La carrera por el segundo lugar de William Gaddis. Historia incompleta de la pianola

Nada más terminar de leer La carrera por el segundo lugar me vino a la cabeza la idea de que Gaddis no se sentía cómodo fuera de sus obras de ficción, como si el ensayo no fuera su medio de expresión. La publicación de estos ensayos (y textos de ocasión) de manera póstuma me reafirman en la idea de que el autor no estaba demasiado convencido en vida y la introducción y notas de Joseph Tabbi para esta edición aclaran ciertas ideas interesantes al respecto:

“Para Gaddis, la novela, en cuanto forma genérica, podía incluir cualquier cosa y, desde luego, era un buen medio para ejercer la crítica.” Dando este papel preponderante a la forma novelística, no creo que el ensayo le llamara demasiado como género, con la novela lo podía conseguir todo, lo que nos lleva al siguiente punto.

“[…] desarrolló algunos de los temas que aparecen en sus novelas en piezas escritas para la radio, revistas, ceremonias de entregas de premios, coloquios universitarios y una publicación académica. Incluso hay guiones de cine, tratamientos y discursos escritos para ejecutivos, todo de la época en que se ganaba la vida escribiendo para pequeñas empresas y corporaciones internacionales […] los ensayos y textos de ocasión están hechos, en muy buena medida, de retales de citas, no todas literarias; y, al igual que las obras de ficción de Gaddis, pueden leerse (o, mejor dicho, escucharse, como una partitura de varias voces.”  Dichos textos, en realidad, parece como si hubieran sido las semillas que generaron sus obras de ficción, más que escritos a propósito; es importante señalar igualmente su forma de gestarlos, como un continuo de citas que se sumaban a sus pensamientos y que, posiblemente, hicieran su concepción dificultosa para el autor. El propio Tabbi acaba reconociendo que “No todas las piezas son de primera categoría. Algunas nunca se publicaron, y hay unas pocas que no pasaron de ser borradores, meras notas para una intervención oral.”  Todo ello producto de lo que he dicho anteriormente y que sirve de argumentación para entender su lectura.

“Gaddis no había leído la obra de Benjamin sobre la mecanización y el arte cuando le pregunté por el tema en 1990, pero reconoció la “pertinencia” de Benjamin como un ejemplo más de convergencia, no de influencia.” Esto enlaza directamente con la obsesión de Gaddis por la pianola, esa historia incompleta de la que tenemos retazos en sus ensayos o en alguna de sus obras, pero de la que nunca sabremos enteramente lo que tenía pensado. El binomio mecanización-arte es, sin lugar a dudas, otro de los sellos de identidad del escritor.

4º “Gaddis, que estaba demasiado débil para asistir a la ceremonia (de recepción del Premio a la Trayectoria profesional que se le daría a Schnabel), elogió la obra de Schnabel por obligarnos a “mirar, y mirar de nuevo.” Este elogio deviene en una forma necesaria de interpretación de la compleja obra de William Gaddis, mirar de nuevo, una y otra vez, hasta poder discernir todo lo que nos quería transmitir.

Dicho lo anterior, esta recopilación de textos (que contiene ensayos, textos, discursos y homenajes) es, por la propia naturaleza de su creación, irregular, por momentos farragosa, pero, indudablemente, contiene destellos de la genialidad del autor que justifican su lectura. El ensayo homónimo, por ejemplo, es fantástico y recoge perlas como la siguiente al hilo de la unión entre tecnología y arte:

“La auténtica maravilla de nuestro complejo mundo tecnológico, dada la frustración que hay implícita en la ley de Murphy, no es que si algo puede salir mal, saldrá mal, sino que todavía haya algunas cosas que salgan bien.“

Especialmente ocurrente se mostró cuando tenía que recoger premios, impagable por ejemplo este texto cuando recibió el National Book Award por Jota Erre: 

“Debo decir que formo parte de esa estirpe en vías de extinción que piensa que los escritores deben leerle y no escucharse, y mucho menos verse. Creo que esto es porque en la actualidad parece haber una tendencia a colocar a la persona en el lugar de su obra, a convertir al artista creativo en un artista escénico, a considerar que lo que un escritor dice sobre la escritura es, en cierto modo, más válido, o más real, que su propia escritura.”

Me gusta especialmente el párrafo porque desvela varias facetas del autor: su aversión a la prensa y a ser una figura pública es ya conocida, a la manera de otros autores esquivos que consideraban que lo más interesante, lo que tienen que decir, está en sus libros, de ahí su incomodidad para ir a recoger un premio o tener que agradecerlo en público; parte de esta incomodidad viene igualmente de tener que expresarse mediante un ensayo, su medio era, sin lugar a dudas, la ficción. También porque la ficción la entendía como una extensión de su persona, de sus obsesiones, un proyecto de vida reflejado en todo lo que escribió. Todo se ordenaba con respecto a este fin.

No puedo terminar sin poner otro de los textos que más aparecerá en las reseñas/críticas que se hagan de estos ensayos y en el cuál se refiere a un crítico que comentó ciertos aspectos sobre su segunda novela:

“Recientemente, un grupo de críticos vanguardistas ha planteado la idea de que los libros deberían ser ilegibles. Este movimiento tiene ventajas evidentes. Al ser ilegible, un texto repele a los reseñistas, críticos, antólogos, académicos y otras formas parasitarias de vida.”. Y después sobre la idea de que cualquiera puede escribir un libro, añade: “¿Qué pasa entonces con el libro realmente ilegible? Sin duda esto parece estar alcance de cualquiera y sin embargo, no es así. Crear un texto ilegible, mantener este atractivo propósito a lo largo de 726 páginas, es algo que exige unas facultades poco corrientes. El señor Gaddis las tiene.”

Totalmente consciente de su estatus, Gaddis bromea sobre su ilegibilidad, una señal de identidad que se conserva en la actualidad; me siento privilegiado por haber disfrutado de todas sus obras (a falta de cartas 😉 y haberlas criticado todas en este humilde espacio virtual. Disfruto de sus momentos “ilegibles” porque, al final, me han llevado a momentos tremendamente lúcidos y, sobre todo, me he divertido descubriendo todas y cada una de sus obras.

El apéndice con el cuál finaliza esta recopilación lleva por título el Resumen del proyecto y notas sobre “Ágape se paga: la historia secreta de la pianola” y hay unas notas, hasta una cronología de la pianola hasta 1929, lástima que todo se quedará en retazos, me habría encantado descubrir la historia de la pianola que tenía en mente.

Para llenar este agujero no me va a quedar más remedio que leer sus cartas, necesito mi ración anual de Gaddis, bueno, también me quedan las relecturas. No parece un mal plan.

Los textos provienen de la traducción de Mariano Peyrou de La carrera por el segundo lugar de William Gaddis para Sexto Piso.

Resumen Enero 2017. Empezando tranquilo

Empieza un nuevo año, y empiezan algunas novedades, no demasiadas; el mes de enero suele ser de transición todavía, de ahí que aproveche para leer algunos de los libros que se han ido quedando en el tintero el año pasado. Tampoco suele ser un mes en el que lea con demasiada constancia, da la impresión de que estoy cansado por haber terminado una maratón y es cierto que es más adelante cuando cojo velocidad de crucero.

A pesar de todo esto, la cosecha ha sido bastante razonable, han caído unos cuantos y por lo menos mantengo un ritmo constante y seguro, ¡que entre la lista!

Frida de Benjamin Lacombe, es el típico libro con el que suelo empezar el año debido a las circunstancias de mis vacaciones navideñas (poco tiempo para leer y concentrarse); de ahí que escoja lecturas ligeras y normalmente asociadas a libros ilustrados como este caso; aquí gracias a las fantásticas ilustraciones de Benjamin Lacombe que, en esta ocasión, siguen estructuras de hasta tres niveles según pasas las hojas, sirven para mostrarnos la vida de artista de una manera tan vistosa como su propia obra. 

Pesadilla en rosa de John MacDonald,  segunda historia de Travis McGee que publican en Libros del Asteroide y que, sinceramente, está pasando bastante desapercibida entre los seguidores habituales de novela policíaca. Las historias del “otro MacDonald” pasan de puntillas por lo hardboiled para mostrarnos historias cargadas de mucha alma ya que implican emocionalmente más de lo habitual al protagonista… sobre todo teniendo en cuenta que es el segundo número de una longeva serie. Buenas historias, siempre apetecibles.

Lamú 2 de Rumiko Takahashi, este año me leeré poco a poco, como ya comenté en otro resumen, todo este Urusei Yatsura; a estas alturas no me acuerdo por qué me gustó esta entrega pero si recuerdo que tanto este número como el siguiente supusieron la consolidación de la autora en la forma de plantear las tramas. En el primer volumen todos los números era un one-shot y en estos aprovecha localizaciones o situaciones para crear arcos argumentales de dos, tres o cuatro episodios, por ejemplo, una visita en la playa sirve para hacer tres historias de la playa distintas. Otra de las características que se asientan en estos números tiene que ver con los secundarios. Un montón de personajes que se convertirán en los protagonistas de las historias independientemente de las interacciones entre Ataru y Lamú.

Lamú 3 de Rumiko Takahashi, aplica igualmente lo comentado en el anterior número.

El oráculo oculto (Las pruebas de Apolo 1) de Rick Riordan, salido directamente de la serie de Los Héroes del Olimpo, este spin-off que tiene a Apolo como protagonista es una oportunidad más para que Riordan nos venda historias tremendamente entretenidas con una buena base mitológica. Es indudable que el autor es un especialista en hacer ficción para jóvenes y además enseñar algo de historia y, en este caso, aprovecha además para utilizar un personaje bisexual, cosa nada habitual en este tipo de aventuras.

Prosa inmortal: Delirium de VVAA, me gusta la idea, utilizar un elemento que vertebre las historias de ficción creadas por diferentes autores sirve para fomentar la creatividad y obtener, por lo menos, algo distinto. Lógicamente, con esta premisa, es difícil que todas las propuestas sean interesantes, es muy irregular; a pesar de todo, recomiendo su lectura aunque, en esta ocasión el tema vertebrador sea el más difícil de interpretar. Uno tiene sus debilidades, me gusta especialmente el cambio de estilo de Javi Avilés; también he disfrutado muchísimo de mi querida Esther Miguel Trula en el ensayo que lo finaliza y que parece que da una consistencia final a todo el libro (espero que se atreva con la ficción algún día).

Cine-Bis de VVAA, sexta entrega ya…  y sigue en plena forma, es imposible  no encontrar un artículo que te haga tilín especialmente; en esta ocasión hay varios, el final del artículo que se inició en el número anterior sobre el slasher y el comienzo de un nuevo artículo referido a esos inconmensurables hermanos Marx; larga vida a Cine-Bis, una apuesta por los contenidos de calidad.

Lamú 4 de Rumiko Takahashi, no me voy a extender, siguen las aventuras y Rumiko Takahashi se atreve con todo, puede acertar más o menos, pero cuando acierta plenamente consigue que me ría a carcajadas.

Japón Fantástico: Siglo XXI de VVAA, está claro que, a lo mejor, es una alta pretensión intentar escribir sobre el siglo XXI cuando sólo han pasado poco más de 16 años; dada la corta extensión, tampoco se podía esperar un estudio en profundidad, sin embargo, a pesar de todo esto, los ensayos recogidos no están mal pensados y consiguen mostrar una idea bastante aproximada de lo que se ha hecho en Japón para empezar este siglo XXI. Habrá que esperar entregas futuras que complementen aún más una idea inicial bastante interesante como esta.

Entre el mundo y yo de Ta-Nehisi Coates, cuando uno acaba de leer un libro como este todo lo que piensas da un vuelco irremediable. Las palabras sinceridad y valentía son las primeras que vienen a mi cabeza pero están inevitablemente unidas a la frustración, esa desagradable sensación de ser consciente que, mucha gente, por haber nacido con un color de piel, está condenada a una existencia llena de desventajas. Más aún,  soy capaz de entender gracias a Coates lo que son privilegios de nacimiento sin verlo como una amenaza. Me encanta que sea capaz de transmitir sus miedos por su hijo, especialmente sin resultar sensiblero, con un planteamiento tremendamente inteligente. Un libro único, sin más.

La larga marcha de Stephen King, esta relectura me vuelve a traer a un King soberbio, uno de los mejores libros que ha escrito el autor como Richard Bachman y que, próximamente, comentaremos unos intrépidos reporteros en la siguiente entrega de la Kingpedia en Canino.

Diarios Completos de Sylvia Plath, prometí que este sería uno de los primeros libros para empezar el 2017 y ha sido así, no podía ser de otra manera. Me fascina la relación que tuvieron Plath y Hughes y, sobre todo, las obras que hicieron ambos. Estos diarios vienen a completar muchos de los momentos de la vida de Plath y sorprenden porque no los utilizó como meros registros de los momentos de su vida sino que registraban el proceso creador de la escritora, cómo pasaba por buenos y malos momentos creativos y la forma en que evolucionaban unos y otros. No hay morbo, sino mucha experimentación literaria. 

Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza, primera muestra que leo de la autora mejicana y, definitivamente, seguiré leyéndola, la autora consigue unir su exhaustiva búsqueda de documentación de tal forma que sirve para la escritura, es decir, más como medio que como un fin. Es lo opuesto a todos esos documentalistas que la gente confunde con escritores.

La carrera por el segundo lugar de William Gaddis, tarde o temprano aparecerá por aquí un artículo sobre este libro de ensayos póstumo de Mr Difficult.

El tenis como experiencia religiosa de David Foster Wallace, la épica victoria de Federer inspiró esta lectura y un artículo al que se puede acceder pinchando en el título. Uno nunca sabe qué puede desencadenar un texto.

Y eso es todo este mes.

PS: Se me olvidaba la última #carretilla de La sombra… ¡no puede faltar!

Un abrazo y ¡Buenas lecturas!

Mis lecturas favoritas del año 2016

Ha sido un año duro, muy duro para mí a nivel lector y, sobre todo, como escritor en el blog. Partí con una idea inicial y me equivoqué tremendamente en la concepción del proyecto (leer escritoras, muchas más que hombres); la idea era buena, la realización no tanto. Debido a esto empecé a generar inseguridades que me han impedido escribir, me he bloqueado bastante al comentar libros. Me quiero quedar con lo positivo de cara al año siguiente que podría resumirse en estos puntos:

1º Soy consciente de que tenía un sesgo lector, leía sin querer muchos más hombres que mujeres. Este sesgo se aplicaba también en las compras.

2º He ampliado el rango de escritores/as que leo hasta un perfil casi inabarcable , por lo tanto me fijo en muchas más cosas al elegir compras/lecturas, equilibro de alguna manera.

3º No me siento capacitado para hablar de temas de género (es fácil que me equivoque), no puedo ser el adalid de una causa. Ellas son las protagonistas, yo voy a hablar solamente de cuestiones literarias.

4º He disfrutado muchísimo de mis lecturas, especialmente con el cómic.

Dicho lo anterior, es el sexto año, aquí tenéis, por si tenéis curiosidad, las listas de los años anteriores:

Lecturas favoritas Año 2011.

Lecturas favoritas Año 2012. 

Lecturas favoritas Año 2013.

Lecturas favoritas Año 2014.

Lecturas favoritas Año 2015.

Sinceramente, la utilidad de estas listas es la manera de hacer balance personal del año, sirven para valorar lo que he leído de manera cualitativa y junto con el post de las estadísticas, complemento cuantitativamente esta información. Me consta que a varios lectores les sirven para prever posibles lecturas (o no), pero, sinceramente, no es el objetivo, lo hago porque me apetece a mí, como todo lo que aparece en este blog, si a alguien le viene bien, bienvenido sea.

Los criterios de años anteriores eran estos y los he modificado un poco por un importante sesgo que introduje al principio:

-Hago la lista sobre libros publicados o reeditados en el 2016 habitualmente (este año cambia). Ni mucho menos me leo todo (ni nadie lo hace) y tengo mayor afinidad por libros de editoriales pequeñas independientes que por las grandes monopolizadoras (esta afinidad tiene que ver con leer antes un libro que otro), aun así podréis comprobar que hay de todo.

-El número de libros de esta lista varía de un año a otro, no pongo límites, este año son veinte los elegidos, que son muy acordes con los 222 libros que he leído.

-El orden en el que aparecen  intentaba que fuera cronológico aunque se puede haber mezclado alguna, desde principios de año hasta las últimas lecturas, no asigno posiciones, son mis libros favoritos sin más.

-Este año he dedicado buena parte del mismo a leer escritoras, por lo tanto la lista puede estar compuesta en su mayoría por libros escritos por ellas, naturalmente, puede haber libros de años distintos al 2016.

–Lo más importante: el criterio de elección es mi gusto personal, aparecen los libros con los que más he disfrutado (por los motivos que sean) y, por lo que he estado observando en otras listas, no suelen coincidir con la mayoría de ellas (excepto casos puntuales).

-Ah, NO MENOS IMPORTANTE, los he leído todos.

Sin más dilación, que entre la lista:

El libro de la almohada de Sei Shōnagon /La historia de Genji de Murasaki Shikibu, son dos, pero me parecía buena idea unirlos, dos lecturas complementarias de las dos autoras milenarias japonesas; dos clásicos inolvidables que no solo muestran una época sino una manera de hacer las cosas, de expresarse, una manera más poética/artística.

La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Alexievich , este es probablemente uno de los libros que más me han impactado nunca, es tan doloroso que me parecía mentira estar leyéndolo, Alexievich es una cronista de las voces olvidadas, no necesita utilizar el estilo para mostrar los hechos, los hechos se muestran solos a través de los testimonios de aquellos que no pueden hablar, y lo hace de fábula. Es difícil no recomendar este ensayo, es difícil no emocionarse con él.

Pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg, Ginzburg me enseñó con la primera obra que leía de ella que la nostalgia podía utilizarse de una manera que no resultara sensiblera y facilona; la escritora italiana sabe utilizar los sentimientos y su prosa rezuma emoción e inteligencia a partes iguales.

Middlemarch de George Eliot, soy un verdadero cobarde, no me atreví a escribir nada de esta obra maestra de una de las mejores escritoras en lengua inglesa. ¿Qué voy a decir a estas alturas de ella? Poco puedo aportar, solo la necesidad de leerla, una y otra vez.

El bosque de la noche de Djuna Barnes, todavía conservo la fascinación que me produjo su lectura; un tipo de lectura que se caracteriza por la ambigüedad de lo contado en cualquiera de sus vertientes; importa tan poco el “qué” cuando el “cómo” te embruja de esta manera.

Por no mencionar el perro de Connie Willis, venía con los deberes hechos, una persona muy sabia ya me comentó que con Willis hay que empezar por Oveja Mansa, sus cuentos o este libro. Empecé con este porque la mezcla de lo victoriano con la ciencia ficción, los viajes en el tiempo y mis queridas paradojas temporales me podía atraer un montón y, desde luego, acerté de pleno, vaya lectura más satisfactoria, otro de mis libros favoritos para siempre.

El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers, este libro supuso un antes y un después en mi camino lector; McCullers creó un personaje inolvidable, John Singer, para ofrecernos un abismo emocional en el que hundirnos. Uno de esos libros que desembocan en lágrimas y casi ni sabes cómo ha ocurrido.

Antología poética de Wislawa Szymborska, podrían haber estado sus lecturas no obligatorias, pero al final me decidí por su poesía, absolutamente excepcional; esa poesía es la culminación de toda su filosofía de vida: la idea del no-saber, reconocer en todo momento que estás aprendiendo. Es tan interesante que la he tomado como parte de mí, es la mejor manera de estar siempre creciendo y no perder nunca la curiosidad por lo que venga.

Metáfora y memoria: Ensayos reunidos de Cynthia Ozick, me falta por leer mucho de esta extraordinaria autora, pero sus ensayos fueron una grandísima puerta de entrada. Me encantan sus reflexiones sobre el ensayo en sí mismo y sobre algunos autores,  especialmente sus disecciones de Henry James. Otro ensayo de esos que no hay que perderse y vuelven a demostrar lo entretenido que puede ser hablar de literatura.

Su pasatiempo favorito de William Gaddis, este es un clásico en mis listas, a veces puedo ser previsible, y con Gaddis me salen todas las debilidades, su última novela ya publicada. Qué lástima que sólo nos queden sus ensayos y sus cartas.

Breve historia de siete asesinatos de Marlon James, mala suerte la de este libro increíble, el problema de publicarlo hace tantos meses es que pasan los meses y ya nadie se acuerda de él; pongo mi pequeño grano de arena recordándolo como uno de los mejores del año, una monumental polifonía en torno a Bob Marley con una traducción trabajadísima de Javier Calvo y Wendy Guerra.

La increíble boda de Gilbert y Moira de Joe Keenan, como dije en este resumen de agosto, esta delirante comedia lo tiene todo y ha conseguido que tenga las carcajadas más estentóreas del año. Su trama tiene un desarrollo excelente donde todo se va conjuntando, sorpresa a sorpresa, hasta llegar al espléndido final. Qué necesario es poder divertirse leyendo un libro.

El intérprete del dolor de Jhumpa Lahiri, en este texto de Canino elegí la reedición de esta ópera prima de la autora como uno de los mejores libros del año y no me bajo de mi opinión, en un año fabuloso para las grandes artesanas de los cuentos, Lahiri brilla con una luz serena y tersa, como la de sus palabras.

El signo del miedo de Margery Allingham, casi parece mentira pero ya tenemos libros de las cuatro grandes damas del Detection Club con libros en España; Impedimenta se ha comprometido a ir sacando uno cada cierto tiempo de Allingham y es una gran noticia porque es radicalmente distinta a las otras, su Albert Campion está más centrado en las aventuras sin dejar de lado lo detectivesco pero hay que reconocer que es otra visión del género. Este libro es magnífico, un buen exponente para saber si te puede gustar la autora.

