase. Nunca se había sentido tan reinvidicada.

Casi se podría decir, querida.

Porque esa era la culminación de la vida de Mujer de Barro: ser admirada, querida.”

O precisamente la influencia de dicha sociedad en nuestro juicio, que elimina toda posibilidad de desarrollo individual si quieres mantener el status que has ganado en ella:

“Hablar a las claras, con franqueza –hablar con sinceridad- sólo es posible cuando se es un particular, no el representante de una institución. De modo que su indignación, su alarma, su desesperación ante la idiotez belicosa del Gobierno ardían bajo sus palabras en público, animadas y optimistas. Y su furia por la cínica explotación que hacía el Gobierno de Bush del miedo a los “atentados terroristas” después del 11-S, todo lo que sus padres cuáqueros le habían enseñado a aborrecer y rechazar.”

La soledad de la protagonista, quizá la extensión de la propia soledad que siente la escritora en su vida (no olvidemos que es viuda desde hace poco tiempo), le sirve para esconderse, para no demostrar lo que se está sufriendo:

“Señalaría una ventaja de vivir solos: nadie sabe lo débiles y ridículos que somos, cuando estamos solos.

Nadie conoce nuestra desesperación. Cuando estamos solos.

De lejos, todos parecemos serenos. Nuestra apariencia interviene para tapar nuestro ser.”

En estas condiciones el único consuelo que le queda es el disfrute de la lectura: alienación y puerta hacia otras vivencias.

“Lo que le parecía más fascinante a Meredith eran los libros: las páginas impresas, las palabras. No eran meros libros de texto ni pasatiempos, sino que podrían haber sido puertas hacia regiones desconocidas.”

En estas condiciones, no resulta incomprensible que la protagonista, impotente ante la figura de su compañero que manipula, le hace la vida imposible e intenta desacreditarla como rectora, como figura de autoridad; decida en un momento en su subconsciente que es Dexter y que esa sería la única manera de solucionarlo:

“Se puso los guantes de látex que ya estaban manchados. Como una cirujana –mejor dicho, como una patóloga-, agarró el serrucho, al principio con un temblor, pero poco a poco con más fuerza, y cortó las gruesas muñecas del hombre, los tobillos. ¡Qué sorprendente era tocar hueso! Tenía que abrirse camino por huesos y articulaciones. Ese era el secreto de la desarticulación.”

Sí, hacerle trocitos.

En momentos como estos te das cuenta de lo que nuestra Joyce Carol Oates quiere hacer, buscar nuevos medios de expresión, salirse del guión establecido; al fin y al cabo, hacer literatura. Libro difícil para iniciarse con ella, pero una buena lectura al fin y al cabo.

Los textos provienen de la traducción del inglés de María Luisa Rodríguez Tapia de esta edición de “Mujer de Barro” de Joyce Carol Oates en Alfaguara.

“Las lunas de Júpiter” de Alice Munro

lunasjupiterUna de las pocas cosas con la que estoy de acuerdo con el polémico Franzen es que recomienda leer a Munro;  por una vez y sin que sirva de precedente.

Ya hablé bastante de “La vida de las mujeres”   y desvelaba algunos de los secretos que utiliza con frecuencia; bueno, en realidad, lo decía ella misma en el increíble epílogo a ese ciclo de relatos cortos estructurado como novela.

En esta ocasión tenemos ya el típico libro de relatos ambientados en el sur de Canadá y es una buena forma de comprobar el hilo conductor de la trama; sigue utilizando lo cotidiano, naturalmente utiliza mujeres como narradoras en primera persona;  aquí, además, reflexiona sobre el pasado pero, afortunadamente, va mucho más allá de la simple nostalgia. Lo que vive en ese pasado le puede causar nostalgia pero la mayoría de las veces genera ira, indignación, impotencia; la experiencia, pues se convierte en generador del carácter, pero precisamente porque lo ha pasado mal, no hay lugar para los recuerdos en forma de placebo, lo pasado no se emborrona con el tamiz que siempre confunde.

En “Alga Marina Roja”  podemos ver parte de este hilo conductor; y lo referencia claramente al amor y a la posible felicidad de la mujer:

“Como muchas mujeres de su generación, tiene una idea del amor que es destructiva, pero que de algún modo no es seria, no es respetuosa. Es codiciosa. Habla de forma inteligente e irónica, y de este modo encubre sus insostenibles expectativas. Los sacrificios que ella hizo con Duncan –arreglos en la forma de vivir, en cuanto a amigos, así como también en la periodicidad del sexo y en el tono de las conversaciones- eran violaciones, no cometidas en serio, pero sí descaradamente.”

“¿Cuándo es usted feliz?

Cuando está contento conmigo. Cuando hace broma y se divierte. No. No. No soy feliz nunca. Lo que siento es alivio, como si hubiese vencido un reto, es más triunfante que feliz. Pero él siempre puede dejarme tirada en la cuneta.”

Con Munro no hay medias tintas, describe la realidad de tal manera que sabes que es posible que ocurra; y esa crudeza al expresarlo te causa un desasosiego permanente.

En “El autobús de Bardon” vuelve sobre el tema del amor, pero con la perspectiva de otra mujer anclada en una sociedad patriarcal, de ahí que defina el amor de la peor manera posible, por su antónimo: el egoísmo.

