Fajas Marzo 2016. Cuando la faja esconde el libro…

Hay que reconocer que algo está pasando con las fajas, nos pueden gustar más o menos, pero es indudable que la editorial lo utiliza de diferentes formas para llamar la atención de los lectores, y estas formas, como ya llevo comentando en los diversos posts que he puesto por aquí, evolucionan de formas muy distintas hasta hablar claramente de una “ingeniería de fajas” o “fajología”, como os guste más. Este mes os traigo las siguientes, gracias como siempre a aquellos que, desinteresadamente, me alertan sobre ellas (Devaneos, Mikel, Jonatan, José Luís… etc…), sin su atención está sección no podría ser más o menos regular. A mí no me da tiempo a ir buscando.

PeterMaySalamandra Black ya es uno de los clásicos en este post, en su intento de promocionar un catálogo extraño como el que están sacando, su faja amarilla siempre nos trae pequeñas joyas de este arte de escribir frases en una faja. Esta vez, para conseguir vender a Peter May (autor que no ha gozado de demasiada suerte anteriormente en otras editoriales) como autor policíaco, pasan del género para ensalzar su generalidad: “Un escritor al que seguiría hasta los confines de la tierra”.  Frase que puede servir para casi cualquier autor, demasiado típica y poco particularizada, sinceramente, desganada, el argumento de autoridad viene por la fuente, una publicación de prestigio. Se lo han currado mejor antes.

-Tampoco se ha currado mucho Pretexto la segunda edición de El hombre que amaba a los niños de Christina Stead, dos frases CbkXS0JVAAE3yB-generales puestas en los labios de dos autores de un prestigio reconocido por los lectores. En primer lugar “Una proeza, un milagro, un libro que no olvidarán jamás” dicha por Almudena Grandes, autora española de mucho tirón, me ha faltado un logro para recorrer todos los lugares comunes, poca chicha para una escritora. Claro que, peor es la segunda frase “Una de las mejores novelas del siglo XX” esta vez en las manos de Franzen, me temo que dicha por él me aleja más que acercarme a la obra. No dudo, de todos modos, que pueda funcionar.

Lamujerdelreloj-Afortunadamente tenemos a Ediciones B para regalarnos  una faja ocurrente para definir al autor revelación del año, Álvaro Arbina y La mujer del reloj; olvidemos la frase del medio, ya conocida para centrarnos en las otras dos. Hay que recordar que se trata de presentar a un autor nuevo en su primera novela. La tercera frase, de un autor de tirón como Mikel Santiago (especialista en homenajear a  Stephen King), va a tope: “Un gran debut con ecos de Ken Follet y Alejandro Dumas”, dejando bien claro el público al que va, aquellos lectores de los famosos pilares unidos a las aventuras del creador de los mosqueteros. A este tipo de público le encanta que las obras aparenten rigor y documentación, de ahí la segunda frase que no he comentado. La primera, que he dejado para el final es gloriosa: “Memorice este nombre: Álvaro Arbina. Dentro de poco podrá decir “yo lo sabía primero”. Lógico que aparezca la primera, cualquier lector que se encuentre con este libro tiene que sentirse exclusivo, en unos meses será famoso y yo puedo decir que lo sabía antes que nadie. Imaginad el orden de las frases, está muy bien pensado, la primera impacta, la segunda presenta sus armas (rigor, documentación, Axatambientación) y la tercera establece la comparación con autores conocidos. Es un paradigma que demuestra lo bien pensadas que están a veces.

-Quería poner otro ejemplo de debut , en este caso de un thriller (La última salida de Axat) para que podáis ver las diferentes estrategias utilizadas según el género; la primera frase tiene que impactar nuevamente, el autor es nuevo, hay que darle empaque, Destino, muy experimentada, no se corta: “No dejes que te lo cuenten. Descúbrelo tú mismo. El mejor thriller que leerás este año.”

Nuevamente llama a la exclusividad, a descubrirlo por uno mismo y la hipérbole es de libro, el mejor de este año, ni más ni menos. En cuanto a los argumentos que esgrimen, cuantitativos, son contundentes de dos diferentes índoles: los han comprado en 25 lenguas (no países ojo, lenguas abarca más) y va a haber película en Hollywood… para qué queremos más. Y acaba de salir y es nuevo. Habrá que comprobar si funciona tan bien como promete.

Cicatriz-Dejo para el final dos fajas de la misma editorial, Anagrama, de la misma autora, Sara Mesa, para dos obras distintas. Empiezo por la faja para cuarta edición de Cicatriz, no acabo de entender la evolución de esta faja, os aseguro que empezó pequeñita, ligera, como la de la Mala letra que pondré después, pero van pasando las ediciones y se ha hecho mayor, hasta llegar a tapar casi por entero el libro. Las frases son de todo tipo y entran blogueros.. dentro de poco no descarto que aparezcan lectores anónimos de twitter o amazon como han hecho otros (enlace). Esta profusión de frases, premios opiniones puede ser por diferentes motivos:

-Si tienes que poner tanta frase para demostrar que tiene muchísima calidad, ¿no será porque, en realidad, no es tan buena como parece?

-A pesar de la cuarta edición, da la impresión de que deben ser cortas, si de verdad vendiera tanto, ¿necesitaría que la faja creciera más y más? En la siguiente edición dará la vuelta al libro.

-Como decía un editor muy acertadamente, ¿será que la portada era muy fea y prefieren taparla? ¿No sería más fácil cambiar la portada?

Malaletra-Siguen queriendo llamar la atención sobre la autora precisamente ahora que sale un segundo libro de ella. Lo que nos lleva a la segunda faja, que, oh sorpresa, es una hermanita pequeña de esta que utiliza las mismas frases de Chirbes y Guelbenzu (transitar lo conocido, ¿van a utilizarlos con cada libro de Sara Mesa? Este recurso lo utilizan todas las editoriales, todo sea dicho) y adaptan la frase en mayúsculas que abría la famosa faja de Cicatriz, poniendo simplemente dos enlaces: Al principio CON  “LA AUTORA DE CICATRIZ, SELECCIONADO POR EL PAÍS, …” y al final “NOS DESLUMBRA AHORA CON MALA LETRA Y SU ESCRITURA INDÓCIL, LIBRE Y ACELERADA, QUE ARAÑA Y RASGA LA MEMORIA”, que supone la única frase original de toda la faja, todo lo anterior ya lo habíamos visto. Tengo la impresión de que en próximos meses vamos a tener más modificaciones dentro de esta historia y también estoy seguro de que lo contaré por aquí.

Espero que os hayan gustado.

Un abrazo y ¡buenas lecturas!

Mis andanzas Caninas (segunda parte). No paro

HG_portadaVuelvo de nuevo con otro post recopilatorio para reunir todas mis intervenciones /colaboraciones en la web cultural www.caninomag.es. Como en la anterior ocasión lo divido en dos tipos de colaboraciones: En primer lugar mis posts individuales, siempre referentes a literatura; en el segundo caso se trata de posts colectivos a los que siempre les busco un momento a pesar del tiempo. La verdad es que me siento mi orgulloso de lo que va saliendo por allí, es un proyecto cultural muy distinto e interesante. El tema va funcionando, hemos llegado a los sesenta patrones, y en breve nos tocará realizar la newsletter exclusiva para ellos.

Yendo al meollo de la cuestión, del primer tipo han salido las siguientes colaboraciones:

‘Todos deberíamos ser feministas’: Demoliendo el patriarcado en sesenta páginas .

[Crítica] ‘Hollywood Gótico’: Las memorias del icono vampírico.

[Crítica] Anna Starobinets: ‘Refugio 3/9’ – Una fábula muy particular .

[Crítica] ‘Zeroville’ – Un reloj perfectamente sincronizado con lo emocional.

En el segundo caso, he participado en los siguientes artículos colectivos:

[Todos a una] Nuestros títulos de crédito favoritos.

[Todos a una] Nuestros momentos favoritos de la saga ‘Star Wars’.

[Todos a una] Nuestras series favoritas de 2015.

Cubierta_Zeroville-[Todos a una] Nuestros libros favoritos de 2015.

[Todos a una] Nuestros comics favoritos de 2015.

[Todos a una] Las decepciones de 2015.

[Todos a una] Los acontecimientos culturales de 2015 .

[Todos a una] Mi primer Bowie.

[Todos a una] Buenas noches, señor monstruo .

[Todos a una] Las mejores paradojas temporales (y cómo evitarlas).

[Todos a una] Robots, androides y otras inteligencias artificiales.

[Todos a una] San Valentín diferente: algunas historias de amor inesperadas .

[Todos a una] Superhéroes de chufla.

Como podéis ver, ingente cantidad. Arriba tenéis los enlaces a los artículos y podéis echarles un vistazo. El resto, como siempre, siguen apareciendo aquí y en Ópera World. Seguiré haciendo estos recopilatorios.

¡Buenas lecturas!

Resumen Enero 2016. ¡Que no llego!

No me queda más remedio que poner el resumen del mes, aunque me faltan tres reseñas por poner en el blog que llegarán (espero) la siguiente semana: las de Ginzburg, Eliot y Chimamanda (espléndidas las tres, por cierto).

Aquí vengo con el primer resumen de este año tan particular, 16 libros han sido los que me han hecho la vida tan feliz durante este tiempo; la lista es la siguiente, como siempre, en el caso de haber reseña completa, podéis pinchar en el título para acceder a ella: 

Solsticio de Joyce Carol Oates, tenéis una reseña en profundidad de esta obra prácticamente desconocida de la norteamericana.

El libro de la almohada de Sei Shonagon, un clásico oriental y de la literatura universal  que sorprende, precisamente, porque fue escrito por una mujer en tiempos tan lejanos. Como siempre, más información en el enlace.

La bestia de París y otros relatos de Marie-Luise Scherer, esta recopilación de relatos es variada y está escrita con mucho criterio. Fue olvidada en el momento de su lanzamiento, buen momento para recordarla.

La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich, la última premio Nobel de literatura nos garantiza puntos de vista distintos y la óptica de los olvidados; a estas alturas me atrevo a recomendarla vivamente y este ensayo es una forma genial de descubrirla.

Black water de Joyce Carol Oates, una nouvelle que utilizó la norteamericana para narrar unos hechos reales desde un punto de vista muy distinto. En este caso de la víctima, la mujer que acompañaba al senador.

Ejercicios para el endurecimiento del espíritu de Gabriella Wiener, uno llega a lo que llega, si quiero reseñar otras obras esta es demasiado para este mes. El siguiente mes tengo previsto otro libro de ella. Espero dedicarle un tiempo. De todos modos, el poemario está muy bien y os dejo una muestra:

 

“tuve un novio que quería matarme

 

durante el día boxeábamos

por la noche nadie curaba las heridas

 

el viernes santo escapé

llegué hasta la plaza de armas

las mujeres llevaban hojas de palma en las

manos

compré una pensando si acaso servirían

para desinfectar el alma

el olor a vísceras fritas se esparcía en el aire

el azufre del infierno

y una procesión subiendo el cerro san cristóbal

siguiendo remolonamente a cristo

el sujeto disfrazado de mecías

y su cruz descomunal”

 

Érase una vez de Margaret Atwood, uno de mis ºfallos habituales al comprar es no comprobar el contenido, craso error, ya que este libro es una edición anterior de Lumen que incluía la mayoría de cuentos que salieron en Chicas Bailarinas que ya comenté por aquí y no me voy a detener más en ello. El comentario se aplica perfectamente a las estrategias utilizadas por Atwood en esta buena selección de cuentos. 

El viento que arrasa de Selva Almada, me he prometido que voy a leer autoras en habla castellana y aquí van llegando; también es cierto que, gustándome, no me ha convencido tanto. Tengo previsto otro libro suyo en un par de meses… y a ver si le puedo dedicar un poco más de espacio a su descripción de ambientes y personajes en la tradición de  la novela norteamericana sureña:

“Esto ocurrió hace casi diez años. Leni no recuerda con exactitud la cara de su madre. Sí que era una mujer alta delgada y elegante. Cuando se mira al espejo piensa que heredó su porte. Al principio creía que era solo una expresión de deseo, parecerse a ella. Pero ahora que es una mujer ha pescado más de una vez a su padre mirándola con una mezcla de fascinación y desprecio, como se mira a alguien que nos trae, al mismo tiempo, buenos y malos recuerdos.”

Pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg, otra de esas autoras que inexplicablemente se habían quedado en mi pila de obras pendientes. Solucionado con esta primera muestra, me ha convencido hasta el punto de adquirir el resto de sus obras. Espero desarrollarlo más pero entra por la puerta grande, ya está entre mis favoritas.

Las efímeras de Pilar Adón, lástima, por las mismas razones no voy a poder hacer un comentario extenso (y lo merece) este relato claustrofóbico y tremendamente endogámico que plantea un microcosmos contenido que es un reflejo de la realidad con preocupaciones y disquisiciones de género desde su propia contención; espero dedicar este año otro libro a la autora; me parece ciertamente interesante:

“En un escenario plano, aislado y fácilmente inundable, donde parecían darse la mano la indiferencia y el retraimiento después de haber establecido sus corazas sobre sus habitantes. Porque, al fin y al cabo, de eso se trataba. Ésa era la esencia del orden creado en la Ruche, la comunidad en la que vivían las Oliver: salvar a las especies más frágiles sin permitir ataques externos. Sin factores tóxicos ni competidores por el espacio o el alimento, propiciando las condiciones  óptimas para que sus protegidos pudieran crecer y desarrollarse. Decidiendo qué especies sí y qué especies no. En qué número y en qué cantidad.

El ambiente, controlado e inofensivo. El sustrato, nutritivo. La estructura, perfecta.”

Middlemarch de George Eliot, típico libro que siempre retrasas en el tiempo por las típicas razones: prosa victoriana, número de páginas, etc… Imperdonable. Este libro es una verdadera delicia por mil y una razones que intentaré explicar en breve tiempo. Guardad un hueco, no os decepcionará.

Medio sol amarillo de Chimamanda Ngozi Adichie, tras tres libros de la nigeriana estoy convencido de que es una de las mejores voces actuales. No exagero si digo que veo como candidata al Nobel en 20 años si sigue de esta manera. Independientemente de los premios, trata muchísimos temas y lo hace muy bien. En sus obras se respira una especie de sensación de estar ante algo grande. 

Los peores años del castigo de Fleur Jaeggy, no estaba prevista en este mes… pero, a veces, tengo que improvisar por diferentes circunstancias, por ejemplo, lecturas de fin de semana; en fin de semana coger un libro grande y ponerse a leer es harto difícil, de ahí que escoja otro tipo de lecturas. Lo mejor de todo es que esta escritora (nacida en Suiza) de raíces italianas me ha proporcionado una buena lectura con esta descripción de los años de juventud de la protagonista en un internado femenino. De esta no haré reseña porque tengo previsto Proleterka en el próximo mes y ahí pienso desgranar el estilo y los temas utilizados por la autora. Aun así, esta novela es bastante recomendable para introducirse en su obra.

 

Los disidentes

Este pequeño apartado aparecerá (o no) en todos los resúmenes del año, e incluirá aquellos libros que se han salido del objetivo anual, este primer mes los afortunados son los siguientes:

Locke & Key Omnibus 1 de Joe Hill y Gabriel Rodríguez, ya comenté que alguno podía haber cada mes, no pude evitarlo, fue el regalo de SSMM los reyes magos de oriente y tengo que reconocer que llevaba tiempo desenado leerlo. Este ómnibus recoge los tres primeros arcos argumentales de la historia que gestó el hijo de Stephen King con los dibujos de Gabriel Rodríguez;  una vieja mansión de Nueva Inglaterra, la mansión de las llaves, donde cada llave origina una serie de acciones de diferente índole. La historia desborda por su imaginación y originalidad, con una mezcla de géneros, siendo el terror y lo policíaco lo predominante; el dibujo de Rodríguez es perfecto para una historia que a primera vista puede resultar sucia en sus trazos pero que, sin embargo, está muy bien hilvanada. Una verdadera maravilla del noveno arte.

Los Caza- Zombis de John Kloepfer, ejem, nunca sabe uno los designios que originan que lea un libro como este. En fin. La curiosidad mató al gato. Algún día explicaré la causa. 

Poema a tres voces de Minase. Renga de Shôchô, Shôhaku, Sôgi, ¿he dicho alguna vez lo que me encanta la colección de poesía de Sexto Piso? En este poema a tres voces se vuelven a sumar más motivos para esta predilección. Más información en el enlace, como siempre.

Solamente tres lecturas de las 16 resultantes están fuera del proyecto. No está nada mal. Lo mejor de todo es que al final he tenido doce mujeres distintas, y de ellas ocho, nada menos, son nuevas dentro de mi abanico de lecturas habitual. Todo un triunfo.

No quiero irme sin la tradicional foto de adquisiciones del mes de enero:

AdquisicionesEnero

De los que podéis ver en la foto ya os podéis figurar que algunos van a esperar hasta el año que viene por mi proyecto. El resto me gustarían que entraran todos este año. De hecho, tres de ellos han entrado en febrero: Los dos cómics y la poesía de Ana Rosetti. Los cuentos de Ozick necesitan más tiempo disponible, serán para más adelante; probablemente la de Stevenson caiga antes.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

Aún queda mucho por decir de Rose Ausländer. La poesía como salvación

Portada-Auslander-alta-194x300Nuevo libro de la colección de poesía de Sexto Piso, nueva muestra de una buena elección de catálogo. En este caso nos encontramos con una escritora alemana, Rose Ausländer (1901-1988), una de las poetas en lengua alemana más destacadas del siglo XX que, tras la ocupación nazi de Bucarest tuvo que mudarse al gueto de Chernivtsi, donde permaneció dos años y llegó a conocer a quien la influenciaría para modernizar su estilo, Paul Celan.

Recientemente, he tenido la oportunidad de leer la poesía de Tamara Kamenszain y el contraste con la poética utilizada por Ausländer  es ciertamente abismal: desde lo recargado, a veces barroco, de la propuesta de la primera (con múltiples referencias y difíciles metáforas) resalta aún más el minimalismo lírico, conciso, de versos y estrofas muy breves, que nos ofrece la segunda. Lo bueno es que, ambas propuestas, con sus diferentes estilos, resultan excelsas en su resultado final y es de una manera totalmente diferente como llegan a esa situación.