Poesía completa de Alejandra Pizarnik, lo sé, es extraño que caiga ahora por aquí, pero es en este año cuando la he leído. Me quedaría a vivir en los versos de Pizarnik. No creo que pueda decirse mejor elogio.

Velázquez desaparecido: la obsesión de un librero con una obra de arte perdida de Laura Cumming, fantástico ensayo el de Laura Cumming que convierte la fascinante búsqueda de un cuadro del autor sevillano en toda una historia detectivesca; al mismo tiempo nos muestra el perfil más oculto del pintor y la vida de la corte en la época. El trabajo de investigación es un simple aderezo ante esta historia que trasciende el ensayo llegando casi a una historia de género policíaco.

Manual para mujeres de la limpieza de Lucia Berlin, no es que necesite mucha visibilidad este libro, afortunadamente aparece en casi cualquier lista (Alfaguara tiene sus influencias); independientemente de esta omnipresencia, este libro de relatos es excepcional, Berlin escribe tan bien, maneja tan cuidadosamente cada palabra dentro de cada párrafo que es capaz de hacerme llorar y reír a carcajadas en cuatro frases. Es de los mejores libros de relatos que he leído nunca.

Black Out de María Moreno, me llegó casi por casualidad este libro que no ha sido publicado aún en España y me he quedado maravillado. Se habla de ella como la gran cronista argentina y no me extraña, qué retrato cultural de los años sesenta y setenta alternando entre tres géneros y dando voz a los autores de la época. Qué pena me da llegar tarde a este universo, siento siempre la sensación (como con Kamenszain) de que me pierdo mucho de lo que va implícito en el relato, incluso de lo explícito, la formación anglosajona me ha limitado en estos aspectos. Afortunadamente, con estas limitaciones, lo he disfrutado a lo grande.

Tea Rooms de Luisa Carnés, vaya recuperación importante la de esta autora de la generación del 27 que nos traen desde Hoja de Lata; fiel reflejo de una época difícil para los derechos de la mujer, su prosa alterna entre diálogos secos, abruptos, muy bien pensados, con descripciones detalladas y bien ejecutadas. Es la primera de la punta del iceberg de la época. Queda mucho por descubrir.

Las Mitford en la edición de Charlotte Mosley, este libro es absolutamente fascinante, un colosal testimonio que recoge una muestra de las cartas que se enviaron entre sí las increíbles hermanas Mitford y al que no le falta nada de nada, eran tan diferentes entre sí, el camino de sus vidas transitó en paralelo con la historia del siglo XX y es todo un reflejo de una época convulsa. Es uno de los libros del año a pesar de su complejidad. Todo un microcosmos de nuestras propias vidas.

Y hasta aquí estaría la lista de libros, que normalmente suelo integrarla con cómics, sin embargo, este año se me hacía muy extensa si los añadía, de ahí que haya decidido introducir un apéndice excepcional con la mención de siete cómics y un libro sobre autoras del cómic en inglés. Os pongo el enlace a los sitios donde he comentado algo sobre ellos:

CBLDF Presents: She Changed comics

¿Podemos hablar de algo más agradable? de Roz Chast

Fun Home de Alison Bechdel

Ms Marvel de G. Willow Wilson y Adrian Alphona 

Leñadoras de Noelle Stevenson, Grace Ellis, Shannon Waters y Brooke B. Allen

Sarah’s Scribbles: Crecer es un mito de Sarah Andersen 

Una Entre muchas de Una 

Que no, que no me muero de María Hernández Martí y Javi de Castro

Y eso es todo, ya es demasiado por este año. Veremos cómo se presenta el siguiente año.

¡FELIZ AÑO 2017! !Buenas lecturas!

Resumen Abril 2016. ¡Qué barbaridad!

Esta vez no andaré con eufemismos, he leído un montón. Y, además, lo he disfrutado de igual manera. De las 23 lecturas, cinco fueron de hombres; el resto, escritoras. Sigo aumentando el número  de escritoras este año y añado algunas de las que todavía no había leído nada (ocho más). Vayamos a la ristra de abril: 

El misterio de Riddlesdale Lodge de Dorothy Leigh Sayers, lo más fascinante de haber leído este libro es haberlo hecho en la edición de tapa dura antigua que encontré, edición en la que también estaría el siguiente. La siguiente curiosidad es que este es el segundo libro de Sayers en el que tiene como protagonista a Lord Peter Wimsey y que, en estos momentos, es inencontrable. ¿Y el misterio? Bien, gracias.

Lord Peter descubre el delito de Dorothy Leigh Sayers, incluido en la edición que comenté anteriormente, esto es aún más curioso porque son historias cortas del mismo detective (no sabía que existieran); están ubicadas justo después de El misterio del Bellona Club, el único libro que me había leído hasta este mes. Lo bueno es que las distancias cortas no le sientan mal tampoco.

Frankestein de Mary Shelley, eterno pendiente que por fin ha llegado este año, ya tocaba. Una obra maestra disfrutable a muchos niveles. Espero poder escribir algo sobre él más adelante. 

El misterio de Gramercy Park de Anna Katharine Green, bravo por la labor de editoriales como dÉpoca, la recuperación de esta entrometida impertinente y subyugadora al mismo tiempo. Ahora mismo acaban de publicar su segunda aventura y no puedo esperar para ponerme con ella. Llegará la reseña, de verdad que sí. 

Mi abuelo de Valérie Mréjen, nueva autora, siempre me gusta probar con dos libros por lo menos para ver qué tal, en este caso,  curiosamente cogí el primero y el último y he disfrutado los dos por diferentes motivos. Me gustaría escribir algo conjunto de ambos ya que la escritora francesa es muy interesante. Veremos.

Selva negra de Valérie Mréjen, la confirmación de una autora a la que seguiré a partir de ahora.

Antología Poética de Wislawa Szymborska, cuando lees la poesía de Szymborska pasa lo que pasa, te vuelves incondicional. Es excepcional y lo comenté en un post junto con su prosa. Si pincháis en el título tendréis más información.

El libro de los divanes de Tamara Kamenszain, vuelvo a redundar en mi comentario, pero es cierto como la vida misma. Me sobrepasa, la argentina es buenísima, el prólogo de María Moreno es fantástico y siempre tengo la sensación de que me pierdo la mitad de la batalla aunque me gusta lo que leo. Mi déficit de literatura sudamericana es más palpable en estas ocasiones.

Que no, que no me muero de María Hernández Martí, un simple vistazo a los dibujos de Javi de Castro sirvieron para llamarme la atención, los textos de María Hernández Martí me convencieron definitivamente por esa mezcla inevitable que deviene en una tragicomedia donde la protagonista, con pareja, perro, familia, amigos y un cáncer de mama, tiene que afrontar los hechos que le van sucediendo desde una perspectiva muy diferente a la habitual; el tratamiento de estos temas siempre es complejo pero, en este caso, no me equivoco al afirmar que prácticamente no se puede hacer mejor.

Y eso fue lo que pasó de Natalia Ginzburg, ya dije que la italiana se ha convertido en una de mis favoritas y es genial porque me quedan varios libros por leer. En este caso esta segunda novela, cortita, pero de gran intensidad, es otro ejemplo más de su buen hacer. En el horizonte me espera, por fin, Léxico familiar.

El viaje de Francesca Sanna, qué manera más maravillosa de presentar un tema tan candente como el de los refugiados para que lo pueda entender un niño. Qué hermoso y… qué triste, también es cierto.

Metáfora y memoria: Ensayos reunidos de Cynthia Ozick, por fin he podido leer a la norteamericana y me ha convencido. Ahora tengo que convencer al resto. En un próximo post, al menos, lo intentaré.

Longshot de Ann Nocenti y Arthur Adams, relectura aprovechando que estoy buscando mujeres escritoras en cómics. Nocenti, en esta serie limitada, presentaba uno de los personajes más atractivos que he leído en el fértil universo mutante, qué imaginativa fue al crear al curioso y “suertudo” Longshot, qué bien el dibujo de Adams, cómo me gustaría ver publicada su etapa de Daredevil. Crucemos los dedos.

Muy lejos de Kensington de Muriel Spark, me queda poco por leer de escritora británica, pero encontrarse con ella es siempre un gran placer. Tanta sutileza parece imposible, tanta oscuridad en un envoltorio inglés es aún más difícil de encontrar.

Bordados de Marjane Satrapi, con el pretexto de una reunión de mujeres, la escritora iraní diagnostica con buen humor algo tan duro como la situación de la mujer en el Oriente medio. Un mundo radicalmente distinto del nuestro donde la libertad no es habitual y los pocos derechos que se han ganado aquí, allí no son ni alcanzables.

Lady Killer de Joëlle Jones, sinceramente, ni estaba previsto, lo encontré de casualidad y, la verdad, es satisfactorio encontrarte con las peripecias de una asesina profesional que es capaz de llevar a cabo su vida de ama de casa y, en sus tiempos libres, masacrar a quien le manden.

The Grownup de Gillian Flynn, supongo que en algún momento esto llegará aquí, en una edición de esas “sacacuartos” a las que nos tienen acostumbrados; historia corta que vuelve a demostrar que Flynn es una voz a seguir aunque solo sea por sus argumentos perversos. Tres libros suyos leídos, tres libros que recomiendo sin dudar.

La mucama del Ominculé de Rita Indiana, definitivamente, lo mío con Indiana es imposible, sobre el papel me debería haber gustado un montón este libro, al final acaba agotándome, es apabullante, su estilo fantástico, pero siempre sus historias me acaban cansándo(me) (aun siendo cortas) y me cuesta un horror acabarlo. Somos incompatibles, y me da pena. No consigo entrar en ellas.

Los disidentes

Marcelín de Sempé, dice el autor francés que “No creo que mis personajes sean minúsculos. Quizás el mundo sea demasiado grande.” Lo que está claro es que encontrarme con sus pequeños protagonistas me produce una irremediable ternura, una sensación de estar al borde de las lágrimas por lo que nos cuenta, la encantadora historia de dos niños que tienen atípicas molestias: sonrojarse sin ningún motivo y estornudar sin venir a cuento. Y cómo estas particularidades servirán para unirles en una amistad que durará a lo largo del tiempo a pesar de todas las dificultades que se encuentren. Con Sempé es imposible equivocarse. 

Su pasatiempo favorito de William Gaddis, otro con el que no te equivocas nunca, nuevo tochazo del autor, sin pincháis en el título, tendréis mucha más información que ya comenté por aquí. 

Unas horas con los poetas muertos de Ko Un, fan incondicional del poeta surcoreano, esta nueva antología es una manera de recordarme de nuevo todo lo que me gusta. 

Donde viven los monstruos de Maurice Sendak, pero bueno, ¡qué delicia! 

Breve historia de siete asesinatos de Marlon James, me he extendido de sobra con esta obra en el post que hice al respecto. En el blog tenéis más información. No digo más, es una de las novelas del año.

Una vez acabado el resumen, no quiero irme sin poneros las adquisiciones de abril.

AdquisicionesAbril

Como os podéis imaginar, varios de ellos los tengo pendientes. Espero que vayan saliendo poco a poco. Aunque también creo que no va a ser en mayo. Bastante tengo con el Baileys Prize.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

Su pasatiempo favorito de William Gaddis. Culmen postmodernista

GaddisEl lector habitual de Gaddis acaba una obra suya y se siente envuelto en un aura de reverencia. La sensación de haber caminado por un inmenso desierto, lleno de trampas, penurias, hambre, etc. pero también sabe que se ha encontrado con oasis donde lo placentero remedia  el viaje por la tierra baldía, son respiros donde se distingue con mayor intensidad la potencia de la prosa del escritor. Tras leer Su pasatiempo favorito, la última obra de ficción que quedaba por reeditar por Sexto Piso, el desierto ya no es tal, los oasis han aumentado milagrosamente. Estoy en ese momento en el que he disfrutado plenamente del escritor y su obra, y todo ello olvidando el halo de dificultad que le rodea. (Podría ser un buen momento para releer alguna de sus obras anteriores).

Su pasatiempo favorito, publicada en 1994, fue la culminación de su obra narrativa en vida, sus tres obras anteriores, excelsas, le sirvieron para desarrollar un estilo propio que está presente en esta última, la mayor diferencia estriba en el tema que trata de fondo: una sátira del sistema judicial estadounidense. Sin embargo, muchos de los temas tratados ya aparecieron en sus obras anteriores y el estilo, al tener menos narradores, no resulta tan enrevesado para seguir, es mucho más accesible manteniendo la sutileza de Gótico Carpintero ; de ahí que esta obra resulte como una amalgama de todo lo bueno que desarrolló Gaddis y que ahora mismo resumo, por ejemplo, la siempre presente motivación musical  que tan bien desarrollaba en JR:

“Estos papeles que me has hecho que te traiga porque tienes miedo de que te los roben y mira Harry tiene razón, lo demás es pura ópera. Yo soy la Reina de la Noche y ese misterioso mensajero recorre las salas del hospital en busca de casos terminales, engatusando al viejo conde para que componga un réquiem y así hacerlo pasar después por obra suya, asustándome cuando éramos niños cuando decías que volverías a la casa en forma de fantasma, justo lo que me ha pasado esta mañana, con la neblina que rodeaba el lago y de repente una bandada de cisnes aparecen planeando como muertos y al otro lado del lago  todos esos rojos y rojizos…”

Sus referencias musicales van más allá de la simple mención, hay un conocimiento mucho más profundo como ya he comentado en alguna ocasión, lo mismo podemos decir de su sapiencia literaria que se manifiesta de manera muy clara en el siguiente párrafo y que vuelve a poner la diana en el discurso artístico que está presente de desde su primera obra:

“Entre los ejemplos más egregios cabe destacar la acusación de Ruskin contra Whistler de haber arrojado un bote de pintura al rostro del público; las burlas que al principio recayeron sobre los impresionistas y que, una vez asimiladas, se dirigieron contra los cubistas; las mofas con que fueron acogidas las innovaciones musicales de Bizet, consideradas responsables de la muerte del artista; los desórdenes provocados por el estreno de La consagración de la primavera, de Stravinski; sin olvidar que desde el día en que Aristófanes tachara a Eurípides de “creador de muñecos y granujas” se ha venido acumulando sobre los escritores una avalancha de desdén: la prensa recomendó al autor de “Oda a una urna griega” que volviese con “los emplastos, las píldoras y los botes de ungüento”; calificó Espectros, de Ibsen, de “repugnante herida sin vendar, un acto obsceno realizado en público”; de “basura sentimentaloide” la Ana Karenina de Tolstoi; en nuestro propio país, el desprecio que despertaron todas y cada una de las obras de Herman Melville culminó en Moby Dick, “enormes dosis de jerga hiperbólica, sentimentalismo lacrimógeno y bazofia tragicómica”, y desde los días de Melville los escritores que han corrido la misma suerte son demasiado numerosos para citarlos a todos.[…] En definitiva, el artista es el blanco de la crítica y su causa confusa.”

De hecho no suele faltar su reflexión (en tono jocoso) al respecto de la crítica cultural, uno de los chistes recurrentes en este libro como podemos ver aquí:

“SR. BASIE: Debe constar en acta y es una cuestión de forma. Está confundiendo al testigo deliberadamente, yéndose por las ramas con eso de los críticos literarios y…

  1. MADHAR PAI: Perdone, amigo, pero yo no he hablado de críticos literarios, sino de quieres reseñan libros, y existe una diferencia enorme, aunque a muchos les gusta que los llamen críticos, a no ser que tengan problemas, en cuyo caso prefieren que los llamen periodistas. Y si no le importa, querría continuar con…”

Gaddis siempre utiliza casos particulares para llevarnos a la caracterización de una sociedad entera, la desorbitada presencia de abogados por habitante nos alerta sobre la corrupción de una sociedad avariciosa y estúpida que no actúa por el bien del individuo; los pleitos, o más bien su deformación, son las consecuencias de un sistema injusto donde la única motivación es el bien propio, el egoísmo:

AFrolic“-No te burles Harry, no puede uno reírse de los problemas de la gente… Puede parecer así, pero ¿por qué no intentas ver el lado bueno?

-No deberías haberte casado conmigo Christina. Nosotros no tenemos muchas oportunidades de ver el lado bueno de la gente, con tanta avaricia, tan estupidez, tanto doble juego.. En un sistema como el nuestro, ¿cómo quieres que la gente saque a la luz lo bueno que lleva dentro? Hay un abogado por cada cuatrocientos  o quinientos habitantes y la mayoría no puede permitirse el lujo de pagarles. Los que pueden, como tu amiga, son todavía peores, lo lían todo y encima luego quieren que les soluciones el lío y…”

Me imagino que, por la época en que fue escrita, Gaddis era más que consciente de la cultura del espectáculo, encarnada especialmente por ese monstruo/ente mediático que tiene que ver con Hollywood, Broadway;  nuevamente su idea del espectáculo hoy en día (sea este cine, teatro, etc…) está estigmatizada por elementos superficiales muy lejanos a lo que él entendía como arte, elementos que, por otra parte, llaman más la atención que su concepción de un arte que va más allá de lo que se ve a primera vista:

“-¡Pues precisamente porque nunca ha llegado a representarse! No la ha visto nadie, porque ¿usted cree que una obra de ideas tan seria tiene cabida en Broadway? Lo único que quieren son tetas y culos, un montón de idiotas haciendo cabriolas en el escenario y cantando estupideces sobre culos y tetas y ordinarieces, con las entradas pagadas por la empresa para los clientes de otra ciudad, que no están precisamente interesados en nada que requiera una pizca de inteligencia y…”

Concepción, la suya, que se fundamenta, ni más ni menos que en el uso de la palabra:

“-Vamos a pasar a las declaraciones Oscar, todavía no ha visto usted nada. Es lo que intento que comprenda desde el principio: palabras, palabras y nada más. De eso se trata precisamente. 

Adviértase que, de acuerdo con el artículo 31 del Código de Derecho Civil, el demandado, denominado Kiester en el presente documento, reconocerá al demandante, Oscar L. Crease, como la parte contraria […]”

Y que le sirve para presentarnos un concepto que me resulta muy interesante: el lenguaje como protección. De hecho lo podemos ver como ejemplo en el propio libro gracias a las sentencias que el autor, amablemente, nos presenta con toda la verborrea habitual del lenguaje judicial. El lenguaje, en sí mismo, se convierte en una barrera que protege la accesibilidad con respecto a la profesión completa. En efecto, no es algo que ocurra solo en esta profesión sino que ocurre en la mayoría de ellas y contribuye a que los profesionales se sientan seguros en el medio que ejercen, toda una paradoja que el lenguaje se vuelva estable en inestabilidad ya que, en la mayoría de los casos, se caracteriza por la oscuridad y ambigüedad de aquello a lo que se está refiriendo (jerga judicial): 

“-Pues claro, no me hace falta pensarlo. Todas las profesiones son una conspiración contra la gente, todas las profesiones se protegen a sí mismas con un lenguaje propio, si no fíjate en el psiquiatra al que me mandan, ¿has intentado leer alguna vez una hoja de balance? Es como lo de las plumas de esa ave gigantesca parecida al perro que acorrala a su presa, todo se diluye en la lengua que se enfrenta con el lenguaje y lo convierte en teoría hasta que no trata de lo que trata sino que trata sólo sobre sí mismo, […]”

A falta de sus ensayos y cartas, es indudable que estamos ante uno de los escritores con una carrera literaria más consistente, pocos hay que puedan contar sus obras por número  de obras maestras (sus cuatro primeras lo son); es un lujazo que podamos disponer (gracias al esfuerzo de Sexto Piso) de todas ellas para releerlas en cualquier momento y dejarnos seducir una vez más por el embrujo de la subyugadora prosa de William Gaddis:

“Sobre el lago había descendido una extraña bruma y la extensa pradera se deslizaba hacia el agua como si se estuviera inundando, ni una nube en el cielo a la que culpar del súbito cambio de la luz con el que la orilla opuesta desapareció bruscamente en una apagada línea de gris y la distancia media pareció avanzar y retroceder, el lago entero elevarse, jadeante, al menguar al pie de la pradera en una ondulación ascendente hacia el otro lago como un enorme desnivel mecido por alguna catástrofe del inframundo, titubeando con el regreso de la ondulación , retirándose con un ritmo ininterrumpido como si se ladease un cuenco gigantesco, cuando ella se aferró con una mano al alféizar arrastrada por una oleada de vértigo que, de repente, le frunció la blusa contra el cuello y se volvió buscando aire entre la nube de humo que se dirigía hacia ella, rizándose desde la chimenea.”

Los textos provienen de la traducción de Flora Casas de Su pasatiempo favorito de William Gaddis editado por Sexto Piso.

Cuarto mes. Un mes desafiante

El mes pasado cogí buen ritmo; tengo la sensación de ir muy rápido y, al mismo tiempo, estar disfrutando como nunca, estoy descubriendo nuevas autoras y redescubriendo otras que ya tenía, además de consolidar las que eran mis favoritas. Cuando termine el año voy a tener una recopilación de autoras muy variada y de gran calidad. Ciertamente satisfactoria. Os pongo a continuación la recopilación de libros que quiero leer este mes de abril y a después resumo mis ideas:

cuartomes1

La foto es ciertamente ilustrativa, el desafío viene por dos obras de tamaño considerable, por un lado el último tocho de William Gaddis, Su pasatiempo favorito, con el que Sexto Piso da casi por finiquitada su particular recuperación de la magna carrera de uno de los estandartes del postmodernismo (a falta de su libro de ensayos); por el otro lado, atención al último ganador del Booker Prize, editado por Malpaso, Breve historia de siete asesinatos, sobre los intentos de asesinato de Bob Marley, promete mucho.