“Cuando el amor es nuevo y crece en ella se vuelve mística, vacilante; cuando el amor está en declive y ha pasado lo peor, es enérgica y jovial, directa, analítica.

-No es más que el deseo de verte reflejada –dice-. El amor siempre se vuelve egoísmo. La idiotez.  No los quieres a ellos, quieres lo que puedes obtener de ellos. Obsesión y engaño de uno mismo.”

Sin embargo lo más doloroso de ese cuento es el momento en que decide poner unas palabras en la boca de un hombre como contraposición a lo que le sucede a la protagonista:

“-He visto tantas partes del mundo, tantas cosas extrañas y tanto sufrimiento. Mi conclusión ahora es que no se consigue felicidad alguna engañando a la vida. Es solo por medio de la renuncia natural y de la aceptación de la pérdida como nos preparamos para la muerte y como por tanto conseguimos algo de felicidad.”

Es sintomático que sea el hombre el que quiera mantener su posición en la sociedad relegando a la mujer a un papel de renuncia y aceptación de la realidad que está viviendo; es la manera más cruel de reflejar el papel de la mujer en el pasado, sumisa, esclava ante el dominio del hombre. Munro no ignora el detalle, de ahí que utilice a un hombre para decirlo.

Afortunadamente, la forma en que caracteriza a las mujeres está muy lejos de ser autocomplaciente; habla de mujeres fuertes, que se sobreponen, que quieren demostrar su papel en una sociedad que intenta denigrarlas; no les gusta sufrir porque sí:

“Hay un límite para la cantidad de sufrimiento y desorden que uno puede soportar por amor, del mismo modo que hay un límite para la cantidad de desorden que se puede esperar de una casa. No se puede conocer el límite con antelación, pero sabes cuando has llegado a él. Yo lo creo.

Cuando empiezas realmente a liberarte, así es como es. Un pequeño dolor, furtivo, que te punza cuando no te lo esperas. Luego una levedad. La levedad es algo en lo que penar. No es solo un alivio. Hay una extraña clase de placer en ella, no un placer autohiriente ni malicioso, nada personal en absoluto.”

Lo mejor de esta increíble escritora es conocerla por ti mismo, sin más, comprobar como cada palabra, cada momento, tiene su función específica, está todo tan milimétricamente concebido que abruma tanta perfección, os dejo ya de hablar de este gran libro, otro más de la señora, con la encantadora forma que tiene de describir a un personaje en un relato corto, una pequeña obra maestra: “Prue”:

“En aquella época tenía muchos amigos en Toronto, la mayoría de ellos amigos de Gordon y de su mujer. Les gustaba Prue y estaban dispuestos a sentirlo por ella, pero ella se burlaba hasta que desistían. Es muy agradable. Tiene los que los canadienses del este llaman un acento inglés, aunque nació en Canadá, en Duncan, en la isla de Vancouver. Su acento le sirve para decir las cosas más cínicas de forma simpática y despreocupada. Ella presenta su vida en anécdotas y, aunque el sentido de la mayoría de sus anécdotas es que las esperanzas se han desvanecido, que los sueños son ridículos, que las cosas nunca resultan ser como se esperaba, que todo se altera de un modo grotesco y nunca hay una explicación, las personas siempre se sienten animadas después de escucharla; dicen de ella que es un alivio encontrarse con alguien que no se tome a sí misma demasiado en serio, que sea tan poco vehemente, tan civilizada, y que nunca formule ninguna petición ni queja auténticas.”

¿Hay mejor  forma de describir la fortaleza de una mujer? Me costaría encontrarla.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Esperanza Pérez Moreno para esta edición de “Las lunas de Júpiter” de Alice Munro.

“La vida de las mujeres” de Alice Munro

la-vida-de-las-mujeres-9788499898582Si hay una escritora que tiene posibilidades de ganar el Nobel de literatura en este año o en los siguientes es, sin duda, la canadiense Alice Munro; sería el pretexto perfecto para los  miembros de la academia sueca para decir que han elegido a un escritor norteamericano, y encima es mujer. Son un par de factores de peso.

Aprovechando entonces la proximidad de la entrega del Nobel de literatura de este año y este pequeño monográfico de mujeres aspirantes tenía muchas ganas de profundizar en su prosa.

Curiosamente me había preguntado alguna vez si había escrito novelas además de relatos cortos, su verdadera especialidad. Dicho y hecho, este “La vida de las mujeres” escrito en 1971, lo podemos considerar una novela, o, hablando con propiedad un ciclo de relatos cortos, no exactamente continuos entre sí, pero que conforman una novela en su conjunto, muy a la manera del “Winesburg, Ohio” de Sherwood Anderson.

Anderson usaba cada uno de los relatos de los personajes de las vidas de Winesburg como un microuniverso para extrapolarlo a la sociedad norteamericana; Munro, en cambio, usa cada una de las narraciones como partes en las que divide la evolución, la formación del personaje principal, la narradora Del Jordan en un pueblo del sur de Canadá: Jubilee; en efecto, nos encontramos con un Bildungsroman que, al final, no solo será de formación como persona, sino de formación como artista, esto es, una escritora.