Ausländer opta por convertir su poética en algo mesiánica  salvífico; ante la situación vivida en el siglo XX, la profunda desestabilización social a la que nos llevaron tantos hechos penosos (guerras, campos de concentración…) nos propone una opción más alejada de la habitual beligerancia de otros poetas, para ella el lenguaje poético sirve como elemento que nos lleva a la salvación, mejor aún, es la salvación para continuar con nuestra vida; para valorar la vida tal y como se merece; de esta manera sus primeros versos nos muestran el dolor de los conflictos que nos trae el mundo y su contraposición con los elementos que nos hacen vivir (voluntad del mundo-nuestro sueño) con victoria clara en la estrofa final de lo segundo:

 

PRUEBA DE FUERZA

“Por mucho tiempo te he mirado

Mundo

cómo te sacudes me sacudes

te esfuerzas

en sacudirme

 

Tu furia despertó

mi última cordura

no te considero

hipócrita

no eres libre

 

Por demasiado tiempo te he mirado

no me dejo desquiciar

mi camino de palabra va más lejos

 

Léelo

negro sobre blanco

mi sueño y yo

somos más fuertes

que tu veleidosa voluntad”

 

En esta lucha por los sueños cobra la mayor importancia el uso del lenguaje para construir la poesía (“jóvenes palabras que rejuvenecen el musgoso mundo”) ofreciéndonos la típica dicotomía viejo-joven donde lo joven está identificado con la creación poética:

 

VIEJO-JOVEN

“Mis dedos enmusgados

sostienen jóvenes lápices

 

Ante mí yace

intacta una hoja de papel

 

Hago venir jóvenes palabras

al musgoso viejo mundo

para rejuvenecerlo

 

Amigos

lo comprueban”

 

El mensaje está cargado de optimismo y busca nuestra afirmación a la vida y a todo lo que nos ofrece, aquello que en un primer momento no vemos y que sin embargo está presente:

 

“SÍ DECIR

 Sí decir

a la vida

 

que contigo

y tus palabras

juega

 

Juegos de palabras

plenos de secretos

malicia y prodigios

 

Gozo y tragedia

de tu existencia”

 

Es lógico que este camino se convierta en una renovación, una resurrección que nos hace reafirmar los motivos por los que queremos vivir; la naturaleza, epítome de la belleza, sirve como catalizador de esta renovación de nuestra esperanza por vivir:

 

DE NUEVO II

“Haz de nuevo

agua de mí

 

Fluir quiero

en el raudal

 

En el mar

desembocar

 

Hambrientos de patria

 

Enterramos nuestra muerte diaria

en la palabra

resurrección”

 

Ni más ni menos que estar en comunión con la naturaleza, con todo aquello que nos ofrece y que nos ayudará a “celebrar la infiel vida”; estamos de acuerdo en que la vida es muy dura, siempre nos traerá penalidades, pero el mensaje de la poesía de Ausländer es un canto de optimismo que nos pide la aceptación de estas vicisitudes y celebrar todo lo bueno que la sombra de la tristeza borra de nuestra visión:

 

CON TODOS USTEDES

“Flotar

con el pájaro

 

con el sol

brillar

 

rodar con la

tierra

 

con todos ustedes

celebrar

la infiel

vida”

Un arcoíris, una rosa, colores, sueños… motivos de sobra para darnos cuenta de que cualquier día de nuestra vida podemos decir la palabra “hermoso” y eso es una razón única para sentir la felicidad que nos rodea:

 

CONCILIACIÓN

“De nuevo una mañana

sin visiones

en el rocío brilla el arcoíris

como signo de conciliación

 

Puedes alegrarte

por la perfecta estructura de la rosa

en verdes laberintos puedes

perderte y reencontrarte

en una forma más clara

 

Puedes ser un hombre

Ingenuo

 

El sueño de la mañana te relata

cuentos de hadas puedes

dar un orden nuevo a las cosas

repartir colores

y aún decir

hermoso

 

en esta mañana

tú creador y criatura”

 

El último poema de la antología actúa como cierre de un círculo que se abrió con el título inicial (Aún queda mucho por decir) y, al mismo tiempo, abre nuestro corazón a una esperanza duradera; no sólo hemos resucitado a la vida con estos versos sino que quedan muchos más por descubrir (y que citar en tus propios labios) que nos van a ayudar a rememorar cada día las ganas por vivir, más allá de las dificultades que nos podamos encontrar.

 

AÚN QUEDA

“Aún así magnífico

polvo de la carne

 

Este alumbramiento

en seno de pestañas

 

Labios

aún queda

mucho por decir”

 

Los textos provienen de la traducción de Nuria Manzur Bernabéu de Aún queda mucho por decir de Rose Ausländer para la colección de poesía de Sexto Piso.

La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich. La voz de los olvidados

LAguerraRostroMe quedé con ganas de poner algún comentario en el blog tras leer Voces de Chernóbil (1997); sin embargo, la espera ha merecido la pena. Que Svetlana Alexiévich (1948)  ganara el Nobel de literatura el año 2015 ha servido de acicate para que las editoriales nos traigan más obras de la bielorrusa; tal es el caso de Acantilado y su traducción de El fin del homo Sovieticus (2013) y especialmente Debate que ha publicado este La guerra no tiene rostro de mujer (1985) y que tiene previsto este mismo marzo, Los muchachos de Zinc (1990).

Debate está acometiendo la publicación de obras de la autora de una manera muy inteligente, La guerra no tiene rostro de mujer es el primer libro que escribió y supone una total declaración de principios para entender las estrategias que sigue a la hora de crear sus obras y el tema escogido es, especialmente, proclive a la sensibilidad de los lectores debido a su proximidad y conocimiento (la Segunda Guerra Mundial). Los primeros momentos del libro le sirven a la autora para dar las razones de su nueva perspectiva: 

“La aldea de mi infancia era femenina. De mujeres. No recuerdo voces masculinas. Lo tengo muy presente: la guerra la relatan las mujeres. Lloran. Su canto es como el llanto.

En la biblioteca escolar, la mitad de los libros era sobre la guerra. Lo mismo en la biblioteca del pueblo, y en la regional, adonde mi padre solía ir a buscar los libros. Ahora ya sé la respuesta a la pregunta “¿Por qué?”. No era por casualidad. Siempre habíamos estado o combatiendo o preparándonos para la guerra. O recordábamos cómo habíamos combatido. Nunca hemos vivido de otra manera, debe ser que no sabemos hacerlo. No nos imaginamos cómo es vivir de otro modo, y nos llevará mucho tiempo aprenderlo.

En la escuela nos enseñan a amar la muerte. Escribíamos redacciones sobre cuánto nos gustaría entregar la vida por… era nuestro sueño.

Sin embargo, las voces de la calle contaban a gritos otra historia, y esa historia me resultaba muy tentadora.”

svetlana-alexievichPara Svetlana era más que patente el contraste entre lo que les enseñaban en la escuela y en los libros con respecto a la guerra de lo que le contaban de manera oral (a gritos!) las mujeres que vivieron la guerra. De ese contraste surge su necesidad de dar voz a aquellas que no han podido transmitir su perspectiva, en este caso las mujeres; al fin y al cabo, se convierte en una profeta de la oralidad, de una nueva oralidad que sirve para reflejar la voz de los olvidados:

“A lo largo de dos años, más que hacer entrevistas y tomar notas, he estado pensando. Leyendo. ¿De qué hablará mi libro? Un libro más sobre la guerra… ¿Para qué? Ha habido miles de guerras, grandes y pequeñas, conocidas y desconocidas. Y los libros que hablan de las guerras son incontables. Sin embargo… siempre han sido hombres escribiendo sobre hombres, eso lo veo enseguida. Todo lo que sabemos de la guerra, lo sabemos por la “voz masculina”. Todos somos prisioneros de las percepciones y sensaciones “masculinas”. De las palabras “masculinas”. Las mujeres mientras tanto guardan silencio. Es cierto, nadie le ha preguntado nada a mi abuela excepto yo. Ni a mi madre. Guardan silencio incluso las que estuvieron en la guerra. Y si de pronto se ponen a recordar, no relatan la guerra “femenina”, sino la “masculina”. Se adaptan al canon. Tan solo en casa, después de verter algunas lágrimas en compañía de sus amigas de armas, las mujeres comienzan a hablar de su guerra, de una guerra que yo desconozco. De una guerra desconocida para todos nosotros.” 

Y esta nueva voz, este nuevo punto de vista anticipa una “voz femenina” que aporta algo distinto a una “voz masculina”  de la que somos prisioneros, incluso las propias mujeres, por no salirse de lo establecido, reproducen la misma voz para no resultar contrarias al sistema; en este orden de cosas, bajo el dominio de ese patriarcado masculino, ella lucha por discernir en el silencio de las mujeres “de la guerra”, por animarlas a conseguir unos relatos que nos llevan a una dimensión totalmente distinta:

“No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma. Por un lado estudio a la persona concreta que ha vivido en una época concreta y ha participado de unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir en esa persona el ser humano eterno. La vibración de la eternidad. Lo que en él hay de inmutable. […] Es justo ahí, en la calidez de la voz humana, en el vivo reflejo del pasado, donde se ocultan la alegría original y la invencible tragedia de la existencia. Su caos y su pasión. Su carácter único e inescrutable. En su estado puro, anterior a cualquier tratamiento. Los originales.

Construyo los templos de nuestros sentimientos..  De nuestros deseos, de los desengaños. Sueños. De todo lo que ha existido pero puede escabullirse.”

VocesEn efecto, en este libro no encontramos relatos históricos, ni guerras épicas, ni héroes… sin embargo, podemos encontrar una “historia de los sentimientos” ,“del alma”. Y este complemento se vuelve indispensable para entender el sentido de lo que ocurre, nos da un relato fidedigno que, en algunos momentos, se vuelve crudo hasta tener que dejar de leer. Y es tan crudo porque, posiblemente, la mujer entiende peor un conflicto como este, le parece aún más inhumano por el mismo hecho de que ella es capaz de traer la vida:

“En más de una ocasión me lo han advertido (sobre todo escritores hombres): “Las mujeres inventan”. Sin embargo, lo he comprobado: eso no se puede inventar. ¿Copiado de algún libro? Solo se puede copiar de la vida, solo la vida real tiene fantasía.

Las mujeres, hablen de lo que hablen, siempre tienen presente la misma idea: la guerra es ante todo un asesinato y, además, un duro trabajo. Por último, también está la vida cotidiana: cantaban, se enamoraban, se colocaban los bigudíes.

En el centro siempre está la insufrible idea de la muerte, nadie quiere morir. Y aún más insoportable es tener que matar, porque la mujer da la vida. La regala. La lleva dentro durante un largo tiempo, la cuida. He comprendido que para una mujer matar es mucho más difícil.”

Según vas leyendo la historia es fácil comprobar la riqueza expresiva de lo nos comenta Svetlana, cada testimonio se convierte en una pequeña joya con aportes ciertamente inusitados que destacan a veces por su inocencia:

“A veces veo películas bélicas: la enfermera va por ahí, paseándose en primera línea de fuego, toda limpita ella, tan recogidita, con una falda en vez del pantalón guateado, y con su gorrito bien colocado encima del tocado. ¡Mentira! ¿Acaso hubiéramos sido capaces de sacar a un herido del combate vestidas así? Ya me dirá usted si se puede arrastrar algo por tierra vestida con una faldita, toda rodeada de hombres.”

Pero que sobre todo destacan por su capacidad de discernimiento del dolor humano; es especialmente hermoso encontrar esos momentos en los que la periodista-escritora es capaz de conseguir que le cuenten lo que vivieron (sobre todo por la lucha de las dos verdades al mismo tiempo: la personal  con la establecida de manera canónica); arrancar de la clandestinidad unas vivencias tan ocultas e intensas que se convierten en catarsis para las testigos de la guerra: 

“En adelante me topé a menudo con estas dos verdades conviviendo en la misma persona: la verdad personal, confinada a la clandestinidad, y la verdad colectiva, empapada del espíritu del tiempo. Del olor a rotativos. La primera de ellas rara vez lograba resistir el ímpetu de la segunda. Si, por ejemplo, en el apartamento de mi interlocutora había algún familiar o conocido, o un vecino (sobre todo un hombre), ella se mostraba menos sincera y hacía menos confidencias que si hubiéramos estado a solas. Se convertía en una conversación pública. Dirigida al espectador. Me resultaba imposible llegar a sus impresiones personales, chocaba contra una fuerte defensa interior. El autocontrol. La corrección era constante. Se podía rastrear perfectamente la relación de causa-efecto: cuantos más oyentes había, más estéril, más imposible era la narración. Mesuraban cada palabra, ajustándola al “como es debido”. Lo horrible se volvía sublime; y lo oscuro e incomprensible del ser humano, explicable. De pronto me encontraba en el desierto del pasado, donde solo había monumentos. Los actos heroicos. Orgullosos e impenetrables. Fue lo mismo que pasó con Nina Yákovlevna: había una guerra que recordaba solo para mí, “te lo cuento como a una hija para que entiendas lo que nosotras, unas niñas, teníamos que soportar”; la otra estaba destinada a una audiencia numerosa, “tal como los demás lo cuentan y como lo describen los rotativos, sobre héroes y proezas, para educar a la juventud por medio de actuaciones ejemplares”. Yo cada vez sentía más asombro ante esta falta de confianza hacia lo sencillo y lo humano, este deseo de sustituir la vida por ideales. El simple calor por el resplandor frío.

los-muchachos-de-zinc-svetlana-alexievich-trabalibrosNo podía olvidar cómo las dos habíamos tomado el té en su cocina, sin ceremonias. Las dos llorando.”

Cada párrafo es un arranque de sinceridad que nos lleva al límite pero que tiene una indudable utilidad, por fin podemos vivir lo que ellas vivieron, ese grito de rabia y dolor quedará registrado gracias a la pluma de la bielorrusa:

“Nada más empiezo a relatarlo y me pongo enferma. Estoy hablando y mis entrañas se hacen gelatina, todo me tiembla. Lo veo de nuevo: los que cayeron en combate yacen con las bocas abiertas, estaban gritando y se les cortó el grito, tienen los intestinos vueltos del revés. He visto más muertos que árboles… ¡Qué terrible! Qué miedo pasas en un combate cuerpo a cuerpo: un hombre enfrentándose a otro con la bayoneta… Con la bayoneta en ristre. Empiezas a tartamudear, durante unos días no consigues articular bien las palabras. Pierdes la capacidad de hablar. ¿Le parece que alguien que no ha estado allí puede entenderlo? ¿Y cómo lo cuentas? ¿Con qué expresión en la cara? Dígamelo usted: ¿qué cara hay que poner recordándolo? Los demás al parecer son capaces.. Yo no. Lloro. Pero es necesario, debe quedarse en el recuerdo. Es necesario transmitirlo. Nuestro grito debe guardarse en algún lugar del mundo. Nuestro aullido…”

Estad dispuestos a sufrir y a emocionaros al mismo tiempo; no hay medias tintas con un libro de esta categoría. Aquí sí podemos hablar de testimonios desgarradores que, en el talento de Svetlana Alexiévich, se convierte en oro puro, es un testimonio que recoge la oralidad de aquellas que la habían ocultado hasta ese momento:

“Fue en Stalingrado.. El combate más terrible. Más que cualquier otro. Querida mía… es imposible tener un corazón para el odio y otro para el amor. El ser humano tiene un solo corazón, y yo siempre pensaba en cómo salvar el mío.”

Los textos provienen de la traducción de Yulia Dobrovolskaia y Zahara García González de La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexiévich para Debate.

La bestia de París y otros relatos de Marie-Luise Scherer. Del periodismo a la literatura

portada_alta_bestiaPasó injustamente desapercibido La bestia de París y otros relatos de la alemana Marie-Luise Scherer (1938, Saarbrücken) redactora de Der Spiegel y gslardonada por su labor periodística con el Premio Ludwig Börne; editado con el esmero habitual por Sexto Piso nos encontramos con cuatro relatos que parten de una base periodística y a los que la escritora da forma novelística.

Es muy interesante comprobar las diferentes aproximaciones que se pueden hacer partiendo de esta misma proposición; tal es el caso de Renata Adler o de Svetlana Aliexiévich (de la que hablaré la próxima semana) que se alejan un poco del acercamiento de Scherer; la primera convierte la información en retazos (des)ordenados que configuran la realidad mientras la segunda se basa en las entrevistas que realiza sobre un tema concreto (Chernóbil, Afganistán…) para conformar una especie de relato oral; la alemana adopta un tipo de narración predominantemente novelística dando voz a los personajes que transitan por ella como si fueran ficcionales y utilizando un elemento conductor, un leitmotiv geográfico y emocional: la ciudad de París. Ejemplo paradigmático de su buen hacer es el primero de los relatos que da nombre al conjunto.

En “La bestia de París” se relatan las andanzas de Thierry Paulin (1989) que, a lo largo de cinco años asesinó a más de veinte ancianas en París junto con su cómplice Jean Thierry Mathurin solamente por el (aparente)  fin de mantener una vida de derroche y glamour; la escritora describe a la perfección los asesinatos que se van sucediendo y aprovecha para diseccionar las características, los rasgos que los definen y que, al mismo tiempo le sirven para explicar su personalidad:

“Entre todos los asesinatos que ocurrían a diario en París, la muerte de Iona Seigaresco despertó cierto interés. Aquella maestra jubilada, oriunda de Rumanía, era la cuarta anciana que perdía la vida de una manera similar en un plazo de cuatro semanas. Atada de pies y manos, con una mordaza en la boca, yacía en su recibidor, asesinada a golpes. Tenía rotos la nariz, el mentón, la cervical y las costillas del lado derecho. Aún llevaba puesto el abrigo, al lado de la cabeza estaba el sombrero, y junto a la puerta, la bolsa de la compra.

El piso parecía haber sido registrado con un brío furioso. En el caso especial de la víctima Seigaresco, el asesino, además, se había visto decepcionado en sus expectativas debido a la enorme cantidad  de libros que tenía la mujer, lo cual tiene que haber despertado en él unas ganas tradicionales de revancha. Por encima de todo lo que había regado por el suelo, estaban, abiertos y destripados, el sofá y los sillones.”

Paulin y Mathurin, en las palabras de Scherer, se convierten en personajes novelescos desde el mismo momento en que describe el sitio donde viven, introduciendo de esta manera uno de los tantos barrios de París, un barrio humilde, en un hotel sencillo donde la vida no es noble pero tampoco es tan mala:

“Thierry Paulin y Jean-Thierry Mathurin viven a lo largo de todo el año 1984 en el hotel Laval, en el número 11 de la calle Victor-Massé, en el noveno distrito. Con una estrella, es un hotel de la más baja categoría: una cama, una mesa y una silla conforman el deslucido mobiliario. Las habitaciones no están sucias, pero son miserables; los inquilinos, en la mayoría de los casos, son huéspedes permanentes con profesiones nocturnas e ingresos irregulares. El único objeto de valor en su escaso equipaje es una moderna chaqueta de cuero. El dinero se les va en el alquiler diario de 185 francos, en servicios rápidos de tintorería, en paquetes de Marlboro y en los menús para llevar de las cadenas de comida rápida norteamericana. Les restan un par de carreras en taxi y las cervezas de lata de la máquina, que hacia el amanecer, cuando regresan al hotel, ponen el sello a la noche. No es una vida noble, pero tampoco es una vida tan mala para París, donde un hotel como éste es algo más que un techo bajo en el que cobijarse.”

Es sintomático de su carácter el que se encuentren en la habitación más cara y describe ciertos rasgos que sirven para configurar una personalidad obsesiva que no acepta una vida alejada de la riqueza; sus hábitos eran de ricos, su vida estaba alejada de estos ámbitos:

“Paulin, de veintiún años, y Mathurin, de diecinueve, ocupan la habitación más cara, la que cuesta 85 francos. Disponen de un armario para la ropa y de una ducha, viajan habitualmente en taxi y jamás se los ve en la escalera del hotel con un sándwich en la mano. Son gente solvente, y especialmente Paulin tiene el hábito de dar buenas propinas. La sala de estar, aparte de una pecera sin iluminación y un aparato de televisión, no muestra ningún otro elemento de atrezzo que incremente la sensación de habitabilidad; Paulin se ocupa de crear ambiente, invitando a todos a bebidas de la máquina.”

París actúa como desencadenante de muchas de las situaciones, como si de un ente vivo se tratara, solo tenemos que comprobarlo en las “empinadas calles de Montmartre” que causarán, en última instancia, las circunstancias de la muerte de una nueva anciana, desvalida por tener que recuperar el aliento que ha perdido al subirlas: 

“Las empinadas calles de Montmartre, que muchas veces se convierten es escaleras, obligan a las ancianas a detenerse en repetidas ocasiones. Durante esas etapas buscan siempre un contacto visual que clama cierta indulgencia.

Jeanne Laurent, de ochenta y dos años, podría estar ya agotada en ese momento debido al desnivel de la calle Eugène-Carrière, cuando aún tiene por delante la escalera de la calle Armand-Gauthier, en cuyo extremo, en el número 7, vivía. Y así debieron de tropezársela el asesino y su cómplice: apoyada en la barandilla, recobrando el aliento.”

Lo geográfico está, por lo tanto, indisolublemente unido a la narración, presente en todo momento y sirviendo como hilo conductor narrativo; la caracterización e investigación de la escritora alemana indaga hasta buscar las causas que originan todo, el fin último de Paulin: ese afán por ser famoso/rico/poderoso.

“Mientras que para Paulin se cumple su anhelo de fama, Mathurin ruega a los agentes, temiendo no poder conseguir nunca más un puesto de trabajo, que no hagan público su nombre. Aún no se ha fijado la vista para un juicio contra Mathurin, que permanece en prisión preventiva en la cárcel de La Santé.

El 17 de abril de 1989, Paulin, que ha pasado a la historia criminal francesa con el apodo de “La Bestia de París””, muere de sida a la edad de veinticinco años en el hospital de la penitenciaría de Fresnes.”

De diferente índole es el segundo relato “El último surrealista” donde, por el contrario, se refleja la  atmósfera literaria de principios del siglo XX en París, el ardor manifiestamente cultural por la Belle Époque, una época donde lo bohemio cobró una gran importancia:

“La presentación me llevaría hasta un piso parisino que, por estar situado en el decimosexto distrito, tendría que haber sido elegante. Por lo menos las ventanas francesas que llegaban hasta el suelo hubieran debido tener, en correspondencia, largas cortinas, y en el espacio entre dos ventanas debió haber, en cada caso, un mueble singular. Pero fue todo lo contrario.