GaddisAnte la intromisión de estos dos elementos en mi proyecto de leer mujeres, he intentado seleccionar libros que puedan alternarse bien con los anteriores, libros más cortos de temáticas más variadas donde hay cómics, poesía, ensayo, un poco de todo. El otro leitmotiv del mes es introducir nuevas autoras. Con estas condiciones me han salido las siguientes:

-Probaré con la francesa Valérie Mréjen, me ha llegado la recomendación por varios sitios y es un buen momento. Selva negra y Mi abuelo son las opciones que he escogido.

-Aunque parezca mentira no había leído nada de Jennifer Egan, ni siquiera el muy conocido El tiempo es un canalla, acaba de salir uno de cuentos Ciudad Esmeralda que también entra en los posibles.

-Lo mismo puede decirse de la archiconocida  Clarice Lispector, este mes lo remediaré con dos ejemplos interesantes: La hora de la estrella y Un soplo de vida. No sé si serán los mejores, desgraciadamente he confiado más en mi intuición.

-Este mes toca segmento germánico, dos extremos, la filósofa Hannah Arendt de la que voy a probar su Más allá de la filosofía, Ingrid Noll será la otra cata, más cerca de lo noir (a su manera) con A la mesa.

BreveHistoria-Poquito a poco voy aumentando las escrituras de origen sudamericano (o centroamericano), este mes entran Sylvia Molloy, Rita Indiana (de la que quiero probar otro libro tras la mala experiencia anterior), Cristina Rivera Garza y vuelvo a programar a Gabriella Wiener (me encanta).

-Lo británico no puede dejar de estar presente, a la Edgeworth (que tengo pendiente ya dos meses) se le suman dos nuevas: Jeanette Winterson e Iris Murdoch.  La segunda es una elección personal por su cercanía a mi adorada Byatt, la primera es otra de esas escritoras que me recomiendan por todas partes. Ah, y una de las últimas novelas que me faltan de Muriel Spark.

-Lógicamente, no faltan escritoras norteamericanas, muchas ganas de Lucia Berlin y sus relatos cortos, de la historia de la actriz porno Madison Young y del ensayo de Jill Leovy sobre los conflictos raciales en New York. Y desde luego los ensayos de Ozick y las novelas de detectives de Anna K. Green, con su encantadora protagonista Amelia Butterworth.

-Las últimas mujeres escogidas (no nombro las que se repiten de otras ocasiones) son María Hernández Martí y su comprometido Que no, que no me muero, otro libro de Ginzburg y la grandísima Szymborska (ya en mi habitual flujo de lecturas) con una antología poética.

-Acabo esta previsión con dos hombres, Sempé y Ko Un, no me cansaré de recomendar cualquier antología que salga de mi poeta surcoreano favorito.

Vale, me he pasado, lo peor es que estoy en medio de otras lecturas…. O sea que  van cayendo por un lado u otro. Planifico estos posts como una manera de ordenar en lo posible, pero no es una regla fija, no puede convertirse en una regla fija. Porque la lectura nunca es previsible. Y tiene que seguir así.

Ya contaré qué tal ha ido este mes en el resumen correspondiente.

Un abrazo y ¡Buenas Lecturas!

El cuaderno perdido de Evan Dara. Colmena narrativa

Cuaderno_CubiertaHoy en día se habla muchísimo de los editores, raro es el día en que no sale a la palestra la labor de Jaume Vallcorba (1949-2014) o del archiconocido Jorge Herralde, verdadero paradigma utilizado recurrentemente por la prensa dedicada a estos menesteres. A veces a su lado aparecen los “wannabes” esos aspirantes, más jóvenes, normalmente emparentados con editoriales más pequeñas, independientes en su mayoría.

José Luís Amores, el  fundador, editor y traductor de la mayoría de los libros que aparecen en la colección de la pequeña Pálido Fuego , no suele aparecer en estas entrevistas y clasificaciones; él no se puede permitir la publicidad y los “amiguismos” que se gastan otros para llegar ahí, no voy a señalar aquí ninguno porque ya tienen bastante publicidad por sí mismos; sin embargo , tras tres años de ardua lucha contra los elementos: esos gigantes editoriales que copan el mercado con novedades insustanciales en un ochenta a noventa por ciento, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que su catálogo, sus dieciocho títulos, constituyen una rara avis por la calidad que atesoran además de estar muy bien traducidos y editados, un trabajo artesanal, de mucho esfuerzo, de un cierto secretismo en cuanto al anunciar las novedades; privacidad necesaria para que sus libros no sean fagocitados por un mercado editorial controlado por dos inmensos colosos.

Como bien indica José Luís en esta publicación donde comenta cómo lo conoció y lo pudo publicar, El cuaderno perdido de Evan Dara supone un paradigma de todo lo que significa su editorial; libros arriesgados de gran calidad y, él es muy consciente, con un público objetivo alejado de los grandes números (excepto casos puntuales como la famosa Casa de hojas de Danielewski de la que ya hablé por aquí .

Cosas como que el crítico Stephen J. Burn haya realizado la introducción a esta publicación en español de la obra de Dara demuestran el cuidado con el que edita la obra de un tipo tan esquivo como Pynchon y Ferrante, que no duda en renegar de todo el negocio montado  a través de la literatura pero que cede ante propuestas tan interesantes como estas: tan alejadas del mainstream. Volviendo a Burn, es muy interesante comprobar cómo realiza la comparación de Dara con otros autores contemporáneos presentándonos características estilísticas como ese narrador colmena muy lejos de una narración individualizada:

“Con independencia de las diversas actividades capaces de coadyuvar al logro de presencia literaria en Estados Unidos, también es cierto que El cuaderno perdido (y la narrativa de Dara en general) es más difícil de equiparar con las expectativas comerciales de una novela convencional. Sea cual sea la cultura no literaria que salpique una novela de Franzen, Powers o Wallace, y sean cuales sean las excursiones estilísticas que tengan lugar en sus libros, en justicia cabe caracterizar cada novela de estos como un relato entrelazado con varias incursiones narrativas más o menos lineales sobre personajes individualizados y entretejidas en una estructura narrativa alterna. Por otro lado, El cuaderno perdido es una detonación más audaz y más radical del sistema de creencias subyacente en el corazón del género novelesco; detonación que comienza con su rechazo de la soberanía de la escena individualizada, discontinua, y que acaba con la reformulación de la soberanía del individuo por encima de sus distinciones de género.”

No solo subraya diferencias sino las similitudes con autores anteriores, el norteamericano no es un renovador, pero utiliza parte de lo vigente para desarrollar un estilo propio; para lectores de Gaddis, es empezar el libro y recordar muy vivamente Jota Erre; lo bueno del autor es que utiliza distintas estrategias para que no resulte repetitivo:

“Como antecesores del estilo radical de Dara a nivel técnico cabría señalar a Manuel Puig, Ronal Firbank y –quiá el más obvio- William Gaddis. Desde su segunda novela, JR (1975), en adelante, Gaddis transformó progresivamente su obra en un collage de diferentes textos y voces, apoyándose en la energía narrativa del diálogo para hacer avanzar el libro. Llevando la impersonalidad modernista a un nuevo nivel, durante largos tramos este diálogo se presenta sin las acostumbradas señales de posición de la novela realista –los “él dijo” o “ella dijo”-, lo cual proporciona a Gaddis una técnica extraordinariamente económica donde las mismas peroratas llevan implícitas sus propias acotaciones (gestos, relaciones espaciales, atuendo) tradicionalmente ofrecidas por un narrador esforzado.”

Este flujo continuo, nos cuenta Burn, se produce de una manera continua, sin transiciones diferenciadas y palpables entre los cambios de narradores, sientes que ha cambiado pero puede haberse pasado el cambio:

“Del mismo modo, las escenas individuales ya no están diferenciadas, si bien, en lo que tal vez sea el desarrollo más revolucionario de Dara, los cambios entre voces (y ubicaciones) tienen lugar con poca o ninguna fanfarria. El producto final es sorprendentemente legible, con un constante intercambio de voces que crea la sensación de un flujo veloz, en lugar del staccato de intermitencias de los habituales capítulos alternados. Sin embargo el libro no es una mera demostración formal asombrosa; de hecho, en un momento dado Dara parece avisarnos contra semejante conclusión, cuando un personaje se queja de que el “ingenio es enemigo del contenido (296).” Lo que convierte la novela en algo más que una representación de virtuosismo técnico es que el rechazo de Dara a adherirse a una figura exclusiva o trama única está íntimamente relacionado con la temática central del libro.”

Con esto llegamos a la idea dominante del libro:

“Esta visión de interconexión –“de conjunto, de un solo organismo respirando al unísono” (448)- posee una clara e importante dimensión ecológica, elaborada por muchas de las voces del libro. Aunque también se asienta en el hecho de que la cosa más cercana a un personaje unificador y recurrente en la novela es (en un movimiento reflejo del decreto estadounidense 1818 que define una empresa como un ser artificial) la empresa que parece representar la mayor de las amenazas para los diversos personajes y su entorno.”

Una colmena que actúa como un único ser  y que adquiere dimensiones ecológicas (evidente según lees) que se vuelven épicas aplicadas a todos los aspectos extrapolables de la vida; se vuelve un texto de gran riqueza por el manejo de diferentes imágenes que nos van acercando al verdadero significado; como dice el prologuista, nuestro marco de referencia establecido muta a lo largo de la narración volviéndose cada vez más completo:

“Sin embargo, la auténtica riqueza de El cuaderno perdido estriba en que sus implicaciones y goces no acaban ahí. Si las cualidades de la narración cubista de Dara empujan al lector a pensar en la identidad en términos de yuxtaposición, donde el yo es redefinido como nodo individual inmerso en una red infinita, entonces las cualidades del pensamiento de los personajes de Dara empujan al lector a experimental el libro en estéreo: esto es, la plenitud intelectual del diálogo devuelve constantemente analogías para los propios procesos del libro que nos animan constantemente a modificar el marco de referencia que utilizamos para comprender el libro, y lo sitúa casi en contextos por momentos más alejados de los literario.”

La gran esperanza de Burn es palpable en el siguiente párrafo:

“Si los destinos contemporáneos de los libros de Melville y Dara nos enseñan algo es que la narrativa innovadora que plantea preguntas complejas acerca de los costes del imperio americano ha de ascender a menudo una empinada ladera para obtener mayor reconocimiento. Es de suponer que Dara ya era consciente de ello –a fin de cuentas, uno de los temas del libro es una extensa crítica de la frívola cultura publicitaria que abunda “en el adoctrinamiento de la fraudulencia” (254)- pero quizá esa traducción acabe ayudando a El cuaderno perdido a abrirse camino hasta un público cada vez más cansado de “reputaciones fabricadas”.

En efecto, forma y fondo se unen para ofrecer una experiencia lectora tan grata en lo formal como en el mensaje que transmite.

A estas alturas traía un montón de textos del fantástico libro… y me doy cuenta que he dado tanta información con el prólogo que me centraré en tres o cuatro párrafos de ejemplo y os dejo que lo descubráis.

Estos dos siguientes textos son muy representativos del estilo que usa el autor: el primero utiliza la imagen de la película para resaltar lo enriquecedor que sería disponer de la misma sin acabar, elaborando continuas versiones de dicha historia; emparenta directamente con el postmodernismo y su teoría de la recepción, reinterpretar una misma historia según las opiniones de aquellos que la reciben; no debemos olvidar que el autor cada vez que utiliza una imagen, esa imagen es directamente aplicable a lo que él está mostrándonos en el libro:

“[…] de hecho, mientras estaba allí sentado, escuchando a todas aquellas voces pintar el silencioso salón, la situación me recordó un poco a una película que había visto; se titulaba Rashomon, y cuando terminó, por algún motivo, lloré; recuerdo que no quería que la película acabase  que no se resolviera de ninguna forma; yo quería que la película simplemente continuara, que continuara elaborando más versiones de su historia, que continuara elaborando más personajes para que así estos pudieran añadir sus opiniones sobre el relato; de manera que me sentó fatal que la película sintiera la necesidad de llegar a una conclusión y se encendiesen las luces; me recuerdo camino de casa mordiéndome el puño, tratando de evitar llorar por la agitación;”

Tal es el caso del segundo texto, en el que utiliza una metáfora musical a través de una de sus estrategias, el vibrato (variaciones de frecuencia de una misma nota que realizan los cantantes para mantener notas en el tiempo) se convierte en una ruptura de lo establecido como es la variación de narradores dentro del libro de Dara:

“[…] y, dicho sea de paso, nosotros lo percibimos, sabemos instintivamente que hay más que lo que la monocultura musical occidental permite: considérese, por ejemplo, la forma más directa, más analógica con que expresamos emoción en la música: mediante el vibrato; y qué es el vibrato sino una ruptura de las rígidas divisiones entre tonos, una salida temporal de nuestra desgarrada segmentación musical: evocamos nuestros sentimientos más profundos e intensos retorciendo tonos entre el espectro lineal de la escala occidental, mediante la eliminación de su cualidad divisiva; ubicamos lo más humano entre medias, donde ya no estamos cuantificados, constreñidos…”

En el siguiente momento asistimos a su constatación de la necesidad de romper con sus formas narrativas, nuevamente extrapola lo literario con la propia narración:

“[…] … comprendí que había que acabar con mis estrategias fracasadas y compensaciones desesperadas.. que tenía que dejarlas atrás de una vez por todas… pues mis tendencias habían adquirido, advertí, la capacidad de perpetuarse a sí mismas, una fuerza de carácter narrativo, cuya autodeterminación irresistible, imparable, conducía cada vez más a la decepción… y por eso advertí que debía romper con mi narrativa, destrozar por completo esta serie de códigos que siempre traicionan su contenido…[…]”

Al final todo se convierte en una sucesión de voces que se alternan en pequeños diálogos, voces que sucesivamente conforman la destrucción de una sociedad que no puede hacer frente a un desastre ecológico abismal (curioso, en este momento recuerdo a la última premio Nobel Alexeievich y su Voces de Chernóbil, donde se cuida más el fondo que la forma utilizada pero, sin embargo, el fin resulta idéntico):

“-No disponemos de las herramientas adecuadas, ni siquiera de la experiencia científica apropiada, para evaluar estos problemas, le vi decir…

-Seguramente los científicos desconocen hasta el efecto a corto plazo que entre la mitad y un tercio de estas sustancias halladas en el suministro de agua residencial tienen en animales de laboratorio, oí en el Canal 9….

-Sin esta base de conocimiento, evaluar el efecto inmediato sobre las personas es casi imposible, vi…

-Menos conocimiento aún tenemos acerca de qué podría hacer cada una de estas sustancias químicas en un período de tiempo prolongado, oí en la KETC…

-Albert Butsen, funcionario del Departamento de Conservación Medioambiental de Misuri encargado de supervisar el cumplimiento por parte de Ozark de las normativas estatales medioambientales, declinó hacer comentarios sobre el anuncio de la APM, a la espera de su análisis por parte de los funcionarios estatales, condales y municipales, vi…

En este caos colmenar surgen voces individuales donde Dara muestra las imágenes más poéticas para mostrar las situaciones más dramáticas, más patéticas, sin embargo se convierten en pequeñas luces entre tanta sombra:

“-Estaba sentada en la rinconera de la cocina, salpicada por las últimas luces del día, filtradas por las copas de los matorrales del exterior; me había tomado un momento de calma para saborear un té aromático; abrazada por esta opulenta quietud, alargué el brazo y con las yemas de los dedos rocé los bordes de la mesa; y en seguida me descubrí estimulada por su solidez y su corpulencia rectangular la excelente y precisa homogeneidad de su oscura madera lacada, su lisura perfecta y su gravidez soportada por las cuatro patas y la consideración con que habían sido redondeados sus cantos; era, pensé tan manifiesta, y aun así expresaba su intensa presencia mediante atributos exquisitamente desprovistos de imposición; de hecho, era este juego de presencia pura y exquisita falta de imposición lo que confería a la mesa su valor; y volví a alargar una mano, deslizándola por una de las astilladas patas de la mesa, cuando mi hija, Jaquie, se acercó sigilosa –venía de jugar en el cuarto de estar-, me puso la mano en la rodilla y me dijo que debería tener otro niño…”

Mi consejo final: Leedlo. Hay pocas obras como esta.

Los textos provienen de la traducción del inglés de José Luís Amores de El cuaderno perdido de Evan Dara para la editorial Pálido Fuego.

Mi rentrée: el hype de otoño 2015

SupasatiempoEl año pasado realicé un artículo donde hacía predicciones sobre los que creía que iban a ser los mejores libros del final del año y la verdad es que no me equivoqué, fueron todos lecturas muy satisfactorias (uno de ellos ha llegado este año (Los desafortunados) y va a ser uno de los libros del año).

Este año, aprovechando la sucesión de artículos que suelen sucederse con respecto a esa palabra tan bonita: rentrée; y tras preguntar a varias editoriales por sus planes hasta fin de año, he diseñado mi rentrée particular, los libros que más me interesan y de los que ahora voy a hacer una pequeña división con los que espero con más ansia. A continuación, un pequeño resumen con aquellos en los que he enfocado mi “hype”:

-El primero, ya tradicional en estas fechas, es el próximo libro de William Gaddis, Sexto Piso acomete la nada desdeñable labor de publicar casi todo lo que hizo el autor norteamericano, y en esta ocasión nos trae Su pasatiempo favorito, posiblemente una de sus obras más monumentales junto con Jota Erre y Los reconocimientos, donde el autor acometía una sátira del sistema judicial en EEUU.

The Lost Landscape : A Writer’s Coming of Age de Joyce Carol Oates , el tercer libro este año de la incombustible escritora norteamericana nos va a brindar un coming age autobiográfico que nos puede desvelar la formación de la autora como escritora desde sus recuerdos de la infancia.

MafiaHistoria de la Mafia de John Dickie el autor de Delizia!  es un experto en estas lides, esta monumental tochazo promete un trabajo exhaustivo que nos desvele todo lo que tenemos que saber sobre la Mafia.

-Ojo al final de año que nos propone  Pálido Fuego, dos libros he escogido de su excelente rentrée, primeramente Zeroville de Steve Erickson una de esas historias de narradores múltiples donde todo es posible y la realidad se nos muestra de una manera alternativa; el otro es la particular versión de Pinocho en las manos del irreverente Coover, Pinocho en Venecia.

-En Ático de los libros también han preparado un final de año excelente, es difícil elegir sin dejar alguno de los que sacan pero me voy a centrar en dos novedades concretas: por un lado, el nuevo libro de Ian Morris en su colección de historia Guerra. ¿Para qué sirve?; por otro lado me atrae muchísimo su H de Halcón de Helen MacDonald, una particular novela que puede deparar grandes momentos desde una premisa diferente (“una mujer que, al perder a su padre, decide entrenar un halcón para recordarle pinocchiomid(pues ambos compartían un gran amor por la Naturaleza) y salir del tremendo marasmo emocional en el que ha sucumbido”) 

-De entre lo que publica en sus múltiples sellos PRH Mondadori cabe destacar la vuelta de dos grandes, nuestra ración de Stephen King y su Revival que puede convertirse en una de sus historias más oscuras; sorprendentemente, Lumen se ha dado cuenta de que tiene a Atwood en su catálogo y nos trae Nada se acaba, una elección bastante curiosa y lejana a lo que está publicando ahora mismo la autora canadiense.

-Dos novedades de sabor británico y que me gustan por motivos distintos, en Noviembre Alba, después de más de 35 años de la publicación de la última traducción, va a sacar una de las obras cumbres de D. H. Lawrence, El Arco iris, una noticia increíble; por otro lado ZerovilleAnagrama en octubre va a sacar lo último de McEwan y Amis, en esta ocasión, por la polémica y lo controvertido del tema, La zona de interés, del segundo es mi apuesta.

-Y para acabar una pequeña selección de género, Navona nos va a traer, en su colección de novela negra, la continuación de lo que publicaba RBA de Ross Macdonald, La Wicherly; Quaterni, las últimas aventuras de Byomkesh Bakshi en Las púas del puercoespín; dÉpoca va a empezar la publicación de las aventuras del investigador Lecoq en El misterio de Orcival de Gaboriau; Nevsky vuelve a la carga con Starobinets en octubre; y habrá que echar un ojo al Fantasma de Nesbo. Ah, casi se me olvida, ojo al James Bond ruso en Diecisiete instantes de una primavera que nos trae Hoja de Lata.

Esto, desde luego, es una pequeña selección, quién sabe por dónde irá el tema. Hay otros libros que tengo en mi lista  y podrían estar realmente bien. Veremos cómo va el final de año.

¡Buenas lecturas!

Resumen Diciembre 2014. Grandísimo colofón

Menuda forma de terminar el año. Diciembre fue un mes excelente por las lecturas escogidas. Empezó con Gaddis y acabó con Coover, pasando por Rohan O’Grady, Allie Brosh o “American Noir”. Todos ellos incluidos en mi top del año por méritos propios, por su calidad. Fue difícil llegar al reto que me había propuesto, porque la lectura de “La hoguera pública” estuvo marcada por su complejidad… ¡se reducía mi capacidad lectora a la mitad! Pero vaya lectura. Un mes, como de costumbre, muy variado y de buen nivel, con alguna pequeña decepción. El resumen, a continuación:

“Hipérbole y media” de Allie Brosh, entró con pleno derecho en el top del año la recopilación de posts del blog de la autora. Una mezcla irresistible de buen humor, estética inocente y tragicomedia.

“Los reconocimientos” de William Gaddis, una obra para nada redonda pero, sin embargo, una obra maestra en su irregularidad y pretensiones. Obra clave para entender el postmodernismo literario norteamericano.

“Nobles y rebeldes” de Jessica Mitford, por falta de tiempo no me pude extender en una reseña, sin embargo, no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendar este libro; la hermana de Nancy  ofrece un ensayo autobiográfico al que no le falta diversión y un fresco inolvidable de su familia y la época histórica que vivió.