La implacable sencillez de Munro se basa en relatar a través de las sensaciones de Del el prisma de lo cotidiano y de las personas que la rodean para hacer evolucionar al personaje; en este centrarse en lo cotidiano, tanto en acciones como en personajes, se encuentran  la mayoría de los temas que usará la escritora. Una buena muestra de ello es la siguiente descripción de lo que vive uno de sus familiares, el tío Benny:

“Así, paralelo a nuestro mundo, estaba el mundo de tío Benny, como un perturbador reflejo distorsionado, que era lo mismo pero sin serlo del todo. En este mundo la gente podía hundirse en arenas movedizas, ser derrotada por fantasmas o por horribles y vulgares ciudades; la suerte y la maldad eran colosales e impredecibles; nada era merecido, todo podía suceder; las derrotas eran recibidas con demencial satisfacción. Era su gran logro sin él saberlo, hacérnoslo ver.”

La influencia se revelará aún más decisiva en el caso de su familia más directa, concretamente en su madre:

 “Nadie quiere –dijo ella con franqueza-. A nadie le gusta ir. Pero tienes que hacerlo. Has de aprender a afrontar las cosas algún día.

No me gustó cómo lo dijo. Su brusquedad y su celo me parecieron falsos y ramplones. No me fiaba de ella. Siempre que la gente te dice que tendrás que afrontar algo algún día y te empuja con toda naturalidad hacia el dolor, la obscenidad o la revelación indeseada que te acecha, en sus voces hay una nota de traición, un frío y mal disimulado júbilo, algo ávido de tu dolor. Sí, en los padres también; en los padres sobre todo.”

Que especialmente influirá su posible papel como madre en el futuro en contraposición con su inherente inclinación a su faceta de artista:

“-Creo que va a haber un cambio en la vida de las niñas y las mujeres. Sí. Pero depende de nosotras que se produzca. Todo lo que las mujeres han tenido hasta ahora ha sido su relación con los hombres. Eso es todo. No hemos tenido más vida propia, en realidad, que un animal doméstico. “Él te abrazará, cuando su pasión haya agotado su fuerza original, un poco más fuerte que a su perro, con un poco más de cariñó que a su caballo”, escribió Tennyson. Y es cierto. Era cierto. Pero tú querrás tener hijos.

Eso demostraba lo bien que me conocía.

-Pues espero que… utilices la cabeza. Utiliza la cabeza y no te distraigas. Una vez que cometes el error de distraerte pegándote a un hombre, tu vida ya no vuelve a pertenecerte. Tendrás que hacerte cargo de todo, a la mujer siempre le pasa.”

Más adelante empezamos a comprobar este avance, está centralización en las sensaciones que le produce el arte con mayúsculas, en este caso a través de la ópera.

“De todos modos yo prefería estar sola cuando escuchaba Lucia di Lammermoor, Carmen o La Traviata. Ciertos fragmentos me emocionaban tanto que no podría estarme quieta en la silla; tenía que levantarme y dar vueltas por el comedor, cantando mentalmente con las voces de la radio, abrazándome y pellizcándome los codos. Se me llenaban los ojos de lágrimas. Dentro de mí bullían fantasías que iban formándose a toda prisa.”

En el prodigioso final “Epílogo: el fotógrafo” tenemos una declaración fundamental de su estilo y que ya propuso en el momento en que escribió esta novela:

“Y ninguna lista podía contener lo que yo quería, porque lo que yo quería era hasta el último detalle, cada capa de discurso y pensamiento, cada golpe de luz sobre la corteza o las paredes, cada olor, bache, dolor, grieta, engaño, y que se mantuvieran fijos y unidos, radiantes, duraderos.”

Este es uno de los secretos de su escritura, el gusto por el detalle, por todas las capas de lo cotidiano que nos configuran a nosotros y a la realidad que vivimos. Si hay que empezar con un libro de Munro, qué mejor que irse de cabeza a esta obra maestra.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Aurora Echevarría Pérez para esta edición de “La vida de las mujeres” de Alice Munro.

“Un día es un día” de Margaret Atwood

undíaesundíaEl impulso que Lumen ha dado este año a la obra de Margaret Atwood comenzó con esta curiosa propuesta: “Un día es un día”, ya que se trata de una obra que no tiene título en inglés, ya que, es una recopilación hecha para la ocasión con la propia escritora que ha elegido los cuentos que se encuentran incluidos en él.

Lo original es que se trata de un recorrido vital a la manera de un Bildungsroman en la carrera literaria de la escritora con un prólogo ad hoc para la edición, donde ella indica la temática “es sobre todo doméstica. Tratan de la gente y de sus relaciones en momentos determinados, de niveles sociales específicos y de lugares determinados. La cara más salvaje de mi escritura no está representada aquí. […] No hay guerras.[…] No hay futuros distópicos […] Pero sí hay personas, y al fin y al cabo de eso hablan todas mis historias: de seres humanos que hacen cosas que hacen los seres humanos.”

Esta evolución se ve claramente en la misma estructura, los cuentos se dividen en tres grandes grupos: Infancia, Madurez y Vejez. Lo bueno es que se han escogido estos relatos en base al momento en que los escribió y reflejan, tanto en el narrador como en la temática, esta evolución. Además, en los extremos tendemos  dos relatos sobre sus padres hechos ex profeso para esta ocasión por la escritora: “Momentos significativos de la vida de mi madre” y “Un hallazgo extraordinario”.