Un cartel con las letras en vertical, con el nombre de Résidence d’Auteuil, destaca en la fachada del número once de la calle Chanez. La escalera de entrada podría llevarnos hasta el monumento a un soldado, y a su parte delantera se une una instalación con baños y duchas masculinas. Una desolada llave maestra para miles de usos humanos.”

Un periódo en el que sonaban los nombres de Satie o Picasso (y otros colosos culturales) y donde la poesía era tan relevante para lo cultural que se entendía como una creación colectiva, más que individual:

“Los esnobs de París no hacen sino hablar de un ballet de Diaghilev: PArade; la música es de Eric Satie; la escenografía y el vestuario, de Pablo Picasso; el breve libreto es de Jean Cocteau, que publica, para la plebe que se divierte, “sus tres líneas de texto”, (Soupalt), con lo cual contribuye al éxito del conjunto. También para Philippe Soupalt, Cocteau será (y seguirá siendo) una figura negativa, un tipo escurridizo, a resguardo en la Cruz Roja por su ineptitud para el frente, siempre detrás de los que tienen las verdaderas ideas.

En el penúltimo año de la guerra, el joven Soupault, alto y delgado, yace en un hospital militar de París con tuberculosis pulmonar. En ese estado febril, que estimula su fantasía, lee los cantos de Maldoror, de Isidore Ducasse, que se hace llamar “Conde de Lautréamont”. Soupault, que hasta entonces ha leído de una manera desenfrenada, sin orden, se queda prendido de un pasaje del texto en el que encuentra algo tan bello “como el encuentro inesperado de una máquina de coser y de un paraguas encima de una mesa de autopsias”. A través de la frase apelativa de Lautréamont (“La poesía debe ser hecha por todos, no por uno solo”), se ve imbuido de la certeza casi paroxística de formar parte de esa poesía.”

En “Cosas sobre Monsieur Proust” Scherer ahonda en la figura de Proust gracias a la excusa de describir un rodaje cinematográfico de una obra del autor, es imposible no rendirse incondicionalmente ante un personaje que vive gracias a contar las vicisitudes que vivió el escritor francés:

“Parece que el elixir de su vida reside en contar a la gente cosas sobre Monsieur Proust. Un mal que ahora sólo la hace sonreír son esos señores pertenecientes a la clase social de Monsieur Proust que envidian su proximidad con él; que sienten celos por el polvo dental que ella tenía que sacudirle de la solapa cuando salía por las noches.”

Para terminar la antología volvemos al presente con “Grititos de reencuentro” donde se dedica a la moda parisina y sus fastuosos desfiles, gloriosas descripciones se acompañan de reflexiones más profundas y que van más allá de la superficial puesta en escena:

“Para este pandemonio de damas parisinas cuenta en la moda, únicamente, lo que ellas también puedan vestir. Una excepción la hace el vestido de novia al final del desfile, algo de por sí impracticable, ya que en el caso de todas ellas el momento de pasar por el altar quedó atrás hace mucho tiempo. Como una anteojera, al vestido le crece desde el talle una especie de corola gigantesca que llega hasta más arriba de la cabeza, como si hubiera que proteger a la novia de un repentino cambio de opinión.

A menudo lo sensacional de un desfile de moda no está en la moda en sí. Porque a menudo lo que queda bien grabado en la memoria, más que las prendas de ropa, es la puesta en escena. La moda, para decirlo de una forma guarnecida, sólo ofrece el pretexto para un nuevo tema de conversación.”

Heterogénea recopilación de relatos que nos descubren a una narradora como la alemana capaz de reflejar París desde sus diferentes ámbitos: desde los asesinatos de uno de sus habitantes hasta los desfiles de moda, pero siempre con una gran capacidad analítica/descriptiva y un estilo propio caracterizado por su claridad con pequeños estallidos líricos. Una gran lectura.

Los textos provienen de la traducción de José Aníbal Campos de La bestia de París y otros relatos de Marie-Luise Scherer para la editorial Sexto Piso.

Black Water de Joyce Carol Oates. Reescritura en clave femenina

41Cjjl7H0iLGracias a la Wikipedia encuentro esta información sobre el Chappaquiddick incident :

“The Chappaquiddick incident was a single-vehicle automobile accident on Chappaquiddick Island, Massachusetts on July 18, 1969. The incident involved longtime U.S. Senator Ted Kennedy. His young colleague, Mary Jo Kopechne, drowned. 

According to his own testimony, Kennedy accidentally drove his car off a one-lane bridge and into a tidal channel before swimming free, leaving the scene, and not reporting about the accident for nine hours. Meanwhile, Kopechne had died in the car through drowning or suffocation. The next day, Kopechne’s body and the car were finally recovered by divers. Kennedy pleaded guilty to a charge of leaving the scene of a crash after causing injury and later received a two-month suspended jail sentence. The Chappaquiddick incident became a national scandal, and likely influenced Kennedy’s decision not to campaign for President in 1972 and 1976”

En 1969 el Senador Ted Kennedy su acompañante Mary Jo Kopechne tuvieron un accidente de coche tras una fiesta que tuvo lugar en la pequeña isla de Chappaquidick, como consecuencia de dicho accidente Mary Jo murió ahogada. El asunto estuvo cargado de mucha polémica debido a la tardanza del senador a la hora de notificar los hechos (nueve horas después del accidente) tras conseguir él escapar del coche. Este hecho supuso, sin lugar a dudas, la muerte política del candidato, que no se presentó como candidato a la presidencia en años sucesivos.

Veintitrés años después (1992), Joyce Carol Oates, decidió acometer la difícil tarea de convertir dicha tragedia (bien conocida por el público general) en un drama con el nombre de Black Water (más una novella)  donde explora las pasiones, los miedos y las decisiones puntuales que pudieron ocasionar esta situación.

En esta claustrofóbica narración Oates adopta una diferente perspectiva, en este caso la de la víctima (con otro nombre: Kelly Kelleher) enriqueciendo la historia con un punto de vista más terrenal, para desentrañar lo más humano. La estructura que escoge parte del hecho conocido, el accidente, contado en el mismo momento en el que ocurre: 

“She heard, as the Toyota smashed into a guardrail that, rusted to lacework, appeared to give way without retarding the car’s speed at all, The Senator’s single startled expletive –“Hey!”

And then the water out of nowhere flooding over them. Over the hood of the car. Over the cracked windshield. Churning in roiling waves as if alive, and angry.”

A partir de ahí, se producirán sucesivas analepsis que le sirven para establecer los momentos anteriores al suceso en cuestión, en todos estos momentos escoge una serie de estrategias que son muy destacables para transmitir ese nuevo punto de vista:

“And then The Senator said, a chuckle deep in this throat like phlegm, “this is a shortcut, Kelly. There’s only one direction and we can’t be lost.”

“Yes,” said Kelly, very carefully very tactfully, licking her lips which were parched, staring ahead too but seeing nothing except the headlights illuminating the tunnel of the road, vegetation, mirror-shards glittering out of the shadows,” –but the road is so poor.”

“Because it’s a shortcut, Kelly. I’m sure.” 

La víctima, Kelly, tiene nombre; el senador, sin embargo, no es nombrado en ninguna ocasión. De esta manera consigue que empaticemos con la verdadera víctima de la situación, su acompañante, la que fue abandonada; por otro lado, esta humanización contrasta con la figura de un ente poderoso, el senador y posible candidato a la presidencia: puede ser Ted Kennedy pero podría ser otro con un resultado parecido; que utiliza su poder para dominar, para tomar decisiones que generan una condescendencia con los que están debajo de él; en el texto anterior esta actitud está presente cuando le dice a Kelly que ha cogido un atajo y él no puede estar equivocado; ante este manejo  del poder investido en su persona, Kelly solo puede callarse y aceptar lo que le comenta; es dominada por la figura patriarcal que no le deja estar en desacuerdo.

De hecho, Kelly, siente la atracción de dicho poder, siente que se siente feliz solo por el hecho de que el Senador pronuncie su nombre; no quiere disentir de lo que le diga porque quiere creer que ella es especial para él:

Kelly! –her heart tripped absurdly, her face went hot, hearing her name, that name given her by schoolgirl friends, on this man’s lips. So casually so intimately on this man’s lips as if he knows me, feels affection for me.

Just before the car flew off the road.”

Precisamente por ello, Kelly idealiza la figura de este ente de poder que se supone que debe guiar el destino de la sociedad norteamericana hasta el punto de atribuirle cualidades humanas que, sin embargo, son exactamente lo contrario de lo que ella piensa; Oates no duda en presentar al senador como una figura manipuladora que muestra una imagen lo suficientemente atractiva para abusar de su poder y conseguir conquistar a quien se proponga, nuevamente la imagen del poder masculino como dominador del género más débil históricamente, los siguientes textos presentan a la perfección la actitud de entrega e idealización de Kelly y el dominio, el abuso de poder de la figura manipuladora del senador:

“He turned out to be really warm, really nice, not at all condescending, Kelly Kelleher began to compose her account of that memorable Fourth of July on Grayling Island –spoke to us all as if we were, not just equals, but old friends.

He’d kissed her, too. But that was later.”

“Shaking Kelly Kelleher’s small-boned hand, squeezing.  “Kelly, is it? Callie? Kelly.”

She’d laughed. Liking the sound of her schoolgirl name on a U.S. senator’s lips.

He wasn’t as I’d imagined him, he turned out to be really warm, really nice, not at all condescending-

Shaping the precise words that would encapsulate, in her memory, in her recounting of memory to friends, perhaps Mr Spader himself who had known the Senator years ago but was distant from him now.

How courteous, genuinely friendly, interested in who we were and what we thought of his Senate proposals, the Medicaid, the welfare reform, yes and he is a visionary. I don’t think it is an exaggeration to say-

How crucial for us to rehearse the future, in words.

Never to doubt that you will live to utter them.”

Esta idealización desencadena un sentimiento de culpa en la mujer, él es perfecto, amable, es decisivo para el futuro del país; en este contexto, que se hayan estrellado y puedan morir ahogados ha sido causado por ella: no quería ofenderle antes diciéndole que se había equivocado, y esa indecisión les ha llevado a una situación límite. Es paradójico, ya que, estructuralmente, ella siente que es la culpable, olvida que el hombre se puede equivocar (y esa es la más probable causa del accidente), pero lo hace porque está coaccionada por un sentimiento íntimo impreso a fuego en su interior: el hombre no se puede equivocar, menos si se trata de un personaje tan poderoso como es el senador; estamos de nuevo ante una estructuralidad que limita la libertad de la mujer en su capacidad de elección además de obligarle a actitudes perniciosas:

“Kelly Kelleher who, after G—-, vowed she would never take her life for all life is precious.

And so it was a matter of her strength, her will. The concentration of her soul. Not to give in. Not to weaken. The black water was rising by choppy degrees to splash over her chin, her mouth, but If I can keep by head up it was a matter of knowing what to do and doing it.

Why had she hesitated to say they were lost, why hadn’t she told him to turn the car around, to reverse their course, oh please! –but she had not dared offend him.

The black water was her fault, she knew. You just don’t want to offend them. Even the nice ones.

He was nice. Even knowing they were so closely watching, memorizing him, certain of his remarks, his jokes. The way, in the spontaneous heat of a tennis volley, he gripped his jaws tight, bared his teeth.” 

Joyce Carol Oates es muy valiente a lo largo de esta pequeña gran obra, no solo por hablarnos de la corrupción del poder y sus consecuencias, sino por dar voz a la víctima, adoptando una perspectiva mucho más humana, conmovedora y, desde luego, más terrenal. Es un canto lleno de indignación ante las figuras que abusan de él.

Segundo mes, segunda selección. Engordando la nómina de escritoras.

Me va a costar, pero creo que vale la pena que vaya escribiendo este tipo de posts. Entre otras cosas porque quiero que mi año de lectura de mujeres quede muy bien documentado, al menos en lo posible. Febrero acaba de empezar y, nuevamente, os traigo la selección potencial de escritoras que tengo pensado (intentar) leer en este tiempo. Empezaré con las que me faltaron de la selección del mes anterior :

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Es curioso pero se me quedaron las policíacas en el camino, tanto Anna Katherine Green como Fred Vargas, así como El leñador de Michael Witkowski van a ser prioritarias este mes. Eso seguro. Lo mismo sucede con dos de las que tenía en inglés, con nada menos que Joyce Carol Oates y George Eliot. Las otras prioritarias van a ser Drabble, Atwood y Djuna Barnes, que ya  comenté el mes pasado, no voy a decir más sobre ellas. Quiero pasar a las que se añaden este mes para hacer aún más grande la lista de escritoras. Os pongo la foto donde aparecen la mayoría.

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Todos los meses iréis comprobando una serie de constantes debido, principalmente, a que tengo un montón de libros de dichas autoras y hay que programarlas mes a mes, para ir dando salida; también es cierto que me lo puedo saltar según lo que venga en novedades pero sí me gustaría tener una serie de ideas fijas y autoras (mis favoritas) de las que siempre tenga algo que leer. De ahí que este mes haya conseguido poner algunas de las constantes del mes anterior y he añadido otras, os las explico a continuación:

-Siempre habrá uno (o dos) libros de Margaret Atwod y Joyce Carol Oates. A Nada se acaba y Expensive People podéis ver que he sumado Doña Oráculo y Monstruo de Ojos Verdes. Es muy probable que me centre en aquellas publicadas en castellano con incursiones en inglés para las últimas que salgan pero todavía no lo tengo tan claro.

-Me gustaría leer uno o dos clásicos, si el mes anterior leía a la prodigiosa George Eliot, este mes sumo a Maria Edgeworth y su Ennui al Silas Marner de la primera.

-A partir de este mes A. S. Byatt y Virginia Woolf van a ser fijas. Dos de mis autoras favoritas de las que iré desgranando la mayoría de su obra. En el caso de la primera, empiezo con el cuarteto de Frederica (La virgen en el jardín). Con Woolf, leeré cronológicamente todo lo que me queda (bastante) de ella, empezando con ese El lector común. Lo mismo puede aplicarse a Alice Munro, seguiré el mismo criterio que con Woolf, empezando por El progreso del amor.

-En lo policíaco quiero también poner alguna regla. Sue Grafton va a proporcionar letras de su abecedario del crimen todos los meses. Ahí está la E de Evidencia. Lo mismo va a suceder con Dorothy L. Sayers, su serie de Lord Peter Wimsey será habitual, empezando este mes por dos de sus primeros casos.

El resto se tratará de temas más aperiódicos, por lo tanto, los describo a continuación:

-Este mes he programado tres cómics escritos por mujeres, Alison Bechdel (Fun home), Julie Maroh (El azul es un color cálido) y Roz Chast (“¿Podemos hablar de algo más agradable?”). Tres estilos y temáticas bastante distintos que pueden resultar muy  interesantes.

-También he pensado en tres poemarios de autoras que no conozco: Sandra Santana, Ana Rosetti y Tamara Kamenszain. De esta manera, leo poesía y me abro a más posibilidades. Veremos cómo va el experimento.

-Dos autoras que llevaba pensando hace tiempo aparecen por fin en este blog. Por un lado la nobel Wislawa Szymborska, por el otro Carson McCullers, en ambos casos con dos obras emblemáticas, Lecturas no obligatorias y El corazón es un cazador solitario. Creo que he acertado plenamente en la elección, y seguro que el próximo mes alguna vuelve por aquí.

-Después del libro de poemas que me leí, buen libro, me apetece un montón el Llamada perdida de Wiener, una autora que disfruté y de la que quiero profundizar más.

En cuanto a lecturas de género, bastantes buenas representantes, de las que aparecen en la foto:

-El libro ilustrado del Frankenstein de Mary Shelley, me falta poner algo más de terror en los próximos meses. Todo llegará.

Pagarás con maldad, por fin Margaret Millar para demostrar que no era, precisamente una sombra del gran Macdonald.

Fuera de la fotografía, ojo a los tres libros que tengo previstos:

-Por un lado Out de Natsuo Kirino, novela negra japonesa de una autora que tenía en el olvido.

-Por el otro, por fin, Por no mencionar el perro, Connie Willis, uno de los libros por los que tenía más ganas de empezar este reto literario.

-Ah, y casi se me olvida, el segundo libro que leo de Fleur Jaeggy, Proleterka.

Y esto es todo, sinceramente me he pasado, algunos se van a quedar en el tintero… pero no hay problema. Los terminaré en marzo.

Y me quedan muchas autoras en  la recámara. El próximo mes más.

Un abrazo y ¡Buenas lecturas!

Poema a tres voces de Minase. Renga de Shôchô, Shôhaku, Sôgi. Liturgia oriental poética

 

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¿Se puede encontrar belleza al leer un poema?

“Dormitando a la intemperie bajo el rocío

en un alba de otoño.”

¿Pueden par de versos llenarte de tristeza?

 “Con tanta tristeza en mi corazón,

¿hacia dónde he de ir?

¿Puede la naturaleza ayudarnos a desentrañar lo que sentimos?

“El viento de otoño sabe el desamor

de una persona inconstante.”

Al fin y al cabo, la poesía, ¿nos enseña a vivir?

“La soledad se aprende

del sonido del viento en los pinos.”

 

Cada página, compuesta por unos simples versos, refulge con preguntas, respuestas, sublimes metáforas que arden en nuestro corazón. Acabo las cien estrofas, leo el postfacio de Ariel Stilerman y aprendo:

“Un atardecer a comienzos de 1488 tres poetas se reunieron en el santuario de Minase (actual Osaka) para componer un poema en honor de un antiguo emperador. Corrían los días finales del primer mes lunar del año, cuando los signos tempranos de la primavera conviven con los últimos fríos del invierno.

No lejos de Minase, la antigua capital (actual Kioto) yacía en ruinas. La guerra entre señores feudales que había comenzado en 1467 tuvo a esa ciudad como uno de sus principales campos de batalla. Palacios y templos fueron destruidos, bibliotecas enteras se perdieron en los incendios. La familia imperial, cuya influencia política era menor, ahora carecía también de sustento económico.

El espíritu venerado en el santuario de Minase era el de un antiguo emperador, Go-Toba (1180-1239). La ofrenda de los versos del Minase sangin hyakuin (Poema a tres voces de Minase) a Go-Toba en el aniversario de su muerte constituía un gesto estético y político.

En términos estéticos, el Minase expresa nostalgia por el esplendor perdido de la cultura aristocrática, de la que habían nacido las obras maestras de la literatura japonesa: las antologías de poemas waka tales como Kokinshu (Colección de poemas de ayer y hoy, 6085) y Shin-kokinshu (Nueva colección de poemas de ayer y hoy, 1205), y la novela cortesana Genji monogatari (La historia de Genji, ca. 1008).

En términos políticos, dedicar los versos del Minase a la memoria de Go-Toba implicaba celebrar al último emperador con influencia política real y con voluntad de frenar el ascenso del gobierno militar (bakufu) y la nueva clase de líderes guerreros (samurái).” 

A pesar de la longitud del texto, creo que vale la pena para explicar, para hacer entender al lector cuál es el origen (hace más de medio siglo), qué fue compuesto por tres poetas  y que tenía un indudable carácter estético y político. En términos estéticos esta nostalgia por un tiempo anterior (Go-Toba, 1180-1239) cargado de esplendor, no está alejada de nuestra sensibilidad; no hay sensiblería, sino verdadero aliento poético. Políticamente, se aprovechaba para ensalzar la figura del último emperador que tuvo voluntad para frenar el ascenso militar.

Una vez tenemos esta información sobre el sentido final del poema, nos falta saber detalles sobre la forma utilizada; el postfacio es muy esclarecedor:

“El renga (literalmente “versos enlazados”) es una forma poética que se compone de forma colectiva y produce un poema de cien estrofas. Una sesión de poesía renga se denomina za: los poetas toman asiento (za significa “sentarse”) y no se ponen de pie hasta haber compuesto la estrofa número cien.