“El gran mínimo” de G. K. Chesterton, como ya comenté, no es la mejor obra para conocer al gran Chesterton, pero sí que es una manera de complementar su obra para los que ya estamos rendidos al orondo escritor británico.

“Pero…¿quién mató a Harry?” de Jack Trevor Story, tampoco hice reseña, no porque no lo mereciera sino por falta de tiempo. Una comedia negra que, a pesar de llevar un chiste hasta la extenuación sorprendentemente funciona.

“Las cinco máquinas simples” de Todd McEwen, Automática intentó repetir el éxito de su maravillosa “Boston” con esta recopilación de cuentos sexuales del autor. Desafortunadamente, está lejos de aquel, se deja leer pero no embriaga para nada. Prescindible.

“Matemos al tío” de Rohan O’Grady, una verdadera delicia que me sorprende que no haya aparecido en ninguna lista del año. Así están las cosas.

“La escucha oblicua, una invitación a John Cage” de Carmen Pardo, espléndido intento de explicar la figura del polémico Cage. En breve aparecerá reseña por aquí.

“Un impulso criminal”  de P.D. James, la segunda novela de su detective Dalgliesh es, como de costumbre, un gran ejemplo de las virtudes por las que destacó la inglesa.

“Ananda:108 poemas Zen” de Ko Un, qué lástima que no podamos ver más poesía del surcoreano por estos lares, todavía espero que gane el Nobel y se produzca el milagro.

“Los papeles de Mudfog” de Charles Dickens, uno de esos libros al que completistas como yo no nos podemos resistir a pesar de la desigual propuesta.

“American Noir” de varios autores, edición de James Ellroy y Otto Penzler, imprescindible selección de relatos negros con varios autores que han engrandecido el género.

“El nadador en el mar secreto” de William Kotzwinkle, me temo que no entré demasiado bien con él. Donde algunos ven sutileza yo veo torpeza a la hora de extender la metáfora en la que se basa y abuso del sentimentalismo como herramienta para empatizar con el lector. Me consta que muchas personas que lo están disfrutando, yo no lo he hecho.

“Viaje a Rusia” de Stefan Zweig, anecdótico viaje del escritor austriaco que tampoco pasará a la historia por su calidad.

“La hoguera pública” de Robert Coover, el último libro del año fue, sin lugar a dudas, una obra maestra. Y entra en ese panteón de los mejores libros que he leído. Intentaré en unos días escribir algo más largo sobre esta obra capital

No puede faltar, como de costumbre, una foto de las últimas adquisiciones de la biblioteca.

Últimas compras

Como ya adelanté en este post  intentaré hacer una previsión de lecturas del mes, sobre todo para centrarme en las lecturas que me interesan más allá de cantidad. Las elegidas del mes de enero son las siguientes:

Lecturas_Enero Este mes he cogido varios de los que tenía pendientes del mes anterior como es el caso de los de King, Dickie, PD James, etc… y los he complementado con los del siguiente mes donde he puesto una muestra de literatura japonesa y alguno de mi proyecto como Dickens, Oates o Nooteboom. Claro que, al final, me he dado cuenta de que son más de los quince que tenía previstos. Es probable que no acabe con todos. Pero quiero ver hasta dónde va el asunto.

Lo que sí tengo claro es que son muy disfrutables y no me saldría de lo previsto cumpliendo con mi proyecto y con los objetivos de principios de año.

Ya os contaré qué tal va la cosa y cómo avanzo.

Mis lecturas favoritas del año 2014

Pasan los años y ya se está convirtiendo en una pequeña tradición realizar una selección con mis lecturas preferidas del año pasado. Os recuerdo que podéis consultar las de años anteriores en los siguientes enlaces.

Lecturas favoritas Año 2011.

Lecturas favoritas Año 2012.

Lecturas favoritas Año 2013.

Sinceramente, la utilidad de estas listas es la manera de hacer balance personal del año, sirven para valorar lo que he leído de manera cualitativa y junto con el post que suelo hacer con las estadísticas, complemento cuantitativamente esta información. Me consta que a varios lectores les sirven para prever posibles lecturas (o no), pero, sinceramente, no es el objetivo, lo hago porque me apetece a mí, como todo lo que aparece en este blog.

Los criterios son los mismos del resto de años pero los voy a resumir de manera esquemática:

-Hago la lista sobre libros publicados o reeditados en el 2014. Ni mucho menos me leo todo (ni nadie lo hace) y tengo mayor afinidad por libros de editoriales pequeñas independientes que por las grandes monopolizadoras (esta afinidad tiene que ver con leer antes un libro que otro), aun así podréis comprobar que hay de todas. Otros años introducía un libro de otro año pero este año, habiendo varias reediciones, no lo creo necesario.

-El número de libros varía de un año a otro, no pongo límites, este año han caído veinte, eso lo adelanto ya.

-El orden en el que aparecen es cronológico, desde principios de año hasta las últimas lecturas, no asigno posiciones, son mis libros favoritos sin más.

-No hay restricciones en cuanto al género escogido ni la temática.

Lo más importante: el criterio de elección es mi gusto personal, aparecen los libros con los que más he disfrutado (por los motivos que sean) y, por lo que he estado observando en otras listas, no suelen coincidir con la mayoría de ellas.

-Ah, NO MENOS IMPORTANTE, los he leído todos.

lepark_grandePasemos entonces a la lista en cuestión:

“Le park” Bruce Bégout, empezó el año inmejorablemente con esta novela del filósofo Bruce Bégout y que editó con mucho gusto Siberia; un parque de atracciones terrorífico por sus implicaciones y, quizá, porque está más presente en la realidad de lo que creemos. Muy poco se ha hablado de esta pequeña maravilla.

 

la-noche-a-traves-el-espejo-9788415973225“La noche a través del espejo” de Fredric Brown, reedición de la obra maestra de Brown que nos trae Reino de Cordelia y que debería hacer las delicias de cualquier aficionado a la novela policíaca; seguro que no va a estar en ninguna lista del año pero esta mezcla de onirismo y realidad es sencillamente mágica.

 

nariznotario“La nariz de un notario” de Edmond About, otra reedición de la mano, en este caso, de Ginger Ape Books & Films, una sátira de la beau monde parisien que le sirve de vehículo para criticar las relaciones de clase e indagar en la reflexión sobre la construcción de la identidad de una persona como fin último.

 

la-camara-sangrienta“La cámara sangrienta” de Angela Carter, otra más, en este caso la de los cuentos de Angela Carter que toman como base los cuentos de hadas de Perrault y los subvierte de tal manera que se convierten en vehículos para la defensa de la mujer y el feminismo, en una lectura de género ciertamente imprescindible. Máxime si, además, tienes las magníficas ilustraciones de Alejandra Acosta.

 

relatos-hispanicos-asombrosos-y-de-terror-9788437632667“Relatos hispánicos asombrosos y de terror” edición de Emilio J. Sales,  “asombrosa” recopilación de relatos a cargo de Cátedra que nos descubre una faceta deliberadamente ignorada: los escritores clásicos españoles también escribían narraciones de género, y lo hacían muy bien.

 

cuentosvictorianos“Cuentos de detectives victorianos” edición de Ana Useros, selección primordial para entender la evolución histórica de las novelas de detectives desde sus inicios, antes incluso de “Los crímenes de la calle Morgue”, que era considerada fundacional. Espléndida edición a cargo de Alba.

 

americanah“Americanah” de Chimamanda Ngozi Adichie, deliciosa novela que era de lo mejor del Baileys prize (junto con la novela de Lahiri) y que ahonda en el papel de la mujer, su emancipación y lucha contra el patriarcado inherente además de exponer con mucho humor los problemas de una inmigrante nigeriana. Una gran novela que se convierte en un clásico casi instantáneo de narrativa contemporánea con multitud de matices de raza y género.

 

thompson_portada“Arte Salvaje. Una biografía de Jim Thompson” de Robert Polito, exhaustiva es la palabra que mejor define este ensayo de Robert Polito sobre el gran Jim Thompson, no creo que se pueda escribir más y mejor sobre la vida y obra del autor. Además, se me antoja muy acertado el análisis crítico de su obra. Un triunfo de Es Pop Ediciones, que trabaja cada obra como si fuera la última en una edición excelente.

 

NOS4A2_cover“NOS4A2” de Joe Hill, el hijo del señor King sigue demostrando libro a libro que puede hacer obras del nivel de su padre; en esta conjuga su amor por lo clásico y le añade los suficientes elementos modernos para crear una narración ciertamente fascinante sin caer en los tópicos habituales.

 

maestro_previa_corregida_rgb“El maestro y Margarita” de Mikhail Bulgákov, esta reedición del clásico ruso se convierte, por derecho propio en la edición definitiva de la obra de Bulgákov. La traducción de Marta Rebón y la edición de Nevsky en consonancia contribuyen a realzar aún más esta obra, ya imperecedera, con infinidad de matices y posibilidades.

 

Nacido de hombre“Nacido de hombre y mujer (y otros relatos espeluznantes)”  de Richard Matheson, parece mentira que, después de tantos años, tengamos el primer volumen de los relatos de Matheson. La espera ha valido la pena, Matheson entendía a la perfección el género y los artificios que sirven a ello.

 

Una-singularidad-desnuda“Una singularidad desnuda” de Sergio de la Pava, no se ha hablado suficiente de la primera excelente novela de Sergio de la Pava. El autor nos brinda una novela muy completa ahondando en una manera de hacer postmodernismo desde el humanismo y, encima, está cargada de buen humor. Es imposible que Casi, su protagonista, no te seduzca.

 

los-ninos-se-aburren-los-domingos-9788494236709“Los niños se aburren los domingos” de Jean Stafford, se acostumbra uno a que Sajalín Editores nos saque siempre alguna joya y claro, nuevamente este año, lo vuelven a hacer recuperando varios de los cuentos que hicieron famosa a la norteamericana y por los que ganó el Pulitzer en 1970. Cuentos que, enmarcados en el gótico sureño, nos traen a colación las penurias de ser mujer en una época como la que vivió la escritora y la forma en que reaccionó ante estas injusticias. Sencillamente necesarios.

 

Alfabeto2“Alfabeto” de Inger Christensen, Sexto piso inició su nueva colección poética de manera inmejorable. Este largo poema que sigue el abecedario y la serie de Fibonacci no se encorseta en una faja sino que ahonda en la libre composición y en la diversidad de estilos y temas. Una verdadera delicia poética.

 

comemadre 1“La comemadre” de Roque Larraquy,  dentro de su nueva colección “El cuarto de las maravillas” Turner nos ha traído esta pequeña rareza dentro de su “gabinete de curiosidades”; en esta obra no vas a encontrar algo habitual, tenlo por seguro, pero también ten en cuenta que vas a disfrutar de lo lindo.

 

Hiperbolemedia“Hipérbole y media” de Allie Brosh, hablando de rarezas… esta recopilación de entradas del blog de la inimitable Brosh se sale también de lo habitual y me vuelve loco con esta tragicomedia ilustrada cargada de humor negro.

 

losreconocimientos“Los reconocimientos” de William Gaddis, lo sé, Gaddis ya es un habitual, todos los años aparece por aquí. Pero ¿os habéis dado cuenta de qué primera novela se marcó? Ambición es una palabra que se queda corta para lo que intenta abarcar en esta novela fundacional. Un ochomil literario.

 

MatemosTío“Matemos al tío” de Rohan O’Grady, utilizar niños en una narración siempre es espinoso; en este caso lo es más por la forma de mezclarlos con una trama gótica, con elementos ciertamente perversos; pero el resultado es excepcional e inolvidable.

 

american-noir“American Noir” de varios autores, edición de Ellroy y Penzler, ¿de verdad hace falta que recomiende a alguien una recopilación de relatos de novela negra que incluye a Goodis, Ellroy, Oates, Leonard, etc.? Pues eso, si te gusta el género negro te apasionará. Si no te gusta, también. Qué buena colección de novela negra está montando Navona.

 

Hoguera_Cubierta“La hoguera pública” de Robert Coover, a pesar de su dificultad a todos los niveles, este es uno de los mayores acontecimientos literarios del años,  José Luís Amores lo ha vuelto a hacer con su humilde “Pálido Fuego”, esta vez para traernos la obra maestra del autor y una de las obras claves de la literatura contemporánea norteamericana.

 

Termino, agradeciendo, como siempre a los lectores de este blog su presencia y sus lecturas. No os cortéis en opinar sobre esta extensa lista y aportar vuestras lecturas favoritas.

 

Ah… y ¡Feliz año 2015 cargado de lecturas!

“Los reconocimientos” de William Gaddis. La ambición de un maestro

losreconocimientosEl mundo se divide entre los que han leído “Los reconocimientos” y los que no. Ni más, ni menos.

Me siento orgulloso de estar entre los primeros. Haber disfrutado de una experiencia única que he definido como lectura reverencial-agotadoramente-jubilosa.

Y cada adjetivo tiene su sentido y guarda una evolución en mi caso:

“Reverencial”: nada más empezar, esa sensación de estar leyendo algo que no puedes abarcar, una obra que te deja pequeño (mucho más pequeño de lo habitual). Sí, es una primera obra, pero sorprende tanto que el norteamericano se atreviera a hacer algo tan ambicioso…, desde el principio es palpable la transformación desde la perspectiva decimonónica hasta empezar a experimentar poco a poco,  dotándolo de una evolución inconcebible en la época, y puestos a ser justos, hoy tampoco.

“Agotadora (mente)”: no voy a engañar a ningún lector, según las páginas van pasando, me sentí agotado física y (sobre todo) mentalmente; intentar quedarte con todos los detalles que utiliza Gaddis, con todas las estrategias, transformaciones de estilo, estructura,… es improductivo, apuntas y apuntas citas y luego tienes tal ristra que resulta que podrías escribir hasta doscientas páginas solo con los textos; todo esto va unido a una sensación de obra que no tiene fin, ineludible y la vez interminable.

“Jubilosa”: en la recta final, una vez pasas las dudas y te sobrepones al cansancio mencionado; de la misma manera,  te invade una gozosa sensación de felicidad que me ayudó a terminarla. Hay júbilo por terminarla, por saber que continúa en tu interior, porque habrá una relectura futura en la que la disfrutarás aún más. Sin duda. El halo de una obra maestra.

Parafraseando a William H. Gass en el prólogo, “no voy a profanar esta obra de arte intentando explicarla o analizarla”; simplemente citaré unas observaciones, ideas, cavilaciones… que puedan servir al lector futuro, acompañadas, eso sí, de algún texto del autor:

“El reverendo Gwyon hizo las maletas y viajó lentamente por la península. Vio gente y reliquias, movimiento y colapso, la acumulación del tiempo en los muros, los pórticos derruidos, mosaicos en monocroma exposición que recuperaban sus colores de vida romana cuando se les echaba encima un cubo de agua, las fachadas rotas de catedrales donde el tiempo no había pasado, sino que se había aglomerado, y que perduraban no como testigos de su destrucción, sino como custodios de su pervivencia. Al entrar en las ciudades lo perseguían los gritos de los buhoneros, hombres que compraban botellas, que vendían escobas, que gritaban como hombres afligidos por grandes dolores. Por las calles lo perseguía la desesperada esperanza de felicidad de las melodías rotas de los organillos, y se detenía a contemplar los juegos de los niños sobre el pavimento, buscando allí (como buscaba en la forma de los tejados, en el trazado de las escaleras, los pasillos, los dormitorios y las cocinas abandonados en paredes todavía en pie donde el edificio colindante se había derrumbado, o en la sombra del respaldo de una silla sobre el embaldosado repetitivo de un suelo) indicios de un modelo persistente, de una forma significativa. Visitó catedrales, la desentrañada mezquita de Córdoba, la inmensa mole de Granada, y esa frenética demostración gótica de Burgos donde hay un Cristo firmemente clavado del que una vez se dijo que estaba hecho con un pellejo humano disecado, pero que luego había pasado por cuero de búfalo, un material menos frecuente, que recordaba en su humor a la sirena compuesta de un mono y un bacalao.”

-El engañoso comienzo, anclado en la tradición realista, puede dejar a al lector con una sensación errónea; de hecho, en el texto anterior vemos una narración habitual donde el narrador omnisciente relata los viajes del reverendo Gwyon con todo lujo de detalles, comparaciones y metáforas. Toda la primera parte se puede entender como un Künstlerroman, cuyo núcleo es la figura del pintor Wyatt Gwyon, verdadero protagonista, y en la que se narra la evolución (el destino irá avanzando según pasen las páginas).  Sin embargo esa evolución del protagonista se verá acompañada de un continuo transitar hacia características postmodernistas, alejándose entonces de la narración tradicional y probando nuevas formas:

“Pueblo fundado en 1666 annus mirabilis Oh Caray Oh caramba s-Santo Cristo t- Tenemos gan labor por delante interconfesional infra supra sub tiró el tintero: conferencia en el Convento de Monjas, ilustrada, ceremonia Pagana, curas con sotana, Monjas, altar mayor, &c. Un gemido de ultratumba. Vean chica en mazmorra. Tío Sam al rescate. Público invitado. Entrada 50 $  no nos dejes caer en la tentación.”

-A pesar de lo que pueda parecer, el autor es consciente de lo que está realizando; lo podemos ver claramente en este “tumulto de pensamientos” en una fase inicial, un preludio a lo que realizará en “Jota Erre” y en “Gótico Carpintero”; estamos viendo los inicios de una narración en multiperspectiva, sin identificación de los hablantes, que llevará hasta sus últimas consecuencias en sus últimas obras; ese tumulto es su idea para reflejar el caos en el que vivimos:

“En aquella mesa alguien dijo: “Eso no me hace ningún efecto. ¿Pero no habéis notado que el cielo se está acercando?”. “Por supuesto que amo el arte, por eso estoy en París”, dijo una chica. El chico que estaba con ella dijo: “Ye man fú, eso significa en francés…”, “Putas, putas, putas”, murmuró el hombre del traje de zapa. Alguien dijo: “Tengo las manos ocupadas, ¿te importaría sacarme unas cerillas del bolsillo…? Aquí, el bolsillo de los pantalones”. Alguien dijo: “¿Te gusta esto?”. Otro dijo: “Por la mañana no quería, así que se la puse bajo el brazo mientras molía café”. Un hombre con un opaco monóculo marrón dijo “Gshzhzhzht… uh…”, y se cayó de la silla. Alguien contó el chiste de Carruthers y su caballo.”

-En las manos del escritor ese caos reinante (y que quería reflejar en sus obras) es el que gobierna nuestras vidas, muy especialmente la del artista y su relación con la obra de arte:

“Era a través de esta acumulación de caos impuesta donde luchaba ahora por moverse: más allá estaba la simplicidad, inconmensurable, residencia de la perfección, donde nada era creado, donde la originalidad no existía, porque era el origen; donde, una vez llegaba, no existían el trabajo ni el pensamiento en secuencia causal y vacilante, sino sólo la trascripción: donde el poema que conocía pero no podía escribir existía, ya formado, esperando su recuperación ene se momento en que escribirlo resultaba imposible, porque ella era el poema.”

Gaddis exige como nadie al lector, pero lo respeta, no solo quiere hacernos partícipe de su obra sino que no entendería su obra sin nuestra aportación como verdaderos creadores de la misma; la obra de arte sale de la órbita inherente al creador tradicional y cobra sentido en la esfera de cada lector; la teoría de la recepción, más cercana en su interpretación al postmodernismo actual:

“-Pero si el señor Feddle ve un ejemplar de una obra de Ibsen, si le encanta “El pato salvaje” y le gustaría haberlo escrito, si quiere ser Ibsen sólo por un momento y dedicar su obra a alguien que ha sido amable con él, ¿es eso mentir? No es tan malo como la gente que hace un trabajo por el que no siente ningún respecto. Todo el mundo tiene esa sensación cuando mira una obra de arte y está bien, esa súbita familiaridad, una especie de… reconocimiento, como si la estuvieran creando ellos mismos, como si la estuvieran creando a través de ellos mientras la miran o la escuchan, ¿y ha de ser pecado el querer haber creado belleza?”

-Si hay un eje sobre el que gira toda la obra es el de la dicotomía auténtico-falso u original-reproducible/falsificable, que nos lleva a la consiguiente creador-farsante (que identifica con mercantil), en los dos siguiente textos tenemos dos facetas referentes a estas dos posibilidades:

“No es por amor a la cosa misma por lo que trabaja un artista, sino porque a través de ella expresa su amor por algo superior, porque esa es la única forma en que el arte es realmente libre, sirviendo a algo superior a sí mismo, como nosotros, como lo somos nosotros…”

-Eleva el arte a un estatus muy superior, a una esfera en la que sólo están los propios lectores, verdaderos receptores-creadores; ¿son ellos los que tienen que “reconocer” la obra de arte? Desde luego Gaddis los consideraba así, dentro de sus diversas acepciones de la palabra que tantas veces se repite a lo largo del texto. Sentirse reconocido a través de los lectores como ideal artístico.

“-No tiene suficiente imaginación para eso. Probablemente estará escribiendo otro libro.

-Ya ha escrito cincuenta. Si tenía algo que decir es para pensar que ya lo habría dicho. ¿Por qué siguen publicándoselos?

-Porque sigue escribiéndolos. Y a un editor le cuesta más parar el negocio que mantener en funcionamiento las prensas, así que las ceban con cualquier cosa.”

Lo mercantil se identifica entonces como la creación del farsante, es identificado como no-auténtico por el autor, contrario a todo lo que rodea la creación artística con su comercialización (“No lo habrás comprado, ¿verdad? Cristo, ¿a ese precio? Quién demonios creen que va a pagar tanto por una novela. Cristo, podría habértelo dado, lo único que necesito para escribir la reseña es la nota de la solapa.”)