Desgraciadamente hay que ponerle un pero, y es que tres de los relatos escogidos  ya estaban incluidos en “Chicas bailarinas”: “Betty”, “Vidas de Poetas” y  “La tumba del famoso poeta.”  Y es un poco frustrante que, con todo lo que queda sin publicar de ella, repitan tres que tienen en su propio catálogo. Un tirón de orejas para Lumen por ello.

Una vez dicho esto, he seleccionado tres momentos que pueden servir como reflexiones e ideas con respecto a los períodos  en los que se estructura y que comenté anteriormente.

De la “Infancia”  en el relato “Auténtica basura”, ante la importante sorpresa final, la adolescente protagonista comenta:

“¿Debería contárselo? El melodrama la tienta, la idea de una revelación, de una sensación, de un buen final.

Pero no sería un final, sería solo el principio de otra cosa. En cualquier caso, la propia historia parece haber quedado obsoleta. Es una historia arcaica, una fábula, un antiguo  mosaico. Es una historia que ahora no ocurriría.”

La juventud, la curiosidad y el afán de notoriedad: unión indisoluble que se confronta con la idea de no dar un final cerrado sino interpretable.

De la “Madurez” en “El jardín de sal”, el significado de la palabra que desencadena la deconstrucción de lo que debe ser una relación de pareja:

“Aprecio.  ¿Final o continuación? Como le sucede a menudo con Theo, no sabe muy bien qué está diciendo. ¿Le está expresando devoción o se ha terminado de verdad, sin que ella se diera cuenta? Está acostumbrada a pensar que en una relación como la de ambos se da todo y no se pide nada, pero quizá sea al revés. No se da nada. Nada se da por sentado.”

Por último en la “Vejez” en “Un hallazgo extraordinario”, de cómo la vejez sirve para darse cuenta del verdadero valor que tienen las cosas en la vida, en este caso de los padres:

“¿Cuál es el secreto de mi madre? Porque desde luego ha de tener uno. Nadie puede llevar una vida en apariencia tan dichosa, tan falta de avalanchas y pantanos, sin tener también un secreto. Por “secreto” me refiero al precio que ha tenido que pagar. ¿Cuál fue el pacto que firmó con el Diablo para obtener esta diáfana serenidad?”

Espléndida forma de conocer a esta fabulosa escritora para un neófito, no es la mejor recopilación que he leído pero se lee con avidez y pasan las páginas sin apenas enterarse. Si, además, sirve para que se la pueda descubrir, bienvenida sea. Es siempre un placer leer cada una de sus obras.

 “Nada dura eternamente. Tarde o temprano tendré que renunciar a mi inmovilidad, abandonar esos hábitos de contemplación, especulación y letargo que me ayudan a subsistir. Tendré que enfrentarme al mundo real, que no se compone de palabras, lo sé, sino de tubos de desagüe, hoyos en la tierra, malas hierbas que se multiplican rabiosamente, piedras de granito y pilas de materiales más o menos pesados que han de trasladarse de un lugar a otro, por lo general cuesta arriba.

¿Cómo me las apañaré? Solo el tiempo, que en modo alguno lo revela todo, lo dirá.”

“El cuaderno dorado” de Doris Lessing

el-cuaderno-dorado-9788483468227No deja de ser sintomático de su complejidad que, 9 años después de su publicación, la propia escritora Doris Lessing tuviera que escribir un prefacio para su obra maestra: “El cuaderno dorado”, reconociendo su frustración ante las opiniones críticas que había suscitado su obra:

“Por razones de las que no voy a hablar, tempranas y valiosas experiencias en mi vida de escritora me dieron un sentido de perspectiva acerca de los críticos y comentaristas. Pero a propósito de esta novela, El cuaderno dorado, lo perdí: pensé que en su mayor parte las críticas eran demasiado tontas para ser verdaderas. Recuperando el equilibrio comprendí el problema. Y es que los escritores buscan en los críticos un álter ego, ese otro yo más inteligente que él mismo, que se ha dado cuenta de dónde quería llegar, y que le juzga tan solo sobre la base de si ha alcanzado o no el objetivo. “

Está claro que los críticos se perdieron en este remolino postmodernista y simplificaron en exceso un mensaje más ambicioso y más allá de lecturas feministas.  Afortunadamente, con el tiempo, se ha puesto justicia a su legado literario y es una de los pocos escritores vivos que tiene en su haber el Nobel y el Príncipe de Asturias.

La premisa de la obra es sencilla pero muy original en su momento (y me atrevo a decir que incluso ahora). El personaje, Anna Wulf, es una escritora,  una “mujer libre” que, tras el éxito de su primera novela, sufre el ya consabido bloqueo del escritor. Siente que la realidad se desmorona a su alrededor, la rodea un caos que no puede abarcar, que le desestabiliza y necesita encontrar una forma de superarlo: encontrar un orden.

Y la forma que utilizará para hacer esto es fragmentar su vida y escribir esos fragmentos en diferentes cuadernos: negro, rojo, amarillo y azul.

En el cuaderno negro: Anna Wulf como escritora,  la británica se encargará de demoler el discurso literario:

“Para mí está claro que ahora no puedo leer la novela sin sentir vergüenza, como si fuera desnuda por la calle. No obstante, nadie más parece haberlo notado. Ninguno de los críticos, ninguno de mis amigos cultos y literarios lo vio. Es una novela inmoral porque esta nostalgia soterrada ilumina cada una de las frases. Y sé que para escribir esos cincuenta informes sobre la sociedad utilizando los datos que guardo en mi poder, tendría que excitar en mí, deliberadamente, esa misma emoción. Y esa emoción haría que esos cincuenta libros fueran novelas y no reportajes.”