El Minase, considerado la obra máxima del renga, fue compuesto por Sôgi (1421-1502) junto a sus discípulos Shôhaku (1443.1527) y Shôchô (1448-1532). “

Esta liturgia que pudiera parecer rutinaria, actúa como verdadero generador de una sesión poética, los tres autores  no se levantan hasta que han terminado las cien estrofas. No deja de ser paradójico que, de una forma aparentemente monótona, pueda surgir verdadera poesía, pero es cierto que sucede de esta manera. Nos falta un detalle que cierra el círculo poético como si estuviéramos en la misma sesión. Algo presente, pero no evidente en ocasiones, un hilo conductor de cada uno de los versos que se entrelazan entre sí; nuevamente, el traductor nos ayuda a discernir esta característica esencial:

“La unidad poética del renga es la “conexión” o “enlace” (yoriai) entre estrofas (Çku). Cada estrofa que se agrega (tsuke-ku) debe enlazar con la última estrofa (mae-ku) y distanciarse de la penúltima estrofa (uchikosi). De esta forma se garantiza la variedad, el equilibrio y la progresión del poema como un todo. Este principio fundamental se conoce como uchikosi wo kirau: despreciar la última estrofa.

Los poetas del renga solían componer en dos modos. Un poema “serio” (ushin renga) debe obedecer las estrictas reglas de la poesía waka y crear un efecto de belleza profunda […] El Minase, con sus enlaces sutiles, constituye el modelo paradigmático de poema renga “serio”.

La importancia del enlace como fundamento de la poética del renga puede verse en los versos iniciales: 

(Estrofa 1 Sogi)

La cima está aún nevada

la base de la montaña se cubre de niebla

al anochecer.

 

(Estrofa 2 Shohaku)

El agua corre a lo lejos

por un pueblo fragante de ciruelos.

 

(Estrofa 3 Socho)

En el viento sobre el río

un grupo de sauces:

la primavera dejándose ver.”

La sutileza de los enlaces entre estrofas es evidente en el ejemplo con el que lo ilustra: la nieve de la primera estrofa se convierte en el agua que corre a lo lejos en la segunda; el deshielo se produce en primavera, simbolizada por los ciruelos de la segunda estrofa que aparece explícitamente en la tercera. Hilos cargados de sensibilidad que van enhebrándose estrofa a estrofa.

¿Y ahora qué?

El conocimiento con el que nos dota Ariel Stilerman alienta la relectura del poema completo, de nuevo, sin prisas, con la atención puesta en los indudables enlaces que nos vamos a encontrar. Es imprescindible que el lector se obligue a leer lento; me obligo yo mismo a degustar cada palabra; esta nueva relectura me trae nuevos momentos de sublimidad que se suman a los que ya había sentido; la brillantez  con que se une una estrofa a la siguiente es ahora discernible:

 

“Tan distante, ¿quién ha de ser

dueño de un corazón así?” (155)

 

“Desde hace mucho tiempo

hay tan sólo decepción

en el camino del amor.” (157)

 

O en las tres estrofas que cierran el poema:

 

“Una choza improvisada desde donde se ve

elevarse el humo.” (207)

 

“En una vida de pobreza

aún es posible

la virtud.” (209)

 

“Que para todos

el camino se extienda justo.” (211)

 

Como bien dice Ariel:

“El encanto del renga surge del ritmo que los sucesivos enlaces crean, y que la prosa seca de las notas al pie no haría sino entorpecer. Sin embargo, algunos de los enlaces pueden resultar oscuros a primera vista porque esconden ilusiones literarias o referencias a convenciones poéticas. En esos casos para evitar las notas al pie, se ha optado por incluir a lo largo de este posfacio, citándolas como ilustración de las diferentes dimensiones del renga, aquellas estrofas del Minase que requieren comentario.”

La relectura es un placer inesperado pero inevitablemente subyugador; al fin y al cabo, descubrimos nuestras emociones hasta en las palabras menos inspiradas:

 

“No queda sino la poesía:

descubrir emociones

aun en palabras descoloridas.”

 

Los textos provienen de la traducción de Ariel Stilerman de El libro de la almohada de Poema a tres voces de Minase. Renga de Shôchô, Shôhaku, Sôgi publicado por Sexto Piso.

El libro de la almohada de Sei Shonagon. Intimismo milenario

AlmohadaSegún leía el libro, dos textos brillaron con luz propia por lo que suponen una vez pasados más de mil años dese su publicación:

“Oscurece y casi no puedo seguir escribiendo y mi pincel está gastado. Sin embargo, yo quería agregar unas cosas antes de concluir.

Escribí estas notas en mi casa, cuando tenía mucho tiempo libre, y por lo tanto nadie se enteraba de lo que estaba haciendo. He incluido cuanto he visto y he sentido ya que mucho de lo que hay en él puede parecer maligno o aun perjudicial para otros, tuve cuidado de ocultarlo. Ahora se ha hecho público, que era lo último que yo podía esperar.” 

“Después de todo, lo escribí para divertirme y puse las cosas exactamente como ocurrieron. ¿Cómo podrían mis apuntes compararse con los muchos libros memorables que existen en nuestro tiempo? Los lectores han declarado, sin embargo, que puedo enorgullecerme de mi trabajo. Esto me sorprendió mucho, pero supongo que no es tan raro que a la gente le guste mi obra, porque como se desprenderá de estas notas, soy la clase de persona que aprueba lo que otros aborrecen y aborrece lo que les gusta. Piense lo que piense la gente de mi libro, todavía me arrepiento de que haya visto la luz.”

En el primero de ellos se produce una descripción de su proceso a la hora de escribir, el momento que buscaba para hacerlo, el tiempo del que disponía y su pretensión inicial de no hacerlo público. El proceso creativo, describirlo, como una experiencia de vida, lo que ha visto y sentido lo reflejó en esas páginas. En el segundo se corrobora precisamente el fin lúdico que tenía al escribirlo y, desde luego, no era consciente de la calidad del material que escribía al comienzo. Después de tanto tiempo, podemos certificar, en nuestras manos, que estaba creando un clásico de la literatura japonesa (y de la literatura universal).

Para dilucidar la relevancia del texto, el prólogo de María Kodama es sumamente esclarecedor;  en primer lugar, sabiamente, se encargó de dotarla de un marco histórico:

“El libro de la almohada de Sei Shonagon pertenece al período Heian, que abarca del año 794 al 1185. El libro podría fecharse alrededor del año 994. Poco sabemos de la autora. Nació probablemente en el año 965 y fue dama de la corte de la emperatriz Sadako durante la última década del siglo X. Su padre era un oficial del clan Kiyowara, pero era más conocido como investigador y poeta. Sei Shonagon se casó con Tachibana no Norimitsu y tuvo con él un hijo. Su vida después de dejar la corte a la muerte de la emperatriz es totalmente desconocida. Shonagon menciona en su libro sólo una vez a su padre, nada más sabemos de la biografía, pero ¿importa una biografía frente a la inteligencia y sensibilidad que revela un autor a través de su obra?

Sei Shonagon formará parte de la pléyade de escritoras que durante el período Heian harán florecer la literatura en lengua vernácula en un momento único en la historia de la literatura. No podemos dejar de mencionar su rival Murasaki Shibiku, que con su obra La historia de Genji introducirá en el mundo la primera novela psicológica. Gracias a estas autoras y a otras tenemos una vívida pintura de lo que era la vida de la corte hace más de mil años.”

En efecto, más de mil años desde que se perpetró; de esta manera sabemos el período en el que se escribió y cuál era el oficio de su escritora (dama de la corte); sorprende muchísimo que en una época tan lejana hubiera tantas escritoras que se dediquen a este oficio, muy diferente de la misma época en la cultura occidental; y establece un paralelismo obligatorio con su coetánea Murasaki Shibiku, de la que durante este año leeré La Historia de Genji.

A continuación pasa a describir la personalidad de Sei Shonagon en base a su estilo y los temas tratados, sinceramente, creo  que está muy bien descrito, desde su frivolidad hasta su agudeza y su sensibilidad poética; rasgos que se unen indisolublemente para escribir un libro único:

“La escritura de Sei Shonagon revela una personalidad de mujer aguda, observadora, bien informada, rápida, sensible a la belleza del mundo, al destino de las cosas, en suma, una personalidad compleja e inteligente. Revela también rasgos de frivolidad e intolerancia para su trato con gente social o intelectualmente inferior; un crítico japonés la llamó “lisiada espiritual” y consideraba casi patológica su adoración por la familia imperial. Sin embargo su personalidad tiene un rasgo distintivo que trasunta en su literatura y que la diferencia de sus contemporáneas al describir sus relaciones con los hombres. Se asemeja a ellas en su amor por el fausto, por el color, por una mezcla de inocencia y sofisticación y por su deleite ante la poesía.”

Seguro que todos los que habéis llegado aquí os estaréis preguntando el contenido a estas alturas; nada mejor que irnos a los siguientes párrafos:

“El título El libro de la almohada, en japonés Makura no Soshi, cuya traducción literal sería “notas de la almohada”, es una denominación genérica para describir un libro de notas totalmente informal, que los hombres y mujeres escribían cuando se retiraban por las noches a sus cuartos y que guardaban posiblemente en los cajones de las almohadas, que eran de madera. Anotaban ahí las impresiones que durante el día habían vivido u observado. Esta forma de literatura parece ser autóctona del Japón y se conserva hasta el presente como “escritos ocasiones”, e incluye alguno de los más valiosos trabajos de la literatura japonesa.” 

“Sei Shonagon en su obra describe largas listas de nombres de insectos, de plantas, de cosas agradables o desagradables, de temas poéticos, al modo conocido por occidente que utiliza Homero en los famosos catálogos de las naves, de los mejores guerreros, de los caballos. Esta técnica insólita en apariencia  es retomada por Borges cuando hace de esas enumeraciones que le eran tan caras, poemas de inigualada belleza. Además de las 164 listas, el libro está formado por anécdotas, anotaciones diarias, descripción de caracteres, y la vida de la corte con sus con sus costumbres, sus juegos, sus intrigas y también su crueldad. Borges creía que un libro de esta naturaleza, que no tuvo una versión impresa hasta el siglo XVII (circulaba en manuscritos), debe haberse ordenado y reordenado no sólo por su autora sino a través de las sucesivas lecturas que los especialistas hicieran de ellas a través de los siglos. Esto debe de haber sido muy difícil desde el punto de vista de la estructura del libro.”

Una serie de notas que relatan experiencias vividas durante el día, a modo de diario, de manera informal y que se complementa con listas de todo tipo que van desde poesías hasta catálogos de naves y caballos, y claro, anécdotas y descripciones de la vida de la corte; la selección que realizaron Borges y Kodama es, simplemente, excepcional por su eclecticismo y sensibilidad poética. También se señala su defecto más visible: la estructura. Es difícil, después de tanto tiempo y tantas variaciones, cuál era la ordenación original de una catálogo de temas tan variados.

Me gustaría señalar también la explicación a que las mujeres fueran las transmisoras literarias de la época, todo cobra sentido:

“Puede parecer curioso el hecho de que este período, uno de los más importantes de la literatura japonesa, esté representado casi exclusivamente por mujeres. Esto se debe a que la escritura con ideogramas chinos estaba prácticamente en manos de los hombres; las mujeres utilizaban los silabarios japoneses hiragana y katakana, este último con trazos más geométricos destinado a la transcripción de los nombres  o palabras extranjeras. Por ello en Murasaki Shikibu o en Sei Shonagon encontramos los ideogramas sólo para nombres propios, títulos o citas; es imposible hallar en todas sus obras una sola palabra o locución china.”

No puede faltar algún texto más para conformar lo anteriormente dicho; el siguiente párrafo, muy lírico describe un espectáculo primaveral; es paradigmático de su estilo y refleja su gran sensibilidad ante los fenómenos naturalezas, ante la belleza que observa:

“En el tercer día del Tercer Mes, me agrada ver el sol que brilla sereno en el cielo de primavera. Es entonces cuando florecen los durazneros. ¡Qué espectáculo nos brindan! Los sauces son también encantadores en esa época, con los brotes todavía cerrados como gusanos de seda en sus capullos. Cuando las hojas han brotado ya no me atraen. En efecto, todos los árboles pierden su encanto cuando sus flores se deshojan.

Es un gran placer arrancar una larga rama florida de un cerezo y ponerla en un gran florero. ¡Qué hermosa tarea para ejecutar frente a una visita mientras se conversa!”

Lo mismo puede decirse del siguiente, donde aparece un día en el Palacio en el que se produce la recitación de poemas y cómo el propio emperador, más adelante, se quedará subyugado y asombrado por su capacidad para recordar poemas y ligarlos con el momento presente:

“Estábamos sobrecogidos por toda la encantadora escena. Fue entonces cuando Korechika lentamente recitó un antiguo poema: 

Pasan los días y los meses, pero perdura para siempre el monte Mimoro.

 Profundamente impresionada, sentí el deseo de que todo esto durara mil años. En cuanto las damas que servían en el comedor principal llamaron a los caballeros de honor para que se llevaran las bandejas, Su Majestad volvió a la sala de la Emperatriz. Entonces me pidió que untara la piedra con un poco de tinta. Deslumbrada, pensé que nunca podría apartar mis ojos de su resplandeciente rostro.”

 “Semejante fervor por la poesía es realmente conmovedor.

El emperador, que estaba oyendo el relato, quedó muy impresionado.

-¿Cómo es posible que hubiera leído tantos poemas? –dijo, cuando la Emperatriz terminó-. Yo mismo me siento incapaz de leer tres o cuatro volúmenes. Por supuesto, las cosas han cambiado. En aquel tiempo todos, hasta la gente más humilde, se complacía en las artes y tenía el hábito de pasatiempos elegantes. Una historia así no sería posible en nuestros días.”

Ella misma  tenía un especial interés en la poesía, en las artes y en aquello que resultara elegante, de ahí que no dudara en denostar  a otras mujeres que no podían apreciar lo que ella estaba viviendo; indudablemente, no podía ocultar un cierto esnobismo y sensación de superioridad que resulta un poco enervante:

“Cuando trato de imaginar cómo puede ser la vida de esas mujeres que se quedan en casa, atendiendo fielmente a sus maridos, sin vísperas de nada, y que a pesar de todo se creen felices, me lleno de desprecio. Pueden ser de alcurnia y no haber tenido ocasión de saber lo que es realmente el mundo. Ojalá pudieran convivir con nosotras, aunque sólo fuera como servidoras, para darse cuenta de las delicias que están a nuestro alcance.

No soporto a los hombres que piensan que todas las servidoras del Palacio son frívolas o malas.”

De todos modos, es un pequeño apunte de su compleja personalidad que no puede ensombrecer un documento excepcional desde todos los puntos de vista: como fresco histórico de un pasado muy lejano, como descripción de las costumbres de la época y de la realeza japonesa en particular y, sobre todo, por su alta sensibilidad cargada de sutileza y lirismo.

“Anoté en mi libreta un poema que me había impresionado. Desgraciadamente una de las criadas lo vio y recitó los versos torpemente. Es terrible cuando alguien recita deprisa un poema sin el sentimiento apropiado.”

Qué terrible es comprobar que ya nadie sabe recitar un poema a través de un libro de más de mil años de antigüedad.

Todo es poesía en un libro inolvidable.

Los textos provienen de la selección y traducción de Jorge Luís Borges y María Kodama de El libro de la almohada de Sei Shonagon editado por Alianza editorial.

Solsticio de Joyce Carol Oates. Confrontación psicológica

303580Decidir cómo comenzar este año tan especial era fundamental para dar impulso a mi idea; lo único que tenía claro era que quería empezar con algo que me gustara mucho; al fin y al cabo se trata de leer, y si no te diviertes leyendo, estás apañado; de ahí que, a modo de círculo que se cierra casi desde el primer instante, pensé en mi querida Joyce Carol Oates. El libro fue puro azar, un libro descatalogado y que tuve que poner directamente en Good Reads porque nadie lo había puesto en la base de datos, esto es ciertamente extraño teniendo en cuenta que el libro es de 1985 y esta edición, en concreto, del año 2002.

Anécdotas aparte, la elección ha sido muy adecuada; dentro de las eclécticas posibilidades que nos ofrece la vida y obra de Oates, este libro concretamente, por el tema trata y la forma de hacerlo tiene que ver con una forma de escribir que podría estar asociada más a mujeres, al tratar la extraña relación de amor-odio entre ellas. Al estar leyéndola, de hecho, me vino a la cabeza la idea que sostenía Adrienne Rich según la cual las mujeres llegan a un grado de amistad tan íntimo, tan especial que no puede ser replicado por ninguna amistad entre hombres, ni siquiera homosexual. Rich lo contextualizaba incluso entre amigas que no tienen por qué ser lesbianas.

En Solsticio, Joyce Carol Oates aborda este tipo de amistad entre dos mujeres radicalmente distintas, por origen y condición social, por un lado tenemos a Mónica, a pesar de su juventud es experimentada en la vida, a sus veintinueve años se ha divorciado ya, está huyendo del recuerdo de una época que le hizo olvidar lo preciada que era por sí misma:

“Mónica, sin sentimentalismo, se vio como una mujer, anteriormente una jovencita con el poder (que no sabía de dónde provenía) de convencer a los demás, durante un tiempo, de su cualidad de “dorada” y especial. La lógica emocional del amor por ella.

Se había casado a los veintiún años y divorciado a los veintinueve. Tenía que rendir cuentas por los ocho años, más o menos. (Se había ido a vivir con su novio, en lo que figuraba ser un gesto de desafío, siete u ocho meses antes de la boda. Pero ni la familia de él ni la suya decidieron responder al desafío.) Estaba empezando a olvidar muchas cosas. Ya había olvidado mucho.”

Por el otro la poderosísima figura de Sheila Trask, artista con un marido famoso y relacionado con el arte; su descripción es muy significativa, utiliza las características físicas para subrayar la psicología que hay detrás, su llamativa personalidad, incluso la adopción de rasgos de hombre, pero singularmente atractiva:

“Así, cuando en la animada fiesta de los Green vio por casualidad a una mujer alta, que entraba en la habitación, de pelo oscuro, vestida de forma descuidada, lo único que pensó Mónica fue que era extraña, llamativa, un “carácter” con un estilo no del todo tangible. Era una mujer de cinco o seis años mayor que Mónica, de unos treinta y pico años, y bastante atractiva, incluso –casi- hermosa, con unos ojos negros burlones, unas espesas cejas sin depilar y una boca grande, seria y curiosa. Tenía un tipo casi dolorosamente anguloso, los hombros caídos, y toda ella era desgarbada. A diferencia de los demás invitados de los Green, no se había tomado el acontecimiento con la suficiente seriedad como para vestirse en consecuencia; llevaba una falda negra sin forma que le caía irregularmente sobre las pantorrillas y una camisa de algodón, barata y demasiado lavada, y lo que parecía ser una chaqueta de hombre de tweed, sin abrochar, que le colgaba de los delgados hombros. Una curiosa ave rapaz, pensó Mónica, maniobrando para poder observar más fácilmente a la mujer.”

La amistad entre ambas será el eje de un libro que juega con la caracterización psicológica, en una relación de opuestos, extraña, más difícil de entender desde una perspectiva de un hombre; una relación de extremos donde el odio y el amor aparecen íntimamente relacionados:

“Mónica, mirándola fijamente, no lograba decidir si le disgustaba profundamente Sheila Trask y quería que se marchara o bien sentía el tirón de su poderosa atracción.

Sheila empezó a meditar en voz alta, diciendo a Mónica que envidiaba sus libros, estos libros concretamente (ejemplares de las Brontë, de Dickens, George Eliot, Trollope, Penguins de lomo naranja) estaban tan doblados en las puntas y gastados, tan subrayados y anotados, que era evidente que el lector no sólo había leído las novelas, sino que las había vivido. ¿Qué valor tenía una novela si no se podría vivir?… ¿Si no era más que una cuestión de palabras colocadas con pericia?”

En el anterior texto podemos comprobar estos extremos en el párrafo inicial; en lo siguiente Oates define el sentido de la novela, más como experiencia que simple entretenimiento; si no podemos vivir una novela, ¿qué valor tiene juntar letras?

Esta confrontación de dos personalidades tan radicalmente opuestas es utilizada por la autora para caracterizar cuestiones de género de diferentes formas, una de ellas es la presencia de la mujer en el arte, como expliqué anteriormente con El mundo deslumbrante de Siri Hustvedt la mujer tiene que luchar aún más por conseguir abrirse un hueco en la cultura, por conseguir que la valoren por su obra más allá de ser “la mujer… de alguien conocido”:

“Si hablaban de Sheila Trask en algún aspecto profesional, era sólo para hablar de Morton Flaxman, quien fue uno de los “grandes nombres” de la región durante muchos años. Había vendido su obra a museos y colecciones de todo el mundo, se había escrito sobre él en revistas nacionales, se le habían concedido premios y había rechazado premios. Había aceptado encargos y rechazado encargos, se le había mencionado junto a Moore, Calder, Lipchitz, David Smith.. En su época fue polémico; no tenía pelos en la lengua. Frente a la biblioteca de la escuela se exhibía orgullosamente una de sus obras tempranas, una especie de figura de piedra, aluminio y bronce: su enigmático nombre era Solsticio.”