-Erudición. Gaddis es un erudito de lo artístico, del lenguaje y de la forma de escribir. Esta sapiencia es más que palpable en la conjunción música-texto que aparece en todo momento en cada obra suya. En esta no podían faltar, como de costumbre, referencias musicales que van más allá del aficionado y que nos llevan al diletante que fue; este último texto refleja esta simbiosis sensorial:

“A estas alturas, la música se había convertido en algo inherente a la habitación; era como si se hubiera amalgamado con el humo y los olores incongruentes en una presencia tangible, el desecho del refinado sobrenadando en el atanor, donde el alquimista esperaba con la paciencia de toda una vida, contemplando su improbable compuesto de ingredientes tan dispares en naturaleza como en proporción, mezclándose pero negándose a fundirse bajo su mano, y tan ajenos a su mano como a su propia finalidad, de modo que unos se hundían y otros salían enteramente a la superficie, todo ello como si nada hubiera cambiado desde que la mano filtraba la escoria de la Edad Media en busca de lo que todas las edades han buscado, y encontrado, al descubrir que lo que buscan se ha refinado hasta consumirse, dejando solo las cenizas de la necesidad.”

Seguramente si escribiera otro día sobre él, escribiría otras reflexiones. Posiblemente quedaría mejor incluso; lo que está claro es que nada como leer directamente a Gaddis; puede que se convierta en esa “lectura reverencial-agotadoramente-jubilosa” que comentaba al principio. ¡Pero vaya experiencia!

Los textos pertenecen a la traducción de Juan Antonio Santos de “Los reconocimientos” de William Gaddis en Sexto Piso.

Gass sobre Gaddis: Un aperitivo a “Los reconocimientos”

losreconocimientosLlevo ya un par de semanas, gracias a Sexto Piso, degustando poco a poco la ópera prima de William Gaddis. “Los reconocimientos”, es una obra inabarcable casi desde cualquier punto de vista: su volumen es considerable (mi gimnasio particular), su número de páginas (casi 1400, van a constituir mi récord en una novela), la temática (el arte, la falsificación), el estilo, los personajes, etc. Las sensaciones al leerla son contradictorias en todo momento, desde la más febril reverencia ante el autor hasta el agotamiento más absoluto por tal despliegue de erudición.

Posiblemente me queden aún algunos días para terminarlo así que voy a escribir más de un post sobre él. En este caso me voy a centrar, a modo de aperitivo, en el primoroso prólogo que la editorial consiguió añadir a esta fabulosa reedición de la obra, a cargo del “otro” William: William H. Gass, otro de los representantes del postmodernismo en su versión norteamericana.

No tiene desperdicio, sus comentarios sirven, sin lugar a dudas, como acicate para abrir el apetito antes de comenzar esta magna obra, ese es el pequeño objetivo de este post. Repasemos alguna de sus ideas:

“En 1976, cuando su segunda novela, Jota Erre, ganó el National Book award, sus admiradores, confundidos por el anonimato anterior de William Gaddis, por lo juicioso de la fumata blanca y por los balbuceos habituales en los cócteles celebratorios, con frecuencia felicitaban a otro hombre, más gordo. Incluso The New Yorker, tocando fondo, atribuyó su tercera novela, Gótico Carpintero, a esa misma persona, cuyo nombre es tan parecido al suyo. Sí. Tal vez William Gaddis no sea B. Traven, después de todo, ni J. D. Salinger, ni Ambrose Bierce, ni Thomas Pynchon. Tal vez sea yo.

Cuando me felicitaban siempre me mostraba muy amable. Cuando me atribuyeron su libro por error, me sentí honrado.

Todas esas identificaciones equivocadas parecen formar parte de la escritura de William Gaddis, en la que la realidad ya ha sido secuestrada, pues ¿qué puede ser cierto en un mundo hecho de farsantes, apropiaciones indebidas, fraudes y patrañas?”

Gass alude a la cualidad que tiene Gaddis (como Pynchon) de ser esquivo, hasta tal punto de haber sido confundido con otros muchos escritores (incluso el mismo prologuista), que también han alentado este anonimato y alejamiento del mundo que conocemos. Lo más interesante viene al final cuando emparenta estas identificaciones erróneas con la propia escritura de Gaddis, caracterizada por la alternancia de personajes sin apenas posibilidad de identificarlos igualmente.

“En nuestro tiempo, extrañamente clamoroso a la vez que silente, ser un escritor famoso consiste en ser desconocido en todo el mundo. Del mismo modo, Los reconocimientos, la obra que envolvió a William Gaddis en una nube de confusiones cuidadosamente alumbradas, es un libro del que se oye hablar a menudo y con reverencia, pero que apenas se lee. Parece tener, como un faraón en su tumba, una vida subterránea, presumiblemente rodeado por otras cosas preciosas y protegido por una maldición.”

Gass-En efecto, “Los reconocimientos” es un libro del que se habla mucho pero que no se lee por prácticamente nadie. Me siento un héroe por haberlo casi acabado tras no poco trabajo. Gaddis es muy exigente con el lector. No es una lectura fácil y, además, es una primera lectura no podrás llegar a todo lo que propone. En este punto es, ciertamente frustrante.

“Además, el paso de las preocupaciones de “Los reconocimientos” a las de “Jota Erre” es totalmente razonable. “Los reconocimientos”, desde luego, aborda las preguntas fundamentales: ¿Qué es lo real, y cómo podemos encontrarlo en nosotros mismos y en las cosas que hacemos? Pero una generación más tarde, no hay preguntas fundamentales que puedan plantearse. “Jota Erre” muestra un mundo absolutamente decadente.”

-Haber leído ya “Jota Erre” es primordial para entender esta afirmación, “Los reconocimientos”, como la ópera prima del autor que es, aborda lo fundamental, es fundacional tanto en el caso del postmodernismo como de la propia escritura del norteamericano. La pregunta que plantea Gass es imprescindible y necesaria para entender el devenir de las páginas: “¿Qué es lo real, y cómo podemos encontrarlo en nosotros mismos y en las cosas que hacemos?”. El mundo decadente al que alude lo desgrané someramente en este post.

“Los grandes libros no pueden explicarse, y yo no voy a tratar de explicar este. Una explicación –en realidad, cualquier explicación- lo profanaría, ya que a lo que una obra de arte se opone es precisamente a la reducción. Las respuestas fáciles, los resúmenes prácticos, las preguntas de los exámenes, las anotaciones, las flechas, las frases subrayadas, las listas de referencias, los números de sus fuentes, los ecos y las influencias, los esquemas de la trama –por mucho que en ocasiones nos sirvan de ayuda- falsean gravemente las obras. Las guías son útiles pero sólo para enfrentarse al pasado. La interpretación reemplaza al original de un modo pobre y soso.”

-Me apasiona la identificación de explicación “como profanación de la obra de arte” y me alivia. Lo que escriba sobre esta magna obra no buscará explicarla, muy al contrario, mi interpretación nunca debe reemplazar el sentido del original. De fondo se encuentra la teoría de la recepción literaria según la cual, cada interpretación de un lector enriquecería el sentido final de la obra. Otra aproximación al postmodernismo referente al sentido final no cerrado de una obra de arte.

“Con demasiada frecuencia, aplicamos a la literatura la preferencia por el “realismo” con la que, en general, nos hemos criado, y como consecuencia de eso consideramos que una obra como Los reconocimientos es demasiado imaginativa, oscura y enigmática; pero ¿acaso la realidad es siempre clara e inequívoca? ¿Es acaso simple y no compleja? ¿Se despliega como las páginas de un periódico, o su despliegue se parece más al de un mapa de carreteras, que es difícil de abrir, difícil de interpretar y difícil de volver a plegar? Y ¿acaso se recuerda todo con precisión y nada se repite, y la gente que conocemos desaparece inexplicablemente durante largos períodos de tiempo para surgir de repente cuando menos la esperamos?”

-Primordial es esta afirmación que se encuadra precisamente en el postmodernismo, Gass, otro de sus representantes, defiende precisamente esta forma de escribir sobre el realismo, porque, al fin y al cabo, ¿qué es más real que una realidad compleja, oscura, ambigua..? Quizá el postmodernismo refleje mejor lo que vivimos en nuestro día a día que el “realismo”.

-Me gustaría acabar con dos temas que Gass retoma al final de su magnífico prólogo, por un lado su alusión a las “epifanías” de los personajes de la obra que nos ocupa (“Entre estas “epifanías” se encuentra una especial, de la que ya he hablado: la de qué es una auténtica obra de arte y qué es lo que, siendo auténtico, “toca con reconocimiento los orígenes del designio”) con especial énfasis nuevamente sobre el discernimiento de lo que es una auténtica obra de arte y cómo afecta a nuestros orígenes dicho reconocimiento.

-Por otro lado creo que el siguiente párrafo resume a la perfección lo que está siendo mi experiencia lectora gracias a las ideas de Gass:

“No hay por qué darse prisa; las páginas que tiene usted por delante pueden estar ahí todo el tiempo que usted quiera. Es perfectamente aceptable que algunas cosas no se entiendan desde el principio, y que haya referencias a cosas que usted no reconoce. Siga leyendo alegremente. No nos quedamos todo el día en la cama sólo por haber extraviado la agenda, ¿verdad? No, necesitamos entender este libro –disfrutar de su encanto, de su ingenio, de su ironía, de su erudición, de su sensual materialización- como entendemos a una pareja con la que hemos vivido y a la que hemos escuchado y amado durante muchos años, noche tras noche.”

Disfrutar letra a letra, palabra a palabra, frase a frase; con calma regocijándonos en el deleite que nos produce; mantener el sosiego, sin impaciencia, como si de tu pareja se tratase, este libro se quedará, quizá, para siempre contigo. “Leer alegremente”, qué gran consejo.

Los textos pertenecen a la traducción de Mariano Peyrou del prólogo de William H. Gass a “Los reconocimientos” de William Gaddis en Sexto Piso.

Mi “Hype” literario de Otoño

Porqué manda OccidenteYa es habitual que, cuando llegamos a Otoño, se publiquen diversos artículos en periódicos que, en la mayoría de los casos, reflejan casi siempre los mismos libros, un catálogo gigantesco donde tiene cabida casi cualquier cosa y que, curiosamente, olvidan otras maravillas que, sin embargo, tienen mucho interés.

Para este Otoño os he preparado una selección jugosa y, os apuesto a que no va a aparecer por muchos sitios. Son los cuatro libros en los que tengo puestos más esperanzas para este final de año:

“¿Por qué manda Occidente…. por ahora?” de Ian Morris, editado por Ático Libros en su colección de Ático Historia. Estamos ante el tercer título de esta fabulosa colección que ya comenté en el blog con sus dos primeros libros aquí y aquí . Este ensayo, con un título tan potente, según la sinopsis editorial promete muchas emociones:

“Ian Morris nos acompaña en un viaje apasionante que se remonta al inicio de la civilización humana y reconstruye el surgimiento y caída de estados e imperios en busca de pautas y reglas que nos ayuden a comprender qué sucederá en el futuro inmediato. Ayudándose de la los-desafortunadosgeografía, la sociología, la biología y la historia militar, Morris consigue elaborar una asombrosa teoría que cambiará para siempre cómo comprendemos la historia del mundo.”

Me consta que el trabajo de edición ha sido arduo, la editora está más que orgullosa y viendo la calidad de los títulos barajados en esta colección y, particularmente la que atesora el británico, este diez de septiembre irá a nuestra biblioteca.

“Los desafortunados” de B.S. Johnson, nunca creí que podría decirlo, pero los chicos de la editorial Rayo Verde lo han hecho realidad, una de esas obras claves de un escritor, el malogrado B.S. Johnson del que solo disponíamos el fantástico “La contabilidad privada de Christie Mawlry” (de la extinta Libros del silencio). Ojo, no estamos ante un escritor fácil, muy al contrario, su excepcional prosa y todo el libro es un prodigio de experimentación. Se trata de una caja donde solo hay los-reconocimientosobligación de leer en orden el primer y el último capítulos, lo del medio cada uno lo puede leer en el orden que quiera. Una experiencia única, postmodernismo puro. Deseando ver cómo lo han hecho ya mismo.

“Los reconocimientos” de William Gaddis, en efecto, por fin podremos disponer en Noviembre de una de las obras pioneras del postmodernismo. Sexto Piso, poco a poco, va editando casi toda la obra del norteamericano. Todas las anteriores están reseñadas ya por aquí. ¿Cómo podría faltar su primer gran título? Otro festín, bastante voluminoso, pero para degustarlo.

“The public burning” de Robert Coover, editado por Pálido Fuego, todavía no hay fecha, título o portada, pero sí se sabe que va a salir en este otoño; considerada la ThePublicBurningobra maestra del norteamericano y una de las novelas más importantes del siglo XX. Increíble el trabajo de José Luís Amores para publicar una obra de tanta dificultad por primera vez en España. Una joya de esas que da sentido a la existencia de esta editorial.

Cuatro obras que constituyen un póker de ases. Obras claves del siglo XX en diferentes disciplinas y temáticas. Obras que enriquecen una lista de lecturas que, en ocasiones, se podría volver monótona. Que no falten los sobresaltos de este estilo.

Mis estadísticas del 2013

No os salváis este año tampoco, queridos lectores, de aguantar este post.

Me sigue siendo muy muy útil para saber cuantitativamente la cantidad de libros leídos; la calidad se evalúa de otras maneras, especialmente con el post de los mejores del año.  Este punto de vista suele ser frío pero valioso.

timesarrowEl 2013 se ha caracterizado por tener un avance evidente en el número de libros leídos mientras el año anterior llegué a 131, en este mi reto lector de Goodreads era 150 y, finalmente ha llegado hasta los 171, superándolo con holgura. Además, el número de páginas ha aumentado igualmente, he llegado al bonito número de 50195 páginas, que también es más que las 40581 del 2012. Según este número de páginas:

1º El libro medio en el 2012 tenía unas 310 páginas de media; sin embargo, este año ha sido de 295 páginas aproximadamente, ha habido una cierta disminución, pero nada reseñable ya que he leído más en inglés y han vuelto a caer libros de dificultad lectora inherente.

2º Teniendo en cuenta los 12 meses del año, la media de libros mensual ha sido de casi 15 (lo que supone unas 4182 páginas mensuales)

3º Si dividimos el año en 52 semanas, compruebo de esta manera que he leído, de media, más de tres libros por semana (965 páginas) por semana. La alternancia de dos o tres lecturas a la vez es culpable de esto.

Es interesante saber que el libro más largo ha sido de 1176 páginas, podéis adivinarlo, fue “El plantador de tabaco “de John Barth, hubo alguno de menos de 50 páginas también. Variedad, en ella está el gusto.

En cuanto a la lista de libros ha sido la que pongo al final del post,  muchísima variedad de autores este año, los únicos de los que he leído tres libros o más son en orden de mayor a menor Cees Nooteboom (10), Margaret Atwood (7) y Barnes, Gaddis, Nesbo, Munro, Oates y Spark con 3 cada uno. Esto significa que mi proyecto a tres años ha avanzado poco… En cuanto a la famosa distinción de hombres y mujeres, de estas últimas han caído 41 libros lo que supone un 24% de libros de mujeres. En inglés, ha habido 20, un 12% sobre el total. Y las nacionalidades, ha habido una mezcla variada desde luego, ya lo podréis comprobar a continuación.

Y para acabar, la lista…. Que ya toca…

Martin Amis

Time’s Arrow (inglés)

Jacinto Antón

Héroes, aventureros y cobardes

Aleksey Apukhtin (y otros)

Pioneros de la ciencia ficción rusa.

Margaret Atwood

Un día es un día

El cuento de la criada

El asesino ciego

Chicas bailarinas

Resurgir

Asesinato en la oscuridad

La maldición de Eva

Javier Avilés

Fantasmas contra extraterrestres

Julian Barnes

El loro de Flaubert

The sense of an Ending (inglés)

A history of the World in 101/2 chapters (inglés)

John Barth

El plantador de tabaco

Ned Beauman

Boxer Beetle (inglés)

The teleportation accident (inglés)

Brian Michael Bendis

Los poderosos vengadores: La iniciativa Ultrón

Los poderosos vengadores: La bomba de Veneno.

Arnold Bennett

Enterrado en vida

Rafael Bernal

El complot mongol

Lauren Beukes

Las luminosas

Zoo city (inglés)

Denis Bodart

Green Manor: el crimen no es nada sin un mínimo de elegancia

Carmen del bosque

La música de los bosques

Stewart Brown

The Heinemann Book of Caribbean Poetry (inglés)

Edward George Bulwer-Lytton

La casa y el cerebro

Edward Bunker

Stark

Little Boy Blue

Frances Hodgson Burnett

La formación de una marquesa

Jim Butcher

Luna llena

Tormenta

Luisfer Romero Calero

Integridad

Emilio Carrere

Ciencia ficción. Poemas, artículos y novelas cortas.

Carrigan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol. II

James Hadley Chase

Acuéstala sobre los lirios

Gilbert Keith Chesterton

Sobre el concepto de barbarie

Lincoln Child, Douglas Preston

El cadáver

J.M. Coetzee

Esperando a los bárbaros

Edmund Crispin

El canto del cisne

Neil Cross

Luther: El origen

James Crumley

El pato Mexicano

Mark Z. Danielewski

La casa de hojas

Don Delillo

Americana

La calle Great Jones

Peter Debry (y otros)

¡Bang, Bang, estás muerto! (Vol 1)

E. M. Delafield

Diario de una dama de provincias

Philip K. Dick

Los tres estigmas de Palmer Eldritch

Ubik

Charles Dickens

Doctor Marigold

Joël Dicker

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Assia Djebar

Lejos de Medina

Margaret Drabble

La piedra de moler

Friedrich Dürrenmatt

La promesa

Gillian Flynn

Perdida

John Fowles

La mujer del teniente francés

Matt Fraction

Ojo de halcón 1

Brian Friel

Translations (inglés)

William Gaddis

Gótico Carpintero

Ágape se paga

Jota Erre

Stella Gibbons

La segunda vida de Viola Wither

William Golding

El señor de las moscas

David S. Goyer

JSA Vol 2: Darkness Falls (inglés)

JSA Vol 3: The return of Hawkman (inglés)

Charles Homer Haskins

El renacimiento del siglo XII

George V. Higgins

La rata en llamas

Chester Himes

Algodón en Harlem

Harry Houdini

Cómo hacer bien el mal

Ted Hughes

Cartas de cumpleaños (inglés)

Shaun Hutson

Slugs

Jorge Ibargüengoitia

Los relámpagos de agosto

Rabee Jaber

Los drusos de Belgrado

Shirley Jackson

La maldición de Hill House

Elizabeth Jenkins

Harriet

Lidio Nieto Jiménez

Páginas amarillas

Geoff Johns

JSA, Vol 4: Fair Play (inglés)

Jane Johnson

Eidolon

Peter Stephan Jungk

El americano perfecto

William Kennedy

La jugada maestra de Billy Phelan

Stephen King

Rabia

Joyland

Jiri Kratochvil

La promesa de Kamil Modracek

Benjamin Lacombe

Swinging Christmas

Doris Lessing

El cuaderno Dorado

Thomas Ligotti

Noctuario

Vic Logan (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol III

Manel Loureiro

El último pasajero

Jean Patrick-Manchette

Balada de la costa oeste

Hilary Mantel

En la corte del lobo

Dacia Maraini

Bagheria

Fel Marty (y otros)

¡Bang, bang, estás muerto! Vol IV

Daphne du Maurier

El muñeco

Ed McBain

El atracador de mujeres

Cormac McCarthy

El consejero

El sunset limited

James McCLure

El cazador sordo

Ian McEwan

Atonement (inglés)

Amsterdam

Todd McEwen

Boston. Sonata para violín sin cuerdas.

John Mortimer

Un paraíso inalcanzable

Slawomir Mrozek

El árbol

Alice Munro

El amor de una mujer generosa

La vida de las mujeres

Las lunas de Júpiter

Jo Nesbo

El doctor Proctor y los polvos tirapedos

El doctor Proctor y la bañera del tiempo

El muñeco de nieve.

Nele Neuhaus

Amigos hasta la muerte

Adam Nevill

Apartamento 16

Carmen del bosque Nieto

El libro de Nebal

Cees Nooteboom

Zurbarán

Mokusei/ El buda tras la empalizada

Autorretrato de otro

Cartas a Poseidón

Luz por todas partes

Así pudo ser

Cómo ser europeos

La historia siguiente

Una canción del ser y la apariencia

En las montañas de Holanda

Flann O’Brien

La saga del sagú de Slattery

Joyce Carol Oates

Mujer de barro

Sexy

Infiel. Historias de transgresión.

Okamoto Kido

Hanshichi. Un detective en el Japón de los samuráis

Margaret Oliphant

Una ciudad asediada

Greg Pak

World War Hulk

Robert B. Parker

El manuscrito Godwulf

Stephen Pastis

Desastre & Total. Agencia de detectives

Daniel Pennac

Entre moros y cristianos

Allan Pinkerton

Los forajidos del Misisipí

Harold Pinter

The dumb waiter (inglés)

Sylvia Plath

Poesía completa (inglés)

Edgar Allan Poe

Cuentos de muerte y demencia

Miedo en el cuerpo. 25 años de terror con Valdemar

Douglas Preston (y Lincoln Child)

Dos tumbas

Prince

21 Nights (inglés)

Thomas Pynchon

Bleeding edge (inglés)

James Robinson

JSA, Vol 1: Justice be done (ingles)

Javier G. Romero

Bolsilibro & Cinema Bis

James Ross

Mal dadas

Philip Roth

Goodbye Columbus

Ango Sakaguchi

En el bosque, bajo los cerezos en flor

George Saunders

Diez de diciembre

Giorgio Scerbanenco

La muñeca ciega

Francisco Serrano

Perros del desierto

Maj Sjöwall/Per Wahlöo

El asesino de policías

Los terroristas

Thorne Smith

¿Se cayó….?