“Hoy he vuelto a leer lo anterior por primera vez desde que lo acabé. Está lleno de nostalgia en cada palabra y cada frase, aunque cuando las escribí creí que eran objetivas. Pero ¿nostalgia de qué? No lo sé.”

La nostalgia se convierte en “mediador” de lo que escribe, tiñe todo lo que está escribiendo; ¿de verdad podemos confiar en el lenguaje? Está claro que el lenguaje es tan falible que no podemos fiarnos del discurso literario.

En el segundo cuaderno, el cuaderno rojo, Anna lo dedica a la política, particularizado al régimen comunista:

“He llegado a casa pensando en que, cuando me inscribí en el Partido (comunista), debía de existir en mí un secreto deseo de totalidad, de terminar con esa forma de vida dividida, fragmentaria e insatisfactoria en que todos estamos sumidos. Sin embargo, al ingresar, la división se había agrandado, y no por aquello de pertenecer a una organización cuyo dogma, sobre el papel, contradice constantemente las ideas de la sociedad en que vivimos, sino por algo más profundo. O, por lo menos, más difícil de comprender.”

Precisamente la integración en la colectividad destruye lo individual de la persona y, desde luego, no ayuda a construir la identidad de la persona.  Desecha también el discurso político por esta razón.

El cuaderno amarillo lo usa para narrar historias que proceden de su experiencia como mujer, estas experiencias le ayudan a crear una historia dentro de él y que reúnen muchas de sus experiencias sexuales, la historia que crea tiene un triángulo amoroso “The shadow of the third”, esa tercera es la mujer de su amante, Ella, la protagonista es un reflejo de la vida de Anna:

“Poco a poco, acaba comprendiendo que esa imagen corresponde a lo que le gustaría a ella; que la mujer imaginada es su propia sombra, todo lo que no es ella misma. Porque ahora comprende, y eso le horroriza, su absoluta dependencia de Paul. […] Y finalmente debe reconocer que se aferra a la visión de esta otra mujer –la tercera persona- como si se tratase de un recorte de seguridad o de protección para ella misma.”

“El problema planteado por esta historia es que está escrita analizando las leyes destructoras de la relación entre Paul y Ella. […] Se percibe en términos de lo que ha acabado por destruirla.[…] Supongamos que la narrase describiendo dos días enteros, con todos los detalles, uno hacia el comienzo y otro hacia el final de la aventura. ¿Es ello posible? No, porque instintivamente seguiría aislando y acentuando los factores que la han destruido y que dan forma a la historia.”

El hecho de vivir esa historia de una manera “mediada”, sin objetividad, ya que se basa en todo lo que destruyó la relación entre los dos protagonistas elimina un discurso, el sexual, el de los sentimientos.

Por último el cuaderno azul es un diario, con varias tentativas de objetividad plena: la primera mediante el collage de recortes de periódicos que se convierte en un diario de sucesos; la segunda mediante la anotación de datos objetivos desprovistos de cualquier subjetividad. De fondo Anna tiene reuniones con un psicólogo que pretende que lo subjetivo quede en el terreno de los sueños; de ahí que le recomiende la realización de este diario, pero ¿qué es una persona sin su subjetividad? Al fin y al cabo construye la identidad personal, no puede ser que el discurso psicoanalítico sirva como aglutinador y ordenador del caos.

Esta progresiva deconstrucción de los discursos vigentes en su realidad viene de la deconstrucción del lenguaje como elemento que refleje nuestra propia vivencia.

“Ocurrió cuando hurgué en mis recuerdos y empecé a desenterrar alguna de mis propias fantasías. Pero a mi entender, lo importante era que pudiera leerse como una parodia, ya fuese irónica o seria. Pienso que esta es otra muestra de la fragmentación de todo, de la penosa desintegración de algo que me parece estrechamente ligado a lo que yo siento que es cierto acerca del lenguaje, es decir: la progresiva imprecisión del lenguaje frente a la densidad de nuestra experiencia.”

Siente la imposibilidad de vivir la experiencia tal y como la percibe:

 “Anna, ¿me ocurre solo a mí? Siento que vivo como en una farsa inverosímil

-No, no eres tú sola.

-Ya lo sé, y esto empeora las cosas.”

La última posibilidad que le queda estriba en el cuaderno dorado como unión de experiencias que le permitan obtener este orden:

“Entonces fue terrible, porque me enfrenté con la carga de crear el orden dentro del caos en que se había convertido mi vida. El tiempo había desaparecido y mis recuerdos no existían. Yo era incapaz de distinguir entre lo que me había inventado y lo que había experimentado, si bien sabía que todo lo que me había inventado era falso. Era un remolino, una danza desordenada, como la danza de las mariposas blancas en el calor vibrante sobre la llanura arenosa y húmeda.”

Desgraciadamente fracasa en el intento, su vida no puede ser ordenada mediante los cuadernos y ella misma se da cuenta conscientemente de que no son la respuesta debido a la falibilidad del lenguaje en sí mismo.

“Pasó una y otra vez las páginas de los cuadernos, pero sin sentir ninguna relación con ellos.”