Sin embargo, con Mónica aborda temas más estructurales sin ser explícita, como el hecho de tener que comportarse de una manera a pesar de estar pasándolo mal, su creencia errónea de que eso le vendrá bien porque se la ha educado así:

“En Wrightsville, secuestrada en su habitación, se pasó varias horas (intoxicantes y agotadoras) estudiando detenidamente los álbumes de recortes que había hecho en el bachillerato, buscando a Mónica, la muchacha dorada, Mónica la reina del baile (el penúltimo curso: había sido acaso la vertiginosa cumbre de su vida social?), para darse ánimo con sus tempranos éxitos. Sabía cómo sonreír, entonces, tal como demostraban esas fotografías, sabía cómo expresar felicidad aun cuando no siempre la sintiera. Pues lo volveré a intentar, pensó Mónica inspirada: seré de nuevo esa muchachita.”

Más explícitas son las referencias posteriores, pero no menos gráficas, como el caso de la enfermera que, en una clínica abortista, acepta, como si no hubiera posibilidad, la maldición de que este sea un mundo de hombres; lo más doloroso es que se da cuenta de ello en un lugar enteramente dedicado a mujeres, que “huela a desinfectante”, es una cualidad que Oates asocia a una situación en la que la mujer necesita ser desinfectada, desparasitada…

“Este es un mundo de hombres, había dicho una de las enfermeras, hacía años, en la clínica de abortos. Este es un mundo de hombres: dicho con un suspiro, como si hablara del tiempo o de la hora del día. Un mundo de hombres, precisamente ese mundo, una clínica iluminada por fluorescentes y oliendo a desinfectante, poblada exclusivamente por mujeres.”

Extremo tras extremo, como en el momento en que Mónica sufre una violación; su único refugio es Sheila y aún en esa situación, con su apoyo, no es capaz de encontrar la culpa en el hombre que la ha maltratado sino que se acusa a sí misma; otro indicio de la estructuralidad inherente y establecida donde se convierte a la víctima en la causante de su daño:

“Sheila le tomó la cabeza en sus brazos, la meció, le preguntó si quería que la llevara a un médico. Si quería que Sheila denunciara a ese hijo de puta a la policía.

Porque, al fin y al cabo la había violentado. Técnicamente y legalmente era una violación.

Mónica se echó a reír, y luego a llorar otra vez, en los brazos de Sheila.

No, no quería ir al médico, y no quería denunciarlo a la policía, sobre todo había sido culpa suya, déjalo estar…”

Mónica, Sheila, dos mujeres, muchos contrastes, una lucha psicológica donde, a pesar de las diferencias entre ellas, se produce un vínculo que más allá de la diversidad, como comentaba al principio sobre Rich:

“Mónica se había equivocado, no estaba mejorando rápida, delirantemente. Le intrigaba el pensar que pronto los huesos le atravesarían la piel. Los huesos de la pelvis, las clavículas, las costillas. Le intrigaba que el “envoltorio protector” de la piel, su piel, pronto se podría disolver; y todo el mundo le entraría.

Ahora hubiera llamado para pedir ayuda, pero se encontraba demasiado floja.

Una llamada a los Jensen de Whightsville, Indiana, pero estaba demasiado floja.

Demasiado floja también para defenderse de Sheila Trask; Sheila imponiéndose ante ella: abriéndose paso a la fuerza en la soledad de Mónica donde no se la quería.”

Nuevas perspectivas que consiguen que abra mi mente a lo que puede ser posible aunque, en un principio, no lo pueda entender.

Empieza mi año, y el estreno es (casi) inmejorable. Lo que me queda por disfrutar.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Isabel Sancho para Solsticio de Joyce Carol Oates.

Internet Safari de Noel Ceballos. El (im)probable discernimiento virtual

BB61_3D_webInternet y todo lo que le rodea se han convertido en un galimatías prácticamente inexplicable para la mayoría de los ciudadanos de a pie, un mastodonte de proporciones ilimitadas que resulta, en muchos casos, una amenaza a un estado de bienestar y a una privacidad que se ve seriamente en peligro; solamente hay que comprobar algunos de los últimos acontecimientos, por ejemplo, para corroborar la sucesiva demonización de twitter y sus integrantes, como bien nos quieren transmitir los medios tradicionales. Los que lo frecuentamos, en cambio, encontramos razones muy fundadas para necesitarlo, pero todo ello produce una serie de contradicciones que tienen como centro los límites entre lo real y lo virtual.

En este orden de cosas,  el autor del ensayo Internet Safari nos dice lo siguiente en el prólogo:

“Internet Safari es un catálogo personal de esos problemas. O más concretamente, de ese choque entre la vida virtual y la vida real, que aún no están lo suficientemente maduras como para caminar en sincronía. Entre esas grietas aparecen cosas como las apps espías, los trolls agresivos, las selfies en Auschwitz, el bombardeo constante de los tests de personalidad, el pánico a los ataques de hackers, el culto a las celebridades, los errores en los mapas, la soledad detrás de cada DM amoroso, los planes de dominación global a través de memes, la desconfianza hacia las grandes corporaciones, la obsesión por los gatitos…

Y, especialmente, Internet Safari es un intento de responder a la pregunta de por qué  mentimos. Por qué miento. Por qué es tan importante, en suma, que Internet crea que soy feliz.”

Noel Ceballos es el autor de este compendio maravilloso de características únicas y que tiene como objetivo mostrarnos lo que es internet, dónde estamos en este momento y, ¿por qué no?, lo que nos puede deparar en el futuro; Noel demuestra su experiencia sobrada (ahora trabaja para GQ pero es imposible glosar todos los blogs y actividades en las que anda metido) a pesar de su juventud y, sobre todo, se muestra didáctico y capaz de discernir entre un mundo tan confuso y ambiguo como este. El decálogo inicial con el que abre el libro (tras el prólogo) sirve como elemento de “enganche” (sólo lo utilizaré una vez) para cualquier lector que se precie por sus ocurrencias; he seleccionado algunos de estos mandamientos como  muestra: 

“4.Este libro está más interesado en las preguntas que en las respuestas. 

Me encanta la metáfora del safari. ¿Se me ha notado ya? Estoy enamorado de ella, y no tiene que ver con el hecho de que me siga aferrando a ese navegador en concreto, pese a que varias personas me hayan indicado, por activa y por pasiva, que estoy cometiendo un error. No: el safari consiste en salir a la tierra salvaje en busca de algo. De experiencias, sobre todo. Pretendo llevarte conmigo de cañas, pero no sabemos si los que vamos a ser cazados somos nosotros. Nos vamos a enfrentar a cosas que vemos todos y cada uno de nuestros malditos días en pantallas y monitores.. pero que aún no comprendemos. O, al menos, no hemos reflexionado sobre ellas, sobre sus implicaciones y su posible papel en nuestras vidas. Internet safari no es un libro de revelaciones absolutas, sino de indagación y exploración casi temeraria. Salimos a la sabana con el machete entre los dientes: quién sabe lo que nos va a atacar.”

Hay dos mensajes resaltables que constituyen la tónica en la que se va a desarrollar el libro, por un lado,  que nos arriesguemos y perdamos el miedo, que no tengamos complejos ante este viaje a lo incognoscible; lo segundo, adopta un papel muy alejado de la condescendencia, abogando sin embargo por la reflexión, y más aún, porque empecemos a reflexionar nosotros, aunque nos equivoquemos, ante lo que nos encontremos. Estas dos actitudes son imprescindibles como punto de partida. Otro mandamiento que quería destacar es el siguiente:

“7. Este libro se ha pensado como cápsula del tiempo.

Internet Safari es el Estado de la cuestión circa 2015. No se habría podido publicar antes, y soy perfectamente consciente de que su condición de manual de uso para la vida moderna no tendrá demasiado sentido dentro de, pongamos, cinco años. Si tú, lector, vienes de ese futuro no tan lejano, tengo dos cosas que decirte: a)no sabes cuánto me alegro de que aún sigas leyendo libros (la perspectiva desde el viejuno, arcaico 2015 solía ser que ya estaríais en pleno Fahrenheit 451 a estas alturas); y b) considera esto que tienes entre manos como una suerte de cápsula del tiempo. Una foto de Instagram de cómo se veían las cosas en un momento muy concreto, pero creo que también muy crucial: el cambio de guardia generacional, los primeros impactos reales de la cultura de internet en la política, el estrechamiento progresivo de la brecha entre la vida digital y lo que conocíamos como mundo real. Por favor no te rías demasiado de lo ingenuos que éramos a mediados de la Década Miley. Porque es así como la conocéis, ¿verdad?”

La metáfora del libro como “cápsula del tiempo” habla muy claramente sobre la evolución del medio, este compendio es válido ahora pero, seguramente,  pierda validez en sus conclusiones pero no en la actitud y capacidad de reflexión, que deberían permanecer intactas (es como cuando uno acaba una carrera, los conocimientos pasan, pero tu capacidad para adquirirlos y renovarte se suponen por haberla acabado); con esta innegable puerta de entrada Noel empieza a desgranar conceptos que van desde Buzzfeed y su relación con tests y quizzes:

“Buzzfeed se ha especializado en artículos que narran una historia a través de gifs de series televisivas, o de gráficos interactivos, o de mensajes de texto que se van escribiendo ante los ojos del lector. ¿Qué esconde este lujoso escaparate? Es probable que una asunción manifiesta de que la capacidad de atención ya no es lo que era y, por tanto, es necesario crear fuegos artificiales que distraigan, entretengan… y se compartan. También observamos una necesidad de colocar al usuario en el centro de cada historia: 20 cosas que solo las personas tímidas entenderán, 15 señales de que has nacido durante los años ochenta, las 30 pruebas de que tu amor por Benedict Cumberbatch es sincero… Por supuesto, en esta última categoría es donde entran los tests y los quizzes.”

Hasta explicar el famoso concepto hashtag y los trending topics que se alimentan de ellos; en este caso nos advierte sobre la capacidad de explicar lo que preocupa y cuánto preocupa a una comunidad de usuarios, no en vano empiezan a tenerse en cuenta incluso para las audiencias así como para hacer encuestas:

“Cuando Twitter (como red social, pero sobre todo como corporación) decidió asumir la creación colectiva del hashtag y manejarlo ella misma a través de los famosos tuits promocionados por marcas, solo estaba demostrando ir a rebufo de su comunidad. Ahora, el hashtag forma parte del diseño de su web, de su argot, de su identidad corporativa y de su misma esencia. Los trending topics pueden servir para saber aproximadamente cuántos espectadores están viendo el final de una serie de la HBO, pero también son una fuente de inteligencia colectiva. Nos explican cuáles son las preocupaciones principales de su gigantesca comunidad de usuarios, así que son como una encuesta que se actualiza a cada minuto.”

No puedo ocultar que estoy bastante de acuerdo con el narcisismo inherente del fenómeno “selfie”, tan en boga en la actualidad, pero nadie lo explica como él:

“En realidad, no importa el número de personas que aparezcan en una selfie o lo grande que sea su angular. Una selfie siempre en una manera de reclamar un entorno o una experiencia común y articularlos en primera persona. Por eso, quizá, las selfies son la piedra angular de la Primera Iglesia Unificada de Mí Mismo, mucho más que los tuits o los perfiles de Facebook. Por un lado, esto me hace sentir increíblemente bien: si la mayor característica de la modernidad y la postmodernidad era la insignificancia de la persona concreta, que había sido sepultada por las masas urbanas hasta convertirse en una simple hormiga entre la multitud, ahora cada uno puede volver a dar importancia entre la multitud, ahora cada uno puede volver a dar importancia a su historia personal dentro de la colectividad. El Yo vuelve a importar, y además cada uno de nosotros tiene pleno dominio sobre cómo se configura (al menos, en nuestras vidas digitales). Pero por otro lado, no puedo dejar de pensar en todo lo que dicen esos Nuevos Estudios. Lo de que la tecnología está dando rienda suelta a unas tendencias narcisistas innatas que me están volviendo más egoísta, más celoso, más solitario. Sobre todo más egocéntrico.”

Uno de los momentos que más gustará al lector tiene que ver con la exposición de aquellos que pueden ser considerados como villanos, no quiero ponerlos todos porque quitarían la sorpresa al lector, pero sí me gustaría presentar la forma en que lo hace, utlizando conceptos utilizados anteriormente (selfie) tenemos el modélico ejemplo de Breanna Mitchell, que se hizo un selfie en Auschwitz; la idea de ser un villano inconsciente sin tener una motivación concreta más allá de su propio narcisismo y que todo ello generara un linchamiento común colectivo es, ciertamente, fascinante:

“Y, aunque la Princesa Breanna estuviese mintiendo y su selfie fuera solo una selfie, debería perturbarnos la facilidad con la que gritamos a los jóvenes que tienen que aprender unas ciertas normas de decoro en la era digital. Breanna Mitchell fue una villana sin una motivación concreta que le dio a la comunidad internáutica una verdadera causa común, amén de demostrarnos lo cerca que estamos en todo momento de constituirnos en pelotón de linchamiento ante cualquier provocación. Con esto en mente, me armo de valor y le envío un cuestionario (a través de una cuenta de correo que siempre sospeché falsa) a la única personalidad de Twitter que parece estar reflexionando continuamente, en tiempo real, sobre la facilidad con la que todo tuitero se apunta a una humillación pública.”

En la segunda parte el autor reflexiona sobre las razones del éxito de fenómenos como los youtubers; parece una paradoja que un medio global de masas tenga que tomar como base la intimidad para triunfar:

“Lo que ahora vale dinero no es el lujo y los valores de producción, sino la intimidad. La sensación de proximidad. El secreto de muchas estrellas de la webcam consiste en saber gestionar su presencia en las redes sociales. No solamente siguen en Twitter a sus mayores fans, sino que interactúan con ellos casi a diario. Les envían DM personalizados invitándoles a su próxima sesión. Charlan con ellos sobre libros y películas. En definitiva, se cuelan en su universo virtual privado y entran a formar parte de él.”

Me quedo especialmente con dos teorías que podrían dirimir hacia dónde va el futuro, la primera de ellas se refiere a El Nuevo Inquietante, que se trataría de una compleja dicotomía donde ser cercano y extravagante se cumple al mismo tiempo:

Kanye West y ella grabaron juntos el videoclip Bound 2, un trabajo complejísimo que llevó al crítico de arte Jerry Saltz a considerarlo como la vanguardia de todo un nuevo movimiento: The New Uncanny, o el Nuevo Inquietante. […] El Nuevo Inquietante es una doctrina que propone lo siguiente: ser cercanos y marcianos al mismo tiempo. Aceptar el reto del cubo de agua helada, pero sustituyéndolo por una sustancia sin identificar. Hacerse Selfies, pero frente a un volcán en erupción. Ser ellos mismos, transparentes… e indescifrables.

El Nuevo Inquietante aspira a ser la nueva lingua franca de supercelebridades que han perdido cualquier posibilidad de comunicarse con sus multitudes de fans de un modo que podamos considerar como normal. En cierto sentido, se parece a la manera en la que una inteligencia extraterrestre intentaría establecer un primer contacto. Y nada lo ejemplifica mejor que “Bound 2.”

La segunda, con la que no puedo estar más de acuerdo, tiene que ver con la influencia maligna de lo retro (nostalgia incluida) en el juicio cultural, un prisma que ensombrece nuestro discernimiento inconscientemente, sin que nos demos ni cuenta:

“La pregunta es si puedo esquivar al espectro, si seré capaz de escapar de la dominancia de lo retro sobre el panorama cultural y buscar nuevas formas de dejar mi impronta en el aquí y el ahora. Una de las principales críticas que se le hacen a los popes de la retromanía y la espectrología es que, quizá, estén viendo la realidad con un cristal demasiado oscurecido por el prejuicio. Quizá vaya siendo hora de dejar de llorar y empezar a construir. A partir de estas reflexiones ha empezado a cobrar forma una noción: La Nueva Estética. Quizá el concepto no te suene, pero seguro que has visto un código QR (esa mezcla extraña entre el camuflaje militar y un código de barras) insertado en un anuncio. Pues, lo creas o no, es un ejemplo de Nueva Estética, que se define como una reacción virulenta a la industria de lo retro. “

En su tercera parte, la más audaz y aventurada, quizá un poco más difusa, pero ciertamente subyugadora, Noel  nos vuelve infinitamente paranoicos desde diferentes perspectivas, sobre todo para concienciarnos ante una perspectiva que no es del todo imposible; utilizar a Philip K. Dick y Eric Snowden como figuras que sirven para corroborar dicha necesidad de estar paranoico, no deja de ser una gran idea:

“En una entrevista grabada en vídeo, Philip K. Dick (el sumo sacerdote de los paranoicos) habló de la paz interior que sintió al llegar un día a casa y comprobar que alguien había estado allí antes, revolviendo sus cosas en busca, posiblemente, de algún tipo de información comprometida que él mismo desconocía poseer. Cualquier otra persona consideraría ese momento como uno de los más terribles de su vida: han entrado en su casa, lo que significa que la están vigilando, lo que significa que la consideran de algún modo una amenaza, lo que significa que su vida podría correr peligro. Para un paranoico, ese incidente es una bendición: no hay mayor victoria que comprobar que su terror irracional no es infundado. No son solo sombras en su cabeza: es real. Todo es real.”

“Esa es la sensación que muchos experimentamos con las filtraciones de Edward Snowden: no estamos locos, sino que realmente están controlando todos y cada uno de nuestros movimientos a través del teléfono móvil, una pieza tecnológica que se han asegurado de instalar en todos nuestros bolsillos.” 

Probablemente estén controlando este artículo que estoy escribiendo; seguramente se enteren de mi recomendación del libro a diestro y siniestro; bueno, al fin y al cabo, lo que quiero es que la gente lo lea y se divierta tanto como lo he hecho yo.

¡Objetivo cumplido!

Ps: a continuación de la publicación del libro, el escritor lanzó un Tumblr   donde se puede ver cómo se actualiza la información referente a este monstruo según lo que va sucediendo. Es un complemento ideal para cuando lo acabes.

Feliz año 2016. Feliz nuevo post de fajas

losimpunesNo vamos a perder las costumbres sanas. Empezamos un año nuevo y no puede faltar una selección de fajas, las que traigo no son todavía de este (excepto uno) pero como este post viene cuando he agrupado varias (gracias siempre desde aquí a compañeros que amablemente me las encuentran) es lógico que sean casi todas del 2015.