Zadie Smith

White teeth (inglés)

Lemony Snicket

¿Quién será a estas horas?

Muriel Spark

El único problema

La intromisión

La plenitud de la señora Brodie

Anna Starobinets

El vivo

D. E. Stevenson

El matrimonio de la señora Buncle

Bahaa Taher

El oasis

Prince

Matt Thorne

James Thurber

La maravillosa O

Lavie Tidhar

Osama

Eloy Tizón

Técnicas de iluminación

John Tones

Nigromancia en el reformatorio femenino

Kurt Vonnegut

La cartera del cretino

David Foster Wallace

La escoba del sistema

Evelyn Waugh

Un puñado de polvo

Marc Weingarten

La banda que escribía torcido

M. A. West

El viento y la sangre

Geoffrey Willans

¡Abajo el colejio!

Cornell Woolrich

Rendez Vous en negro

Patrick deWitt

Los hermanos Sisters

Mis lecturas favoritas del año 2013

Me encantan las listas. Hay tantas listas como gustos y siempre es divertido comprobar lo que sale y sobre todo ligarlo a las afinidades de cada lector.

Este es el tercer año, desde que me “dedico” a escribir posts sobre libros en distintos sitios,  en el que preparo una lista con lo mejor del año. A ver si, poco a poco, consigo que se convierta en una costumbre el que aparezca este post justo el día 1 de enero del año siguiente.

Como en años anteriores me gusta repasar lo que ha sido mi año lector personalmente; también solía hacer una pequeña reflexión sobre el mundo editorial; pero gracias a las “Epístolas librescas” del grandísimo Jónatan Sark en el maravilloso Blog Ausente de Lord Absence, no tiene mucho sentido, ya que en ellas está todo lo bueno  que va saliendo en el año. Además, en su post con el clásico “Sark de Oro” del año realiza un resumen tan exhaustivo como interesante.

Os dejo a continuación los enlaces a estas Epístolas que si no conocéis ya estáis tardando en ir a verlas:

Epístola 1.

Epístola 2.

Epístola 3.

Epístola 4.

Epístola 5.

Epístola 6.

Centrándome en lo personal, tengo que reconocer que, nuevamente este año, me he superado en la mayoría de atributos; he leído mejor, más cantidad, más calidad y más en inglés.

El año pasado terminé 131 libros, y estaba bastante bien, pero este he llegado a los 171 que parecen un límite bastante razonable. También es cierto que, en el proyecto que tengo pensado a tres años las novedades han acabado asfixiando mi reto y debo retomarlo con más fuerza este año para poder terminarlo. En cuanto a las editoriales, como de costumbre, he escogido un montón de títulos pertenecientes a las más  pequeñas, tengo tendencia a ello, y a evitar, habitualmente, los best-sellers vendidos a bombo y platillo. El año que viene se presenta del mismo estilo, sobre todo porque, posiblemente, el Grupo Prisa sea absorbido definitivamente por Random House Mondadori, dejando todo el poder a dos grupos que monopolizarán las novedades mensuales y unas pocas editoriales intentando buscar su hueco entre “nichos” de lectores que busquen ofertas distintas.  De hecho este año lo hemos visto, cómo surgen grupos pequeños buscando su espacio en el corazón de alguno de nosotros como “Malpaso” o “Ginger & Ape”.

cuentos-de-muerte-y-demencia-9788415717287Sin más demora, paso a comentar los que considero las mejores lecturas del año; no son ni más ni menos que los libros con los que más he disfrutado. Son todos publicados (o reeditados) este año y siempre pongo una novedad (o dos) de años anteriores por su relevancia literaria; evidentemente no leo todo, mi ancho de banda llega a donde llega, y soy consciente que hay varios libros que tengo a punto de leer que podrían haber entrado en esta lista. Otros años dejaba once títulos en total, este año han salido más; no lo voy a dejar fijo, este año salen estos y el próximo posiblemente saldrá otro número. Teniendo en cuenta estas consideraciones, vayamos a la lista:

“Cuentos de demencia, amor y muerte” de Poe y Gris Grimly, en un año en el que han proliferado los libros ilustrados, con propuestas de todo tipo, esta edición de Nórdica elcazadorsordode los cuentos de Poe brilla con luz propia gracias a las fabulosas ilustraciones del enigmático Gris Grimly que convierten el libro prácticamente en un cómic y que consiguen el doble objetivo de resaltar las historias de Poe hasta en sus detalles más nimios además de maravillarnos con su indudable preciosismo.

“El cazador sordo” de James McClure, el editor de Reino de Cordelia es, como yo y otros tantos, un fanático del sudafricano McClure y tiene la idea de sacar todo lo inédito del increíble escritor; esta obra tiene todo lo que se necesita para hacer una novela negra perfecta: personajes carismáticos, una buena trama, dolor, en fin, otra obra de incalculable perdida-gillian-flynn-L-C_o8Lavalor.

“Perdida” de Gillian Flynn, sorprendentemente está pasando desapercibida por su halo de best-seller, pero esta historia nos demuestra que el legado de Patricia Highsmith no se ha perdido; la perversidad del personaje principal  me recuerda a los mejores momentos de la inglesa y de Jim Thompson por su afán de darle la vuelta a todo lo establecido y salir impune. Mucha más calidad de lo que la gente se puede pensar.

ojohalconPor“Ojo de Halcón. Seis días en la vida de…” Matt Fraction y David Aja, hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un cómic; los seis primeros números de la nueva colección de Ojo de Halcón nos demuestran que no hay personajes acabados sino malos escritores. Este es uno de esos cómics en que la perfecta unión entre dibujo y trama dan como resultado una de esas pequeñas obras maestras del noveno arte. Aja está inmenso en la narración, Fraction crea historias con un lapromesakamilpunto de preocupación social sin olvidar lo superheroico. Excepcional.

“La promesa de Kamil Modracek” de Jiri Kratochvil, sorprendente novedad esta del checo Jiri Kratochvil que nos trajo Impedimenta. No era esperable que una especie de novela negra postmodernista del este, de un autor desconocido por estos lares, fuera a funcionar tan bien como novela de género y reflexión sobre la culpa el dolor además de incorporar elementos metaficcionales. un-paraiso-inalcanzable-9788415625278Una joya a descubrir en el gran catálogo de Enrique Redel.

“Un paraíso inalcanzable” de John Mortimer, todo lo que sale proveniente de las islas británicas me suele llamar la atención; este libro que publicó Libros del asteroide nos trae a John Mortimer reflejando como nadie el paso plantador_gdedel tiempo de la sociedad británica de postguerra hasta los tiempos de Margaret Thatcher con una sutil ironía y buen humor a raudales, una obra clave de este año.

“El plantador de tabaco” de John Barth, por fin, gracias a Sexto piso, tenemos entre nosotros la legendaria obra del norteamericano y podemos degustar en su plenitud su multitud de puntos de vista. Me extendí pero bien en la reseña donde explico sus grandes virtudes. Una delicia para todo aquel que disfrute de la luztodaspartesliteratura con mayor grado de complicación pero no desdeñe el buen humor.

“Luz por todas partes” de Cees Nooteboom, estamos, sin lugar a dudas, ante  la mejor recopilación de la obra poética del holandés infatigable. Una antología que, gracias a Visor de libros, nos lleva desde los primeros poemas a los últimos publicados y podemos comprobar la heroes_aventureros_cobardes-jacinto_antonevolución en las temáticas y en el estilo. El gusto por el acertijo llevado hasta las últimas consecuencias. Uno de los mejores autores actuales.

“Héroes, aventureros y cobardes” de Jacinto Antón, cierto que no son nuevos, pero también lo es que es la primera vez que se recopilan esta serie de artículos del periodista en un solo libro; Jacinto Antón hace que, tengamos la edad que tengamos, se acreciente nuestra sensación de maravilla ante todo lo que nos cuenta.  ¡Viva la aventura!, en la más fiel tradición de Indiana Jones o Quatermain.

Luminosas-673x1024“Cartas de cumpleaños” de Ted Hughes, no es exactamente de este año pero estas cartas han sido reeditadas por Lumen con ocasión del aniversario de la muerte de Sylvia Plath; indisolublemente unidos a la obra de Plath, Hughes está colosal en este poemario que podemos disfrutar en plenitud en esta edición bilingüe; más allá de lo confesional, el aliento poético del británico es proverbial y nos lleva al thomas-pynchon-bleeding-edge-novelcielo con su intensidad dramática.

“Las Luminosas” de Lauren Beukes,  estamos ante el perfecto thriller, pastiche de géneros donde un asesino en serie se desplaza en el tiempo. Al mismo tiempo tenemos un retrato de la mujer y de la sociedad a lo largo del tiempo. La novela te deja sin aliento por su adicción y tiene paradojas de una sutileza difícilmente superable. Una maravilla.

“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon, Pynchon ante el desastre de las empresas de internet y ante el 11-S, Pynchon retador y más cercano a la novela de género que a sus obras Tapa-baja-Jota-Erre-195x300más voluminosas. Pynchon siempre a un nivel muy alto, esperemos que este año pueda ser publicada en España, pero habrá que esperar.

“Jota Erre” de William Gaddis, Gaddis llevó la sátira de la sociedad capitalista a sus últimas consecuencias en esta mastodóntica obra maestra. El fracaso del sueño americano estaba patente aquí en la figura del niño Jota Erre Vansant, subversión del mito; paradigma de la gran el-renacimiento-del-siglo-xii-9788493829582Novela Americana por el reflejo del zeitgeist de una nación. Estilo inigualable. Imprescindible.

“El Renacimiento del siglo XII” de Charles Homer Haskins, ¿quién dice que un ensayo histórico tiene que ser aburrido “per se”? Ático de los libros quiere demostrarnos con su recién lanzada colección de historia que puede ser muy divertido y estar muy bien escrito. Su punta de lanza puede ser, sin duda, este deleite de Mal dadasCharles Homer Haskins que nos relata una época, la Edad Media, oscura de por sí, con la claridad de su erudita prosa.

“Mal dadas” de James Ross, parece mentira que en 1940 el infortunado James Ross realizara una obra de estas características; a medio camino del retrato de la sociedad norteamericana  post- Gran Depresión y de la novela negra más sórdida, se trata de un retrato de los anhelos de los habitantes del sur americano y de su lucha Casadehojaspara salir de las situaciones más penosas para alcanzar el gran “sueño”. Otra de esas pequeñas sorpresas que nos trae habitualmente Sajalín Editores.

“La casa de hojas” de Mark Z. Danielewski, lo que en un principio era imposible este año se ha hecho posible gracias al trabajo de Alpha Decay y Pálido Fuego; es decir, tener la primera edición en español de la inigualable obra del norteamericano; una obra única por lo que supone como experiencia, en la que texto, disposición del texto, trama y el propio lector se convierten en parte de la misma. Una obra necesaria que ahora podemos asesinociegodisfrutar… y temer.

Y para acabar recupero en esta ocasión dos obras de otros años que, sin embargo, constituyen dos obras maestras ineludibles. No pude dejar de alegrarme de la concesión del Nobel a Alice Munro, pero tampoco pude dejar de entristecerme por las consecuencias directas: la muy posible condenación al ostracismo de dos de las escritoras más grandes vivas que tenemos en infiella actualidad: Por un lado su compatriota Margaret Atwood  que  tiene en “El asesino ciego” una de las obras más deliciosas que he tenido la oportunidad de leer, completísima en trama, estructura, personajes, para paladares selectos. Por el otro, desde luego, ya lo sabéis, la simpar Joyce Carol Oates y su recopilación de historias cortas (tan de moda ahora gracias a Munro) “Infiel. Historias de transgresión”, cada relato una verdadera patada en el estómago y a todas nuestras comodidades y seguridades, una subversión continua que demuestra  su maestría en la narración y que nadie (sensible o no) debería perderse.

Bueno, y eso es todo… creo que este año me he pasado, pero valía la pena. Ha sido un muy buen año. ¿Qué nos traerá el siguiente? En este blog lo iréis viendo como de costumbre.

Espero que os guste la selección y os ayude para las compras navideñas.

¡Feliz año 2014!

“Jota Erre” de William Gaddis

2013-11-14 21.12.04Parto de las siguientes bases como conocimiento de partida:

-Consideraciones sobre el autor y su obra en este artículo, que realicé a propósito de la lectura de “Gótico Carpintero”.

-Definición del mito de la Gran novela americana en este otro donde tomé como ejemplos a Franzen y Scott Fitzgerald para establecer los fundamentos del gran mito.

“Jota Erre” fue la segunda novela escrita por William Gaddis, veinte años después de “Los reconocimientos” (1975) y anterior a la ya mencionada “Gótico Carpintero” (1985); lo que llama la atención al acabar esta mastodóntica novela es, sobre todo, la ambición del escritor, mientras “Gótico…” iba a lo “micro” para explicar un escenario “macro” con pocos personajes; aquí, en “Jota erre”, partimos de lo “macro” el escenario inmenso de la sociedad norteamericana y el capitalismo enfermizo  para explicar lo que ocurre en las vidas de los más de cien personajes que van apareciendo.

El personaje principal es Jota Erre Vansant, un niño de once años que entiende perfectamente cómo se maneja la sociedad y que, mediante su inteligencia, articulará los medios necesarios para hacerse poderoso en una empresa prácticamente ficticia. De él no sabemos prácticamente nada en un principio; todo lo que sabemos viene porque es uno de los protagonistas de “El oro del Rhin” wagneriano, Alberich, y la descripción de su persona la tenemos en boca de otros personajes:

“-¡Vale!, el enano, vamos, ¿quién es Alberich, el enano?.

-Se supone que es el chico ese, Jota Erre –dijo Odín, acercándose sigilosamente, limpiándose las manos en una cola de zorro-. Solo lo hace para librarse de la gimnasia el enanito ese de todas maneras. Todavía no tiene el disfraz ni siquiera.

[…]

-Estoy resfriado, por eso tengo los ojos así –dijo Odín con una mirada legañosa que envió a Bast a recorrer el pasillo y a salir del auditorio de color pastel; buscó tras todas las puertas hasta que llegó a la última: allí, en una silla giratoria, estaba sentado un chico, de espaldas a la puerta; su triste jersey de rombos negros sobre un fondo gris se inclinaba sobre el escritorio, y una mano con un cabo de lápiz se levantaba por encima de un hombro delgado para rascarse donde le surgía el pelo, junto a una vasta etiqueta cerca de la nuca.”

“-Ah, sí, es verdad, me ha parecido que no se baña muy a menudo pero, no, tiene algo, tiene algo distinto, cuando le hablo no me mira pero no es como si, no parece que estuviera ocultando algo. Da la impresión de que estuviera intentando entender lo que le digo, incorporarlo en un mundo completamente distinto del que no sabemos nada, es un chiquillo tan ansioso, pero tiene algo como desolado, como un hambre…”

Conocemos al verdadero eje de la trama por la narración de otro; se convierte en una figura en la oscuridad que sabemos que es el protagonista pero de la que se nos dan los datos a cuentagotas; no es casual que haga de Alberich en la obra de Wagner; en esa obra, el enano es el epítome del egoísmo, un enano pequeño y negrísimo, un ser repulsivo y perverso, desgraciado y de frío corazón que robó el oro del Rin y esclavizó con él a sus hermanos Nibelungos; en efecto, es el paradigma del capitalismo más exacerbado, Gaddis hila cada nexo, no hay elementos al azar. Solo hay que ver, según avanza la obra, en lo que se va convirtiendo nuestro Jota Erre capaz de manejar los hilos de la empresa desde un teléfono en el que se pondrá pañuelos para deformar su voz y que no reconozcan que es un niño en realidad:

 “-¡Vale, y qué quieres que haga! –dio una patada a un montón de hojas que había delante de él, se detuvo ahí para cambiar de brazo su carga-, o sea, ¿qué me dedique a vender esas muestras cosméticas gratis, con las cajitas de cerillas esas, los zapatos esos que son enormes?, ¿o, o sea, la cosa esa que tengo en casa de una emocionante carrera trabajando en un motel o las importaciones y exportaciones en la intimidad de tu propia casa? O sea, los ratos divertidos esos, mi madre siempre está trabajando, cómo sé yo cuándo va a volver, o sea, es como lo de los bonos y las acciones esas, no ves a nadie, no conoces a nadie, solo por correo y por teléfono, porque así es como lo hacen, nadie tiene que ver a nadie, puedes tener una pinta rarísima y vivir en un retrete, ellos qué saben, o sea, es como los tipos esos de la bolsa de valores donde se venden acciones unos a otros. No les importa una mierda de quién son, solo venden y comprar para una voz que se lo dice por teléfono, por qué les va a importar una mierda si tienes ciento cincuenta años, lo único que les..”

Gaddis satiriza hasta el extremo la creación de una empresa, y por extensión el capitalismo, poniendo la figura de un niño de apenas once años a controlar y crearla dándonos dos lecturas, a cual más terrorífica: por un lado que hasta un niño puede martirizar, gracias al capitalismo, a sus congéneres; por el otro, el capitalismo se convierte entonces en una infantilización de nuestras vidas que dejan de cobrar sentido. Esta satirización extrema de la sociedad empezará a verse en el gran escenario originado, solo tenemos que ver cómo se puede empezar una guerra si interesa lo que hay allí:

“-Box, el general Box, es un directivo de la compañía, lo nombraron porque todavía tiene algunos contactos bastante miserables en el Pentágono y es perfecto para enviarlo como punta de lanza a algún país miserable donde hemos comenzado una guerra civil para que se independice la única provincia donde está la riqueza mineral de todo el país, joder, he tenido que volar cinco mil kilómetros para prepararle un discurso y dárselo bien mascado para que no diga Platón rima con camión, joder.”

O cómo todo al final se rige por la ley del peloteo, se paga a la gente para hacer quedar bien a otros:

“-Comandante, por última vez, cállese y escuche, lo  único que tenemos que proteger aquí es un sistema organizado para fomentar la conducta más miserable posible de la naturaleza humana y hacer que quede bien. A Dan se le pagaba para que hiciera quedar bien a Whiteback, no ha podido hacerlo y ha quedado fuera. A Whiteback se le ha estado pagando para hacerme quedar bien a mí, no lo ha hecho y también ha quedado fuera, comandante, y en eso consiste Estados Unidos en realidad, pero si usted cree que yo voy a intentar que usted quede bien, ahí, cagando balas en su refugio con su sistema de gestión de residuos, cuando suban al monte buscándolo…”

Es escalofriante darse cuenta de que, en realidad, sin hacer nada ilegal, se puede conseguir lo que se quiera a costa del resto, el caso es encontrar la ley que pueda justificar las trampas realizadas a nivel económico:

 “Las leyes son las leyes, por qué vamos a querer hacer nada ilegal si hay leyes que nos dejan hacerlo de todas maneras, como vender los telares esos en el programa de ayuda estadounidense a Sudamérica y que el dinero estadounidense vuelva aquí, o sea, ¿nos hemos inventado nosotros la exención de impuestos que se consigue con eso? O sea, si ponemos cien mil, o sea, un millón de dólares en la exploración esa, la perforación, ¿nos hemos inventado nosotros que podemos deducirnos el ochenta por ciento por los costes intangibles de perforación esos? Si encontramos petróleo, gas o algo, ¿se supone que tenemos que dejarlo ahí si nos dan el veintidós por ciento por agotamiento de recursos para que nos pongamos en marcha y lo agotemos? O sea, estas son las leyes estas y usted tiene que encontrar exactamente la letra, y eso es lo que hacemos.”

WGdworkin1Este desolador panorama, durante tantas páginas podría resultar deprimente, pero, sin embargo, no es así, Gaddis impregna su prosa con buen humor, un humor que tiene dos vertientes, por otro lado, el más negro:

 “-Tom aquí hay un niño que vende tarjetas de felicitación, en qué curso estás.

-Sexto eme, la señora Manzinel…

-Tom aquí un niño buscándose la vida en sexto eme, vende tarjetas de felicitación. Qué felicitación.

-Bueno, sabe, hay tarjetas para todas las ocasiones, o sea, para todas las ocasiones, son para todas…

-Tarjetas para todas las ocasiones, Tom, tiene para todas las ocasiones.

-O sea, cumpleaños, aniversarios, sabe, todas las ocasiones, o sea…

-Tengo un amigo se ha tirado por la ventana, ¿tienes una tarjeta para eso?

-Bueno, vaya, me, a lo mejor se recupera…

-No puede recuperarse, se fue a casa y se ahorcó, ¿tienes una tarjeta para eso?

-Bueno,  vaya, me parece que no, pero a lo mejor usted podría…

-Tengo una mujer, le paso la pensión alimenticia, se acuesta con un vendedor de libros, una ocasión de la hostia, ¿tienes una tarjeta para eso? 

-Bueno, vaya me, o sea, aquí tengo simpatía, a lo mejor usted podría…”

Por el otro lado, el humor más caótico y acorde con el estilo del grandísimo Gaddis, con una habitación que recuerda al camarote de los hermanos Marx y que se convierte en una enumeración de productos según los protagonistas se van tropezando con ellos:

 “-¡No ponen la sinfonía entera, ni siquiera ponen el scherzo entero, joder, cabrones…! –Guía Musical de 1911 cayó hacia un lado, él se retorció, golpeó, dio una patada a 24 paquetes de 10 pastillas, lo empujó con fuerza con una rodilla, con la otra empujó con fuerza 48 latas de salsa de ternera Primera Calidad y se hundió aún más, lo intentó con un hombro contra el abrupto descenso de 2 docenas 57 El kétchup más vendido del mundo, se afanó, sacó una mano-, ¡uuf! –Especializado Extra se le rompió contra una costilla-, ¡cabrones..!”