“No sé por qué encuentro aún tan difícil aceptar que las palabras son deficientes y, por naturaleza, inexactas –se dijo-. Si creyera que son capaces de expresar la verdad, no escribiría diarios que no dejo ver a nadie.[…]”

La única forma de afrontar esta indefensión es aceptar la realidad, caótica y fragmentada, que estamos viviendo, esta falta de un único significado, y buscar lo bueno que tiene la multiplicidad y la falta de una interpretación común para todos.

Volviendo al prefacio que comenté al principio, una frase de la escritora británica resume a la perfección la posición de la literatura y del arte en general en nuestra coyuntura actual.

 “El arte occidental se convierte cada vez más en un grito de dolor. El dolor se está transformando en nuestra realidad más profunda…”

En efecto, qué mejor forma de retratarla que con libros tan imprescindibles como este.

“Resurgir” de Margaret Atwood

Resurgir-ATWOODPocas cosas hay más gratificantes que encontrarse poco a poco con libros de tus escritores favoritos e ir perfilando su carrera literaria, la evolución en su escritura y los temas que van tratando. Esto es sencillo cuando esta lectura es cronológica y se vuelve un caos inconexo cuando los lees desordenados, aunque al final consigas unir todos los flecos.

Esto último me está sucediendo con la obra de Atwood; buena parte de culpa la tiene la publicación errática que se ha realizado en España de su obra por parte de varias editoriales. También es cierto que, hasta ahora, no ha gozado del favor del  público ni con el “Príncipe de Asturias” y de ahí, que no hayamos conseguido la continuidad deseada.

Todo lo indicado viene por la lectura de su obra de 1972, “Resurgir” y que supuso posiblemente el espaldarazo definitivo a la carrera de la canadiense; incluso el polémico Harold Bloom la incluyó en su famoso “Canon Occidental”; pero claro, yo he leído antes que esta obra “El asesino ciego” y “El cuento de la criada” (de las que podéis ver sendas reseñas pinchando en los títulos) y coger ahora esta, supone un abismo de distancia en temática y estilo.

He dicho alguna vez que lo que me fascina de esta escritora es su eclecticismo y su progresiva mezcla de géneros y, sin embargo, esta obra es una muestra de introspección que, también es cierto, me desvela otra de las temáticas que usa habitualmente la escritora y que en los anteriores aparecía más de pasada: el ecologismo.

La obra se divide en tres partes muy diferenciadas; en las dos primeras aprovecha la reunión de los cuatro protagonistas para profundizar en sus relaciones interpersonales; de hecho asistimos, desde la perspectiva de la narradora, a un ordenamiento de lo que siente, a una serie de epifanías que le ayudan a darse cuenta de lo que en realidad siente (o no siente), por ejemplo con respecto a su amante actual:

“Le tengo cariño, prefiero tenerlo cerca que no tenerlo; aunque estaría bien que significara algo más para mí. El hecho de que no sea así me entristece: no me ha vuelto a pasar con nadie después de mi marido. Un divorcio es como una amputación, sobrevives pero queda menos de ti.”

O con respecto a la naturaleza, el maltrato que sufre y la indefensión ante un futuro nada halagüeño:

“Pero, de todas formas, habían matado a la garza. No importa de qué país sean, decía mi cabeza, siguen siendo americanos, son lo que nos espera, en lo que nos estamos convirtiendo. Se propagan como un virus, se meten en el cerebro y atacan las células, y las células cambian desde dentro, y las que tienen la enfermedad no lo notan. Como en las películas de ciencia ficción de sesión de noche, criaturas del espacio exterior, ladrones de cuerpos inyectándose a sí mismos dentro de ti, desposeyéndote de tu cerebro; sus ojos, cáscaras de huevo sin pupila bajo las gafas oscuras. Si tienes el mismo aspecto que ellos y hablas como ellos y piensas como ellos, entonces eres ellos, decía yo, hablas su idioma, un idioma que representa  todo lo que eres.”

Sin embargo, no se queda en esto la novela, es mucho más ambiciosa; solo tenemos que observar la siguiente reflexión de la protagonista:

“De nuevo el idioma. Yo no podía usarlo porque no era mío. Él debía saber lo que quería decir, pero era una palabra imprecisa; los esquimales tenían cincuenta y dos palabras para la nieve porque era importante para ellos; debería haber la misma cantidad para el amor.”

Esto nos alerta sobre la cualidad falible del lenguaje como pintor de la realidad que nos rodea,  que se suma al fracaso que supone intentar salvar un mundo que se va a pique para la narradora:

“Salvar al mundo, todos quieren hacerlo; los hombres creen que pueden hacerlo con pistolas, las mujeres con sus cuerpos, el amor lo conquista todo, los conquistadores aman a todos, espejismos creados por las palabras.”

Todo ello produce una deconstrucción que empieza en el lenguaje y se extiende a la realidad que nos rodea; la única forma, entonces, de salvar a la naturaleza de la destrucción que lo rodea es abandonar las palabras y unirnos a ella:

“Me llama otra vez, balanceándose sobre el muelle que no es tierra ni agua, manos sobre las caderas, cabeza echada hacia atrás y ojos oteando. Su voz está furiosa: no va a esperar mucho más. Pero de momento espera.

El lago está en silencio, los árboles me rodean, sin preguntar ni dar nada.”