-Precisamente voy a empezar por la faja que tengo del 2016, se trata de uno de los mayores clásicos en este tipo de menesteres, ya que puedes encontrarle en casi cualquier libro Mi querido Stephen King, en Los Impunes de Richard Price; no hay nada como utilizar una figura reconocida para recomendar el libro, “La novela criminal del año”; lo malo es que se utiliza con tanta frecuencia e incluso en libros de dudosa calidad que su opinión queda un poco devaluada, por lo menos si la frase estuviera elaborada… pero es una frase de plantilla de Primero de fajas. Convencional, previsible…

AdiósazulMejor utilizada está en el segundo ejemplo que os traigo, se trata del fantástico Adiós en azul de John D. Macdonald; en ella aparece de nuevo nuestro clásico haciendo gala de una frase demasiado típica, pero en este caso viene acompañados de otros dos: cierto es que la de Mary Higgins Clark es demasiado… previsible (“narrador magistral”, “el mejor” “escritor extraordinario”) pero la otra es magnífica, nada más y nada menos que Vonnegut y para decir una boutade muy ingeniosa (“Para los arqueólogos de dentro de mil años, las obras de John D. MacDonald serán un tesoro a la altura de la tumba de Tutankamón.”) que eleva la obra del autor a la categoría de clásico, sobre todo porque, además, viene de un escritor de prestigio y no tan pródigamente utilizado por las editoriales.

pizzolato-La siguiente es un clásico de esta sección ya que se trata del “autor de Galveston y creador de la serie “True Detective”, lo habéis adivinado, es nuestro genial Nic Pizzolatto, que sigue sin tener el privilegio de aparecer en la faja, y que nos muestra otro de esos ejemplos de fajas evolucionadas, cuando lanzaron Galveston ya comenté en este post (enlace) la frase que aparecía “una novela magistral del creador de TRUE DETECTIVE”; como podéis ver vuelven a obviar el nombre del autor (poco interesante) para recordar su anterior novela y volver a ligarlo a la serie que le ha lanzado al estrellato (aunque este año se haya pegado un trompazo… ¿por eso quizá han puesto el nombre de la serie en minúsculas en esta ocasión? A lo mejor.. nunca se sabe). Sin embargo quiero dejar algo positivo sobre esta faja, me encantan las dos frases escogidas de Adam Johnson y Tom Franklin (por otra parte no demasiado conocidos por aquí…) las combinaciones “belleza peligrosísima” y “aire nostálgico duele” me parecen, por lo menos, más alejadas de los lugares comunes y me producen cierta satisfacción.

faja_elhijo-Es muy habitual últimamente intentar elevar ciertas obras a la altura de clásicos contemporáneos casi desde el lanzamiento y para ello la faja actúa como catalizador perfecto para los lectores que no conozcan tanto el mercado; tal es el caso de El hijo de Philip Meyer, la estructura es muy indicativa, la primera frase es la conclusión, “UN CLÁSICO INSTANTÁNEO”, el resto es la argumentación a esto, funciona como un bocadillo, casi acaba y empieza igual, (“magistral” “una obra maestra”) el cuerpo está formado por las comparaciones a escritores que signifiquen esa calidad y que sean conocidos para un tipo de lector (en este caso los elcielonombres que suenan con fuerza son Cormac McCarthy, Franzen y, cómo no.. Faulkner). La estructura es modélica, pero hay que reconocer el mérito de quien la hizo, la frase de “un Cormac McCarthy con imponentes personajes femeninos” es de lujo, intentando incluso atraer público femenino de alguna manera…  una faja gloriosa.

-Para acabar, tengo que reconocer que esta faja me sacó una sonrisa por su espontaneidad, imaginaos a la editorial buscando una frase que alguien haya dicho sobre Guillermo Aguirre, “pues nada, no encontramos nada.. y ¡qué ponemos!!” “eh, seguro que esto no lo ha hecho nadie antes”:

“Lo podemos intentar, pero no hay faja que defina a Guillermo Aguirre”

Espléndido. Hay que reconocer el mérito de la broma y me atrae más este libro que otros con las típicas frases en boca de los mismos.

Y esta entrega se ha terminado.

¡Felices lecturas!

Primer mes, primera selección. Una buena mezcla para Enero de 2016

“Nuevo año, nuevos retos y, sobre todo, mucha ilusión.”

Esa es la frase que definiría mi comienzo de año literario, mis expectativas son altas y pretendo hacer algo que no había hecho anteriormente, supondrá pasar de leer en un año 40 mujeres a terminar con más de 150! (si todo va bien, claro). El caso es que, para cumplirlo, me gustaría programar las lecturas del mes como ya dije para no salirme de los objetivos propuestos. Con esta premisa aquí tenéis la foto con la primera selección que ya estoy leyendo desde el día 1 de enero:

PrimerMes1

En cuanto a la elección de autoras, hay algunas que os esperabais seguro si me seguís con frecuencia. En efecto, no pueden faltar libros de mis queridas Margaret Atwood  y Joyce Carol Oates; de la primera he previsto Nada se acaba y Érase una vez, el primero es el último que han publicado en Lumen, el segundo es cortito, una recopilación de cuentos que tenía pendiente.

En cuanto a Oates, tengo tantos que quiero leer dos o tres por mes. Las elecciones son un poco arbitrarias pero me he lanzado con dos títulos en inglés (Expensive People y Dark Water) que me vienen bien para coger aire en el idioma, el tercer título es tan raro que no estaba ni en Good Reads y ya os puedo adelantar que es fantástico: Solsticio.

MiddlemarchPor fin, este mes he programado la obra más importante de la escritora británica George Eliot, un clásico indiscutible que, por cuestiones que no vienen al caso, todavía no había leído. En efecto, aunque no se vea en la foto, sabéis que estoy hablando de Middlemarch. Sin duda va a ser la lectura prolongada del mes por su gran extensión; y volveré a desarrollar bíceps, la edición de Alba pesa lo suyo. Lo compaginaré, si es posible, con su Silas Marner, esta vez en la lengua original. Puede resultar una experiencia muy interesante.

Debate (también Acantilado, pero menos) se ha puesto las pilas para traernos obras de la reciente premio Nobel de literatura, Svetlana Alexiévich, y no puedo estar más contento, ya estoy inmerso en La guerra no tiene rostro de mujer y me atrevo a recomendarlo encarecidamente, ya hablaré más sobre él por aquí.

Este mes voy a recuperar a mi escritora nigeriana favorita, Chimamanda, un valor seguro, me gusta todo lo que escribe, y resulta que tengo dos o tres obras antiguas suyas sin leer. La de este mes es Medio sol amarillo, pero van a llegar otras a lo largo del año.

No quería que me faltara este mes una selección de escritoras en lengua hispana y para ello he escogido tres autoras: Gabriella Wiener, Selva Almada y Pilar Adón. He llegado a ellas por diversas recomendaciones fiables, van a ser un total descubrimiento, ya que no he leído nada de sus carreras. Cercana a ellas, en el carácter mediterráneo, estará la italiana Natalia Ginzburg, otra de esas escritoras que por una razón u otra no había comenzado hasta este año, espero mucho de la lectura de Las pequeñas virtudes.

LaniñaoropuroGracias a Sexto Piso y su fondo editorial, van a venir otras dos autoras de gran nivel: por un lado la alemana Marie-Luise Scherer y sus relatos ambientados en París; por el otro, llega de nuevo a España un libro de la hermana de A.S. Byatt, Margaret Drabble, una gran autora que no ha tenido demasiada suerte por aquí, veremos lo que nos ofrece La niña de oro puro.

No sé cómo no me había atrevido antes, pero uno de esos libros legendarios por su dificultad, El bosque de la noche, de la norteamericana Djuna Barnes, tiene su cabida en este mes. Si a este le sumamos el ancestral El libro de la almohada, de Sei Shonagon,  una adquisición tardía que no entró en la foto que os he puesto, la selección alcanza un grado de exotismo muy interesante.

Para terminar este mes, no he querido olvidar un poco de novela policíaca (menos de la que me habría gustado, espero solucionarlo en próximas entregas), con dos novelas muy diferentes entre sí, tanto la contemporánea Fred Vargas con la última entrega de su comisario Adamsberg  como un clásico protodetectivesco de la mano de Anna Katherine Green gracias a la editorial dÉpoca (El misterio de Grammercy Park).

Es un comienzo, si se cumple, espero que así lo sea, supone un buen espaldarazo al proyecto y coger la dinámica necesaria para los próximos meses.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

Rezagados 2015. Libros que merecían un post más largo

9781444789171Quería dedicar un post con unas pequeñas cápsulas a esos libros que, aunque me hubiera gustado llegar a reseñarlos, la falta de tiempo me ha obligado a que se queden en el tintero. Se trata de libros de bastante calidad en su mayoría pero el final de año ha sido un poco alocado y ya no tienen el hueco. Esto es una especie de reseteo para comenzar a todo trapo con el nuevo año que comienza y del que pronto os haré un nuevo post con la selección de autoras escogidas para enero.

Mientras tanto, aquí tenéis los últimos coletazos del año 2015:

Revival de Stephen King, con autores como el norteamericano, con una carrera literaria tan extensa y prolífica y con tantos temas tratados,  suele ocurrir que los lectores adoptan un mantra que les haga sentirse cómodos; hasta hace poco el mantra iba por el “los libros de ahora no son tan buenos como los primeros” o el ya famoso “no sabe acabar los libros”  (tengo un comentario en el blog recordándomelo, cuando intenté razonarlo con el comentarista, no volvió a aparecer); ahora el que se lleva más es el de, “está muy bien… pero no da miedo”; por otra parte no está alejado de la realidad, en la última época el señor King ha diversificado el tipo de libros que escribe entrando en terrenos de ciencia ficción pura o incluso novela policíaca (aunque siempre haya jugueteado con ello); este último libro podría encuadrarse en este estilo con varias partes diferenciadas, las primeras más de desarrollo de los personajes, donde todo va sumando hasta un final de claras reminiscencias lovecraftianas  que, en este caso, desdice el tópico de los malos finales. Una más que recomendable novela de un autor que escribe cada vez mejor aunque le falte el ímpetu de los inicios.

Voces de Chernóbil de Svetlana Alexiévich, no me da tanta pena que no vaya a llegar al blog este libro; entre otras cosas porque, gracias su reciente Nobel de literatura tanto Acantilado como, especialmente Debate, se están poniendo las pilas de una manera apoteósica y van a entrar varios suyos este año que vendrán por el blog. De hecho, estoy ahora mismo con La guerra no tiene rostro de mujer, que es aún mejor que este que os comentaba. La técnica utilizada por la bielorrusa bebe de las fuentes del periodismo, tiene un trabajo de campo considerablemente extenso en el que la autora recoge los testimonios de las personas afectadas por el tema en cuestión, en este caso el accidente de la central nuclear de Chernóbil. Lo bueno es que no se limita a transponer las conversaciones sino que consigue estructurar la polifonía resultante en un documento que estremece por la narración de sucesos de la forma en la que lo hace. La aparente frialdad no es tal, no podemos más que sentir rabia ante lo que acontece y todo viene por la capacidad de la autora de reflejar una oralidad de manera coral. Hablaré más sobre su técnica, muy interesante, en los próximos libros.

zofia-nalkowska-medallonesMedallones de Zofia Nalkowska, de alguna manera, la técnica anterior la llevó a cabo la polaca Zofia Nalkowska en 1946 en este libro donde se dedicó a preguntar a supervivientes del genocidio nazi en ocho relatos ciertamente conmovedores. La escritora escogió el cuento como forma narrativa y le dotó de un lirismo que no tienen los textos de Svetlana. Ahora que la bielorrusa está tan de moda es buen momento para recordar a ésta también.

El caballero ha muerto de Cees Nooteboom, nunca dejará de sorprenderme Siruela con la forma de publicar la obra del holandés;  de pronto, tras unas cuantas obras sacan esta que supone la segunda en su dilatada carrera y claro, se convierte, más bien, en una obra para incondicionales del autor difícilmente entendible para los le encuentren por primera vez. Yo diría que esta y Philip y los otros (su ópera prima) constituyen experimentos narrativos que el escritor utilizó para desarrollar su idea de literatura, en este caso con juegos narrativos y construcción de la identidad del autor. Una narración muy metarreferencial pero no es una buena puerta de entrada para un neófito con el autor.

Lecturas de mí mismo de Philip Roth, lo mismo puede decirse de esta obra del grandísimo Roth, escrita en 1976, es un compendio de artículos, entrevistas y ensayos del autor que cubren toda su primera etapa como escritor desde su Goodbye Columbus hasta Mi vida como hombre; es muy disfrutable, sobre todo, si conoces todos sus libros del inicio, aunque es cierto que su explicación de la polémica judía a raíz de El lamento de Portnoy es leíble sin conocer el libro; sin embargo creo que el mayor jugo se le puede sacar con la lectura complementaria de lo anterior, hay mucho buen humor, mucha reflexión y metaliteratura a raudales. Roth es un autor imprescindible de leer desde el punto de vista cronológico, su evolución es más clara desde esa perspectiva que leyendo puntualmente alguna obra aislada.

poridentidadLos hechos de Philip Roth, lo cronológico se puede aplicar igualmente a este libro, engañoso como pocos; escrito justo después de todas la novelas de Zuckerman (hasta La contravida) sin embargo no suele incluirse en las novelas de este personaje de ficción y es un error más que tiene que ver con el juego de confusión de la identidad que nos propone el escritor norteamericano. Esta obra pasa por una autobiografía poco convencional donde se relatan unos hechos como si fueran reales y relativos a la vida de Roth. Nada es lo que parece, la carta final de Zuckerman en tono de reproche es magnífica y no hace más que refrendar el juego al que nos somete el autor, novela tras novela.

Engaño de Philip Roth, extraña novela esta, escrita en 1990, que se compone enteramente a base de diálogos bastante ingeniosos que reflejan diversas conversaciones entre el escritor y su esposa, o entre el escritor y su amante; parece mentira que escribiera esta obrita justo antes de sus indiscutibles obras de madurez. Se puede leer pero no aporta mucho más al canon Roth.

El buen relato de J. M. Coetzee y Arabella Kurtz, me puede mi afán de completismo con el ilustre escritor sudafricano (ahora australiano). Y más en un libro formado por conversaciones del autor con la psicoanalista Arabella Kurtz donde se ahonda sobre todo en el método psicoanalítico y su relación con la literatura y la propia vida. Me suele aburrir bastante el tema y con este libro me ocurre, inevitablemente, cuando habla ella y remonta cuando, él, como de costumbre, consigue dar sentido a algo tan difuso. Da la impresión de que Coetzee consigue estar  siempre por encima de sus conversadores, todavía me acuerdo de las cartas con Auster que comenté por este blog y que eran un ejemplo de sus virtudes conversadoras y su inteligencia en el análisis.

¡Buenas lecturas!!

Mis estadísticas del 2015

Los números sirven para poner en perspectiva. Ese es el objetivo de este post: complementar la visión cualitativa que ya comenté en Mis libros favoritos del 2015 

En el 2015 he vuelto a batir mi récord, he llegado a 226 libros… superando los 200 del anterior. Han supuesto un total de 61486 páginas que son más que las 50195 del año anterior.  Este número de páginas supone que:

1º El libro medio tenía 277 páginas; sin embargo, en el 2013 fue de 273 páginas aproximadamente, ha habido un cierto aumento.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi 19 (lo que supone unas 5124 páginas mensuales)

El “mamotreto” del año fue Barth con su Giles, el niño-cabra con 1120 páginas.

En cuanto a la lista de libros este año no la pongo al final, me cuesta mucho hacerla y no vale la pena a nivel práctico, lo que sí os pongo es el enlace a GoodReads donde podéis echarle un vistazo y está muy bien ordenada. Aquí lo tenéis junto con las imágenes que pone  la aplicación:

Reto1

Reto2

Esto significa que mi proyecto a tres años, que lo he alargado a cuatro (y se irá a cinco), ha avanzado poco… En cuanto a la famosa distinción de hombres y mujeres, de estas últimas han caído casi 42 libros, lo que supone un 18% de libros de mujeres. En inglés, ha habido 18, solo un 8% sobre el total. Y las nacionalidades, ha habido de todo.

Las consecuencias de estos números no hacen más que refrendar mi proyecto del año que viene que ya he dicho en un post anterior:

Es el año para leer mujeres, al menos en su mayoría.

-Habrá menos lecturas nuevas, aprovechando solo las que salgan de mujeres.

-Posiblemente lea más en inglés.

Este año he bajado mi reto de cantidad a algo más cómodo (180) y me voy a centrar en lo anteriormente mencionado.

Y para conseguirlo voy a cambiar la forma de elegir las lecturas, todos los meses pondré una foto de las lecturas que he elegido para el mes que viene y donde casi todas ellas serán seguro  referentes a mi proyecto. Habrá disidentes por otros compromisos pero van a ser los menos posibles.

Es la única manera de asegurar lecturas. Cierto que se vuelve un poco programático… pero avanzaré las lecturas del proyecto y tengo mucha ilusión.

Eso es todo por ahora.

Un abrazo y ¡Buenas lecturas!

Mis lecturas favoritas del año 2015

No lo puedo resistir, me encanta hacer el post de lo mejor del año. Entre tanta “desrecomendación”, listas polarizadas y postureos contra las listas mi única respuesta es hacer mi propia lista, con mis propios criterios y, desde luego, lo que más me ha hecho disfrutar este año con ese placer que es el de pasar páginas. Es el quinto año, todo un lujo, y aquí tenéis, por si tenéis curiosidad las listas de los años anteriores:

Lecturas favoritas Año 2011.

Lecturas favoritas Año 2012.

Lecturas favoritas Año 2013.

Lecturas favoritas Año 2014.

Sinceramente, la utilidad de estas listas es la manera de hacer balance personal del año, sirven para valorar lo que he leído de manera cualitativa y junto con el post de las estadísticas, complemento cuantitativamente esta información. Me consta que a varios lectores les sirven para prever posibles lecturas (o no), pero, sinceramente, no es el objetivo, lo hago porque me apetece a mí, como todo lo que aparece en este blog, si a alguien le viene bien, bienvenido sea.

Los criterios son los mismos del resto de años pero los voy a resumir de manera esquemática:

-Hago la lista sobre libros publicados o reeditados en el 2015. Ni mucho menos me leo todo (ni nadie lo hace) y tengo mayor afinidad por libros de editoriales pequeñas independientes que por las grandes monopolizadoras (esta afinidad tiene que ver con leer antes un libro que otro), aun así podréis comprobar que hay de todo.

-El número de libros de esta lista varía de un año a otro, no pongo límites, este año son veinte los elegidos, que son muy acordes con los 226 libros que he leído.

-El orden en el que aparecen  intentaba que fuera cronológico aunque se puede haber mezclado alguna, desde principios de año hasta las últimas lecturas, no asigno posiciones, son mis libros favoritos sin más.

-No hay restricciones en cuanto al género escogido ni la temática.

–Lo más importante: el criterio de elección es mi gusto personal, aparecen los libros con los que más he disfrutado (por los motivos que sean) y, por lo que he estado observando en otras listas, no suelen coincidir con la mayoría de ellas.

-Ah, NO MENOS IMPORTANTE, los he leído todos.

Como diría uno que conozco.. . ¡que entre la pila! En la mayoría de ellos pinchando en el título tenéis el enlace al comentario que realicé en mi blog o en otros espacios:

BowEl gran misterio de Bow de Israel Zangwill, un antecedente claro de la época dorada que ya he mencionado alguna vez donde el autor nos plantea una clásica habitación cerrada con un final muy ocurrente. Modélica en su género, traída gracias a la gran labor de Ardicia, que se está especializando en recordarnos lo que existía antes de Agatha Christie, En la niebla de Richard Harding Davis podría haber estado también pero me he decidido por esta. 

MisterioMoscaEl misterio de la Mosca Dorada de Edmund Crispin, como ya he dicho aquí , ante la sistemática situación según la cual cada año tengo que encontrar en las listas de las mejores novelas negras/policíacas la ausencia de novelas más centradas en la investigación detectivesca,  esta elección supone una reivindicación de dicho tipo de novela, la “mistery novel”, de la que seguimos viendo publicadas, a cuentagotas, todo sea dicho, ejemplos magníficos de realización del género; Edmund Crispin, integrante del famoso club de detectives, y del que este año hemos visto publicado el primer caso de Gervase Fen nos demuestra a la perfección en sus novelas cómo lo popular no tiene que estar reñido con lo intelectual y, para colmo, es capaz de crear una trama consistente en todas sus consecuencias. Cada aventura supone una variedad de niveles de lectura que son disfrutables desde los menos exigentes hasta los lectores más avezados capaces de interpretar el desafío metarreferencial que despliega con una inteligencia más allá de lo común. Un perfecto reloj, un rompecabezas que nos provoca un deleite difícil de superar; y eso que es una “novelita policíaca.” 

esoESO de Inger Christensen, es toda una suerte disponer de la colección de poesía que lanzó Sexto Piso, sobre todo porque, gracias a ella, hemos podido ver obras de la escritora danesa tan potentes en lo poético como Alfabeto (que ya estuvo en mi selección del año anterior) y esta que os traigo hoy que olvida el minimalismo de la anterior para sumergirnos en toda una cosmogonía del lenguaje. Una obra compleja y abierta a muchas interpretaciones, pero siempre estimulante.

jackOFspadesJack of Spades de Joyce Carol Oates, es de suponer que este libro se pueda ver publicado alguna vez por aquí, pero no me pude resistir a leerlo antes por mi afinidad con la norteamericana; posiblemente, no hay autora tan prolífica en la actualidad y al ritmo actual, no veremos ni una cuarta parte de su variada obra. Este pequeño libro refleja uno de sus mayores rasgos: la difusa frontera entre lo serio y lo relativo a la literatura de género. De hecho, a su manera, constituye un pequeño homenaje a la obra de Stephen King pero sabiendo llevarlo a su terreno. Es la obra suya que más me ha gustado este año, aunque lo normal es que The Sacrifice le guste más al lector habitual.