No puedo acabar esta reseña sin hablar del estilo, del inconfundible, retador y desafiante estilo del norteamericano; sirva como explicación el artículo del que hablé al principio, en esta obra lo llevó hasta la perfección: diálogos interminables en forma de monólogo interior en los que no vemos toda la conversación que se está desarrollando, nos la tenemos que figurar; cada diálogo realiza la transición de una manera sublime al siguiente personaje, y nunca se nos informa de quién está hablando, consiguiendo el inconfundible efecto de que estamos viviendo ese caos, el caos que Gaddis entendía que era la sociedad en la que vivía y que satirizaba sin piedad, si somos conscientes de que hay más de cien personajes, no voy a engañaros, cuesta ir diferenciando a  cada uno de ellos, aunque según pasan las hojas aprendes a darte cuenta, Gaddis te educa en la excelencia; cuántas elipsis, cuánta sutileza al desarrollar cada paso de una escena a otra; son esos hilos invisibles que tan bien utilizaba Virginia Woolf en “Mrs Dalloway” al realizar los cambios de escena, os dejo con uno de esos innumerables momentos:

 “-¿Ves, Donny? Papi no está enfadado, solo quería recuperar su centavo… -Por la previsible reconvención que escuchó todo el rato, hasta el final, antes de bajar los ojos y apartarlos de aquel hostil espectáculo del crecimiento para volver a marcar, y alzarlos de nuevo hacia su esposa, ahí fuera, que refregaba su sari con agua de la manguera del jardín agachada como una lavandera gangética; la mirada vacía fija en el privilegio remotamente masculino de la caza, mientras prosperaba, aquí, junto a unos recargados herrajes hechos de aluminio para que parecieran nuevos, y nuevas extensiones de postes y vía tratados para que parecieran viejos, con la forma de Bast, próximo a un galope detrás de una presa que trotaba despreocupada, más segura, a cada paso, bajo la protectora monotonía del negro estampado sobre el gris, desgastado, enredado, sin pelar ni cuidar los detalles, a medida que los intervalos entre los arrayanes que se mantenían a una podada distancia de las mimosas, muy alerta a Seguros, Pedicuro. En venta magnífica mansión, Dios responde a nuestras plegarias, dejaban paso a profundidades de acacias atrofiadas hacía largo tiempo por las luchas intestinas que ahora forcejeaban con la madreselva, y la propia acera al fin desaparecía debajo de la hierba, en el emplazamiento designado por la gracia de Dios para un edificio para el culto, por parte de la gente de la Iglesia Baptista Primitiva, en un cartel a punto de ser reclamado por la maleza:

-¡Para!

-¿Qué?

-¡He dicho que espere un momento…!

-No, usted ha dicho…”

Abrumador el manejo de la prosa.

Y ahora enlazo con el segundo artículo, en efecto, esta novela es un prototipo incluido en el mito de la Gran novela americana porque refleja, sin lugar a dudas, el estado de una sociedad como la norteamericana en un momento concreto; poco importa que lo que refleje sea precisamente la destrucción del sueño americano, ahí está precisamente el reflejo del fin de una sociedad como la capitalista, ya hace unos cuantos años.

Para acabar con este maestro, no hay que dejar de mencionar su predilección por la música, solo tenemos que ver el siguiente párrafo, pero está omnipresente a lo largo del libro:

“-¡No, es eso! Eso es lo que estoy tratando de, escucha, lo único que quiero que hagas es que te olvides un momento de las deducciones esas de cinco centavos de los activos netos tangibles esos y escuches una obra de un músico extraordinario, es una cantata de Bach, joder, Jota Erre,  ¿no entiendes que lo que estoy tratando de, de mostrarte es que existen otras cosas que son, que son activos intangibles?, lo que traté decirte la noche esa del cielo, ¿te acuerdas?, ¿cuándo volvíamos del ensayo ese, la sensación esa de, de maravilla absoluta de El oro del Rihn, te acuerdas?

-Bueno, me, claro, o sea, todavía lo estamos haciendo, la señora di…

-Que puede elevarte por encima de ti mismo, hacerte sentir cosas que, ¿entiendes algo de lo que te estoy diciendo?

[…]

-¡No tiene por qué ser así, eso es lo que te estoy diciendo! La música es una, no es solo efectos sonoros, hay cosas que solo la música puede decir, cosas que no pueden escribirse ni colgarse de un tendedero, cosas que…”

La música te eleva como persona y se convierte en la respuesta humanizadora ante la deshumanización de una sociedad como la nuestra; lo aparentemente inútil, como la música y, desde luego, la literatura, se convierten en la única forma de seguir siendo personas.

Imprescindible obra maestra nuevamente traída de la mano de la editorial Sexto Piso, el año que viene, “Los reconocimientos”, ya cuento los días.

Los textos provienen de la traducción del inglés de Mariano Peyrou para esta edición de “Jota Erre” de William Gaddis por la editorial Sexto piso.

Se acerca el fin de año

2013-09-24 12.23.50Noviembre se ha acabado ya y ya está uno pensando en diciembre, las últimas lecturas del año e, inevitablemente, en la selección de lo mejor del año. Este año me va a costar bastante (como siempre digo) por el aumento de lecturas. Pero promete ser interesante y, espero, ecléctica. Por ahora vamos a repasar los últimos libros leídos que se han encontrado con tres escollos considerables que han jerarquizado mi ritmo lector: “Bleeding Edge”,” Jota Erre” y “La Casa de Hojas”.

“La maldición de Hill House” de Shirley Jackson, una de las grandes del género en una novela que se caracteriza por su sutileza.

“Prince” de Matt Thorne, sorprendentemente exhaustiva biografía del gran genio musical con el que me aficioné a la música pop. Es difícil no disfrutar de ella.

“Bleeding Edge” de Thomas Pynchon, el coloso ha vuelto, en plena forma, para demostrar con su creatividad que es el más grande vivo.

“Diario de una dama de provincias” de E.M. Delafield, divertidísimo diario con mucho humor inglés y que no se limita a lo anecdótico.

“¿Quién será a estas horas?” de Lemony Snicket, historia de detectives para niños, inteligencia a raudales, dibujos de Seth, ¿hace falta algo más?

“Los drusos de Belgrado” de Rabee Jaber, viaje a lo largo de las desdichas, una maravillosa forma de comenzar la nueva colección de ficción contemporánea árabe de Turner.

“El oasis” de Bahaa Taher, viaje a un oasis de contradicciones con  Alejandro Magno en retrospectiva, el pasado como argumento. Una muy buena propuesta y de calidad.

“El doctor proctor y la bañera del tiempo” de Jo Nesbo, el noruego deja a Harry Hole aparcado para hacer literatura juvenil, esta vez, con viajes en el tiempo. Hay sobrados motivos para disfrutarlo.

“La música de los bosques” de Carmen del Bosque, una propuesta clásica de literatura para niños.

“El Sunset Limited” de Cormac McCarthy, no es lo mejor del titán, pero es McCarthy.

“El consejero “ de Cormac McCarthy, la ultimísima de McCarthy, más thriller que novela contemporánea, razonable calidad. Entretenimiento digno.

“El árbol” de Slawomir Mrozek, mi pequeño homenaje póstumo al escritor polaco, un maestro de la micronarrativa.

2013-11-14 21.12.04“La casa y el cerebro” de Edward Bulwer-Lytton, un clásico del subgénero de casas encantadas del siglo XIX que se lee en un suspiro.

Si decía que las han jerarquizado es porque el primero supuso muchas horas terminarlo, Pynchon en inglés, es posiblemente, de lo más complejo a lo que puedas aspirar leyendo la lengua de la Pérfida Albión. Una lectura excelente, eso sí.

En cuanto a “Jota Erre” y “La Casa de hojas”, están suponiendo la lectura de finales de noviembre  y parte de principio de diciembre. Sobre todo la primera de ellas resulta bastante densa y absorbente: una obra de mucha calidad pero que requiere su tiempo, ya que, además, son casi 1200 páginas. “La Casa de Hojas” es otra cosa, una experimentación no sólo de la palabra sino de cómo se dispone en el propio libro, la tipografía utilizada, el color, etc… todo ellos para promover diferentes niveles de lectura. Hablaré de las dos en cuanto las acabe. Próximamente en este blog.

Esta es la foto con las últimas compras.

2013-11-27 23.16.40

Diciembre se presenta como poco bonito, con muchas posibilidades de alternar entre grandes autores. Será difícil decidir lo que voy a leer, nunca había sentido esta sensación pero creo que vale la pena vivir la incertidumbre de no saber qué elegir porque todo lo que tienes, a priori, tiene tan buena pinta.

El siguiente artículo de este tipo serán los mejores del año. Nada más y nada menos.

“El plantador de Tabaco” de John Barth

Si algo tenía claro era que la vuelta al blog después de las vacaciones tenía que ser a lo grande; ya que este post es el número ciento cincuenta y para tal acontecimiento era necesario que el comentario se refiriese a una “magna” obra. Dicho y hecho, aprovecharemos el momento para hablar de “El plantador de tabaco” del norteamericano John Barth.

plantador_gdeDesde que empecé Filología Inglesa tengo una pequeña obsesión con pintar, rellenar todos los huecos de la narrativa anglosajona; cosa harto difícil, habida cuenta del número de obras que permanecen inéditas todavía en este, nuestro querido país. Dentro de ese fascinante mundo anglosajón las piezas del puzle se van ensamblando cada vez más, gracias a la labor de editoriales pequeñas independientes: ahí tenemos el caso de Pálido Fuego que va a publicar en no mucho tiempo el “House of leaves” de Danielewski, obras de David Foster Wallace e incluso de Robert Coover en el futuro; e, igualmente, gracias a Sexto Piso estamos viendo la aparición de la obra literaria del gran William Gaddis, Kurt Vonnegut y, ahora, de John Barth. De hecho, estamos hablando de la que siempre se ha considerado la obra maestra del escritor y prometen más obras de él en adelante. No puedo más que relamerme los dedos y desesperarme con la (gozosa) espera.

“El plantador de tabaco” (“The Sot-Weed Factor”) fue publicada en 1960 e inicialmente Barth la concibió como la conclusión a una trilogía nihilista, siendo las dos primeras novelas de la trilogía “The Floating Opera” (1956) y “The End of the Road” (1958); y tomó su título del poema “The Sotweed Factor, or a Voyage to Maryland, A Satyr” de 1708 realizado por el poeta inglés Ebenezer Cooke (c. 1665-c.1732) del que prácticamente no se sabe nada.

Resumiendo a grandes rasgos la trama, la novela (ubicada en la década de 1680 a 1690 en Londres y Maryland) es una narración épica satírica de la colonización de Maryland basada en la vida ficcionalizada de Ebenezer Cooke; honrado con el título de Poeta Laureado de Maryland, y al que se le manda para cantar las alabanzas del proceso y que vivirá una serie de aventuras en su viaje a la colonia ( ¡y en ella!) mientras preserva, con no pocos problemas, su virginidad intacta.

Barth también tenía la idea de dar un epitafio al poeta, en sus propias palabras: “The Sot–Weed Factor began with the title and, of course, Ebenezer Cooke’s original poem. . . . Nobody knows where the real chap is buried; I made up a grave for Ebenezer because I wanted to write his epitaph”. 

A pesar de lo comentado, el resultado final fue por otros derroteros. Como dijo Barth en 1994: “Looking back, I am inclined to declare grandly that I needed to discover, or to be discovered by, Postmodernism.” (“Mirando atrás, me inclino a pensar mayormente que necesitaba descubrir, o ser descubierto por el Postmodernismo”). A partir de ese momento, de hecho, las obras de los períodos siguientes se inclinarían cada vez más a la fabulación, la metaficcionalidad, en conclusión: lo postmoderno.

Tras leer la obra, no puedo más que estar de acuerdo con lo anterior. Y me gustaría incidir en lo que considero sus virtudes, aquellas características que la hacen tan especial y, por qué no decirlo, una obra imprescindible del postmodernismo y, extendiéndolo aún más, de la literatura universal.

En primer lugar hay que tener en cuenta la estructura: la trama principal, ese tour de force de nuestro querido poeta, se convierte en un juego de cambios de identidad, mascaradas y equívocos altamente humorísticos por momentos que alternan con digresiones, historias dentro de historias e incluso listas (esotéricas, ingredientes de comidas, insultos…). Se puede comprobar fácilmente cómo la historia comienza de una manera más realista (como en sus obras anteriores) y va desencadenando una narración cada vez más postmoderna según avanza la obra: esas digresiones, esas historias dentro de historias, son elementos clásicos de este estilo. La novela toma como referencia los géneros (y formas) del siglo XVIII y las parodia, imita, recupera y reescribe: en esta parodia entran el Bildugnsrroman o relato de formación, el Künstlerroman o relato de formación de un artista y del género picaresco, convirtiendo toda la obra, en sí, en una farsa satírica de proporciones épicas. Luego volveré sobre este tema, ya que hay que indicar para qué le sirve esto.

En este texto que pongo a continuación de la fabulosa traducción de Eduardo Lago (que además hace el prólogo y de la que proceden todos los textos que voy a reproducir) para esta edición de “El plantador de tabaco” de Sexto Piso, encuentro dos hechos reseñables:

“En los años finales del siglo XVII había entre los juerguistas y petimetres que frecuentaban los cafés londinenses un individuo delgaducho y zanquilargo llamado Ebenezer Cooke, con más ambición que talento y, sin embargo, más talento que prudencia, el cual, al igual que sus compañeros de juerga, que en teoría estaban educándose en Oxford o Cambridge, encontraba en los sonidos de la madre lengua inglesa más un motivo de juerga y diversión que algo con sentido, con lo que se podía trabajar y, en consecuencia, en lugar de entregarse a los sinsabores de la erudición, el tal Ebenezer aprendió el arte de versificar, dando en desgranar, conforme a la moda de entonces, cuadernillos de pareados plagados de Joves y Júpiteres espumeantes, entre el estruendo de las rimas estridentes y símiles que de tanto tensar la cuerda, a punto estaban de romperla.”

Uno, sin dudarlo, el estilo, que imita las formas de novelas anteriores de Fielding, Sterne y su “Tristan Shandy” o de Samuel Richardson; requiere mayor esfuerzo lector por lo estrambótico, por la réplica del estilo antiguo; pero compensa debido al increíble lirismo de cada descripción, a la minuciosidad narrativa, al humor que destila en cada palabra, en cada metáfora. Una joya, de la que no te cansas y que te ayuda a disfrutar aún más. Dos, los personajes, este es el primer párrafo y asistimos a la presentación, cuál Quijote, de este poeta “de pelo y ojos claros, huesudo, los pómulos hundidos” “hombre garza, de patas flacas y pico largo, caminaba y se sentaba con pose descoyuntada; su porte mismo era una sorpresa angulosa, cada uno de sus gestos, una semiagitación.”

El triángulo de protagonistas que forma junto con Henry Burlingame (que en algún momento llegué a identificar con Sancho Panza) y la hermana del poeta, Anna, llevan el peso de buena parte de la obra y son parte de su encanto;  sin perder de vista al criado traidor, Bertrand, que le pone en más de una situación comprometida y a Joan Toast, una suerte de Dulcinea grotescamente desahuciada, a la que ama sin reparo:

“-¡Y vos sabed que os amo por ser mi salvadora y mi inspiración! –repuso Ebenezer-. Pues hasta esta noche en que habéis venido a mí, jamás fui hombre, sino un mero patán chocho y un currutaco; y hasta el momento en que os abracé jamás había sido poeta, sino poetastro fatuo y huero. Con vos Joan, ¿qué proezas no ejecutaré? ¿Qué versos no escribiré? […] Despreciadme, Joan, que entonces seré un loco egregio, un don Quijote que se tambalea por causa de su ignorante Dulcinea; pero aquí os desafío (si tenéis la vida y el fuego y el ingenio suficientes) a que me améis sinceramente, como yo os amo a vos, y entonces lucharé contra gigantes de verdad, y los sojuzgaré. Amadme y os juro lo siguiente: ¡Yo seré Poeta laureado de Inglaterra!”

No se puede negar la influencia “cervantina”, patente en ese protagonista y en sus compañeros; el ser conocedor del texto ayuda a disfrutar aún más de esta reescritura en clave satírica. También la “Ilíada” de Homero es musa inspiradora y nos lleva al hilo principal de la obra que además se convierte en otra cualidad reseñable:

“¿Hubiera tenido el mundo noticia alguna de Agamenón, o del fiero Aquiles, o del ingenioso Odiseo, o del cornudo Menelao, o del circo, todo lleno de griegos y troyanos que se iban pavoneando por ahí, de no ser porque el gran Homero habló de ellos en verso? ¿Cuántas batallas de mayor importancia creéis vos que se han perdido en el polvo de la historia por falta de un poeta que las cantara para la posteridad? […] Los héroes perecen, las estatuas sucumben, los imperios se desmoronan; pero la Ilíada se ríe del tiempo, y los veros de Virgilio son hoy tan verdaderos como el día en que fueron compuestos. […] ¡Sería una composición épica como jamás se ha escrito ninguna! ¡La Marilandíada, por mi fe!”

De la Ilíada deriva en esa “Marilandíada” y nos muestra su interés por ensalzar la labor del poeta y de la literatura en general como atestiguan estos momentos:

“Entre todas las artes y ciencias la literatura era la única que tenía como dominio propio el campo entero de la experiencia y el comportamiento humanos (de la cuna a la tumba y aún más allá; del emperador a la puta barata; desde la quema de ciudades hasta el modo de luchar contra el viento), así como los problemas de toda magnitud que afectan al hombre.” “¿Quién tiene más necesidad que el poeta de todos los dones divinos? El poeta posee el ojo del pintor, el oído del músico, la inteligencia del filósofo, la persuasión del letrado; cual un dios atisba el alma secreta de las cosas, la esencia que se oculta bajo la forma de las mismas, su más recónditos recodos. Cual un dios conoce las fuentes del bien y del mal: ve la semilla de la santidad en la cabeza de un asesino, el gusano de la lujuria en el corazón de una monja. Y aún voy más lejos: así como el poeta es entre los caballeros como una perla entre piedras pulimentadas, así también debe el Laureado ser un diamante  entre las perlas, un príncipe entre los príncipes.”

“¿Quién tiene más necesidad que el poeta de todos los dones divinos? El poeta posee el ojo del pintor, el oído del músico, la inteligencia del filósofo, la persuasión del letrado; cual un dios atisba el alma secreta de las cosas, la esencia que se oculta bajo la forma de las mismas, su más recónditos recodos. Cual un dios conoce las fuentes del bien y del mal: ve la semilla de la santidad en la cabeza de un asesino, el gusano de la lujuria en el corazón de una monja. Y aún voy más lejos: así como el poeta es entre los caballeros como una perla entre piedras pulimentadas, así también debe el Laureado ser un diamante  entre las perlas, un príncipe entre los príncipes.” 

 “¿Quién lee mejor el corazón de los hombres, el filósofo o el poeta? ¿ cuál de los dos está en más estrecha armonía con el mundo?”

Me gusta la idea de esta defensa del arte literario pero no por el arte, sino como único repositorio del testimonio y la experiencia  de la humanidad; y del poeta como focalizador de todo lo que proviene de Dios, al menos lo virtuoso, poniéndolo incluso por encima de la filosofía. Es lógico, por otra parte, esta afinidad; no en vano la literatura es mi mayor pasión y esta idea está cargada de romanticismo literario.

Barth, nada ajeno a la tradición norteamericana, no se olvida en esta obra de señalar uno de los temas más recurrentes en la literatura norteamericana: la identificación del protagonista con Adán:

“Me refiero a que lo que vos estáis haciendo es volver a representar la historia de Adán. Tanta importancia le concedéis a vuestra inocencia que por causa de la misma habéis perdido vuestro paraíso terrenal. Pero aún he de llevar esta idea más lejos: vuestra aventura no solo os ha dejado sin hogar, sino que al igual que sucedió con Adán, habéis probado vuestro primer bocado de Sabiduría y experiencia; de ahora en adelante no os será fácil coger frutos con que llenaros las tripas sino que ganaréis el pan con el sudor de la culpa, como hacen las masas humanas. Vuestro padres, si lo conozco bien, no dejará pasar esta ocasión de expulsaros del jardín del Edén.”

Este Adán americano, es colonizador, hombre hecho a sí mismo, ahí está el Sueño Americano.

Me encanta cómo la obra, ya lo indiqué anteriormente, va avanzando en forma y temas, y evoluciona del realismo al postmodernismo; los momentos en los que me di cuenta de ello empiezan a aconteceren la parte final aunque empiezan con la falibilidad del recuerdo:

“-En suma, pues: ¿se es lo que se recuerda?

-Sí –convino Ebenezer-. O mejor yo no sé lo que soy, pero sé que soy y que he sido merced a la memoria. El recuerdo es el hilo que ensarta los abalorios, constituyendo el collar; o como el hilo de Ariadna, del cual hizo entrega el ingrato Teseo: indica qué camino he seguido por el laberinto de la vida, me vincula con el punto de partida.” (ese recuerdo, esa memoria se torna aún más falible según se avanza en la obra, por los trastornos de identidades)

Y se extiende a la propia realidad como vemos en este diálogo entre Burlingame y Ebenezer:

“Sólo quería dejar bien sentado que toda aserción sobre el tú y el yo, incluso de cara a uno mismo, es un acto de fe imposible de verificar” a lo que Ebenezer responderá anonadado “¡Santo cielo, tu discurso me ha robado los símiles: no conozco nada que sea inmutable y seguro!”: la realidad que conocemos, fragmentada, es irreal, nunca podemos conocerla de manera absoluta e inmutable, se resquebraja: “-¡Todo esto es sumamente cambiante y confuso! […] ¡Nadie es quien ni lo que yo creo que es! -Pasan muchas cosas –asintió crípticamente el criado- que a gentes como vos y como yo se nos escapan. Maldita sea si las cosas son los lo que aparentan.”