Somos uno con la naturaleza en este ejercicio regresivo; quizá no estamos salvándola pero sí que nos estamos salvando nosotros; en la naturaleza, en lo salvaje, se encuentra nuestro lado más primitivo y menos exigente; es una comodidad para nuestras vidas.

Obra muy introspectiva que nos desvela aspectos diferentes de la obra de Margaret Atwood y que, desde luego, no se puede dejar de leer.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Gabriela Bustelo Tortella para la obra “Resurgir” en Alianza Editorial.

“Chicas Bailarinas” de Margaret Atwood

chicas-bailarinas-9788426421906Todo el mundo conoce la capacidad de crear historias de su compatriota Munro, lo que quizá no se conoce tanto es la de Margaret Atwood. Ya hablé convenientemente sobre ella en el recopilatorio “Asesinato en la oscuridad” y ahora todo ello se refrenda con este “Chicas bailarinas” que reedita Lumen en su sello de narrativa.

En el anterior recopilatorio que comenté jugaba con factores distintos: más cercanos a la narración de género policíaco, ciencia ficción… En este caso, sin embargo tenemos una aproximación más acorde con la temática usada por Munro:  Esa narración de lo cotidiano.

Atwood es capaz de mostrarnos toda la belleza de lo sutil y hacer lo extravagante más cercano a la realidad.

Consecuentemente, la mayoría de los casos estamos ante narraciones en primera persona y las mujeres son las verdaderas protagonistas. Solo tenemos que leer el relato “Betty”:

“Cuando me dieron la noticia de su muerte me sentí condenada, pues me dije que por lo visto aquel era el castigo por ser abnegada y solícita, que eso era lo que les ocurría a las chicas que eran como yo (creía ser).[…] Pero las personas cambian, sobre todo después de muertas. Al dejar atrás la edad melodramática, me di cuenta de que si no quería ser como Betty tendría que cambiar. […] En cuanto a Fred, ha dejado de intrigarme. Los Freds de este mundo se delatan por lo que hacen y por lo que eligen. Son las Bettys las que resultan misteriosas.”

Para comprobar cómo busca profundizar en la construcción de la identidad de la mujer en sí misma y de la evolución en la construcción de dicha identidad. Da un paso más en el fantástico “La tumba del famoso poeta” ya que adopta el entorno de la pareja para mostrarnos esa misma evolución en un marco distinto, pero muy real para la mayoría de mujeres que afrontan matrimonios no del todo avenidos:

“Esto es un intervalo, una tregua. Ambos sabemos que no puede durar, han surgido demasiadas diferencias (de opinión, decimos nosotros), pero ha habido algo más; lo que para él significa seguridad para mí significa peligro. Hemos hablado demasiado o no lo suficiente: para lo que tenemos que decirnos no hay lenguaje, lo hemos intentado todo. Pienso en las antiguas películas de ciencia ficción, en el ser de otra galaxia al que finalmente se encuentra tras años de señales y de peripecias, para a la postre destruirlo porque no logra hacerse entender. En realidad, más que una tregua se trata de un descanso, esos cómicos mudos en blanco y negro que se pegan hasta desplomarse y, tras una pausa, se levantan para emprenderla de nuevo a golpes. Nos amamos, eso es cierto, signifique lo que signifique, pero no nos amamos bien; para algunos es un talento, para otros solo una adicción.”

Su idea no es pontificar estableciendo una posible solución, sino mostrar una situación con todas sus consecuencias, y que cada uno juzgue en esta lectura lo que crea conveniente. Precisamente en el párrafo anterior juega con la semántica habitual de las palabras que ya conocemos para dotarlas de significados distintos, como es el caso de amor. Esta multiplicidad de resultados es signo de la realidad contemporánea que vivimos.

A pesar de la indudable calidad de este tipo de relatos, no se diferencian de esas obras de arte que suponen los que ejecuta Munro. Sin embargo, cuando juega con otros factores se producen, en mi opinión, los destellos de genialidad a los que nos tiene acostumbrados Atwood.

En el fantástico “Joyería capilar” encontramos muestras de este buen hacer, derrumbando a golpes uno de esos tópicos que, en la mayoría de las ocasiones, la nostalgia oculta:

“Nunca he entendido por qué la gente considera la juventud una época de libertad  y alegría. Probablemente se debe a que ha olvidado la propia. Rodeada ahora de lastimeros jóvenes, solo puedo sentir gratitud por haber escapado, espero que para siempre (pues ya no creo en la reencarnación), de la insoportable esclavitud de tener veintiún años.”

Parece ser que cualquier tiempo pasado NO fue mejor para la canadiense. Yo particularmente estoy muy de acuerdo y prefiero disfrutar del momento actual con todas sus consecuencias.

En el excepcional “Aprendizaje” y en “Dar a luz” es donde encontramos toda la fuerza poética de la escritora; del primero, con solo dos frases:

“Era uno de los pocos movimientos voluntarios que podía hacer”

“Lo extraño era el silencio. A esta edad, lo normal sería que los chicos gritasen, formaba parte del juego; pero allí los partidos se jugaban en silenciosa concentración.”

Nos describe con una sutileza sin igual la situación, que se vuelve claustrofóbica según la estás leyendo, es un relato cargado de intensidad y que refleja con toda su crudeza los difíciles momentos que se viven en el campamento de minusválidos. Vale la pena leerlo para disfrutarlo en primera persona.