Los-Desafortunados_baja-201x300Los desafortunados de B.S. Johnson, lo he dicho en The Sky Was Pink del gran Álvaro Arbonés, esta es una de mis opciones más personales. Desgraciadamente, es un libro que hemos leído pocos, y de los que lo hemos leído he encontrado opiniones contrapuestas incluso en los comentarios de mi propio blog. Por si fuera poco su estructura en forma de caja llena de pliegos y el orden de lectura aleatorio ha atraído a un tipo de lector que adora el libro físico como objeto en todas sus vertientes. Una verdadera lástima, ya que la verdadera fuerza es la perfecta conjunción del artificio formal con la fuerza cautivadora que subyace en la prosa de B. S. Johnson: un verdadero deleite que juega con la forma, seca, de frases largas, separadas por comas, muy “beckettiana” y con el fondo mediante continuos niveles de significación que permiten muchas interpretaciones y sentidos. Esta caja es un verdadero artefacto cultural donde no hay lugar para la nostalgia y sí para un camino de expiación y confrontación con la muerte. 

gilesGiles, el niño-cabra de John Barth, tras el éxito de El plantador de tabaco, Sexto Piso no podía augurar la frialdad con la que se ha recibido este tochazo del norteamericano que ha carecido de aceptación entre los lectores acostumbrados a estos ochomiles y al postmodernismo de alto nivel estilo Gaddis o Pynchon; para mí sin embargo, y a pesar de todo lo excesivo que pueda encontrar en él sigue, siendo una de las grandes lecturas del año no solo por tamaño sino por la calidad de la prosa de Barth.

PrintThe Golden age of murder de Martin Edwards, quería introducir igualmente alguna de las lecturas que alterno en inglés y que es difícil que vean luz por estos lares; este libro constituye todo un sueño para los amantes, como yo, de la novela policíaca detectivesca; un ensayo que refleja las vicisitudes del Detection Club desde su creación y avance histórico hasta el estudio crítico de las obras más representativas de algunos de sus autores además de enlazarlas con la época en que fueron realizadas. Un goce mayúsculo para los pocos que podemos apreciarlo.

MemoriasAsesinoMemorias de un asesino: Israel Rank de Roy Horniman, con la popularización del género, se ha llegado a una progresiva dramatización de la novela policiaca, un ahondamiento cada vez mayor en la identificación social que ahoga otras vertientes más lúdicas, que encuentran un mercado más restringido. Los dos casos que me vienen a la cabeza son las novelas de detectives (el whodunit de toda la vida) y aquellas novelas policíacas que tienen un alto contenido humorístico, normalmente de humor negro. A este segundo caso pertenece este libro publicado por Reino de Cordelia. Es un libro de muchísima fama en la pérfida Albión y que ha dado lugar a una película (Ocho sentencias de muerte, 1949) y a un musical (A Gentleman’s Guide to Love and Murder). Sin embargo, no recuerdo que este libro haya aparecido en los “blogs especializados” de novela negra y policíaca, ni aparecerá en ninguno de los múltiples festivales de novela negra… Una premisa inmejorable (“de cómo Israel Rank, el hijo de una mujer aristócrata venida a menos al casarse con un judío, se enfrenta desde niño a la discriminación inherente a la pobreza y a su raza y que, en su mayoría de edad, decide ascender de escalafón social asesinando a las ocho personas que le preceden en la línea sucesoria de un título nobiliario”) y un desarrollo colosal con un estilo cargado de fina ironía, donde se alternan los problemas debidos a su condición judía con sus tejemanejes a la hora de planear cada uno de los asesinatos, con un sentido común que escandaliza por su frialdad y, como no podía ser menos, con un final  memorable y lleno de mala leche.

Cubierta_PymLa señorita Pym dispone de Josephine Tey, edita con gusto Hoja de Lata y trae a la palestra una peculiar muestra de la novela policíaca de una Tey que habría pertenecido al Detection Club de Christie, Chesterton, Sayers y otros si hubiera conocido a las personas adecuadas. La inclusión en el club no excluía a ningún autor en este sentido, su simple problema fue no vivir más cerca de la capital; esto no debe ensombrecer la calidad de su obra, que se ejemplifica a la perfección con este título, un policíaco diferente que en sus primeros dos tercios tiene un desarrollo no demasiado alejado de las novelas costumbristas británicas (en este caso reflejando la vida en una prestigiosa escuela de educación física en medio de la campiña inglesa ) y le sirve como marco al crimen que se produce en la parte final. Todo con una entrometida maravillosa, la señorita Pym, y uno de esos finales que no se suelen olvidar por el vuelco que suponen y lo inesperado que resulta. Un maravilloso paradigma de presentación de un lugar idílico y cómo todo se puede tergiversar con las debidas evoluciones en los personajes.

buitreEl buitre de Gil Scott-Heron, que sorprende muy positivamente por su consistencia en estilo y trama. Es una novela muy negra de personajes negros y el autor alterna el punto de vista de varios narradores que, a modo de plano secuencia, van conformando una trama compleja en torno al asesinato del joven camello John Lee, que no se resuelve hasta la última página. Por si fuera poco, el autor consigue dotar a cada uno de ellos de un estilo propio, construyendo voces muy distintas de gran viveza y expresividad. Digno continuador de la estela de Chester Himes, hay que reconocer en él un manejo de la parte más literaria muy cuidadoso y donde no faltan las reflexiones racistas, que le sirven para profundizar en “lo racial” asociado a la comunidad de negros y su relación con la población blanca.

EducaciónladrónLa educación de un ladrón de Edward Bunker, en este caso hablamos de una reedición pero supone el colofón de una editorial como Sajalín que apostó por nuestro querido Mr Blue, gracias a ellos podemos disfrutar de la obra completa de un autor que representa, desde sus raíces más profundas, el epítome del hardboiled americano. Esta obra condensa a la perfección todas las virtudes del autor, su verosimilitud violenta que nos horroriza y su lirismo sorprendente para estas lides.

libro_1434013903Gokumon-To: La isla de las puertas del infierno de Seishi Yokomizolo dije en Canino y no me importa repetirlo de nuevo, nos encontramos ante un whodunit ambientado en esa época maravillosa de principios de siglo XX (en pleno apogeo del Detection club, la edad dorada de la novela de detectives británica) pero con un escenario diferente: una isla, Gokumon-To, la isla de las puertas del infierno donde tiene lugar una trama policial de alto voltaje con un detective, Kindaichi Kosuke, que es capaz de juntar en su cerebro todas las piezas de un puzle desenfrenado y peligrosamente poético en su concepción. La resolución, original y audaz, está a la altura de las expectativas, y la ambientación geográfica-histórica de la isla justo al acabar la segunda guerra mundial es excelente.

Cuaderno_CubiertaEl cuaderno perdido de Evan Dara, como comenté en Canino  El cuaderno perdido es paradigmático porque representa, sin lugar a dudas, el sello de identidad de su editorial Pálido fuego: una obra complicada, polifónica, donde los personajes no se identifican y todo se convierte en una narración conjunta (alguno lo bautizó como colmena) que, a pesar de lo que pudiera parecer, no resulta fría. Al contrario, consigue que empaticemos  aún más con la destrucción de una sociedad contemporánea que bien podría ser la nuestra en el futuro. Exigente, sin duda, pero un reto más allá de lo comercial que deja un montón de sensaciones inolvidables.

Cubierta_NiñaGordaLa niña gorda y otros relatos inquietantes de Marie Louise Kaschnitzturbadora recopilación de cuentos de la alemana que hacen aflorar lo más oscuro de la mente humana, lo más misterioso, lo más sutil de nuestra condición.

halcon_spa_provH de Halcón de Helen Macdonald,  la original forma de superar la muerte de su padre, mediante el entrenamiento de un azor nos brinda una “rara avis” donde lo lírico se mezcla con lo salvaje en una conjunción arrebatadora. Un libro único por su forma y por su contenido.

ZerovilleZeroville de Steven Erickson, tengo pendiente escribir algo sobre esta obra tan particular como excepcional, valga como adelanto que cualquier aficionado al cine disfrutará enormemente de las múltiples referencias con respecto al séptimo arte pero que la trama resulta tan consistente y envolvente que la experiencia lectora se convierte en algo inolvidable.  Un libro que ganará aún más con cada relectura que hagamos de él.

9788416131167Aquí de Richard McGuire, como dije en este post de Canino, a pesar de que no ha sido este año uno de aquellos en los que leo muchos cómics sí me gustaría destacar éste  porque supone una concepción innovadora, que trae no pocas satisfacciones desde una premisa muy curiosa: el paso del tiempo en un mismo espacio. Un cómic en el que con solo dos páginas te encuentras inmerso en un viaje en el tiempo en donde la localización no cambia en ningún instante. La mayoría del tiempo es una habitación concreta pero siendo el abanico temporal tan extenso (desde la creación de la humanidad hasta un futuro muy lejano) uno tiene la sensación de poder encontrarse cualquier cosa, desde dinosaurios hasta hologramas pasando por una tribu de indios. Se genera un sense of wonder innegable porque nunca sabes qué habrá en la siguiente página, entre otras cosas porque McGuire  no se limita ubicar un espacio temporal sino que abre varias ventanas alternando escenas de diferentes épocas en una misma página y siempre con una excusa narrativa que las une.

SobrecubiertaPinocho en Venecia de Robert Coover, no es La hoguera pública pero ni falta que hace que lo sea, esta reescritura del cuento de Pinocho a la manera Coover es desternillante y excesiva y reúne, como no podía ser de otra manera, la inmensa prosa de un autor poco leído por aquí. Sin embargo, como decía su editor, esta es una obra para disfrutar en pleno invierno con una manta en los pies, enfrente de una chimenea y tomando un café caliente y humeante. Esto da una idea del placer que supone disfrutarla.

9788490626535Descolonizar la mente de Ngũgĩ wa Thiong’o, gracias a los premios Nobel de literatura se pueden descubrir autores que de otra manera permanecerían ignotos por la mayoría de habitantes de la comunidad lectora. Tal es el caso del keniata Ngũgĩ wa Thiong’o, un excelente autor que, gracias a estar a punto de ganarlo dos años consecutivos, hemos visto publicados este año dos libros de la mano de PMRH en su completísimo sello Debolsillo; uno ha sido una reedición que tenían de su catálogo de Alfaguara, El brujo del cuervo; el otro, Descolonizar la mente: La política lingüística de la literatura africana, una pequeña edición que nos trae cuatro conferencias-ensayos resumiendo su pensamiento al respecto de la lucha contra el neocolonialismo que subyuga al pueblo africano además de enfocarlo como una experiencia vital autobiográfica. Lo excepcional es que el autor, de manera clarividente, lo enfoca hacia el uso del lenguaje como elemento imprescindible para salirse del yugo colonizador constituyendo un texto que bien puede encuadrarse entre lo más florido de los estudios postcoloniales. El lenguaje, en las palabras de Ngũgĩ se convierte en un elemento crucial para la descolonización mediante la construcción de la identidad vernácula.

poridentidadCuentos escogidos de Shirley Jackson, todo un triunfo que Minúscula Ediciones se hayan vuelto a acordar de la escritora norteamericana, lástima que sea para una selección tan limitada que te deja con la boca abierta y, evidentemente con ganas de más; los cuento de Jackson son algo muy distinto, son tan perversos y sutiles al mismo tiempo que nos proporcionan momentos inigualables ; lo bueno, cómo no, incluye La Lotería, y eso ya sería motivo para que apareciera en esta selección. El resto tienen un gran nivel igualmente, me han entrado ganas de volver a leerlos de nuevo.

Será curioso comprobar cómo estas guías que he seguido y la propia lista pueden metamorfosearse el año que viene en algo radicalmente distinto, sobre todo por el hecho de que mi proyecto para leer mujeres va a originar que no esté totalmente al día de novedades. Ignoraré la  mayoría de hombres que salgan salvo algún disidente.

El año que viene seré un antisistema de verdad, o no. Tampoco importa demasiado.

¡FELIZ AÑO! !Buenas lecturas!

La música del siglo XIX de Carl Dahlhaus. Contenido interesante en un formato mejorable

portada_17892Publicado inicialmente en Ópera World en este post.

A priori, no podía interesarme más un libro como el que publicó Akal, La música del siglo XIX de Carl Dahlhaus es un esfuerzo titánico de reflejar toda la música de un siglo que, en lo musical, nos trajo muchos de los grandes compositores que conocemos hoy en día. El formato aparentemente tenía buena pinta, tapa dura, páginas de buen gramaje, y hasta ilustraciones, grabados, etc… Sin embargo, una vez pasas las primeras páginas (llenas de letras sin apenas interlineados, abigarradas… casi como si estuvieran amontonadas) sumado a la difícil prosa de Dahlhaus con frases subordinadas muy largas (¡con digresiones explicativas en el medio!) en las que bastante ha hecho el traductor Gabriel Menéndez Torrellas (en un supremo esfuerzo) para hacerlas inteligibles; es en ese momento cuando te das cuenta de que estamos ante un contenido interesante en un formato mejorable. No dudo que este formato ha sido elegido por precio, una edición más económica por el menor número de páginas; pero es justo señalar que, con esta edición, pocos serán los que se acerquen a ella con echar un vistazo; me temo, por el contenido, que estamos también ante un texto que es más comprensible para los musicólogos que para un simple neófito-aficionado ya que el autor explica con todo detalle a nivel musical conceptos que no son del día a día.

Una vez tenidas en cuenta estas puntualizaciones, es también cierto que el contenido es muy atrayente; el autor divide en largos capítulos un recorrido cronológico del siglo XIX y empieza hablando de las peculiaridades musicales de dicho siglo contrastándolo con el siglo anterior:

“Con la afirmación de que el clasicismo vienés es estilísticamente universal puede connotarse, además de un puente que franquee la grieta entre los niveles de estilo –entre el género elevado y el llano-, también una vinculación más allá de los límites entre los géneros y una supresión de las diferencias nacionales. La obviedad con la que los medios estilísticos de Haydn, Mozart e incluso Beethoven fueron capaces de abarcar todos los géneros musicales -de la ópera y el oratorio a la misa y la sinfonía, y del divertimento a la sonata para piano- fue reemplazada en el siglo XIX por una tendencia a las especialización que hizo imposible imaginarse al compositor de piano Chopin como músico sinfónico, al dramaturgo musical Wagner como compositor de cuartetos o al sinfonista Bruckner como autor de un ciclo de Lieder. La confrontación entre las épocas adolece, no obstante, por mucho que nos tiente su simplicidad, de una equiparación del clasicismo vienés con una época de clasicismo en toda Europa, históricamente inadmisible. No solo Meyerbeer, sino ya Spontini fue compositor de ópera y nada más y nada más; y Clementi pertenece, como Chopin, a los especialistas de la música para piano. La universalidad de Mozart, que representa una excepción, no debe inducirnos al error de creer que para los contemporáneos del clasicismo vienés existió una oposición entre la ópera italiana y la música instrumental alemana que determinase la imagen de la música como una cultura escindida.”

El primero de los rasgos sería entonces esta especialización musical, alejada de los modelos anteriores en los que grandes compositores eran capaces de hacer cualquier género musical; esta especialización traerá en sí mismo una perfección lógica en formas musicales que se convertirán en referencias paradigmáticas como los casos indicados de Chopin o Bruckner. El segundo rasgo tiene que ver con la aparición de la música nacional que Dahlhaus une inevitablemente a una necesidad motivada políticamente:

“El surgimiento de una música nacional aparece casi siempre como expresión de una necesidad motivada políticamente, la cual se pone de manifiesto más bien en épocas en las que se aspira a una autonomía nacional que resulta negada o está en peligro, en lugar de una autonomía conseguida o estable. Y un cínico podría sostener que, desde el punto de vista musical, el impulso para convencerse de una identidad nacional propia encuentra el objeto que necesita: la música de rango que surge en una nación en ciernes es abrazada como música nacional porque satisface el deseo de poseer un patrimonio musical nacional.”

A partir de ahí el autor recorre en el tiempo (desde principios hasta finales de siglo) el contexto socio cultural y político asociado a los compositores en cuestión; centrándose, eso sí, en la parte musical; el siguiente párrafo resume a la perfección la genialidad que caracteriza a Rossini y que comentaba en profundidad Alberto Zedda en sus Divagaciones Rossinianas:

“[…] la premisa según la cual el dibujo melódico constituye la substancia y la agilidad […] un mero accidente la música es, en el caso de Rossini, una premisa gratuita. La aparente bordadura se demuestra, formal y expresivamente, como la esencia que yace en la superficie en lugar de estar oculta en el interior.

La trivialidad del substrato melódico y armónico, la concisión del ritmo que permite que lo banal aparezca como punto culminante, la despreocupada simplicidad del arreglo formal y la inexorabilidad y el impulso de un crescendo que se apodera de los rudimentarios temas musicales y los lanza a un torbellino, se comportan de manera recíprocamente complementaria y constituyen una configuración estética y de técnica compositiva en la cual el refinamiento y el primitivismo están entrelazados de tal manera que uno de los momentos se nutre del otro en lugar de contrariar su sentido.”

Esa subyugadora mezcla donde lo trivial, lo primitivo y las bordaduras se pueden conjuntar con la melodía ,gracias a un ritmo que convierte la música en algo refinado; todo un juego de dicotomías y contrastes; su definición de la Opéra Comique francesa es igualmente esclarecedora:

“No obstante, los rasgos esenciales músico-dramatúrgicos de la opéra comique están basados en la estética de la ópera con diálogos: cuando entre los diálogos hablados, que forman parte de la substancia de las obras, y en los números musicales no debe producirse ninguna ruptura perturbadora, la música, de modo apenas diferente a la música escénica en el teatro, puede desempeñar funciones descriptivas o pintorescas, adoptar el carácter de interpolaciones cantadas o constituir como ensemble una prolongación del diálogo. En todo caso, a diferencia de la ópera íntegramente puesta en música en la cual el lenguaje musical representa una premisa autoevidente, se trata de música motivada.”

También es curiosa la forma de entrelazar un compositor con otro, el manejo de la melodía en Bellini es el nexo de unión con la “melodía infinita” de su sucesor Wagner:

“[…] y Wagner, cuya devoción por Bellini, por quien se dejó arrobar en 1834, no había olvidado en modo alguno cuando un cuarto de siglo más tarde compuso Tristan und Isolde, el musikdrama en el que la melodía, en tanto que “melodía infinita”, produce un vahído sensual e intelectual semejante al provocado por Bellini en lo más íntimo.

“Ah! Non credea mirarte”, el andante cantábile del aria final de La Sonnambula, forma parte de los paradigmas de melodismo belliniano con los que ha de probar su eficacia un intento de captar inteligiblemente uno u otro correlato técnico que contribuya al efecto estético de las “melodie lunghe, lunghe, lunghe.”

O cómo aprovecha, cuando habla de Brahms y su Requiem Alemán para introducir la progresiva “decristianización” en aras de una religiosidad poco particularizada, de un modo más general y sin una fe específica:

“Lo que en Schumann ocurría según parece de forma ingenua, en el Deutsches Requiem de Brahms, una de las obras en las cuáles la época se reconoció a sí misma, alcanzaó en cierto modo el grado de la reflexión. Que en la selección de los textos bíblicos que Brahms reunió, además del carácter litúrgico se evitase antes que buscarlo el carácter específicamente cristiano, no es solamente signo de una religiosidad individual que, sin poseer la fe, se adhiere aún a la esperanza, sino que aparece como la consumación consciente de aquello que en la composición de misas para la sala de conciertos había sucedido hace mucho tiempo[…]: los contenidos de la fe pronunciados en el texto litúrgico se disolvieron en un sentimiento vago, aunque enfático […]Schleirmacher lo llamó el sentimiento de dependencia absoluta.”