Realidad, apariencia y recuerdo se mezclan cada vez más y a la luz de este relativismo, se enfatizan cosas menos universales. Lejos todavía del inicio del postcolonialismo que surgiría en 1978 con la obra de Edward Said “Orientalism”; Barth, con todo lo indicado anteriormente acomete una reescritura postcolonialista de los clásicos para modificar y subvertir el diálogo tradicional; de ahí el uso de la parodia y la ironía; todo se convierte en una farsa, sólo hay que ver el segundo nivel de lectura que nos da con los fragmentos de los diarios íntimos de sir Henry (de 1608), que van pintando la historia del antepasado de Henry y que no es más que una reescritura del cuento de John Smith y Pocahontas aunque con “algunas diferencias” como podemos ver en este párrafo:

 “Comenzó entonces Attonce a darse de palmotadas en la panza con el fin de despertar un mayor apetito de viandas y, en viéndolo, otro tanto hizo Burlingame, hasta que el estruendo de las tripas de uno y otro resonó por sobre las ciénagas como fragor de volcán. Acto seguido, Attonce, cruzado de piernas, dio en rebotar con las posaderas sobre el suelo, para agradar aún más su apetito; hizo otro tanto Burlingame que no daba cuartel a su rival, y la misma tierra entremecíase bajo el peso de sus espantables traseros. […] Y ansí estuviéronse  un buen espacio, efectuando numerosos rituales con que azuzaban el hambre, en tanto nuestra compañía los observaba, atónita, sin saber qué estaban presenciando, e los salvages batían palmas e danzaban en derredor, y Pokatawetussan miraba con lascivia a uno y otro rival.”

En clave de humor, la lucha entre los dos comilones dará un ganador que desflorará a Pokatawetussan. Esta visión desarma el porte apuesto y viril de una persona de principios, un gran americano, para igualarlo con la tribu de indios; es insólito, pero se produce durante el texto una lectura en contra del imperialismo británico dando aún más importancia a los personajes de otras razas y poniendo a los colonos al nivel de los indios.  Por si no nos quedara claro, en la parte final el norteamericano clarifica la reescritura del texto:

 “Otrosí fue tan osado que me mostró una relación escrita donde se refería cómo salvó a Pocahontas , cuya relación pensaba incluir en su mendaz Historia; aquella versión no hacía mención ninguna de la infamante desfloración de la princesa, sino meramente daba a entender que la doncella había sucumbido al porte viril y hermoso rostros de mi capitán. Así pues yo debía fingir que creía en aquella farsa burlesca y fue ello mismo lo que hame movido, con la esperanza de así apaciguar mi angustiada consciencia, a llevar a cabo aquesta relación verdadera en mi diario, en cuyas páginas ruego a Dios jamás pose mi capitán sus lúbricos ojos.”

La dicotomía “history-story” se hace presente, cobrando aún mayor importancia la segunda parte (“story”, esos cuentos dentro de otros cuentos)  debido a la falta de fiabilidad de la primera.

En un principio pensé sobre todo en lo anterior como motivo principal de la obra, sin embargo, ya acabando el libro me encontré con esto:

“El plantador de tabaco gozó de una popularidad constante entre las gentes de letras de Londres, bien que no era la clase de popularidad que hubiera deseado su autor. Los críticos lo consideraban un buen ejemplo de la clase de farsa satírica entonces en boga; elogiaban la rima y el ingenio; aplaudían las caracterizaciones y lo grotesco de la acción…, pero ni uno solo se tomaba en serio el poema.”

En un texto como este donde todo es farsa, ironía y parodia, ¿podría pensarse que precisamente nos quería mostrar algo serio? Según el texto de Edmund Fuller “The Joke is on Mankind” para el New York times, con el que estoy bastante de acuerdo, quizá el autor quería expresar a través de esta obra lo que es la humanidad: una sátira, un conglomerado de fragmentos que a veces no se pueden discernir y que constituyen, como nuestras vidas, una (tragi)comedia en sí mismos.

Infinitas posibilidades y reflexiones las que nos ofrece esta obra que, en mi opinión, es capital e imprescindible. Una obra mastodóntica que constituye un hito único por su influencia posterior y, cómo no, por sí misma. Necesitamos más de John Barth.

“Ágape se paga” de William Gaddis

Ya hablé largo y tendido sobre William Gaddis en este post  y su obra en particular a propósito de “Gótico Carpintero”. Ahora me extenderé sobre la otra obra disponible, más o menos fácilmente: “Ágape se paga”, novela publicada póstumamente cuatro años después de la muerte del escritor y que tenemos también en la edición de Sexto Piso.

agape se pagaPara resumir de lo que trata esta peculiar obra, Rodrigo Fresán, en el prólogo de la edición comenta lo siguiente muy acertadamente:

“Jack Gibbs, figura de reparto en JR y narrador en Ágape se paga, se dirige a nosotros desde su lecho de muerte y no es un narrador feliz. Su cuerpo le ha traicionado y el mundo es una mierda y está dominado por tecnócratas. Y su novela –en la que lleva trabajando años- se deshace en pedazos sueltos e inconexos.[…] Queda poco tiempo para volver a afirmar lo mismo de siempre: la tecnología jamás podrá suplantar la creatividad de los hombres. Así que adiós a la puntuación convencional y hola al libre fluir de conciencia y a la libre asociación de ideas que le permiten al narrador invocar tanto a Glenn Gould como a John Kennedy Toole, Miguel Ángel o Tolstói, para destilar una pócima mágica, un tónico para intentar conseguir el ágape: la amorosa sensación de ser uno con el mundo celebrado por los primeros y nada burocráticos escritores cristianos.”

Contrariamente a la anterior obra, en esta delicatessen tenemos un monólogo interior donde hay un flujo de pensamientos continuos, las ideas se entremezclan unas cosas, los signos de puntuación desaparecen irremediablemente, el fracaso del protagonista refleja el triunfo de Gaddis al acercarse cada vez más a la entropía, el tema pynchoniano por excelencia.

El escritor Rick Moody en el prólogo define a Gaddis “no como una celebridad literaria sino como un enemigo de la celebridad literaria, un escritor que muy raramente daba entrevistas, nunca leía en público, no escribía frases para las portadas de los libros de otros ni asistía a las fiestas del ambiente”. Y nos da una pista para afrontar la terrorífica prosa del escritor norteamericano: “que la mejor manera de comprender y apreciar a Gaddis es leerlo rápido y sin detenerse a pensar demasiado en lo que no dice.” Yo añadiría una segunda fase, la de releerlo para pillar todo lo que nos quiere contar:

“No, pero.. vamos a ver; todo esto tengo que explicarlo, porque no sé, no sabemos cuánto tiempo queda, y tengo que ponerme a trabajar en el, terminar esta dichosa obra mientras por qué me habré traído todo este montonazo de libros notas papeles apuntes recortes y a saber cuántas cosas más, a ver si lo pongo en orden y me organizo cuando divida estas propiedades y proceda al reparto y me quite de encima todo el follón y me libre de las preocupaciones concomitantes y sincomitantes mientras aquí me tienen retenido para abrirme en canal y rebañarme los dentros y coserme o graparme o lo que sea, maldita sea, mira qué pierna tengo, que ni es pierna ni es nada, recosida y grapada como esa antigua armadura japonesa que hay en el comedor, que es como si me hubieran desmantelado desguazado despiezado, casas, edificios adyacentes, establos, invernaderos y esto con todas las dichosas decisiones y distracciones que he tenido con los títulos de propiedad recalificaciones catastros y demás vainas, todo esto tiene que estar en este montonazo en alguna parte a ver si lo pongo en orden y zanjo toda esta historia antes que todo se derrumbe y lo engullan todo los abogados y el fisco como todo lo demás, que a fin de cuentas de eso se trata, de eso se trata mi obra, del derrumbe de todo absolutamente, del sentido, del lenguaje, de los valores, del arte, del desorden y de la dislocación que se ve por todas partes por donde mires y aunque no quieras mirar, la entropía que todo lo anega todo a la vista lo cubre, diversión y tecnología y cada crío de cuatro años con su ordenador, cada cual es el artista de sí mismo y de dónde ha salido todo esto, el sistema binario y el ordenador o computadora que se decía, de dónde ha salido la tecnología, eso lo primero ¿o es que no te das cuenta? […]

El anterior párrafo es tan paradigmático del estilo que asombra a pesar de lo que te esperes. Según los párrafos avanzan, Gaddis usa la música, en la figura de la pianola y su evolución, como hilo conductor de ese pensamiento, se suceden las reflexiones musicales y los compositores aparecen y desaparecen por las páginas (desde Wagner y Debussy a Grieg):

“Lo más emocionante de la música es tocarla cada cual por sus propios medios. Es la propia participación lo que más emociones suscita.”

El autor estaba, al final de su vida, obsesionado con lo artístico, con esa creatividad de la que hablaba Fresán y que nunca podrá sustituir a la tecnología, hay aquí un punto muy en común con otro compatriota suyo, Delillo. Él desprecia, a través de Gibbs, la falta de autenticidad:

“Ustedes denles a elegir, señor Benjamin, y la masa siempre escogerá la falsificación. ¡Escoger la falsificación, señor Huizinga! La autenticidad se borra de un plumazo, se borra del todo, señor Benjamin.”

“[…] estos ventrílocuos y yoes extraíbles extraídos que se crían y se clonan para su reproducción porque ese es el meollo de la cuestión, es ahí donde se pierde lo individual, donde desaparece lo único, donde la autenticidad se pierde no solo la autenticidad sino todo el concepto de autenticidad, ese amor por la belleza de la creación antes de ser creada que eso, ¿no era Chesterton? Esa fusión natural de la vida creada en esta creación en amor que la trasciende, una celebración del amor creado que llamaban ágape, la fiesta del amor en los primeros tiempos de la iglesia, eso es. Eso se ha perdido, eso hay que pagarlo, lo que no se encuentra en estos productos de las artes imitativas que están hechos para su reproducción a gran escala […]

Cree que las artes imitativas, sin autenticidad, han ocasionado la pérdida de ese estado primigenio maravilloso, “el ágape de los primeros cristianos”, que es casi imposible conseguir encontrarlo en el mainstream, sin embargo, sí cree que la música, tan presente en su obra, por encima de la literatura que el considera que ha perdido esa comunión inicial, puede conseguir que lleguemos a ese estado:

 […] “La música te transporta a otro estado del ser que no es el que te corresponde, sentir cosas que en realidad no sientes, entender cosas que en realidad no entiendes, ser capaz de hacer cosas que en realidad no eres capaz de hacer, sí, eso lo transforma eso te transfigura a ti en ti mismo en el yo que puede hacer más. Esa era Juventud con su intrépida exuberancia cuando todo lo que se dice todo era posible perseguida por Vejez donde estás ahora, mirando atrás a lo que destruimos, a lo que arrancamos del yo que podía hacer más, y su obra que se ha tornado mi enemigo porque de eso es de lo que puedo hablarte, de esa Juventud capaz de todo.”

Esa música capaz de llevarte de la decadencia de la Vejez a la frescura de la Juventud, capaz de todo en la vida. En fin, Gaddis, muy grande. Esperando con muchas ganas pintar su figura completa con la publicación de sus próximas obras.

“Gótico Carpintero” de William Gaddis

Consideraciones sobre el autor, su obra y cómo llegué a conocerla:

1)      Sobre cómo llegué al autor: labor inestimable de varios blogueros que empezaron a hacerse ecos de él, muy especialmente por la insistencia de Javier Avilés  y su excelente blog “El lamento de Portnoy” , una de las mejores referencias literarias y de cultura actuales que deberíais visitar ineludiblemente.

2)      Sobre el autor y su figura: William Gaddis (1922-1998) es uno de esos autores del que se sabe más bien poco; lo que aparece en la wikipedia inglesa es más bien escaso; perfil esquivo con respecto a su vida privada, muy asociado a otros literatos como Salinger y Pynchon, de hecho, se le llegó a confundir durante un tiempo con un alter ego del segundo. No se le estudia en filología inglesa y, sin embargo, es uno de los primeros y más importantes escritores postmodernistas por su obra “Los reconocimientos” (“The recognitions”) de 1955, antes de cualquier obra de Pynchon, por ejemplo.

3)      Sobre sus obras y su edición en España: era un escritor lento a la hora de plantear sus obras; en vida solo publicó cuatro (“Los reconocimientos”, “JR”, “Gótico carpintero” y “Su pasatiempo favorito”); póstumamente se publicaron otras dos “Ágape se paga” y su colección de ensayos inédita en España “The Rush for Second Place”. Sexto Piso está acometiendo la labor de publicarla al completo, pero por ahora solo están disponibles “Gótico Carpintero”, objetivo de este post, y “Ágape se paga” que llegará en uno posterior. Y nosotros aplaudimos a pesar de la tensa espera.

goticocarpintero4)      Sobre la obra en cuestión, esta y las siguientes consideraciones: En el prólogo de Rodrigo Fresán de “Ágape se paga” comenta sobre “Gótico carpintero”(“Carpenter’s Gothic) (1985) que se trata de la más breve y normal de sus novelas aunque Gaddis siempre consideró “The recognitions” como la más “accesible”. “Gótico carpintero” es romántica y oscura, una love story infeliz y contaminada por los virus del país donde transcurre y los sermones de un predicador mediático y corrupto. Gaddis admitió que se trataba de “un ejercicio de estilo” donde “los problemas planteados pasan más por la técnica y la forma. Lo que yo quería hacer era escribir un libro más corto, uno que se concentrara en las unidades del tiempo y del espacio al punto de que todo, aunque se expandiera al mundo entero, sucediese dentro de una casa, una casa de campo, con pocos personajes y durante un breve período. También quería trabajar con varios clichés de la ficción e intentar revitalizarlos. Así es como tenemos al hombre mayor, la mujer joven, el matrimonio viniéndose abajo, el adulterio obligatorio, la habitación cerrada, el misterioso desconocido y todo eso”. Así, es el libro más cómodo de Gaddis pero, también, el más siniestro. Desde luego la obra contiene esa siniestralidad inherente; eso sí, será cómodo, pero no para la mayoría; también estimo que el tema era importante, en esta obra más allá del estilo, por lo que comentaré más adelante.

5)      El estilo: el autor juega en esta obra con dos tipos de formas de narrar; la trama avanza a través del diálogo de los personajes, una especie de diálogo que se estructura como un monólogo interior muy sorprendente que nos hace permanecer realmente atentos a la narración ya que se producen muchas elipsis, sutilezas, pérdidas de la puntuación habitual, momentos que el lector tiene que completar mediante la información que el escritor nos va dando; es lento, laborioso y, desde luego, dificultoso en ocasiones; pero, sin duda, está muy bien realizado como se puede ver en la siguiente muestra:

“-Ahora espere un momento, espere… -sus ojos redondeados se clavaron detrás de ella, bajaron por la parte delantera de la blusa que se había puesto, volvieron a los de ella-. No me importa nada a quién se la esté metiendo últimamente, solo pasaba a charlar con él. Déle un mensaje cuando lo vea, por favor. Dígale que Lester se pasó a charlar un rato.

-Dígale Lester, eso es todo… -retiró  la punta de la bota-. Él sabe quién soy… -y ella pudo cerrar la puerta, observó el enérgico pavoneo de las larguiruchas piernas color ocre que cruzaban la calzada negra, seguía ahí cuando un coche negro arrancó desde detrás del seto de arriba con un remolino de hojas y dejó planchado el recogedor en la curva colina abajo. De vuelta en la cocina, la radio alertaba de que treinta y cinco millones de norteamericanos eran analfabetos funcionales y otros veinticinco millones no sabían leer en absoluto y ella la apagó de un manotazo, llenó una jarra para regar las plantas y derramó un poco de agua al lanzarse a por el teléfono, a por un lápiz, a por cualquier cosa que sirviera para escribir-. Sí un segundo –abrió la guía de aves y apuntó el número debajo de la serreta mediana. Estaba otra vez arriba en el dormitorio abrochándose una blusa limpia cuando sonó la cadena del cuarto de baño de abajo-. ¿Paul?”

6)      Más sobre el estilo: los momentos más descriptivos/contemplativos recobran la puntuación habitual y se vuelven en momentos de lirismo evocador que dan seguridad al lector; es una paradoja que lo que menos avance sea lo que más nos estabilice: “Pero el viento le devolvió sus palabras, soplaba desde el río, agitaba las hojas a ráfagas mientras él las apartaba rastrillando con los dedos, alas destrozadas, el manto embarrado, apenas distinguible tras la protectora coloración de la muerte, se levantó con las llaves y miró colina abajo donde la figura se hacía cada vez más pequeña contra el viento, y después se agachó para coger al pájaro por una pata y llevárselo manteniéndolo a cierta distancia en dirección a la puerta.” “El río había quedado oscurecido por la abundante niebla que se cernía desde la mañana, haciendo que la ascensión lenta del cartero por el negro afluente de la carretera pareciera la deriva de una figura remolcada por el agua, arrastrada sobre una corriente estable junto a la orilla repleta de hojas hacia el escalón que sobresalía allí como un embarcadero donde ella ya se había precipitado, como por casualidad, para interceptarlo antes de que llegara al buzón; donde ahora, otra vez limpiando el espejo del recibidor con bolas mojadas de papel de cocina, con el ceño fruncido reducía a una sombra distante el paso torpe del anciano que estaba ahí fuera en la esquina con su recogedor aplanado. La lluvia, al cabo de dos días, había hecho caer hojas por todas partes, incluso una rama arrancada que flotaba en la oscura corriente que se alzaba bajo la ventana donde sus movimientos se detuvieron abruptamente, abrió los ojos ante la marchita figura del impermeable que se acercó mucho a ella la miró a la cara. Cogió aire y recuperó el equilibrio, acababa de bajar del taburete cuando llamaron a la puerta. Abrió una rendija, vio los dobladillos deshilachados del impermeable, mantuvo la pierna abierta con el pie.”

7)      El nombre de la obra hace referencia a un estilo arquitectónico de casas y pequeñas Iglesias que se hicieron comunes durante el siglo XIX en Estados Unidos. Estas estructuras adaptaban elementos de ese tipo de arquitectura como las torres y los arcos apuntados  al tradicional tipo de construcción de madera que representaba claramente el paisaje americano. Pongo una foto a continuación para reflejar este estilo.

carpentergothiccasa

8)      No es descartable que este carpintero tenga que ver con el carpintero por excelencia, Jesucristo, y que quisiera extrapolar lo que refleja en la novela a la religión, no parece gratuito el siguiente párrafo entonces: “Y mientras su voluntad se afirmaba sobre mí, temblando, de repente escuché la voz de su profeta Isaías, cuando dice El carpintero toma las medidas con la cuerda, diseña la forma con el estilete, la trabaja con el cincel y la dibuja con el compás, y le da figura de hombre y belleza de hombre, para que habite en una casa. Y mientras reflexionaba sobre el sentido de esas palabras procedente de lo alto, ¡lo que había sido un día de doloroso luto se convirtió en un día de gloria! Porque ¿no preguntaron acaso, cuando Jesús llegó a Nazaret, no es este el hijo del carpintero? Aquel que construyó ese gran edificio para refugio de quienes son pobres, de quienes están agotados, de quienes buscan su verdad absoluta en la adversidad y la persecución, […] construyó con sus sencillas herramientas de carpintero y con los humildes materiales que tenía a mano, la casa de su padre, donde hay muchas mansiones.”

9)      Con referencia al punto 7, Gaddis refleja, paralelamente al derrumbamiento de la pareja protagonista, la decadencia de la casa, de estilo gótico carpintero, en la que viven, desvencijada, llegando a la ruina: “[…] Una casa antigua muy interesante, ¿sabes lo que es esto? –inclinó la cabeza hacia este lado, hacia aquel-. Es un ejemplo clásico de gótico carpintero del río Hudson, ¿lo sabías? -Lo sabía Lester. -Todo diseñado a partir del exterior, esa torre de ahí, los picos del tejado, primero lo dibujaban y luego se las apañaban para que cupieran las habitaciones… -ahora se lanzó a toda velocidad bajo la línea de la moldura del techo hasta el destartalado remate de escayola donde se encontraba con el arco del hueco del salón-. Ahí tienes una gotera… Haz que la reparen antes de que empeore […]”.

10)   Parece claro que ese derrumbamiento de la casa supone, extendiéndolo, el desmorone, del sueño americano, del mito de la sociedad norteamericana y del hombre hecho a sí mismo. La religión decadente, las construcciones, la propia pareja, la sociedad que se hunde. Reflejó, sin dudarlo, el momento que estaba viviendo en ese instante la sociedad, desde lo micro a lo macro.

11)   Un giro final: “[…] Pero está muy por encima de cosas como hurgarse la nariz ¿verdad? Está demasiado ocupado evitando que el azar determine su destino ¿verdad? -Ya has visto cómo acaba. -Sé cómo acaba. No acaba simplemente se desmorona, es mezquina y hueca como todos los que aparecen en ella ¿por eso la escribiste? -Ya te conté por qué la escribí, fue solo una idea de último momento, ¿por qué te molesta tanto joder? Esa novela es solo una nota al pie, un epílogo, buscando finales felices resulta que me veo involucrado con gente como tú y como Klinger.” En un último alarde, extiende el desmorone a la propia novela que está escribiendo, esta reflexión metaficcional trasciende a la literatura y cultura general norteamericana, llevándolo todo a sus últimas consecuencias; para nada la novela se queda en un simple ejercicio de estilo, muy al contrario, lo temático se convierte en algo inherentemente unido a esta demostración de estilo.