“Dar a luz” supone un colofón inmejorable a esta recopilación:

“Posa los dedos en mis labios cuando pronuncio esas palabras; aún no ha aprendido el secreto de formarlas. Espero su primera palabra: sin duda será milagrosa, algo que no se ha dicho todavía.”

Esa primera palabra en un bebé es, indudablemente,  un milagro; como cada muestra de esta estupenda escritora.

“La maldición de Eva” de Margaret Atwood

la-maldicion-de-eva-9788426421890Adoro los escritores versátiles, aquellos capaces de transformar su estilo y escribir diferentes géneros y técnicas narrativas, además de alternar entre diferentes temas. Precisamente por esto hoy vuelve al blog la canadiense Margaret Atwood, para mostrar una faceta suya más: la de ensayista.

Lumen, sello perteneciente a Random House Mondadori, ha hecho un relanzamiento de algunas de las obras de Atwood durante este año y voy a aprovechar la ocasión para ir poniéndolas por aquí. “La maldición de Eva” recoge ocho ensayos que tratan, de manera general, sobre el rol de la mujer como escritora, lectora y protagonista de narrativa y me han sorprendido un montón porque demuestran su capacidad de reflexión por encima de tópicos y modas. Una sensatez a prueba de balas.

Y eso que el primero, y arduo artículo homónimo, “La maldición de Eva, o lo que aprendí en el colegio” no auguraba esta opinión a pesar de alguna idea interesante aunque muy anclada a ideas más tópicas sobre las mujeres: “Los escritores, tanto los hombres como las mujeres, han de ser egoístas para tener tiempo de escribir, pero las mujeres no están entrenadas para ser egoístas.”

Sin embargo, en el segundo, el fabuloso “Crear el personaje masculino”, tenemos un salto de calidad exponencial y me gustaría destacar dos momentos especialmente:

El primero es la falta de objetividad de los escritores, y por extensión, de los críticos: “Hoy sabemos que la novela sin ideología no existe. La creación no sucede en una campana de vidrio y el novelista, él o ella, o bien describe o bien expresa, algunos de los valores de la sociedad en la que vive. Numerosos novelistas, de Defoe a Dickens y Faulkner, así lo hicieron. Pero a veces se nos escapa que lo mismo vale para los críticos. Todos somos organismos en un determinado ambiente, e interpretamos lo que leemos a la luz de cómo vivimos y cómo nos gustaría vivir, algo que casi nunca coincide, al menos para la mayoría de los lectores de novela. “ Está claro que la creación no se produce en una campana de cristal, ni la lectura, todo está teñido del filtro de nuestra vida y de nuestro bagaje anterior.

Lo segundo, me apasionan las metáforas de género que utiliza para describir la creación literaria y su lectura y el valor de social que asigna a este arte: “Cuando era joven y leía muchos cómics y cuentos de hadas solía desear dos cosas: una capa para ser invisible, de manera que pudiera seguir a la gente a todas partes y escuchar lo que decían cuando no estaba presente; y el poder de teletransportar mi mente a la mente de otro, conservando mis propias percepciones y recuerdos. Pueden ver que estaba destinada a ser novelista, porque esas son las dos fantasías con las que juegan los novelistas cada vez que escriben una página. […] Si escribir novelas, y leerlas, tiene algún valor de redención social, tal vez es porque obliga a imaginar cómo es ser otra persona.”

En “Nueve comienzos” plantea nueve respuestas distintas a la pregunta  “¿Por qué escribe usted?”, escojo el último comienzo (¡oxímoron!), epítome de lo que llegamos a hacer, a procrastinar, por evitar la lucha contra la página en blanco: “Está la página en blanco y el tema que te obsesiona. Está la historia que quiere dominarte y está tu resistencia a que eso suceda. Está tu deseo de liberarte de aquello, de esa servidumbre, hacer novillos, hacer cualquier otra cosa.”

 “En resumen, las novelas son ambiguas y tienen muchas caras, no porque sean perversas, sino porque intentan enfrentarse a aquello que llamamos condición humana, y lo hacen por medio de algo que es notoriamente escurridizo, a saber, el propio lenguaje.” : Esta es la definición de novela, esencial,  que hace en “Villanas de manos manchadas. Los problemas del mal comportamiento femenino en la creación literaria.”

Más joyceana que nunca: “La mujer indeleble” habla sobre su relectura de “Al faro” de Virginia Woolf y de cómo, por fin, encuentra un sentido. Esa epifanía. “Algunos libros han de esperar a que estemos preparados para ellos. Leer es muy a menudo una cuestión de suerte.”

Si añadimos el clarividente ejercicio de análisis sobre las obras de Orwell y sus interpretaciones críticas “contemporáneas”, o la no menos cargada de sentido común y emoción “Carta a América”, donde denuncia sin ambages la paulatina destrucción de la sociedad norteamericana y la necesidad de “grandes figuras del pasado (de la historia norteamericana) a las que puedes recurrir: hombres y mujeres valientes, conscientes, visionarios. Acude a ellos ahora para que estén a tu lado, para que te inspiren, para que defiendan lo mejor que hay en ti.”

Como dice precisamente Atwood: Qué suerte encontrarme en este momento con este grupo de ensayos. Qué disfrute me han proporcionado.

Textos escogidos de la traducción de Montse Roca para esta edición de Lumen de “La Maldición de Eva.”