De todos modos, es al hablar de Verdi y Wagner donde da el “do de pecho”; en el primer caso, se sirve del cuarteto más famoso de la historia para sintetizar el principio en el que se sustenta la ópera; parte del pequeño ejemplo, una amalgama de sentimientos de los cuatro cantantes que se unen musicalmente; para luego irse a la idea general y consolidada de la ópera como unión indisoluble de la música y la trama; esa unidad artístico-dramática que tan bien entendieron los dos compositores:

“La distinción del cuarteo del tercer acto como “punto drammatico eccelente” mostraba lo que preocupaba a Verdi por encima de todo en el drama musical, que él concebía como drama de los afectos: la simultaneidad de sentimientos contrastantes en el andante (“Bella figlia dell’amore) –la efímera consternación del duque, la burla de Maddalena, la desesperación de Gilda y la vulnerabilidad de Rigoletto, convertida en deseo de Venganza- significaba que el drama se desplaza hacia un punto en el que se ponía de manifiesto al substancia, una substancia que no consistía en la representación aislada –en tanto que números- de afectos, sino en su constatación dialéctica. El cuarteto sintetiza el principio estructural de la ópera en una fórmula musical e inmediatamente sensible: el principio de que, en lugar de abandonarse exclusivamente al instante musical, uno debe tener en todo momento presente la trabazón de los afectos entretejidos desde el punto de vista trágico.”

Lo mismo puede decirse de la influencia en la ópera después de Wagner, la música se convierte en un vehículo para el drama:

“Los efectos que a finales del siglo XIX y en el siglo XX se derivaron de la obra de Richard Wagner, si bien estaban mediados siempre por la música, en raras ocasiones –como en el caso de Bruckner, tildado por Brahms de ignorante- quedaron limitados a una recepción musical que ignorase todos los otros factores. La música se convirtió más bien en el vehículo de una influencia extramusical, como no había sucedido con ningún otro músico, ni siquiera con Beethoven.

Sin embargo, resulta inconfundible que la peculiar dialéctica de la estética wagneriana –la transición de la tesis de Ópera y drama de que la música está únicamente justificada como un medio para el fin del drama al reconocimiento, formulado dos décadas más tarde, de que el drama tiene que entenderse como un hecho de la música que se ha vuelto perceptible- se repite en la historia de la recepción, tanto en la recepción política como en la musical.”

El texto acaba ligeramente embrollado; como ya he indicado anteriormente, la historiografía es una parte muy presente de todo el libro y no duda en señalar la dificultad de hacer un estudio de este tipo en el siglo XIX, con un contexto de carácter tan nacional que a veces se ha confundido con la substancia que genera dicha música y que el autor tanto ha intentado separar; su tesis es que todo proviene de la codificación de una época que no es forzosamente lo que de verdad se practicó:

“Las peculiares dificultades en las que se ve envuelta historiografía tan pronto como no se prescribe el espíritu de la época que describe, en ninguna parte se muestran con mayor nitidez como en la confrontación con el nacionalismo del siglo XIX, de cuyo contexto forma parte también la “idea de la música alemana”. Que un carácter nacional o, por lo menos una coloración nacional constituyan la substancia de una música que muestra una aspiración a la autenticidad estética era tan comprensible en la época de la cultura musical burguesa como el dogma de que la música tenía que ser nueva para ser válida. La hipótesis del espíritu del pueblo y la idea de originalidad determinan conjuntamente y en una extraña interconexión, que se demostraría precaria si se llegase reflexivamente hasta su fondo, la estética de la época, la estética practicada y no sólo la codificada.”

He intentado reflejar las fortalezas y debilidades de un libro complejo que ofrece luces pero, indudablemente, puede resultar sombrío para bastantes lectores que se acerquen a él. Está en vuestra mano decidirlo.

Los textos provienen de la traducción de Gabriel Menéndez Torrellas con la colaboración de Jesús Espino Nuño de La música del siglo XIX de Carl Dahlhaus para la editorial AKAL.

Mi biblioteca: Desbordamiento y entropía

Este post apareció publicado inicialmente en el fantástico blog de Elena Rius Notas para lectores curiosos en este post. Os animo a que os acerquéis por allí. Vale mucho la pena.

El siguiente bibliómano invitado es Mariano Hortal (conocido en otras redes como @sigfrido1976) del blog Lectura y locura, un buen lugar para aficionados a la lectura, pero también para entusiastas de la ópera, sobre la que escribe a menudo y con pasión. Aparte de su gran capacidad lectora -diría que su biblioteca es solo una pequeña muestra de ella-, de la que deja huella en el blog, no hay que perderse su siempre ingeniosa sección mensual sobre Fajas y libros.

Gran sorpresa (y al mismo tiempo agradable) me llevé cuando Elena me propuso un post de estas características. Llevo tiempo pensando en hacer una sección en mi blog para mostrar diversas partes de mi nutrida biblioteca y por falta de tiempo no he podido ponerme con ello.

Así que esto se presenta como una pequeña oportunidad de compartir mi espacio con los lectores del blog.

Tengo la gran suerte de tener una casa grande y  uno de mis sueños de toda la vida era poder disponer de una habitación o buhardilla dedicada enteramente al almacenaje de libros; esto sucede así y os pongo a continuación una muestra de ellos:

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Mi forma de ordenarlos tiene en cuenta las temáticas y luego el orden alfabético, de hecho según veis la foto la estantería de la izquierda recoge novela contemporánea (algún clásico);  la que tenéis enfrente tiene novela negra policíaca y la de la derecha lo más detectivesco dentro de lo policíaco, ciertamente es rara esta división, pero por temas de espacio me venía bien en su momento. Ah, la de la esquina derecha está ocupada por fantasía y ciencia ficción. Hubo un momento en que pensé que todo cabría fácilmente pero ya podéis ver que empiezan a formar segundas filas en la misma estantería y ordenaciones poco ortodoxas con apilaciones diversas. Es lo que todos llamamos desbordamiento.

No son estas las únicas estanterías que tengo en dicha habitación,  si os fijáis en estas:

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Se trata de extensiones de lo policíaco y de la novela contemporánea y, escondidas en el fondo hay novelas de terror que todavía no he leído, las leídas ya están en otros sitios.  No os he puesto otras estanterías que tengo para hispanoamericana o best-sellers porque os quiero llevar a otros rinconcitos literarios.

Como podíais imaginar, dispongo de más lugares para mis tesoros literarios. Esta esquina que pongo a continuación la tenemos en el salón, no podía imaginar el lugar en el que más tiempo estamos sin la presencia de estos grandes amigos. El criterio en este caso es estético: tapas duras, buenas ediciones, colores vivos y libros que me hayan gustado especialmente tienen su cabida en este precioso espacio. Viendo la foto os podéis imaginar varios de mis gustos más esenciales.

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También, en el cuarto del ordenador, tengo otro lugar equipado con, en su mayoría, clásicos, ahí están Dickens, Woolf y muchos más ah, y literatura en inglés, que no puede faltar Shakespeare, Austen, las Brönte… es más pequeño pero el número de joyas por centímetro cuadrado es proverbial.

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Y todavía me queda espacio para una última habitación, es la habitación de los tebeos (y de la plancha también); hay una buena mezcla pero abundan los superhéroes (tanto de Marvel como DC o Image) aunque tampoco faltan mangas, europeo y los imprescindibles Mortadelo y Filemón. Cuánta diversión contenida que recoge buena parte de mi infancia, espero que a mi chiquitín le gusten tanto como a mí. Estoy esperando el momento en que pueda descubrirlos ya que ahora es todavía muy pequeño.

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Espero que os hayan gustado estas muestras de mi vasta y cada vez más entrópica biblioteca. Me planteo ya, desgraciadamente, empezar a liberar espacio, tendré que empezar por los que menos me hayan gustado. Sinceramente, va a ser muy duro. Muchísimo. Tengo mucho cariño a estos queridos libros.

El cuaderno perdido de Evan Dara. Colmena narrativa

Cuaderno_CubiertaHoy en día se habla muchísimo de los editores, raro es el día en que no sale a la palestra la labor de Jaume Vallcorba (1949-2014) o del archiconocido Jorge Herralde, verdadero paradigma utilizado recurrentemente por la prensa dedicada a estos menesteres. A veces a su lado aparecen los “wannabes” esos aspirantes, más jóvenes, normalmente emparentados con editoriales más pequeñas, independientes en su mayoría.

José Luís Amores, el  fundador, editor y traductor de la mayoría de los libros que aparecen en la colección de la pequeña Pálido Fuego , no suele aparecer en estas entrevistas y clasificaciones; él no se puede permitir la publicidad y los “amiguismos” que se gastan otros para llegar ahí, no voy a señalar aquí ninguno porque ya tienen bastante publicidad por sí mismos; sin embargo , tras tres años de ardua lucha contra los elementos: esos gigantes editoriales que copan el mercado con novedades insustanciales en un ochenta a noventa por ciento, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que su catálogo, sus dieciocho títulos, constituyen una rara avis por la calidad que atesoran además de estar muy bien traducidos y editados, un trabajo artesanal, de mucho esfuerzo, de un cierto secretismo en cuanto al anunciar las novedades; privacidad necesaria para que sus libros no sean fagocitados por un mercado editorial controlado por dos inmensos colosos.

Como bien indica José Luís en esta publicación donde comenta cómo lo conoció y lo pudo publicar, El cuaderno perdido de Evan Dara supone un paradigma de todo lo que significa su editorial; libros arriesgados de gran calidad y, él es muy consciente, con un público objetivo alejado de los grandes números (excepto casos puntuales como la famosa Casa de hojas de Danielewski de la que ya hablé por aquí .

Cosas como que el crítico Stephen J. Burn haya realizado la introducción a esta publicación en español de la obra de Dara demuestran el cuidado con el que edita la obra de un tipo tan esquivo como Pynchon y Ferrante, que no duda en renegar de todo el negocio montado  a través de la literatura pero que cede ante propuestas tan interesantes como estas: tan alejadas del mainstream. Volviendo a Burn, es muy interesante comprobar cómo realiza la comparación de Dara con otros autores contemporáneos presentándonos características estilísticas como ese narrador colmena muy lejos de una narración individualizada:

“Con independencia de las diversas actividades capaces de coadyuvar al logro de presencia literaria en Estados Unidos, también es cierto que El cuaderno perdido (y la narrativa de Dara en general) es más difícil de equiparar con las expectativas comerciales de una novela convencional. Sea cual sea la cultura no literaria que salpique una novela de Franzen, Powers o Wallace, y sean cuales sean las excursiones estilísticas que tengan lugar en sus libros, en justicia cabe caracterizar cada novela de estos como un relato entrelazado con varias incursiones narrativas más o menos lineales sobre personajes individualizados y entretejidas en una estructura narrativa alterna. Por otro lado, El cuaderno perdido es una detonación más audaz y más radical del sistema de creencias subyacente en el corazón del género novelesco; detonación que comienza con su rechazo de la soberanía de la escena individualizada, discontinua, y que acaba con la reformulación de la soberanía del individuo por encima de sus distinciones de género.”

No solo subraya diferencias sino las similitudes con autores anteriores, el norteamericano no es un renovador, pero utiliza parte de lo vigente para desarrollar un estilo propio; para lectores de Gaddis, es empezar el libro y recordar muy vivamente Jota Erre; lo bueno del autor es que utiliza distintas estrategias para que no resulte repetitivo:

“Como antecesores del estilo radical de Dara a nivel técnico cabría señalar a Manuel Puig, Ronal Firbank y –quiá el más obvio- William Gaddis. Desde su segunda novela, JR (1975), en adelante, Gaddis transformó progresivamente su obra en un collage de diferentes textos y voces, apoyándose en la energía narrativa del diálogo para hacer avanzar el libro. Llevando la impersonalidad modernista a un nuevo nivel, durante largos tramos este diálogo se presenta sin las acostumbradas señales de posición de la novela realista –los “él dijo” o “ella dijo”-, lo cual proporciona a Gaddis una técnica extraordinariamente económica donde las mismas peroratas llevan implícitas sus propias acotaciones (gestos, relaciones espaciales, atuendo) tradicionalmente ofrecidas por un narrador esforzado.”

Este flujo continuo, nos cuenta Burn, se produce de una manera continua, sin transiciones diferenciadas y palpables entre los cambios de narradores, sientes que ha cambiado pero puede haberse pasado el cambio:

“Del mismo modo, las escenas individuales ya no están diferenciadas, si bien, en lo que tal vez sea el desarrollo más revolucionario de Dara, los cambios entre voces (y ubicaciones) tienen lugar con poca o ninguna fanfarria. El producto final es sorprendentemente legible, con un constante intercambio de voces que crea la sensación de un flujo veloz, en lugar del staccato de intermitencias de los habituales capítulos alternados. Sin embargo el libro no es una mera demostración formal asombrosa; de hecho, en un momento dado Dara parece avisarnos contra semejante conclusión, cuando un personaje se queja de que el “ingenio es enemigo del contenido (296).” Lo que convierte la novela en algo más que una representación de virtuosismo técnico es que el rechazo de Dara a adherirse a una figura exclusiva o trama única está íntimamente relacionado con la temática central del libro.”

Con esto llegamos a la idea dominante del libro:

“Esta visión de interconexión –“de conjunto, de un solo organismo respirando al unísono” (448)- posee una clara e importante dimensión ecológica, elaborada por muchas de las voces del libro. Aunque también se asienta en el hecho de que la cosa más cercana a un personaje unificador y recurrente en la novela es (en un movimiento reflejo del decreto estadounidense 1818 que define una empresa como un ser artificial) la empresa que parece representar la mayor de las amenazas para los diversos personajes y su entorno.”

Una colmena que actúa como un único ser  y que adquiere dimensiones ecológicas (evidente según lees) que se vuelven épicas aplicadas a todos los aspectos extrapolables de la vida; se vuelve un texto de gran riqueza por el manejo de diferentes imágenes que nos van acercando al verdadero significado; como dice el prologuista, nuestro marco de referencia establecido muta a lo largo de la narración volviéndose cada vez más completo:

“Sin embargo, la auténtica riqueza de El cuaderno perdido estriba en que sus implicaciones y goces no acaban ahí. Si las cualidades de la narración cubista de Dara empujan al lector a pensar en la identidad en términos de yuxtaposición, donde el yo es redefinido como nodo individual inmerso en una red infinita, entonces las cualidades del pensamiento de los personajes de Dara empujan al lector a experimental el libro en estéreo: esto es, la plenitud intelectual del diálogo devuelve constantemente analogías para los propios procesos del libro que nos animan constantemente a modificar el marco de referencia que utilizamos para comprender el libro, y lo sitúa casi en contextos por momentos más alejados de los literario.”

La gran esperanza de Burn es palpable en el siguiente párrafo:

“Si los destinos contemporáneos de los libros de Melville y Dara nos enseñan algo es que la narrativa innovadora que plantea preguntas complejas acerca de los costes del imperio americano ha de ascender a menudo una empinada ladera para obtener mayor reconocimiento. Es de suponer que Dara ya era consciente de ello –a fin de cuentas, uno de los temas del libro es una extensa crítica de la frívola cultura publicitaria que abunda “en el adoctrinamiento de la fraudulencia” (254)- pero quizá esa traducción acabe ayudando a El cuaderno perdido a abrirse camino hasta un público cada vez más cansado de “reputaciones fabricadas”.

En efecto, forma y fondo se unen para ofrecer una experiencia lectora tan grata en lo formal como en el mensaje que transmite.

A estas alturas traía un montón de textos del fantástico libro… y me doy cuenta que he dado tanta información con el prólogo que me centraré en tres o cuatro párrafos de ejemplo y os dejo que lo descubráis.

Estos dos siguientes textos son muy representativos del estilo que usa el autor: el primero utiliza la imagen de la película para resaltar lo enriquecedor que sería disponer de la misma sin acabar, elaborando continuas versiones de dicha historia; emparenta directamente con el postmodernismo y su teoría de la recepción, reinterpretar una misma historia según las opiniones de aquellos que la reciben; no debemos olvidar que el autor cada vez que utiliza una imagen, esa imagen es directamente aplicable a lo que él está mostrándonos en el libro:

“[…] de hecho, mientras estaba allí sentado, escuchando a todas aquellas voces pintar el silencioso salón, la situación me recordó un poco a una película que había visto; se titulaba Rashomon, y cuando terminó, por algún motivo, lloré; recuerdo que no quería que la película acabase  que no se resolviera de ninguna forma; yo quería que la película simplemente continuara, que continuara elaborando más versiones de su historia, que continuara elaborando más personajes para que así estos pudieran añadir sus opiniones sobre el relato; de manera que me sentó fatal que la película sintiera la necesidad de llegar a una conclusión y se encendiesen las luces; me recuerdo camino de casa mordiéndome el puño, tratando de evitar llorar por la agitación;”

Tal es el caso del segundo texto, en el que utiliza una metáfora musical a través de una de sus estrategias, el vibrato (variaciones de frecuencia de una misma nota que realizan los cantantes para mantener notas en el tiempo) se convierte en una ruptura de lo establecido como es la variación de narradores dentro del libro de Dara:

“[…] y, dicho sea de paso, nosotros lo percibimos, sabemos instintivamente que hay más que lo que la monocultura musical occidental permite: considérese, por ejemplo, la forma más directa, más analógica con que expresamos emoción en la música: mediante el vibrato; y qué es el vibrato sino una ruptura de las rígidas divisiones entre tonos, una salida temporal de nuestra desgarrada segmentación musical: evocamos nuestros sentimientos más profundos e intensos retorciendo tonos entre el espectro lineal de la escala occidental, mediante la eliminación de su cualidad divisiva; ubicamos lo más humano entre medias, donde ya no estamos cuantificados, constreñidos…”

En el siguiente momento asistimos a su constatación de la necesidad de romper con sus formas narrativas, nuevamente extrapola lo literario con la propia narración:

“[…] … comprendí que había que acabar con mis estrategias fracasadas y compensaciones desesperadas.. que tenía que dejarlas atrás de una vez por todas… pues mis tendencias habían adquirido, advertí, la capacidad de perpetuarse a sí mismas, una fuerza de carácter narrativo, cuya autodeterminación irresistible, imparable, conducía cada vez más a la decepción… y por eso advertí que debía romper con mi narrativa, destrozar por completo esta serie de códigos que siempre traicionan su contenido…[…]”

Al final todo se convierte en una sucesión de voces que se alternan en pequeños diálogos, voces que sucesivamente conforman la destrucción de una sociedad que no puede hacer frente a un desastre ecológico abismal (curioso, en este momento recuerdo a la última premio Nobel Alexeievich y su Voces de Chernóbil, donde se cuida más el fondo que la forma utilizada pero, sin embargo, el fin resulta idéntico):

“-No disponemos de las herramientas adecuadas, ni siquiera de la experiencia científica apropiada, para evaluar estos problemas, le vi decir…

-Seguramente los científicos desconocen hasta el efecto a corto plazo que entre la mitad y un tercio de estas sustancias halladas en el suministro de agua residencial tienen en animales de laboratorio, oí en el Canal 9….

-Sin esta base de conocimiento, evaluar el efecto inmediato sobre las personas es casi imposible, vi…

-Menos conocimiento aún tenemos acerca de qué podría hacer cada una de estas sustancias químicas en un período de tiempo prolongado, oí en la KETC…

-Albert Butsen, funcionario del Departamento de Conservación Medioambiental de Misuri encargado de supervisar el cumplimiento por parte de Ozark de las normativas estatales medioambientales, declinó hacer comentarios sobre el anuncio de la APM, a la espera de su análisis por parte de los funcionarios estatales, condales y municipales, vi…

En este caos colmenar surgen voces individuales donde Dara muestra las imágenes más poéticas para mostrar las situaciones más dramáticas, más patéticas, sin embargo se convierten en pequeñas luces entre tanta sombra:

“-Estaba sentada en la rinconera de la cocina, salpicada por las últimas luces del día, filtradas por las copas de los matorrales del exterior; me había tomado un momento de calma para saborear un té aromático; abrazada por esta opulenta quietud, alargué el brazo y con las yemas de los dedos rocé los bordes de la mesa; y en seguida me descubrí estimulada por su solidez y su corpulencia rectangular la excelente y precisa homogeneidad de su oscura madera lacada, su lisura perfecta y su gravidez soportada por las cuatro patas y la consideración con que habían sido redondeados sus cantos; era, pensé tan manifiesta, y aun así expresaba su intensa presencia mediante atributos exquisitamente desprovistos de imposición; de hecho, era este juego de presencia pura y exquisita falta de imposición lo que confería a la mesa su valor; y volví a alargar una mano, deslizándola por una de las astilladas patas de la mesa, cuando mi hija, Jaquie, se acercó sigilosa –venía de jugar en el cuarto de estar-, me puso la mano en la rodilla y me dijo que debería tener otro niño…”

Mi consejo final: Leedlo. Hay pocas obras como esta.

Los textos provienen de la traducción del inglés de José Luís Amores de El cuaderno perdido de Evan Dara para la editorial Pálido Fuego.